Capítulo 7.
Múnich.
Nela miraba abstraída la hoja de papel que había sobre la mesa, en la cual había estampado su firma después de un estúpido juego que acabó mal. ¿Cómo se había dejado convencer con algo tan convencional? Ella era una mujer racional, alguien que pensaba con la cabeza, debió pensar mejor las cosas antes de aceptarlas, pero ahora era demasiado tarde para arrepentirse.
- Vas a tener que pagar y lo sabes.- dijo Bárbara, quien miraba la hoja por encima de su hombro.
- Cállate, Babs.- gruñó Nela, enojada, pensando en arrugar el papel para hacer una bola y arrojarla al basurero.
Pero eso habría sido faltar a su palabra, ¿o no? Y si una psicóloga (y británica, además) fallaba a su palabra, entonces no se podría confiar en nadie en este mundo.
El asunto había comenzado una semana atrás, cuando Nela se cansó de recibir mensajes de Whatsapp de Sho; al parecer, el chino logró sobrepasar el límite de resistencia de Lily, quien decidió que la manera más sencilla de quitárselo de encima era dándole lo que quería, es decir, el número de teléfono de Nela. A partir de ese momento, Lily se había lavado las manos y había dejado que Nela batallara sola con su "acosador personal" (bueno, no, Sho no llegaba al rango de acosador, siendo honestos, él aún no le llamaba por teléfono, sólo había enviado mensajes por Whatsapp y nunca la molestaba en los horarios en los que sabía que estaba ocupada), justificándose en el hecho de que una psicóloga debía estar bien preparada para afrontar cualquier eventualidad.
- Además.- había concluido Lily.- He determinado que Sho no es peligroso, ni es un maniático ni un acosador. De hecho, es un hombre muy agradable, así que no veo motivo por el cual no puedas conocerlo mejor.
El resto de su grupo de amigas, entiéndase Bárbara, Gwen, Débora y Elieth estuvieron de acuerdo con Lily, las muy traidoras, así que Nela no tuvo más opción que encarar su problema de frente, tomar al toro por los cuernos y decirle a Sho de una vez por todas que no estaba interesada en una cita, ni con él ni con nadie, de manera que una tarde decidió a ir a Säbener Straße para hablar en persona con el chino.
"Será pan comido, por supuesto. Él lo entenderá, que no quiero nada romántico por el momento".
Sin embargo, Nela no contaba con que Sho es un hombre muy, muy persistente, y que la misma tenacidad que lo llevó a ser el mejor futbolista de China y que después lo envió a uno de los mejores equipos de Europa la iba a aplicar para acercarse a la chica que tanto le había llamado la atención. Sin preámbulos ni indirectas, él le dijo a Nela que le gustaba y que quería conocerla mejor, que no pretendía molestarla sino acercarse a ella con intenciones serias. Su aplomo y su sinceridad desarmaron a Nela, quien no atinó a decir el discurso que había preparado.
"No-puedo-salir-contigo-porque-estoy-enfocada-en-mi-carrera-así-que-por-favor-déjame-en-paz".
Detrás de ellos, Schneider y Levin se hacían tontos con balones de fútbol, fingiendo que entrenaban aunque en realidad sólo estaban ahí para escuchar la plática entre Sho y Nela. Ésta estaba segura de que los jugadores les estaban prestando atención debido a que Lily apareció de la nada para ponerse a platicar tonterías con los otros dos, casi como si Schneider le hubiese avisado que había un buen cuento en curso que no se podía perder. Si Sho sabía que estaba siendo vigilado, no parecía estar molesto o avergonzado, al contrario de Nela quien tuvo ganas de salir corriendo, no sin antes estamparles un balón en la cara a cada uno de los presentes.
- Sólo quiero una cita, nada más.- dijo Sho, mirándola de frente.- Una sola cita me bastará para que te convenzas de que no soy un acosador y que lo que pretendo contigo es algo serio.
- No dudo que seas un buen muchacho, es sólo que no quiero salir con nadie, ni ahora ni después.- replicó Nela, turbada.- No quiero hacerte perder el tiempo.
- ¿Cómo es que estás tan segura de que vas a perder el tiempo conmigo?.- preguntó Sho, con una sonrisa ligera.- ¿Cómo puedes saberlo, si ni siquiera lo has intentado? Hasta donde yo sé, eres psicóloga pero no adivina.
