Disclaimer: Shingeki no Kyojin pertenece a Hajime Isayama.

Advertencia: SPOILERS del manga


Lo que pudo ser

Ciudad Subterránea, 878

La música sonaba alta y aún así podían percibirse las carcajadas, los desafíos verbales y hasta las propuestas a las damas de compañía, después de todo aquel era un bar muy concurrido en la Ciudad Subterránea, pues no solo ofrecía los clásicos servicios, sino servicios especiales para clientes difíciles: droga, información, espionaje y mercenarios. Ese sitio fue donde encontró alianzas y también traidores, ahí se había forjado hasta como era actualmente, casi lo sentía como un hogar.

–¿Esta noche parece muy tranquilo? –la mesera le sirvió otro trago de whisky

–Esta vez solo estoy de paso, tengo algo de tiempo libre –respondió el hombre de cabellos grises

–¿Y quiere desperdiciar ese tiempo aquí? –cuestionó intrigada la mujer que portaba un vestido entallado y escotado –hay lugares mejores

–Ya me acostumbre a este agradable ambiente –dijo con sarcasmo señalando al grupo de borrachos que comenzaban a agredirse

–Si que eres un misterio –la dama llevó sus manos a su cadera y sonrío con pícardia –si necesitas otra cosa, no dudes en llamarme –le guiño un ojo antes de retirarse a continuar con su labor

Esta vez portaba un sencillo conjunto de pantalón y saco negro a juego con una camisa blanca, aunque su cabello seguía desordenado como siempre, pues prefería ocultar la cicatriz que pasaba por su ojo izquierdo y con ella también ocultaba su debilidad y resentimiento.

Stan recordó como comenzó todo, tenía 18 años cuando fue enviado a una de las tantas guerras que libró la Gelus recién restaurada, y en aquellos campos de batalla empezó a perder el miedo a la muerte, al arrepentimiento y a la justicia, abrazó el lema de "matar o morir" y se aferró a la vida a costa de muchas otras. Pero, contrario a lo que pensó, cuando regresó victorioso a su patria, no fue recibido con algarabía ni con riquezas, fue todo lo contrario. Fue internado en un laboratorio donde fue sujeto a varias pruebas que lo hicieron casi invencible, casi superhumano. Sin embargo, eso tenía un costo, y eso era ser visto como un arma de guerra, además de sufrir terribles secuelas que solo podía calmarlas con algún narcótico, narcótico que solo ellos le otorgaban y que lo fue haciendo dependiente. Tanto fue su compromiso con sus jefes, que no dudo en tomar la misión de vigilar a los dos espías que serían enviados a Paradis.

No parecía ser un trabajo de mucho riesgo, solo debía vigilar que los espías no hicieran algo tonto que pusiera en peligro el nombre de Gelus, y en caso de ser así se desharía de ellos. No obstante todo salió mal en el momento que su camarada llamó la atención de una niña al infiltrarse a la residencia donde se hospedaba la reina de Paradis. La mujer no pudo eliminar a la niña y todo se complicó, Olenka Borisova –la agente encubierto más estúpida que había conocido– tomó de rehén a la princesa heredera, ganándose la atención de todo el ejercito de las murallas. Ivanovich, el otro agente, intento negociar una ridícula propuesta que sirvió más para que los francotiradores apuntaran a la mujer que sostenía a la niña, y así sucedió, Borisova era abatida y caía a las profundidades del río cercano, mientras Ivanovich era capturado y sentenciado a libertad condicionada. Él logró escapar, más su cabeza ya tenía precio.

No fue descubierto en mucho tiempo, donde se dedicó a robar y revender objetos. Fue ganándose el respeto de algunos y el temor de otros, su idea era tener el suficiente dinero e información para regresar a Gelus. Un día de trabajo normal se encontró con quien creía estaba muerta, la mujer lo reconoció de inmediato y por temor a arruinar nuevamente sus planes decidió callarla esta vez, llevándose de paso al hombre que intentó protegerla, lo que lo puso de nuevo en la mira de las autoridades eldianas.

