Aclaración: Los personajes no me pertenecen, son de la genialidad y creatividad de Rumiko Takahashi. La historia es mía, y uso los personajes para saciar mi mente de escritora frustrada.

Disfruta la lectura.

"Ella desnuda en el paraíso de su memoria, ella desconoce el feroz destino de sus visiones, ella tiene miedo de no saber nombrar lo que no existe"

El secreto de la isla

Capítulo 6: Paciencia

InuYasha pensaba que tenía demasiada buena suerte si justo había dado exactamente con la mejor amiga del hijo de alguien de tal influencia y poder, significaba que podría con mayor facilidad poder despejar tantas encrucijadas así como hacer justicia. Se permitió sentir esperanza, esperanza que se derrumbó cuando la central de conexión de la isla fue dañada por la tormenta inesperada que cayó durante esa misma tarde mientras conversaban de cosas triviales, en las cuales Kagome le había explicado cómo funcionaba brevemente la sociedad japonesa y la presión que había de trabajar prácticamente sin vacaciones para obtener diversos bienes materiales.

InuYasha desconocía ese tipo de ambiciones banales, para él lo más preciado desde que era un niño era poder tener libertad, real libertad de su vida y poder de decisión, su sueño máximo durante todo ese tiempo era ver a su madre y de algo material había sido una cama cómoda.

Cuando habían terminado de charlar respecto a esto, Kagome se dispuso nuevamente a conectar el chip a su teléfono pero no logró obtener señal, lo intentó durante toda la tarde sin éxito. InuYasha la escuchó maldecir palabras que no entendió bien pero que reconoció como insultos por su tono, por lo que al día siguiente decidieron acudir al pueblo. Para ello elaboraron un plan, ella iría caminando y él oculto entre los árboles, primero debían asegurarse que los hombres de Naraku se hubiesen ido.

Salieron en la mañana buscando el furgón que Kagome había visto durante el día anterior, no demoraron demasiado guiados por el olfato de InuYasha, se encontraba estacionado en un local de arriendo de autos. Kagome decidió acercarse para obtener información. El vendedor le comentó que el vehículo estaba disponible ya que los anteriores usuarios del servicio tras la intensa lluvia que había azotado la zona, habían decidido retornar a primera hora de la mañana a su hogar.

InuYasha no quería confiar del todo en lo que le había comentado Kagome, por lo que estuvo durante tres horas examinando la zona poblada de la isla con sigilo, hasta que se sintió lo suficientemente seguro para emerger de los árboles y caminar por el pavimento.

-No hay rastro de ellos-Anunció cruzándose de brazos, mirando para todas las direcciones, no podía evitar continuar en estado de alerta.

-Gorro-Alegó Kagome, colocándolo sobre sus orejas, él se lo terminó de ajustar soltando un resoplido.

-Keh-InuYasha desvió su mirada al sentir su proximidad, ella actuaba con una familiaridad desconocida, solo llevaba escaso tiempo con ella y podía percibir su calidez, se sentía confundido por ese trato, también se sentía dividido. Una parte de él deseaba descansar en la confianza de esta persona, otra voz interna le decía que no debía bajar la guardia jamás, todos podrían hacerle daño. InuYasha suspiró y se esforzó por retirar esos pensamientos que poco le aportaban en ese momento.

Kagome e InuYasha emprendieron camino hacia el único local que vendía teléfonos a consultar que había ocurrido, los atendió un señor regordete sin cabello en su cabeza, con una polera holgada y desgastada, tenía una sonrisa cansada y pareció más interesado en jugar naipes con otra trabajadora que responder sus dudas. Brevemente le contó que con el fuerte viento habían caído árboles sobre la central de conexión, estimaba que estarían sin servicio de teléfono e internet por un mes si es que llegaban los repuestos a tiempo en ese lugar remoto. Kagome por primera vez maldijo su elección de irse a una zona tan aislada geográficamente.

Cuando salieron de la tienda ella comenzó a quejarse del pésimo servicio y atención al cliente, también le comentó a InuYasha que afortunadamente había retirado en efectivo lo suficiente para poder tener tres meses y así pagar alimentación y hospedaje.

-¿Tan mal son este tipo de cosas?-Le preguntó InuYasha dándole un lengüetazo al helado de chocolate que le había entregado Kagome, ella se lo regaló cuando lo vio observar la heladería con ilusión. El joven parecía arisco y distante, pero ella había percibido que hacía expresiones de niño cuando encontraba algo interesante a su alrededor.

-¿No lo viste? Casi ni se inmutó en atenderme, en fin, lo que más me frustra es que sin poder comunicarme con Miroku no podré ser de mucha ayuda, InuYasha, deberemos esperar…lo lamento mucho- Casi susurró lo último fijando su vista en el suelo mientras caminaban de regreso. Se sentía desilusionada de la situación, quería serle útil, esto de cierta manera le estaba dando un poco de orden y sentido a su vida. InuYasha acomodó mejor en su cabeza el jockey que presionaba sus orejas.

