¡Hola! ¡Hola!

Aquí estamos de nuevo con la segunda letra el abecedario, la B.

Me ha costado la vida escribirlo, la verdad. Tenía una idea de lo que iba a significar la palabra, pero no sabía como plasmarla, y sinceramente no se si lo he conseguido, pero intentado está jajaja.

A comparación de la primera letra, esta historia ha sido más larga, y no me quejo.

Como siempre...

¡Espero que os guste mucho!


# 2 | · B de Búsqueda · |

· ~ · ~ ·

No supo en qué momento comenzó a andar. Tras la noticia se quedó unos momentos quieto, estático, sorprendido en el lugar. En cuanto quiso darse cuenta sus pies comenzaron a andar hacia la salida de la posada ignorando a todos aquellos que lo llamaban para que se detuviera. Ni de coña. No podía quedarse quieto ni un minuto más.

- ¡Natsu! - escuchó por última vez.

Cerró sus puños con fuerza y aceleró el paso una y otra vez hasta comenzar a correr. Esa idiota se había ido a buscar información sola, sin él y sin Happy. Se había marchado a pesar de decirle que no fuera, que era muy peligroso. Tenía que encontrarla cuanto antes.

Solo deseaba que en esos momentos estuviera bien, que no la hubieran tocado. De no ser así… Los mataría. A cada uno de ellos.

- Lucy… - susurró su nombre. - Solo espera un poco más. Ya voy a por ti.

· ~ · ~ ·

La chica abrió los ojos con lentitud al oír las escandalosas risas de algunas personas.

- ¡Muy bien, jefe! ¡Así se hace! - escuchó decir.

- ¡Ya estamos a punto de conseguir un récord nuevo! - dijo otro.

¿Eran dos?

- ¡Pues claro que sí! ¡Es el poderoso Yami al fin y al cabo!

¿Tres?

- ¡Dejad de hacer tanto escándalo! - gritó alguien. Su voz era más gruesa que la del resto. - Esas presas eran fáciles de conseguir. Si no se resisten no tiene ningún mérito.

- Aunque he de decir que ésta última era bastante peleona.

¿Presas? ¿Acaso se referían…?

Lucy se incorporó rápidamente sintiendo así, una punzada procedente de su cabeza.

- Joder… - murmuró llevándose una mano a dicho lugar.

- Tranquila. - escuchó una voz a su lado. - Estás sangrando.

Se miró la palma de la mano y efectivamente tenía sangre. Giró su vista hacia la voz y se encontró a una joven de pelo corto y azulado sonriéndole con dulzura.

- ¿Quién eres? - preguntó. - ¿Dónde estamos?

- Me llamo Kaori, y estas son las mazmorras lideradas por Yami, el mago oscuro.

- ¿Mazmorras? ¿Yami? ¡Espera! - giró de nuevo su vista hacia la izquierda y abrió los ojos con sorpresa. Repartidas por todo el lugar, había 5 chicas de más o menos su edad. - Sois… ¡Las chicas que desaparecisteis!

- Supongo que así es. - contestó la peli-azul. - ¿Nos están buscando, verdad?

Todas las chicas se giraron a ver a Kaori y luego a Lucy. La rubia hizo lo mismo. Vio como el rostro de todas mostraban miedo y preocupación.

- Claro que lo están. - contestó cerrando los puños convencida. - No os preocupéis. Saldremos de aquí cuando menos lo esperéis. Os lo prometo.

- Llevamos 5 días aquí encerradas. Algunas más que otras. ¿Cómo estás tan segura? - preguntó una desde atrás. Su cabello blanco ocultaba el rostro pálido y la mirada perdida que tenía. - Y aunque salgamos… Las cosas que nos harán aquí… - su cuerpo comenzó a temblar. Se abrazó más a sus piernas y lágrimas descendieron por su rostro.

- ¿Os han hecho algo…? - se atrevió Lucy a preguntar. Si era así iba a matarlos.

- No, no lo han hecho. - contestó Kaori. - No pierdas la fe, Hana.

- Pero lo harán. - respondió otra chica al lado de Hana. - Tienen el número de chicas que querían. Estamos muertas.

- ¡Kaori tiene razón! ¡No perdáis la fe! - dijo ella caminando hacia la peliblanca. Se agachó a su altura y sin que se lo esperara la abrazó. - No dejaré que os pase nada. Lo juro por dios.

Hana, abrumada por ese acto, dejó que las lágrimas siguieran corriendo por su rostro y se aferró a la ropa de la rubia buscando ese consuelo que todas allí necesitaban.