A Schneider y a Levin les entró, simultáneamente, un ataque de tos que más parecían risas contenidas, mientras que Lily estornudó, aunque el estornudo pareció sonar algo así como "ahí sí te agarró".
- Está bien, no tengo manera de refutarte eso.- Nela decidió llevar el asunto con dignidad, a pesar de todo.- Tienes razón al decir que no tengo manera de saber al cien por ciento que estamos perdiendo el tiempo, pero lo que yo pretendía decirte es que mi carrera no me deja tiempo para citas.
- ¿Y tú crees que la mía sí?.- Sho soltó una carcajada.- Por favor, Nela, soy jugador profesional de fútbol, juego en uno de los equipos de Europa que más compromisos tiene, lo que hace que viaje constantemente, no sólo por todo el país sino también por todo el continente. ¿Crees que tengo tiempo para fijarme en algo más que no sea el fútbol? La respuesta obvia es que no, y confieso que yo estaba igual que tú, sin tiempo ni ganas para novias, pero cuando te vi nada de eso me importó. Quiero salir contigo para conocerte, nada más, no te estoy pidiendo que te cases conmigo ni que dejes tu carrera por mí.
Nela se sintió ligeramente avergonzada; quizás de verdad estaba exagerando las cosas, pero aun así se resistía a aceptar el ofrecimiento del joven.
- Es más, te propongo un trato.- dijo Sho, antes de que ella pudiera responder.- La Bundesliga está por comenzar; si nosotros ganamos el primer partido y yo anoto un gol, saldrás conmigo.
- Tienes que estar muy seguro de tus habilidades para proponerme eso.- respondió Nela.- O ser muy engreído. O tal vez un poco de ambas cosas.
- Te estoy dando mucha ventaja.- insistió el joven, con una sonrisa.- No sólo tenemos que ganar, yo debo anotar un gol, como mínimo. Si no se cumplen ambas cosas, no te volveré a molestar otra vez. ¿Estás de acuerdo?
- No me vas a dejar en paz hasta que te diga que sí, ¿cierto?.- suspiró Nela, resignada. ¿Qué más daba? Como él decía, le estaba dando mucha ventaja ya que se tenían que conjuntar las dos variables.- Está bien, hagámoslo. Si el Bayern gana su primer partido de la Bundesliga contra el Schalke, y tú anotas un gol, yo saldré contigo.
- Perfecto.- la sonrisa de Sho se ensanchó.- Hagámoslo oficial, entonces.
- ¿Cómo?.- Nela parpadeó, sorprendida.
Sho insistió en hacer una especie de contrato, en la que ambos firmarían de conformidad con las condiciones del mismo. A Nela esto le parecía exagerado y hasta un poco pueril, por lo menos hasta que su instinto le dijo que ése era solo un detalle que hablaba del carácter más ameno del joven. Su voz interior le sugirió que se lo tomara como lo que era, como un juego, pues tal parecía ser que Sho había recurrido a ese truco para hacer creer que el asunto no era un compromiso serio y que así Nela no se sintiera tan presionada, un gesto que al final ella habría de agradecerle.
- Como quieras.- ella se encogió de hombros.
Así que, al marcharse de Säbener Straße, en vez de llevar un asunto concluido, Nela se fue con un papel con su firma de conformidad en el que decía que si el Bayern Múnich ganaba su primer partido de la Bundesliga, con mínimo un gol de Sho Shun Ko dentro de las anotaciones conseguidas por el equipo, ella aceptaría tener una cita con él. Una parte de su ser se sentía halagada por el hecho de que Sho se hubiera tomado tantas molestias para sacarle una invitación a salir, pero su parte dominante acalló esa molestia sensación de autocomplacencia.
"No es probable que el Bayern gane… Bueno, sí, sí lo es, ha sido campeón de la Bundesliga más veces que cualquier otro equipo alemán en toda la historia del torneo… pero lo que no es probable es que Sho anote un gol… Aunque sea el goleador estrella de su país… Oh, vamos, los chinos ni saben jugar fútbol… Y los japoneses tampoco y aun así ganaron el mundial sub-19… ¡Ya! De cualquier forma no tiene caso que me esté preocupando por eso ahora, aunque tuviera que ir a una cita, sólo sería una y ya, al menos me lo podré quitar de encima de manera definitiva".
A pesar de todo, Nela se sentía segura. No, claro que no pasaría.
