Disclaimer: Shingeki no Kyojin pertenece a Hajime Isayama

Advertencia: SPOILERS del manga


Suposiciones

...

~ Por fin había llegado el día que tanto esperaba, las calles estaban tapizadas de banderas y la gente se reunía en las calles cercanas al palacio real para poder admirar el desfile. Con los ojos bien abiertos y mostrando una gran sonrisa, buscaba el lugar más adecuado para ver el desfile, en especial para ver a alguien.

¡Mamá! ¡Abuela! –gritó estirando sus manos– ¡Aquí!

Dos mujeres se acercaron a él con tranquilidad, la primera de edad avanzada que se reflejaba en las arrugas de su rostro y en algunas canas en su cabeza, más no perdía su sonrisa; la segunda más joven y bella pero más serena, apenas y era perceptible su sonrisa.

¡Desde aquí podemos ver a papá! –dijo el niño con emoción, conmoviendo a ambas mujeres

Sí –contestó la mujer mayor

¡Le gritaré mucho para que me vea!

Seguro que te notará pequeño –la mujer mayor acarició su cabeza– ya falta poco

El tiempo se le hizo eterno al niño mientras esperaba que su padre pasará frente a él, estuvo un tanto inquieto que su madre tuvo que calmarlo en un par de ocasiones, hasta que el momento llegó. Su admirado padre pasó cabalgando liderando al regimiento más valiente del ejercito de Paradis, con su pulcro uniforme y su porte gallardo, el niño estaba alegre de ver al soldado más fuerte para él.

¡Papá! –gritó el niño con fuerza, logrando una mirada intensa del comandante del Cuerpo de Investigación– ¡Me vio!

El pequeño Murakumo de diez años sonreía alegremente al haber visto a su héroe desfilar, además de estar al lado de su familia y poder comer o comprar lo que el quisiera.

¡Quiero un helado! –clamó a la mujer mayor pasado el desfile

Murakumo ya comiste suficientes golosinas –le reprendió su madre, a lo que el niño de ojos grises hizo un puchero

Si prometes que te portarás bien, te compraré un helado –dijo su abuela

¡Sí! –exclamó, tomando la mano de la señora Kirstein fue directo al puesto de helados ignorando el llamado de su madre

El niño iba tan feliz y estaba tan absorto en su mundo que no escuchó los gritos de terror que lanzaba la gente al ver a un monstruo gigante en medio de la ciudad. Solo recordaba que su abuela lo abrazó fuertemente hasta que sintió el peso de la mujer caerle completamente, por lo que se movió y la mujer cayó estrepitosamente.

¿Abuela? –preguntó, más no obtuvo respuesta, movió un poco a la mujer que tenía los ojos abiertos, pero lo único que vio fue una varilla clavada en su nuca.

El niño asustado retrocedió hasta topar con otra persona quien de inmediato lo reconoció.

¡¿Murakumo estas bien?! –escuchó la voz de su madre preocupada

La abuela –señalo mecánicamente el cuerpo sin vida de la mujer mayor, Ryoko solo pudo emitir un suspiro profundo al ver el panorama actual

La abuela se quedará aquí –dijo entristecida la mujer de cabellos negros– ahora escucha ¡No te sueltes de mí!

El niño asintió tomando la mano de su progenitora y comenzaron a correr, la calidez de su madre le hizo sentir seguridad, lamentablemente esa sensación se terminó unos momentos después cuando fue arrojado al suelo. La caída fue brusca que le provocó unos raspones, cuando se puso de pie y buscó a su mamá, quedo atemorizado al ver unos escombros encima del cuerpo de su madre.

¡Mamá! –grito aterrado, los escombros habían aplastado sus piernas, más su torso, cabeza y brazos estaban intactos

¡Huye de aquí Murakumo! –dijo su madre con un gesto de dolor, sus piernas estaban rotas

Mami –lloriqueo el niño ante tal petición, ademas de que no podía moverse

¡Hazlo! ¡Obedece! –grito la mujer de la misma manera que daba los castigos– ¡Vete o el titán te comerá!

