Aquí os traigo finalmente la actualización, que, por una cosa y otra, se me atrasó.


Os dejo resumillo:

Gracias al apoyo de su padre, la economía y las oportunidades para RC aumentan. Para darles fama de nuevo, Hinata tiene una maravillosa idea de hacer un concierto público y logran captar la atención de fans antiguos y nuevos, así como de cierta persona…

Mientras, sus sentimientos por Naruto que no deberían de crecer, siguen ahí, cada vez más grandes…


Capítulo 8

El acoso

Está muy bien eso de ser fan pero olvidamos la libertad de las personas.


Hinata sonrió mientras se dormía, envuelta por un sueño de fantasía e ilusión. Y también sonreía cuando llegaron las invitaciones a eventos y tuvo que organizarse aún mejor para poder acudir a todos.

Tras su alocada idea de publicitarse de aquel modo, con un concierto inesperado, que no sólo encantó a Kakashi, sino que muchos fans regresaron y la página que le había pedido a Kiba que le ayudase a crear con próximos eventos, ventas de entradas e información de los chicos, estaba completamente activa y con un contador increíble de visitas. Además, su padre estaba feliz también porque aumentaron las ventas.

Cuidar del grupo se convirtió en algo más delicado. Sasuke a veces se olvidaba de comer y tenía que estar atenta o adelgazaría de más, hasta el punto de enfermar. Sakura a veces se pasaba con el ejercicio y debía de recordarle que menos a veces, es más. Y Naruto desgastaba mucha energía que necesitaba recuperar.

Así que siempre iba cargada con varias bolsas para ellos, corriendo de un lado para otro y una sonrisa que no podía borrar. Si las cosas iban bien para ellos, es que ella estaba haciendo un buen trabajo como mánager.

Incluso Tsunade, la directora, parecía estar feliz. Envió cestas de felicitación para todos con comida y bebidas energéticas para ayudarles. Y Kakashi los invitó a comer alguna que otra vez como felicitación.

Pero toda aquella buena suerte se desperdiga en la oscuridad una de aquellas mañanas en las que despertaba sonriente, acariciando la cabeza de Kurama, que dormía a sus pies, ya que esa noche la escogió a ella para dormir. La mascota del grupo solía turnarse. A veces dormía con Naruto o con Sakura y muy pocas, con Sasuke.

Los golpes en su puerta eran insistentes, tanto, que cuando abrió estuvo a punto de recibir uno. Alargó la mano para coger sus gafas y enfocar mejor a la persona que acababa de intentar agredirla, hasta que vio su rostro.

—¡Sakura! —exclamó sorprendida.

Temblaba como un flan. Todavía en pijama, los ojos rojos y lágrimas que no cesaban. Hasta su cabello se pegaba a sus mejillas por el llanto. Su labio temblaba tanto que no podía ni hablar.

—Ven, pasa —ofreció haciéndose a un lado—. Espera, te haré un té relajante.

Sakura se subió a su cama, acurrucándose, abrazándose las piernas mientras ella hacía la necesitada bebida. Cuando estuvo hecha, se acercó para dársela. A Sakura le temblaban tanto las manos que apenas podía sujetar la taza correctamente, pero, aun así, se logró que diera un sorbo tras otro.

—¿Has tenido una pesadilla? Supongo que estamos teniendo mucho estrés —supuso.

Pero Sakura negó y le ofreció el té que quedaba que ella colocó en la mesita de noche antes de que terminara vertiéndose.

—¿No es eso? —cuestionó más amable.

Sakura negó.

—¿Quieres que llame a Naruto o Sasuke? —propuso. Sabía que quizás, con ellos, sería más fácil.

Cabía la posibilidad de que hubiera acudido a ella por error.

—¡No! —suplicó aferrándola de las manos—. No, he venido a ti… porque si se lo digo… sería un caos.

Hinata tembló sin comprender su ataque de pánico.

—Sakura. ¿Qué ocurre?

—Yo… —dudó—. No quiero mostrártelo como mi mánager, sino mi amiga. Ahora mismo necesito una amiga.

Hinata se mordió el labio inferior, con el corazón latiéndole de emoción y preocupación a la vez. Que Sakura la considerase más amiga que Mánager era hermoso. Pero el temor que sentía la preocupaba.

—Lo que quieras —dijo finalmente.

Le echó los cabellos hacia atrás para despegárselos del rostro y ella rebuscó en los bolsillos del pijama hasta dar con una carta. La desdobló como si le quemase y se la entregó.

Hinata dudó y finalmente, la tomó, abriéndola.

Sus ojos se movieron por las letras, la bilis le subió a la garganta y palideció, mareándose.

Se llevó una mano a la boca para evitar que escapase un sollozo de terror.

—Sakura, esto…

—Sí —confirmó ella aterrada—. Lo sé…

Bajó la vista de nuevo a la carta.

