¡Hola! ¡Hola!
He tardado bastante en escribir este capítulo. Creo que es el que más me ha costado de hacer y pensar.
En cuanto he sabido que palabra quería hacer con la C me ha venido de inmediato el tema.
Unas 3K palabras he escrito.
Nos leemos abajo.
¡Espero que os guste!
# 3 · | C de Calma · |
· ~ · ~ ·
Su rostro palideció.
- ¿Q-Qué…?
Lucy abrió los ojos de par en par y gimió en sorpresa ante lo que estaba ocurriendo a su alrededor.
Dio un paso al frente y rápidamente tuvo que llevarse la mano a un costado de su vientre al sentir un punzante dolor recorrerle el lugar. Bajó la cabeza y con algo de sorpresa, vio como la palma de su mano estaba levemente machada de un líquido rojizo.
Sangre.
Alzó la cabeza de nuevo y observó con miedo su entorno. Las pocas casas que había en el lugar estaban siendo reducidas a cenizas, y la gente corría y gritaba de un lado a otro buscando algún sitio donde poder esconderse.
- ¡Lucy-san! - escuchó.
La chica giró su rostro hacia el lugar donde provenía la voz, y vio como la pequeña Dragon Slayer se dirigía a su encuentro.
- Wendy…
- Menos mal que estás bien. - exclamó la joven. - Tenías tantas heridas en el cuerpo que no sabía si mi magia serviría de algo.
- ¿Qué ha pasado aquí? - preguntó la rubia maga directamente volviendo a mirar el lugar.
Esperó durante unos largos segundos a que la peli-azul le contestara, pero no pasó. Giró su rostro de nuevo hacia ella y volvió a formular esa pregunta.
- ¿Wendy, que ha pasado aquí?
La pequeña no dijo nada. Agachó el rostro y Lucy la vio temblar ligeramente.
- ¿Y los demás? ¿Dónde están? - interrogó. - Wendy, por favor…
- Erza-san y Gray-san están bien, pero…
- ¿Pero?
De nuevo la pequeña calló unos largos segundos haciendo que la rubia se preocupara aún más. Cayó en la cuenta de que no había dicho su nombre. No había mencionado a la persona más importante para ella.
- ¿Y Natsu? - preguntó. - ¿Dónde está él?
- N-Natsu-san… Él…
- ¡¿Qué le ha pasado a Natsu, Wendy?!
Una lágrima cayó por el rostro pálido de la joven alertando a Lucy.
- Él… ha perdido el control…
Lucy abrió los ojos aún más sorprendida que antes. No podía ser cierto… No otra vez…
- ¿C-Cómo ha pasado…?
- Él… Él pensó que habías muerto…
- ¿Qué…?
- Y realmente lo estuviste… Cuando llegué a ti no respirabas.
El rostro de la rubia palideció. Si lo que la pequeña maga decía era cierto, tenía que encontrar al chico rápidamente.
- ¿Dónde está? - preguntó comenzando a caminar quien sabe dónde. - Debo detenerle.
- ¡No puedes! ¡No en estas condiciones! - le gritó ella viendo como su herida se había abierto de nuevo.
- Tengo que hacerlo. - contestó sin importar la sangre que estuviera derramando. - Si cree que estoy muerta, debo hacerle ver que no es así. Que estoy viva, tal y como le prometí…
- Lucy-san…
- Por favor, Wendy, si sabes dónde está… llévame con él… - suplicó.
- Pero…
La peli-azul quiso sacarle esa idea de la cabeza, pero tras ver su rostro determinado junto con una voz rota llena de preocupación, calló. Intentara lo que intentara no lograría persuadir a la rubia, iría corriendo en busca de Natsu costara lo que costara.
- Por favor… - suplicó una vez más.
- Está bien.
Usando el hombro de la pequeña como apoyo, ambas chicas comenzaron a caminar lo más rápido que sus piernas les permitían.
