Disclaimer: ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenece. Todos ellos son obra de J. K. Rowling, yo solo los utilizo para llamar a mi inspiración y despejar la mente. Esta historia no tiene fin lucrativo alguno.
Consideraciones: la historia irá del presente al pasado, pero en cada caso eso estará avisado. Además, es una reversión de la historia de J. K. desde el libro (o película) número siete. Habrá una gran cantidad de cambios que se alejarán totalmente de la historia original.
Advertencias: aparecerán palabras malsonantes, insultos, situaciones de violencia/tortura/asesinato, así como posibles escenas explícitas de relaciones sexuales. Por favor, tengan en cuenta todo esto antes de leer.
CAPÍTULO IV
-PRESENTE-
Draco estaba igual o más impaciente que Potter y Weasley respecto a la pronta sanación de Hermione. Los amigos de la joven aun no aceptaban del todo la propuesta de utilizar un hechizo imperdonable, preferían obliviar a un sanador; pero Narcissa se negaba rotundamente a recurrir al obliviate porque si salía mal todo podría descubrirse. En cuanto a Draco, le daba igual, él solo quería que tomaran una decisión para que la chica se despertara. Luego de una larga discusión, que incluyó algunos gritos de Lucius y otros de Ron, los Malfoy se salieron con la suya y acordaron que encontrarían un sanador en San Mungo al cual hechizarían con un Imperio.
Sin embargo no había posibilidad alguna de que Potter o Weasley se dejaran ver, y Narcissa o Lucius deambulando por allí podría lanzar alertas entre los mortífagos. Entonces no tenían otra opción, Draco debería ir hasta San Mungo y llevar a cabo el plan. No es que él pasara desapercibido, pero con algunas transformaciones lograrían quitarle sus rasgos más distintivos. De esa forma Lucius cambió el color del pelo de su hijo a castaño y le añadió una barba tupida; también rellenaron sus ropas con cojines, de manera que parecía más robusto. Narcissa no estaba segura de dejar marchar a su hijo, pero tal como estaba la situación corrían a contrarreloj.
Habían pasado dos horas desde la llegada de los Malfoy a la casa muggle, y hasta el momento contaban con la suerte de que Voldemort no los había convocado. Con eso en mente, y tratando de velar por su madre y por Hermione, Draco regresó al cuchitril que había sido la antesala al mundo muggle. Cuando salió de aquel pequeño lugar encontró en el Callejón Knockturn todo aquello que era de esperarse: olores extraños, personas deambulando y hablando consigo mismas y algún que otro mortífago de muy bajo rango, tan bajo que ni siquiera había pisado alguna vez Malfoy Manor. Con la misma capa que lo había cubierto antes Draco caminó buscando los lugares más oscuros para cruzar hacia el Londres muggle. Mientras recorrió el tramo que llevaba hacia el Caldero Chorreante el joven sentía que había ojos que lo observaban por todos lados, sin embargo logró llegar al bar y luego al mundo muggle sin ser interceptado.
El plan se basaba en entrar a la vieja tienda, que en realidad era una fachada para ocultar al hospital, y esconderse allí para poder hechizar a algún sanador cuando saliera. Moverse en el Londre muggle no fue tarea sencilla para Draco, pero con un poco de ayuda mágica llegó a la calle del hospital, la cual estaba bastante transitada. Ingresó a la tienda y vio los maniquíes de los que le habló Potter, así que se escondió tras uno de ellos en el sector más apartado. Vio como un hombre que caminaba con dificultad ingresó y se dirigió hacia una ventanilla con un maniquí detrás, al cual le habló y luego simplemente traspasó el vidrio.
Entraron otras tres personas, pero ninguna salía de allí, lo que hizo que Draco comenzara a impacientarse. Ya había pasado al menos otra hora desde que se había ido y aun no conseguía lo que necesitaba. Finalmente visualizó a una sanadora, a la cual reconoció por su bata color verde lima según las indicaciones de Potter; la mujer de mediana edad traspasó el vidrio hacia la salida, y justo cuando Malfoy iba a ponerse en acción notó que otros dos sanadores salían detrás de ella. Oyó que los tres conversaban sobre una poción que casi había explotado justo antes de que salieran directo a la calle muggle.
La frustración del muchacho iba en aumento: estaba entumecido por mantenerse en cuclillas detrás de los maniquís y ningún sanador daba señales de vida. Cuando otros veinte minutos pasaron decidió que debería buscar otra solución, y casi por un milagro se acordó de Bastian. Recorrió a la inversa todo el camino que realizó para llegar hasta donde estaba, tan rápido como pudo, y se dirigió al Callejón Knockturn. Aquel oscuro y extraño lugar era una fuente inagotable de recursos, solo había que saber utilizarlos.