-Keh, no te disculpes tonta, ya se nos ocurrirá algo, no es como que no quieras ayudarme, simplemente es algo externo-Él se encogió de hombros restándole importancia, la verdad era que dentro de él se sentía también frustrado y girando en un círculo de pensamientos negativos que se esforzaba por apartar. Decidió vencer esa abrumadora ola de crueles palabras en su cabeza, mientras podría disfrutar un poco más la sensación de libertad y aprender mejor de todo a su alrededor, también así podría idear de manera minuciosa como ayudar a salir de ahí a Shiori y Kouga-He estado encerrado casi toda mi vida, paciencia es lo que me sobra…-Agregó terminando de comer su helado.

-Gracias-Levantó la cabeza al fin sosteniéndole la mirada de manera cálida, él sintió la intensidad de sus ojos y decidió dirigir su vista hacia el sendero del bosque, el cual tomaba un tono naranja a esa hora del día.

-No sé porque me das las gracias, no he hecho nada.

-Hay cosas que yo…-Kagome guardó silencio abruptamente cuando las lágrimas amenazaron por salir de sus ojos, él se sobresaltó ante el aroma salino, ella negó con la cabeza rápidamente al captar lo que parecía en él preocupación-No estoy lista para hablar aun de eso… pero de algún modo conocerte me ha dado una motivación para estar aquí…

InuYasha no entendió si se refería con ese "aquí" de estar en la isla o de estar viva, le asombró internamente que ella tuviese ese tipo de pensamientos, no supo que decir, él no sabía consolar, recordaba vagamente a su madre apretujándolo entre sus brazos, pero no le parecía apropiado hacer eso con Kagome.

-Ese helado estuvo increíble-Dijo para intentar liberar la tensión que se había generado, ella le sonrió ampliamente ante su comentario y él sintió que su corazón le daba un tirón inesperadamente molesto, al mismo tiempo que su estómago también reaccionaba como si tuviera bichos en su interior. Él no entendió porque tuvo todas esas sensaciones así que prefirió dejarlo pasar.

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Kagome se despertó al escuchar sonidos similares a gruñidos provenientes de la sala de estar, al comienzo creyó que lo había imaginado, rodando a su costado se dispuso a retomar su sueño cuando otro gruñido la alertó. Kagome se tensionó por un momento, luego recordó que quien se encontraba durmiendo allí era InuYasha.

-¡No, no… déjame!

Kagome esta vez se sentó en su cama muy atenta, todo estaba nuevamente en silencio, ella apretó las sabanas con una mano nerviosa e inquieta, primero eran gruñidos, pero esto habían sido palabras.

¿Acaso alguien había entrado y se quería llevar a InuYasha?

Kagome se horrorizó ante la idea, lentamente se deslizó de su cama y en puntillas avanzó por la habitación, tomó lo primero que se le ocurrió para defenderse, su tazón favorito de porcelana, era lo suficientemente grande como para causar daño, o al menos eso quiso creer Kagome.

Ella tragó lentamente y contuvo el aliento antes de seguir su camino hacia la sala de estar, se detuvo en el marco de la puerta de su pieza sacando solo la cabeza para observar, en la oscuridad, las sombras de la decoración de la cabaña no hacían sospechar de nada raro.

Entonces otros gruñidos más fuertes emergieron.

-¡YA BASTA!

Kagome se sobresaltó, con las manos temblorosas caminó por la sala de estar hasta que en su visual pudo contemplar a InuYasha, con la frente empapada en sudor, sin polera, aun con algunos vendajes en su estómago, la sábana que le había dado estaba enredada entre sus piernas, quedando su pelvis y muslos expuestos cubiertos por un short. Ella tragó otra vez, inesperadamente nerviosa. Kagome desvió la mirada alrededor asegurándose que no hubiese nadie más.

InuYasha gruñó, lo vio fruncir sus cejas espesas, hacer una mueca y removerse nuevamente en el sillón.

-¡No… NO!-Gritó, Kagome entonces comprendió que hablaba dormido y no parecía estar disfrutando de lo que sea que le estuviese ocurriendo en su sueño.

Ella se inclinó dejando en el suelo su tazón, arrodillándose a su lado, sintiendo la fría cerámica en su cálida piel, se acercó al cuerpo masculino, lo contempló unos segundos más, InuYasha seguía balbuceando y removiéndose con un rostro tenso. Kagome entonces reflexionó que probablemente él en "ese" lugar difícilmente podía descansar, quizás lo llevaban a cualquier hora para hacer cosas horribles, y ni siquiera ahora que estaba seguro podía dormir en paz.

La joven colocó suavemente la mano sobre su hombro para despertarlo, pero al hacerlo fue inmediatamente tomada de la muñeca por una mano con garras que la arrojó contra el otro lado de la sala de estar.

-¡NO ME TOQUES!-InuYasha aún medio dormido reaccionó a la defensiva rugiendo, se despertó completamente cuando escuchó el quejido de Kagome al chocar contra la pared.

-Ay, eso dolió-Exclamó confundida, sobándose la espalda mientras se lograba sentar en el suelo. InuYasha se levantó y caminó hacia ella con prisa inclinándose esta vez él a su lado.

