¡Hola! ¡Hola!
Por Mavis. ¡Tres meses sin actualizar!
Pegadme.
Adelante.
Soy toda vuestra.
Lo merezco.
Aunque...
He de decir...
Que este capítulo...
Tiene más de 6K PALABRAS.
¡En mi vida había escrito un solo capítulo tan largo!
Así que la espera vale la pena, ¿no?
¡Perdonadme!
En fin. ¿Qué decir de esto?
Me ha costado. Me ha costado mucho. De alguna manera estoy empezando a ser más estricta con mis propias historias y quiero que salgan lo más perfectas posibles, y aún así... ¡No termino de verlo tan genial como para tardarme tres malditos meses y horas de sufrimiento en acabarlo! Llorando me hallo.
Aún así, como siempre, espero que os guste, y me comentéis que os ha parecido.
PD : Aviso que hay algunas escenas subiditas de tono, pero nada fuera de lo que sería "Para todos los Públicos". Podeis leerlo con tranquilidad.
¡Nos leemos abajo!
# 4| · D de Disputa ·|
· ~ · ~ ·
- Lárgate Natsu. No lo repetiré de nuevo. - habló la joven muchacha mientras fulminaba con la mirada al chico frente a ella.
- No lo haré. - contestó él de la misma forma. - Tenemos que hablar, te guste o no.
Lucy cerró los puños con fuerza deteniendo así las enormes y repentinas ganas que le entraron de asentarle un buen golpe en la cara. Quería llorar, gritar, romper algo, pero no quería hacerlo en ese momento, no frente a él.
No más humillaciones.
- ¿Se puede saber qué demonios te pasa conmigo? - preguntó el joven mago caminando hacia ella. Detuvo sus pasos sorprendido tras ver como ésta se apartaba rápidamente dándole la espalda y alejándose de él. Su mandíbula se tensó. Ella no contestó. - ¡Te estoy haciendo una maldita pregunta!
La rubia frenó en seco al escuchar aquellas palabras. El tono grave de voz que había usado junto con la dura exigencia, la sorprendieron ligeramente. Su cuerpo comenzó a temblar debido a la rabia acumulada en ella y que sin mucho éxito intentaba controlar.
Pasaron unos pocos segundos y tras escuchar nuevamente su nombre en boca del chico, supo que no podía más. Era el momento de explotar.
Con rapidez giró la cabeza hacia atrás para encararlo y seguidamente caminó hacia él.
- ¿Quién te crees que eres para exigirme nada? - acusó mientras le daba un pequeño empujón. - Vienes a mi casa, por la noche, sin permiso alguno, ¿para qué? ¿Para gritarme? - preguntó. Su ira aumentó al ver como el chico no se resistía a sus empujones. - ¡No quiero hablar contigo, ¿me oyes?! ¡No quiero hacerlo!
Finalmente la espalda de Natsu chocó con la pared generando así un golpe sordo en el lugar. Sus verdosos ojos se habían mantenido fijos sobre la chica en todo momento, viendo, oyendo y también sintiendo cada gesto y cada palabra que con furia salía de ella. Observó como el pecho de Lucy subía y bajaba a causa de la agitada respiración que usaba. Estiró su mano con intención de tranquilizarla, pero ella, tras notar la leve caricia, se apartó con rapidez.
- No voy a irme sin saber qué te pasa. - declaró él.
- Pienso golpearte si no lo haces.
- Entonces adelante. - dijo. La rubia alzó la cabeza para encararlo una vez más, y con asombro vio en su mirada una peligrosa determinación. Cerró sus puños con mucha más fuerza que antes al saber que deshacerse de él no sería tan fácil como había pensado. - Golpéame tanto como quieras, Lucy. - continuó. Sin quitar la vista de su rostro, comenzó a andar a paso lento. Ella se alejó de nuevo al notar la cercanía. - Golpéame lo más fuerte que puedas. - Aceleró el ritmo de sus pisadas para alcanzarla y así obligarla a girarse hacia él. La chica gruñó por ello. - Si intentando hacerme daño logra que te sientas mejor, adelante. ¡Hazlo! - bramó. - Pero ten por seguro que nada de lo que hagas podrá hacer que me aleje hoy de ti.
Con el rostro asombrado y los ojos al borde del llanto, la rubia forcejeó para liberarse de su agarre.
- ¡Suéltame! - gritó. - ¡Suéltame y lárgate!
- No puedo hacerlo. - contestó él con calma. - Necesito saber que ha pasado para que actúes así.
- ¡No te hagas el idiota! ¡Sabes perfectamente lo que ha pasado!
- Si lo supiera no estaríamos así, Lucy. ¡Lo sabes tan bien como yo!
- ¡Qué me sueltes! Maldita sea… ¡Te odio!
...
En ese momento, el tiempo pareció detenerse. Los ojos del chico se abrieron de par en par mientras que en su corazón notaba leves punzadas. Aquellas palabras comenzaron a retumbar en su mente una y otra vez sin parar, e inconscientemente aflojó el agarre de la rubia.
