Venga, actu, que ya tocaba. Me tardé más porque estoy liada con los fics del sorteo =)
Resumencillo:
Repentinamente, Kakashi aparece para hacerle un examen sorpresa a Hinata y esta, aunque nerviosa, logra pasar la primera prueba, pero el profesor no las tiene todas consigo y preparara una trampa para Hinata haciendola beber alcohol. Esta termina diciendo cosas raras a Naruto, vomitándole en los pantalones y siendo cargada por Sasuke. Al despertar con Sakura, descubre que ha sido aceptada, pero Kakashi le pone una última prueba antes de firmar, sólo para enfadar a los chicos.
Ahora, comienza un nuevo arco...
Capítulo 5º
El primer concierto
Yo te acompañare en este sueño que cargas contigo e iluminaré tu belleza.
Hinata tomó aire mientras observaba el contrato firmado entre sus manos. El corazón le latía a cien por hora, aunque no fuera realmente literal. La emoción estuvo a punto de flaquear su concentración cuando casi tira una botella de agua al girarse para ir en busca de su bolígrafo. Por suerte, el hombre que estaba frente a ella sólo sonrió y esperó pacientemente.
—A mi hija le encanta esa banda de música y pertenece a una de las mejores escuelas, así que decir que no sería una locura. Como padre y como especialista en conciertos musicales.
Hinata se lamió los labios y dio gracias mentalmente a la hija de aquel hombre.
—Entonces, ahí estarán. Muchas gracias por darles otra oportunidad. No se arrepentirá.
—De lo que me arrepiento es de no poder darles más tiempo sobre el escenario —protestó el hombre tomando el papel finalmente firmado—. Espero que la clientela esté contenta con ellos y si piden más, tendrán un nuevo comienzo.
Ella asintió y tomó el resto de papeles tras estrecharle la mano.
Aquel estaba siendo un gran día.
Tras ser confirmada como mánager oficial, los puntos importantes empezaron a mostrarse y uno de ellos era la falta de actuaciones fuera de la escuela. Empezó a moverse por los anteriores puntos de conciertos y las negativas llovían como piedras. Más de una puerta se había cerrado ante sus narices, por no decir que algún que otro grosero la había sepultado en frases bastante hirientes.
—Cuando adelgaces y te operes la jeta de imbécil que tienes, quizás me piense en volver a hacer que esa bazofia toque en mi escenario.
Hinata las había ignorado, generalmente cuando iban hacia su persona, y las que iban directas al grupo había intentado por todos los medios no responder, aunque alguna que otra vez se le había escapado dar una patada a la puerta cerrada y echar a correr cuando esta se había abierto con un segurata con muy malas pulgas.
También había encontrado ciertos chanchullos oscuros que le habían revuelto el estómago.
—¿Los RC? —había preguntado uno de ellos—. Sí, tocaron aquí y su mánager había prometido que podría follarme a la batería. Se largaron y no mojé una mierda. ¿Eres la nueva mánager? ¿Qué tal si follamos y según como lo hagas me lo pienso? Porque imagino que os lo habrán enseñado en esa mierda escuela.
Hinata había temido por su integridad varias veces, hasta que llegó aquel buen hombre con una hija fanática por los RC.
Había sido su salvación.
Claro que cuando se lo contó al grupo no había esperado que suspiraran como si acabara de romperle todas las expectativas del mundo. Parecían globos deshinchándose.
—¿Qué ocurre? —preguntó acercándose a ellos y entregándoles botellas de agua—. ¿Ha ocurrido algo?
Sakura abrió su botella y negó con la cabeza.
—Supongo que esperábamos comenzar alto —respondió—. Pero… aquel hombre nos jodió lo suficiente como para tener que ser teloneros de un grupo que fue telonero nuestro.
—Entiendo, pero…
Se mordió el labio. No quería contarles las cosas que había tenido que escuchar y sufrir mientras buscaba algo para ellos. La idea de que eso les avergonzara o que pensaran que era culpa de ella por no haberse plantado. O… cedido.
Miró su propia botella de agua.
—¿Qué?
Dio un respingo al escuchar la voz de Sasuke. El muchacho tenía la mirada clavada en ella y, como solía pasar, parecía ser capaz de ver a través de ella.
Sacudió la cabeza como respuesta.
