Aclaración: Los personajes no me pertenecen, son de la genialidad y creatividad de Rumiko Takahashi. La historia es mía y uso los personajes para saciar mi mente de escritora frustrada.

"Entonces llegas tú, con ojos, con miradas, contemplándome hasta quemar mi edad y mi historia"

El secreto de la isla

Capítulo 12: Contención

Respiró agitado en medio del bosque, sentía que todo en él iba a estallar. Gritó fuerte hasta que su garganta dolió, sus puños golpearon directo al tronco grueso del árbol que se encontraba frente a él, generando que se quebrara y callera hacia atrás. InuYasha se agachó para comenzar a dar con sus puños eufóricamente en el suelo.

Estaba absolutamente desbordado, las emociones chocaban agolpándose en su cuerpo haciéndolo sentir profundamente solo y confundido.

Tristeza, miedo, culpa.

No había estado ahí para proteger a su mamá, para decirle que estaba vivo y sobreviviendo.

Ella lo creyó muerto y se fue para seguirlo.

Las lágrimas comenzaron a brotar de sus ojos mientras intentaba sacar la furia en los golpes que continuaba dando al suelo, las piedrillas se enterraban, sentía la humedad de la sangre en sus puños, pero no le importó.

-Maldita sea…-Gruñó-¡MALDITA SEA!-Gritó al bosque echando su cuerpo hacia atrás completamente frustrado.

Sintió como las lágrimas mojaban su rostro hasta el borde de su cabello, el silencio lo inundaba todo, los pájaros habían huido al escucharlo vociferar.

No podía ver el cielo, estaba oculto tras las copas de los árboles, estiró su mano contemplando la sangre que corría de los nudillos, pasando por el dorso hacia la muñeca, empapando la manga de su chaqueta. Ese dolor no lograba mitigar el que sentía en su pecho, se arremolinaba en su interior y se expandía por cada parte de su ser, su cuerpo era resistente, en una par de horas esas heridas no existirían. Sentía su estómago contraído, tenía deseos de vomitar, como si así pudiera sacar de su interior todo el malestar que sentía.

Estaba triste y también asqueado de todo lo que había hecho Naraku desde que llegó a la isla, de cómo todo se fue dando a su favor, incluso cuando fue descubierto aun así logro su objetivo.

Había arruinado su vida, la de su madre, la de todos los que vivieron en ese tiempo, sin embargo, ninguna consecuencia había para él, ninguna sanción, seguía vivo, haciendo daño a su prima y a Kouga, aferrado a lo último que le quedaba de su imperio en esa isla.

InuYasha no lograba entender cómo fue que él pudo apoderarse de las mentes de todos, someterlos y que lo obedecieran al nivel que pudiera experimentar con ellos.

No entendía cómo nadie fue capaz de contradecirlo, de hacerle frente.

Se frotó los ojos enojado con todo y con todos.

Su mamá estaba muerta y jamás la volvería a ver, tenía rabia también con ella y eso lo hacía sentir culpable. Rabia de que no lo hubiese protegido, de que lo llevara siempre allá sabiendo que le hacían daño, rabia de que se hubiese ido ese día a pesar de sus gritos.

Culpa de no haber estado para ella, culpa de que ella se hubiese suicidado por él.

-Para qué he vivido…-Murmuró a la nada con la voz quebrada, sus manos ardían levemente, su pecho quemaba, se frotó allí en un intento desesperado de poder calmarse-Maldita sea…-Tocó el collar que Kagome le había dado buscando consuelo.

Se enderezó quedando sentado, intentando recuperar la compostura para ordenar sus ideas, necesitaba hacerlo. Llevó las rodillas hacia su pecho y las abrazó, colocando su mentón sobre ellas, desde niño había aprendido a hacer eso para poder calmarse después de las horribles cosas que le hacía Naraku. Había descubierto que si se abrazaba y cerraba los ojos, podía lograr centrarse, generalmente imaginaba que eran los brazos de su madre diciéndole que todo estaría bien.

Ella estaba muerta.

Cerró los ojos e intentó buscar esa calma, pero no la encontró, ahora que sabía que ya no estaba, le era difícil poder enfocarse en ese refugio que había creado para él en ese lugar.

InuYasha se llevó los brazos hacia los costados de su rostro, sus manos envolvieron su nuca, apretándolas ahí, creando una barrera con el entorno. Quería desaparecer, quitarse el pecho para dejar de sentir todas las emociones que confluían en ese momento en su interior, olvidar todo, olvidar su existencia.