Murakumo había escuchado muchas historias sobre titanes, pero él era tan valiente como su padre que no les temía. Sin embargo, el tono de mando de su madre le hizo dudar. Y ahí fue cuando por fin se dio cuenta, que todo a su alrededor era un completo caos, que varias personas habían sufrido el mismo destino que su familia y que otras huían atemorizadas, pero sobretodo, vio al gigante, al monstruo de los cuentos infantiles destrozar todo a su paso, se llenó de temor que casi se orina, fue el llamado de su madre quien lo sacó de sus visiones.

¡Por favor! –escuchó la voz quebrada de la mujer– ¡Murakumo corre!

Esta vez obedeció, no sin antes mirar una vez más el rostro lacrimoso de la mujer que le dio la vida, corrió sin parar y sin prestar atención a sus alrededores. Corrió hasta nuevamente toparse con alguien que no reconoció pero que lo llevó a un lugar donde habían muchos soldados, en los que ni siquiera reparo, era como si desde ahora el mundo no le importara.

¡Murakumo! –escuchó su nombre proveniente de un voz conocida, alzó la mirada para encontrase con el rostro desencajado de su padre –¿Estas herido?

El niño negó, más no contesto las preguntas que su padre le hacía. Jean comprendió que había pasado por un momento traumatico, lo mejor era dejarlo descansar. Tomo a su hijo en brazos y lo acostó en un cama donde estuvo a su lado abrazándolo, calmando sus temblores inconscientes y sus lagrimas silenciosas.

Descansa –la voz serena de su padre le arrullaba poco a poco– ya estas a salvo ~

Murakumo despertó sobresaltado por recordar en sueños aquel día, se incorporó lentamente divisando que estaba solo en una habitación. Fijo su mirada en la mesa cercana donde reposaba un vaso con agua y su perfectamente doblada bandana morada. Paso sus dedos por ella rememorando los tiempos pasados de su infancia.

Suspiró resignándose a vivir el presente y dar lo mejor de él. "No las defraudare madre, abuela" se prometió.


...

Mitras, 878

Puntual y de lo más presentable, entró junto a Elisa Blanchett al salón de juntas del Parlamento a donde fue llamado a comparecer por el desastre causado en la Ciudad Industrial 1.

–Lo estábamos esperando comandante Kirstein –saludó amablemente el líder Dix

Jean suspiró por lo bajo ante el sarcasmo del viejo, pero retomo la compostura y fue a sentarse en el lugar destinado a él. –Estoy aquí para comparecer por lo sucedido en Ciudad Industrial

–Eso es lo menos que merece, todo el daño ocasionado a un centro de trabajo tan grande como ese –habló un hombre regordete– es una pérdida grande de dinero

–La Ciudad Industrial hace mucho que es una pérdida de dinero –dijo Jean, no dándoles tiempo de refutarle, completó –Esos lugares pueden ser económicamente viables, si se les diera el apoyo y la inversión necesaria

–¿Apoyo? –mencionó otro hombre –¿Que no es suficiente con tener a la Gendarmería cuidándolos?

–A estas alturas, ya no importan los robos de armas en las ciudades industriales, el contrabando de armas modernas extranjeras es el nuevo negocio de los traficantes

–En ese punto le doy la razón –mencionó Wanda Baumeister para molestia de Jürgen –pero eso que tiene que ver en que casi hayan destruido una ciudad industrial

–Es nuestro deber –contestó seguro Kirstein –eliminar cualquier amenaza contra Eldia

–¿Eso incluye fuentes de trabajo, daño en propiedad ajena y hasta deterioro de la naturaleza? –remarcó León Rilke

–Era la única opción

–¿No había otra opción? –cuestionó Dix –¿Algún desierto?, ¿Un campo abierto?, ¿Un cementerio?