El día del partido, como era de esperarse, Lily estaría sentada en la banca entre el cuerpo médico, y Elieth estaría con la prensa para cubrir el primer juego del equipo más ganador del país (en contra de sus deseos, ya que ella hubiera preferido ir a Hamburgo a apoyar a Genzo); Débora y Bárbara, por su parte, se quedarían a ver el evento por televisión en el departamento que compartían con Nela. Ésta, aunque no quería demostrarlo demasiado, seguía cada jugada del partido, esperando que no se realizara lo que Sho pronosticó. Sus dos amigas, quienes sabían bien lo que la británica había pactado con el chino, no dejaban de animar a Sho cada vez que él tocaba el balón.
- Por mucho que lo animen no va a servir de nada, él no va a anotar un gol sólo por eso, no las oye.- protestó Nela, algo nerviosa.
El Bayern Múnich acabó ganándole al Schalke, en su primer partido de la Bundesliga, por una diferencia de cinco goles a cero: un hat-trick de Schneider, un gol de Levin y uno de Sho. Débora soltó un sonoro "¡Ja!" cuando éste anotó el quinto y último gol del partido.
- Te toca pagar, amiga.- dijo Bárbara, con una sonrisita de burla.- Una cita bien romántica con tu no-acosador personal.
- Ya cállate.- refunfuñó Nela, de mal humor.
Y ahora, ¿cómo se zafaría de ésta?
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Bremen.
A varios cientos de kilómetros de Múnich, al noroeste del país, y un par de horas antes de que el Bayern aplastara al Schalke, el equipo Hamburgo se presentaba en el Weserstadion, el estadio del Werder Bremen. Genzo Wakabayashi fue anunciado como el portero titular del Hamburgo, quien esa noche tenía casi todas las miras puestas en él, no sólo porque regresaba a la Bundesliga tras un año de estar fuera por culpa de sus lesiones sino también por sus polémicas declaraciones recientemente realizadas a Sport Heute. Tan fascinante como su probable desempeño en el torneo próximo a comenzar eran los tres jugadores ases del Werder Bremen, los delanteros Manfred Margus y Ramón Victorino, y el mediocampista Franz Schester. Ellos eran los encomendados de romper la barrera de Wakabayashi y verificar si éste sería capaz de mantener su prestigio tras un año de ausencia. Ambos equipos estaban a la altura de la inauguración, y el encuentro llamaba tanto la atención como el que tendría el Bayern Múnich contra el Schalke.
- ¡Vamos! ¡Vengan aquí, Schester, Margus y Victorino!.- musitó Genzo, con una sonrisa entusiasta.- Los estoy esperando.
Un día antes del partido, los tres jugadores del Werder Bremen se habían reunido para discutir la mejor manera de atacar a Genzo. Los tres sabían perfectamente bien que detener los disparos desde fuera del área de penales era la especialidad de Wakabayashi.
- Genzo Wakabayashi, el SGGK que rara vez perdona un tanto.- dijo Schester, mirando fijamente a sus dos compañeros.- Sobre todo si el disparo se realiza fuera del área chica, ahí es extremadamente fuerte, lo que significa que nuestra única posibilidad es atacar dentro de la zona de penalti. Margus y Victorino, van a tener que abrirse paso entre la defensa del Hamburgo y penetrar en ese terreno.
- De acuerdo.- asintió Margus.- Hoy marcaremos dos goles a Wakabayashi, ya lo verás.
- Que de eso no quede duda.- Victorino sonrió maliciosamente.
De manera que, en cuanto comenzó el partido, el Werder Bremen rápidamente se hizo con el balón; Schester realizó un pase a ras de suelo que atravesó la defensa del Hamburgo para caer a los pies de Victorino. La Pantera Negra de Sudamérica se movió con gran rapidez, recortando los metros que lo separaban del área protegida por Genzo, tras lo cual lanzó el primer potente disparo del partido. Sin embargo, Wakabayashi supo en qué momento moverse y lo desvió sin mucha dificultad. El balón fue interceptado a la fuerza por Schester, cuyo juego por momentos se hacía más violento. El joven alemán decidió cambiar a último minuto y lanzó un pase con efecto, el cual fue respondido por Margus con un potente cabezazo. Genzo se tiró rápidamente hacia un lado y atrapó el balón entre sus manos.
- A Wakabayashi no pueden tomarlo por sorpresa, ha evitado dos goles para su equipo.- bramó el comentarista.- Está teniendo un excepcional regreso a la Bundesliga.