—Yo creo que… si tocáis mejor que nunca, aunque seáis teloneros, siempre hay posibilidad de que os pidan más y si nos concedieran más tiempo, sería el detonante. Si no, ya tengo otra idea en mente… sólo necesitaría los permisos, claro —murmuró llevándose un dedo a los labios.
—Bueno, por ahora tenemos ese concierto, cosa que hace pocos días no teníamos nada de nada —recordó Sakura poniéndose en pie—. Y eso quiere decir…
—No —negó Sasuke antes de que Sakura terminara—. Quiero terminar la canción.
Sakura infló un moflete. Desvió la mirada hacia Naruto, que les había dado la espalda, silbando y fingiendo interés en un cable del bajo.
Sakura infló el otro moflete y les tiró la botella de agua cerrada.
—¡Iros al cuerno! Como siempre lo tendré que hacer yo. Me llevaré a Hinata —anunció aferrándola del brazo—. Ella siempre será mejor compañera que vosotros para esto. Luego no os quejéis si lleváis algo rosa —canturreó.
Hinata estaba completamente perdida, sin entender qué sucedía hasta que salieron de la sala de música. La chica sonrió de oreja a oreja.
—Espero no haberte asustado —dijo—. Pero siempre que tenemos un concierto, hay que abastecernos de ropa para ese día y los chicos odian completamente ir de compras. La última vez fue un caos tremendo y terminamos siendo expulsados del centro comercial por su culpa.
—Ah, pero necesitaremos las tallas.
Se había estudiado las alergias de cada uno, pero no se le había ocurrido pedir en el informe sus tallas. Desde luego, sólo de pensarlo le daba algo de vergüenza.
—Tranquila, los conozco el tiempo suficiente como para saber su talla. Compraremos ropa que llame mucho la atención pero que no salga de nuestra línea de confort, claro.
—¿Siempre haces tú las compras de vestuario?
—Sí, generalmente —confirmó mientras salían del edificio y buscaban un taxi—. Como has visto, ellos no quieren ir y… bueno, prefería escogerlo yo a que el anterior mánager lo hiciera. Una no se siente feliz cuando un tipo baboso como ese te compra lencería.
Hinata comprendió y apretó los labios.
—Lo siento…
—No te disculpes —demandó rodeándole los hombros con un brazo—. Nos vamos a divertir. Además, nos vengaremos de los chicos comprando algo rosa para ellos, ya que lo odian —canturreó.
—No creo que…
—¿Se lo pongan? Oh, lo harán. Nunca dicen que no.
Por la sonrisa maliciosa que cruzó el rostro de Sakura, Hinata comprendía por qué. Eso y por otra razón: Sakura era la niña mimada del grupo. La princesa. Y le gustaba que fuera así, porque eran adorables.
Hasta el punto en que sentía un cierto ápice de envidia sana. Porque, sin darse cuenta y a medida que avanzaban las horas de compras, también quería ver más esa sonrisa de Sakura, la verdadera, la que no ocultaba ningún tipo de dolor.
—Vale. Llevamos los vaqueros, las botas, las camisetas, el chaleco… la cinta para el pelo y los collares. También las muñequeras… —citó mientras revisaba las bolsas por encima—. Y… la ropa interior rosa.
Sakura estalló en carcajadas al escuchar eso último, con tanta fuerza, que estuvo a punto de tirar el batido que sostenía entre sus manos.
—Sí, lo sé. También he comprado esto.
Le mostró una cajita transparente.
—Ay, dios. ¿Se los pondrán?
—Sí, lo harán —aseguró—. Será muy divertido. Yo ya llevo puestos los míos.
Hinata se inclinó para observarla, sonriéndole.
—Pero a ti apenas se te ven.
—¡Lo sé! —exclamó divertida echándose hacia atrás.
Sus ojos oscilaron por encima de la cabeza de Hinata y la escuchó maldecir.
—Lo que faltaba —protestó Sakura.
Hinata siguió su mirada y casi estuvo a punto de caerse de la silla.
—¡Ino Yamanaka! —exclamó llevándose las manos a la boca.
La mujer se fijó en ellas con un falso parpadeo.
—Oh, vaya. Parece que alguien me conoce. Ah, pero si está contigo, Frentona.
Sakura levantó el dedo corazón de su mano derecha.
—Piérdete, Ino-cerda.
