ACLARACIONES:

Edades de los personajes (única mención)

Akastustumi Momoko 16 años

Him Miyako 16 años

Mastubara Kaoru 16 años

Him Brick 18 años

Rowdy Boomer 17 años

Him Butch 17 años

Demashitaa! Powerpuff girls Z no me pertenece, solo la trama.

¿Nana?

Capítulo 1

-¡Butch a la habitación de Miyako! –resuena la voz de Brick poco después de que la enana nana se fuera – ¡Ahora!

Butch bufa ante el llamado de su hermano, era siempre así cada vez llegaba una de la supuesta nueva nana, casi se convertía en una rutina, aunque debía admitir que una divertida, disfrutaba hacer bromas a las nanas, era muy entretenido, ya saben cómo en aquellas películas de niños, donde el protagonista se deshacía de las niñera ancianas y arrugadas, que al final de alguna forma sacada solo con la magia del cine, el pequeño niño protagonista saliera victorioso. Lamentablemente no era un niño, así que tal vez sus bromas no eran del todo cómicas e infantiles.

Butch admitía que era una persona que jodia demasiado, cuando la situación lo ameritara.

-¡Butch! –vuelve a llamar Brick, el pelinegro bufa con evidente fastidio dejando su conversación con una de sus amigas, estaba avisando que no podría ir a dar la vuelta con su pequeños grupo de "amigos" o como suele emplear, personas que solo pasa el rato.

Va al cuarto de Miyako encontrándose a su hermano mayor con el ceño fruncido, (su marca personal) con los brazos cruzados y su adorable hermana pequeña sentada en su cama, jugando con ese peluche horrible de pulpo que tenía desde los cinco años.

-Tardaste –dice Brick, rueda los ojos Butch

-A diferencia de ti hermano tengo vida social que será ligeramente arruinada, gracias a que eres una boca floja.

Brick sonríe, de esas pocas veces que lo hace, y solo lo hace para burlarse de él. –Aunque no lo lamento, tampoco sabía que madre estaba en casa –contesta, para luego borrar su sonrisa y volver a la fría expresión de siempre –Y que le diera el empleo a una mocosa, como intento de nana.

-Brick... –murmura Miyako dejando su peluche en sus almohadas. –Tiene mi edad al parecer.

-Con su estatura creí que tenía menos –murmura Brick algo fastidiado, Butch ríe ligeramente ante la leve mueca de Miyako –Hay que darle la bienvenida.

-¿Usaremos la cosa viscosa verde? O ¿Tendré que ir por la basura de afuera y llenarla con agua? –Butch nota el escalofrió de Miyako, continua opinando –Si me permites opinar, la cosa verde siempre funciona.

-Realmente me pregunto cómo es que consigues esa porquería –dice Brick con una mueca de asco– Tráelo antes de que llegue.

-Este… -murmura Miyako llamando la atención de sus hermanos, está ligeramente sonrojada y Butch supo lo que diría –No quiero participar en esto, Momoko no parecer ser mala, y no fue padre quien la contrato, yo creo que madre…

-Miyako –interrumpe Brick, quien se sienta junto a ella. –Recuerda que los tres decidimos que no tendríamos una nana con la edades que tenemos. –Butch asiente, porque era meramente ridículo tener una nana con 17 años. –Y que echaríamos a cualquiera, sin importar quien la contrataba. Y si los tres estuvimos de acuerdo, debemos cumplir.

Miyako guarda silencio desviando la mirada. Era una regla casi no dicha, pero en ocasiones cuando los tres que están más tiempo en esta casa que cualquiera de sus dos progenitores, decidían por el bienestar del otro, aunque casi siempre era Brick que tomaba la última palabra por ser el mayor. Algo que Butch en ocasiones consideraba que no era algo realmente justo.

-No seas aguafiestas hermana –dice, ignorando la mirada asesina de Brick, a pesar de que era algo difícil. –Tal vez al fin sea la última.

