Disclaimer: ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenece. Todos ellos son obra de J. K. Rowling, yo solo los utilizo para llamar a mi inspiración y despejar la mente. Esta historia no tiene fin lucrativo alguno.
Consideraciones: la historia irá del presente al pasado, pero en cada caso eso estará avisado. Además, es una reversión de la historia de J. K. desde el libro (o película) número siete. Habrá una gran cantidad de cambios que se alejarán totalmente de la historia original.
Advertencias: aparecerán palabras malsonantes, insultos, situaciones de violencia/tortura/asesinato, así como posibles escenas explícitas de relaciones sexuales. Por favor, tengan en cuenta todo esto antes de leer.
CAPÍTULO II
-PRESENTE-
En el parque Victoria de la pequeña ciudad de Salisbury, Inglaterra, la gente aprovechaba el día soleado para pasear con su familia o jugar con sus mascotas. Era un día espléndido a pesar de la estación invernal. Sin embargo, al otro lado de la calle Stratford, dentro de la sala de estar de una vivienda muggle, el clima no era para nada agradable. La tensión en el aire era tan palpable que podría haberse cortado solo con blandir la varita. Harry Potter estaba de pie cerca de la puerta que daba al recibidor, observando con desconfianza a sus acompañantes y con evidentes intenciones de salir de allí tan pronto como tuviera la oportunidad. En el lado opuesto Lucius Malfoy daba vueltas en círculos a la pequeña mesa de la cocina, con su capa de sastre ondeando detrás de él. Mientras tanto, Narcissa Malfoy estaba sentada junto a su hijo y lo abrazaba fuertemente. Era una imagen extraña, pues Draco tenía casi veinte centímetros más que su madre, por lo que tenía que encorvarse para que ella pudiera cobijarlo. El joven estaba notablemente afectado y triste.
—Solo para aclarar algo, Draco —el nombre de su hijo salió por entre los dientes apretados de Lucius, como un gruñido —, de tu estúpida historia de romance para niños lo que quieres decir es que tú, maldito traidor a la sangre, te has revolcado con la sangresucia amiga de Potter, ¿no es así?
Harry mantuvo el rostro impasible, tratando de controlar las ganas de maldecir al señor Malfoy, recordándose a sí mismo que no era una idea muy inteligente teniendo en cuenta que estaba solo en una sala con tres mortífagos y su amiga estaba inconsciente y herida.
—Se llama Hermione, padre —corrigió Draco con enojo —. Y la amo.
—¡DEMONIOS! ¡MALDITA SEA! —comenzó a gritar el señor Malfoy —Merlín, ¿qué he hecho yo en esta vida para que me dieran un hijo tan estúpido?
—Asesinar, tal vez —dijo Harry con un tono mordaz.
—¿Te atreves a hablarme así, asqueroso mestizo? —espetó Lucius.
—¿Quieres bajar la voz, Lucius? —Narcissa demostraba una calma para nada propia de la situación —. Si los muggles se quejan por ruidos molestos estaremos en problemas.
—¿Es que acaso no te has encargado de insonorizar la casa, mujer?
—No, no he tenido tiempo.
—Pues ve a hacerlo —ordenó el hombre.
—Mejor baja la voz y contrólate, por Merlín, no eres un animal —espetó Narcissa.
—No me dirás que hacer, mujer.
—Y tú no me lo dirás a mí...
—Estamos en esta situación por tu culpa —acusó el hombre —, por el hijo que has criado.
—¿El hijo que YO he criado, Lucius? Si yo hubiera tenido más poder en la crianza de mi hijo no se habría acercado a los dementes que tienes de amigos. Y definitivamente no llevaría esa marca que le has obligado a...
—Por favor, ¿quieren dejar de pelear de una vez? —pidió Harry frotando su frente. Le dolían la cabeza y la cicatriz al mismo tiempo. Aun sintiéndose tan cansado y preocupado por su amiga no podía evitar sentir lástima por Malfoy y la forma desagradable en que su padre lo trataba. Le recordaba a su época viviendo con los Dursley.
—Potter tiene razón —concordó Draco —¿Qué demonios le ocurrió a Hermione? —le preguntó mirándolo.
—Es una larga historia —dijo Harry, que tomó aire antes de empezar a contarla —. Estábamos en un bosque Ron, ella y yo. Habíamos escapado por los pelos de los mortífagos que llegaron a la casa de Xenophilius Lovegood. Una discusión se salió de control y fuimos interceptados por los carroñeros. Dimos batalla e intentamos huir pero no lo logramos, así que cuando nos detuvieron me reconocieron al instante. Nos trasladaron directo a tu casa y la loca de tu tía la torturó y golpeó casi hasta la inconsciencia —Narcissa se removió en su lugar ante el calificativo sobre su hermana —. La llevaron hasta el sótano donde nos tenían capturados a Ron y a mí, y ella apenas pudo balbucear para contarnos sobre ustedes. No sabíamos nada, en todo este tiempo juntos ella no nos había dicho una sola palabra al respecto, pero estoy seguro que solo lo hizo por ti. No quiere que mueras, Malfoy.