- Eres una buena chica. ¿Cuál es tu nombre? - preguntó Kaori.

- Lucy, Lucy Heartfilia.

· ~ · ~ ·

En la ciudad, el chico peli-rosa seguía corriendo en busca de la rubia. Buscó en cada sitio, observo algo que fuera sospechoso, pero no encontró nada. Siguió buscando, preguntando, hasta que de repente alguien lo llamó. Detuvo sus pasos y se giró para ver quien había sido. Una niña.

- D-Disculpa. - habló ella acercándosele. - ¿Buscas a una chica con el pelo rubio?

- Así es. - contestó él agachándose a su altura. - ¿Sabes algo?

La pequeña bajó su rostro y con las manos agarró el borde de su vestido arrugándolo en el acto. No dijo nada. Natsu, en vez de impacientarse como deseaba, esperó a que ella hablara. Notó como su cuerpo temblaba ligeramente por lo que dedujo que estaba asustada. Sabía algo, pero por algún motivo no le era fácil decirlo.

- Y-Yo… - intentó hablar.

Natsu llevó su mano a la cabeza de la niña y la acarició. Ella alzó su rostro sorprendida y se encontró con la sonrisa más hermosa que había visto nunca. Sus mejillas adquirieron un leve color rojo.

- Tranquila… - le dijo él. - Puedes contarme lo que sea.

La pequeña dudó.

- S-Si lo hago pasará algo malo… - contestó volviendo a agachar el rostro. - Y no quiero…

- ¿Qué es lo que pasará? - preguntó.

De nuevo calló. Natsu suspiró y ella lo notó.

- L-Lo siento… - se disculpó.

- Oye… - la llamó. Ella alzó de nuevo su rostro. - ¿Cuál es tu nombre?

- Koemi. - respondió.

- Qué bonito nombre.

El rostro de la pequeña volvió a sonrojarse ante esas palabras. Se agarró algunos de sus mechones de pelo y los colocó frente a su rostro ocultándolo. Natsu creyó que aquello era algo adorable.

- G-Gracias…

- Koemi. - la llamó de nuevo. - Alguien se ha llevado a mi amiga y me gustaría encontrarla. Quiero salvarla.

- Y-Yo también… - comenzó a hablar. Su tono de voz era débil, como si estuviera a punto de llorar. Fijó su vista en Natsu y efectivamente lo estaba. - Yo también quiero salvar a mi hermana… - declaró.

Ahora fue Natsu quien calló. Vio como el cuerpo de la pequeña volvía a temblar. Era cierto… A demás de Lucy había otras chicas que habían desaparecido, y al igual que él, había gente buscándolas. En esos momentos se sentía un poco egoísta por pensar en rescatar a la rubia y no al resto. Se mordió el labio inferior y gruñó. Levantó su brazo y posando su mano en la nuca de la pequeña, la atrajo hacia él en un abrazo. Koemi abrió los ojos sorprendida.

- La salvaré. - dijo. - Salvaré a mi amiga, a tu hermana y al resto de chicas.

- ¿S-Salvarás a mi hermana…? - preguntó alzando la cabeza para verle.

- Así es.

- ¿D-De verdad lo harás?

- Te lo prometo.

Koemi se aferró a la camisa del chico y enterrando su cara en ella comenzó a descargar las lágrimas que llevaba acumulando todo ese rato.

· ~ · ~ ·

Algunas de las chicas se amontonaron en una esquina al oír el ruido de la puerta. Alguien estaba entrando. Lucy se mantuvo sentada en el sitio junto con Kaori y Hana, esta última aferrada al brazo de la rubia, esperando ver qué pasaba.

- Pero que hermosas vistas hay aquí. - dijo un chico con el cabello naranja entrando al lugar. Seguidamente entraron dos más.

- Ni si quiera están desnudas, relájate. - le contestó uno de cabello negro.

- Aunque podríamos hacer que lo estuvieran, ¿verdad hermano? - sugirió otro de cabellera naranja.

- Eso depende del jefe. Además, ya habrá tiempo para eso.

Las chicas temblaron al escuchar esas palabras. ¿Qué demonios iban a hacerles?

- Quiero empezar cuanto antes. ¿Cuál es la primera?

- ¿Cuál crees tú? La número uno, por supuesto.

- ¿Quién es la chica número uno? - les preguntó a las muchachas. Ninguna respondió. - Vamos, no seáis así. Que dé un paso adelante la primera que llegó.