Pero en lugar de marcharse, Ino se sentó a su lado, dedicándole una sonrisa amable.
—Así que eres tú la nueva mánager de esta loca y los chicos.
—Sí —reconoció.
—Ya me contó Kakashi que me rechazaste por ellos.
Hinata enrojeció culpablemente, mirándose las manos.
—No la presiones —acusó Sakura señalándola con el índice—. Además, seguramente la habrías torturado, porque cuando entras en modo friki, no sales ni de tu cuarto y el último mánager que tuviste, se marchó porque estaba reventado.
—No es mi culpa que no aguanten mi ritmo —musitó indiferente Yamanaka. Se ahueco el cabello, echando hacia atrás la larga cola de rubios cabellos—. Además, no era tan impresionante como quiere hacerse. Ni siquiera sabía lo que era una conjugación verbal.
Hinata estaba a punto de abrir la boca para responder, pero Sakura golpeó la mesa con una mano, cortándola sin querer.
—¡Un mánager no necesita saber todo eso! Se preocupaba por tu salud y mantenía tus citas en orden. Eras tú la que…
—Vale, vale —rezongó Ino encogiéndose de hombros—. Que no voy a quitártela, diablos. Puedes quedártela. Aunque me fastidia que me quites a una chica que ha sido capaz de conseguir que volváis a tocar. Eso significa que se esfuerza en lo que hace y que su sueño realmente es ser mánager.
Sakura se sentó pesadamente, suspirando. Desvió la mirada.
—Sí, de un escritor. Como tú.
—Pero ahora mismo estoy bien —aseguró—. Me gusta ser la mánager de RC.
Ino le dio una palmadita rápida en la mano.
—No te preocupes, el puesto que te ofrecieron ya está ocupado. Aquí las cosas van rápido. O lo tomas no la oportunidad vuela.
—Deja de intentar hacer que se sienta mal, Ino-cerda.
—Para nada es esa mi intención. Es más, seguramente no la conozca como para sentirse mal. Es Karui. ¿Te suena?
Hinata no la reconocía, al menos no de nombre. Después de la incomodidad de la última reunión de mánager, no había prestado atención a mucho más. Y menos a los otros mánager.
—Bueno, no importa —sentenció Ino levantándose—. Vais a dar un concierto. ¿Cierto?
—Sí —asintió Sakura volviéndose hacia su bolso y entregándole un par de entradas—. Dáselas también a Sai para que vaya contigo. Naruto seguramente también se las de a Shikamaru y los demás.
—Sois teloneros —se percató Yamanaka.
Hinata se mordió los labios, preocupada.
—Es el comienzo de algo grande —tartamudeó, nerviosa.
Sakura le sonrió como respuesta.
—Lo mismo que diría Naruto.
—Naruto. ¿Eh?
Sakura no dijo nada y Hinata intercambio una mirada con ella e Ino, quien, tras saludarlas, terminó por marcharse.
—¿He dicho algo malo? —cuestionó mientras recogían las bolsas con intenciones de volver.
—No es eso —negó Sakura avanzando hasta las escaleras mecánicas—. Ino y Naruto salieron juntos por un tiempo. Antes de aquello, ya sabes.
Hinata asintió.
—Creo que duraron un año. Entre tonteos, salir, etc. Podrías decir que fue casi un año y medio. Pero él la dejó tras aquella promesa.
Hinata recordaba la conversación, la forma en que Naruto le había explicado la regla principal de RC hacia sus miembros. Jamás habría pensado que había algo tan delicado detrás de todo para Naruto. Sí, lo de Sakura lo era, y hasta había pensado que podía estar enamorado de ella. Que hubiera tenido novia antes, era la sorpresa.
¿Cómo no iba a tenerla? Podría ser que Sasuke fuera el más ligón. En realidad, casi todas las revistas que su cuñada le mostrara eran más hacia Sasuke que Naruto, pero no negaba que el rubio tuviera sus fans. Aunque no tan llamativas.
Quizás es que ella era… especial en gustos.
Aunque saber que a Ino le había gustado Naruto, le dio una nueva visión.
—¿Y si decidieran volver? —cuestionó.
Sakura negó.
—Imposible. Ino finalmente ha encontrado otro hombre. Sai.
—Ah, el pintor.
Lo recordaba porque había provocado que Naruto estallara aquel día en la cola de espera.