—Aun no comprendo, ¿cómo llegaron aquí?
—Ahí es donde intervenimos nosotros, cariño —dijo Narcissa.
—Tú lo hiciste, en realidad —la cortó Lucius.
—Nos hemos arriesgado muchísimo con lo hicimos, Draco —su madre habló haciendo caso omiso a las palabras de su padre, que murmuraba insultos por lo bajo —. Afortunadamente el Señor Tenebroso había ordenado una misión y solo estábamos nosotros en la casa. Tuvimos que obliviar a tu tía y tú bien sabes lo difícil que es encantarla. Con los carroñeros fue más sencillo, por eso montamos esa escena que presenciaste. Dixie trajo a Potter y sus amigos a esta casa, él es el único que conoce su locación, es nuestro guardián de los secretos.
—¿Cómo es que yo no oí nada? No lo entiendo —dijo Draco.
—Anoche te di una poción para dormir con el té, hijo. Me he dado cuenta que casi no has podido descansar en este último tiempo —explicó Narcissa.
—Ni siquiera sé qué pensar... Solo quiero verla, por favor —pidió suplicante Draco mirando a Harry directo a los ojos.
—Ron de verdad no ha terminado de procesar esto, y necesitamos llegar a un acuerdo...
—¡AL CARAJO LA COMADREJA, POTTER! —el chico había perdido la paciencia, se levantó y se dirigió escaleras arriba con Harry pisando sus talones. En el piso superior había tres puertas, pero antes de que pudiera abrir la primera Harry lo tomó del brazo.
—Déjame hablar con Ron —pidió el moreno —, lo sacaré de la habitación y tú podrás entrar.
—Date prisa, Potter.
Harry entró a la habitación de la segunda puerta y la cerró con una última mirada de advertencia a Malfoy. El rubio se quedó esperando por lo que le pareció una eternidad hasta que finalmente Potter salió seguido por Weasley.
—Si le haces algo Malfoy, lo que sea, te juro que te mataré a golpes —avisó Ron.
Draco ignoró completamente al pelirrojo y se apresuró a entrar. Verla en ese estado le provocó un profundo dolor en el pecho. Hermione yacía de espaldas sobre una pequeña cama individual, con el pelo recogido en una coleta mal hecha y su ropa tenía manchones de barro, pero lo que más lo preocupaban eran los moratones que se extendían desde su cara hasta su cuello. Además, había una corte en su boca y otro aun más profundo en su frente, aunque parecía que Potter y Weasley se habían encargado de controlar la hemorragia.
Draco se acercó lentamente, con miedo. No la había visto desde hacía un año, casi no había tenido noticias suyas y ahora que se reencontraban ella estaba inconsciente y malherida. Tomó su mano derecha mientras dejaba una delicada caricia sobre su mejilla magullada y luego sobre su cuello. Tanteó sobre su clavícula hasta encontrarlo. Ella todavía lo llevaba consigo. Tenía la cadena de oro con un pequeño dije en forma de dragón que el le había regalado.
—Leona —susurró —, te he extrañado tanto. Por favor... —su voz comenzó a entrecortarse —Solo debes despertar Hermione, te necesito —Draco ya no contuvo las lágrimas. Se arrodilló en el piso y llevó la mano de la joven a su frente —. Por favor leona, no puedo perderte. No a ti.
Pasó mucho tiempo hasta que Draco tomó fuerzas para separarse de ella. Al final decidió que bajaría a hablar con sus padres para saber qué ocurriría a continuación. Cuando abrió la puerta ni Potter ni la comadreja estaban afuera, pero no fue difícil encontrarlos porque mientras bajaba las escaleras escuchó discusiones. Su padre y ellos hablaban acaloradamente en la sala de estar.
—Tu cerebro no funciona correctamente, Potter, si crees que nosotros nos aliaremos con ustedes —aseguró Lucius.
—Tal como están las cosas no creo que tengan otra opción —respondió Ron.
—Maldito seas, Draco —dijo Lucius al verlo entrar —. Estamos metidos en esta mierda por ti.
—¿Qué haremos ahora? —preguntó Draco, y en su interior casi admitió que en realidad le hablaba a sus compañeros de colegio y no a su padre.
—Tienen que dejarnos ir —dijo Harry —. Hermione necesita que alguien la cure.
—No hay ni una remota posibilidad de que eso ocurra —aseguró el señor Malfoy —. Ustedes no se irán de aquí.
—¿Es que acaso no entendiste lo que está en juego, verdad? —preguntó Harry irritado.
—Draco, cariño —lo llamó su madre —. Dime una cosa, el juramento inquebrantable, ¿lo has hecho con ella?, ¿es eso cierto?
El rubio la miró a los ojos y asintió en silencio.
—Estamos en problemas —dijo Lucius —. Vamos a morir todos, y con eso me refiero a los Malfoy pero también a ustedes —señaló con desdén a sus inquilinos no deseados.
—Según lo veo, todos tenemos intereses cruzados —dijo Harry —. Nosotros queremos curar a Hermione, por lo tanto debemos irnos de aquí. Ustedes quieren que Draco viva y que nadie se entere del juramento. Si nos dejan ir todos ganamos.
