Disclaimer: ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenece. Todos ellos son obra de J. K. Rowling, yo solo los utilizo para llamar a mi inspiración y despejar la mente. Esta historia no tiene fin lucrativo alguno.
Consideraciones: la historia irá del presente al pasado, pero en cada caso eso estará avisado. Además, es una reversión de la historia de J. K. desde el libro (o película) número siete. Habrá una gran cantidad de cambios que se alejarán totalmente de la historia original.
Advertencias: aparecerán palabras malsonantes, insultos, situaciones de violencia/tortura/asesinato, así como posibles escenas explícitas de relaciones sexuales. Por favor, tengan en cuenta todo esto antes de leer.
CAPÍTULO I
-PASADO-
Draco estaba escondido entre los arbustos del patio del castillo. Había logrado escabullirse de su pareja de baile, Pansy Parkinson, justo cuando ella se ponía demasiado melosa y besucona. Él no estaba realmente interesado en ella pero tampoco podía permitirse asistir solo al Baile de Navidad, de lo contrario sería la burla de sus compañeros y un modo directo de llevarse varias reprimendas de su padre. Además, suponía que es lo que se esperaba de él, tener una compañera de Slytherin y sangrepura. Incluso cuando esas ideas sonaban a basura para él estaba tan acostumbrado a oírlas que comenzó a repetirlas solo para encajar con el entorno. Su padre se pasó la mitad de su vida dándole largos sermones sobre la importancia de la pureza de la sangre, la necesidad de sostener y reproducir a las antiguas familias de magos y las tradiciones de los Malfoy. Nada de eso le importaba realmente; él solo quería tener amigos reales con los que pasar el rato hablando de cosas interesantes, como las chicas, y que se ayudaran a hacer los deberes. Para su mala suerte Crabbe y Goyle eran todo lo contrario: dos masas de músculo sin cerebro, equipadas para molestar a cualquiera que se cruzara en su camino. A pesar de eso, había dos personas que realmente se acercaban a lo que él consideraba amigos, Blaise Zabbini y Theo Nott. Blaise podía ser muy bromista, Theo era muy callado y Draco algo gruñón, pero de alguna forma eso hacía que los tres encajaran juntos.
Por otro lado estaba Pansy Parkinson, una morena hermosa e inteligente pero que, al igual que él, había sido enseñada para otros objetivos. Los que incluían asegurarse un lugar en la alta sociedad mágica tras asegurarse el matrimonio con un joven sangrepura y luego, claro, dejar descendencia. Eso no entraba para nada en los planes de Draco, quien apenas estaba comenzando a interesarse en alguna pareja a sus 14 años. Si su padre supiera que a veces no podía evitar sentirse atraído por Cedric Diggory, un chico de Hufflepuff, entonces estaría muerto.
Desde su lugar detrás del arbusto había visto todo tipo de cosas y a muchas preferiría olvidarlas, como el manoseo entre Fleur Delacour y Roger Davies. Sin embargo, después de un rato estuvo lo suficientemente aburrido y salió de allí en dirección a los baños del segundo piso. Llegó sin ser interceptado por Pansy, lo que le aseguraba, tal vez, un escondite por lo que restaba de la noche. Se metió en un cubículo con la esperanza de echarse una siesta sentado en el inodoro, pero apenas cinco minutos después oyó pasos de tacones. Maldijo interiormente y espió de quien se trataba abriendo solo un poco la puerta. Se sorprendió de ver a la mismísima Hermione Granger allí. La sabelotodo estaba irreconocible aquella noche. Llevaba un vestido azul muy bonito y su pelo estaba recogido en un elegante peinado. Draco sabía que la chica había asistido con el jugador de quidditch, Viktor Krum, aunque desconocía cómo había logrado aquello. Decidido a quitarse el aburrimiento salió de su cubículo muy sigilosamente mientras la Gryffindor estaba de espaldas a él.