El dolor que el rostro de su compañero reflejaba en ese instante tras escuchar salir de su boca esa horrible frase, terminó de romper la poca estabilidad que a la chica le quedaba. Un gran nudo se formó en su garganta y sus ojos comenzaron a arder.
- Mientes. - habló él tras un largo silencio. Ahora fueron los puños del peli-rosa los que se cerraron con fuerza. Sabía que aquellas palabras no tenían nada que ver con la realidad, pero el simple hecho de pensar que fuera cierto, le dolía igual o más que un enorme golpe proveniente del mismísimo diablo. - No lo haces. - afirmó. No sabía si para convencerse a sí mismo o a ella.
- ¿Qué sabrás tú? - se atrevió a preguntar la rubia maga.
- ¿Por qué ibas a llorar por alguien a quien odias?
Con asombro Lucy se llevó las manos a su rostro confirmando así lo que el chico había dicho. Tanto sus ojos como sus mejillas estaban empapadas en agua. Rápidamente se frotó con fuerza dichas partes para detener el mar de lágrimas que sin quererlo comenzó a caer con más fuerza que antes.
- Y-Yo… - intentaba hablar. Su llanto se lo impedía.
Lucy alzó el rostro tras escuchar como el ojiverde se estaba acercando a ella nuevamente, y sin poder hacer nada, dejó que el chico la acogiera en sus brazos con fuerza.
- Di que me odias, Lucy. - habló el chico. - Di que no quieres verme más, que no quieres hablar conmigo. - continuó. Notó como las manos de la chica subían lentamente hasta su pecho para seguidamente aferrarse a su ropa. - Di todo lo que has dicho y pensado solo si de verdad lo sientes. - Se separó un poco de ella para verla a los ojos y, con la yema de sus dedos limpiarle y al mismo tiempo acariciarle el rostro. - De no ser así, no lo digas. No mientas si segundos después vas a ponerte a llorar.
- ¿De quién crees que es la culpa? - preguntó la rubia mientras hipaba.
- ¿Mía? - preguntó él.
- ¡Toda tuya! - gritó mientras le golpeaba el pecho con el puño.
- ¿Qué se supone que he hecho?
- La besaste, Natsu. - contestó al fin rompiendo el abrazo. - Besaste a esa chica.
El nombrado ladeó su cabeza a un lado levemente sorprendido, y tras unos segundos de silencio preguntó:
- ¿Perdona? ¿Qué yo qué?
- No me hagas repetirlo. - contestó ella. - Y ahora que ya lo sabes haz el favor de marcharte de una vez.
- ¿A quién se supone que he besado? - preguntó ignorando la petición de su amiga.
Después de derramar las lágrimas que había estado acumulando a lo largo del día, Lucy se sentía un poco mejor, pero sabía que si no terminaba con esa conversación de inmediato volvería a derrumbarse, y no estaba dispuesta a ello.
- Me estás haciendo preguntas que tú deberías saber, así que déjame tranquila y vete. - pidió con seria calma.
Podía hacerlo. Tenía que relajarse.
- No lo haré. - contestó Natsu de inmediato. - No hemos terminado de hablar.
- Yo sí.
- Pues yo no. Estás siendo injusta, Lucy. - replicó.
- ¿Cómo? - Una vez más el cuerpo de la rubia se tensó. Con furia volvió a encararle - ¿Estás hablando de injusticia? ¿Tú? Eres el menos indicado para hacerlo.
- Me estas culpando injustamente de algo que no recuerdo haber hecho, y sin ni siquiera decirme cómo o de dónde has sacado esa tonta información. - contestó con enfado. Había estado manteniéndose sereno todo este tiempo, pero aquella acusación lo había alterado ligeramente.
- Pues al parecer eres el único que no se acuerda, porque Naomi me ha explicado con muy buenos detalles como tú y ella os besasteis en su preciosa y magnifica casa.
- ¿Naomi?
Que Natsu pronunciara ese nombre con tanta tranquilidad hizo que el estómago de Lucy se removiera.
Ella pensó que el chico, tras saber la verdad, intentaría explicarse torpemente con excusas que ella en su mente ya había decidido no creer, pero tras notar como el tiempo pasaba y que de la boca de su compañero no salía ni un solo titubeo, la poca esperanza que le quedaba a la rubia se desvaneció. Notó como una vez más su garganta se anudaba y sus ojos se humedecían.
- ¿A-Así que es verdad…? - preguntó temerosa. No hicieron falta palabras para saber que así era. Observó como el chico desviaba la mirada a un lado evitando hacer contacto visual con ella, y entonces lo supo. - Vete. - susurró.
- Lucy… - intentó hablar.
- Cállate. - pidió con la voz rota. Su pecho dolía, ardía... - Solo vete, por favor.
Esta vez no le estaba exigiendo que se fuera, no le estaba obligando. Le estaba suplicando entre lágrimas que se marchara y la dejara sola con el dolor cargando sobre ella. Natsu no iba a hacerlo, por supuesto.
- Déjame hablar, Lucy.