· ~ · ~ ·
- ¡Lucy! - gritó Happy al verla llegar. Invocó sus alas y voló hacia su encuentro lanzándose hacia sus pechos en un abrazo. - ¡Estás bien! - afirmó mientras sollozaba. - ¡Estaba preocupado!
- Siento haberlo hecho. - se disculpó ella mientras le acariciaba la cabeza con una pequeña sonrisa en sus labios. - ¿Vosotros estáis bien?
Su mirada se dirigió ahora a sus otros compañeros quienes, pese a la situación, la miraban con el rostro calmado e incluso aliviado.
- Estamos bien. - respondió Erza. - ¿Wendy te lo ha contado? - preguntó con algo de duda.
- Lo ha hecho. - contestó la rubia. - ¿Dónde está?
Erza giró la cabeza hacia atrás, y Lucy la siguió con la mirada.
- Eso es…
- Un muro de fuego. - contestó Gray. - He intentado detenerlo con mi magia, pero no ha servido de nada.
- ¿Y Natsu?
- Allí dentro.
- ¿C-Cómo?
- El fuego está rodeándolo. Hemos intentado ir por arriba, pero no ha servido de nada.
Sin ninguno esperárselo, un sonoro rugido sacudió el lugar alertando a los magos. Se llevaron las manos a los oídos tapándolos de inmediato.
- ¡¿Q-Qué es eso?! - preguntó el azulado minino.
- ¡¿Un rugido?!
- ¡¿Es un dragón?!
Segundos después aquel sonido fue volviéndose cada vez más flojo hasta terminar de silenciarse.
- ¿Q-Qué era eso?
- Fue Natsu. - respondió Wendy.
Todos los presentes se giraron a verla sorprendidos.
- ¿Cómo que Natsu?
- Era su voz, estoy segura. - contestó. - Pero…
- ¿Pero qué?
- No fue un rugido. Fue mas bien como… un grito.
- ¿Un grito?
- Un grito de ayuda.
La peli-azul alzó el rostro y fijó su vista sobre Lucy con preocupación.
- Está sufriendo. - declaró.
Como si un balde de agua helada hubiera caído sobre ella, la rubia maga se sobresaltó.
"Está sufriendo."
Aquellas palabras retumbaron en su cabeza una y otra vez.
Dio un paso lento hacia atrás y de la misma forma, giró su cuerpo. Dejó a Happy en el suelo, y con la mirada oscurecida comenzó a caminar.
- ¿No irás a…? - preguntó Gray sin terminar de formularla. Sabía la respuesta. - ¡Estás herida, idiota!
- Debo ir… - la oyeron susurrar.
- ¿Qué?
Rápidamente y sin importarle el muro de fuego que había a su alrededor, Lucy aceleró el paso hacia él y al llegar, embistió las llamas con su propio cuerpo.
- ¡Lucy, no!
- ¡Lucy-san!
- ¡Lushi!
Escuchó los gritos preocupados de sus compañeros queriendo detenerla, y aun así, sin mirar atrás, avanzó decidida a llegar hacia Natsu.
"Está sufriendo."
- Q-Quema…
Se estaba metiendo de lleno en las que, según ella, eran las llamas más poderosas jamás conocidas. Claro que quemaba. De hecho, dolía a mares, pero no iba a detenerse ahora. Natsu la necesitaba más que nunca. No iba a pararse ni a quejarse cuando su amigo y compañero no dejaba de gritar de dolor.
Segundos después y con la cara teñida de algunas manchas negras, logró atravesar al completo aquellas llamas llegando por fin donde el chico se encontraba.
- ¡Natsu! - gritó su nombre.
Allí estaba. Su corazón comenzó a latir con fuerza ante lo que sus ojos divisaban y su cuerpo comenzó a temblar. No era la primera vez que lo veía de aquella manera, y aun así no lograba acostumbrarse a ello. ¿Cómo hacerlo? Ver al chico de rodillas en el suelo, con la mirada hacia el cielo, los ojos rojos y gruñendo como si de un dragón se tratase, no era algo fácil.
- ¡Natsu! - lo llamó.
No contestó.