~ –¿Así que tu eres quien asesinó al Canciller Merian? –escuchó la voz llena de confianza del hombre que logró dar con él

¡Te mataré a ti también! –amenazó con ira al ser descubierto

Hombre, no pienso denunciarte si ambos podemos ayudarnos mutuamente

¡No soy un perro callejero en busca de dueño! –le espetó eufórico

Nunca dije que te pusieras a mis ordenes –el hombre no pareció intimidarse, aunque en la oscuridad su rostro no podía verse fácilmente –podemos trabajar juntos, claro si así lo deseas

¿Que ganaría yo? –cuestionó interesado

Obvio, dinero, mujeres, alcohol, lo que tu desees

¿Que tendría que hacer?

Lo que has estado haciendo, robar, extorsionar... matar –el hombre dijo esto último con un tono mas bajo

Tendría que ganar aún más de lo que ya gano –advirtió Stan –además soy algo quisquilloso con los asuntos de callar a la gente

Comprendo –el hombre le extendió un pequeño paquete –tal vez esto pueda ayudarle a decidirse

¿Que mierda es esto? –el hombre de cabellos grises examinó el paquete

Pruébelo por usted mismo, esto es el resultado de lo que podríamos lograr juntos

Sin más palabras, el hombre se retiró dejando a Stan pensativo. ~

Aquello resultó ser mejor de lo que esperaba. Pues ese paquete contenía la mejor droga que había probado, pues lograba calmarle en totalidad sus dolores, aunque a veces lo llevaba a actuar más grotesco y a no medir sus actos –tal y como sucedió con Isaac Hamilton, quien lo retó y acabo muerto–. Gracias a ese socio, logró perfilarse como el líder del más grande grupo de delincuentes, traficantes, sicarios y terroristas que azotaban Paradis en los últimos años. Aún se escuchaba de aquel hombre conocido como el Destripador, pero el quería más, incluso imaginaba que si ese tal Destripador estuviera vivo sería un buen socio o un formidable enemigo, más, ahora los únicos que podían ponerle en aprietos era el Cuerpo de Investigación.

Al recordar ese regimiento, nuevamente volvió a la realidad, sabía que era tiempo de tomar cartas en cuanto a esos gusanos entrometidos. Dejando una gran cantidad de billetes, salió de ese lugar para preparar su nuevo plan.


...

Ehrmich, 878

Apenas el sol aparecía en el cielo, cuando él ya estaba en camino hacia ese lugar tan triste y a la vez reconfortante, esta vez llevaba un ramo de tulipanes rojos, los mejores que logró comprar. Era una costumbre, cada cierto tiempo se levantaba temprano para ir a dejarle un precioso ramo de flores y charlar con ella, a veces llevaba rosas y le confesaba cuanto le hubiese gustado estar a su lado, otras veces le llevaba lirios y le contaba como le estaba yendo con su negocio, en otras ocasiones le llevaba girasoles y le comentaba como estaba su familia, y a veces le dejaba margaritas contándole sus penas y preocupaciones. Entró a aquel cementerio donde solo se enterraban los valientes que habían servido a su patria, él ya sabía de memoria la ubicación de esa tumba, la que tenía escrito el nombre de la mujer que lo salvó de ese infierno.

–Hola –dijo con delicadeza como si temería despertar al morador de la tumba –soy yo de nuevo

El hombre colocó con cuidado el ramo de tulipanes, en sus ojos podía apreciarse un rastro de melancolía, a pesar de eso, surco una sonrisa para comenzar con su monologo. No se percató del paso del tiempo si no fuese porque otra persona llegó al mismo lugar tomándolo desprevenido.