- No. No quiero oír nada de lo que digas. Ni siquiera tendrías que estar aquí.
- Eso no es justo. - protestó. - Has escuchado lo que Naomi ha querido, y estoy seguro de que no ha dicho la verdad. Si no, no estarías así. Y ahora que yo quiero expresarme y ser sincero contigo, ¿me huyes? No es justo.
- ¡No! - gritó ella sorprendiendo al chico. Levantó su rostro para mirarlo y sin importarle que la viera en ese estado tan lamentable, le rebatió. - ¿Sabes lo que no es justo? Que me dejes una simple carta diciendo que te marcharás durante un año quién sabe dónde, y te largues sin más. Tampoco que al volver hagas como si nada hubiera pasado y creas que todo está arreglado con una simple disculpa o tonta excusa. ¡Eso no es justo! - regañó. Natsu cerró con fuerza sus puños no creyéndose lo que estaba escuchando.- Y menos aún que tras continuar nuestras aventuras y hacer la misión de los cien años, crea que nuestra relación es mejor que nunca y tal vez diferente a la del resto e igual que la de Gajeel y Levy, cuando por lo visto no es así. Cuando todo es una mentira. Porque luego, meses después, teniendo por fin el coraje que no tuve anteriormente para decirte lo que significas para mí, y pensando que para ti yo también soy alguien importante, aparece de la nada una chica con la estuviste viviendo, diciendo que no puede dejar de pensar en ti y en aquél beso que os disteis. ¡Eso, Natsu Dragneel es lo que no es justo! ¡Qué tenga que soportar todo esto por tu maldita culpa y encima quieras explicarte de alguna manera!
...
El silencio inundó el lugar durante unos pocos segundos donde el chico procesaba toda esa información. Oyó el sollozo de Lucy y la rabia comenzó a invadirle de nuevo.
¿Estaba hablando en serio?
- ¡Sabes el motivo por el que me fui! ¡Lo sabes bien! - bramó con enorme furia. - ¡No te atrevas a hacerme sentir culpable por algo que volvería a hacer sin dudar!
El llanto de Lucy se detuvo de golpe. La cólera que sentía en esos momentos era tan intensa que sabía que no estaba midiendo bien sus palabras, y por tanto en algún momento el chico iba a regañarla por haber herido sus sentimientos.
- Claro que lo harías. - le dio la razón, pero no por lo que Natsu pensaba. - Debiste pasártelo muy bien con ella.
Inmediatamente un fuerte sonido retumbó el lugar sobresaltando a la rubia. El joven mago había estampado su puño en la pared con más fuerza de la que habría imaginado.
- ¡Hablo de hacerme fuerte, idiota! - gritó él. - ¡Tenía que hacerme fuerte para poder proteger a los que quiero debidamente! ¡Para protegerte a ti! ¡Lo sabes bien, maldita sea! ¡Lo sabes! - explicó.
Lo sabía.
Así era.
Natsu se lo había dicho en más de una ocasión, aunque no con tanta claridad. Y no solo él. El gremio entero sabía que una de las razones por las que se marchó, fue por la culpa que cargaba por perder a la Lucy del futuro frente a él, y se lo habían mencionado demasiadas veces. Lo sabía, pero a pesar de ello no podía evitar pensar en lo sola y triste que se había sentido todo ese tiempo. Y ahora, enterarse de que el muchacho del cual estaba terriblemente enamorada había hecho aquello con otra chica mientras ella lloraba desconsolada en su casa esperando a que volviera, no era algo fácil de digerir.
- Lo sé. - admitió ella.
- ¡Entonces deja de pensar en ello!
- ¡No puedo evitarlo! - declaró. - ¡No puedo…! ¡No tienes ni idea de lo mal que lo pasé al no saber cuándo iba a volver a verte! ¡Recordar eso me hace temer que vuelva a suceder!
- ¡¿Crees que yo no lo pasé mal?! ¡¿Crees que fue fácil irme sin más?!
- ¡Sí! ¡Lo creo! - contestó. - ¡De no ser así no te hubieras ido!
- ¡Tenía que hacerlo, maldita sea! - otro golpe sonó. Esta vez fue la cómoda quien recibió el puño del chico. - ¡Tenía que hacerme fuerte!
- ¡Lo hubieras podido hacer aquí, con el gremio, conmigo! ¡Y lo sabes! ¡Eres... Eres un egoísta!
Una vez más, las palabras de Lucy se incrustaron en el pecho del chico como si de puñales se trataran. Ella lo supo, y mordiéndose el labio inferior esperó su reacción.
Cerró los ojos con fuerza al ver como Natsu se acercaba rápidamente hacia ella, y segundos después los abrió de nuevo al notar como su cuerpo era empujado hacia una pared, tal y como había hecho ella con anterioridad. La diferencia estaba en que por muy enfadada que estuviera ella, jamás podría superar a la intimidante mirada que el peli-rosa tenía en aquellos momentos. Probablemente Natsu hubiera golpeado su rostro y no a la pared que había tras su espalda si quien hubiera frente a él no fuera ella.
- Retira eso. - escuchó.