"Están atacando con todo desde el inicio", pensó Genzo, bufando. "Pero no me van a vencer".
En la segunda mitad del partido, cuando empezaba a parecer que el encuentro acabaría con un empate a cero, el Hamburgo consiguió ponerse a la delantera con un gol anotado en el minuto 20. El origen de la jugada vino desde el mismo Wakabayashi quien, tras detener un disparo a gol, realizó un saque de puerta que sirvió como asistencia para que uno de sus compañeros le diera la ventaja al equipo. Genzo estaba eufórico porque hasta el momento había conseguido mantener imbatible su arco; aun así, el Bremen se resistía a darse por vencido en el primer partido de la Bundesliga, el cual además se estaba jugando en su casa.
"La defensa del Hamburgo, entre la cual me incluyo, hemos estado vigilando estrechamente los movimientos de Victorino y Margus durante todo el partido, impidiéndoles avanzar. Schester, quien es el director del juego del Bremen, debería de haberse dado cuenta de eso desde hace mucho, y sin embargo, no ha hecho nada para remediarlo", se dijo Genzo.
En los escasos minutos complementarios, Schester decidió avanzar solo entre los defensas del Hamburgo, consiguiendo sobrepasarlos a todos para quedar con el campo libre, a su entera disposición.
"¡Estamos jugando en casa! ¡Aunque no ganemos, debemos marcar el empate!" pensó el alemán.
Sin embargo, Wakabayashi salió de su posición para arrojarse sobre Schester y robarle el esférico con las dos manos, impidiéndole tirar, adivinando perfectamente sus intenciones y mostrando una defensa mucho más activa que la que había estado presentando en años anteriores. El silbato del árbitro anunció el final del partido, quedando el marcador uno a cero a favor del Hamburgo, al cual había que reconocerle el mérito de ganar el encuentro inaugural fuera de su casa.
- ¡No puede ser!.- musitó Schester.
- ¿Meterle un gol a Wakabayashi…?.- comenzó a decir Margus.
- ¿… es realmente así de difícil?.- finalizó Victorino.
Genzo apretó los puños y soltó un grito eufórico que se sumó a los que lanzaron sus compañeros.
"¡La primera victoria es nuestra!", pensó el guardameta. "Nos enfrentaremos al Bayern hasta la quinta jornada. Me mantendré invicto e imbatible hasta entonces, Schneider".
Al regresar a los vestidores, tras haber recibido palabras de felicitación por su estupenda actuación por parte de sus compañeros y entrenadores, Genzo tomó una toalla para secarse el sudor y se sentó frente al área reservada para él. Mientras se relajaba y refrescaba un poco, vio que la pantalla de su celular brillaba como indicativo de que tenía un mensaje pendiente.
"Suerte y éxitos para esta noche. Demuestra que sigues siendo el mejor portero, en donde quiera que estés".
Wakabayashi no pudo evitar sonreír al notar que el mensaje provenía del teléfono de Lily, pero guardó de inmediato el aparato al ver que uno de los compañeros (el cual permaneció todo el partido en la banca) se dirigía a él.
- Está por comenzar el juego del Bayern.- anunció, mostrando su Iphone.- Estoy viendo la transmisión en línea.
Los demás se agruparon en torno al joven que traía el celular. En ese momento, las cámaras enfocaban a los jugadores del Bayern descendiendo de su autobús. Los del Hamburgo vieron pasar a sus rivales, uno tras otro, y cuando ya la mayoría había perdido el interés, Genzo vio algo que captó de inmediato su atención: el destello de una cabellera castaña, cuya dueña lanzó una turbada sonrisa a la cámara, como quien de repente se encuentra en medio de los reflectores y no espera (o no desea, o ambas cosas) llamar la atención.
"Suerte para ti también, Lily", pensó él. "Muy pronto nos veremos".
-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-
Múnich.
Varias horas antes de que diera comienzo el primer partido que el Bayern Múnich tendría en esa temporada de la Bundesliga, Lily ya estaba preparada para ocupar su puesto dentro del cuerpo médico del equipo. Ella jamás había estado presente en un evento similar, de manera que todo resultaba excitante. Mucha fue su sorpresa cuando se enteró de que el personal médico también viajaba en el autobús del equipo, y aunque se trataba de una distancia corta desde Säbener Straße hasta el Allianz Arena, el asunto no dejaba de ser extremadamente emocionante.
