Capítulo 9.

Múnich.

Por cuarto día consecutivo, el entrenamiento en Säbener Straße se hizo a puertas cerradas. Casi nadie fuera del equipo tenía una idea clara de por qué el Bayern mantenía tanto secretismo con sus entrenamientos, pero esto estaba comenzando a frustrar a más de un reportero. Después del exitoso debut que había tenido el Bayern, todos los medios del país se habían volcado sobre Säbener Straße para conseguir reportajes y algunas fotografías, pero después del primer partido el entrenador había decidido realizar los adiestramientos con la más absoluta discreción.

- Se están haciendo los interesantes.- dijo Markus Küefer, analizando la situación.- Están preparando algo grande, eso se ve venir.

"Por supuesto que están preparando algo grande", pensó Elieth, jugueteando con una pluma. "Lástima que firmé un contrato de confidencialidad que me impide publicar esta noticia antes de tiempo".

- Tienes qué encontrar la manera de entrar a los entrenamientos.- ordenó Küefer, recargándose en el sillón de cuero ubicado detrás del escritorio de su amplio despacho.- Consigue una exclusiva, un pase VIP, lo que sea. Si somos los únicos en tener información seremos los más vendidos.

"Bueno, no necesitaba pedirme que consiga información a como dé lugar, eso queda implícito, todos están pensando hacer lo mismo", se dijo la chica, mientras caminaba por los pasillos de Sport Heute. "La cuestión es cómo entrar y/o cómo encontrar una fuente que esté dispuesta a hablar".

Desgraciadamente, la que parecía ser su mejor fuente de información resultó ser una tumba. Lily no quiso hablar sobre lo que sucedía tras las puertas cerradas de los entrenamientos porque había jurado no hacerlo.

- El entrenador Rudy Frank está decidido a mantener el secreto hasta que el tiro de los tres ases del Bayern haya salido a la luz.- dijo la chica, mientras compartía el desayuno con su amiga.- Y comprenderás que no puedo decir algo de lo que sucede en los entrenamientos mientras tanto.

- Pero yo también sé sobre ese tiro especial.- protestó Elieth, ceñuda.- ¿Por qué no puedo enterarme de lo demás?

- Porque Karl es quisquilloso.- Lily lucía avergonzada.- De verdad, quisiera con toda el alma poder decirte algo, pero no puedo traicionar al equipo que me da de comer.

- Supongo que no.- suspiró Elieth.- No es tu culpa, de cualquier manera, aunque eso de todos modos no me ayuda.

La joven desvió la mirada hacia el librero en donde Lily guardaba sus libros de medicina, y sus ojos captaron a los dos muñecos de peluche que se encontraban ahí; uno de ellos era una reproducción de Berni, el oso café que funge como la mascota oficial del Bayern Múnich, y el otro era una representación de Hermann, el dinosaurio mascota del Hamburgo. Ambos muñecos portaban las camisetas de sus respectivos equipos, Berni con el número 12 y Hermann con el 87.

- ¿Cuándo llegó ese Hermann a vivir a esta casa?.- preguntó Elieth, quien conocía al oso pero no al dinosaurio.- ¿Ya le hace la competencia a Berni?

El oso había sido obsequiado por Gwen a Lily cuando ésta entró a trabajar en el Bayern, como un regalo de buena suerte y para felicitarla por la magnífica oportunidad que se le había presentado. Berni había decorado el librero de la sala desde entonces, para disgusto de Elieth ya que ese oso le recordaba constantemente a Karl, pero nunca hizo el intento de quitarlo. Hermann, por el contrario, no había estado ahí antes del fin de semana pasado, Elieth estaba segura de ello, por lo que el dinosaurio era una adquisición reciente.

- Fue un regalo de Wakabayashi.- comentó Lily, con actitud que habría podido parecer serena de no ser porque su voz tembló ligeramente.- Me lo dio cuando fuimos a despedirnos de él, antes de volver de Friburgo.

- ¿Y eso?.- Elieth se sorprendió.- No sabía que Genzo cargaba con animales de peluche en su maleta para andarlos regalando a sus admiradoras.

