Aclaración: Los personajes no me pertenecen, son de la genialidad y creatividad de Rumiko Takahashi. La historia es mía, y uso los personajes para saciar mi mente de escritora frustrada.

Disfruta la lectura.

"Estoy ebria de soledad, de espera, de deseos abstractos, de entidades llenas de designios mágicos. ¡Qué noche para morir! ¡Qué instante para hacer el amor!"

El secreto de la isla

Capítulo 7: El mapa

De algún modo habían transcurrido dos semanas desde que InuYasha había logrado escapar y de manera inesperada había comenzado a convivir con Kagome, cada tres días se acercaban al pueblo para averiguar en qué estado estaba la reparación de la central de conexión, ese día había sido la misma respuesta de las veces anteriores, aun no llegaba el avión.

InuYasha resopló cruzándose de brazos empezando a sentir la ansiedad recorriendo su cuerpo, se encontraba sobre la copa de un árbol cercano a la cabaña intentando aclarar sus ideas. Durante los días pasados había estado charlando con Kagome respecto a que opciones tenían para poder rescatar a Shiori y Kouga, cuando ella le consultó como llegar a esa isla fue que entonces la confusión y desazón emergió.

No lo sabía, no sabía dónde estaba ubicada la isla, en el mar solo había nadado sin pensar en qué dirección iba. En su mente sabía que un par de veces había visto un mapa de la ubicación del lugar en la oficina de Naraku, pero cuando Kagome buscó en su libro de mapas y le mostró las diversas ilustraciones por continente, él no pudo encontrarlo. No estaba.

-Entonces o es que no recuerdas o es que de algún modo esa isla no ha sido… registrada-Concluyó Kagome cerrando desilusionada el libro, recargándose contra el respaldo de la silla.

-Era difícil llegar ahí, de niño, llegábamos en una lancha y solo en días específicos se podía atravesar, existieron ocasiones donde debíamos devolvernos por el mal clima y las olas inmensas…-Recordó vagamente InuYasha, esforzándose por intentar reconocer en qué lugar subían a esa lancha, pero tampoco estaba esa información en su cabeza, Kagome notó su rostro afligido.

-El otro día me comentaste que tu nariz es sensible… ¿Tu olfato tampoco servirá para encontrarlo?-Consultó mordisqueándose el borde del dedo pulgar intentando pensar en alguna solución.

-A esta distancia no puedo…-Su vista se fijó en el suelo apesadumbrado y enojado consigo mismo. Kagome advirtió esto e intentó animarlo.

-Sabes InuYasha, mi Psicóloga me explicó que ante eventos traumáticos nuestra mente para lograr sobrevivir bloquea o nubla la mayoría de esas situaciones…-Ella se tomó una pausa para recordar de qué manera la profesional lo había llamado- Eso… son mecanismos de defensas que tenemos… es interesante como funciona nuestro cerebro para protegernos…-Dijo ella finalmente con un intento de sonrisa, InuYasha tuvo la sensación que Kagome parecía estar pensando en algo más que la conversación que tenían. La verdad él no entendía mucho sobre que era ser Psicólogo, después le preguntaría.

InuYasha volvió al presente cuando escuchó una gaviota en lo alto sobrevolando. La miró por un momento asegurándose que no le fuera a defecar encima, ya le había ocurrido el día anterior, cuando la vio alejarse volvió a concentrarse en sus ideas.

Después de aquella primera noche en la que Kagome lo despertó, ella no había vuelto a hablar del tema de su pasado y que le ocurrió, él tampoco quiso empujarla a eso, suponía que en algún momento cuando ella quisiera se lo diría. Lo cierto es que no podía evitar que una parte de él lo sintiera un poco injusto, que ella tuviera conocimiento de la mierda de su vida y él no, lo hacía sentir inquieto, pero también respetaba lo difícil que podía ser para ella hablarlo. Quizás si él no hubiese tenido alternativa de necesitar de un otro para poder sobrevivir, no le hubiese contado nada. Nunca. A nadie.