Miyako suspira, siempre cedía al final. Aunque no estuviera conforme, aunque no le pareciera, no le gustara. No se quejaba, solo podía decir un "no" una sola vez. No era un rasgo bonito, pero en ocasiones algo ventajoso, o eso creía Butch.

Con tal de distraerla o por los menos subirle un poco los ánimos, comienzan hacerle cosquillas, agarrándola desprevenida, Miyako ríe demasiado fuerte, tratando de alejarlo dándole uno que otro codazo que no le hicieron ningún daño. Brick se levanta de la cama esquivando los movimientos bruscos inconscientes de Miyako.

-¡Para Butch!

La suelta permitiéndole respirar, inhala y exhala varias veces queriendo recuperar su respiración normal con pequeñas risas saliendo de su boca. Luego le dedica una mirada berrinchuda quejándose de no gustarle las cosquillas, pero al menos consiguió que dejara esa cara larga.

-Bien, cada uno sabe que hacer –Dice Brick con una pequeña sonrisa, algo malévola.

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-Es aquí –Dice Momoko indicándole al chofer, para que pudiera estacionarse.

-¿Vive aquí? –El chofer mira el pequeño departamento descuidado, el departamento estaba cerca de uno de los barrios más peligrosos de todo Tokio, por eso no le sorprendió que el chofer se pusiera algo nervioso cuando le dijo la calle de su hogar.

-Regreso un momento –contesta, abriendo la puerta trasera. Esperando que el carro lujoso no llamara mucho la atención como para que el chofer se llevara un mal rato.

-No gusta que la acompañe –pregunta el hombre con una voz temblorosa.

-No – dice sonriéndole, donde el pensamiento de que si algo malo sucediera, seria ella quien tendría que salvar a ambos. –Yo puedo sola, gracias.

Ingresa al lugar, saludando al recepcionista que solo le dedico un leve gesto de cabeza seco. No tardando mucho en llegar a su piso, al subir las escaleras, yendo casi al final de pasillo ignorando los gritos de sus vecinos o que una persona estuviera media inconsciente en el suelo, abriendo la puerta de su hogar, encontrándose a una mujer de unos treinta años, su tía Yuki. No era muy alta, pero aun así rebasaba a Momoko por unos cuantos centímetros, su cabello era pelirrojo un poco más oscuro, como también lo eran sus ojos que Momoko siempre se decía que mostraban una tristeza y cansancio, que una persona no debería portar.

-¿Conseguiste el empleo?

Momoko frunce levemente su ceño ante el saludo de su tía, la mujer estaba sentada en la pequeña sala cubriendo sus manos con crema, al limpiar tantas casas, sus manos se resecaban demasiado.

-Si –murmura mientras se sentaba a su lado, viendo el único decorativo de la casa que era una mesa de centro que su tía Yuki muy celosamente ha mantenido con ellas, donde se exhibía un plato de plástico viejo que contenía fruta que recientemente habían comprado. Intento no compara su casa con la que acababa de visitar.

Su tía suspira ligeramente aliviada mientras guardaba la crema que estaba en sus últimas. –Eso es bueno… -Momoko asiente, mordiéndose el labio. –Pero…

-¿Qué?

-Hay un pero –contesta la mujer mayor sin cambiar su mirada cansada –Por tu mirada sé que hay un pero… ¿Qué sucede?

Su tía la conocía mejor que nadie, un hecho agradable. –Me tengo que… -Comienza aun preocupada –Me tengo que ir a vivir en esa casa –dice mirando la reacción de su tía.

