Disclaimer: ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenece. Todos ellos son obra de J. K. Rowling, yo solo los utilizo para llamar a mi inspiración y despejar la mente. Esta historia no tiene fin lucrativo alguno.
Consideraciones: la historia irá del presente al pasado, pero en cada caso eso estará avisado. Además, es una reversión de la historia de J. K. desde el libro (o película) número siete. Habrá una gran cantidad de cambios que se alejarán totalmente de la historia original.
Advertencias: aparecerán palabras malsonantes, insultos, situaciones de violencia/tortura/asesinato, así como posibles escenas explícitas de relaciones sexuales. Por favor, tengan en cuenta todo esto antes de leer.
CAPÍTULO V
-PASADO-
Draco fue descubierto en su pequeño desliz al haber llamado a Hermione por su nombre tras el susto de la caída de la chica. Su reacción a eso, extrañamente, no fue negarlo ni desentenderse del asunto, sino que enrojeció por completo. Hermione comenzó a reírse y se incorporó para quedar sentada frente al rubio.
—No te preocupes, no le diré a nadie que llamas a una sangresucia por su nombre —le dijo ella mirándolo directo a los ojos.
—Eso no... Por favor, simplemente no uses esa palabra y menos para referirte a ti misma —le pidió el joven con una mueca de tristeza —. Sé que yo la he usado muchas veces contigo, pero está mal y lo reconozco. Perdóname.
—De acuerdo —susurró Hermione algo sorprendida.
—Estoy tan confundido —dijo el chico —. Es muy difícil vivir con mi padre, Hermione —comenzaba a gustarle utilizar su nombre —. Él es simplemente una persona desagradable y no me refiero a que sea gruñón o testarudo. Él es realmente... malo. Pero no estoy intentando justificar mis actos —se apresuró a añadir.
—No te preocupes, Draco. Lo que has hecho quedó en el pasado, ahora que puedes verlo todo con otra perspectiva tienes la oportunidad de enmendar tus errores.
—¿Tú crees?
—Por supuesto que sí.
—¿Y tú puedes perdonarme?
—Ya lo he hecho, de lo contrario no habría compartido todos estos meses de estudio contigo.
—Es lo único que quería escuchar, Hermione —dijo Draco mientras apoyaba una mano en la mejilla de la chica y se acercaba lentamente a su boca —¿Puedo besarte?
—Sí —susurró la Gryffindor tomando su propio impulso hacia el rostro del muchacho. Sin embargo no lograron concretar el beso, pues fueron interrumpidos por ladridos que comenzaban a acercarse.
—¿Qué es eso?, ¿es un hombre lobo? —dijo Draco. Hermione rió levemente.
—No seas tonto, los hombres lobos no ladran. ¿No prestaste atención a la clase de Snape en tercero? Probablemente sea Fang, el perro de Hagrid —informó la joven —. Debemos salir de aquí antes de que nos encuentren.
Draco se incorporó con rapidez, tomó su escoba y salió corriendo de allí. Pero al llegar casi a las afueras del campo vio que Hermione estaba deambulando aun por allí así que regresó por ella.
—¿Qué ocurre, Hermione? Nos atraparán —dijo con urgencia.
—Es que no encuentro mi capa. La necesito para regresar a mi dormitorio.
—Demonios, ¿la llevaste contigo cuando subimos a la escoba?
—Sí, la tenía antes de caerme.
—Entonces tiene que estar por... —el rubio se calló al oír que los ladridos estaban cada vez más cerca —Es mejor que tengamos prisa.
—Tú vete si quieres —dijo Hermione.
—Por supuesto que no —se rehusó el joven.
—Es mejor si Hagrid me encuentra solo a mí, Draco —reflexionó ella —. Puedo inventarme una... ¡Espera!, ¡aquí esta! Estuvo atada a mi cintura todo este tiempo.
—Tienes que estar bromeando, Granger. Deprisa, póntela —dijo Draco ayudando a la chica a cubrirse con la capa de invisibilidad.
—Entonces, ¿soy Granger otra vez?
—Shh, vamos.
Los jóvenes se dirigieron al castillo casi corriendo mientras oían a sus espaldas los ladridos de Fang. Al llegar a la puerta principal se detuvieron exhaustos por la carrera que habían realizado cuesta arriba.
—Eso estuvo cerca —dijo la Gryffindor.
—¿Granger?
—¿Sí?
—¿Puedes quitarte la capa un momento? —le pidió Draco. Ella lo hizo y tan pronto su rostro estuvo descubierto el chico le plantó un pequeño beso en los labios. Fue dulce, ambos cerraron sus ojos y presionaron sus bocas con suavidad —Te quiero, Hermione —susurró el chico sobre los labios de la joven —. Intentaré mantenerme en contacto —prometió mientras se alejaba de ella —, vuelve a tu habitación.