—¡GRANGER! —gritó, pero lo que sucedió a continuación no se lo esperaba. Ella se giró en un solo movimiento y a gran velocidad para darle un duro golpe en la garganta, justo sobre la manzana de Adán, dejándolo sin respiración.
—¿Qué rayos pensabas, Malfoy? Me diste un susto de muerte —se quejó ella. El chico cayó de rodillas mientras intentaba dar bocanadas de aire y sus ojos se llenaban de lágrimas. La chica sí que sabía defenderse —. Anapneo —dijo Hermione mientras apuntaba su varita a Draco.
—¿¡Pero qué ocurre contigo, Granger!? ¡CASI ME MATAS! —la acusó el rubio.
—Tú casi me matas a mí del susto —se defendió ella.
—Estás realmente loca —se quejó mientras tocaba su cuello herido —¿Qué demonios haces en el baño de hombres? —preguntó extrañado, pero inmediatamente abrió los ojos con burla — ¿Has venido a esperar a Viktor Krum, no es así? Qué suerte que no me quedé dentro del cubículo o hubiera tenido que ver un mal espectáculo.
—Eres un idiota —aseguró la castaña con tono amenazador—. Simplemente me equivoqué de baño en el apuro por esconderme.
—Yo también me estoy escondiendo —dijo Draco —. De la insoportable de Pansy, mira —señaló su boca mientras se acercaba a ella haciendo un gesto de pico de pato —, ya me ha irritado los labios. No puedo quitármela de encima, pero bueno, ¿quién puede culparla, no? Soy muy guapo —dijo, mientras se observaba en el espejo acomodándose la túnica de gala carísima, hecha a medida en Madame Malkin. Hermione lo observó entre extrañada y divertida —¿Lo ves? Ni siquiera tú puedes resistirte a mirarme.
—Es que tienes algo aquí, rubio engreído —Hermione señaló su propio cuello. Draco giró la cabeza para tener una mejor vista del suyo y notó que tenía un pequeño chupetón.
—Y tú tienes algo aquí —dijo el muchacho señalando sobre su cabeza. La chica siguió con su mirada las indicaciones del rubio y vio que sobre ambos flotaba un ramo de muérdago.
—No es cierto —susurró Hermione —. Ya me tengo que ir, Malfoy.
—¡EH! Espera —dijo Draco —, tenemos que cumplir la tradición o esto nos perseguirá hasta siempre.
—¿Cómo sabes eso, Malfoy? —preguntó irritada Hermione.
—Pues... No lo sé, pero no quiero averiguarlo.
—Esto debe ser una maldita broma.
—Que Merlín no te oiga, Granger. Cualquiera diría que tendrías que darle un lavado a tu boca.
—Que sea rápido, Malfoy —dijo la chica ignorando sus comentarios.
—Como ordene, mi señora —Draco se burló de Hermione y luego le tomó el rostro delicadamente con sus manos. Plantó un beso sobre los labios de la chica, que al principio se quedó tan quieta como una estatua —. No estás colaborando, Granger —se quejó Draco. Obtuvo su respuesta cuando ella le devolvió un beso corto, pero se alejó de él tan rápido como se habían juntado.
—Tengo que irme. Adiós, Malfoy.
—Granger —la llamó Draco. Ella se giró para verlo con molestia —, que sueñes conmigo —le dijo mientras le guiñaba un ojo con arrogancia.
Draco logró llegar a su cuarto sin ser interceptado por Pansy, quien suponía que estaba furiosa por su desaparición. Lo comprobó cuando la oyó gritar desde la Sala Común que él era un "desgraciado, egoísta y rubio oxigenado". Mientras Draco se preparaba para dormir no logró quitarse de su mente el hecho de que Hermione realmente había rechazado a Viktor Krum. Probablemente la mitad de las mujeres presentes en el baile aquella noche habrían querido ocupar su lugar, sin embargo ella no estaba interesada en intercambiar saliva con el búlgaro. Era una chica intrigante. "Pero sangresucia" le recordó la voz de Lucius Malfoy en su mente.