-Hm... –contesta la mujer, que no parecía sorprendida. Momoko se preguntó el porqué, pero nunca lo hizo en voz alta –Bueno… trabajo es trabajo y no podemos darnos el lujo de que renuncies –mira a su sobrina con una pequeña sonrisa, que era más que una mueca –Me alegra que lo consiguieras

Momoko le sonríe de forma leve, no dijo más yendo a su cuarto a preparar sus cosas, no tarda mucho en hacerlo ya que no tenía más que guardar su ropa en la mochila que usaba para su escuela y en otra que había guardado a pesar de estar rota uno de sus tirantes, guardo todo los materiales restante. Al terminar observa su pequeña habitación por unos momentos, decidiendo dejar sus posters de sus animes favoritos que había sido de regalo por sus amigos y las fotos que también compartía con ellos, era como dar entender que este departamento en mal estado, era su hogar, y también porque, algo le decía, que estaría más seguros aquí, que en esa casa lujosa.

Solo faltaba despedirse de su tía. No le gustaba la idea de irse y dejarla sola, siempre se había cuidado una a la otra, sentía que la desprotegía al irse.

-Bien ya me voy. –dice algo temblorosa, la mujer mayor sale de su pequeño trance. Momoko noto sus ojos enrojecidos, pero sabiendo que su tía no le diría nada, prefiere no preguntar. –Creo que si tardo más el chofer de esa familia le dará un ataque.

La mujer le sonríe de forma leve, reconociendo la broma para después murmurarle –No se te olvide visitarme.

Sin poder evitarlo, corre hacia ella abrazándola fuertemente, casi haciéndolas caer al sofá maltratado. Su tía Yuki se tensa, como siempre lo hace ante las muestra de cariño, tardándose en corresponder.

-¿Estarás bien sin mí? –susurra Momoko, como también acariciar la cabellera de su tía que ante la posición, la frente de la mujer mayor estaba reposado en su mentón.

-Lo estaré –le contesta, separándose de ella, tomando una de sus mejillas y pellizcarlo de forma leve –Pero admito que me sentiré sola.

-Te visitare frecuentemente –declara –Vendré los domingos, por la tarde. Lo prometo.

-Claro que si, Momoko.

Sonriendo con tristeza, Momoko toma sus improvisadas maletas y con un ligero adiós se va del departamento, siendo consciente que dejaba entrar a la soledad.

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-¿Esta listo?

-Si, solo falta que vuelva.

Los dos hermanos comparten una sonrisa divertida, (una siendo más abierta que la otra) al ver como la cosa viscosa parecía moverse por sí sola dentro de la cubeta. Brick aún se preguntara como es que su hermano hacia esa cosa maloliente. Ambos estaban en la habitación del pelinegro asomados por la ventana donde daba el jardín trasero, esperando pacientes a que aquella enana regresara.

Escucharon el sonido del carro siendo estacionado, vieron como Miyako daba la vuelta hasta la entrada principal. Brick toma la cubeta de agua helada, mientras Butch la otra cubeta maloliente, ya que tenía más resistencia para soportar ese olor tan desagradable. Y ejecutar su plan.

Miyako aparece junto con la enana, Brick noto que la chica no traía su maleta, pensó que tal vez Miyako intento salvar aquello de ser llenado con la cosa verde. Rueda los ojos, mientras esperaba que Miyako se alejara y no fuera afectada, cuando considero la distancia prudente Butch actúa, vaciando la cubeta, miro con orgullo como la enana recibía aquel liquido maloliente siendo empapada, empuja a Butch para lanzar él la siguiente cubeta con agua helada, que sabía con certeza que solo empeoraría el olor.

La carcajadas de Butch se escucha por todo el patio, haciendo que la enana mirar hacia su dirección, desde la altura podía ver como el líquido se deslizaba por ese rostro infantil, como aquel cabello que estaba sujetado en una trenza apretada y perfectamente peinada, estaba arruinado y que aseguraba que olería a mierda por días. Estaba tan sonrojada que parecía a punto de explotar.

-Lo sentimos –expresa con un tono de burla –No nos dimos cuenta de su presencia, enana. –Butch seguía riendo.

