Disclaimer: ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenece. Todos ellos son obra de J. K. Rowling, yo solo los utilizo para llamar a mi inspiración y despejar la mente. Esta historia no tiene fin lucrativo alguno.

Consideraciones: la historia irá del presente al pasado, pero en cada caso eso estará avisado. Además, es una reversión de la historia de J. K. desde el libro (o película) número siete. Habrá una gran cantidad de cambios que se alejarán totalmente de la historia original.

Advertencias: aparecerán palabras malsonantes, insultos, situaciones de violencia/tortura/asesinato, así como posibles escenas explícitas de relaciones sexuales. Por favor, tengan en cuenta todo esto antes de leer.


CAPÍTULO III

-PASADO-

Cuando Draco le propuso hablar del beso a Hermione, la chica comenzó a sudar, se ruborizó y no supo que contestar. Apenas pudo balbucear unas palabras incoherentes y luego salió de la biblioteca alegando tener otros compromisos. Draco pensó que no era para nada Gryffindor el comportamiento que acababa de tener la joven, pero se resignó y dejó pasar el tiempo.

En la última prueba del Torneo de los Tres Magos Draco vio a Hermione entre la multitud que acudió en torno al laberinto. El bullicio y los cantos no cesaron, ni siquiera cuando los campeones se internaron entre los arbustos. Draco y sus compañeros de Slytherin alentaban por Cedric, mientras que Hermione, la comadreja y otros chicos de Gryffindor vitoreaban el nombre de Potter.

Draco y Hermione se lanzaron miradas disimuladas durante todo el tiempo mientras aguardaban la llegada del vencedor final. Para el joven Malfoy era evidente que ella estaba interesada, y no lo pensaba solo por creer engreído. Sin embargo aquel evento terminó en un desastroso y triste desenlace. Ver a Potter llegar con la copa fue al principio una decepción para Draco, pero luego todo se volvió oscuro. Los comentarios se expandieron rápidamente entre la multitud. "Diggory está tendido en el suelo", "está muerto", "lo han asesinado" eran algunas las frases que llegaron a los oídos del rubio. Sus compañeros de casa cuchicheaban e intentaban hacerle preguntas, pero él estaba totalmente desconcertado; a lo lejos veía que Potter lloraba y se aferraba con fuerza al cuerpo de Cedric, entonces buscó nuevamente con la mirada a la única persona que le interesaba en aquel momento. Hermione veía la escena con el rostro deformado en una mueca de horror y cubierto de lágrimas. En el pecho de Draco se expandió un deseo casi incontrolable de ir a abrazarla.

Los gritos y los llantos se multiplicaron, mientras los jefes y los prefectos de cada casa se apresuraron a ordenaron a los alumnos y dirigirlos con rapidez al castillo. Draco se vio arrastrado por la marea de gente y perdió de vista a Hermione. Cuando los Slytherin se reagruparon fueron encaminados directo hacia las mazmorras. Aunque fueron enviados a dormir los alumnos más grandes, de los últimos años, permanecieron en la sala común. El joven Malfoy no tuvo otra alternativa que dirigirse a su dormitorio, mientras Crabbe y Goyle no dejaban de hacer suposiciones sobre lo que había ocurrido. Zabbini y Nott intercambiaron algunas palabras pero pronto se fueron a la cama, sin embargo Draco continuó dando vueltas a oscuras. Las ventanas submarinas, que daban al Lago Negro, no le permitían ver si afuera había algún movimiento aun o ya todo se había calmado.

Finalmente Malfoy se recostó en su cama, y aunque se sentía totalmente deshecho y cansado no logró pegar un ojo en toda la noche. Dio vueltas y vueltas mientras la imagen de Cedric Diggory aparecía una y otra vez en su mente. No podía comprender cómo es que el joven estaba muerto de un momento para el otro. Además tenía curiosidad por saber cómo se encontraba Hermione, que seguramente estaba aterrorizada por Cedric y también por Potter. Tuvo un impulso bastante fuerte de escabullirse e ir hasta la Torre de Gryffindor a buscarla, pero sabía que eso era una total estupidez. El castillo seguramente estaba más vigilado que nunca por lo ocurrido, así que simplemente se quedó allí dándole vueltas al asunto en su mente.

—¡Draco! —gritó alguien a lo lejos —Ya despiértate —Goyle lo estaba zarandeando como si fuera un costal de harina; sentía que se había dormido hacía solo unos instantes —, es hora del desayuno.