Los pensamientos de InuYasha de pronto comenzaron a cambiar de dirección, se preguntó cómo habría sido su vida si hubiese conocido a Kagome en una situación normal, asistiendo al colegio, a la universidad, en el trabajo… era difícil para él visualizarse en ese tipo de situación, a menudo en la celda solía imaginar cómo sería su vida si no hubiese tomado ese tortuoso destino encerrado. Sus fantasías constaban de correr en un bosque de manera libre, durmiendo hasta la hora que quisiera y comiendo todo lo que pudiera, jamás entro en su mente hasta ese momento conocer a alguien.

Quizás porque fantasear con eso era aún más doloroso, el saber que realmente no había nada más para él.

InuYasha resopló por segunda vez, intentó deshacerse de ese tipo de sentimiento nostálgico, quizás con esas orejas y aspecto en otra realidad ella ni siquiera lo habría mirado. InuYasha no entendía por qué de pronto le estaba preocupando eso. Lo cierto era que últimamente en cada conversación que tenía con Kagome, a veces se sorprendía aguantando la respiración cuando admiraba su sonrisa, o como el sol al iluminar sus ojos le hacían ver la mirada de un tono más intenso.

Durante las dos semanas transcurridas, ella había continuado despertándolo de sus pesadillas, se quedaba a su lado hasta que era consciente de dónde estaba y luego se deslizaba a su habitación silenciosamente. Ese cálido y amable gesto estaba removiendo algo en él.

No entendía bien que eran ese tipo de sensaciones, quizás por qué no había interactuado nunca de una forma tan cercana con otra mujer era que se sentía así, era raro para él.

-¡InuYasha!-Fue llamado desde abajo, dio un brinco al ser sorprendido, no la había escuchado llegar ni sentido su aroma por lo concentrado que estaba en sus pensamientos, casi cayó de la rama.

-¡Mierda!-Gruñó, era como si Kagome justo lo hubiese pillado y de pronto se sintió expuesto, sus mejillas se tornaron calientes, se acomodó mejor en la rama del árbol en la que estaba y desde ahí la miró, lucía un vestido holgado sobre la rodilla de color rojo que resaltaba en su piel, llevaba una trenza hacia el lado derecho que descansaba sobre su hombro y se extendía hasta su pecho, se había maquillado los labios del mismo color que su ropa, InuYasha retuvo el aliento, nervioso.

-Ese lenguaje…-Repuso cruzándose de brazos, él solo bufó encogiéndose de hombros- Como sea, iré a dar una vuelta al pueblo, ¿Quieres acompañarme?-Se extendió un largo silencio en donde solo se miraron, luego él volteo la vista sobre los árboles, Kagome esperó un momento más pero él no respondió, ella supuso que él no quería, se sintió algo ofendida pero no iba a obligarlo a que la acompañara, después de todo, permanecían casi las 24 hrs del día juntos.

Ella se giró para empezar la caminata hacia el pueblo, alcanzó a dar cuatro pasos cuando lo escuchó bajar justo detrás de ella, avanzó por su lado adelantándose, ella se quedó estática un momento.

-¿Qué…?-Le dijo él arqueando una ceja con los brazos cruzados sobre su pecho en una postura fingidamente desinteresada. Ella negó con la cabeza y le sonrió ampliamente, él otra vez olvidó respirar y se apresuró a caminar un poco más adelante.

Kagome mientras contemplaba su espalda se percató de un detalle.

-InuYasha, tu jockey…-Recordó cuando captó sus orejas moviéndose seguramente por los sonidos del bosque.

-Mierda…-Reclamó, realmente odiaba usar eso que aplastaba sus orejas, pero era la opción que tenía para poder permanecer desapercibido en el pueblo, ella lo vio desaparecer a gran velocidad y unos segundos después estar a su lado con el jockey mal puesto. Kagome se rio y se acercó elevando sus brazos a cada costado de su cabeza para enderezarlo. Él pudo notar la cercanía y el dulzón aroma que la rodeaba, la respiración se atascó otra vez. Ella se alejó unos centímetros sonriéndole.