—Antes los tres no vivíamos en pisos cercanos. Sasuke vivía al final del pasillo, Naruto en la entrada y yo en el centro como ahora, pero en el otro lado. Cuando me mudé, un chico muy majo se mudó allí y a veces me trae el correo. Estoy segura de que él no ha sido. Lee es… muy bueno.

—Entonces, alguien de fuera debió de enviarla y…

—Es él —interrumpió—. Estoy segura de que lo es. Léela bien…

Se abrazó a sí misma mientras señalaba la carta.

Hinata la leyó en voz alta esa vez.

Para Sakura Haruno de RC.

He visto que has regresado con fuerza. Sabes que soy fan de tu manejo con la batería. Sin ti los chicos estarían perdidos. Necesitan tu ritmo y fuerza. Eres la medicina que necesitan para sostenerse.

Estoy seguro que sudas por el esfuerzo para seguir su ritmo, para apoyarles, porque así eres tú.

Y también estoy seguro de que sigues oliendo a cereza y que sabes a ello. No has perdido tu encanto sensual y adoro ver cómo sigues moviéndote cuando sacudes la batería.

Estoy ansioso por ver más. Por el recuerdo.

Hinata sintió de nuevo ganas de vomitar.

Desde que volvieran a conseguir fama las cartas no habían faltado. Fans adorables, fans locos y fans demasiado excitados que exigían querer gobernar la vida de sus ídolos. Hinata se había informado acerca de cómo habían terminado las situaciones entre fans y ídolos en algunos casos, por ejemplo, al casarse.

No todas resultaron bien ni felices.

Los fans parecían olvidar que sus ídolos podían tener sentimientos.

Desde luego, cartas que halagaban los cuerpos de cada uno de ellos también llegaron. Y alguna que otra quejándose de que Sakura estuviera ahí, con los chicos. El odio indiscriminado y estúpido no fomentaba ningún recurso, así que los chicos solían reírse de ello, especialmente Naruto, quien solía recalcar que sin Sakura ese equipo no sería nada.

Hinata estaba de acuerdo. La había visto esforzarse como la que más y seguir el ritmo de dos muchachos perfectamente. Mientras que ella muchas veces se quedaba sin aliento sólo por mirarlos de lo motivada que se sentía. Claro que, físicamente, ellos estaban mucho mejor que ella.

Si bien era cierto que había perdido algo de peso y que estar más ocupada en otras personas que en ella le había hecho olvidarse alguna que otra vez que su cara continuaba teniendo algunos granitos visitantes, había cambiado mucho. Incluso hasta su forma de vestir.

Como mánager debía de estar siempre cara al público y Sakura se encargó de darle una nueva imagen que respetara su aspecto y también, su capacidad sin tener que desnudarse para conseguir algo.

—Tenemos que decírselo a los chicos, Sakura —dijo con la mejor calma que era posible de mantener. Sakura le miró aterrada. —Sé lo que ocurre, lo quieres expresarme, pero esto es algo que afecta al grupo entero y no te lo estoy diciendo como mánager. Si no como amiga. Si ellos se enteran más tarde de esto, cuando no puedas más con ello, se enfadarán mucho. Y, sinceramente, con razón.

—Lo sé, lo sé —reconoció ella hipando—. Pero… la última vez… Naruto casi hace una locura y Sasuke fue detrás. No quiero que ellos sufran por…

—Y ellos no querrán que sufras esto sola.

Estaba segura y Sakura también, porque al fin, con los ojos aguados, asintió.

Hinata sacó el móvil y los llamó a ambos. No tardaron mucho en llegar.

—¿Dónde…? —Sasuke no terminó la pregunta cuando la vio.

Sakura se echó a sus brazos y luego a los de Naruto. Sasuke la tomó del codo para alejarla de los otros dos y clavó su oscura mirada en ella.

—¿Qué ha sido? —preguntó directo.

—Esto… —tartamudeó ofreciéndole la misiva.

Sasuke la tomó con cierta brusquedad. Hinata hizo espacio para darle intimidad mientras la leía en un visto y no visto. Se percató de que Naruto miraba hacia ellos con las cejas fruncidas, acunando a Sakura para tranquilizarla.

—¿Es? —cuestionó cuando Sasuke terminó de leer la carta.

—Sí —asintió—. Se la llevaré a Kakashi.

—No —interrumpió Naruto—. Iremos Hinata y yo —señaló—. Quédate con Sakura.

Sasuke frunció el ceño mirándole, pero le devolvió la carta y caminó hacia Sakura, ocupando el lugar del otro chico. Naruto se acercó a ella, con las manos en los bolsillos.

—¿Vas a cambiarte? —cuestionó mirándola de arriba abajo.

Hinata tardó en comprender que continuaba en pijama.