El rubio se dijo a sí mismo que solo Crabbe y Goyle podían pensar en comer en un momento como aquel. A pesar de no tener hambre se vistió y bajó al Gran Comedor con la esperanza de ver a Hermione allí, pero eso no sucedió. Oyó que algunos Gryffindor comentaban que Potter estaba en la enfermería, por lo que no fue muy difícil averiguar donde estaba la chica. Así que allí se dirigió Malfoy. Esperó pacientemente por una hora, intentando husmear cuando las puertas eran abiertas por alguien. Vio entrar y salir a la madre de las comadrejas, a algunas de ellas, a Madame Pomfrey e incluso al profesor Dumbledore, pero no había rastros de Hermione.

Malfoy iba a regresar al comedor cuando se le ocurrió una última idea. Casi corrió por los pasillos hasta la biblioteca, y al llegar a ella actuaba algo alterado, lo que le valió una advertencia de Madame Pince. Se adentró hacia las zonas más alejadas del lugar y finalmente la encontró allí, con la cabeza baja mientras fingía que leía un libro. Se acercó a la mesa donde estaba Hermione y se sentó en la silla junto a ella.

—Granger, ¿estás bi... —Draco comenzó a preguntarle pero no tuvo tiempo de finalizar la pregunta. La chica se lanzó a sus brazos y entonces él la estrujó fuertemente contra su cuerpo. Oía su débil sollozo y sentía como sus hombros se sacudían levemente. Nunca Draco había deseado tanto poder hacer que alguien se sintiera bien; excepto tal vez cuando su padre maltrataba a su madre.

—¿Cómo estás tú? —dijo Hermione separándose de Draco después de algunos minutos, mientras se quitaba las lágrimas de sus mejillas con las palmas de sus manos.

—Yo estoy bien, Granger. Supongo que aun no me lo creo —confesó el Slytherin.

—Él ha vuelto —dijo la chica bajando muchísimo la voz —. Quién No Debe Ser Nombrado —aclaró.

—¿Estás segura?

—Harry lo ha visto, él... él fue quien mató a Cedric —Hermione comenzó a sollozar nuevamente.

—¿No hay alguna posibilidad de que Potter esté equivocado? Tal vez era una prueba con boggarts y él se ha creído que...

—Por supuesto que no, Malfoy —lo cortó la Gryffindor de inmediato —. Harry no diría tal cosa si no estuviera totalmente seguro; el también estuvo al borde de la muerte. El Innombrable ha conjurado un hechizo muy poderoso para volver a la vida y para eso necesitaba de Harry, es su principal enemigo.

—No sé qué decir, Granger, yo... Es que simplemente no puedo creer que esto esté ocurriendo aquí —balbuceó Draco.

—A mí no me extraña —confesó Hermione —. Creo que tiene mucho sentido si se tiene en cuenta lo que ocurrió el año pasado durante el Campeonato de Quidditch.

Draco asintió y sin darse cuenta de lo que hacía tomó las manos de la chica entre las suyas. Ambos se quedaron en silencio, pensativos. Algunos alumnos de primer y segundo año pasaban por allí, pero casi no los tenían en cuenta. La mayoría de las personas estaban comentando sobre lo sucedido. Draco sintió que de repente Hermione se alejó con rapidez de él, tomó sus cosas apresuradamente y se dirigió hacia la salida sin decir una palabra. Vio que a la distancia era interceptada por Ron Weasley y escuchó que el chico le decía algo como "Harry ha despertado, ven conmigo". Granger asintió con la cabeza y le echó una última mirada al rubio junto con un "lo siento" apenas articulado por sus labios. El Slytherin le dio una pequeña sonrisa, aunque por dentro estaba hirviendo de rabia por haber sido abandonado así otra vez y lo que era peor, por culpa del pelirrojo.

Otro día pasó hasta que el joven Malfoy pudo reunirse con Hermione. Ambos, aunque por separado, habían dado muchas vueltas alrededor de los jardines para despistar a cualquiera que los estuviera viendo. Finalmente se reunieron en los patios del colegio cercanos al Bosque Prohibido, donde había una gran cantidad de árboles entre los cuales esconderse.

—Todo empeora con cada detalle —dijo Hermione.

—Lo sé. Lo de Moody es simplemente escalofriante, me revuelve el estómago —admitió Draco.

—A mí me perturba la facilidad con que se adentran en los terrenos del castillo.

—Tal vez Dumbledore no es tan bueno después de todo.

—No digas eso, Malfoy, ni por un instante.

—De acuerdo, olvidémoslo —pidió el rubio —. Mañana volveremos a nuestras casas y no quiero irme estando peleado contigo.

—Yo tampoco querría algo así.

—Veámonos esta noche —le pidió el joven.

—¿Qué?

—Quiero mostrarte algo. Por favor, Granger, no nos veremos por meses.

—Tal vez podríamos escribirnos —dijo Hermione.

—No sé si es buena idea. Mi padre suele revisar mi correspondencia —dijo Draco con algo de vergüenza.

—Puedo firmar con otro nombre... Tal vez con el de alguien de Slytherin —propuso la joven.

