Disclaimer: ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenece. Todos ellos son obra de J. K. Rowling, yo solo los utilizo para llamar a mi inspiración y despejar la mente. Esta historia no tiene fin lucrativo alguno.
Consideraciones: la historia irá del presente al pasado, pero en cada caso eso estará avisado. Además, es una reversión de la historia de J. K. desde el libro (o película) número siete. Habrá una gran cantidad de cambios que se alejarán totalmente de la historia original.
Advertencias: aparecerán palabras malsonantes, insultos, situaciones de violencia/tortura/asesinato, así como posibles escenas explícitas de relaciones sexuales. Por favor, tengan en cuenta todo esto antes de leer.
CAPÍTULO VI
-PRESENTE-
—Draco tú vienes conmigo. Ahora —ordenó Lucius Malfoy al instante en que sintió que la Marca Tenebrosa comenzaba a arder en su antebrazo.
—Yo no iré contigo, necesito buscar una poción para sanar a Hermione —replicó el joven.
—Por supuesto que tú vienes conmigo. No tendrás ninguna noviecita que salvar si el Señor Tenebroso nos descubre.
—Dile que estoy indispuesto.
—Draco —el hombre comenzaba a impacientarse —, ¿acaso estás empeñado en que nos maten a todos? El Señor Tenebroso está usando la Marca, eso significa que algo importante ha ocurrido.
—Cariño —Narcissa puso una mano en el hombro de su hijo —, tu padre tiene razón. Deberías ir hoy, puedes fingir estar enfermo y eso podría justificar futuras ausencias en la casa.
—Pero mamá, Hermione no puede pasar más tiempo sin ser curada —se quejó Draco.
—Yo iré con tu amigo a buscar la poción —se ofreció la señora Malfoy —. Tú ve con tu padre.
—De acuerdo —finalmente accedió el chico —. Bastian, por favor cuida de mi madre. Regresa con ella aquí y mantente listo para cualquier cosa que pueda ocurrir —le advirtió —. Y cura a Hermione.
—Claro que sí, Draco —aseguró el hombre mientras asentía repetidamente a todos los pedidos del joven.
—Primero debemos regresarte a tu apariencia normal —dijo Lucius mientras apuntaba con su varita directo a la cara de su hijo. Inmediatamente Draco perdió la espesa barba y sus cabellos retomaron su color rubio platino. El muchacho se quitó los cojines que llevaba debajo de la ropa y se arregló lo mejor que pudo. Lucius y Draco se desaparecieron primero debido a la urgencia del asunto que los reclamaba. Narcissa y Bastian lo hicieron después.
Cuando Harry bajó las escaleras se encontró con que la casa estaba completamente vacía y no había rastros de nadie por allí. Tal como había hecho varias horas antes, intentó abrir las puertas que daban hacia las afueras, sin embargo ningún hechizo le permitió abrirlas. Por algún motivo tampoco había logrado desaparecerse por su propia cuenta; habían llegado allí porque el elfo de los Malfoy los había llevado. Desconocía el tipo de magia que mantenía tan perfectamente cerrado aquel lugar, pero supuso que Hermione podría ayudarlo si estuviera despierta.
En Malfoy Manor la situación era realmente desagradable. Cuando Lucius y Draco ingresaron vieron que su salón recibidor se había convertido en un campo de batalla, donde el único ganador era Voldemort y su repulsiva sed de sangre y poder. El hombre, que parecía tener una escalofriante similitud a una serpiente, estaba de pie mientras Nagini se mantenía enroscada junto a sus pies; alrededor de él yacían al menos una docena de cuerpos masacrados. Draco pensó que era otra imagen que definitivamente quedaría guardada en su retina para siempre y se sintió realmente asqueado. No había rastros de otras personas allí lo que lo extrañó, e inmediatamente se preguntó en dónde estaría metida su tía Bellatrix.
—Al fin llegas, Lucius —dijo Voldemort.
—Lo lamento, mi señor. Es que mi hijo, Draco, está algo enfermo última...
—Ahórrate tus excusas, Lucius —lo interrumpió el Innombrable —. Nada justifica tu incompetencia. Ya todos los demás se han ido, y como verás he tenido que hacerme cargo de los problemas yo mismo... como siempre. Tendrás que encargarte de limpiar este desastre —dijo el hombre que comenzó a caminar directo hacia los dueños de la casa. Antes de llegar a ellos se detuvo y con su pie empujó con desagrado la cabeza de uno de los cadáveres; en aquel instante Draco reconoció a su compañero de colegio, Dean Thomas, que yacía muerto en el piso de su casa y sintió que su estómago se encogía. Cuando Voldemort se detuvo frente a Lucius lo miró con altanería —¿Podrás, Lucius?