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Kakashi frunció el ceño cuando escuchó su explicación y enseguida guardó la misiva y escribió un nombre sobre el sobre en el que la puso. Hinata estaba muy curiosa, preguntándose si realmente eso funcionaría al menos, calmaría a Sakura.

Cuando abandonaron el despacho, Naruto suspiró. Agotado, frustrado y de todo.

—¿Realmente conseguirá algo?

—Si, aunque ya has escuchado la bronca que nos ha echado por tener demasiadas huellas —recordó—. Pero Kakashi tiene buenos contactos.

Hinata se frotó las manos, nerviosa.

—Debería de poder hacerse algo.

—Se hizo —explicó Naruto deteniéndose y apoyándose contra la pared—. Se puso una orden de alejamiento de ella. No puede estar cerca ni por asomo. Pero a veces estas mierdas no funcionan…

Dio un puñetazo a su propia palma, molesto.

—Tendríamos que haber actuado nosotros…

—No —negó rápidamente posando sus manos sobre las de él, asustada—. Ese sería el fin de vuestra carrera y es algo que Sakura no querría. No iba a contároslo, fui yo la que insistió. Así que, si ella hizo ese esfuerzo, comprende mejor que no querría que ni tú ni Sasuke perdierais vuestro sueño por este suceso.

Naruto viró su mano y apretó la suya con firmeza. Hinata sintió que el corazón le subía a la boca por la sorpresa.

—Tienes tanta razón, Hinata. No sé qué haríamos sin ti.

Le sonrió, llevándose la mano que asió hasta la boca y besándole la palma. Si tenía que tener un ataque al corazón, ese, justo ahí, era el momento idóneo.

—Gracias por ser capaz de mediar por nosotros —murmuró suavemente.

Hinata asintió con torpeza y él finalmente le devolvió su mano.

Intentado recuperarse, buscó algo que hablar.

—¿Por qué has dejado a Sasuke con Sakura en vez de quedarte tú? —cuestionó.

Naruto frunció las cejas.

—Sasuke es más racional y más tranquilo que yo. Si estuviera ahí, habría pensado mil formas de matar a ese tipo y no conseguiría que Sakura se tranquilizase. Sino justo lo contrario.

Hinata dudó.

—Creo que te juzgas demasiado —dijo—. Sakura confía en ambos. Creo que subestimas la fe que tiene en ti.

Naruto se rascó la nuca, avergonzado.

—Si lo dice mi mánager, tiene que ser cierto.

Hinata le sonrió.

—Pero… en serio. Tiene que ser Sasuke. Yo no sirvo para estos casos. No con Sakura.

Hinata sopesó que había algo más que Naruto se negaba a decir y aunque generalmente solía ser o muy despistada o muy atenta, no logró captar el motivo.

Regresaron a su dormitorio y encontrar a Sasuke apoyado contra la pared, con Sakura acurrucada contra él como si de una niña pequeña se tratase, dormida. Su rostro demostraba que había soltado más lágrimas y Sasuke parecía haber estado ahí sin moverse ni inmutar su sueño.

—¿Hace mucho que se ha dormido? —susurró Naruto.

Sasuke negó con la cabeza. Naruto chasqueó la lengua.

—Se despertará con pesadillas —explicó cuando vio la duda en sus ojos—. Necesitará tiempo para recomponerse, mientras, esperemos que no haya más cosas que lleguen.

—He pensado en poner la dirección hacia mí casillero —explicó—. Así yo seré el filtro de vuestro correo de fans. También le pediré a Kiba que ponga un filtro en la página web.

Sasuke asintió de nuevo y con la boca gesticuló un seco gracias.

Hinata se despidió de ellos, dispuesta a ayudar en lo que pudiera a Sakura y los demás.

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Unas semanas después, con los filtros asegurados y con Kakashi prometiéndoles soluciones, algo ocurrió.

Fue al final de un concierto, cuando los chicos bajaban del escenario. Una chica se acercó a ellos y vertió una botella de jabón sobre Sakura. Mientras los de seguridad se la llevaban, se rio como loca.

—¡Ahora seguramente se podrá limpiar mejor sobre ti, pedazo de plancha de lavar! ¡Tu sabor de cerezo no te servirá para siempre!

Sakura había levantado el dedo del medio como respuesta hasta escuchar las últimas palabras. Su mano descendió, flácida.

Al día siguiente una página de grupos famosos atacaba a Sakura sin más motivos que acusarla de que un fan quisiera echarle detergente por encima y acusara a su olor. Investigaron la dirección y descubrieron que eran unos activistas contra cualquier grupo de rock y tenían denuncias a mansalva.

Cuando preguntaron acerca del ataque a Sakura, ninguno supo exactamente el motivo.

—La chica sí ha confesado —les dijo Kakashi—. Al parecer, alguien le entregó una buena suma de dinero a cambio de hacer tal locura. Ya sabéis como son algunas chicas, no les importa cómo conseguir dinero.