–¿No es muy temprano para que estés aquí? –mencionó el recién llegado con algo de curiosidad

–Jean –respondió el hombre que de inmediato reconoció al hombre que se acercaba –...digo Comandante Kirstein

–¡Oh vamos! –rebatió el castaño –nos conocemos desde hace años, además no hay nadie más por aquí, llámame por mi nombre

–Ahora eres el comandante, ya no eres el Jean ignorante que conocí –mencionó el hombre al ver a Jean vistiendo la elegante gabardina larga

–Oh gracias –Kirstein respondió simplón –entonces debería llamarte Chef Donati

–Prefiero simplemente Niccolo

Jean sonrío complacido –Lo ves –luego desvió su mirada hacia la tumba de enfrente –además a ella eso no le importaba

Niccolo lanzó un suspiro –¿Tu también visitas a Sasha?

–Por supuesto –dejó al pie de la tumba otro ramo de flores, zinnias blancas –cada que puedo vengo a visitarlos

Niccolo entendió que a diferencia de él, Jean tenía a varios camaradas ahí, por desgracia. –¿Quien lo creería? –pronunció con amargura –que después de tantas batallas, los jóvenes sigan partiendo de esta manera

–Nadie sabía lo que nos depararía el futuro, nosotros peleamos por lo que creíamos era la mejor opción –habló el comandante con seguridad

Los dos hombres se quedaron callados por un momento temiendo decir otra cosa desafortunada.

–Pensé que estabas en alguna misión –dijo Niccolo

–Siempre estamos trabajando –respondió Jean –eso no significa que no pueda tomarme unos minutos para visitar a mis amigos

–Eres increíble Jean –reconoció el chef –yo apenas tengo tiempo libre con el restaurante

–Es cuestión de organizarse, siempre hay tiempo

–En ese caso, puedes pasarte un día con tu familia a mi restaurante –el hombre marleyano le guiñó el ojo –la casa invita

Kirstein asintió agradecido por la oferta –Lo haré –el chef se despidió formalmente, más, antes de dar un paso, Jean recordó decirle algo –Salúdame a los Blouse... y muchas gracias por recordar a Sasha

Niccolo que ahora se había convertido en todo un chef reconocido, dueño de su propio restaurante, era un hombre maduro y que había logrado dejar atrás los rencores. –No tienes nada que agradecerme, soy yo quien siempre le estaré agradecido a ella

Jean se mostró conforme, realmente Niccolo era el hombre indicado para Sasha, lamentablemente eso no pudo ser posible porque una bala le arrebató la vida. A veces solía divagar como sería su vida si sus amigos hubiesen sobrevivido; Sasha probablemente estaría casada con el chef, algo que le daría gracia al ver como ésta devoraba todo lo preparado por Niccolo, tal vez hubiese dejado el ejercito y se concentraría en ayudar a niños huérfanos como lo hizo con Kaya, y también tendría a un par de niños tan inquietos como ella. Connie probablemente seguiría en el ejercito, ayudando especialmente a Armin a encontrar algún antídoto para los titanes, es muy probable que tuviera el rango de capitán y seguramente usaría ese cargo para impresionar a las chicas, también estaba seguro que si tenía hijos se llevarían bien con Murakumo.

Un nudo se formó en su garganta. "¿Realmente serían felices?", se preguntó seriamente saliendo de sus ilusiones. ¿Él era realmente feliz al haber sobrevivido?. Tenía varias alegrías en su corazón: su ascenso como líder, su matrimonio, su hijo, su protegida, sus amigos, sus subordinados y su misión como soldado; sin embargo también tenía pesares, especialmente las muertes: la de su madre y las de varios civiles de la Tragedia de Mitras, la de sus subordinados combatiendo titanes y las de sus amigos hace años.