–Señor si me permite –Elisa se entrometió en la charla –Era un titán con inteligencia, él mismo sabía el daño que provocaba, por eso me tomé la libertad de evacuar a la población

–Teniente Blanchett ¿cierto? –indicó Jürgen –Veo que eres bastante astuta, pero estamos para hacer cumplir la ley, por muy nobles que sean tus actos, si quiebran la ley, deberán pagar

–Además no existe ninguna ley que responsabilice a un titán por hacer desastres –explicó Rilke

–Pero... –intentó defenderse la pelirroja, más recibió una señal de silencio de parte de su superior

–Escuchen estimados miembros del parlamento –Jean extendió un diagrama delante de los presentes –se que estuvo mal el actuar del Cuerpo de Investigación, pero he traído una propuesta que de ser aceptada, tendríamos mas beneficios que deudas

–¿Y que es? –cuestionó Wanda arqueando una de sus finas cejas

–Primero modernizar la Ciudad Industrial para que ésta pueda producir en serie

–¿Eso nuevamente que tiene que ver con su deber? –cuestionó Rilke –Usted debe ver por la amenaza titán no por la industria

–Me temo que la industria tiene que ver mucho con el ejercito –respondió Kirstein –nuestro atraso también afecta nuestras misiones. Primero, no podemos seguir combatiendo con los mismos equipos de hace veinte años, ahora los titanes son diferentes y tenemos otras necesidades, que hasta ahora no han sido satisfechas. Segundo, esta opción no solo modernizaría a la Ciudad Industrial y al ejercito, también podría reactivar la economía del país. Tercero, tenemos bastantes recursos por explotar, ¿no sería mejor darles un uso adecuado?.

–¿Como quiere reactivar la economía con eso? –preguntó el hombre gordo

–Solo piénsenlo, si logramos demostrar la calidad y eficiencia de nuestros productos, quizá podamos venderlos al extranjero

–¿Y porque piensa que los extranjeros nos comprarían aún con el cerco comercial de Marley? –preguntó Wanda

–Porque podemos ofrecerles algo novedoso –hizo una seña a Elisa, quien de inmediato le entregó una barra y la mostró a los presentes –Esto, es una barra de acero superreforzado, una nueva aleación que pusimos a prueba durante la captura del titán, a diferencia del acero superendurecido, ésta aleación es más resistente y ligera, si nuestras deducciones no son tan fantasiosas, este material podría usarse en transportes como aviones, barcos y trenes

–Pero nosotros no construimos eso

–Aún no, pero podríamos exportar la materia prima a quien este interesado en usarla para fabricación

–¿Y esa aleación de que esta hecha? –interrogó Dix

–Los materiales de la aleación siguen siendo secreto de la Ciudad Industrial y sus residentes –habló seguro del comandante –aunque si sabemos que uno de sus nuevos materiales proviene de las minas del distrito Dirk

–¿De las minas que se estaban por operar completamente? –dijo Rilke

–Así es, a la Ciudad Industrial se le dio un poco de este mineral para experimentar y este es el resultado

–Pero las minas justo ahora están rodeadas de titanes –mencionó otro hombre con preocupación

–Y para eliminarlos necesitamos armas y equipos, si podemos usar las reservas de la Ciudad Industrial para enfrentarlos, entonces podemos dejar libres la minas para que opere nuevamente

–Eso sería arriesgado, poner todas esas nuevas armas a su disposición –mencionó Jürgen –podrían hacerlo con el mismo armamento, no le veo problema

Esas palabras hicieron enfurecer a Jean, ya que por su codicia muchos soldados morían y ahora incluso el príncipe estaba pasando por un momento depresivo.

–En ese caso –su voz sonó dura más no mostró irritación, se mantuvo sereno como si lo que estuviera a punto de decir fuese algo normal –el Cuerpo de Investigación comenzará una huelga

Los presentes incluida Elisa se sorprendieron por la descabellada propuesta del comandante.

–¡No diga tonterías! –mencionó otro miembro del parlamento –Eso es inaudito, ¡además ustedes sirven a la reina! ¡No pueden dejarla desprotegida a ella y al país!