—Sí. No es que salieran enseguida, se tomó su tiempo, pero bueno, ahora al menos pueden estar delante y no matarse.
—¿Matarse?
Sakura asintió, subiéndose al taxi y tras dar la indicación, la miró.
—Naruto cortó con ella sin cortarle los motivos, así que Ino entró en un bucle de rabia porque no comprendía por qué de pasar a prometerle el mundo, pasó a odiarla sin más. A no mirarla, etc. Por entonces, Naruto sí estaba colado por ella y esas cosas le dolieron. Ahora ya lo ha superado, pero…
Se miró las manos de uñas verdes pintadas.
—No es tu culpa, Sakura.
—Lo sé —reconoció encogiéndose de hombros—. Pero a veces odio que ellos hicieran esa clase de promesa en mi contra. Especialmente, Naruto.
Se pasó una mano por los cabellos.
—Dios, quiero que se enamore, que folle hasta quedarse seco y que viva la vida. Pero no. Él tiene que ceder a cumplir esa promesa sin hacernos caso.
Hinata no comprendió del todo.
—¿Qué hay de Sasuke?
Sakura sólo sonrió y no pudo descubrir nada tras esa sonrisa. Era vacía. No había esa adorable sensación maternal como cuando hablaba de Naruto o lo regañaba.
—Mira, hemos llegado —anunció Sakura—. Tengo muchas ganas de ver que se pongan lo que hemos comprado para ellos.
Tras pagar al taxista, ambas buscaron a los chicos. Estaban en la cafetería, dejando la basura en la papelera cuando las vieron. Naruto casi corrió hacia ellas, arrastrando a Sasuke del brazo.
—¿Qué tal ha ido?
—Muy bien para nosotras, muy mal para vosotros —respondió Sakura.
Hinata se percató de que evitó hablar de Ino mientras les explicaba, de camino a las habitaciones, su reconfortante tarde de compras. Aunque Hinata empezaba a sentirse algo cansada de tanto ir de un lado para otro.
Se miró en uno de los cristales del pasillo, preguntándose si gracias a aquellos paseos habría logrado perder algo de peso.
—Hinata, entra, entra —invitó Sakura mostrándole las bolsas con una sonrisa traviesa.
La imitó y entró tras Sasuke, quien se acoplo en el sofá, mientras que Naruto se sentaba a sus pies y curioseaba las bolsas antes de recibir algún que otro cachete por parte de Sakura.
—Todo a su tiempo y sin prisa —aseveró.
Naruto chasqueó la lengua y aprovechando que Sakura les dio la espalda, la miró, moviendo los labios.
¿Qué es?
Hinata le sonrió, llevando un dedo hasta los labios. Él le sacó la lengua y el calor se le subió a la cara. Se quitó las gafas, carraspeando y limpiándolas con la camiseta. Sakura se volvió finalmente, entregándoles la ropa a cada uno. Con alivio, ambos las abrieron para mirar qué les había tocado.
También aceptaron los collares y muñequeras. Hasta que apareció la ropa interior.
—Sakura —gruñó Sasuke.
—Os lo dije —advirtió la chica guiñándole un ojo cómplice—. Y, también he traído otra cosa.
Los puso sobre la mesita de café, uno frente a cada uno. Hinata miró los que puso frente a ella.
—¿Eh?
—Para ti también —confirmó Sakura
—¿Eh? —exclamó Naruto—. ¿Pendientes?
—Sí —asintió tomando los suyos. Rosas, del mismo tono que su cabello—. Sasuke tiene unos rojos. Naruto, a ti te he traído unos negros y Hinata los tiene naranja.
Hinata los miró con cierta duda.
—¡Ah, pero a mí me gusta el color Naranja! —protestó repentinamente Naruto.
—No te quejes —gruñó Sasuke.
Hinata carraspeó, ofreciéndoselos.
—Yo… no tengo agujeros donde poder ponérmelos... Si los quieres, puedes llevarlos en mi lugar.
—¿No tienes agujeros? —cuestionó Sakura inclinándose—. Ah, como hoy llevas el cabello suelto no me dio cuenta.
Hinata se llevó una mano a la oreja, ruborizada.
—¿Es por algún motivo?
—¿Tus padres no te dejan, quizás? —supuso Naruto.