Sasha al menos descansaba en el cementerio, al igual que la comandante Zöe y el valiente Onyankopon, que le fue permitido el acceso por tratarse de alguien que contribuyó en Eldia. Pero, no fue así para Connie, ni para el capitán Levi, ni para el comandante Smith, ni para ninguno de los demás cambiantes; pues de ellos no se encontraron restos a los cuales depositar en una tumba, ni se les celebró funeral, solo el monumento de Shiganshina servía para recordar a todos esos caídos que nunca llegaron a conocerse ni a dejar una lápida, como fue el caso de Marco.

Lo único que podía hacer era vivir con su recuerdo, agradeciendo su confianza y seguir adelante, esto último era lo único que rescataba del bastardo suicida. Se despidió silenciosamente de su amiga y se marchó antes de que más gente llegara, pues aunque no lo demostrará, el peso de las muertes de sus soldados le afectaba, prefería no encontrase con sus familiares e inventarse alguna excusa heroica. Por eso iba de visita en las mañanas, para evitar encuentros por demás lamentables.


...

Mitras, 878

~ –¡Llévanos contigo!

Me tengo que ir, háganle caso a su hermana –sonó suave la voz masculina

¿A donde vas papá? ¡Yo quiero ir! –dijeron los niños de cabello oscuro

¡Yo también! –exclamó con su aguda voz, su padre mostró una mirada enternecedora pero inmediatamente se mostró decidido

Lo siento, esta vez no será –mencionó el padre de familia –pero les traeré algunos obsequios si se portan bien

¿De verdad? –cuestionaron los cuatro pequeños con un brillo inocente en los ojos

Claro –sonrío el hombre –además no tardaré, será un viaje muy corto

¡Sí! –clamaron entusiasmados los niños

Fine, estas a cargo –acarició la cabellera rubia de la niña mayor

¡Sí, padre! –la niña se ruborizó por ser de confianza para su progenitor

¡Que te vaya bien en el trabajo! –dijeron los niños y su madre al hombre que lideraba la familia, lo vieron salir de la casa para dirigirse a su carruaje en compañía de su guardia personal

¿Podemos ir al parque? –preguntó uno de los gemelos a su madre

De acuerdo –aceptó la señora Tybur, quien salió con los niños acompañada de la mucama fiel a la familia

Los Tybur se encontraban cerca del puerto de Liberio, donde Willy tenía trabajo reciente, así que se hospedaron en una casa del área privilegiada alejada del gueto eldiano. Los niños corrieron y jugaron por todo el parque, mientras su madre los supervisaba sentada en una banca y la señorita Lara estaba a su lado. En el juego de pelota, él, siendo el más pequeño no alcanzó a recibir el balón y éste se perdió entre las calles. En principio, Fine la hermana mayor se ofreció a traer el juguete, pero él mismo insistió en acompañarla, tomados de la mano los hermanos divisaban los lugares donde podría estar la pelota. Al final la encontraron entre tanta gente, por lo que, el más pequeño se adelantó para evitar que la multitud pateara su balón, sin embargo, la pelota fue recogida por un alto hombre de cabellos rubios y ojos azules, como los de él.

¿Esto es tuyo? –preguntó aquel hombre de cejas tupidas, el niño asintió con algo de temor –aquí tienes –le extendió el juguete

El niño tomó su pelota y agradeció algo apenado. El hombre rubio sonrío sincero, en ese momento llegó su sirvienta, quien se mostró algo molesta.

Ludwig es hora de irnos –dijo la mucama lanzándole una mirada acusadora al hombre rubio

S-sí –mencionó el pequeño y se alejó del rubio alto

¿Son sus amos? –cuestionó el hombre de grandes cejas a la mujer, la señorita Lara seguía impasible –los niños son tan inocentes –Ludwig notó que el hombre esbozó una sonrisa triste

Niños regresen con sus hermanos –indicó la sirvienta –yo los alcanzaré una vez que resuelva un malentendido con este caballero

Sí –contestó su hermana y tomándolo de la mano de alejaron de ahí, Ludwig volteó a ver nuevamente a aquel hombre, y por fin se dio cuenta de que al hombre la hacía falta el brazo derecho

Ese señor es raro –pronunció el niño

¿Te dijo o hizo algo malo? –cuestionó preocupada su hermana mayor, él negó con la cabeza

Se parece a papá –Fine se detuvo, mirándolo fijamente como si estuviera loco

¡Claro que no! ¡Papá es mucho mas guapo y mucho más elegante que ese señor! –exclamó orgullosa la niña –¡además la señorita Lara lo pondrá en su lugar!