—¿Se sabe quién? —preguntó Sasuke.

Su voz era tan fría que desaparecía cualquier sensación de sensualidad de ella.

—No le permitió verle. La transacción se hizo a través de una plataforma segura de pago, pero irrastreable.

Naruto maldijo durante un buen rato y Sakura se encogió aún más.

En uno de sus arrebatos, tiró todos sus geles nuevos de jabón a la basura, maquilla de sabores o cualquier perfume. Hinata no sabía cómo ayudarla y, extrañamente, la ayuda llegó de quien menos esperaban.

La bofetada fue tan fuerte que hasta ella sintió que le dolió sin recibirla. Cuando fue a inmiscuirse, Naruto la retuvo contra sí.

—Déjalas —susurró con voz tensa.

Hinata no supo leer bien por qué. Si era por los recuerdos o porque sabía que ella podría ayudarla.

Ino Yamanaka estaba justo frente a Sakura, ambas gritándose a puro pulmón y alguna que otra bofetada que llegó de extras.

Sasuke se puso a su lado, cruzándose de brazos y mirando hacia ellas con una tranquilidad pasmosa.

Cuando Ino pasó por al lado de ellos, posó su mano un momento sobre el hombro de Naruto y se marchó. Sakura tomó aire, miró a su alrededor y luego a ellos, acercándose más fresca, como si acabara de quitarse un gran peso de encima.

—No he comprendido nada —confesó.

—Ino y Sakura se conocen de hace mucho y generalmente, la una a la otra se alivian de este modo.

Sasuke se lo explicó pausadamente, como si también acabase de quitar un peso de sus hombros. Naruto sonrió y los estrechó a todos en sus brazos lo mejor que pudo.

—Esto se merece comer algo. ¡Y tengo ganas de ramen!

—¿No debería de escoger yo la comida? —protestó Sakura con la mejilla aplastada contra su pecho.

—Sí, pero no —negó Naruto apretándoles más fuerte.

—Tacaño —gruñó Sasuke forcejeando también y provocando así que su busto se rozara contra él.

—No soy tacaño, es que me he comprado la consola que quiero y encima, pago solo las facturas de Kurama y… —protestó soltándoles finalmente—. Bah, no agradecéis mi buena fe.

—Vaaale —aceptó Sakura.

Hinata a decir algo cuando su móvil sonó. Se apartó de ellos para responder, tragando y tras tener una corta conversación, los miró.

—¿Qué os parece comer en el restaurante más alto de la ciudad? —preguntó dudosa.

Los tres la miraron con ganas y dudas. Hinata no pudo evitar echarse a reír.

—Mi padre quiere hablar con nosotros —explicó—. Y nos invita a comer de paso.

No supo comprender si estaban animados o no, pero fue un sí unísono.

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Hiashi les observó a cada uno mientras comían y luego a ella.

Por supuesto, las noticias a cuenta del problema con Sakura habían llegado a sus oídos y era algo que ya habían hablado en su momento, advirtiéndole de que de pasar algo, sería su responsabilidad.

Sin embargo, ver su rostro preocupado y no por su dinero sino por la salud de los chicos, fue hermoso.

—Entonces. ¿Estás bien, Sakura?

La muchacha asintió y se limpió educadamente la boca antes de hablar.

—Sí, señor. Es natural que uno sienta cierta preocupación, especialmente porque es algo del pasado. Sé perfectamente que a los medios no les interesa la verdad. Pero está ahí y es palpable. Siento los problemas que haya causado.

—No —negó su padre alzando la mano—. Es más, estoy planeando que ya va siendo hora de que os pongamos seguridad. Hasta ahora habéis ido de pecho descubierto. Es suficiente.

Naruto casi se atragantó.

—¿Cómo a los famosos? —masculló casi escupiendo parte de la comida.

Hiashi levantó una ceja.

—Vosotros sois famosos, Naruto —corrigió—. Hinata. ¿No les has dado los informes de ventas y demás?

—Por supuesto —confirmó—. También los rankings de ventas, de fama y demás.

—A Naruto le cuesta creer que está cumpliendo su sueño —explicó Sakura dándole una palmada para que se limpiara—. Pero estamos seguros de que podemos hacer más.

Hiashi asintió.

—La fama conlleva detrás una gran carga. Tiempo perdido o tiempo ganado y también, muchos esfuerzos y otros abandonos. Al fin y al cabo, para cumplir un sueño siempre has de dejar algo atrás.

—Un precio justo —añadió Sasuke quien había permanecido en silencio hasta ahora.

Hiashi entrecerró los ojos, asintiendo lentamente.

Hinata sabía que no hablaban de lo mismo. Hiashi seguramente lo hacía en cosas materiales o quizás, familiares. Naruto, Sasuke y Sakura habían renunciado a más cosas de las que parecían a simple vista.