Estaba desilusionado.

No podía confiar en nadie, nunca había podido confiar en nadie.

-¿InuYasha?

Se sobresaltó al escuchar a su espalda la voz de Kagome, no esperaba que lo siguiera, había estado sumido en sus pensamientos que no prestó atención a su entorno. Algo en él se removió, una esperanza perdida intentando aflorar, pero quiso callarla, no quería sentir eso porque dolería. Parecía que todo lo que le importaba a su alrededor lo perdía.

-Déjame solo-Le dijo retirando los brazos de los costados de su cara, irguiendo el mentón sin darse vuelta a mirarla.

Un largo silencio se hizo presente, la escuchó moverse, pensó que se iría pero al contrario, escuchó sus pasos acercándose a él para sentarse detrás de él.

¿Por qué no se iba?

¿Por qué no lo dejaba solo?

Se lo había dicho, pero ella en vez de marcharse estaba ahí.

Su corazón se estrujó, porque contrario a sus palabras, lo que él quería desesperadamente era que ella estuviera ahí para él, que no lo dejara, quería por una vez a alguien que pudiera darle apoyo cuando él estaba sintiendo que todo el mundo se desvanecía.

-Dije… que te fueras-Aun así sus palabras salieron contradiciendo lo que realmente sentía, porque su parte racional le decía que no debía entregar su vulnerabilidad a nadie, le había mostrado suficiente, tenía miedo de seguir haciéndolo y luego cuando ella se fuera para volver a su vida normal, él se quedara solo otra vez.

Kagome guardó silencio, de algún modo, sentía que realmente eso no era lo que él quería, podía palpar su dolor y sus heridas, lo entendía. Ella que no había vivido nada del padecimiento de InuYasha se sentía abrumada por todo el relato, podía comprender que para InuYasha debía ser realmente aterrador.

Siempre solo y en manos de ese tirano, su corazón se oprimía de solo imaginar a InuYasha siendo un niño, viviendo con la pequeña esperanza de que su madre fuera por él.

Kagome buscó en su memoria todas las veces en que su propia madre sí estuvo para ella, situaciones cotidianas: recordó cuando le enseñó a pasear en la bicicleta, cuando le curó su pierna porque se había caído por las escaleras de la casa, hasta la primera vez que un joven le rompió el corazón, de las veces que llegaba agotada del trabajo y ella la abrazaba, le preparaba su plato favorito y tenían una charla amena. Otras veces su madre no le decía nada, solo la escuchaba, entendiendo que ella solo quería desahogarse.

Kagome podía comprender parte del dolor de InuYasha, porque ella también había perdido a su madre, sin embargo, si había podido recibir siempre su amor y cuidado. InuYasha en cambio, siendo un niño, había quedado encerrado en un lugar solitario y oscuro. Esperando por alguien que no llegaría jamás.

Ella se acercó lentamente sin pensar mucho si lo que haría estaba bien o no, simplemente surgió. Desde atrás pasó los brazos por los costados de los hombros de InuYasha en un suave abrazo, apoyando la frente en su nuca. Lo sintió tensarse fuertemente sin apartarse.

-InuYasha, te entiendo…

-Kagome…

InuYasha creyó que su pecho iba a explotar al sentir una inesperada calidez y dulzura en su corazón, por primera vez recibía contención en su dolor, por primera vez alguien estaba ahí para hacerle saber sin palabras que todo estaría bien. Que de alguna forma lograría seguir hacia delante.

Si bien, su primer instinto fue moverse, lentamente su cuerpo se relajó, aceptando el consuelo que Kagome le estaba ofreciendo. Subió la mano hasta la suya y la colocó sobre ella.

La respiración irregular comenzó a calmarse, la tristeza abrumadora seguía allí, pero era embalsamado por ese abrazo que parecía estar adormeciendo los torbellinos del dolor por la perdida y la injusticia.

Gracias, pensó InuYasha, pero no lo dijo, temía que si hablaba se quebraría.

.

.

.

Kagome escuchó un ruido suave alrededor, abrió lentamente los ojos sintiéndose desorientada, lo primero que pudo ver fue el verde del cielo por los árboles, lo segundo que miró fue la quijada y el mentón de InuYasha desde abajo. Ella entonces se acordó que se había quedado dormida sobre su espalda mientras lo abrazaba. Era como si toda su fuerza se hubiera drenado en ese abrazo, usando toda su energía para transmitirle que estaba para él.