Espero un chillido, espero incluso que los insultara. Pero la chica había decidió alejarse un poco, para obsérvalos mejor, noto ese ligero movimiento de su mentón alzándose, y como no le quitaba los ojos de encima. Con la postura calmada. Lo único que mostraba su malestar era aquel sonrojo, que comenzaba a desaparecer.

Frunzo el ceño… ¿Pero qué carajos…?

-No se preocupe –dice alto sin llegar a gritar –Los accidentes ocurren, suelo verlos muy seguido.

Escucho a Butch atragantarse con su risa, y él procesaba el doble significado. Un insulto indirecto. Esa…

Momoko camina hacia la entrada trasera. –Entenderá que no podrá entrar con eso puesto –exclama manteniendo su tono de voz neutro, Momoko lo observa de nuevo, con una mueca de desagrado. –Debe quitarse esa mierda puesta antes. No creo que le sea tan difícil, la conoce bien.

Quería insultos indirectos, puede hacerlo mejor. Butch ríe de nuevo, porque a él le encantaba ver la desgracia ajena, como estas. No importa quién sea el receptor. Mientras él miraba aquel sonrojo expandirse de nuevo en la cara de esa enana. Si fuera un volcán una erupción seria el resultado menor.

-Entra Miyako –dice impidiendo que su hermana, intente ser más altruista. Le aceptaba el hecho que salvara las pertenencias de la intruso. –Intente no tardarse, enana.

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Momoko intenta sacudirse y exprimir su cabello para no entrar tan mojada a la casa-mansión, hizo caso a la recomendación de Miyako que de forma simulada le indico que fuera con el jardinero, para que pudiera ayudarla. El hombre tan amble había decidió usar la manguera para quitar la mayoría de esa cosa asquerosa que le provocaba arcadas. Su ropa estaba adherida a su cuerpo, y el frio que indicaba el pronto comienzo de otoño, provocando que apretara sus dientes para no temblar, agradece a ver decidido faltar por ese día (a pesar de que su orgullo fue herido, al perder la oportunidad de tener una asistencia perfecta), y que su uniforme no sea el que estuviera manchado. Aunque su único vestido fuera arruinado.

Decide entrar por la puerta trasera, que daba acceso a la cocina, cuidando que no estuviera ninguno de los Him o cualquier otra persona, se dirige hacia su habitación y poder lavarse con su shampoo, y quitarse esa sensación maloliente que desprende. Cierra su puerta al llegar, y creyendo que sus cosas estarían adentro. Intenta no quejarse al ver el cuarto vacío, sin rastro de sus mochilas.

Mierda.

-Ese imbécil malcriado –murmura, se deja caer en el suelo. Ligeramente cansada. –Así que un trabajo fácil, ¿no?

Piensa con sarcasmo. Recordando a cierta persona de aquel día.

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Ese día había salido temprano de la escuela y por suerte no le dejaron tarea que realizar, cualquier chica de su edad hubiera aprovechado para comprar ropa o ir de paseo con sus amigos, pero ella no era así, prefirió pasar todo el día buscando un empleo que había marcado en algunos periódicos. Para su mala suerte había sido rechazada en cada uno de ellos, acabando así el día frustrada y cansada. ¿Por qué era tan difícil con seguir trabajo, ahora? ¿Por qué siempre la juzgaban tan rápido? Eran las mismas excusas "No tiene lo que necesitamos" "No aceptamos a menores de edad" "No tienes la habilidades necesarias" "Eres demasiado joven".

Llevaba semanas buscando un trabajo, salía de su escuela y buscaba por toda la cuidad para luego llegar a su casa sin ningún cambio. Las esperanzas se morían lentamente, mientras la desesperación le hacía querer jalarse de los cabellos.