—Harry, ¿estás loco? —dijo Ron —Los tenemos en la palma de nuestra mano.
La carcajada de Lucius resonó fuertemente en la sala.
—Propongo que Hermione y Draco se queden aquí —dijo Narcissa. Todos la observaron extrañados —. Son los involucrados en esta situación.
—¿Estás loca, mujer? —exclamó su esposo.
—Es una idea de mierda. Hermione necesita atención urgente y ustedes solo nos están retrasando —argumentó Ron.
—Cuida tu boca con mi madre, Weasley —advirtió Draco.
—¿O sino qué, Malfoy? —provocó el pelirrojo.
—¡DEJEMOS DE PELEAR ENTRE NOSOTROS! —gritó Harry —Tenemos que darnos prisa. El plan de la señora Malfoy no es tan descabellado.
—¿Vamos a entregarle a Hermione así como así? Se la llevarán Harry.
—No haríamos tal cosa, Weasley. No necesitamos cargar con la sangresucia, tenemos suficientes problemas —aseguró Lucius.
—¿Cómo haremos para curar a Hermione? —dijo Harry —Necesitamos que nos dejen traer a alguien de la Orden para ayudarla.
—Eso no es una posibilidad, Potter. Ustedes podrían secuestrar a Draco —dijo Narcissa.
—Me niego a dejar a Hermione aquí, Harry —protestó Ron.
—Pueden traer un sanador de Orden y luego obliviarlo —propuso Draco —. O simplemente secuestrar un sanador bajo un Imperio.
—Nosotros no vamos a hacer algo así, Mal... —dijo Ron con asco.
—De acuerdo —accedió Harry. Su amigo lo miró con una mezcla entre incredulidad y enojo, pero justo cuando estaba por reclamarle Harry lo tomó del brazo —. Vamos a hablar arriba —le dijo, y ambos desaparecieron por las escaleras.
Draco podía oír a la comadreja quejarse en voz alta, mientras Potter le pedía que guardara silencio. La discusión se fue calmando y supuso que ambos lograron hablar como personas normales, aunque el rubio dudaba que Weasley pudiera considerarse persona. Se le escapó una pequeña sonrisa ante aquel pensamiento, sabiendo que Hermione lo regañaría por insultar a su amigo.
—¿Qué te parece gracioso de esta situación, Draco? —su padre pronunció su nombre con ira.
—Si yo me quedo aquí —el joven se apresuró a cambiar de tema —, ¿qué dirán de mi ausencia en la mansión?
—Pregúntale a tu madre, ella es la que está arriesgando nuestro pellejo para salvarte.
—No lo sé aun —respondió Narcissa dudosa —. La verdad es que tampoco salías mucho de tu habitación. Tal vez deberías regresar y mostrarte allí en ocasiones.
—No le harán nada a Hermione —advirtió Draco.
—Ya nos ha quedado claro que no podemos incluso si quisiéramos —dijo Lucius —. El problema es que debemos mantenerla con vida y eso hace que indirectamente estemos colaborando con Potter. ¿Tú entiendes las implicaciones de eso, verdad?
—Lo sé, padre —contestó Draco —. Tal vez deberíamos huir, ambos... Apenas ella despierte la llevaré lejos.
—Suerte con eso, Malfoy —dijo Harry apareciendo nuevamente en la sala —. Sea lo que sea que ella siente por ti, te aseguro que es tan fuerte como su amistad con nosotros. Después de todo estuvo lejos de ti por un año.
—Sugiero que le preguntemos a ella cuando despierte —respondió tajante el rubio.
—Tenemos algunas condiciones —anunció Weasley. El señor Malfoy resopló —. Hermione debe ser atendida hoy mismo, y si no van a dejar que venga alguien de la Orden entonces nosotros tenemos que tener acceso a la casa.
—Creo que podemos aceptar eso —dijo Lucius a regañadientes —. Pero se los advierto, si alguien además de ustedes llegara a entrar aquí me encargaré de que estén en manos del Señor Tenebroso y me importa una mierda el juramento que haya hecho este gusano —Draco ni siquiera se inmutó ante los insultos de su padre.
—Cuando ella despierte se irá con nosotros —agregó Ron.
—No lo creo —dijo Narcissa —, especialmente ahora que sabemos el vínculo que comparte con mi hijo. No pondré su vida en riesgo.
—Ella no estará cautiva aquí —dijo Harry.
—No es cautiverio, Potter. Es seguridad... Mucha más seguridad que si anda deambulando por allí con ustedes —la señora Malfoy parecía decidida a no ceder.
—Creo que deberíamos dejar la situación tal como está —intervino Draco —. Vamos a curar a Hermione, esperemos a que despierte y se recupere. Cuando eso ocurra ella debería decidir qué quiere hacer.
Si alguno de los presentes estaba en desacuerdo con la idea del rubio no lo expresaron en aquel momento. Todos comenzaron a organizarse para realizar la tarea primordial en aquel momento: salvar la vida de Hermione Granger y con ella, la de Draco Malfoy.