- Hace algún tiempo le comenté por chat que tengo un Berni vigilando mis libros de medicina, incluso se lo mostré a través de la webcam, a lo que él contestó que debería tener un Hermann también; como le dije que lo tendría si pudiera conseguir uno, Wakabayashi prometió regalarme un muñeco cuando nos volviéramos a ver.- Lily sonrió ligeramente; sus ojos color chocolate brillaban emocionados.- Pensé que había sido una promesa hecha a la ligera, pero resulta que sí se acordó de conseguir uno para mí.

- Uy, ya pasaron a la fase de los regalos románticos.- se burló Elieth, tomando el peluche del dinosaurio entre sus manos para mirarlo con más detalle.

- ¿Cuál fase de regalos románticos? Es tan sólo el peluche oficial de la mascota del equipo en donde Wakabayashi juega, no creo que eso sea un "regalo romántico".- replicó Lily, un poco avergonzada y un tanto molesta.- Me lo dio como se lo habría dado a cualquier otra chica.

- Pues yo no tengo ningún Hermann decorando mis libreros.- negó Elieth, dejando el muñeco en su lugar.- Genzo no me ha regalado ningún peluche, ¿sabías? Mucho menos uno de la mascota de su equipo. Yo creo que él quiere que tengas un recuerdo del Hamburgo para que lo apoyes y lo tengas siempre presente en tus pensamientos.

- No necesito de un peluche para acordarme de él, pero como digas.- Lily prefirió no seguir discutiendo.- Siguiendo tu teoría, seguramente Karl querrá regalarte un Berni muy pronto.

- ¿Qué? ¿Por qué rayos querría ese petulante hacer eso?.- Elieth se sulfuró.- Ese tipejo no ha de regalarle algo ni a su madre. Además, preferiría vestirme de botarga que aceptar un regalo de él.

- Seguramente te verías genial como Berni.- Lily soltó una carcajada.- Serías un osito tiernosito por lo chiquito.

Elieth gruñó y le lanzó una servilleta de tela bien compactada a su amiga, quien la esquivó con una mueca burlona. Lily dijo entonces que debía marcharse a trabajar, pero Elieth apenas y le prestó atención. Una idea comenzaba a formarse en la mente de la rubia, una idea que resultaba descabellada y totalmente ridícula, pero que podría funcionar si tomaba las precauciones adecuadas.

- No, es imposible.- se dijo a sí misma.- ¿Dónde voy a conseguir lo que necesito?

Una hora más tarde, el Dr. Stein veía a los jugadores entrenar, vigilando especialmente a los lesionados que recientemente se habían incorporado a los adiestramientos. Lily se detuvo a su lado, enroscando nerviosamente un mechón de pelo en uno de sus dedos.

- Todo marcha sobre ruedas.- señaló el galeno, con las manos metidas en los bolsillos de su reluciente bata blanca.- Me da gusto ver que nuestros jóvenes lesionados se han reincorporado exitosamente a los entrenamientos, pero no nos debemos confiar.

- Sobre todo con el tiro que preparan Schneider, Levin y Sho.- comentó Lily, como quien no quiere la cosa.- ¿No es precipitado que quieran llevarlo a cabo en esta temporada? Tienen relativamente poco tiempo de haberlo perfeccionarlo.

- Yo considero que ya están listos para ponerlo en práctica en tu partido, gracias a tus aportes.- replicó el Dr. Stein, sin dejar de mirar a los jugadores.- Lo has hecho muy bien, deberías sentirte satisfecha.

- Sí, no es que no lo esté pero… ¿Por qué tanto secretismo en torno a esto?.- cuestionó Lily, dejando que el viento agitara su cabello castaño y su bata blanca.- Es decir, el tiro no está siendo practicado en los entrenamientos regulares, éstos no tendrían por qué ser a puerta cerrada.

"Además, aunque Wakabayashi supiera de esta técnica, no tendría tiempo para averiguar cómo detenerla…".

- Eso, como bien sabes, es decisión del entrenador, Del Valle.- respondió el médico, mirándola al fin.- Él tendrá sus motivos para hacer lo que hace. Aunque si me preguntas, yo tampoco encuentro justificación para hacer los entrenamientos a puerta cerrada.

"Supongo que simplemente lo hacen porque a los Schneider a veces les gusta fanfarronear", pensó Lily, resignada. "Lo siento, Peque, de verdad lo intenté".