Tras unos segundos ninguna se movió, pero ante la sorpresa de la rubia, la peli-azul comenzó a levantarse.

- Kaori… - susurró su nombre

- Kaori-san… No… - escuchó la voz de Hana.

El chico de pelo naranja se acercó a ella y pasó su vista por todo su cuerpo, de pies a cabeza.

- Muy bonita. - dijo relamiéndose los labios.

Asqueroso.

- Tú serás la primera. Síguenos.

Al ver a los chicos y a la muchacha andar de nuevo hacia la puerta, Lucy habló rápidamente. Tenía que impedirlo.

- ¡¿Qué vais a hacerle?!

- Tranquila número siete. Lo sabrás muy pronto. - le contestó uno sin detener sus pasos.

Vio como estaban más y más cerca de la puerta. Si dejaba que se marcharan a la chica podría ocurrirle cualquier cosa. No podía permitirlo.

Piensa Lucy. Piensa. Se repetía una y otra vez.

Tenía que hacerlo. Prometió protegerlas, tenía que cumplir su palabra, tenía que…

- ¡No! - gritó Lucy levantándose repentinamente. - ¡Yo ocuparé su lugar! ¡Yo lo haré!

Detuvieron sus pasos y giraron sus vistas hacia ella.

- ¿Ocupar su lugar?

- Lucy-san… - susurró Kaori. - No lo hagas.

- Así es. Así que no la toques. - dijo caminando hacia ellos.

El chico vio a la rubia durante unos segundos y sonrió retorcidamente.

- ¿Ocuparas el lugar de esta ramera? ¿Tantas ganas tienes de…?

Su pregunta se vio interrumpida por el reciente golpe que la rubia le había propinado a su rostro. Todos soltaron un sonido de sorpresa ante eso.

- ¡¿Qué cojones estás haciendo maldita perra?! - le gritó dirigiéndose hacia ella. Sus compañeros lo detuvieron antes de poder tan siquiera tocarla.

- El jefe se enfadará si les haces algo.

El tipo gruñó.

- No voy a permitir que les faltes al respeto a ninguna de ellas. - dijo Lucy posicionándose frente a Kaori.

- No vas a poder protegerlas a todas. Después de ti volveremos a por otra, y luego otra, y así hasta haberlas probado a cada una varias veces. - dijo el peli naranja limpiándose la sangre que salía de su nariz.

Las chicas temblaron, incluida Lucy y Kaori. Probarlas… ¿Así que esa era su intención? ¿Violarlas? Habían imaginado que era algo parecido, pero ahora que lo sabían con certeza era mucho peor. Esos tipos merecían pudrirse en una cárcel.

- Entonces ocuparé sus lugares. - contestó con firmeza.

Kaori notó como el cuerpo de la rubia seguía temblando. ¿Estaba dispuesta a hacer eso por ellas? ¿Por qué?

- No lo hagas, Lucy-san. ¡Aguantaré! - le dijo tomándole de la mano.

Lucy se giró a verla y la peli azul abrió enormemente los ojos. A pesar de el miedo que sentía, los ojos de la chica mostraban una gran decisión.

- Prometí protegeros, y lo haré. - contestó ella acariciando su mano.

- Lucy-san…

Hana, quien también vio la mirada de la rubia, se llevó una mano a la boca mientras lágrimas volvían a descender por su rostro. ¿Por qué lo hacía? No se conocían de nada.

- Te veo muy segura en tu decisión. - le dijo el chico acercándose a ella.

- Lo estoy. - contestó soltando la mano de Kaori.

- Luego no te arrepientas.

- No lo haré.

- Entonces… ¿lo harás? - preguntó tocando su cuello con la yema de sus dedos.

- ¡Lo haré! - contestó apartándose.

- Eres bastante maleducada como para haberte ofrecido voluntaria. Aunque… me gusta. - dijo el chico relamiéndose los labios.

- Es hora. - habló el chico pelinegro.

- Que empiece la fiesta.

- ¡Lucy-san!

· ~ · ~ ·

- Ya casi hemos llegado. - dijo una pequeña voz.

Natsu solo asintió. Podía sentir el aroma de Lucy cerca. Agarrando la mano de la niña, se dejó guiar hacia un bosque cercano donde supuestamente se encontraban aquellos imbéciles que se dedicaban a secuestrar a chicas. A lo lejos vio lo que parecía ser una cueva con escaleras por dentro. Era allí.

- Has sido muy valiente por traerme. - le dijo Natsu acariciando su cabeza.