Lucy tragó con fuerza al notar la dureza de sus palabras. No sonaba a petición, más bien parecía una amenaza.
Alzó la mirada con lentitud y se encontró con los furiosos y penetrantes ojos del chico sobre ella. Su cuerpo estaba tenso, y la mandíbula le temblaba como si quisiera decir alguna cosa, la cual intentaba evitar.
Tan terca como orgullosa, la rubia maga calló. Había herido al chico de nuevo, sí, pero aunque había sido por la rabia del momento, era algo que pensaba, por tanto no iba a retirarlo.
- No. - se atrevió a decir segundos después. No supo de donde había sacado el valor, pero para su mala suerte logro hacerlo.
Lo vio gruñir e inclinarse un poco más sobre ella haciendo que de manera involuntaria, se encogiera.
- ¿Te atreves a llamarme egoísta cuando lo único que hago es pensar en ti y en tu bienestar? - preguntó. Una cínica sonrisa apareció en sus labios mientras soltaba una pequeña risa burlesca. - Eres una idiota.
Tanto las primeras como últimas palabras dichas por el chico, sorprendieron ligeramente a la rubia. ¿De qué estaba hablando?
- ¡No me…!
Lucy iba a replicar ese insulto cuando de pronto sintió como el chico rodeaba su cintura con un brazo, para seguidamente acercarla a él en un abrazo. Un sonido de sorpresa salió de su boca. Intentó apartase de inmediato al notar como su corazón comenzaba a aumentar el ritmo de sus latidos, y como sus ojos se humedecían una vez más. De nada sirvió. El efecto fue el contrario. Cuanto más luchaba por separarse, más la aferraba Natsu a él.
- La única egoísta aquí eres tú, Lucy. - habló. El tono calmado que estaba usando en ese momento asustó a la chica quien seguía luchando por apartarse.
- Suéltame, Natsu.
- Hablas de lo mucho que te hago sufrir con mis acciones, pero tú tampoco te salvas de eso. - comentó el muchacho.
- ¿De qué estás hablando?
- ¿Por qué crees que estoy aquí? - preguntó él. Notó como las manos de Lucy hacían fuerza en su pecho para apartarlo de ella y suspiró cansado. - ¿Por qué crees que he venido hoy mismo y no ayer o pasado?
- No me importa por lo que hayas venido. - respondió ella. - Me da lo mismo. Solo… Solo quiero que te largues.
- Y yo solo quiero que me escuches.
- La besaste Natsu, con eso es suficiente. - repitió con dolor. Siguió luchando para zafarse de él, pero como era de esperar, no lo consiguió.
- Me besó, sí. - confesó.
El rostro de Lucy palideció. Notó como las lágrimas descendían por su mejilla una vez más y como su corazón se retorcía de dolor.
- No… - susurró ella. Su voz era temblorosa.
- Me pilló desprevenido y me besó. - continuó.
- Cállate. - pidió ella. - No hables más…
- No sé qué te habrá contado ella pero debes creerme, Lucy. En cuanto supe lo que estaba haciendo me aparté de inmediato. Esa es la verdad. - finalizó.
El silencio inundó el lugar durante un corto momento en el que la rubia maga intentaba asimilar esas palabras. Unos segundos después, y tras ver que su compañera no parecía querer decir nada, Natsu se fue apartando despacio dejando un espacio entre los dos. Lucy lo aprovechó y se separó de él.
- Mientes.
- ¿Por qué razón iba a hacerlo?
- Para intentar quedar bien.
- No tengo intención de quedar bien con mentiras. Esa es mi versión, mi verdad. Punto. - contestó. De nuevo vio como la chica no decía nada. Su mirada estaba fija en el suelo, pensando quién sabe en qué, y con el rostro empapado en lágrimas. Comenzó a ponerse nervioso. - Lucy por dios. Tienes que creerme.
- No tengo por qué hacerlo. - respondió ella.
- ¿En serio vas a creer antes a una desconocida que a un amigo? ¡Eres malditamente increíble! - gritó con enfado.
- Sí tanto te molesta ya sabes lo que tienes que hacer. - contestó ella cruzándose de brazos.
- Ya te lo he dicho, no pienso irme hasta que…
- Hasta que te escuche. - le interrumpió. - Eso dijiste, y eso he hecho. Ahora fuera.
- No.
- Bien.
Harta de tanta comedia, Lucy caminó decidida hacia la puerta dispuesta a cruzar por ella. Aunque esa fuera su casa, si el chico se negaba a irse, sería ella la que lo haría.
El molesto brazo de Natsu se lo impidió cruzándose en su camino. Ella lo ignoró, y esquivándolo continuó. Puso su mano alrededor del pomo para girarlo y cuando quiso estirarlo para abrir notó con sorpresa como no se movía ni un centímetro. Alzó un poco la vista y allí estaba él de nuevo.
- ¿Dónde crees que vas?
- Lejos de ti.
- No hemos terminado.