–La reina y los ciudadanos comprenderían bien que el Cuerpo de Investigación no esta dispuesto a seguir sacrificando soldados si tampoco hay apoyo del gobierno –respondió con frialdad –no puedo dejar que sigan viendo a los soldados como piezas que pueden desecharse y ser reemplazadas. Ustedes deciden si seguimos así

Los miembros del Parlamento escucharon y reflexionaron en las palabras dichas por Kirstein, sabían que el Cuerpo de Investigación era el regimiento más pequeño del ejercito, pero también el más eficaz y el que imponía respeto a los enemigos. Además si ellos se iban a huelga, no tardarían en unirse los otros regimientos o incluso las pocas industrias restantes, agravando más la crisis.

–De acuerdo –dijo Baumeister –debatiremos sobre esto

–¿Oye quien te dio la autoridad de decidir que debatiremos? –preguntó molesto Jürgen a la mujer

–Yo llevaré el tema al Parlamento, pues no parece que tu quieras hacerlo –respondió neutral la mujer castaña –aunque tengo una duda comandante, ¿como piensa suministrar energía a una planta para producir en serie? –dijo viendo al soldado castaño

–Estábamos pensando en aprovechar el río cercano, construir una presa hidroeléctrica para abastecer solamente a la Ciudad Industrial

–Eso podría funcionar, aunque para su construcción se tardarían años –habló León Rilke

–Aún siendo a largo plazo, es una buena idea –opinó un hombre que se había mantenido en silencio hasta ese momento –la piedra explosiva de hielo y el carbón no se usaran eternamente como combustible, en cambio la energía eléctrica podría ayudar a modernizar la industria y la vida cotidiana– Se trataba de Ludwig Cramer, miembro destacado del Parlamento, que se había ganado un lugar a temprana edad, siendo el más joven en ser aceptado, actualmente fungía como apoyo para Jürgen Dix, líder parlamentario.

–En ese caso, debatiremos los costos de inversión y apoyo al Cuerpo de Investigación –mencionó Jürgen –obviamente descontando los gastos de reparación de Ciudad Industrial

–De acuerdo –aceptó Jean con una sonrisa interna de satisfacción

–Podemos retirarnos, esta sesión ha concluido –finalizó Dix, los parlamentarios se retiraron quedándose solo Jean, Elisa y un hombre más

–Es usted un hombre visionario –dijo Ludwig examinando la barra de nueva aleación

El joven parlamentario poseía ojos azules y un cabello negro hasta por encima de los hombros, divido en medio y bien peinado. A Jean ciertamente le sorprendió la madurez del joven, pues lo recordaba bien parecido, ahora con esa seguridad y confianza, podía decirse que era bastante atractivo.

–Eso lo hace un buen líder –dijo despidiéndose

Esas palabras hicieron espabilar al comandante quien recordó las palabras que Marco pronunció hace algunos años y sintió una melancolía sobrecogedora, fue hasta que la mano de Blanchett lo sacudió levemente que salió de su estado.

–Vámonos Elisa –se repuso inmediatamente –aún falta mucho por hacer


...

En un bosque cercano a la muralla Rose, un grupo compuesto por unos veinte hombres estaban reunidos alrededor de una fogata, mientras llenaban sus estómagos con alcohol y tabaco, contando anécdotas y otros chascarrillos. La estaban pasando bien hasta que otra persona llegó de imprevisto causando confusión en algunos hombres.

–¡Jefe! –se puso en pie un hombre de barba oscura –¡Pensé que vendría hasta mañana!

El recién llegado miró al grupo quien se había congelado en sus lugares –¡Sigan! Se merecen un descanso antes de otro "trabajo" –mencionó con simpleza, más señalo a tres sujetos –Ustedes, acompáñenme

Los demás hombres no dijeron nada y siguieron con lo suyo, mientras los cuatro hombres se apartaron del grupo.