—¿Cómo, mi señor? —aquello hizo que el Innombrable silbara cual serpiente enojada.
—¡Encárgate de limpiar todo esto! —gritó Voldemort y luego simplemente desapareció de allí con Nagini.
Mientras tanto Narcissa había recorrido algunas tiendas en la búsqueda de una poción crecehuesos. Sorpresivamente en el Callejón Knockturn tenían todo tipo de pociones asquerosas y malignas, pero no la que ella necesitaba. Finalmente dieron con una tienda en el Callejón Diagon que la vendía, pero solo Bastian entró a adquirirla mientras la mujer lo esperaba afuera ocultando su rostro con su abrigo de capucha. Narcissa vio con disimulo como un mago gritaba a todo pulmón cuando era arrastrado por el medio de la calle por un grupo de carroñeros, en el cual para su suerte no estaban ni Scabior ni Greyback. Al estar concentrada en aquella escena se llevó un susto cuando Bastian salió de la tienda.
—Ya la tengo —le susurró el hombre, aun así ella dio un saltito y jadeó por la sorpresa —, ¿está todo bien?
—Claro. Si ya tienes lo que necesitas es mejor que nos march... —Narcissa se calló de golpe y sus ojos se abrieron como platos al reconocer a quienes se acercaban caminando justo en dirección a ellos.
—¿Qué?, ¿qué ocurre? —dijo Bastian buscando el origen de aquello que había crispado los nervios de la mujer.
—¡No mires! —lo reprendió en voz baja—Vienen Nott y Crabbe —dijo Narcissa —, son amigos de mi esposo. No quiero que me vean aquí sin él y contigo, tendría que dar explicaciones que no puedo. Vámonos —le indicó. La señora Malfoy iba a empezar a caminar cuando sintió un tirón en su brazo y fue acorralada con fuerza contra la pared contigua a la tienda. Bastian, mucho más alto y corpulento, se cernió sobre ella, acercó sus rostros y comenzó a deslizar sus manos por los brazos de la mujer —¿Qué demonios haces? —quiso saber ella.
—Shhh —susurró el hombre —, sígueme la corriente. Pon tus brazos sobre mis hombros —le indicó.
—¿Estás loco? Si nos ven esto sería un desastre —le recriminó mientras oía que las voces de Nott y Crabbe se acercaban.
—¡Hazlo! —insistió el hombre, y finalmente Narcissa cedió a la presión del momento. Puso sus manos sobre los hombros de Bastian mientras él hacía movimientos algo exagerados con su cuerpo. La señora Malfoy sintió que moriría allí, mirando a los ojos de aquel extraño hombre que aparentemente era amigo de su hijo. Los mortífagos pasaron cerca de ellos y gritaron algunas groserías e indicaciones asquerosas sobre lo que el hombre debería hacerle a aquella mujer que estaba arrinconando. Narcissa sintió nauseas, pero su respiración se calmó cuando oyó que las voces de los dos amigos de su esposo se desvanecieron a la distancia.
—No vuelvas a hacer eso o te maldeciré —advirtió la mujer.
—Lo comprendo y te pido disculpas por incomodarte —dijo Bastian —. Realmente no estaba intentando nada, solo me pareció sensato ocultarte en lugar de continuar caminando por allí al descubierto.
—Olvidémoslo —pidió Narcissa mientras comenzaba su recorrido hacia la guarida intermedia. Al llegar a la casa muggle se sorprendió de encontrar allí a Draco, quien estaba sentado en el sofá con la mirada perdida en el piso de alfombra beige.
—Hijo, ¿estás bien? —se apresuró a preguntar Narcissa —¿Qué ocurrió en casa?, ¿te han hecho daño?, ¿dónde está tu padre?
—Estoy bien. La casa era un desastre... como siempre. Nadie me ha hecho nada. Papá se quedó allí para dar algunas órdenes a los elfos —respondió el joven Malfoy. Su voz sonaba apagada y vacía —¿Trajeron la poción para Hermione?
—Sí, nos costó más de lo que pensamos pero ya la tenemos —informó Bastian —. De todas maneras necesito que esté despierta para poder administrársela, Draco, ¿ya despertó? —el rubio negó con la cabeza —Puedo intentar despertarla si quieres.
—¿Crees que sería lo mejor?
—Tal vez deberíamos esperar un día o dos y ver si ella despierta por su cuenta —reflexionó Bastian —. Eso significaría que su cuerpo está sanando. De todas formas está inmóvil por lo que sus costillas pueden comenzar a curarse sin impedimentos.
—Creo que es un buen plan —dijo Draco —, ¿podrías intentar sanarla otra vez?