Incluso ella abandonó su primer sueño para cumplir otro. Y resultaba que no le importaba. Lo importante era tener un sueño tras otro, jamás terminar o abandonar.

—No siempre lo es.

La voz de Sakura les sorprendió. Ambos chicos desviaron la mirada hacia ella con ambos ceños fruncidos.

—Sakura —advirtió Sasuke.

—No —negó ella desviando su mirada hacia Hiashi—. Ha de saber que a causa de mi problema ellos hicieron un pacto.

—¡Espera, Sakura…! —exclamó Naruto levantándose.

Ella continuó, explicándole a su padre aquel pacto que hicieran. Hiashi asintió lentamente, obviando las miradas de molestia de Sasuke y Naruto.

—Comprendo. Vuestro pacto provocó que perdierais más de lo que parece para llegar al estrellato. Sois admirables, pero a la vez muy tontos.

—¡Papa! —exclamó sorprendida.

Hiashi sacudió una mano para acallarla.

—Es imposible pasar por todo esto solos. Tenéis el derecho de ser felices y también amar. No tenéis por qué estar atados a un pacto que claramente mengua vuestra felicidad y la de vuestra compañera.

—¿Qué? —Naruto se volvió hacia Sakura, quien enrojeció asintiendo—. ¿No eres…?

—¿Cómo puedo ser feliz sabiendo que estáis sufriendo por mi causa? Naruto, tú podrías haber sido muy feliz con Ino —exclamó cubriéndose el rostro con ambas manos—. Y Sasuke… ¡Oh!

Hinata se levantó de su sitio para abrazarla, pero Sasuke se le adelantó, asiéndola de los brazos, la levantó también y tras hacer una reverencia frente a Hiashi, se marcharon. Naruto y ella se miraron, preocupados.

—Creo que habéis ocultado más de lo que parece —dijo mirando directamente hacia Naruto.

El chico asintió y suspiró, mirando hacia el techo.

—Ambos se gustan —reconoció—. Desde que éramos niños. Sakura empezó antes y Sasuke… bueno, era idiota. Cuando iba a declararse ocurrió aquel incidente y como no sabía cómo manejarlo, hicimos aquel pacto. Yo tenía novia por entonces… por una cosa y por otra, lo dejemos. Desde entonces, ninguno ha estado con nadie.

Hiashi asintió y Hinata posó una mano sobre el hombre de Naruto para animarlo.

—Comprendo vuestro acto de valentía, pero considero que realmente fue innecesario. Vuestro régimen de censurar vuestra necesidad emocional sólo causó caos reprimido hasta que ha explotado de nuevo.

Naruto asintió y le tomó la mano, apretándola suavemente.

—Diré que os escolten a cada uno —zanjó su padre levantándose—. Y Chico, encargaros de ser felices. Un grupo infeliz es incapaz de llegar a tocar el corazón de las personas.

Hiashi se marchó y Hinata y él se quedaron a solas. Naruto suspiró, rascándose la nuca.

—He sido regañado por tu padre —bromeó.

—Tu jefe —recordó ella sonriéndole—. Pero tenía razón…

—Sí, la tiene. Nos comportamos como niños esperando que nada volviera a ocurrir y bajamos la guardia completamente. Es irónico. Porque Sakura estaba aguantando ese tipo de dolor para sí misma por mucho tiempo. Y nunca dijo nada.

—Vosotros igual —puntualizó—. Sufríais por ella, por miedo a que no fuera capaz de avanzar. Es comprensible. Los tres os hacíais sufrir por querer protegeros.

Naruto se volvió hacia ella, apoyando un codo en el respaldo de la silla.

—¿Crees que estamos locos por hacer eso?

Su mirada se le antojó como la de un cachorro abandonado. Hinata le sonrió y, envuelta por esa sensación, acarició su mejilla.

—No, justo al contrario. Me parece que son realmente increíbles. Una parte de amistad que no conozco y… siento un poco de envidia.

Naruto aferró su mano al instante, sujetándola con cuidado.

—Hinata, tú eres nuestra ahora, así que cualquier cosa, nos afectará. No en plan posesivo, claro —aclaró algo torpe.

Ella tuvo que reírse con el corazón latiéndole en la boca.

—Gracias —agradeció sonriéndole.

—Lo digo en serio, Hinata —repitió.

—Lo sé —murmuró.

Naruto pareció satisfecho.

—Pero dices que no tienes a nadie y eso no es cierto. ¿Qué hay de Kiba?

Hinata sonrió más ampliamente.

—Es adorable. Pero me refería a otro tipo de amistad, más íntima, de chicas… Creo que ahora la tengo con Sakura y la valoro mucho, pero no dejo de ser su mánager, al fin y al cabo. Fue Ino quien levantó su ánimo y yo sólo pude pensar en cosas para protegerla.