Siente el golpe ligero en su frente, levanta la mirada encontrándose con aquellos ojos color jade, Kaoru le entregaba el chocolate que había sacado de la máquina expendedora que contaba el parque. Momoko lo acepta, mientras su amiga se sentaba a su lado. La chica le había invitado estar un rato en el parque de Shinjuku cuando le hablo por teléfono, Momoko sabía que Kaoru noto su tono desesperado y desanimado, que por eso intentaba distraerla por unos minutos.

-¿Mal día? –le pregunta, Momoko observa el cabello negro corto de la chica, que estaba desordenado sin haber pasado ni siquiera el peine. O que tal vez, por el aire que cada vez que patinaba lo haya alborotado de esa forma.

-Pésimo –contesta abriendo su bebida. –Es imposible encontrar empleo.

-Difícil –aclara la pelinegra –Que yo sepa nada te es imposible pelirroja.

-Necesito ya el dinero –murmura algo angustiada –Por todo los dioses, no cuento con tanto tiempo, no voy a poder librarme de él de esta forma.

Kaoru no dice nada por unos minutos, peleando con el bolsillo de su pantalón. Momoko la observa dudosa, hasta que la chica murmura un "al fin" sacando una pequeña nota.

-Encontré esto en uno de los anuncio de internet –dice con evidente alegría como si hubiera conseguido la cura del cáncer. Momoko mira la hoja impresa donde se leía de forma clara como pedían el servicio de nana, noto como el numero estaba marcado con un plumón rojo como si Kaoru quería asegurarse de que lo viera. –Podemos hacer tu curriculum en uno de los cafés internet cerca de aquí. Después de marcar y pedir una cita.

Momoko la mira asombrada, pero no le dio tiempo de replicar o hacer algún comentario, ya que Kaoru con su naturaleza impaciente logro que ese mismo día, consiguió fecha para una entrevista, como también que Momoko realizara y mandara su curriculum.

–Pero nunca he cuidado niños… -Comento Momoko, antes de que ambas se retiraran a sus casas para cambiarse.

-Eso que importa pelirroja, son solo niños, es demasiado fácil a que tú anterior trabajo. Ellos claramente saben quién manda.

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-Así que saben quién manda –piensa, que diría su amiga. Si supiera que no eran niños a los que debía cuidar.

Unos leves golpecitos de su puerta hacen que deje divagar en sus pensamientos. Se levanta de suelo yendo hacia la puerta y después abrirla. Le sorprendió ver a la menor de los Him, con la cabeza baja clara muestra de lo apenada que estaba, sujetando con su mano derecha la mochila casi rota y la que usa para la escuela en su hombro izquierdo, donde también su mano izquierda sujetaba una bolsa amarilla, donde tenía como estampado una marca de ropa. O eso creía.

-Vine a disculparme –dice Miyako antes de que pudiera preguntarle de que hacia aquí. Momoko no pudo evitar mirar detrás de la chica desconfiada, esperando alguna intervención de sus otros dos hermanos. Vuelve a mirarla notando como parecía temblar ligeramente a causa de sus nervios. –Pude esconder tus cosas antes de que mis hermanos las tomaran, le pedí al chofer dejarlas en mi armario. Tuve que esperar a que se fueran a sus cuartos para poder traértelos.

Momoko notando como las palabras de la chica eran sinceras, relaja sus hombros y dedicarle una sonrisa calmada –Acepto sus disculpas señorita Miyako.

Miyako levanta la mirada sonriendo de forma tímida, entrando a la habitación y dejar ambas mochilas en la cama –También le vengo a traer esto –levanta la bolsa amarilla. –Mi madre solicito su compra hace unos días.

Momoko lo toma, sacándolo algo dudosa, era un vestido blanco de manga larga con un cinturón negro que se sujeta en la cintura, un vestido tan hermoso que ella jamás podría darse el lujo de comprarlo. Comparándolo con su ropa, sería una burla todo lo que tenía, deja el vestido en la cama regañándose por seguir comparando las cosas.