Draco entró al lugar que estaba prácticamente en penumbras, a excepción de algunas pequeñas velas encendidas que flotaban cerca del techo.
—¿Qué se lo ofrece, caballero? —una voz conocida con un acento alemán habló desde la oscuridad.
—Bastian, necesito tu ayuda —dijo el joven Malfoy casi con desesperación.
—¿Draco Malfoy?, ¿eres tú? —finalmente el dueño de la voz se mostró bajo la tenue luz. Un hombre de unos cincuenta años, alto y fornido, miraba extrañado a la persona que había ingresado a su negocio.
—¿Estás solo, Bastian?
—Depende quién pregunta —respondió con desconfianza el mago.
—¿Estás solo sí o no?
—Digamos que sí.
—Digamos que vengo en nombre de Draco Malfoy —dijo Draco entre dientes —, ¿podrías ayudarme?
—Claro que sí, un amigo de Draco es amigo mío —aseguró Bastian.
—Perfecto. Tendrás que acompañarme —indicó el joven.
—De acuerdo, pero te advierto que no dudaré en matarte.
—No tengo dudas, pero sí que necesito ayuda urgente.
Bastian solo asintió y salió de la tienda siguiendo al joven Malfoy, no sin antes hacer algunos movimientos con su varita frente a la puerta. Draco se dirigió nuevamente al paso seguro desde el callejón a la casa muggle. Una vez en ella se quitó la capa que cubría su cabeza y dejó que Bastian viera su rostro.
—¿Pero qué te has hecho? —quiso saber el hombre.
—Es una larga historia, pero ahora realmente debes ayudarme a sanar a alguien.
—¿Quién es este? —dijo Lucius Malfoy, quien se presentó en el recibidor seguido por Narcissa y Harry.
—Es un amigo, padre.
—¿Un amigo?, ¡¿UN AMIGO?! —gritó Lucius —Esto tiene que ser una maldita broma, dime, ¿por casualidad no has invitado al Señor Tenebrosos a venir, no?, ¿es que te cruzaste a este por la calle y quisiste que viniera a ver la casa, verdad?
—Lo que he hecho es montarme un plan alternativo yo solo, sin ayuda de nadie, para poder salvarte el culo —espetó Draco —. Por mí, mejor si Potter logra llevarse a Hermione lejos de aquí para que la ayude alguien de la Orden. Pero tú no dejarás que eso ocurra, así que prácticamente estoy evitando que mueras, asqueroso mortíf...
—¡Draco! —lo calló Narcissa —Olvidemos lo que acaba de ocurrir... Este hombre, ¿puede ayudar a la señorita Granger?
—Por supuesto que sí —aseguró el joven Malfoy.
—Le debo mi vida a Draco, haré lo que sea para devolverle el favor —aseguró el recién llegado.
—Bastian, estos son mis padres y como podrás averiguar por tu cuenta, el famoso Harry Potter. Este de aquí es Bastian, un mago que ejerció la medicina muggle —Draco realizó las presentaciones —. Necesito que ayudes a una persona muy importante para mí —le pidió el chico a su amigo.
—Muéstrame dónde está —pidió el hombre.
Draco subió las escaleras casi corriendo seguido de cerca por Bastian y Harry. Abrió la puerta y halló al pelirrojo sentado en una silla junto a la cama donde yacía Hermione.
—Hazte a un lado, Weasley —dijo el rubio, quien en realidad aun no había recuperado sus facciones normales.
—¿Este es el sanador que trajiste, Malfoy? Parece más un mortífago —acusó Ron.
—Va a ayudar a Hermione, así que ya muévete y deja de estorbar —exigió Draco.
—Ron, por favor —intervino Harry antes de que su amigo pudiera replicar —, deja que revise a Mione —Draco tuvo una punzada de celos al escuchar el apodo que usaba Potter con su... Bueno, no es que fuera oficialmente su novia.
—¿Qué le ha ocurrido? —preguntó un Bastian que luego susurró "nox" y revisó las pupilas de la bruja inconsciente. Draco miró a Harry y esperó a que el chico comenzara a explicar.
—Fue torturada mediante un crucio... Al menos cinco veces —susurró el elegido —. Además la golpearon en la cabeza, no sabría decir cuántas veces. Y patearon sus costillas.
—Demonios, voy a matar a esa maldita hija de perra —dijo Draco refiriéndose a su tía Bellatrix.
—¿Algo más? —preguntó Bastian.
—No —dijo Harry.