—Es que lo de ellas es especial, distinto. Pero cuando Sakura estuvo mal fue a ti en calidad de amiga. ¿No es así?

Asintió, ruborizándose.

—Ahí lo tienes.

Hinata no pudo evitar sentirse feliz.

Naruto se puso en pie, dándole un toque suave en la cabeza antes de estirarse y mirar a su alrededor.

—Bueno, supongo que Sakura y Sasuke tendrán una charla a solas por un rato, así que estoy libre.

Hinata se lamió los labios.

—Ahora… no tienes que retenerte —le recordó—. Puedes ir con Ino si es lo que deseas.

Naruto la observó durante un instante, serio. Luego sonrió con esa mueca suya preciosa.

—No sé, quizás debiera.

—Ve —animó dándole una palmada en la espalda para empujarle.

Naruto dudó, pero tras alzar una mano, no tardó en desaparecer por la puerta.

Hinata se apoyó contra la mesa y esa vez, el corazón le dolía.

Muchísimo.

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—Deben mantenerlo en secreto.

Kakashi fue directo y firme pese a que sonreía. Hinata sentía que las mejillas le ardían y no comprendía cómo Sasuke era capaz de mantenerse tan firme, sin inmutarse.

Sakura le había guiñado un ojo para calmarla, pero no lograba mirarla sin sentir vergüenza.

—Lo haremos —aseguró Sasuke—. Pero…

Los cuatro miraron hacia el único rubio del lugar. Naruto enarcó una ceja y se señaló con inocencia.

—¿Por qué todos me miran? —cuestionó—. ¡No voy a contar nada!

Hinata no pudo evitar reírse por lo bajo, pero él captó el gesto.

—¡Hasta Hinata desconfía ahora de mí! ¡Maldita sea! —exclamó con gesto ofendido. Aunque la forma en que sus comisuras se levantaban indicaba que estaba a punto de echarse a reír—. ¡Soy un buen niño!

—Oh, por dios. Acabas de parecerte al tío de Sasuke cuando se disfrazó de Tobi para aquella obra callejera —recordó Sakura sin poder aguantar la risa por más tiempo.

—¡Oye, Sakura! —protestó Naruto desanimado—. Que no era mi intención. Soy músico, no actor.

—Por eso te cuesta tanto guardar secretos —puntualizó Sasuke.

—¡Jo, venga ya, ttebayo! —reclamó.

Kakashi dio una palmada.

—Me da igual como lo hagas, Naruto, debes de guardar el secreto. El odio que existe hacia Sakura es preocupante ahora mismo y, si se enterasen que está teniendo una relación con uno de vosotros, crearía más caos del que no podéis manejar ahora mismo.

—Lo sé, lo sé. Y es un fastidio —protestó—. ¿Por qué sí podemos salir con otras personas pero no entre nosotros?

Kakashi abrió la boca para responder, pero se detuvo para mirarla.

—¿Por qué no se lo explicas mejor tú, Hinata?

Ella dudó, parpadeando. Pero Naruto ya la miraba ansioso.

—Bueno… ahora mismo las cosas no están muy bien y no queremos que Sakura sufra más daños de los necesarios. Puede que más fans lo apoyen o incluso lo acepten, pero creo que ahora mismo el tema de la homosexualidad vende mucho más que la heterosexualidad, así que…

—Espera, espera —demandó Naruto pálido—. ¿Estás diciendo que…?

Hinata asintió y se acercó a ellos para mostrarles su móvil.

—Ayer tuve una charla con Kiba. Recibió un montón de mensajes de petición para crear un foro para los fans que permitieran escribir historias. Y bueno… aceptamos para que no pierden interés en vosotros. El caso es que la gran mayoría de publicaciones, quizás el ochenta por ciento, son fanfiction relacionados con Sasuke y tú. Así que sí… os emparejan más que con una mujer.

Se mordisqueó los labios, nerviosa.

—¿Es legal que escriban de nosotros? —cuestionó Sasuke mirando hacia Kakashi.

Naruto se había quedado mudo.

—No es ilegal mientras no vendan ese contenido —respondió Kakashi—. Y dado que es en vuestra propia página de publicidad, os beneficia.

Hinata asintió.

—Los únicos que hemos vetado son aquellos hirientes hacia otro componente. Porque, aunque vosotros tenéis gran fama, el veinte por ciento os relacionan a ambos con Sakura, peleándose por ella. Por su amor, vamos —explicó azorada—. Los que son ofensivos son borrados y denunciados.

—Voy a tener que echar un vistazo a esos escritos —murmuró Sakura haciéndole un gesto para pedirle la dirección.

Sasuke gruñó, mirándola y ella se encogió de hombros, divertida con la situación.

Le alegraba que Sakura estuviera mucho mejor, que volviera a sonreír y se enfrascara en lo bueno de su vida y obviara el sufrimiento por el bulling que le hacían. Al fin y al cabo, las cosas buenas llegaban.