–¡¿Jefe ocurre algo?! –preguntó el mismo hombre barbado

–Aún no –respondió el hombre que a comparación de los demás iba vestido más formal, con pantalón de vestir, saco, camisa y una larga gabardina todos en negro, a excepción de una corbata roja

–Sí es sobre el negocio de las armas, últimamente han puesto más filtros en la frontera –dijo un hombre de cabello rubio cenizo

–No es sobre eso –el hombre llevaba un cabello blanco medianamente largo y despeinado que contrastaba con su forma de vestir –Por ahora regresaremos al negocio antiguo

–¿Al trafico de titanes? –preguntó otro hombre de cabellos castaños –Pero ese negocio ya no es viable

–Ahora lo es, gracias a Ymir

–¿De que habla Jefe? –preguntó el barbudo

–A que es oficial el regreso de los titanes cambiantes –dijo el líder de cabellos alborotados que cubrían sus ojos

–¿Como es eso posible? –cuestionó el castaño

–No lo se –el hombre formal se encogió de hombros –A mi solo me informaron que existe un portador

–¿Entonces todos esos rumores son ciertos? –habló el hombre rubio– Dicen que hubo una pelea en Ciudad Industrial 1 recientemente, donde el Cuerpo de Investigación estuvo involucrado

–Ya veo –mencionó el moreno sobándose el mentón –así que ahora existen los titanes cambiantes, ¡alguien querrá pagar por tener uno!

–Si, alguien ya hizo el encargo –dijo el peliblanco –será una gran paga –los ojos de los hombres brillaron de emoción al escuchar esto –Aunque hay un detalle

–¿Que es? –habló el rubio

–No se sabe su identidad, solo se sabe que es un soldado del Cuerpo de Investigación

Los hombres se tensaron, los soldados más preparados de Paradis eran de temer, por eso cuando traficaban titanes, evadían lo más posible a los hombres del emblema de la espada y las alas de la libertad. Las veces que los habían enfrentado, se habían llevado varias bajas.

–Será un gran riesgo capturarlo, aún más si no conocemos su identidad –mencionó el castaño

–Pensando en eso, tengo la idea de secuestrar a alguien valioso por el que podamos intercambiarlo o por lo menos sacarle información –habló el hombre de vestimentas negras

–¿Usted cree que el Cuerpo de Investigación va a ceder? –cuestionó el rubio

–Sí, pero tendremos que movernos rápido y coordinadamente –dijo el hombre con un tono más serio –es por eso que vine a verlos, necesitamos formar el plan. Por ahora nuestro blanco esta entre estos tres –mostró un cartel con tres retratos

Los tres hombres contemplaron los rostros de los jóvenes que les mostraban, realmente solo reconocían a uno, más con eso se imaginaban quienes eran los otros dos.

–Les llaman el trío real, cualquiera de esos tres puede ser perfecto para el plan –informó el hombre de blancos cabellos

–Pero uno es el príncipe –mencionó asombrado el rubio –eso sería arriesgar el pellejo

–El otro es parte de los Azumabito, según los rumores y de ellos dicen muchas cosas, no precisamente buenas –opinó el castaño

–La chica es hija de dos soldados de alta posición, el subcomandante Arlert y la inspectora Dreyse –mencionó el moreno –tal vez ella sería la presa más fácil

–Entonces esta decidido –dijo el hombre de cabellos blancos –Armen el plan con los demás, yo revisare los detalles finales antes de atrapar a la chica

–Sí jefe, no lo defraudaremos, mañana a primera hora trazaremos el plan –mencionó el trío de hombres

–Saben que no pueden fallar –sentenció el hombre mostrando una sonrisa retorcida –no querrán ver en acción a Stan "el Verdugo"

Los hombres tragaron grueso y aceptaron la orden de no fallar, mientras intentaban esconder su miedo del hombre frente a ellos, éste se alejo de ellos a paso lento adentrándose al oscuro bosque.


...