InuYasha cuando había logrado calmar su corazón, se percató que ella se había dormido porque percibió su pausada respiración, gentilmente entonces se volteó moviéndola para recargarla en sus piernas para que descansara. Ella debía haber hecho un gran esfuerzo para perseguirlo y alcanzarlo en el bosque.

-Despertaste al fin-Dijo InuYasha sonando casual y tranquilo.

-Lo siento, no me di cuenta…-Kagome se enderezó lentamente, no era capaz de mirarlo a los ojos, se encontraba avergonzada por la cercanía.

-Keh, está bien, la verdad, me sorprende que fueras tan rápida para llegar hasta aquí-Expresó con sinceridad buscando sus ojos, ella seguía esquivándolo mirando el suelo entre ellos.

No se había sentido así de tímida hace mucho, desde el último novio con el que había salido unos meses.

Kagome se descubrió siendo consciente de que InuYasha estaba empezando a atraerle de una forma distinta a la amistad, se sintió nerviosa, no encontraba que estuvieran en una situación apropiada para que ella empezara a tener esos sentimientos. Había temas más importantes de los cuales ocuparse.

-¿Kagome?-Él pasó una mano cerca de su cara para que lo viera, ella reaccionó y se atrevió a fijar sus ojos en él desviándolo rápidamente a los nudillos expuestos con sangre seca.

-¡Tus manos!-Se sobresaltó cogiéndolas entre las suyas examinándolas de cerca-¡Hay que curarlas!-Exclamó con preocupación inconscientemente acariciando con sus pulgares alrededor de los dorsos de InuYasha.

-Estoy bien, se sanara en lo que regresemos- Él se sonrojó, apartó las manos para levantarse del suelo y empezar a caminar.

Kagome lo imitó siguiéndolo desde atrás, confundida por los sentimientos que estaba empezando a palpar en ella.

Mientras caminaba mirando su espalda y el cabello platinado meciéndose reflexionó sobre sí misma, no sabía en qué momento había empezado a surgir, pero InuYasha le atraía.

Ella se detuvo abruptamente ante esos pensamientos.

¿Y si estaba confundiendo la empatía con eso?

No, ella había tenido empatía por otros hombres y no se había sentido así.

Él se volteó a mirarla con rostro interrogante, la vio quieta en su lugar con una mirada cálida y las mejillas levemente sonrojadas.

-¿Qué?

Ella negó, respiró profundo y exhaló. No era el momento para eso, primero debían enfocarse en Naraku para que pagara por todo el daño que había generado.

-La verdad… demoré más de una hora en llegar a donde estabas, pero seguramente estabas tan ocupado procesando todo lo que nos dijo el Señor Takashi que el tiempo para ti transcurrió rápido-Aclaró Kagome intentando ordenar las ideas, no podía lidiar ahora con sus emociones amorosas.

-Entonces sube a mi espalda, debemos regresar con el vie… mi abuelo-Se corrigió, se agachó indicándole con un movimiento de cabeza a Kagome para que se subiera. Ella titubeo un momento pero finalmente lo hizo, siendo consciente del alocado palpitar de su corazón y lo tenso que sentía su propio cuerpo por la proximidad-¿Ocurre algo?-Le consultó cuando iba pasando a velocidad entre los árboles.

-No… ¿Por qué preguntas?-Le dijo intentando sonar normal.

-Tu corazón está latiendo rápido.

-¿Puedes oírlo?-Casi chilló nerviosa, se sentía expuesta, respiró profundo para regularse a sí misma.

-Siempre lo escucho, suele ayudarme a dormir en las noches-Sus palabras causaron más estragos en su mente y en su corazón.

-Tus habilidades son…sorprendentes-Intentó elogiar para distraer sus pensamientos.

Él guardó silencio, la olía nerviosa, no la culpaba, después de todo ella también había escuchado el crudo relato del lugareño, creyó que por ello la percibía en ese estado.

-InuYasha…-Kagome había logrado darle claridad a sus pensamientos, enfocándose en el objetivo inicial y en todo lo que habían hablado con el anciano. Una idea surgió, dudosa se atrevió a formularla.

-Mmm…

-Espero no te incomode lo que diré pero… deberías presentarle tus respetos a la tumba de tu madre-Soltó al fin, lo vio simplemente asentir.

Cuando divisó que estaban por salir del bosque mermó su marcha hasta detenerse para bajar a Kagome.

-Tu abuelo me señaló que esta allí-Kagome apuntó al campo de lavandas.

-Eran sus favoritas-Él apreció el lugar que le señalaba Kagome, sentía como la calma que ella le había brindado se aminoraba ante el remolino de emociones por la muerte de su madre.