Ahora entendía el por qué había pedido que en su curriculum especificara su talla de ropa.

-Sera su uniforme como nana, debe usarlo de forma frecuente– dice Miyako –Son dos vestidos.

Momoko saca el otro vestido que es igual al otro solo que este era rojo –Son tan hermosos –susurra admirada.

-La comida estará en una hora –dice Miyako, su tono de voz en ocasiones era bajo y nervioso –Me gustaría que me acompañara.

Momoko no supo porque se lo pedía. Brat le dijo que sus comidas eran después de que los hermanos comieran, ya que su obligación era asegurarse de su buena alimentación, pero no pudo negarse con esa mirada nerviosa. –Por supuesto señorita Miyako, solo debo alistarme apropiadamente.

-Por favor llámeme Miyako –dice –y puede llamarme de tu.

-Como usted dese seño…Miyako.

-Te veo luego Momoko –Miyako sale de la habitación.

Momoko no tarda en entrar a al baño de aquel cuarto y posiblemente gastarse todo el Shampoo con tal de deshacerse del olor tan asqueroso que aun invadía por todo su cuerpo.

Para su mala suerte, no tuvo agua caliente. La imagen de cierto chico pelirrojo, en su cabeza la convenció de quien tenía la culpa.

Ese idiota.

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Miyako entra al cocina encontrándolo vacía, sus hermanos a un no bajaban o tal vez comerán de nuevo en sus cuartos dejándola sola como casi siempre, se desconcierta al no ver a Yoko, la cocinera, pero recuerda que esta en cama con una ligera gripe. Y que la comida de hoy fue improvisada por Brat con tal de dejar descansar a Yoko. Miyako suspira, yendo a su lugar. La cocina era demasiado grande, lo suficiente como para que tuviera una barra y una mesa como comedor, un poco más pequeño que la principal. Pero lo suficiente como para que ocho personas comieran en ella. Brat había dejado su plato y el de Momoko en aquella mesa (algo que lo desconcertó cuando se lo pidió), junto con la cantidad de cubiertos que no usaría la mayoría, pero debía seguir practicando su etiqueta. Ordenes de su madre al parecer.

-Provecho –levanta la vista hacia Momoko que entraba cerrando las puertas deslizándolas.

Sonríe, al ver el vestido blanco que llevaba puesto. –Te queda muy bien Momoko.

-Gracias señorita.

-Miyako, por favor –Corrige –Venga, siéntate conmigo.

Momoko va a lado suyo, noto como la cara de la chica se descomponía al ver la cantidad de cubiertos en su plato. Miyako sonríe divertida, retirando los cubiertos que estaban de más. Otro día podía seguir las reglas de etiqueta.

-Lo siento, mamá insiste que debo practicar mi etiqueta. –Dice divertida –Aunque ya la domine desde los cuatro años.

-¿Qué hay de diferencia de este, con el tenedor? –pregunta la chica curiosa.

-Que es exclusivo para el pescado, aunque es incómodo de manejar al principio, pero es más eficiente.

Momoko asiente, Miyako sentía el ambiente un poco tenso. Se preguntó si no era por su culpa, es decir, no sabe muy bien cómo debería socializar. No era muy buen con eso, o eso se decía constantemente. Después de indagar por un largo tiempo sobre cómo debería empezar una conversación más amena, y al fin crearse un escenario en su mente donde daba un resultado favorable. Momoko evita que hiciera su inicio de una "conversación excelente", haciendo otra pregunta.

-¿Y sus hermanos?

Miyako parpadea, cambiando la palabra de su boca. –De-Deben estar en sus cuartos comiendo… creo… no suelen bajar a comer.

Momoko arquea la ceja, Miyako por alguna razón sintió que la estaba regañando –En la hora de la comida se come con la familia –Declara con una seguridad que Miyako no supo que decir –No pueden dejarte sola –se levanta, dándole una sonrisa. –No tardare seño… Miyako, traeré a sus hermanos a comer.