Después de un rato bajo el crepitante sol, Levin y Sho hicieron una pausa para refrescarse un poco; Schneider continuaba dando pases a sus otros compañeros, aparentemente sin mostrar síntomas de cansancio o deshidratación.

- A veces me pregunto si no estará enamorado de Wakabayashi.- dijo Sho, señalando a Karl.- Aunque nuestros planes son más importantes que un simple partido, Schneider no deja de mencionar ese encuentro contra el Hamburgo.

- Eso es porque entre él y Wakabayashi siempre ha habido una declarada rivalidad.- respondió Levin, tras tomar un largo trago de agua.- Comenzaron siendo compañeros de equipo, y casi estoy seguro que después se hicieron amigos, pero también son oponentes y de los fuertes, lo cual es lógico de pensar si consideras que Schneider es un bombardero y Wakabayashi es un muro. Siempre van a estar provocándose mutuamente, es lo natural en dos hombres como ellos.

- Puede que tengas razón.- Sho se encogió de hombros para después comenzar a secarse el sudor.

- Cambiando de tema, ¿a dónde vas a llevar a esa chica Nela?.- preguntó Stefan, acompañando a su compañero en el proceso de secarse el sudor con una toalla.- Por fin conseguiste que aceptara salir contigo, ¿ya sabes cómo aprovecharás tu "gran oportunidad"?

- La llevaré a cenar a un buen restaurante.- contestó Sho, con una gran sonrisa.- Uno que no sea ni de muy baja categoría para que no piense que soy un tacaño, ni tampoco a uno de muy alta para que no crea que soy un fantoche. Después de eso, ya veremos.

- Sería apresurado pensar que podrías acostarte con ella en la primera cita.- señaló Levin, con una sonrisa maliciosa.- Pero uno nunca sabe.

- Considerando además que es inglesa, debo irme más despacio de lo que podría ir con otra persona.- dijo el chino.- Nela es una mujer muy seria y reservada.

- La palabra correcta es "difícil".- replicó Levin.- De todas las amigas de Lily, te fijaste en la más huraña.

- Tal vez.- sonrió Sho.- ¿Y tú? ¿Ya te invitó la doctora Cortés a salir?

- No la he dejado.- Stefan esbozó una mueca.- Sí que es persistente, tengo que reconocerle eso.

- Deberías darle una oportunidad.- señaló Sho.- Si Nela me la pudo dar a mí…

- Sí, pero eso fue porque ella aceptó tu oferta, yo no he aceptado nada con esa doctora.- negó Levin.- Y no creo hacerlo alguna vez.

- Nunca digas nunca.- sentenció Sho, sabiamente.

Frente a ellos pasó la botarga de Berni con rumbo al centro del campo de entrenamiento. El oso llevaba en sus manos una cámara de juguete, con la cual comenzó a tomar fotografías falsas a los jugadores. De vez en cuando, Berni aparecía en los entrenamientos para algunas escenas promocionales con los integrantes del equipo, pero a Levin y a Sho les pareció extraño que no les hubiesen avisado que el oso andaría dando vueltas por ahí ese día.

- ¿No te parece que Berni luce más bajo el día de hoy?.- preguntó Levin, extrañado.

- Es tu idea, todas las botargas son del mismo tamaño.- replicó Sho, encogiéndose de hombros.- ¿Cómo va a estar más bajo hoy?

Ellos no eran los únicos que se sentían extrañados por la presencia de Berni en el entrenamiento. La mayoría de los jugadores dejaban que el oso los "fotografiara" sin protestas, pero Karl se acercó a su padre a preguntarle si él estaba enterado de la presencia de la mascota del equipo en los adiestramientos de ese día.

- No, pero no es raro que Berni ande por aquí.- respondió Rudy Frank, sin darle mucha importancia.- Es nuestra mascota, después de todo. Preocúpate cuando tengamos a Hermann dando vueltas por el campo.