La niña agachó la cabeza con un pequeño sonrojo. De nuevo alzó la cabeza para mirarlo.

- ¿Salvarás a mi hermana? - preguntó.

El chico sonrió lo más que pudo mostrando sus dientes dándole a entender que lo haría.

- ¡Confía en mí!

Al oír esas palabras y ese ánimo, la pequeña también sonrió contagiada.

Dándole una última caricia, Natsu se acercó decidido a la entrada.

- Ya llego, Lucy…

· ~ · ~ ·

En una de las habitaciones del lugar, se podía oír las risas y quejas de algunas personas.

- Así es. Llora más. ¡Llora más! - gritó el peli naranja azotando con un látigo a la rubia maga.

La joven no quería llorar, no quería quejarse, no quería darles ese gusto, pero aquello estaba siendo muy doloroso. Su piel ardía y sangre brotaba de ella. Al salir del cuarto en el que estaban encerradas, Lucy quiso pelear con ellos, y así lo hizo. Les dio unos cuantos golpes, pero no lo suficientemente fuertes como para noquearlos, lo que causó gran furia en ellos. De alguna manera estaba ganando tiempo para que no la probaran como ellos decían, pero eso no duraría mucho.

- Este es tú castigo por alzar tus puños contra nosotros. - dijo el pelinegro.

- Lo haría de nuevo si pudiera. - contestó ella retándoles con la mirada.

- Tienes una boca muy sucia para lo bonita que eres. Tendré que callártela.

Lucy vio como el chico se acercaba hacia ella con una gran sonrisa en su rostro. ¿Qué iba a hacer? Acaso… Rápidamente giró su rostro al ver como se acercaba peligrosamente a sus labios. Ni hablar. No iba a dejar que ese tipo robara un beso suyo. Ni él ni ninguno de los presentes.

- Veo que pasas de los preliminares, ¿eh? - dijo él con gracia. - Bien, pues hagámoslo de una.

La rubia abrió los ojos lo más que pudo. ¿Ya? ¿Tan pronto? No podía.

- Ni se te ocurra tocarme. Eres asqueroso. - dijo provocándole.

- ¡¿Qué has dicho?! - gritó empuñando de nuevo su látigo.

Otro golpe más. Lucy gritó de nuevo. Dolía a mares, pero prefería seguir sintiendo eso a que alguien como ellos tomara su primera vez.

- Deberías mantenerte callada, preciosa. - dijo el hermano del otro peli naranja. - ¿Acaso no recuerdas por qué estás aquí?

Mierda.

- ¡Es verdad! - gritó el del látigo. - ¡Las chicas! Vamos a por alguna. ¿Qué os parece?

- Por mí bien.

- Por mí también.

- ¡No! - gritó Lucy. - ¡Dejadlas en paz! ¡Hacedme lo que queráis a mi pero no os acerquéis a ellas!

- ¿Cómo quieres que te hagamos lo que queramos si no paras de joder? No es fácil ¿sabes?

Lucy se mordió el labio. Les había prometido protegerlas, y aún así, luchando como lo estaba haciendo las ponía en más peligro. Joder.

- E-Está bien. - dijo.

- ¿Está bien?

- Si no les hacéis nada… Podéis tomarme.

- ¿No era ese el trato desde un principio?

Lo era, pero tenía miedo. No quería que la tocaran, solo podía hacerlo una persona, y definitivamente no era alguno de ellos.

Vio como el chico se acercaba de nuevo a ella y agarrando sus ropas, las desgarró con intención de desnudarla. Podía notar la fuerza que ponía en ello. Las uñas se estaban clavando sobre su piel haciéndole sangrar más todavía. Cerró con fuerza los ojos deseando que eso terminara pronto. Quiso convencerse de que no pasaba nada, que su primera vez tampoco era tan importante como creía, que no tenía que preocuparse, que todo estaría bien… Pero aún así su cuerpo temblaba y lágrimas caían sin parar por su golpeado y sucio rostro. No quería, no quería.

- Natsu… - susurró su nombre.

Quería verlo, quería estar con él, quería que la salvara como siempre hacía, quería… Le quería. Quería que su primera vez fuera con él, al igual que su primer beso. Quería que la abrazara con fuerza haciéndole sentir segura, querida. Quería que supiera lo mucho que lo amaba, y quería disculparse por haber discutido con él aquella mañana. Era una idiota…

- Aquí vamos, preciosa.