Con eso sale de la cocina dejando la puerta abierta, Miyako no supo si debía comer o no. Algo le decía que tenía que esperar.

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Momoko evitaba bufar o murmurar cosas sobre los dos mayores, mientras subía las escaleras, ignora la primera puerta que era la sala de juego. Hasta llegar a una puerta blanca, tenía un letrero grande con palabra "ALEJESE" escrita en él, Momoko toca de forma calmada sin que se muestre su repentino malestar, no obtiene respuesta, toca de nuevo… Nada. Abre la puerta, encontrándose a Butch que estaba acostado en su cama con sus audífonos que ocultaba gran parte de sus orejas, usando su teléfono de forma horizontal. Momoko se acerca quitándole el celular y provocando que los audífonos se resbalen y caigan en el pecho del chico.

-¡Hey! ¿Qué te pasa?

-Ya es hora de comer –dice, desconectando los audífonos, solo requería el celular –La señorita Miyako y yo, los estábamos esperando hace rato.

-¿Y?

-Creo que no me entendió, ya es hora de comer –Momoko nota a Brat llegar sosteniendo dos platos de comida junto con las bebidas, en una charola de plata. –Lo lamento Brat los jóvenes Him comerán en la cocina.

El mayordomo la mira, algo confundido, ella le dedica una sonrisa tratando de que captara que lo tenía controlado.

-¿Y tú quién te crees para…? –intenta reclamar Butch, pero es interrumpido por ella.

-Levántese y vaya a comer –declara, poniendo sus manos en su cintura. Con el aparato aun sosteniéndolo.

-No –dice claramente molesto, Momoko arquea la ceja, manteniendo su posición.

-Por favor, vaya a comer. –su voz se suaviza un poco, pero ante la mirada de Butch tuvo que ir a lo siguiente. Muestra el celular en la mano. –Vaya a comer, o no le devolveré esto.

-No soy un niño para que me trate así.

-Entonces deje de comportarse como uno y obedezca –dice sonriendo –Vaya a acompañar a su hermana y se lo devolveré –aclara –No lo haga y no tendrá celular. Su madre me dio derecho de castigarlos, si era necesario. Pase por alto aquella broma de mal gusto de su hermano y suyo, pero lo que no voy a tolerar es que dejan a su hermana menor comer sola, por cosas absurdas como es jugar con esta cosa. –Había visto el game over, cuando tomo el aparato.

Noto como la expresión del chico se componía a un gran enojo a su persona, Momoko ni se inmutó. Butch le recordaba mucho a Kaoru, de alguna manera explosiva al parecer. Al no ver una reacción del chico más que miradas asesinas, guarda el aparato detrás de su espalda, con tal de cumplir con el castigo. Hasta que Butch claramente molesto se levanta mientras murmuraba al parecer insultos hacia su persona, Brat se hizo un lado dejando que el joven saliera, Butch le murmuro algo al mayordomo para después escuchar sus pasos bajar las escaleras.

Momoko sale del cuarto cerrando la puerta, después le sonríe al mayordomo que sorpresivamente le devolvía la sonrisa.

-Imagino que el señorito Brick también ira a comer a la cocina.

-Esa es la intención.

El mayordomo se retira yendo hacia las escaleras. Momoko se dirige a la siguiente habitación que estaba a unos cuantos metros separados, a la de su hermano. No tenía ningún letrero que alejara la gente o decorativos entre azules como lo vio en el cuarto de Miyako, Momoko toca suavemente recibiendo un "adelante" de parte de Brick. Entra manteniéndose en la entrada.

-¿Qué quiere? –dice Brick de forma brusca.

-Es hora de comer señorito Him –dice –Sus hermanos lo esperan.

-Comeré aquí –dice volviendo a su computadora, parecía que veía una versión de escritorio del cuarto de estudio, con la diferencia que estaba al gusto del chico y era menos extravagante.