El chico oyó los reclamos de Parkinson por dos semanas luego del evento, así que otra vez comenzó a buscar lugares donde refugiarse. Había uno que, con seguridad, la chica no visita: la biblioteca. Fue allí donde el Slytherin descubrió que la situación entre el jugador de quidditch y la amiga de Harry Potter estaba realmente tensa. Viktor se sentaba a dos mesas de distancia de Hermione, lanzándole miradas constantemente mientras ella estaba muy entretenida con los libros. Las admiradoras del búlgaro pretendían hablar en voz baja, pero en realidad parecían un grupo de banshees gritonas.
—¿Podrían, por favor, guardar silencio? —les había pedido Draco una vez. Ellas lo miraron malhumoradas y se trasladaron a otras mesas y, aunque eso no evitó que continuaran cuchicheando, al menos el sonido se volvió más lejano. El chico las miró enojado y antes de regresar su atención al libro entre sus manos notó que un par de ojos lo observaban atentamente. Hermione retiró su mirada rápidamente cuando notó que Draco había descubierto. El asunto del beso parecía haber sido olvidado totalmente, algo que el rubio no sabía si le molestaba o lo tranquilizaba. Hermione nunca había pasado desapercibida para él, mientras otros solo se fijaban en que era una sabelotodo mandona Draco en realidad admiraba su inteligencia y su destreza mental para resolver los problemas. Era algo que le atraía, incluso cuando se pasaba el día insultándola. Se dijo que en otra vida quizá ellos podrían ser más cercanos y debatir sobre pociones o hechizos de encantamientos e, incluso, volver a besarla.
Tras dos meses desde el baile Pansy finalmente había olvidado su escapada, hasta que llegó el maldito día de San Valentín. Entonces Draco decidió que se pasaría el día estudiando. Al llegar a la biblioteca notó que estaba vacía; en realidad daba esa impresión porque las admiradoras de Krum habían desaparecido y el silencio por fin era total. Tras una hora leyendo Quidditch a través de los tiempos oyó un cuchicheo a la distancia y al levantar la mirada vio que Viktor estaba sentado junto a Hermione. Parecía que tenían una charla intensa porque ella no dejaba de mover su cabeza a modo de negación. El jugador se mostraba persistente pero la chica parecía realmente incómoda. Draco diría luego que lo que hizo a continuación fue un instinto, algo que sintió en su pecho y que simplemente se dejó llevar.
—Granger, ¿ya encontraste la información que acordamos? Yo he terminado mi parte de la tarea de pociones —la joven lo miró totalmente sorprendida, tanto que había abierto la boca y parecía un pez boqueando mientras intentaba dar una respuesta. Viktor y Draco se miraron por unos momentos con mala cara, hasta que el búlgaro se levantó y se fue de la biblioteca caminando toscamente.
—Gra... gracias —susurró Hermione.
—¿Es algo insistente, verdad? —preguntó Draco.
—Sí, eso creo.
—¿Estás bien?
—Supongo —dijo la chica —, ¿por qué de repente te interesa? —preguntó con desconfianza.
—Olvídalo, Granger. Solo intentaba ayudar —dijo Draco de mala gana mientras regresaba a su lugar.
Una semana después el joven estaba nuevamente leyendo en la biblioteca, que se había convertido en su lugar favorito y a veces frecuentaba también con Nott. El tiempo que había comenzado a compartir con su amigo en realidad lo disfrutaba. Solían tener discusiones interesantes sobre historia mágica e incluso sobre temas que conocían poco, como la historia muggle. Sin embargo, aquel día estaba solo. Oyó que alguien ocupó un espacio en la misma mesa que él pero estaba demasiado concentrado para levantar la vista. Entonces alguien carraspeó, pero eso tampoco llamó su atención. Finalmente un trozo de pergamino apareció frente a él, justo sobre el libro que leía por una pequeña mano salpicada con algunas pecas.
Lo siento.
HG.