- Te envidiaría si no fuera porque tendrás que aguantar al pesado de Schneider.- había dicho Elieth la noche previa, mientras preparaba su cámara fotográfica.
- No es tan malo.- replicó Lily, por quién sabe cuánta ocasión, de manera casi automática.
De cualquier manera, aunque Elieth hubiese ido con ellos en el autobús del Bayern Múnich, Karl no le hubiese prestado atención, concentrado como estaba en ser el capitán de ese equipo. Iba de aquí para allá, en el autobús en movimiento, platicando sobre jugadas, pases y posibles tiros con los jugadores claves del equipo, los cuales (no le sorprendía a Lily) eran Levin y Sho. Ella recordó el tiro que los tres habían perfeccionado, la técnica definitiva con la que Schneider esperaba aplacar a su único gran rival, el último muro que se interponía en su desenfrenada carrera para conquistar Europa. Era un magnífico tiro, no se podía negar, pero Schneider había dejado muy en claro que sólo lo utilizaría contra un portero en específico.
A pesar de todo, Lily ansiaba saber si él sería capaz de detener semejante monstruosidad.
De acuerdo a lo que se podía apreciar de las escenas previas a un partido, la mayoría de los jugadores bajaban del autobús sumidos en sus propios pensamientos mientras recorrían el camino que los llevaría a los vestidores y de ahí al campo de juego, y en alguna ocasión podía verse a dos o tres personas charlando entre sí. No era así el caso del Bayern, cuyos jugadores avanzaban juntos como si fueran un conjunto. Nadie iba escuchando música, nadie iba concentrado en su mente, todos y cada uno de los futbolistas se conectaban entre sí a través de una corriente invisible pero muy patente.
The Train of the Universal Feeling…
"Es ésta, quizás, una de las más notorias diferencias que el Bayern tiene con otros clubes, que los jugadores piensan y actúan como un equipo, nada de individualidades marcadas, a pesar de tener a varios jóvenes talentosos entre ellos", pensó Lily.
En los instantes previos al partido, el entrenador Rudy Frank dio al once inicial las últimas indicaciones, dejando muy en claro que debían ganar ese primer partido sin excusas ni pretextos. Karl se paró entonces frente a todos, luciendo con orgullo poco disimulado su uniforme nuevo y la banda de capitán en el brazo.
- El partido será nuestro.- aseguró. Levantó el brazo derecho, con la mano echa puño.- Somos los mejores y vamos a demostrarlo. Mia san mia!
- Mia san meister!.- respondieron los demás jugadores a coro, tanto titulares como suplentes.
El estadio los recibió con una trepidante ovación. Estaban en casa y nadie los detendría.
Tres horas después, el equipo celebraba la aplastante victoria que tuvo contra el Schalke, su primer rival de la liga en ese año. Los jugadores del equipo contrario poco pudieron hacer contra el hat-trick de Schneider (el cual lo había obtenido al anotar un gol con la pierna derecha, uno con la izquierda y uno con un espectacular remate de cabeza), el gol de Stefan conseguido con su Levin Shoot y, por último y no menos importante, la anotación de Sho, dejando el marcador en un rotundo 5-0 a favor del Bayern. Tanto el sueco como el chino tuvieron un debut estupendo, y Lily no pudo evitar reírse cuando Sho hizo una celebración por su gol, porque ella estaba segura que más que festejar la anotación, él estaba dando un grito de victoria por haber podido cumplir lo que le prometió a Nela.
Ésa fue la primera victoria del Bayern Múnich en la nueva temporada de la Bundesliga, y sería un presagio de la avasalladora fuerza con la que el club bávaro llegaría para dominar Alemania. ¿Sería que de verdad el Último Muro, como algunos medios alemanes comenzaron a nombrar a Genzo Wakabayashi, sería capaz de detenerlo?
Notas:
- "Mia san mia" significa "nosotros somos nosotros", una frase muy común en la Baviera y adoptada por el Bayern Múnich como una especie de grito de guerra. Es una manera de decir "el Bayern es el Bayern y ustedes se impresionan y se adaptan, no al revés", algo muy característico del orgullo de la gente de esta zona de Alemania. "Mia san meister" significa "nosotros somos los maestros". Creo que esta frase no necesita mucha explicación.
- Eso de "el Último Muro" es invento mío.
- En el manga se dice que los partidos del Bayern y del Hamburgo sucedieron al mismo tiempo, pero yo retrasé el segundo para que se acoplara a mis ideas.