—No, no tiene nada que ver. Mis padres me agujerearon las orejas cuando era más pequeña, pero al crecer, dejé de ponerme pendientes porque se me enredaban en el cabello y era más sencillo para mí moverme y se me cerraron los agujeros.
—Pues volvamos a abrirlos —propuso Naruto levantándose y remangándose—. Sakura, tienes las cosas todavía por ahí. ¿Verdad?
—Sí, de la última vez que se lo hiciste a Sasuke.
Hinata los miró con los ojos muy abiertos.
—¿Qué?
—Los agujeros de las orejas siempre nos lo hemos nosotros —explicó Sasuke indiferente, mirando la etiqueta del bóxer rosado que le habían comprado—. Naruto tiene mejor puntería al hacerlos.
Naruto se sentó a su lado de piernas cruzadas.
—¡Sí, ttebayo! No te preocupes, que los haré bien.
—Pero… —dudó.
Empezaba a sentirse muy nerviosa y no sólo por tener que hacerse los pendientes. El rubio estaba demasiado cerca de ella y había llevado ya una mano hasta su mejilla para quitarle algunos mechones de la zona.
—Sasuke, déjame una gomilla, anda.
Sasuke le miró, luego a ella. Suspiró y llevó la mano derecha hasta la muñeca, quitándose una oscura gomilla que le entregó. Naruto la tomó, abriéndola entre los dedos para llevarla a su boca y aferrarla con los dientes.
—A ver, primero recogeremos el cabello.
—Ah, puedo hacerlo yo y…
Él negó.
—No. Yo veré mejor cómo para evitarlo cerca de las orejas, ttebayo.
—Deja que lo haga —dijo Sasuke señalándole con la barbilla—. Si discutes, será peor.
—Cállate, Teme. Fue culpa tuya que te pellizcara con el coletero. No te estabas quieto.
—Sí, sí —ignoró Sasuke.
Hinata apretó los labios, nerviosa. También cerró los ojos.
Naruto dejó de discutir y sus dedos se movieron por su cabeza, aferrando sus cabellos en lo alto en un moño que dejaba a su merced ambas orejas.
—Anda, pero si son preciosas.
Dio un respingo, retrocediendo hacia atrás, cubriéndoselas con ambas manos. Naruto guiñó los ojos, sin comprender. La señaló.
—¿Por qué siempre las llevas escondidas?
Parpadeó, mirando a un lado y otro de la habitación. Su labio inferior tembló.
—Yo… nunca he sido bonita, así que… Cuando era más pequeña, mis compañeros de clase solían decirme que tenía las orejas de elefante de lo gordas que estaban.
Hubo un momento de silencio incómodo, hasta que Naruto dio un golpe contra la mesa con el puño cerrado.
—¡Qué clase de tontería es esa! —exclamó—. Tus orejas no son orejas de elefante. Si lo fueran, serían más grande que tu cuerpo.
—Cosa que sería ilógicamente anormal —confirmó Sasuke impasible—. Idioteces de niño.
—Algunas personas tardan más en crecer que otras —añadió Sakura sentándose junto a la mesa y dejando las cosas sobre esta—. Tus orejas son perfectas, Hinata. Y ahora, vamos a resaltarlas un poco más.
Naruto tomó algo del hielo que Sakura había traído y tiró de ella hasta sentarla a su lado.
—La verdad es que son tonterías. ¿Escuchaste cómo me llamó Ino? —preguntó Sakura.
—Sí —recordó—. ¡Uy!
Naruto rio.
—Esta frío. Aguanta un poco.
—Bueno, pues es porque desde siempre he tenido complejo por mi frente. Pensaba que era muy grande y que según qué peinados no me quedarían. Los chicos de la clase se enteraron y empezaron a burlarse de mí por ello.
Mientras hablaba, Sakura iba preparando más cosas en la mesa para Naruto, quien de vez en cuando le pellizca la oreja para comprobar su sensibilidad.
—Con Sasuke también se metían debido a que tenían envidia de que fuera más inteligente que los demás —recordó Naruto.
—Tú eras quien más te metías con él —rememoró Sakura señalándole.
—Je, je, cierto —confirmó mirándola—. Por entonces, no le soportaba. Era don perfecto. A mí me daban mucha caña por culpa de que mis padres murieran y la verdad, más de una vez terminé llegando a las manos con ellos.