Draco no necesitaba pensar mucho en quién era HG, pero igualmente arrugó su cara. La vio sentada unos metros a su izquierda, con el rostro sonrojado y ojos de cachorro. Años más tarde le diría que esa fue su perdición.
—¿Qué quieres, Granger? —dijo Malfoy intentado ser indiferente y tosco.
—Lamento haber sido descortés.
—De acuerdo, ya está, son aguas pasadas.
—Está bien. Realmente aprecio que hayas hecho que Viktor se fuera —dijo la chica —, creo que esta vez captó la situación. No me ha vuelto a hablar.
—Que bien por ti —dijo Draco intentando sonar aburrido, aunque internamente se regocijó ante la posibilidad de haber espantado al grandulón.
—Sí, y también te traje esto —dijo la Gryffindor acercando una pequeña caja que contenía calderos de chocolate.
—Gracias, Granger. El asunto ya está olvidado, no deberías molestarte —le dijo de forma cortante.
—Está bien —susurró la chica —. Siento haberte interrumpido. Hasta luego.
Malfoy se quedó allí viendo como ella se marchaba hacia otra mesa y comenzaba a ordenar sus pergaminos y plumas. Finalmente el chico decidió mudarse de mesa y seguirla.
—Tal vez podemos hacer la tarea juntos —le dijo —, si estás de acuerdo —Hermione solo asintió, parecía cohibida —¿Quieres uno? —ofreció mientras dejaba los calderos de chocolate sobre la mesa y ella sonrió.
—No deberíamos comer en la biblioteca. Podemos arruinar los libros.
—Ay, Granger. Siempre tan buena para seguir las reglas —se burló Draco y tomó un caldero de chocolate —. Aunque, espera... ¿recuerdas esa vez que tú y tus amiguitos ayudaron a Hagrid a esconder un dragón el colegio? —aquello hizo que Hermione lanzara una carcajada. Rápidamente la conversación derivó en otros temas y se concentraron en los deberes, intercambiaron notas e ideas y se olvidaron de todo lo demás.
El curso continuó, al igual que el Torneo de los Tres Magos, y Hermione y Draco siguieron reuniéndose en la biblioteca casi todas las semanas para estudiar. El chico comenzó a soportar que ella hablara con cariño de Potter y Weasley, así como Hermione aprendió a reírse de la arrogancia de Malfoy. Simplemente nació una amistad, para nada peculiar, pero que funcionaba para ellos. En varias ocasiones habían tenido que pretender que solo estaban cerca por mera coincidencia, aunque no sabía durante cuánto tiempo eso iba a funcionar. Había un acuerdo de palabra entre ellos de guardar su peculiar relación a los ojos de Hogwarts, especialmente de Harry y Ron. Aunque tenían una excepción: algunas tardes se unía a ellos Theo Nott, que encajaba entre ellos con su silenciosa presencia y sus inteligentes aportes. Hermione catalogaba al amigo de Malfoy como "definitivamente el más agradable de Slytherin", haciendo refunfuñar al rubio.
Unos días antes de la última prueba del Torneo Malfoy simplemente sorprendió a la chica con una pregunta.
—Granger, ¿no crees que deberíamos hablar?
—Creo que es lo que estuvimos haciendo toda la tarde, Malfoy. Y de verdad no puedo estar de acuerdo contigo, la forma en que se trata a los elfos domésticos no es...
—No me refiero a eso —la cortó el muchacho —. Más bien es sobre algo que pasó hace un tiempo.
—¿Quieres decir al golpe que te di el año pasado?
—Sí.
—Bueno, no digo que esté bien, Malfoy... Pero te lo merecías, estabas siendo un cretino respecto a Buckbeak.
—No, Granger, definitivamente no me refiero al ave —Draco suspiró cansado —. Lo siento por eso, de todas formas. Realmente estaba siendo un idiota con una mala compañía —dijo el chico refiriéndose a Crabbe y Goyle —. Pero yo hablo del Baile de Navidad y ya sabes...
—Oh
—Me refiero a nuestro beso —dijo Malfoy.