- Tú no decides cuando se termina. - respondió apartando bruscamente su mano abriendo finalmente la puerta. Una vez más el peli-rosa no se lo permitió. Agarró la mano de la chica y con un fuerte estirón la acercó hacia él haciendo que su espalda chocara con su pecho. Con la otra mano cerró de un portazo la puerta. - ¡Natsu! - regañó ella. De nuevo, y con más fuerza que antes empujó al chico con furia. ¿Quién se creía que era para retenerla de esa manera?
- Me has estado evitando durante una semana. - comenzó a hablar el joven mago. - ¡Una puta semana huyendo de mí! - bramó. - No voy a dejar las cosas así ni un día más.
- Tú solito te lo has buscado. - respondió ella con dudosa calma. - Asume las consecuencias.
- Me dan igual las malditas consecuencias. Explícame de una vez que demonios tengo que hacer para que volvamos a estar bien.
Lucy calló. Observó los penetrantes ojos del chico sobre ella y tragó con fuerza.
- No lo sé. - contestó. Y esa era la verdad. - Pero comportarte de esta manera no hará que las cosas mejoren.
- ¿Y cómo quieres que me comporte? Te he explicado mi situación, lo que pasó, y aun así sigues sin creerme. Es desesperante.
- Es difícil hacerlo.
- ¿Por qué? - preguntó.
De nuevo la rubia no respondió. Agachó la cabeza y dejó que el silencio inundara el lugar. No lo sabía. En esos momentos, tras la continua discusión que seguía manteniendo con el muchacho, no sabía absolutamente nada más que el doloroso hecho: se sentía traicionada y humillada, lo demás no importaba.
- Déjalo estar de una vez, Natsu.
- No.
Lucy suspiró con cansancio. ¿Cuánto tiempo llevaban así? Giró su vista al reloj de pared y supo que era suficiente. Debía terminar con eso ya mismo.
- ¿Qué es lo que quieres? - preguntó ella esta vez. - ¿Qué te perdone y haga como si nada hubiera pasado? Eso se te da bien a ti, no a mí.
- ¿Perdonarme? - preguntó soltando un soplido de burla. - Para eso tendría primero que disculparme.
- No arreglaría nada.
- Tampoco tengo intención de hacerlo.
- Entonces vete.
- No.
- ¡Por dios! No quieres irte. No quieres me vaya. ¿Entonces qué demonios quieres de mí, Natsu? - preguntó exasperada. No podía más, de verdad que no.
- La pregunta aquí no es que quiero yo de ti. - contestó. En aquel momento Lucy no lo notó, pero la vista de Natsu había recorrido su cuerpo de arriba abajo. - Sino que quieres tú de mí.
- ¿De qué estás hablando?
Una vez más el oji-verde comenzó a andar hacia su compañera sin previo aviso, y ella tras notarlo dio un paso hacia atrás.
- Dime Lucy… ¿Por qué eres tan egoísta? - preguntó con falsa tristeza. La joven maga se había sorprendido por ello, pero prefirió callar y continuar huyendo. Él prosiguió. - Eres la única que siempre niega que entre tú y yo hay algo más que una simple amistad. Cada vez que alguien lo menciona o bromea con ello, cambias de tema o les hechas la bronca por ello. ¿Y aun así, dices que soy yo el que te hace sufrir a ti? Irónico.
- ¿Qué tendrá eso qué ver? - quiso saber.
- Tiene mucho que ver. ¿Sabes por qué? Por tu maldita actitud. - confesó. - Porqué eres la primera en querer esconder esos supuestos sentimientos que tienes hacia mí, pero en cuanto alguien se me acerca más de la cuenta te enfadas y huyes de mí hasta que tu orgullo decide que ya es suficiente, como si yo tuviera la culpa. Eso es lo más egoísta que he visto nunca, y sinceramente, no lo entiendo. - expresó con enfado.
- ¿Supuestos? - repitió la rubia sin creérselo. - ¿Te piensas que me lo estoy inventando? ¿Qué es un juego tal vez?
- Ya te lo he dicho. Lo único que haces es negarlo. Es dudoso llegar a pensar que sientes algo. Además…
- ¡Eres un grandísimo idiota! - gritó. - Dices que solo lo niego, pero tú tampoco has intentado corregirlo.
- No he tenido oportunidad ya que tú te encargabas de hablar por los dos, al parecer.
- ¡Eso no es cierto!
- ¿Ah no? Cada vez que alguien menciona que tú y yo estamos juntos, o algo relacionado con eso, rápidamente lo niegas, como si te molestara que eso pasase.
- Eso... tampoco es cierto. - contestó ella disminuyendo el volumen de su voz.
- Claro que sí, así que dime, Lucy. ¿Qué es lo que quieres tú de mí? - preguntó de nuevo.
Ella no contestó. Arrugando el dobladillo de la falda con sus manos, se limitó a observar el suelo con un pequeño rubor sobre sus mejillas a medida que el tiempo pasaba. Los últimos rayos del Sol iluminaron con un hermoso color naranja aquella intima habitación indicando que la noche estaba por llegar.
Lucy alzó la cabeza, Natsu la observó, y conectando sus miradas ella habló, y él escuchó.