Ludwig no dijo nada más hasta que llegó con sus hermanos que impacientes le arrebataron la pelota para jugar nuevamente, en ese momento se escuchó un estruendo seguido de un temblor. Una especie de esqueleto gigante se formó en el mismo lugar donde se habían quedado la señorita Lara y el señor de cejas gruesas.

¡¿Que sucede?! –preguntó asustada la hermana mayor

¡Niños no se alejen! –escuchó a su madre quien los encerró en sus brazos –¡¿Y Lara?!

¡Allá! –indicó su hermana de cabellera negra, al lugar donde ese esqueleto tenía en su mano a una mujer de vestimenta negra y blanca, la cual se llevó a sus fauces

¡¿Que es eso?! –preguntaron los gemelos horrorizados al ver al gigante devorar a su fiel sirvienta

¡No puede ser! –sintió que los brazos de su madre temblaban y su cara perdía color –¡Es... el titán... colosal! –exclamó casi hiperventilando

Entonces se escucharon los gritos de la gente, tratando de escapar del gigante, a pesar de solo estar formado de la cintura hacia arriba, logró crear caos y miedo. No obstante, un hombre salió de la nuca del titán y caminó con rumbo al muelle. Cuando paso a su lado, se dio cuenta de que se trataba de ese mismo hombre de cejas gruesas y carente de brazo, pero ahora vestía un uniforme negro con un aditamento extraño en la cintura y una capa verde.

¡¿Porque lo hiciste?! –escuchó el rugido de su madre –¡¿Porque la devoraste?!

El hombre se mantenía sereno y respondió –¿Había otra manera de detener al titán martillo de guerra?

La señora Tybur rechinó los dientes y arrugó más el ceño, con toda su furia descargó su veneno –¡Maldito demonio!

El hombre detuvo su paso y luego se giró a verlos con una sonrisa serena y a la vez aterradora –Así es, solo un demonio es capaz de hacer esto –dicho esto se arrojó al mar

Al parecer todo había acabado, cuando a lo lejos un brillo intenso surgió en el mar. La señora Tybur se levantó de un salto y tomando a todos sus hijos, emprendió la carrera al lado opuesto del puerto. Ludwig alcanzó a ver de reojo como el mar se alzaba en una columna gigantesca que se tragó a todas las embarcaciones militares ahí ancladas. Pero lo peor estaba por venir.

Las olas cayeron sobre el puerto, Ludwig solo sintió el fuerte y húmedo impacto arrebatándole a su madre y hermanos. Se estrelló contra algún muro y sintió ahogarse, pero algún Dios se compadeció de él, bajando la marea y depositándolo suavemente en algún tejado. Lo último que vio el menor de los Tybur, fue la ciudad cubierta de agua y en la lejanía emerger del mar al titán colosal, el dios de la destrucción había hecho honor a su título. ~

El joven salió de su sopor, y se talló los ojos con pesadez. Se ajustó la corbata y tomó los papeles que había dejado en un sobre cercano. Caminó por el pasillo hasta llegar a la oficina de Dix, antes de tocar la puerta, una mujer –que él reconoció como madame Vinsonneau– salió del despacho con una sonrisa satisfactoria, él simplemente la saludó cortésmente, aunque ella pasó de largo.