Karl no estaba convencido de dejar a Berni pululando por aquí y por allá. Consideraba que su cámara de juguete lucía bastante real y que el oso le ponía demasiada atención a los tiros de los jugadores, así que no dejó de vigilarlo mientras continuaba el entrenamiento. Mientras tanto, Berni se mantenía atento a cada indicación que daba Rudy Frank, e incluso se acercó al cuerpo médico y le tomó una foto a Lily y al Dr. Stein, quienes posaron muy felices para la cámara de juguete. Sin embargo, el oso se mantuvo bastante alejado de Karl, no sintiendo mucho interés por él a pesar de ser el mejor goleador del equipo, era casi como si lo evitara a propósito, situación que sorprendió a Schneider por el hecho de que habitualmente Berni solía perseguirlo a él.

- Si no fuera porque sé cuáles son las intenciones de Berni, pensaría que está más interesado en armar una nota para un reportaje que en fraternizar con los jugadores.- comentó el Dr. Stein.

- Ajá.- musitó Lily, mirando fijamente a la mascota.- No, no creo que se haya atrevido a eso…

- ¿De qué hablas?.- preguntó el galeno, extrañado.

- De nada.- Lily desechó la idea que cruzó por su mente.

Un joven vestido con camiseta negra y pantalones vaqueros se acercó con paso rápido al entrenador, seguido de un par de guardias; Rudy Frank enarcó las cejas al ver al muchacho, sin atinar a comprender lo que estaba sucediendo.

- ¿Qué haces aquí, Arnold?.- preguntó el entrenador, confundido.- ¿No se supone que estás allá, con los muchachos? ¿O alguien más vino a suplirte?

Arnold era el joven que se encargaba de usar oficialmente la botarga de Berni, de manera que si él se encontraba frente a Rudy Frank, significaba que la persona que estaba dentro de la botarga era un impostor.

- Si alguien nuevo me iba a suplir hoy, no me avisó.- negó Arnold, moviendo la cabeza de un lado a otro.- No sé quién está dentro de la botarga, pero no es alguien que forme parte del club, de eso estoy seguro, ya me encargué de averiguarlo con los demás que la usan.

Rudy Frank, Arnold y los dos guardias miraron a Berni, quien se dio cuenta de que había sido descubierto; el oso se dio la vuelta y echó a correr lo más rápidamente que alguien con botarga pueda correr. Karl y los demás jugadores también se enteraron de lo que estaba ocurriendo y siguieron a Berni con la mirada.

- ¡Alguien detenga a ese oso!.- gritó Karl, mientras los dos guardias salían disparados tras el impostor.

Lily vio atónita cómo Berni esquivaba a los guardias, a pesar de lo voluminoso de su traje, en medio de los jugadores que estaban tan asombrados como ella. Era un tanto cómico el ver cómo dos hombres corpulentos, altos y en buenas condiciones físicas no podían atrapar a una persona que corría con una botarga que parecía ser pesada, pero quien quiera que se estuviese escondiendo dentro del traje resultó tener mucha agilidad.

- ¿Por qué les cuesta tanto atrapar a Berni?.- preguntó Karl, exasperado.- ¡Es una botarga, caramba! ¿Cómo puede correr llevando eso puesto?

Algunos jugadores soltaron carcajadas al ver la inutilidad de los guardias, pero ninguno hizo el intento real por ayudarlos a detener al oso fugitivo; al final, se necesitó la asistencia de un tercer hombre de seguridad para atrapar a Berni. Una vez que tuvieron al oso detenido, uno de los guardias le quitó la cámara para analizarla.

- No es una cámara de juguete, es de verdad.- anunció el hombre.- Berni ha estado tomando fotos de nuestros jugadores.

- Sáquenle la cabeza.- ordenó Karl, acercándose al grupo.- Veamos qué espía se ha colado en nuestras instalaciones.

"Esto parece un mal episodio de Scooby Doo", pensó Lily. "En versión alemana y con un equipo de fútbol". Este pensamiento casi le hace soltar una carcajada, pero logró contenerse.

Berni se movió con brusquedad y se zafó de los brazos de los guardias; con mucha dignidad, se quitó la cabeza falsa dejando al descubierto a una acalorada y frustrada Elieth. Todos los presentes soltaron una exclamación de sorpresa.

- ¿No es ella la chica que nos ayudó con la técnica especial?.- preguntó Rudy Frank a Lily.- ¿La que dices que es tu amiga?

- La misma, entrenador.- Lily se mordió un labio para no reírse.

- ¿Y puedes explicarme por qué ha tomado la botarga de nuestra mascota para tomar fotos?.- el entrenador se acercó al sitio en donde Elieth estaba siendo detenida por los guardias.