-Esperaré en la casa-Ella iba a dar un paso pero InuYasha le agarró la muñeca deteniéndola. Kagome lo miró a los ojos, encontró sus cejas levemente fruncida, su boca vacilando en palabras que no lograban salir, había en su ámbar una súplica, él no quería que lo dejara solo-¿Quieres que te acompañe?-Ofreció para corroborar lo que sus ojos le transmitían, él asintió con una expresión aliviada de ser comprendido.

Ella tomó la mano de InuYasha, quería hacerle sentir que estaba ahí, que lo acompañaría, que no estaba más solo. Él no cerró la mano a su alrededor pero se dejó guiar por el prado, de lejos, el lugareño los observaba conmovido y aliviado.

En medio de las flores de lavanda emergía una piedra rectangular con un nombre y una frase: Izayoi, amada hija, amada madre, la flor más hermosa de la isla.

InuYasha contempló la tumba con el pecho contraído, soltó la mano de Kagome para poder sentarse frente a la lápida, repasó la frase reiteradas veces, memorizándola en su corazón.

-Mi madre era preciosa, yo le dije esa oración…

-¿La flor más hermosa de la isla?

-Sí, un día, aquí mismo, ella regaba las lavandas cantando, parecía una imagen de los cuentos que me leía, me acerqué y le dije que era la flor más hermosa de la isla, ella me sonrió, me abrazó diciéndome que era el mejor cumplido que alguien le había dicho en la vida…-Él dejó salir un suspiro, llevó la mano temblorosa hacia la lápida hasta lograr acariciarla con la yema de los dedos, como si temiera que se fuera a romper.

-Cuéntame más de cómo era-Logró decir Kagome tras un momento en silencio, curiosa de escucharlo.

InuYasha llevó la mano a su mentón buscando en su memoria los recuerdos con su madre, aquellos que eran alegres y reconfortantes.

-Le gustaba cocinar cosas dulces, me hacía galletas y pasteles regularmente, le encantaba cantar mientras regaba las plantas, podía estar horas en el jardín y el prado trabajando la tierra, realmente lo disfrutaba… cuando hacía alguna travesura no me reprendía, pero me hacía con ella solucionarlo, me gustaba que me leyera cuentos en las noches, solía acariciarme la cabeza y orejas hasta que me quedaba dormido-De pronto InuYasha fue consciente que a pesar de toda la mierda de su vida, su mamá había sido como un oasis, si bien, no justificaba que lo llevara allí, también podía realzar su luz entre todo el caos.

-Lamento mucho todo lo que tuviste que vivir, pero creo que tu madre, luchó por intentar hacer lo mejor que pudo para hacerte feliz cuando estaba contigo…-Terminó su oración en un susurro sintiendo deseos de llorar y lo hizo, él la miró de soslayo confundido.

-¿Por qué lloras?

-Porque es muy injusto lo que tuvieron que vivir… tú, ella, tu abuelo y todos aquí, por ese… ese bastardo-Apretó sus puños enojada. Las yemas suaves y cuidadosas de InuYasha retirándole una lágrima de su mejilla disiparon su enfado. Lo miró desconcertada por su gesto.

-Gracias Kagome, pero no quiero que te envenenes como yo con todo esto…-Dijo suavemente, retirándole otra lágrima con sumo cuidado, como si ella fuese algo muy frágil. InuYasha descubrió que Kagome se había vuelto su actual oasis, pero de una manera distinta a su madre, tampoco era un cariño fraterno, era diferente, estaba entendiéndolo en ese momento en que miraba sus chocolates y cálidos ojos.

Le gustaba Kagome y eso le aterraba.

Continuará…

En medio de la montaña rusa de emociones nuestros queridos personajes han al fin logrado comprender que hay más que amistad en el vínculo, solo que no saben los sentimientos del otro.

La verdad no pensaba plasmarlo en este capítulo, partí con una idea pero a medida que escribía fue inevitable llevarlo a ese punto, la manera de apoyarse, contenerse, mostrarse sus luces y sombras me llevaron a hacerlo así.

Espero hayas disfrutado el capítulo y dejes un reviews para conocer tu opinión.

¡Un abrazo!

Fecha en la que terminé de escribir el capítulo: 21-04-2022.

Pd: Un breve recordatorio, yo solo escribo en fanfiction, si llegas a ver alguna de mis historias en otras plataformas te agradecería me avisara para tomar las medidas correspondientes.