-Mucho mejor, ya va siendo hora que aprendas a usar la ropa, bebito-Se burló empezando otra vez a caminar, últimamente Kagome solía decirle bromas, parecía más relajada y ya no la observaba tan perdida en sus pensamientos como la primera semana en que se habían conocido.

De alguna manera, tras esa noche en que lo despertó y ella lloró como si no hubiese mañana debajo de sus sabanas, en un intento desesperado para que no la escuchara, Kagome había cambiado un poco, como si caminara más ligera.

-Podríamos llegar más rápido si te llevo en mi espalda-Propuso cuando llevaban un tiempo prologando caminando a paso lento.

-La verdad…disfruto la caminata, y es solo una hora, quizás de regreso acepte que me cargues-Le dijo mirándolo de soslayo, el viento desordenó su flequillo dándole un aspecto adorable.

Él desvió su mirada frunciendo el ceño, molesto, demasiado molesto de sentirse tan alerta con cada gesto que ella hacía.

-¿Ocurre algo malo?-Le preguntó observando el cambió en su cara, él se sobresaltó ante lo perceptiva que estaba siendo.

-Keh, metete en tus asuntos-Ladró, dirigiendo su vista a cualquier otro lugar que no fuera ella.

-Últimamente estas muy mal humorado…-Continuó Kagome suspirando despreocupada-Entiendo lo frustrado que te debes sentir de que llevemos dos semanas sin avances…

-No es eso-La interrumpió y luego deseo haber mantenido la boca cerrada-Como sea, no es algo que importe.

Él comenzó a avanzar más rápido otra vez y ella se quedó un momento detenida confundida, no entendía que le ocurría. Los primeros días InuYasha parecía contenido y cauteloso con ella, pero recientemente lo apreciaba algo más relajado, siendo realmente él.

Había descubierto que se irritaba con facilidad cuando ella lo descubría mirándola, o cuando parecía ensimismado y le preguntaba si le sucedía algo, él odiaba perder en los juegos de mesa que habían comprado para pasar las noches de aburrimiento. También había aprendido que detestaba la comida picante y parecía tener casi una obsesión con el ramen. Le gustaba permanecer horas sobre el árbol más alto cercano a la cabaña y le encantaba dormir con una pierna fuera de la sábana.

Él era interesante, extremadamente diferente y también, estaba profundamente herido. Un pensamiento vagó por su cabeza y así como llegó se fue fugazmente.

¿Dos personas heridas podrían consolarse?

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Para cuando llegaron al pueblo se encontraron con un panorama distinto, se estaba festejando una festividad donde rendían tributo a la deidad del bosque, las calles estaban adornadas de remolinos de papel que giraban con el viento y habían colocado luces rojas colgando de los postes, diferentes olores llenaba todo debido a los puestos callejeros que se habían instalados en la calle principal. Las mezclas de olores mareaban un poco a InuYasha, quien arrugó su nariz intentando identificar cada aroma distinto, muchos de los cuales nunca había percibido.

-¿Qué demonios?-Preguntó a Kagome.

-Mmm, leí en el tríptico de turista que me dieron que celebran a la deidad del bosque hoy, por eso quise venir al pueblo a mirar-Kagome se movía de un puesto en otro revisando que tenían, así como habían lugares de comida, también de decoración y accesorios para el cuerpo que a ella le encantaban hecho por los lugareños, brincando de un lado a otro a InuYasha le estaba costando seguirla entre el tumulto de las personas. Estar rodeado inesperadamente de tanta gente descubrió que lo hacía sentir sofocado.

-Quiero comer-Anunció él cuando ella ya llevaba su cuarta compra, Kagome le mostraba entusiasmada una pulsera de piedra amatista y un collar de perlas azules oscuras con unas más alargadas blancas.

-Bueno, pero…ponte esto-Ella ni siquiera esperó su respuesta, solo le colocó el collar de perlas apresuradamente con una sonrisa de satisfacción.

-Keh-Protestó haciendo un ademan para retirárselo.

-Es un obsequio, InuYasha, si te lo quitas son mil años de mala suerte-Inventó sosteniéndole las muñecas para que no se lo retirara.