Ehrmich, 878

–Eren ¡te llama el Comandante Kirstein! –anunció Bruce al pelirrojo que estaba en su habitación sin querer ver a nadie, más no podía desobedecer una orden directa

–Ya voy –dijo sin ánimos, levantándose pesadamente de la cama, se preguntaba para que lo querían, si para reprocharle el haber robado y usado un suero titán o por su pésima actuación en Ciudad Industrial donde dejo muchos daños

Al entrar en la ofinica principal se encontró con Jean, Armin y Gabi unicamente. De todos los presentes la capitana le daba miedo y no sabía porque.

–Adelante Eren –dijo Kirstein– toma asiento

–¿Para que me ha llamado? –preguntó con voz débil, Gabi solo hizo una mueca de fastidio

–Aunque realmente mereces un castigo por robar el suero y titanizar a un compañero –mencionó el comandante– esta vez lo dejaré pasar por el shock emocional tan fuerte que tuviste, pero solo esta en esta ocasión ¿de acuerdo?

–Sí señor

–Ahora sí, cuéntame que viste antes de titanizar a Vera –preguntó Arlert

Eren soltó un largo suspiro y comenzó a relatar –Tuve varias visiones que aún no comprendo, pero la que me afectó más fue... donde Jaeger devora a su padre siendo aún un niño –dijo el pelirrojo todavía temblando por la impresión

Armin no dijo nada más en su cabeza se hacía la idea de lo horrible que fue para el chico ver eso. Aunque ahora que lo pensaba mejor él a veces tenía episodios extraños donde parecía recordar cosas muy fuertes, a decir verdad, nunca platico con él sobre sus sentimientos sobre el asesinato por manos propias de el doctor Grisha, el anterior portador del titán de ataque y quien robó al Fundador.

–¿Porque hiciste eso? –cuestionó Braun –convertirla en un titán para que te devorara

–No lo sé –confesó el chico –creí que ella sería un mejor titán que yo

–¡Agh que llorón eres! –exclamó la castaña –ese es un tu deber primordial, ¿no se lo prometiste a la reina?

–S-sí

–Entonces por lo menos inténtalo, nadie dijo que ser un titán es cosa fácil –mencionó Gabi recordando que Reiner tuvo un intenso entrenamiento y luego una importante misión que lo llevó a trastornar su mente. Ella misma desde pequeña también fue entrenada y llevada a la guerra solo para demostrar que era digna sucesora de su primo.

–Por cierto Eren –dijo Jean para aligerar el ambiente –¿viste en tus memorias como repartir los poderes titán sin que te devoren?

–No –confesó Reiss –Yo no pensé en ese momento, solo quería que alguien tomara mi lugar

Jean miró a Armin en complicidad, por lo que Arlert comenzó a explicar –Devorar la médula espinal del portador era la única forma que conocíamos para heredar los poderes titán. Sin embargo, este caso es diferente, así que necesitamos que recuerdes que fue lo que paso en ese momento –dijo mirando al pelirrojo –Tampoco estamos seguros de si cediste uno o más poderes

–No tengo idea –dijo Reiss apenado

–Eren no vuelvas a tomar decisiones como esa –ordenó el comandante – por ahora entrenaras arduamente para que controles los poderes titanes que te quedan

–Sí señor –respondió, aunque luego quiso saber algo más, miro a sus superiores y con algo de valor preguntó –¿Todos esos recuerdos son del Demonio de Paradis?

–No podemos saberlo –mencionó Arlert –por eso desde ahora, escribirás con detalle todo lo que ves

Eren se empezaba a preguntar sobre ese tal Jaeger, desde niño había escuchado sobre ese hombre, en los cuentos era retratado como un monstruo que comandaba titanes para devorar a los niños malportados; al crecer y entrar a la milicia, escuchó de él como un líder radical y genocida que arrebató de la familia real el poder del titán y que en su intento de mostrar su poderío sacó a los titanes de la muralla María para aplastar Marley, causando una guerra innecesaria. Más en sus pocas visiones, esa voz no parecía estar desquiciada, es más, parecía tan humana, tan cargada de sentimientos como los de cualquiera, aunque en su caso los escondía.