- No la beses. - dijo al fin. En su garganta se formó un nudo al imaginar aquella escena, pero a pesar de la dificultad agarró con más fuerza su vestimenta, y prosiguió. - No quiero... No quiero que la vuelvas a besar.
- No lo haré. - contestó él.
- No quiero que lo hagas.
- No lo haré. - repitió. Con las lágrimas a punto de deslizarse por sus rosadas mejillas, Lucy agachó la cabeza y sollozó. Por otra parte, Natsu alargó su brazo y rodeando el cuello de la rubia, la acercó a él. - No lo haré, y por eso mismo te pido que tú tampoco lo hagas.
- ¿Qué estás diciendo de repente, idiota? - preguntó ella abrazándolo por la cintura. - ¿Con quién te crees que estás hablado? No soy como tú... - susurró esto último.
- Ibas a besar al arenitas, no es verdad? - inquirió él de repente.
Las mejillas de la chica adquirieron un leve tono rosado al mismo tiempo que alzaba la vista para mirarlo.
- ¿Q-Qué...?
- Habías quedado con ese tío y tenías intenciones de besarlo.
- ¡C-Claro que no! - contestó separándose de nuevo. - ¿Quién te ha dicho eso?
- ¿Ah no? ¿Estás segura?
- ¡Por supuesto que estoy segura! - se defendió con enfado. - Contesta. ¿Quién te ha...?
- Entonces ibas a dejar que él te besara. - la interrumpió.
- ¡No!
De la nada, un leve recuerdo apareció en su mente y su rostro palideció. Indicio de que él estaba en lo correcto.
- ¿Acaso me equivoco? - preguntó. - ¿Acaso no fue eso lo que dijiste?
Sí, lo dijo, pero realmente no pensaba así.
- Solo vamos a quedar como amigos y ya. Nada va a pasar. Ni yo le voy a besar, ni él... - durante un segundo dudo. Él chico se le había declarado en una ocasión, y aunque realmente no era mala gente, si que era algo impulsivo. - Ni él va a besarme... - susurró girando la cabeza a un lado. - Creo...
- ¿Crees? ¿En serio? Es obvio que lo hará. - aseguró. - Y tú no vas a apartarte. Dejarás que lo haga.
- ¿No te acabo de decir que no pasará?
- Eso no lo sabes.
- Lo sé mejor que tú. - dijo suspirando. - Escucha. Lo dije, sí, es cierto, pero te aseguro que no pasara.
- ¿Y si lo intenta?
- No lo hará.
- Eso no es una respuesta, Lucy. - habló con el rostro serio. - Contesta.
- Pues me apartaré antes de que suceda. A diferencia de otros sé perfectamente cuando alguien se está acercando demasiado a mí. - atacó con el ceño fruncido. - Así que deja de decir idioteces.
Natsu gruñó para sus adentros. No le gustaba en absoluto esa situación. Ahora mismo su mente no dejaba de imaginar una y otra vez a ese sujeto besando a su rubia amiga. Se sentía mal.
- No son idioteces. Quieres vengarte de mi, por eso aceptaste salir con él.
- No. Acepté salir con él porque es un caballero, además de divertido, culto y tierno. - contestó cruzándose de brazos.
- Y porque querías olvidarte de mi. - añadió el chico sorprendiéndola. - ¿No es así?
Antes de que la muchacha pudiera articular palabra alguna, unos repentinos golpes sobresaltaron a los dos amigos. Durante un breve momento ninguno dijo nada, pero una vez más alguien tocó la puerta.
Lucy abrió la boca dispuesta a contestar el típico "Ya voy" cuando de repente y sin previo aviso Natsu colocó la mano sobre su boca acallándola en el acto. Pasaron unos pocos segundos en donde ninguno de los dos llegó a moverse ni un milímetro. Uno por miedo, y la otra por asimilar lo que el chico estaba haciendo. Cuando lo supo, con el enfado recorriendo su cuerpo, apartó de un manotazo el agarre que la tenía presa y avanzó hacia la puerta.
Antes de poder tocar tan siquiera el pomo, Natsu la empujó contra la cercana pared al mismo tiempo que la rodeaba contra su propio cuerpo.
- ¡Nat...! - intentó regañarlo. Intentó, por que de nuevo la mano del chico calló cualquier palabra que pudiera salir de su boca.
¡¿Qué demonios estaba haciendo ese idiota?!
Con el ceño fruncido y maldiciendo toda su existencia, vio con asombro como su rostro se acercaba lenta pero peligrosamente al de ella. Su corazón dio un vuelco. Cerró los ojos no sabiendo que iba a pasar en ese momento, y tras sentir la respiración de su compañero en su oreja los abrió de nuevo.
- Si haces algún mínimo sonido voy a besarte... - lo escuchó susurrar.
Su respiración se cortó, su cuerpo tembló, y sus mejillas adquirieron un precioso tono rojizo mientras parpadeaba con rapidez no creyendo lo que estaba sucediendo.