-Yo…

-No quise asustarte… parecías tener un mal sueño y estabas gruñendo…-Ella podía ver la culpa en su cara, él no la estaba mirando, sino a un punto a su costado, el dorado de sus ojos era perturbadoramente bello y resaltaba más en la oscuridad-InuYasha…no fue tu culpa, solo…reaccionaste…

-Yo…-Intentó otra vez hablar-Quizás no es seguro para ti que este aquí contigo… si te acabo de hacer algo así-Murmuró más para sí, pero ella pudo escucharlo, Kagome frunció el ceño.

-Oye…-Ella jaló un mechón de su cabello platinado que colgaba hacia ella, él no lo advirtió y se sorprendió de ese tirón-No digas tonterías, está bien, has estado durante toda tu vida intentando sobrevivir y defenderte…ojala pudieras desde ahora comenzar a dormir sintiéndote seguro, pero eso… probablemente no va a pasar pronto-Kagome no fue consciente que comenzaba a juguetear y acariciar ese mechón de cabello entre sus manos, InuYasha si, él estaba muy atento en ese momento a cada movimiento y palabra que ella estaba pronunciando, otra vez esa sensación en el pecho molesta estaba emergiendo-Yo vendré cada vez que escuché que no estas durmiendo bien y te despertaré, si eso hace que reacciones que estas aquí, en un hogar seguro… no digas más lo que acabas de decir-Le amenazó soltando finalmente su cabello y llevándose su propio pelo detrás de su oreja, de pronto muy avergonzada por la proximidad y la intensa mirada de él.

Por largos segundos el silencio se extendió, InuYasha podía escuchar el palpitar del corazón de Kagome acelerado, la sangre fluyendo rápido y su respiración agitada, apreció el rubor en su rostro y los ojos que parecían fijos e interesados en contemplar sus propias manos que descansaban sobre sus rodillas.

Quizás él no sabía mucho de mujeres, pero en ese momento ella le pareció el ser más delicado y precioso que había visto, fue un pensamiento inesperado que lo perturbó.

-¿Por qué…intentas tanto ayudarme?-Fue lo que finalmente soltó para ignorar el extraño sentimiento que estaba tratando de aplastar.

Kagome levantó la cabeza para mirar aquellos ojos ámbar hechizantes, ella no se sentía preparada en ese momento para recordar, suspiró, nerviosa jugueteó con sus dedos pulgares un momento, ella abrió la boca para intentar pronunciar las palabras pero se atascaban en su garganta una vez más.

-Aun no me siento lista para decir todo lo que me ocurrió antes de llegar aquí…-Respondió Kagome. InuYasha se movió sentándose a su lado, la proximidad de sus rostros lo hacía sentir raro e incómodo, de este modo podía ahora fijar su vista en el amplio y cómodo sillón donde había estado recientemente durmiendo, Kagome volvió a hablar-Yo me sentía increíblemente perdida y no le encontraba sentido a nada, pero ese día en la playa… cuando te veo, es difícil explicar pero es como si nuevamente tuviera sentido estar aquí y ser útil…quizás si sobreviví, era para esto… es algo así como me siento…

InuYasha no sabía que responder, solo se sentía aún más confundido respecto a cuál era la historia de Kagome, parecía que ella había intentado acabar con su vida o algo similar, eso le produjo una extraña mezcla de desazón y rabia.

InuYasha se levantó del suelo elaborando las palabras en su cabeza, ella lo imitó, creyó que de algún modo ahí había terminado la conversación, por lo que decidió volver a su habitación, pero entonces el sonido de su voz la detuvo.

-Kagome, he vivido toda mi vida anhelando esto, poder estar libre… y tú que siempre lo has tenido…-Él apretó sus puños-No desperdicies tu vida y tu libertad…-Tras decir eso regresó al acolchado sillón, recostándose dándole la espalda.

-Si…lo siento.

Ella volvió con prisa a su cama, tapándose hasta la cabeza para evitar ser escuchada, lloró, lloró como no lo hacía en días sintiendo que por fin estaba dejando salir verdaderamente el dolor que la había consumido, sintiendo que esas lágrimas que se deslizaban por su rostro sin cesar era el último con ese nivel de tristeza, de algún modo las palabras de InuYasha le habían dado una nueva perspectiva. Quizás mañana ella le contaría… y con ese pensamiento se quedó dormida.

InuYasha no dejó que el sueño cayera en él hasta que la escuchó dejar de sollozar, por un momento se preguntó si debía ir hacia ella, pero no fue capaz. Cuando todo fue silencio finalmente se durmió, no volvió a tener pesadillas esa noche.

Continuará…

Lentamente lnuYasha y Kagome comenzarán a abrir sus corazones, por ahora, está empezando a emerger la atracción física y la amistad, jiji.

Gracias por leer y por darte el tiempo de dejar un reviews, me haces muy feliz.

Que tengas una hermosa semana.

Fecha en la que terminé de escribir el capítulo: 05-02-2022.

Pd: Un breve recordatorio, yo solo escribo en fanfiction, si llegas a ver alguna de mis historias en otras plataformas te agradecería me avisara para tomar las medidas correspondientes.