No sabía cuan desnuda estaba. Podía sentir alguna que otra tela sobre su cuerpo, pero no sabía exactamente cuál. Aquellos golpes habían entumecido su cuerpo y no notaba nada salvo dolor.

Iba a pasar. Iba a pasar y no podía evitarlo.

- Natsu… - susurró su nombre más fuerte.

- ¿Natsu?

- Natsu. - repitió.

No quería. No quería que eso pasara.

- ¿Vas a perder tu virginidad mientras nombras a otro hombre? Que perra. - soltó el pelinegro.

- Natsu. - dijo más fuerte aún.

- Creo que espera que venga a salvarla.

- Pues no creo que lo consiga.

- Lo hará. - dijo ella. - Él vendrá.

- Entonces te verá violada.

- Y os matará.

- Uy, que miedo.

- Deberíais tenerlo. - dijo una voz de repente.

Todos se giraron sorprendidos hacia dicha voz encontrándose así a una de las chicas.

- Kaori… - susurró Lucy. - ¿Cómo…?

- ¡¿Qué demonios haces tú aquí?! ¡¿Cómo te has escapado?!

- Pregúntaselo a él. - respondió.

Kaori se hizo a un lado dejando ver al intruso.

- ¡¿Y tú quién eres?!

- Natsu…

Allí estaba él.

- ¡Soy Natsu Dragneel, el tipo que os dará una paliza!

· ~ · ~ ·

Y cumplió su palabra.

Natsu les había dado una buena paliza, a cada uno de ellos. Tuvo que controlarse muchísimo para no matarlos. El ver a la rubia en esas condiciones: herida, ensangrentada y llorando le hizo perder un poco la cabeza.

Tras asegurarse que tanto el jefe, como aquellos tres tipos no podían moverse ni un poco, el chico corrió al encuentro de su amiga quien estaba siendo atendida por Kaori. Tenía el cabello despeinado, y la piel pálida. No dijo nada. Se acercó a ella y, colocando un brazo bajo sus rodillas y otra sobre su espalda la alzó del suelo como si de una princesa se tratara.

- Natsu… - susurró su nombre. Estaba allí. - Me has encontrado.

El chico no respondió. Aferrando el cuerpo de la chica al suyo caminó hacia la salida donde sus amigos lo esperaban

· ~ · ~ ·

Todo estaba en silencio. Desde hacía un buen rato en esa habitación no se escuchaba ni una sola mosca. Lucy miraba como su compañero no dejaba de mover la pierna arriba y abajo y como su rostro mostraba seriedad. La rubia suspiró. No entendía qué le pasaba.

- Natsu, por segunda vez. ¿Puedes responder a mi pregunta? ¿Qué te pasa? - preguntó desde la cama.

- ¡Eres una idiota! - gritó de repente sobresaltando a la chica. - ¡Me tenías preocupado! ¿Qué hubiera pasado si no llego a tiempo?

- L-Lo siento. - contestó agachando la cabeza. - Pero no podía dejar que tocaran a las chicas. Como maga era mi deber protegerlas, por encima de todo.

- ¡¿Acaso no eres consciente de lo que iban a hacerte?!

- Sí, y no me importaba con tal de mantenerlas a salvo.

Natsu gruñó. ¿Acababa de decir aquello? ¿Qué no le importaba?

- ¡No sabes lo que dices!

- ¡Claro que sí! ¿O acaso tu no hubieras hecho lo mismo?

- ¡No me compares! ¡Yo les hubiera dado una paliza nada más verlos!

- Natsu por favor, basta. No quiero discutir contigo. - pidió. Estaba cansada.

- Yo tampoco quiero, pero… ¡Estoy enfadado! ¡Cabreado! ¡Esos tíos estuvieron a punto de…! - calló de golpe. Solo de pensar en esa palabra le producían nauseas. - Demonios…

Lucy lo entendía. Había hecho la mayor estupidez de su vida, y ahora estaba siendo regañada por ello. Lo entendía, era normal que actuara así.

- Natsu. - lo llamó. El chico hizo un pequeño sonido dando a entender que la escuchaba. Ella prosiguió. - ¿Podrías acostarte aquí conmigo? - pidió.

El peli-rosa abrió los ojos en sorpresa, giró su rostro para verla y vio en ella una dulce sonrisa. ¿Qué estaba tramando?

- ¿C-Cómo? - preguntó algo nervioso.

- Quiero que te acuestes a mi lado. - repitió. - Por favor.

Tras unos momentos de incomodo silencio, y miradas suplicantes por parte de la rubia, el chico suspiró. ¿Cómo decirle que no?