Naruto dejó el hielo a un lado para tomar la aguja que Sakura había sacado de un paquete estéril. Hinata apartó la mirada, tragando. Sintió el dorso de la mano de Naruto pegarse contra su mejilla y, aunque no sintió dolor, sí sintió el pinchazo. Naruto continuó moviendo su mano contra su carne y, por un instante, se preguntó si no sentiría asco por la sensación de su mejilla contra su mano. Al fin y al cabo, no poseía una piel perfecta. Solía ser más grasienta de lo que le gustaría.
Pero él no se inmutó y continuó trabajando en lo que hacía, hasta que sintió el chasquido del pendiente.
—Bien, cambiemos al otro oído.
La rodeó para sentarse y tomó el otro trozo de hielo que Sakura le entregara.
—El caso era tocar la moral como fuera —continuó un momento después—. Y al final, cuando vas creciendo, muchas cosas se quedan atrás, aparcadas.
—Cierto —confirmó Sakura.
Lástima que para ella no. Si no, no le habría costado llegar a ser mánager y estar a punto de perderlo todo.
—¿Fuiste a una escuela para chicas, Hinata? —se interesó Sakura.
—No, era mixta, pero sí que era de…
—De las que tienes que tener pedigrí. ¿Verdad? —bromeó Naruto.
—Sí —reconoció azorada. No le gustaba vanagloriarse por ese hecho—. Era… aburrida. En realidad, me lo estoy pasando mil veces mejor ahora que en ese tiempo. Hay muchas cosas que puedo hacer, otras que estoy descubriendo y…
Se llevó los dedos hasta el pendiente que acababan de ponerle.
—Tengo mi primer agujero en la oreja hecho por alguien que no tiene nada que ver con mi familia.
—Yo lo llamaría amigo —bromeó Sakura mostrándole los dientes en una sonrisa.
—Por cierto —interrumpió Naruto repentinamente—. Antes dijiste que Ino te llamó de ese modo delante de Hinata. ¿Os habéis encontrado?
Hinata sintió como el aliento se le cortaba. Miró a Sakura, preocupada, pero esta actuó con naturalidad.
—La hemos visto.
—Ajá.
Naruto no añadió nada más, pero pudo notar que su mandíbula se tensaba y que, cuando le pellizco la oreja esa vez lo hizo con más fuerza.
—¡Ay!
—Ostras, perdón —se disculpó volviendo a poner el hielo.
—No lo pagues con Hinata, Naruto —regañó Sakura.
—No pago nada con nadie —respondió seco.
—Naruto —advirtió Sasuke.
El rubio no volvió a abrir la boca. Ni siquiera cuando la pinchó y volvió a colocar el nuevo pendiente.
—¿Qué tal? —cuestionó Sakura—. Guao, perfectos. Este chico tiene buena para hacer esto.
Hinata buscó un espejo con la mirada hasta que Sakura se lo señaló. Se acercó, algo temerosa. ¿Y si realmente sus orejas sobresalían demasiado? Sin embargo, eran tan normales como siempre, sólo que esa vez, tenían pendientes. Uno negro y otro naranja.
—Pero…
Naruto se acercó, poniéndose el suyo propio.
—Me gustan los naranjas, pero son tuyos. ¿Qué tal un medio intercambio? —propuso.
¿Y cómo podría Hinata si quiera pensar en negarse a esa sonrisa?
Se ahueco las orejas para que él pudiera verlas bien y sonrió, feliz por primera vez en su vida, de mostrarlas.
—Parecéis una pareja de idiotas —espetó Sasuke rompiendo toda la magia.
Sakura le tiró un cojín como regaño y Naruto se unió a la disputa. Hinata les dio la espalda, pellizcándose las mejillas e intentando que el corazón no se le escapara del pecho.
La felicidad era dolorosa.
.
.
El concierto estaba a punto de terminar y RC estaba terminando los últimos preparativos cuando Hinata entró en el camerino. Sakura se había quejado, alegando que anteriormente ellos habían tenido los mejores, pero ninguno de los chicos se quejó demasiado.
Sasuke se mantenía apartado de ellos, revisando la letra de la canción y asegurando que su voz estuviera lista. Naruto, por su parte, parecía más inquieto de lo normal.
—¿Estás bien? —preguntó—. ¿Necesitas agua, una toalla, una tila o…?