—Yo también me mantendré en contacto —Hermione tomó la mano del rubio y dejó un beso en ella —. Te quiero.
Draco sonrió ampliamente al oírla corresponder sus sentimientos y ambos compartieron otro rápido y pequeño beso en los labios. El rubio vio como la chica de Gryffindor se colocaba su capa y desaparecía en el castillo. Él, por su parte, tenía las mazmorras a más rápido alcance por lo que no tardó mucho en regresar a su sala común.
—¡Malfoy!, ¿qué rayos haces deambulando a estas horas? —dijo la prefecta de Slytherin, Emma Angus, al verlo llegar sin remordimientos casi a medianoche —, ¿quieres meternos en problemas a todos justo el último día?
—Relájate Angus —dijo el joven —, te aseguro que nadie me vio.
—Tienes los aires subidos a la cabeza, Malfoy.
—Solo estaba volando un poco para despejar la mente —se defendió el chico señalando su escoba —. No creas que no sé que usas tu título de prefecta para esconderte en los baños con Marcus Flint —la chica enrojeció por completo.
—Mejor vete a dormir de una vez —le ordenó Emma —, mañana regresamos a casa.
—Hasta luego, Angus —dijo Draco con un tono que mezclaba la soberbia y la burla. El chico se dirigió directo a su habitación y se acostó a dormir con una sonrisa tonta en el rostro. La noche había sido algo accidentada pero realmente estaba muy feliz de que él y Hermione se sintieran de la misma manera. Cuando la mañana llegó Draco recordó la realidad que había atravesado el colegio en los últimos días y que, además, era momento de volver a Malfoy Manor. Bajó a desayunar y vio a Hermione a la distancia algo entretenida con Potter, quien había reaparecido luego de la prueba final del torneo. A veces Draco no podía evitar sentirse algo celoso de Potter o Weasley, ellos eran unos malditos afortunados por poder pasearse con Granger por todos lados sin que nadie lo cuestionara; internamente Malfoy deseaba poder hacer lo mismo algún día.
Luego de desayunar regresó a su habitación y guardó la ropa del colegio. Tuvo que colocarse el traje que su padre lo obligaba a vestir y que lo hacía sentir algo tonto en comparación a la vestimenta del resto de sus compañeros. Lentamente el castillo comenzó a vaciarse mientras todos los alumnos emprendieron camino hacia la estación de Hogsmeade. Allí todos abordaron el tren de regreso a casa, aunque Draco pensó que esta vez uno de ellos no llegaría a destino: Cedric Diggory.
Sus dos padres lo estaban esperando en la zona más alejada del andén 9 ¾. Lucius tenía una extraña mueca desagradable, aun más de lo normal, mientras que Narcissa tenía el rostro triste aun cuando fingía una sonrisa para su hijo. No intercambiaron muchas palabras excepto por las órdenes que dio el señor Malfoy.
—Debemos ir al Callejón Knockturn. Tu madre y tú tomarán un traslador hacia la casa —le informó Lucius a su hijo sin siquiera mirarlo después de tanto tiempo —, yo tengo asuntos que atender.
—¿Cómo estás, cariño? —quiso saber Narcissa —¿Cómo te sientes con lo que ocurrió?
—Este no es lugar para hablar sobre eso, mujer —la reprendió su marido entre dientes —. Ya tendrán tiempo cuando lleguen a la casa.
Draco estaba furioso con su padre, como casi la mayoría del tiempo, por la forma en que trataba a su madre. Sin embargo había aprendido a una edad muy temprana que replicar o intentar oponerse a Lucius Malfoy era una forma segura de ganarse un golpe, o varios. Después de cargar su baúl hasta el Callejón Diagon y desde allí al Callejón Knockturn finalmente entraron a una tienda que el patriarca Malfoy frecuentaba mucho: Borgin y Burkes. Narcissa y Draco tomaron un traslador que el señor Borgin les facilitó tras la atenta mirada de Lucius.
Madre e hijo llegaron al camino principal que llevaba a la mansión donde vivían. La imponente construcción estaba rodeada de arbustos con formas de serpientes y los terrenos, delimitados por rejas de hierro negro. Dos elfos se aparecieron junto a ellos y sin decir una palabra se apresuraron a tomar las pertenencias de Draco y marcharse tal como habían llegado. Narcissa caminó en silencio hasta la puerta de la casa y una vez dentro de ella se giró hacia su primogénito.
—Draco, ¿me acompañarías a tomar el té?
—Claro mamá.