Lucy se mordió el labio al no saber bien cómo actuar. Avanzó hacia él con lentitud sintiendo como poco a poco, el humo que las llamas creaban se hacía cada vez más denso, y como el oxígeno del ambiente disminuía impidiéndola respirar con normalidad. Se llevó las manos a la boca tosiendo en el acto y maldijo por ello.
Había entrado allí queriendo ayudar al chico, y si no pensaba en algo rápidamente iba a desmayarse sin haberse tan siquiera acercado a él.
El chico, quien ardía literalmente en llamas, gruñó al verla acercarse a él y alzó su puño como advertencia. Ella no se asustó.
- ¡N-Natsu! - volvió a llamarlo entre toses. - ¡Tienes que detener esto!
Vio como Natsu comenzaba a moverse y por un momento se alegró. Pensó que estaba retomando la consciencia poco a poco, pero no fue así. Lucy divisó entre la neblina como el chico había alzado su mano derecha y la bajaba con rapidez clavándose las largas uñas sobre su pecho.
- ¡Natsu, no! - gritó asustada.
El chico repitió el acto una y otra vez desgarrando su piel y tiñendo su herido cuerpo de rojo.
Sin pensárselo ni un segundo más, Lucy comenzó a correr hacia él y se lanzó sobre su cuerpo. Agarró las manos del chico con las suyas propias queriendo detenerlo, y luchó durante unos momentos contra él mientras notaba como el fuego que lo rodeaba quemaba su piel. No consiguió mucho. La fuerza del peli-rosa era mayor. Natsu lanzó a la chica lejos de él con un simple empujón y siguió hiriendo su propio cuerpo.
- N-Natsu… - susurró Lucy desde el suelo.
Estaba cansada, y a duras penas podía respirar. Tosió un poco y con esfuerzo volvió a levantarse. No importaba cómo pero iba a detener al chico, aunque fuera lo último que hiciera.
Comenzó a correr de nuevo hacía él y evitando que la empujara de nuevo, se colgó de su cuello en un abrazo.
- ¡Natsu! - lo llamó. - ¡Para!
Durante unos pocos segundos su voz pareció alcanzarlo, pero no fue así. De nuevo, y sin notar que la chica se encontraba frente a él, alzó sus garras y queriendo llevárselas de nuevo a su pecho, las incrustó en la espalda de la rubia.
Lucy cerró los ojos con fuerza soltando un quejido, y se aferró más al cuello del chico no queriéndose separarse por nada del mundo.
- ¡Natsu! ¡Estoy aquí! ¡Despierta, por favor! - le suplicó.
De nuevo el chico alzó la mano y bajándola con rapidez, volvió a herir la espalda de la chica.
La fuerza que hacía un momento tenía, iba desvaneciéndose a medida que el tiempo pasaba. A sus pulmones a penas le llegaba aire, y el sangrado de las heridas que tenía, tanto de antes como de ahora, eran dolorosamente insoportables.
- ¡N-Natsu! - gimió. - ¡Soy yo, Lucy! ¡Estoy aquí, contigo!
Notó como las garras de su compañero se incrustaban más profundo en ella, y soltó otro quejido.
¿Qué podía hacer ahora?
Se separó un poco de él para poder mirarle a los ojos y comenzó a hablar.
- Natsu, tranquilo… Por favor… - dijo con pesadez. Alzó ambas manos y las posó suavemente sobre el rostro ardiente del chico. Él se sobresaltó levemente. - ¿Puedes verme? - preguntó sin obtener respuesta. - ¿Ves que sigo aquí? ¿Lo ves? Mírame. Mírame. - repetía una y otra vez.
Acercó su rostro al de Natsu y llevó su boca al oído del muchacho.
- ¿C-Cómo puedo… ayudarte…? - le preguntó con lentitud aun sabiendo que no recibiría ninguna respuesta. - ¿Qué… debo hacer…?
- L-L…
Lucy se separó con rapidez al creer haber escuchado su voz. Fue débil, pero estaba segura de que estaba intentando decir algo.