- No tengo ni idea.- respondió Lily, con honestidad, caminando detrás del señor Schneider.- Pero ya tendremos la oportunidad de averiguarlo.

- Ni se les ocurra volver a tocarme.- amenazó Elieth a los guardias.- Soy hija del embajador francés, no querrán crear un conflicto internacional.

Los guardias se detuvieron, confundidos, mirando después a Rudy Frank; éste sólo suspiró.

- ¿Se puede saber por qué está usando la botarga de nuestra mascota para tomar fotografías, señorita Shanks?.- preguntó el entrenador.- Nunca me había tocado ver que alguien hiciera algo semejante.

- Porque ustedes están haciendo todo a puertas cerradas y mi trabajo consiste en recabar información.- contestó Elieth, fastidiada. El sudor le pegaba el cabello a las sienes, a pesar de habérselo recogido en un chongo bajo.- Nos obligan a los reporteros a hacer lo que sea necesario para conseguir una historia.

Karl enarcó una ceja al escuchar a la chica, pero Rudy Frank sonrió. Lily estaba pendiente del guardia que llevaba la cámara de Elieth, el cual se veía con pocas intenciones de regresarla a su dueña.

- Admiro su determinación, señorita Shanks, pero está de más decirle que si hacemos adiestramientos a puertas cerradas es por una razón importante.- dijo Rudy Frank.- Tendré que pedirle que se retire, por favor.

- No tengo otra opción, ¿o sí?.- gruñó Elieth, ya más resignada que otra cosa.- Pero dígale a sus guaruras que me quiten las manos de encima, puedo caminar sola, gracias.

- Seguro estoy de que ellos sólo la guiarán hasta la entrada, sin molestarla.- contestó el señor Schneider, haciéndoles señas a los guardias.- Sin ponerle un dedo encima. Pero por favor, antes de marcharse tenga la amabilidad de regresar la botarga de nuestra mascota.

- No se preocupe, que no pienso incorporarla a mi guardarropa regular, el café oso no me va.- Elieth, muy digna, le entregó la cabeza del oso a Arnold, para después alejarse acompañada por los dos guardias que la escoltaban.- Y por cierto, no vendría mal que lavaran esta cosa.

Lily se acercó al tercer guardia que llevaba la cámara de Elieth; el hombre parecía no tener intenciones de devolver el objeto a su dueña, no sin antes borrar las fotografías que se habían tomado, al menos.

- ¿Qué se supone que está haciendo?.- le preguntó Lily al guardia, con tono autoritario.- ¿Va a dejar que sus compañeros trabajen mientras usted descansa?

- No, doctora, pero yo me voy a hacer cargo de… .- comenzó a decir el hombre, mitad ofuscado y mitad sorprendido.

- No me diga que va a hacerse cargo de una simple cámara.- lo interrumpió Lily, fingiendo enojo.- ¿Un solo guardia para cuidar un objeto? Deme esa cámara ahora mismo y váyase a ayudar a sus compañeros. ¿No se dio cuenta de que entre ellos dos no lograron contener a una chica? Si se les vuelve a escapar, va a ser culpa suya por no ayudarlos. ¿Qué espera?

La chica lucía tan seria y enojada que el hombre no se atrevió a contrariarla, entregándole la cámara para después salir presuroso tras sus compañeros, quienes ya escoltaban a Elieth a la salida. La doctora aprovechó para ir a esconder la cámara en su mochila, asegurándose de que nadie más se diera cuenta de que ella la tenía ahora. Cuando todo volvió a la normalidad y el entrenamiento se reanudó, Lily ya se encontraba de nuevo en su puesto junto al doctor Stein, fingiendo una total y absoluta demencia y compartiendo comentarios con los demás.

- Lily, ¿puedo hablar contigo un momento?.- pidió Karl, acercándose a ella.

- Por supuesto, ¿qué sucede?.- la joven se separó de su jefe para acercarse a su amigo.

- ¿Podrías decirme qué rayos fue eso que acabamos de presenciar?.- quiso saber el alemán, hablando en voz baja.

- ¿Qué cosa? ¿Lo de Elieth disfrazada de Berni?.- a Lily le sorprendió que Karl le estuviera preguntando sobre eso.