Viendo como su amigo caminaba hacia la cama en la que estaba, Lucy se apartó un poco dejándole suficiente espacio para que cumpliera su pedido. Sin muchos ánimos, Natsu se adentró bajo las sabanas junto a la chica posando inmediatamente su vista hacia el techo. Por otra parte, la rubia se había colocado a un costado de él observándolo en silencio. Se le veía cansado. Notó que bajo sus ojos comenzaban a apreciarse pequeñas ojeras, claro signo de que no había dormido en toda la noche.

- Deberías descansar. - habló el chico de repente. Sabía que lo estaba mirando, y por algún motivo le molestaba.

Lucy sonrió.

- Yo no soy la que tiene ojeras. - contestó riendo.

- Pero sí la que está herida, así que cierra los ojos y duérmete.

- Duerme conmigo. - pidió.

Natsu giró su vista hacia ella de nuevo con sorpresa. ¿Dormir con ella?

- ¿Contigo? - preguntó. Ella asintió en silencio. - ¿En la misma cama?

- Sí. Si quieres, claro. - contestó agachando un poco la cabeza.

Natsu parpadeó repetidas veces y luego suspiró una vez más. Giró su cuerpo para estar frente a la chica y la observó. Tenía su cuerpo cubierto en vendas. Sin quererlo, la imagen de Lucy a punto de ser forzada volvió a su mente. Cerró fuertemente los puños notando como la ira se acumulaba una vez más dentro de él. Quería golpear algo, cualquier cosa. Repentinamente sintió una cálida mano posarse en su mejilla. Era de ella. El chico hizo lo mismo, alargó su brazo y con la mano derecha acarició la frente de la rubia la cual estaba cubierta por una de las vendas.

- ¿Duele? - preguntó suavemente. Ella negó. - Estaba preocupado. - dijo una vez más.

- Lo siento. - se disculpó ella de nuevo.

Posando su mano tras la nuca de Lucy, Natsu la acercó lentamente hacia él para abrazarla. Lucy posó su cabeza en el pecho del chico dejándose hacer mientras él aspiraba el aroma de su rubio cabello. Vainilla. Le encantaba ese olor, le recordaba a ella.

- Siento no haber llegado antes. - habló él. - Por mi culpa estás así…

- No es tu culpa, Natsu. - respondió escondiendo su rostro en el cuello del chico. Él notaba el aliento de su amiga hacerle cosquillas en ese lugar cada vez que hablaba o respiraba, pero no le molestaba. - De no ser por ti, ahora mismo… - ella calló igual que el mago de fuego había hecho minutos antes. Sintió como era abrazada con más fuerza. - Gracias. - dijo finalmente.

- ¿Por qué? - preguntó él sin entender.

- Por encontrarme. - contestó. Natsu no respondió, se limitó a guardar silencio esperando a que la chica dijera algo más. - No se cómo lo haces, pero siempre que me pasa algo eres el primero que aparece. En más de una ocasión he perdido la fe creyendo que no me encontrarías, pero me has hecho ver que no es así. Siempre lo haces.

- Y siempre lo haré. - respondió. - Siempre estoy buscándote con la mirada o con el olfato. En cuanto no se dónde estás te busco, ya sea que estemos en el gremio, en tu casa, o de misión. Y créeme, si sé que alguien ha osado secuestrarte o alejarte de mí, te buscaré en cada rincón de cada ciudad hasta encontrarte. - Natsu calló unos segundos para agachar la cabeza y posar su mirada en ella. - Así que no pierdas la fe, y cree en mí.

Lucy fijó sus ojos en los del chico y como si de una promesa se tratara, vio determinación en ellos. Con un leve sonrojo en sus mejillas sonrió y acercó su rostro al del chico para posar sus labios sobre él en un dulce beso.

- Creo en ti. - contestó tras alejarse.

Natsu sonrió de vuelta y abrazándola de nuevo, dejó que el cansancio se apoderara de ambos cayendo así en un profundo sueño lejos de toda preocupación.

· ~ · ~ ·


Y fin. ¿Qué os ha parecido? Siento que no ha habido tanto NaLu como me hubiera gustado, pero el mensaje que quería transmitir está, y era el del que sin importar dónde estuviera, Natsu buscaría a Lucy hasta los confines de la tierra.

Espero que os haya gustado y que me dejéis algún comentario diciendo que os ha parecido y si es necesario o no añadir o hacer algún cambio.

¡Un abrazo enorme!

¡Adiós! ¡Adiós!