—No, tranquila, ttebayo —negó sonriéndole forzadamente—. No es eso.
Para Hinata era la primera que participaba en un concierto o que asistía a uno, para ser más exactos. Sin embargo, podía comprender perfectamente cuando alguien estaba teniendo una crisis nerviosa de tantas que había experimentado.
Le dio una palmada en la espalda, nerviosa.
—¡Lo harás genial!
Y se sintió completamente patética por decir eso. Enrojeció y aquella cosa pareció sorprender a Naruto, que hizo una mueca indescifrable.
—Eres una chica muy rara, Hinata.
Dio un respingo, desanimada.
—Pero sé lo que quieres decir. Es cierto.
Se volvió repentinamente hacia los otros dos, levantando ambos puños.
—Chicos. Es cierto. Estamos en un camerino de segunda. Somos los teloneros. No nos merecemos esto. Pero hemos estado peor, ttebayo —dijo mirándolos—. Hinata es nuestra mánager y nos ha conseguido la gran oportunidad de volver a levantarnos y estamos como idiotas, quejándonos en vez de disfrutar de lo que de verdad nos gusta y lo que sabemos hacer. ¿¡Qué somos!? —exclamó.
Extendió su mano derecha delante de él. Sasuke y Sakura le miraron. El primero sonrió de medio lado, un movimiento leve de sus labios. Posó su mano sobre la de él.
—RC.
Sakura le imitó, sonriente.
—¡RC!
Los tres volvieron su mirada a ella. Se preguntó qué pasaba hasta que Naruto tiró de su mano, posicionándola sobre la de Sakura y dejando la suya misma encima.
—¡ROCK CRAZY!
Levantaron las manos por encima de su cabeza, obligando a Sakura y ella a saltar para llegar. Cuando las carcajadas llenaban la habitación, alguien llamó a la puerta. Una joven asomó la cabeza.
—¿Estáis listos? Es vuestro turno y muero por escucharos.
—Desde luego —confirmó Sakura—. Más vale que te prepares para saltar y cantar.
La muchacha sonrió abiertamente y salió, emocionada.
—Estaré entre el público —anunció, saliendo tras ella.
Se reunió fuera con Kiba, quien ya se había asegurado un puesto en primera fila. Las luces se apagaron, pero aun así logró captar que, desde una mesa lejana, Ino y Sai estaban sentados y observaban el escenario con sonrisas cómplices. La escritora la saludó con la mano y ella le devolvió el gesto con un tímido movimiento.
Se preguntó, por un instante, si su presencia repercutiría de algún modo sobre Naruto, pero cuando el grupo salió al escenario y los primeros acordes empezaron a sonar, Hinata comprendió a qué se había referido Sakura, qué quería decir su cuñada y por qué, repentinamente, todas las miradas de los presentes –los cuales muchos estaban por marcharse-, se enfocaron en ellos.
RC se metió al público en el bolsillo en el mismo momento en que las luces los enfocaron.
Sasuke abrió la boca.
Y el público enloqueció.
Kiba a Hinata rápidamente se vieron aplastados contra la barandilla de seguridad y el suelo tembló cuando la gente empezó a saltar. Muchos, conociendo la canción al ser una de las antiguas, se unieron a los coros.
Naruto se movía de un lado a otro y hacia los coros junto a Sasuke, quien parecía haber nacido para cantar esa canción. Sakura, de fondo, hacia las voces femeninas mientras la batearía casi parecía formar parte de su mundo.
Sin darse cuenta, los ojos se le llenaron de lágrimas.
—Eras la mánager. ¿Verdad?
El jefe del local le dio un toque en el hombro, sonriendo.
Hinata asintió.
—Cuando termine el concierto, ven. Quiero que vuelvan a tocar y esta vez, no será como teloneros.
Kiba y ella intercambiaron una sonrisa, emocionados.
—¡Si! —exclamó hacia el hombre, quien se alejó tras levantar el pulgar hacia el grupo.
El público no tardó en pedir más.
Aquella noche, el local se llenó y las letras de RC, quienes debían de ser teloneros, opacaron al primer grupo oficial.
RC había vuelto.
Continuará...
¡Gracias por leer el capi y por sus rw! :3
Por otro lado, los que me siguen en Face, espero que hayan descubierto de qué iba lo de que Naruto había penetrado a todos xD.
¡Nos leemos pronto!