–¿Cual es su verdadero nombre? –preguntó sin prestarle mucha importancia a lo que decía. Esa pregunta tensó a los tres soldados que ahí estaban –Jaeger es su apellido, pero ¿que hay de su nombre?

Ni Armin ni Jean se atrevieron a contestarle con la verdad, porque ni ellos sabían con exactitud el porque Historia había escogido ese nombre para el pelirrojo.

–El nombre no importa –contestó Gabi, sacando del apuro a los dos hombres –Lo que importa es que no sigas sus pasos

–¿Eh?

–Si ves que él mató, no lo hagas tú también –dijo con determinación la capitana –utiliza sus recuerdos a tu favor, no sigas sus pasos –Braun posó sus manos en los hombros del príncipe con suavidad, cosa que sorprendió al pelirrojo –Tú no eres un demonio

Reiss se sintió extraño al ver por primera vez compasiva a la capitana Braun, sin pensarlo mucho respondió –Yo protegeré a Eldia

Gabi esbozó una ligera sonrisa –Ahora ve a cenar

–¡Sí señor! –respondió el muchacho, despidiéndose de sus jefes

Una vez que el príncipe se retiró, la única mujer del lugar dijo –¿Vamos a seguir así?

–Sí, seguirá entrenando hasta que domine todos sus poderes –mencionó Jean

–Me refiero a esta farsa –los ojos castaños de Gabi brillaron– la que dicen de que no conocieron a Jaeger

–No tendría caso decirlo –habló Arlert –después de la Guerra de Paradis por alguna extraña razón hubo una especie de amnesia colectiva, nadie nos creería semejante cuento

–Pero el chico esta viendo sus memorias –dijo Braun retirándose del lugar –Tarde o temprano sabrá todo, incluso lo que ustedes no vieron

Armin y Jean quedaron pasmados pensando en todas las posibilidades para el pelirrojo, si él que era visto como la Esperanza de la Humanidad terminó como el Demonio de Paradis, ¿podría ocurrir algo igual con el príncipe heredero?.

–Tenemos que hacerlo –habló Jean decidido –le diremos quien era él

–Solo hay un detalle –mencionó Armin –nunca supimos porque tomó esa decisión –el rubio suspiró y con tono triste dijo –...porque nunca se lo preguntamos

Kirstein chasqueo la lengua al recordar todo lo sucedido hace años, mientras Arlert se preguntaba si algo hubiese cambiado si dialogaban. En esos momentos, en su afán de detener un genocidio a nivel mundial –que no acabó con el odio hacia Eldia, más bien lo avivó– no tuvieron más remedio que enfrentarlo. Más ahora que la historia de terror se repetía, se preguntaba ¿que opción era la más adecuada?.

"A pesar de conocernos desde niños, nunca comprendí tu forma de pensar" dijo Armin pensando en aquel al que llegó a considerar su mejor amigo .


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****Notas****

*Quise poner un paralelo entre la niñez de Murakumo y la de Jean. Pues Jean es de los pocos (y que se ha mostrado) que tuvo una niñez normal por lo que el solo pensaba en vivir cómodamente hasta la muerte de Marco, que cambia su forma de pensar. En el caso de Murakumo, también gozo de una vida normal bastante privilegiada hasta que se ve truncada con la aparición de los nuevos titanes, donde adopta un carácter más frío y pesimista.

*Ahora saben que de quien se despedía Jean en el capítulo 3 era de su mamá, la señora Kirstein :´( .

*Puse una parte muy política porque sí, y es que por Dios, a veces no entiendo tanto político tan tonto e inútil pero que están en altos cargos, o leyes tan absurdas (benditos derechos INhumanos) pero ni modo así es el mundo.

*La producción en serie comenzó en el siglo XX con el Taylorismo de Frederick Winslow, mientras que en E.U.A el modelo fue adaptado por Henry Ford, llamándose Fordismo.

*Otro obstáculo más: los traficantes aparecen.

*Lo de la amnesia colectiva y el porque Eren Jaeger solo es conocido como Jaeger o Demonio de Paradis, esta conectado.