—¿Ella estará bien? —preguntó Ron, pero Bastian lo ignoró por completo. Cuando el hombre se incorporó se giró para hablarle directa y únicamente a Draco.
—Casi con seguridad tiene algunas costillas rotas, y además ha sufrido una gran contusión que por lo que veo lleva ya varias horas —le informó Bastian al joven Malfoy —. No voy a mentirte, Draco, la situación es delicada.
—¿Pero la puedes ayudar, verdad? —preguntó el joven con desesperación —Por favor, Bastian. Te lo suplico.
—Haré lo que pueda, muchacho... Te lo prometo —aseguró el hombre —. Tendré que preparar o conseguir poción crecehuesos, también necesito vendas y díctamo —avisó.
—De acuerdo —dijo Draco.
—Creo que podríamos conseguir algunas de esas cosas —dijo Harry mientras mostraba un pequeño bolso que llevaba en la mano. Draco estuvo a punto de molestarlo sobre eso, pero recordó la situación en la que estaban.
—Accio díctamo —susurró Potter y un segundo después una pequeña botella llegó hasta su mano extendida. Ron tomó el díctamo mientras Harry miraba nuevamente el bolso —. Accio vendas —dijo luego, y tal como la primera vez las vendas llegaron a sus manos —. Accio poción crecehuesos —pronunció Potter, pero nada ocurrió —. Accio crecehuesos —intentó otra vez, pero no funcionó —. Creo que no es una poción que Hermione haya empacado.
—Está bien, con eso tenemos que empezar —anunció Bastian mientras recibía los insumos. Colocó díctamo en las heridas que la joven tenía en su cara y cuello. Luego retiró con cuidado la chaqueta de jean que llevaba Hermione y seguidamente comenzó a quitar su remera.
—¿Qué está haciendo? —dijo Ron con enojo.
—Tiene fracturadas las costillas, necesito vendarlas —respondió el hombre —. A menos que quieras hacerlo tú —dijo tajante. Ron hizo una mueca de fastidio.
—No le hagas caso, concéntrate en ayudarla a ella —pidió Draco. Bastian terminó de deshacerse de la remera de Hermione y colocó las vendas en sus costillas, luego tomó su varita —. Vulnera Sanentur... Vulnera Sanentur... Vulnera Sanentur —comenzó a susurrar mientras movía su varita en círculos sobre la cabeza de la chica.
Draco estuvo parado en la habitación en silencio todo el tiempo, sin embargo Potter y Weasley intercambiaron algunas palabras en voz baja. Luego de lo que parecieron largos minutos Bastian tomó las sábanas de la cama y cubrió a Hermione.
—Es lo mejor que puedo hacer por ahora —dijo el hombre —. Draco, si ella tiene un coágulo en su cerebro la situación podría ponerse realmente fea. Espero que el hechizo funcione, pero no estoy seguro de que así sea. Ha pasado mucho tiempo desde que ocurrieron los golpes.
—Lo sé, pero no nos daremos por vencidos —dijo el joven Malfoy —¿Cómo conseguiremos la poción crecehuesos?
—En el callejón podría obtenerla rápidamente.
—Mi padre no te dejará marcharte... Es posible que quiera que te desmemoricemos —le informó.
—No soy una amenaza, Draco. Te debo la vida.
—Lo sé, pero él no entiende ese tipo de lealtades. Lo mejor es que yo vaya a buscarla, y tú tendrás que quedarte aquí al menos unas horas más.
—Está bien, creo que puedo hacer eso —aseguró Bastian.
Draco bajó las escaleras con su amigo, mientras que Potter y Weasley se quedaron otra vez con Hermione. En la sala sus padres hablaban acaloradamente... Otra vez.
—¡Al fin!, ¿qué tantas curaciones necesita esa sangresucia? —reprochó Lucius.
—Aun no hemos terminado.
—¿Qué quieres decir, Draco?, ¿qué ocurre ahora?
—Nada, madre. Solo necesitamos poción crecehuesos y yo iré a buscarla al callejón Knockturn.
—Draco, cariño —lo llamó Narcissa —. Ya hemos tentado demasiado a la suerte, tu padre y yo debemos volver a la casa.
—Háganlo, yo puedo encargarme de esto —aseguró el primogénito de los Malfoy.
—No te podemos dejar aquí con Potter y Weasley, podrían... —Lucius no logró terminar aquella frase porque tanto él como Draco se dieron cuenta en aquel instante que su suerte se había acabado. La marca que ambos llevaban en sus antebrazos izquierdos comenzó a arder, lo que significaba una sola cosa: Voldemort requería su presencia inmediata.