Con lentitud la mano que estaba sobre sus labios fue separándose poco a poco hasta liberarla. Quiso decir algo de inmediato, enfrentarse a él, pero la mirada de advertencia que el chico le estaba dando se lo impidió.
Los golpes volvieron a sonar sobresaltándolos ligeramente. Lucy quiso moverse, abrir, pero la pierna de su compañero estaba entre las suyas propias obstruyendo cualquier vía de escape.
- ¡Lucy-san! - se escuchó una voz. Lucy giró su rostro hacia el reloj de cocina, y después hacia la puerta. Era tarde. !Hacía quince minutos que tenía que haber llegado al punto de encuentro! - ¡Lucy-san! ¿Estás en casa?
- Que insistente... - susurró el oji-verde. - Debe tener muchas ganas de verte.
La rubia fulminó con la mirada al chico y quiso empujarlo para separarse, cosa que no consiguió, desde luego.
Nuevamente el pelirrosa acercó su rostro al de ella observando fijamente sus ojos color chocolate. La rubia giró su cabeza a un lado sintiéndose sumamente nerviosa, y él sonrió con picardía. Su movimiento no se detuvo, continuó su camino con seguridad hasta llegar a su segundo objetivo. Y aunque no era lo que tenía planeado desde un principió, empezar por allí, ponía las cosas mucho más interesantes.
El chico colocó su mano sobre la pared terminando de acorralar a su rubia compañera, y observando una última vez el sonrojado rostro de la chica, depositó sus labios sobre el desnudo cuello de esta.
Lucy abrió los ojos con sorpresa y sin quererlo, soltó un leve sonido de su boca.
- ¿Eso ha sido un gemido, Luce~? - preguntó con gracia segundos después.
Ella intentó taparse la boca con su propia mano, pero la de Natsu la detuvo rápidamente. Giró su rostro para encararlo y con asombro vio como sus mejillas estaban ligeramente coloradas. ¿Estaba sonrojado? Es posible. Ella no lo sabía, pero aquello había comenzado a encender a su compañero.
- ¿Natsu, qué...? - susurró.
- ¿Acabas de hablar? - la interrumpió él con seriedad. - ¿Has olvidado lo que te he dicho? - Lucy enmudeció de inmediato mientras su rostro adquiría más color aún. - O es que acaso... ¿Eso es lo que quieres?
Sin darle tiempo a que reaccionara, el joven mago alejó la boca de su cuello, para posteriormente y tras un segundo de reflexión, posar sus labios sobre los de ella.
El silencio inundó el lugar. El tiempo pareció detenerse. Lucy con los ojos bien abiertos, y Natsu presionando sus labios con los de ella.
El sonido de unos pasos alejándose, le indicó al chico que era momento de separarse. Abrió los ojos y observando a la chica se alejó.
- ¿Por qué? - preguntó ella. Natsu la observó, y grande fue sorpresa al ver como las lágrimas comenzaban a descender por sus sonrojadas mejillas. - ¿Por qué lo has hecho?
- ¿Tú que crees?
- No juegues conmigo, Natsu. Si no me quieres, si no te importo, está bien, son tus sentimientos, pero no me beses de la nada solo para intentar que te perdone. - dijo mientras sollozaba. - Si vas a...
- ¡No estoy jugando! - gritó él de la nada sorprendiéndola. - ¡¿De verdad te crees que haría eso solo para que me perdonaras?! ¡Claro que no!
- ¿Entonces porque lo has hecho? ¡No tiene sentido!
- ¿Acaso eres idiota? - preguntó con un suspiro. - Te lo he dicho antes y te lo digo ahora. ¿Por qué crees que estoy aquí hoy? ¿Por qué crees que no he dejado que le abrieses a ese tío? ¿Por que crees que te he besado? ¡Piensa un poco, demonios!
- ¡No lo sé! ¡No me hagas pensar! - le grito. - ¡Dímelo claramente!
- ¡Pues porque...! - empezó, pero de golpe calló.
Iba a decirlo, iba a hacerlo, pero la confianza que tenía hace unos momentos se disolvió. Un sonrojo apareció en su rostro y giró la cabeza a un lado haciendo un puchero.
- ¿No vas a decírmelo? - inquirió ella. Natsu no respondió. - Entonces me iré con...
- ¡Porque me gustas! - gritó. - ¡Porque te quiero! ¡Porque me importas! ¡Por eso lo he hecho!
Lucy enmudeció, y Natsu, con el rostro terriblemente sonrojado, alzó la cabeza despacio para observarla. Su pecho se comprimió al ver como las lágrimas volvían a descender por su rostro, y al escuchar el primer sollozo dio un pequeño salto asustado.
¿Qué demonios le pasaba? ¡¿Había hecho algo malo?!
- ¿L-Lucy...? - la llamó con cuidado. Sus ojos seguían fijos en él. - ¿E-Estás bien?
- ¡Claro que no estoy bien! - contestó sin detener su llanto.
- ¡¿Pero por qué lloras?!
- ¡Porque sí!
- ¡No puedes ponerte a llorar cuando has sido tú la que me ha exigido que lo diga!