–¿Así que tenía visitas desde temprano? –saludó a su superior con un toque de humor

–No es lo que piensas –dijo el líder del parlamento algo molesto, Ludwig inmediatamente lo notó

–Es una mujer dura ¿cierto?

–Si tuviera tu edad y tu aspecto, la tendría comiendo de mi mano –el joven río –aunque dudo que te gusten ese tipo de situaciones, tú pareces aspirar a algo mejor –Jürgen observó atento al miembro más joven del parlamento, sin embargo, no encontró nada con que seguir bromeando

–Yo solo quiero un mundo mejor –el joven de cabellos negros sonrío inocentemente, causando escalofríos en Jürgen Dix


...

Distrito Rose, 878

El sol tendía sus cálidos rayos a las afueras de Ehrmich, el poblado era bastante tranquilo a comparación de la ciudad cercana, así que podía verse a los niños jugando por las calles, gran variedad de puestos ambulantes y casas pintorescas. Las calles empedradas y los jardines coloridos hacían lucir a aquel poblado como una especie de lugar encantado.

La mujer de cortos cabellos rubios caminaba entre los comercios a paso lento buscando los últimos objetos de su lista de compras. Una vez que cumplió su tarea, se encaminó hasta una de las casas más alejadas de la aldea, una casa espaciosa con solo tres habitaciones en la parte superior, de amplio jardín y delimitada por una cerca blanca de madera. Abrió la puerta y entró al cálido hogar, acomodó un poco las compras y dio los buenos días en voz alta. Nadie le devolvió el saludo, por lo que buscó con la mirada al único habitante de la casa. Fue hasta que se asomó al pórtico que daba al patio, donde por fin encontró al silencioso habitante.

–¡Así que aquí está! –reprochó la rubia –No debería levantarse de la cama sin ayuda

Sentada sobre una silla de ruedas, una mujer adulta se hallaba contemplando el cielo, en su regazo reposaba una hoja con marcas de haber sido doblada. Su largo cabello negro estaba atado en un moño bajo, no obstante las hebras rebeldes se balanceaban con el viento matutino.

–¿Ha llegado una carta? –cuestionó la rubia intrigada –¿Acaso es de... –mencionó la mujer suponiendo quien era el remitente

La mujer de cabellos negros asintió con suavidad y una levísima sonrisa.

–¡¿No se lo dije?! –exclamó la rubia con alegría –Murakumo no se olvidaría de usted, probablemente solo se retrasó, después de todo esta en una misión importante

El semblante de la mujer pasó de alegrarse a tornarse triste en unos segundos, por lo que la rubia decidió abordar el tema de otra manera.

–No se preocupe, él estará bien –dijo con un tono conciliador –Murakumo es fuerte, se graduó como el número dos de su generación de reclutas y su talento es alabado por sus nuevos colegas

–Lo sé –respondió la suave voz femenina que se había mantenido callada

La joven rubia examinó por un momento a su señora y se preguntó porque había decidido cuidarla a pesar de sus pocas muestras de expresión. Ella había ingresado a la entonces Legión de Reconocimiento para que el mundo reconociera a Eldia como una nación independiente, y si tenía que morir por defender a su patria, lo haría sin vacilar. Pero luego llegó la paz, y ella ya encontraba la motivación que alguna vez le acompañó, hasta el lastimero día de la Tragedia de Mitras.

Recordaba que ese día logró salvar al pequeño –y desorientado– hijo de su jefe, lo resguardó hasta que el comandante Kirstein llegó por él. Después con tantos apuros, Jean le confío a ella el cuidado de su familia, al pequeño que parecía seguir en shock y a la esposa que permanecía en cama sanando sus heridas.

Ahí la conoció, a Azumabito Ryoko, la bella y sensible oriental que había llegado desde Hizuru hace algunos años en un viaje, como parte del séquito de la mediadora Kiyomi a tierras eldianas. Según los rumores, entre las reuniones que hacían los Azumabito y los miembros del ejercito, ahí se conocieron y se enamoraron el entonces subcomandante de la Legión y la joven oriental, y se formó un lazo de amor tan grande, que la mujer prefirió abandonar a su clan y a su tierra, para vivir al lado del comandante en un lugar nuevo y con gente distinta.