–En la hora de la comida hay que estar con la familia –vuelve a decir, manteniendo su postura un poco más relajada –Y sus hermanos son su familia, por favor vaya a comer y este con ellos.

-Lo estoy a las veinticuatro horas del día y si es todo lo que va a decir, entonces váyase. Aun huele de esa cosa verde y está apestando mi cuarto.

¿Por qué tienen que ser tan grosero? Ignorando su deseo de querer patearlo, prefiere pensar como mandarlo a comer. No podía hacer la misma técnica de Butch, el chico delante suyo, podría ignorar lo que le diga, la mandaría al demonio en pocas palabras. Tiene que buscar otra forma. Mira por toda la habitación hasta ver que en la mesita de noche había una foto del mismo chico, que estaba más joven, podía apostar que unos 14 años, uno de sus brazos rodeaba los hombros de forma paternal a una Miyako que parecía de 12 años quien sonríe alegremente con una mano en su cabeza de parte Butch de 13 años tal vez, quien hacia una cara graciosa. Había otra foto más de él y Miyako sonriendo.

-Podría ser –Piensa –Entonces no vendrá a comer.

-Ya le dije que no.

-Su hermana, Miyako. No parecía del todo cómoda comiendo sola –intenta, lo que logra es que el chico dejara de teclear –Creo que estaba algo triste, no lo sé con exactitud, logre que su hermano Butch baje con ella, pero yo creo que le gustaría tenerlos a ambos.

-En que se basa.

-Que me pido a mí acompañarla a comer. –Dice –Y por lo que se, mi horas de comida no deben coincidir con ustedes. –Toma la manija de la puerta mientras daba entender que se retiraba –Pero veo que no es de su interés el estado de su hermana, mandare su comida.

-A mí me interesa el estado de mi hermana –dice impidiendo que se marchara, Momoko evita sonreír, prefiriendo arquear la ceja, como si no le creyera. Se sintió muy bien verlo aún más molesto.

-No lo creo, sus acciones dice otra cosa señorito Him.

-Se equivoca.

-Entonces muéstrame lo contrario –esta vez sonríe Momoko enfrentado la mirada rojiza, si las miradas mataran Momoko podía darse por muerta.

Brick sale del cuarto, empujándola con su hombro algo brusco. Momoko evita reír cerrando la puerta mientras seguía al chico hasta llegar debajo de las escaleras. Hasta que el chico se detiene y después la mira, como si hubiera procesado que había sido manipulado.

Momoko se encoge de hombros. –Ya está abajo, vayamos a comer. Miyako estará contenta de verlo.

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Brat había presenciado todo el espectáculo, estaba impresionado de lo fácil que los controlaba Momoko, ninguna antigua nana había logrado que los dos hermanos mayores Him bajaran de sus cuartos, esa chica en un solo día lo había hecho con unas simples palabras o ligeras amenazas como lo hacía una madre.

Va hacia el comedor donde una feliz Miyako se podía presenciar, que escuchaba la quejas de Butch de cómo hizo Momoko que perdieran el juego y que pedía su celular de regreso, algo que la nueva nana decía que sería devuelto hasta que terminara de comer. El joven Brick solo comía en silencio, con el ceño fruncido.

-Tal vez ya no necesitaremos más nanas –piensa sonriendo, alejándose del lugar y continuar con su labor.

Continuara…

Si ya se, cambie bastante este capítulo. Pero después de leerlo me compadecí de quienes se encargan del aseo de la casa, el tener que limpiar la cosa verde que le lanzaron a Momoko.

Y si no entendieron o no me di entender, los insultos indirectos que se lanzaron la pareja roja, fueron: en caso de Momoko le dio entender a Brick que Él fue un accidente, mientras que Him insinuaba que Momoko conocía la mierda o que lo era.

Última edición: 6/12/20.