- ¡No imaginaba que fuera eso!
- ¡¿Qué te imaginabas entonces?! - preguntó.
- ¡Cualquier cosa menos eso!
Natsu quería matarla.
Quería matarla por arruinar su confesión, y luego esconderse en algún país lejano!
Y Lucy quería matarlo, y hacer exactamente lo mismo.
- Eres increíble... - suspiró él rascándose la cabeza. - En serio... ¿Qué demonios quieres de mí? ¡Deja de llorar maldita sea!
- ¡Cállate! - gritó. - ¡¿Por qué has tenido que decir algo así en estos momentos?!
- ¿Cuándo querías que lo hiciera? ¿Después de que salieras con ese idiota? - preguntó con sarcasmo.
- No puedes hacer eso, Natsu... - comenzó a hablar más tranquila. - No puedes jugar con los sentimientos de alguien de esta manera.
- Nunca he jugado con los sentimientos de nadie. Y mucho menos con los tuyos.
- Iba a olvidarte... - susurró con dolor. - Iba a hacerlo... ¡Quería hacerlo, maldita sea! ¡Y tú...!
- No lo hagas. - la cortó él de repente. - No quiero que lo hagas.
- ¿Por qué no?
- ¿No te lo he dicho ya? Porque me gustas.
- Como amiga.
- Como pareja. - insistió él
- No sabes lo que es eso.
- Sí que lo sé.
- ¡Imposible! ¡Nunca has mostrado interés hacia ninguna chica!
- Porque la única que me interesaba eras tú, Lucy.
Una vez más las palabras de Natsu enmudecieron a la rubia causando un ligero rubor en ella.
- ¿Por qué nunca has dicho nada? - preguntó con algo de duda, segundos después.
- Por el mismo motivo que tú supongo. ¿Miedo? ¿Vergüenza? No lo sé.
- Me dejaste sola, Natsu.
- No sigas por ese camino, Lucy. - advirtió. - Ya te he explicado el motivo. Acéptalo de una vez. - la vio agachar la cabeza dolida por esas palabras y suspiró con cansancio. - Mira... Tenía que hacerlo. No pude proteger ni a tu yo del futuro, ni a Igneel, ni a ti durante la batalla con Tártaros. Perdimos muchas cosas ese día. Tenía que hacerme fuerte. Y aquí no lo hubiese logrado. - se mantuvo en silencio un momento esperando a que ella dijera algo, pero tras ver que no parecía tener intención continuó. - Si hubiese sabido que el gremio se disolvería créeme que no me hubiese marchado, o como mucho te hubiera llevado conmigo.
Lucy alzó el rostro para mirarlo.
- Quería verte. No dejé de buscarte en ningún momento.
- Lo siento. - se disculpó él, esta vez con mas sinceridad que nunca.
- No dejaba de pensar en ti.
- Lo siento.
- Eres un idiota.
- Lo sé y lo siento.
- Pero... Te quiero. - dijo Lucy finalmente con una pequeña sonrisa al mismo tiempo que se limpiaba las lágrimas restantes.
- Eso no lo siento. - contestó él con una gran sonrisa.
Ambos se mantuvieron en silencio durante un rato.
Mirándose fijamente.
Eliminando cualquier duda que sus mentes pudieran crear.
Sonriendo.
Hasta que finalmente comenzaron a acercarse y con una última sonrisa se abrazaron.
Natsu rodeó la cintura de Lucy, y Lucy rodeó el cuello de Natsu.
Diez segundos después, y con el corazón a punto de salírseles del pecho, finalmente juntaron sus labios en un tierno beso.
Corto, dulce, magnifico...s
De repente, unos golpes se escucharon y con ello una voz que interrumpió tan bello momento.
- ¿Lucy-san?
Natsu giró su vista hacia la puerta, Lucy lo imitó. Segundos después Lucy giró su vista hacia Natsu, y él la imito.
- ¿Debería salir y darle unos golpes? - preguntó el pelirrosa con burla.
Si la rubia duda un poco, definitivamente lo haría.
Segundos después y sin poder evitarlo, Lucy soltó una pequeña carcajada contagiando al chico frente a ella.
En un momento el apartamento pasó de estar en silencio a escucharse la risa de ambos magos, amigos y finalmente compañeros de vida.
No más dudas, no más miedos, ni más sentimientos ocultos. Ahora solo había alegría en ese lugar.
· ~ · ~ ·
¡Quiero llorar!
Lo he pasado mal escribiendo esto eh. Uff...
Pero bueno, decidme, que os ha aparecido?
Sé que faltan explicar algunas cosas, pero es posible que se resuelva en algún otro capítulo de esta historia :D
¿Qué decir del final? ¡No son lo mío!
Creo que no he hecho un final decente en mi vida.
Por Mavis...
¡Péguenme!
¡Estoy lista!
Espero que os haya gustado y me dejéis algún comentario diciendo que os ha parecido y si debería añadir o hacer algún cambio.
¡Os I loveo mucho!
¡Adiós! ¡Adiós!