- Natsu. E-Estoy aquí. - le dijo buscando su mirada.
- L-Lu…
Lo sabía. No necesitaba que dijera nada más. Quería pronunciar su nombre: Lucy. La estaba llamando. A ella.
- Lu… cy…
Derramando por fin las lágrimas que había estado acumulando, la rubia se acercó al rostro del peli-rosa con lentitud observándolo de lado a lado. Él la buscaba, la llamaba, pero no sabía que ella ya estaba allí, con él.
Aunque le gritara, su voz no llegaba a él. Tenía que hacerle saber que estaba allí, tenía que hacer que la notara aún más.
- Natsu… - susurró su nombre entre sollozos. - Sé que me oyes. Lo sé. Sé que en alguna parte de ti estas luchando para salir. Tienes que seguir mi voz. - habló. Con el pulgar de sus dedos acarició con suma delicadeza las mejillas del chico. - Tienes que hacerlo. Tienes… Tienes que volver conmigo… - suplicó. - Vuelve conmigo…
La rubia notó como el cuerpo de Natsu se tensó tras sus últimas palabras y acercándose de nuevo a su rostro juntó sus labios con los de él sin dudar.
Ardía, quemaba, pero no podía separarse. Cerró los ojos con fuerza y profundizó el beso al sentir como el muchacho luchaba de nuevo para separarla de él.
Pasaron los segundos y Lucy comenzó a no sentir nada. Había aguantado tanto, que lo único que notaba era como su cuerpo perdía la poca fuerza que le quedaba. Iba a caer.
Sin esperárselo, unos fuertes brazos rodearon su cintura evitando que se desplomara sobre el suelo.
- Lucy. - escuchó. - ¡Lucy!
Abrió los ojos con lentitud y allí lo vio, mirándola con gran preocupación. Su rostro volvía a ser el de siempre, y sus ojos ya no eran rojos como el infierno, volvían a ser de un alegre color verde esmeralda los cuales brillaban en angustia.
- Has… vuelto… - susurró débilmente con una sonrisa. - Natsu…
- ¡¿Q-Qué demonios has hecho, Lucy?! - le preguntó asustado. Lo único que veía él era sangre y quemaduras por todo el cuerpo de la chica. - ¡¿Por qué tú…?!
- Yo… n-no p-podía… dejarte… - contestó.
Quiso reír, pero lo único que consiguió fue toser.
- ¡Debiste hacerlo!
- P-prometimos … estar juntos… ¿r-recuerdas…?
- "¿Estaremos siempre juntos? - preguntó una Lucy sobre el pecho desnudo del chico."
- "Lo estaremos. Es una promesa."
- ¡Tengo que sacarte de aquí cuanto antes! - murmuró.
Observó el lugar y su rostro palideció. ¿Todo eso… ese fuego… fue culpa suya?
El cuerpo del chico comenzó a temblar. Por su cabeza comenzó a rondar la idea de haber herido a más personas a parte de su compañera, y el sentimiento de culpabilidad fue invadiéndole rápidamente.
Lucy lo notó. Con lentitud alzó su mano derecha y con suavidad la posó sobre el rostro del chico sobresaltándolo ligeramente.
- N-No lo es… - susurró dándole una pequeña caricia.
El corazón del chico bombardeó fuertemente. Lo veía. La rubia estaba perdiendo la conciencia. Iba a irse, iba a dejarlo, y esta vez de verdad.
- Mierda… ¡¿Dónde están los demás?! - preguntó. - ¡Wendy! ¡Erza! ¡Gray!
- Natsu…
- Tranquila, Lucy. Te sacaré de aquí. - declaró. - ¡Gray! ¡Chicos!
- Natsu…
- ¡Chicos!
- N-No llores… Natsu…
El chico abrió los ojos sorprendido. Bajó su cabeza para mirarla y vio como sobre las rosadas mejillas de la chica rebotaban gotas de lágrimas que sin querer había dejado escapar. Sus ojos ardían y el miedo se apoderó de él.