-¿Más mala suerte de la que ya he tenido?-Le respondió irónicamente, pero no se lo volvió a tratar de sacar, Kagome le dio un golpe leve y juguetón en el hombro, se giró sobre si misma buscando un lugar para comer.

Él la siguió mientras contemplaba su alrededor, las personas se veían contentas, gritaban y reían, en un escenario había un grupo de baile haciendo danza típica, niños y niñas jugaban con unas pelotas, otros iban sobre los hombros de los adultos cantando y bromeando.

Una calidez se extendió en su cuerpo, era una sensación de calma, las personas de ese lugar no tenían idea que en alguna isla cercana el horror ocurría cada día, él sintió alivio de que esos niños y niñas no hubiesen tenido que vivenciar lo mismo que él. Que pudieran estar con sus seres queridos y su máxima preocupación fuera ir al colegio.

Sus pensamientos se desconectaron cuando fue jalado de la manga de su chaqueta por Kagome.

-Quiero dos de estos-La escuchó decir, ella pagó y le entregó unas brochetas que contenía carne y fruta con una salsa especial de la zona. InuYasha primero lo olfateó y luego se lo introdujo en la boca, sorpresivamente abrió sus ojos. Kagome no supo si era porque le gustó o lo encontró desagradable.

-Esto es…-Volvió a mordisquear un trozo de mango y carne que se mezclaba con la salsa, ella espero expectante-¡Delicioso!-Dijo arremetiendo por más. Kagome se volteó y pidió dos más para él.

Cuando terminaron de recorrer los puestos y probar algunos bocadillos más, Kagome comenzó a sentir frío, le pidió que la acompañara a la única cafetería que tenía el lugar.

Él lo agradeció, se sentía exhausto de estar rodeado de tantas personas, no había sido tan disgustante como había creído en un comienzo, pero no estaba acostumbrando y el bullicio ya estaba zumbando sus oídos sensibles ocultos en el jockey.

Cuando Kagome abrió la puerta de la cafetería, sonó una pequeña campana atada en lo alto de la puerta anunciando su llegada, tras cerrarla InuYasha disfrutó que el local aislara el sonido del exterior, había un profundo aroma a café y una suave música proveniente de un casete noventero que acompañaba la tranquilidad interior.

Ella se acomodó en una mesa para dos que estaba apegado a la pared. Se acercó una mesera para tomar la orden, Kagome vio los ojos confundidos de InuYasha respecto a que elegir, así que ella decidió por los dos encargando dos café y unos pastelitos.

InuYasha se recostó en el respaldo con los brazos cruzados y sus dedos entrelazados tras su nuca mirando el lugar, para cuando llegó al rostro de Kagome, la vio que estaba contemplando atentamente el cuadro de la pared con un rostro sorprendido. Él, curioso, siguió su mirada y dio con el contenido del cuadro.

Un mapa. Un mapa específicamente de la región donde estaban con algo distinto a los que Kagome le había mostrado.

Por un momento no respiro, a su mente llegó exactamente la misma imagen del mapa que estaba en la oficina de Naraku.

-¿Ese es…?-Preguntó Kagome cautelosa observando sus orbes doradas sorprendidas.

-Es el lugar…

Continuará…

Me gustó mucho escribir este capítulo, recientemente había estado algo desanimada en la escritura, pero siempre leer me ayuda a conectarme otra vez. Leí un libro de Isabel Allende, se llama: "El amante japonés" lo tenía hace tiempo pero no había podido leerlo bien por temas de trabajo. Una de las promesas que me hice para este año es leer un libro mensual y este lo recomiendo mucho.

¿Tienes algún propósito, meta, compromiso con ustedes para este año?

Quizás esta pregunta llegue entrada el año, considerando que publicaré la historia cuando la tenga casi terminada, pero igualmente me gustaría leerte.

Espero me cuentes en los reviews que te está pareciendo la historia y que crees que sucederá.

Gracias por leer

Fecha en la que terminé de escribir el capítulo: 12-02-2022.

Pd: Un breve recordatorio, yo solo escribo en fanfiction, si llegas a ver alguna de mis historias en otras plataformas te agradecería me avisara para tomar las medidas correspondientes.