A ella misma, ese cambio en su vida tan sorprendente le había llenado de nuevo el corazón de sueños.

Repentinamente, Naruto gritó y todos dieron un brinco.

—¿¡Cómo pueden dudar así de mi hombría!? —exclamó—. ¡Y con Sasuke ni más ni menos!

—¿Qué tiene de malo Sasuke? —cuestionó Sakura llevándose las manos a la cintura.

—No te pongas ahora de novia protectora, Sakura —advirtió Naruto, demasiado emocionada con la furia como para percatarse de que le faltaba un canto de los dientes para recibir un buen golpe—. ¡Es la clase de tipo que te lleva por el mal camino! ¡En la vida saldría con alguien como él!

—Naruto… —advirtió.

Pero él continuó despotricando hasta que a Sakura se le terminó la paciencia y le dio un buen coscorrón. Al final, ambos terminaron en el pasillo, con Naruto de rodillas tras un buen regaño.

—Lo siento —se disculpó inclinando la cabeza—. Al final esto solo te causa problemas a ti.

—Bueno… sí —reconoció avergonzada.

Kakashi la había regañado por no ser capaz de controlar a sus chicos hasta en eso y se aseguró de recalcarle diversas veces que sería catastrófico en esos momentos que se supiera que Sasuke y Sakura estaban juntos.

—Perdón…

Hinata negó y se acomodó mejor sobre sus piernas.

—Está bien. Pero la próxima vez —aconsejó—, no digas cosas malas sobre Sasuke delante de ella.

Naruto se encogió de hombros.

—Ellos siempre han sido así. Sasuke y yo discutíamos y Sakura se enfadaba más conmigo que con él. Creo que… se gustan de más tiempo lo que yo pensaba. Ah, eso no quiere decir que Sakura no sea justa, que la he visto muchas veces regañando a Sasuke también —aseguró. Ladeó la cabeza, dubitativo—. Aunque creo que Sasuke es de los que vive a su rollo y le da igual ciertas cosas. A saber.

—Su música no me hace sentir así —negó—. Sasuke tiene muchos sentimientos dentro que no sabe expresar bien. No con palabras, creo. Pero con música… es otro mundo.

Naruto le dio la razón con un asentimiento y después la miró, frunciendo el ceño.

—Oye, Hinata… ¿acaso a ti…?

Hinata no comprendió.

—¿A mí…?

—Sasuke —recalcó como si eso hiciera obvio su insinuación—. Te gusta —terminó al comprender su confusión.

Hinata enrojeció y empezó a negar rápidamente.

—No, no —dijo—. Para nada. Reconozco que es apuesto y que quizás tiene ese aspecto que muchas chicas querrían, pero… no es mi tipo.

Naruto se tiró al suelo, como si acabara de perder toda la fuerza.

—¿Naruto? —exclamó preocupada.

Él comenzó a reír.

—¡Dios, tantos años esperando escuchar esas palabras! ¡Gracias, Dios, ttebayo!

Hinata no comprendía del todo por qué, peor ver a Naruto despotricando de risa en el suelo, tan joven repentinamente y tan encantado, fue algo dulce, especial.

Sí, ella no podía sentir nada por Sasuke Uchiha, porque ese chico inalcanzable ocupaba todo de ella.

Repentinamente, detuvo sus carcajadas para atrapar uno de sus mechones.

—Oye, Hinata. Ahora mismo no me siento capaz de hacerlo, pero me gustaría poder hablar contigo un día. Contarte una cosa dolorosa. ¿Podría contar contigo?

A Hinata le dio un vuelco el corazón.

—¡Por supuesto! ¡Siempre! Sea la hora que sea, mi puerta está abierta para ti.

Él sonrió, apoyándose en el codo, se acercó más a ella. Ladeó la cabeza, atractivo, con esos ojos penetrantes.

—Mejor no le digas eso a otros hombres. Jamás.

Ella se ruborizó, sorprendida.

—Jamás —aceptó.

Porque eso era algo que sólo sería de él.

(Y de Sasuke como mánager, pero eso no debía de saberlo él).

.

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—Le tenemos.

Hinata bostezó mientras miraba a Kakashi sin apenas verlo bajo una nube de sueños.

—¿Qué tenéis? —preguntó.

Kakashi se llevó una mano a la barbilla para mirarla de arriba abajo.

—Tendría que hacerte una foto ahora y chantajear a los chicos más tarde. Sería divertido.

Hinata se despertó al instante, buscando su bata para cubrirse, ruborizada.

Él le sonrió.

—Tenemos al acosador de Sakura —explicó finalmente—. Su antiguo mánager. Un amigo mío me da la opción de que veas quién es y su entrevista. ¿Quieres?

Asintió.

—¡Por favor, deme un momento!