—Dixie —apenas un segundo después de nombrarlo el elfo se apareció junto a su ama —, ¿el salón está listo?
—Claro que sí, mi señora.
—De acuerdo. Vamos, cariño —dijo Narcissa mientras enganchaba su brazo izquierdo con el derecho de su hijo. Se dirigieron al salón que daba a los jardines traseros, donde las ventanas eran aun más altas que las delanteras y la luz entraba con más libertad por la ausencia de cortinas. Se sentaron en los mullidos sofás individuales de color negro y esperaron a que llegara el té. Finalmente apareció una bandeja de plata ornamentada con dos tazas de color marfil, una tetera llena de té negro y un plato con galletas de chocolate, las favoritas de Draco. Narcissa comenzó a servir el té en las tazas; mientras, el joven no pudo resistirse y probó una galleta.
—¿Cómo está?
—Deliciosa —dijo Draco con restos de la galleta en la boca, lo que hizo que su madre lo mirara con reproche. Se apresuró a tragar antes de volver a hablar —¿Cómo estás tú, mamá?
—Preocupada por ti, cariño —confesó la mujer —¿Quieres hablar de lo que pasó en la última prueba del torneo?, ¿tú estabas ahí cuando...
—Sí —dijo Draco cortante —, lo vi todo. O al menos el cuerpo tirado en el césped mientras Potter gritaba y lloraba. Luego nos reunieron a todos para regresar rápidamente al castillo.
—Siento mucho que hayas tenido que pasar por una situación así, Draco.
—No fue nada agradable —dijo el chico con tristeza —. Apenas pude dormir esa noche.
—Tiene sentido, cariño, ¿quieres contarme más?
—No hay mucho para contar, en realidad. Todo sucedió muy rápido. Un segundo antes yo estaba gritando el nombre de Cedric Diggory y lo vi entrar al laberinto... Un segundo después él estaba allí... tirado... muerto —Narcissa inspiró profundamente mientras algunas lágrimas se derramaban por sus mejillas.
—Era tan joven, Draco. Tenía solo apenas unos años más que tú —dijo la mujer mientras estiraba su mano para tomar la de su hijo —. Si alguna vez algo te pasara... Tú eres lo más importante para mí.
—Te quiero, madre —dijo Draco mientras se arrodillaba en el suelo junto a las piernas de su madre y ambos se abrazaban fuertemente.
—Te quiero, mi niño.
Ambos permanecieron en la misma posición por unos minutos. Draco sentía que estaba en su lugar seguro, junto a quien siempre lo había querido y protegido de todo. Cuando el muchacho regresó a su sillón vio que su madre no podía parar de llorar.
—Mamá, ¿qué ocurre? —el rubio estaba comenzando a sospechar que había otros motivos detrás de aquel llanto —¿Estás bien?, ¿te duele algo?, ¿llamo a los elfos?
—No, Draco, eso no será necesario. Estoy bien... físicamente.
—¿Qué quieres decir?
—Tengo que ser sincera contigo, las cosas no están bien aquí.
—¿Pero por qué?
—Déjame hablar, Draco —pidió Narcissa —. No es fácil lo que tengo que decirte, pero tú ya conoces los rumores acerca de tu padre.
—¿Qué rumores en particular, madre?
—Bueno, sobre él y su antigua relación con Quién No Debe Ser Nombrado. Sabes que Lucius fue enjuiciado por haber pertenecido al círculo íntimo del Señor Tenebroso...
—Pero él estaba bajo un Imperius, ¿no es así?
—No, esa fue su coartada. Lo que quiero decir es que las cosas van a cambiar mucho de aquí en adelante, Draco. Ya nada será como era.
—¿Él ha vuelto?, ¿el Señor Tenebroso realmente regresó? Potter lo dijo, yo no le creí cuando Her... —el joven se cortó de inmediato antes de nombrar a la chica. No era la mejor noticia para su madre que él había estado relacionándose con una Gryffindor.
—Sí, el Señor Tenebroso está de vuelta y tu padre se ha involucrado con él —Narcissa pareció pasar por alto el desliz de su hijo, estaba consternada por su situación.
—Pero eso quiere decir que si Potter no miente y el Señor Tenebroso mató a Cedric... ¿Papá estaba allí?
—Así es. Yo quería una vida diferente para ti, Draco. Lo siento, de verdad siento que te veas arrastrado a esto por culpa de tu padre —la mujer habló entre hipidos y a través de un llanto incesante. Su hijo no sabía que responderle porque aun estaba procesando lo que acababa de escuchar. Mientras tanto el té se enfriaba, las galletas quedaron abandonadas y en algún lugar del Callejón Knockturn Lucius Malfoy estaba reunido con sus antiguos colegas mortífagos.