- N-No llores… - repitió ella. - N-No...
- ¿L-Lucy…?
No contestó.
Llevó su mano a la de la chica que a punto estaba de descender de su mejilla, y la apretó con fuerza.
- Lucy… Responde por favor… -suplicó. - Lucy…
Con el cuerpo de la chica entre sus brazos, y la mirada borrosa debido a las lágrimas, alzó el rostro al cielo y gritó su nombre como nunca en la vida había hecho.
· ~ · ~ ·
- ¿Qué estás haciendo? - preguntó inquieta Erza viendo como su vendada compañera pretendía levantarse de la cama.
- Tengo que ir a verlo. - respondió ella.
- Tienes que descansar. - apoyó Gray a la pelirroja. - ¿Acaso no escuchas, Lucy?
Lucy alzó el rostro hacia sus dos amigos y suspiró. Cuatro días había pasado desde el incidente y aunque no se hubiera recuperado al completo, necesitaba salir de allí e ir a ver al peli-rosa.
- Por favor. - pidió la rubia. - Estoy bien.
- No podemos arriesgarnos.
- Solo quiero ver cómo está.
- No está aquí, eso te lo aseguro.
- ¿Qué? - se sorprendió la chica. - Tendría que estarlo, seguro que no se ha recuperado del todo.
- Irónico que tú digas eso. - comentó Gray alzando la ceja.
Lucy rio por lo bajo. Era cierto, pero aun así…
- ¿Veinte minutos?
- ¿Qué?
- Dejadme salir veinte minutos para saber dónde está. - pidió con las manos juntas.
- No.
- Por favor.
- Lucy. - advirtió Erza con el ceño fruncido.
- Solo si prometes volver antes de 1 hora.
Los tres magos se giraron hacia la puerta encontrándose con un señor mayor sonriéndoles enormemente.
- Doctor. - habló Lucy. - ¿De verdad me deja salir?
- Es probable que aunque no te dejemos salgas en algún momento por la ventana. - respondió acercándose a la cama de la rubia. Lucy rio de nuevo. Eso pensaba hacer. - Además, tu cuerpo ha respondido bien a los últimos exámenes que te hemos hecho. Si prometes tener cuidado y no esforzarte demasiado puedes salir.
- ¡Pero doctor…! - intentaron persuadirles los dos magos restantes.
- ¡Gracias, doctor! - agradeció la rubia saliendo rápidamente por la puerta. - ¡Volveré pronto!
- ¡Lucy! - gritaron Erza y Gray intentando detenerla.
- Dejad que se marche. - les dijo el hombre.
- ¿Cómo puede dejar que lo haga? - preguntó Erza sacando su espada. - ¡Qué poca profesionalidad!
- Tranquilízate, Erza-san. - contestó él sin quitar la sonrisa. - Ambos necesitan reunirse.
- ¿Cómo?
- Esos muchachos necesitan verse.
Erza y Gray se miraron mutuamente sin entender y mirando de nuevo al frente suspiraron.
- Si usted lo dice…
- Confiad que sí.
· ~ · ~ ·
No muy lejos del hospital en el que la muchacha se encontraba ingresada, un joven peli-rosa se encontraba sentado sobre un tronco en el suelo mirando como la gente pasaba frente a él y arreglaba las casa que inconscientemente había quemado.
- ¡Cariño, ten cuidado! - escuchó gritar.
Giró su rostro a un lado y vio como un pequeño niño se encontraba tendido en el suelo.
- D-Duele…
- Te he dicho mil veces que no corras. - le regañó la mujer. - Mira, te has raspado la rodilla. Hay que curar eso de inmediato. Vamos.
Natsu siguió al chico con la mirada mientras su vista se posaba sobre la reciente herida del pequeño.
Sangre.
Inmediatamente los recuerdos de lo sucedido días antes se apoderaron de él y gruñó.
- Mierda…
El cuerpo de Lucy inerte sobre el suelo, con sangre derramándose de su cuerpo, las lágrimas en su rostro, su cuerpo frío…
Se llevó la mano a la cabeza intentando que esa horrible imagen desapareciera.