Sin embargo, al verla por primera vez, la Azumabito causó en ella un deslumbramiento enorme que la hizo acercarse y prometerse ayudarla en todo lo que estuviera en sus manos. Además, Ryoko superó sus expectativas, pues a pesar de que era de Hizuru, poseía unos rasgos más bien mezclados, especialmente sus ojos rasgados de color gris acero, y su presencia –a pesar de seguir en cama– la sentía fuerte, orgullosa y hasta amenazante, como si estuviera viendo a una heroína de carne y hueso. Una heroína que tiene también un corazón cálido, que pese a todo intentaba levantarse, sonreírle a su hijo, apoyar a su esposo y seguir una vida normal. Y en ese momento, se dijo que la seguiría siempre.

–Murakumo regresará –dijo con total confianza, algo que sorprendió a la oriental, que lo demostró con un suspiro

La mujer del importante clan Azumabito, no vestía más que una sencilla falda larga, una blusa de manga larga con la que ocultaba celosa su marca de familia y una yukata –de color rojo, adornado con unos discretos patrones de pétalos de sakura– a modo de suéter, lo que indicaba su nula superficialidad. Tal vez por eso se sentía tan a gusto a su lado.

Ryoko por fin volteó a mirarla, la rubia se sorprendió al ver el brillo en los melancólicos ojos grises y una sonrisa sincera formarse en sus labios. La oriental guardó nuevamente la carta en su sobre y maniobrando las ruedas de su vehículo se acercó a ella, tomándole de la mano cariñosamente.

–Gracias por todo, Lousie-chan

Al escuchar la forma en que la llamaba, los ojos de la rubia se abrieron de más por la emoción y se sintió orgullosa de su labor, una que podía parecer hasta degradante a los ojos ajenos, pues cuidar de una persona con poca movilidad era de admirarse –De nada, ahora vamos a la cocina, le prepararé su almuerzo favorito...

Las dos mujeres se dirigieron al comedor, forjando más que un lazo de servicio, uno de aprecio sincero y mutuo.


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***Notas***

*El Niccolo x Sasha era más canon (y bello) que esas ships populares que ni química tienen. Change my mind.

*Agradezco que se hayan agregado ciertas cosas en el anime: primero, que nos aclararon que los niños latosos son hijos de Willy Tybur; segundo, que nos hayan mostrado el primer y probablemente uno de los pocos besos romanticos de la obra; y tercero, que le hayan dado nombre a la hermana e hija de Willy. Me ahorraste trabajo, gracias MappaGod.

*Sobre Ludwig, si lo notaron lo introduje desde el capitulo 2, y sí, ya desde ese momento lo había concebido como un Tybur, solo que con algunas variantes. Pero como ya dije en el punto anterior, gracias a lo hecho por Mappa, preferí apegarme al canon y no cambiar su origen, así que este personaje es el niño más pequeño de la familia, el rubio con corte tipo Levi.

*¿Porque puse a Ludwig como un Tybur? Porque pienso que los Tybur fueron desaprovechados y son infravalorados por el fandom, y porque yo quería XD; ¿Porque de niño tiene el cabello rubio y aquí negro? Simple, usa tinte; ¿Como sobrevivió y llegó a Paradis? ¿Cual es su objetivo? ¿Que importancia tendrá en la trama?... eso mis estimados lectores lo verán en futuros capítulos.

*Louise es la chica rubia que salvó Mikasa en Trost siendo una niña.

*Pues lamentablemente se viene el final, y también la toxicidad esta a full. No sean idiotas y confundan la libertad de expresión con el acoso a terceros, por favor, es una pena que el fandom se comporte así :(