—No es tan mala idea, aunque sigue siendo peligroso —opinó el rubio —. Pero está bien. Si algún día no contesto, no insistas —indicó —, porque eso no sería algo bueno.

—De acuerdo.

—¿Nos veremos esta noche?

—Supongo que sí —Hermione accedió pero tenía realmente muchas dudas.

—A las 9, luego de la cena, en el campo de quidditch —indicó el muchacho.

Ambos tomaron direcciones separadas para regresar al castillo, y mientras tanto la chica comenzó a planear su escape nocturno. No podría pedirle la capa de invisibilidad a Harry por dos razones: su amigo estaba pasando un momento terrible y, además, levantaría sospechas sobre sus andanzas y con quién estaba. Finalmente decidió que fabricaría su propia capa de invisibilidad utilizando el encantamiento desilusionador en una de sus túnicas del colegio. Sabía que el hechizo no duraría mucho tiempo, aunque nunca lo había utilizado, pero era la mejor opción que tenía. Le tomó tres intentos que la capa se volviera totalmente invisible, de manera que estaba algo atrasada y las 9 en punto ella recién estaba cruzando las puertas principales. Hermione casi corrió hacia el campo de quidditch, preocupada por llegar tarde y hacer que Draco se fuera. Sin embargo apenas tardó cinco minutos más de la hora acordada.

—Ya estoy aquí —susurró al llegar al lado del chico, quien esperaba de pie casi en el medio del campo.

—¡MALDITA SEA, GRANGER! —medio gritó Malfoy —¿Quieres matarme de un susto? —preguntó mirando en todas direcciones hasta que finalmente la chica se quitó la capa.

—Lo siento —dijo Hermione entre risas —, olvidé quitarla.

—Está bien, olvídalo. Mira lo que traje —dijo enseñándole su escoba de última generación.

—Que bien, Malfoy. ¿Es nueva?

—En realidad no. Pero la traje para que diéramos un paseo —Draco sonreía abiertamente.

—¿Estás bromeando, verdad?

—No, ¿crees que es muy mala idea?

—Por supuesto que sí...

—Sería un pequeño paseo de despedida —se justificó el muchacho.

—Malfoy, odio las escobas —dijo tajante la Gryffindor —. Me da muchísimo miedo volar.

—Pero no te ocurrirá nada, estarás conmigo. No dejaría que caigas, Granger.

—Aun así, no creo que sea una buena idea... Alguien podría vernos.

—Será solo un vuelo por lo bajo, por favor —suplicó Draco —. Te prometo que no te dejaré caer.

—Está bien —dijo Hermione tras un suspiro —. No puedo creer que hagas que rompa tantas reglas en solo una hora —se quejó.

—Ven aquí —indicó el rubio —. Debes subirte de esta forma —indicó mientras tomaba la escoba con ambas manos —, y sostente con fuerza de mí.

La chica sentía que su corazón iba a salirse de su pecho. Si no la mataba una caída de la escoba entonces lo haría el miedo a ella. Cuando se subió pasó sus brazos sobre el abdomen de Draco y se aferró a él cual koala. Sintió que el chico dio una patada en el suelo y se elevaron apenas unos centímetros sobre el suelo, aunque para Hermione era como estar parada en la cima de la torre del Big Ben. Draco ascendió lentamente aunque lo suficientemente alto para que su acompañante se sintiera desfallecer. Comenzó a acelerar un poco y dar un paseo dentro del campo de quidditch pero lo que ocurrió a continuación realmente no lo esperaba. Hermione abrió los ojos y notó que estaban a lo que ella creía eran unos dos kilómetros de altura, que en realidad solo era un metro y medio. Su pánico aumentó exponencialmente y cometió el error de soltarse del chico, perdió el equilibrio y se fue directo al suelo.

Draco Malfoy había sentido el verdadero terror aquella vez, incluso a pesar del accidente de los días pasados. Descendió tan rápido como pudo y corrió hacia la chica que yacía de espaldas sobre el césped.

—Granger, ¡por Merlín!, ¿estás bien? —preguntó mientras tomaba su rostro entre sus manos —. Por favor, Hermione, no me hagas esto. Perdóname por hacer que te subieras a la maldita escoba... Por favor, abre los ojos —el pánico en la voz de Draco era evidente —. Por favor, sé que es mi culpa Hermione... Perdóname... Por favor, mírame.

—Estoy bien, Draco —susurró Hermione mientras tosía levemente —. Pero no hay forma en este mundo de que me vuelva a subir a tu escoba —Draco soltó una risa nerviosa por el susto que se había llevado —. Dime una cosa, Malfoy.

—¿Qué ocurre?

—¿Acabas de llamarme por mi nombre? —quiso saber la joven.