- Natsu. - escuchó su voz.
Se giró sobresaltado y con los ojos suficientemente abiertos como para dar a entender que estaba sorprendido, observó a la muchacha frente a él.
- L-Lucy… ¿Q-Qué…?
- Te he estado buscando. - dijo ella acercándosele.
- ¿Qué estás haciendo aquí? - preguntó viendo como se sentaba a su lado.
- Quería verte. - admitió.
Natsu giró su vista de nuevo al frente y agachó la mirada.
- Deberías estar descansando.
- Tú también. - respondió ella.
El chico no respondió.
- No has venido a verme. - habló la rubia tras unos minutos de silencio. - ¿Por qué?
De nuevo él no respondió. La chica giró la cabeza para verle y suspiró. Tenía la mirada sombría.
- Natsu...
- Lo siento.
La chica parpadeó repetidas veces por aquellas repentinas palabras.
- ¿Qué?
- Lo siento. - repitió él. - Es mi culpa. No pude protegerte como era debido.
- Lo hiciste.
- No, no lo hice.
- Claro que sí.
- Lucy, yo…
El chico escuchó como la rubia se había levantado de su asiento y daba unos pasos posicionándose frente a él. La vio agacharse a su altura y sonreírle.
- Sé que te sientes culpable. Lo sé bien, pero te aseguro que no es culpa tuya. - habló. Alargó su mano hacía él y la posó sobre su rostro acariciándolo en el acto. - No podíamos saberlo.
- Aun así…
La pierna del chico comenzó a moverse de arriba a abajo nervioso, y su mano se cerró con fuerza.
- No tienes que temer, Natsu. Prometimos estar juntos y es algo que cumpliré aunque la muerte me persiga.
- No hables de morir, Lucy. No puedo soportarlo.
El peli-rosa sintió sus ojos arder y parpadeó varias veces con fuerza para detenerlo.
- Natsu. - llamó ella. - Mírame.
Lo hizo. El mago alzó la cabeza y posó sus ojos sobre los de ella. Se alivió al ver el brillo en ellos.
- Te quiero. - dijo ella.
El corazón del chico botó, y al igual que en las mejillas de la chica, las suyas se tiñeron de un leve color rojizo.
- ¿Q-Qué?
- Te quiero. - repitió.
Natsu soltó el aire que había estado guardando, y sin que ninguno se lo esperara, el cuerpo del chico fue incorporándose hacia adelante sin quitar la vista de ella. Posó su mano sobre la de ella la cual seguía en su mejilla, y cerrando las distancias la besó. Se dejó caer al suelo sin despegar la boca de ella, y posando su mano en la cintura de la rubia, la acercó más a él profundizando así el contacto.
No importaba que hubiera algunas personas deteniéndose para mirar la escena, no importaba que los niños se burlaran de que se querían porque así era. En ese momento no importaba nada más que ellos dos, y la necesidad de calmar sus dolorosos pensamientos.
Dejando que las lágrimas fluyeran sobre su rostro, Natsu suspiró y siguió besando a la rubia notando como la calma que la chica transmitía, comenzaba a llenarle por completo. Solo ella era capaz de provocar y al mismo tiempo detener sus miedos y preocupaciones. Solo ella.
- Te quiero. - respondió Natsu tras separarse de ella. - Te quiero. - repitió.
Lucy sonrió enormemente con las lágrimas cayendo por ella, y asintiendo con la cabeza volvió a juntar sus labios con los de él.
La rubia sabía que solo ella podía calmar al chico, por ese motivo no tenía intención de irse a ningún lado. Se quedaría junto a él hasta la eternidad y más.
· ~ · ~ ·
Yo solo digo... ¡Mierda de final!
Os juro que no sabía como terminarlo, y tampoco quería que fuese sumamente largo.
Perdón uwu
Dejadme algún review diciendo que os ha parecido.
¡Un besazo enorme!
¡Adiós! ¡Adiós!