—No estoy seguro de que funcione, ni tampoco sé si puede ser contraproducente... Lo siento.
—Está bien, dejemos que su cuerpo sane por sí solo. Ella es una chica fuerte... una leona, podrá hacerlo —dijo el rubio con la voz quebrada. Narcissa se sentó junto a su hijo y lo abrazó con fuerza. Él se dejó hacer y no pudo evitar soltar una lágrima por todo lo que estaba ocurriendo: Voldemort invadiendo su casa, asesinando a muchas personas, asesinando a sus compañeros del colegio, Hermione siendo torturada y lastimada, su padre siendo un desagradable hijo de perra. Eran demasiadas porquerías en su vida.
—Lo siento —le susurró Narcissa. El muchacho solo asintió en silencio.
—Draco, creo que yo debería marcharme —dijo Bastian —. Comprenderé si quieres desmemorizarme, aunque probablemente lo mejor sería no hacerlo para poder seguir ayudando a tu chica.
—No te preocupes, no quiero hacer eso —afirmó Draco —. Yo confío en ti y no soy como mi padre. Nunca lo seré.
—De acuerdo. Puedo volver mañana si lo prefieres.
—Creo que es una buena idea, por si ella despierta.
—Está bien. Hasta mañana entonces —dijo Bastian dándole una última mirada a Narcissa justo antes de desaparecerse. En ella había una mirada de disculpas implícita que la mujer captó muy bien pero decidió ignorar.
—¿Qué haremos con Potter y Weasley? —preguntó Draco.
—No lo sé. Supongo que tendrán que quedarse aquí —respondió su madre.
—Ellos querían tener acceso a la casa. Supongo que tienen intenciones de marcharse.
—Seguramente tienen planes que llevar a cabo. Todos los tienen hoy en día.
—Tal vez —dijo Draco sin pensar demasiado en el tema.
—Claro que tenemos nuestros planes —dijo Harry que apareció de pronto en la sala. Había sido muy silencioso —. Y dado que no dejarán que Hermione se marche de aquí, pero ella parece confiar en ti, Malfoy, podríamos marcharnos y luego regresar a verla.
—No puedo permitir que entren y salgan de aquí a su antojo —se rehusó Narcissa.
—Mire, señora Malfoy, realmente no podemos seguir perdiendo tiempo —dijo Harry sin rodeos —. Nosotros debemos seguir adelante con nuestros planes, si ustedes no interfieren en ellos, entonces nosotros no interferimos en los suyos. Tenemos intereses cruzados. Queremos que Hermione se reponga pero no podemos llevárnosla porque no sabemos la gravedad de su situación.
—Si quieren salir y regresar entonces los encantaré para que solo ustedes puedan venir —advirtió Narcissa —. No voy a arriesgarme a que se aparezcan por aquí con la Orden del Fénix.
—Supongo que es lo justo —susurró Harry para nada convencido con cómo se estaba desenvolviendo la situación. Sin embargo el elegido necesitaba continuar en la búsqueda de horrocruxes, pero no iba a planear algo así allí —. Pero si Hermione despierta y prefiere marcharse con nosotros, entonces dejarán que lo haga.
—Supongo que es lo justo —repitió Narcissa imitando a Harry.
—¡Harry! Ven rápido —lo llamó Ron desde la cima de la escalera en el primer piso. Aquel grito puso en alerta a todos en la sala, de forma que Harry subió corriendo seguido por Draco, quien a su vez tenía a su madre a sus espaldas. Al llegar arriba todos se apretujaron en la habitación donde descansaba Hermione —Ha movido los dedos —dijo el pelirrojo con una emoción desbordante —Herms, Harry está aquí. Estamos contigo —dijo Ron mientras tomaba la mano de la chica entre las suyas y la miraba atentamente, a la espera de que ocurriera lo que él había jurado ver.
Harry se acercó y la miró durante unos instantes, casi conteniendo la respiración. Susurró el nombre de la chica, también intentó tomar su mano, pero nada ocurrió. Entonces Potter miró a Draco y se hizo a un lado, era una clara invitación implícita a que el rubio lo intentara. El joven Malfoy se acercó a la cama y se arrodilló junto a ella, tal como había hecho unas horas antes. Sintió que el pelirrojo se movió a sus espaldas, acercándose a su amigo pero sin quitarle los ojos de encima. Draco miró a Hermione unos instantes y dudó si tomar su mano o no.
—Leona, estoy aquí —dijo el chico —. Te estoy esperando, por favor, vuelve a mí —le rogó. Aunque el movimiento en la mano de la chica fue muy rápido, todos los presentes en la habitación lo vieron y contuvieron el aliento. Draco por fin pudo sonreír genuinamente después de un año.