Cerró la puerta, dispuesta a enterarse mejor de todo.

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—Sasori de la arena.

Hinata pegó su frente tanto al cristal que cuando se separó hizo el sonido de una ventosa. Miró a Kakashi y luego al sujeto sentado frente a una mesa, con las muñecas maniatadas por esposas cuyas cadenas se aferraban a la mesa.

—¿Es él? Parece muy joven.

—Lo es. Al menos de aspecto. Es algo más mayor que vosotros.

Hinata asintió nuevamente y tragó, al ver al policía entrar en la sala. El micrófono estaba activo, así que su voz llegó tan clara como si estuviera a su lado por el máfle.

Comenzó una sesión de preguntas en las que aquel sujeto, fríamente, respondió con una tranquilidad aterradora.

—Simplemente, Rock Crazy se levantó gracias a mí y merezco mi premio.

—¿Y su premio es Sakura Haruno?

El hombre asintió con suma tranquilidad.

—Sí, lo es. La probé una vez. Tiene un sabor especial en su piel. Cuando pasé mis dedos por ella, por su sexo y luego los lamí fue como dar un bocado al cielo. Quiero eso.

Hinata se abrazó a sí misma, asqueada. No podía creerse que ese sujeto hablase de ese modo.

—Tiene usted una orden de alejamiento que ha incumplido. Soborno incluido. Y hemos encontrado en su casa pruebas que incitan a un posible secuestro.

—Sí —reconoció el sujeto—. Mi siguiente plan era eso. En un concierto pueden pasar muchas cosas y su mánager de ahora es demasiado inepta como para pensar en esas cosas. Tenía la oportunidad perfecta y, mira por donde, me capturaron antes de lograr mi arte perfecto. Iba a disecarla, hacerla una muñeca preciosa.

—¿Confiesa que iba a asesinarla?

—Iba a hacerla perfecta. RC es un grupo que sin ella no tiene valor. Esos chicos venden físicamente y manejan la imaginación volátil de las fans. Sakura es incomprendida y no aceptada. Yo sí veo su hermosura, su poder.

—No la conoce… —susurró sin poder contenerse.

Kakashi le puso una mano en el hombro y asintió.

—Pero nosotros sí —dijo—. Y ahora, con esta declaración no van a dejarle en libertad. Sakura podrá respirar. ¿Por qué no regresamos para que puedas darle la noticia?

—¡Sí!

.

.

Hinata levantó la mano para llamar justo cuando captó que la puerta de Naruto se abría. La figura de una mujer se asomó y no tardó en reconocerla. Ahogó un gemido de sorpresa y aunque intentó esconderse, era inevitable que se vieran.

—Hinata —saludó Naruto al percatarse—. ¿Por qué estás pegándote contra la pared?

Ino Yamanaka se echó a reír.

—Ay, mira que eres adorable, pequeña —halagó.

Luego le dio un beso en la mejilla y se marchó. Hinata la siguió con la mirada y Naruto se acercó más, pegando tanto su rostro que temió desmayarse.

—¿Está todo bien?

—No… sí. ¡Sí! —exclamó carraspeando—. Yo venía a… contarle a Sakura una buena noticia.

—¿De lo suyo?

—Sí —asintió sonriendo algo forzada.

Naruto decidió llamar entonces por ella y se quedó hasta que abrieron la puerta. Sasuke bostezó desde el otro lado y se hizo a un costado para que pudieran pasar, sentándose en la cama tras cerrar, con Sakura a su lado.

Los tres escucharon las noticias y Hinata no pudo evitar llorar cuando Sakura lo hizo, abrazando a ambos chicos, demasiado ilusionada, demasiado feliz.

Hinata los dejó a solas para que se pusieran al día y caminó arrastrando los pies hasta su pequeño hogar.

De nuevo, las cosas comenzarían a moverse con normalidad.

Conciertos, entrevistas, videos, grabaciones.

Tendría que estar muy atenta para proteger la relación de Sakura y Sasuke y, ahora, la de Naruto y Ino. Porque una chica no abandonaba el dormitorio de su ex tan feliz sin que nada hubiera pasado. ¿Verdad?

Aunque… qué sabía ella de eso. Ella era la chica a la que ningún chico escogería por encima de una mujer como esa.

Se llevó una mano al pendiente naranja. Sintió el llanto en los labios antes de caer de rodillas.

Nunca pensó que doliera tanto.

Continuará...


Notas autora:

Os recuerdo que el fic está enfocado en lo que ve y siente Hinata, así que en mi página de Face Imaginación fanfiction, voy a estar poniendo un extra SS para que puedan comprender mejor cómo llegaron al hecho de ser pareja.

Y, recordad, el bullying es horrible. Los actores, cantantes y demás personas públicas son personas que sienten y padecen. No están ahí para ser dianas.

Y madurar atacando a un dibujito, please xD.