- Sí.- aceptó Schneider.- ¿Por qué lo hizo? ¿Por qué robó la botarga de nuestra mascota para entrar a nuestro entrenamiento?

- Ella misma ya lo dijo, lo hizo por compromiso a su trabajo.- explicó Lily, con la actitud de una madre que le explica algo simple a su hijo.- Es del tipo de chica que hará lo que sea para conseguir lo que quiere, y está decidida a sacar un artículo sobre el Bayern a como dé lugar.

- Hubiera sido más sencillo si simplemente llegaba y pedía entrar.- musitó Karl, frunciendo el ceño.- ¿Cómo le hizo, en primera instancia, para entrar y robar la botarga?

- Eso sí, ni idea.- negó la chica.- Yo no estaba enterada de que planeaba hacer eso, no creas que yo la ayudé con su loco plan.

- No se me pasó por la mente, el asunto fue tan rebuscado que no creí que ella te hubiese pedido ayuda para llevarlo a cabo.- negó Schneider, reprimiendo una sonrisa.- Hubiera sido más fácil que simplemente hubieras tomado las fotos por ella.

- Menos mal que me crees.- Lily sonrió aliviada.- Tienes que admitir, al menos, que Elieth tiene una ética intachable, no ha divulgado ni una sola palabra sobre la técnica especial que nos ayudó a preparar.

- Eso es verdad.- respondió Karl, pensativo.- Leí el artículo que sacó sobre Wakabayashi, fue muy bueno en verdad, y sus preguntas fueron concisas e inteligentes.

- ¿Ya me vas a creer cuando te digo que mi amiga es buena en lo que hace?.- cuestionó Lily, con evidente orgullo.- Si los dos fueran menos tercos, podrían llevarse bien, pero bueno, le estoy pidiendo peras al olmo.

- ¿Peras al olmo?.- Karl enarcó las cejas, sin comprender el dicho.- ¿Qué significa eso exactamente?

- Olvídalo.- pidió Lily.- Si no hay nada más que tengas que preguntar, regreso a mis actividades antes de que el Dr. Stein me llame la atención por socializar demasiado con los jugadores.

Era obvio que la chica lo había dicho como una broma, pero Karl apenas sonrió; su mente se había distraído con una nueva idea que comenzaba a tomar forma.

Más tarde, cuando Lily regresó a su departamento al final de su jornada laboral, encontró a Elieth sentada en el sillón de la sala, con actitud decaída. A su lado tenía su computadora portátil, cuya pantalla mostraba un documento a media redacción.

- ¿Qué sucede, pequeña?.- le preguntó Lily, con actitud maternal.- ¿Por qué esa carita triste?

- Me quitaron mi cámara, Lapinette.- sollozó Elieth, afligida.- Todas mis fotos estaban ahí. Tengo un artículo muy bueno a medio escribir, y ninguna foto para acompañarlo.

Por respuesta, Lily abrió su mochila y sacó la cámara de su amiga, cuidadosamente envuelta en espuma protectora, tendiéndosela después a Elieth. Ésta abrió los ojos como platos, sin poder creer lo que estaba viendo.

- ¡Mi cámara!.- exclamó ella, emocionada.- ¿Cómo le hiciste para que te la dieran? Bah, seguramente le habrán borrado ya las fotos…

- No, no falta ninguna.- replicó Lily, triunfal.- Míralas y checa que no falta ninguna.

- No puedo creerlo.- Elieth verificaba que todas las fotografías que había tomado por la mañana seguían ahí.- ¡De verdad están todas! ¿Cómo lo conseguiste, a quién chantajeaste y/o amenazaste?

- A nadie, nadie sabe que me quedé con tu cámara, así que más vale que cuando publiques esas fotos no se te vaya a ocurrir decir cómo las salvaste- advirtió Lily, fingiendo severidad.

- No te preocupes, ni siquiera voy a mencionar que me disfracé de oso para conseguir este reportaje.- Elieth se ruborizó, y dado que ella no es del tipo de mujer que se avergüenza fácilmente, con este gesto quedaba demostrado cuánto le perturbaba el evento.- Además, un mago nunca revela sus secretos.

Lily sonrió mientras Elieth descargaba las fotografías en su laptop. La doctora sólo esperaba que a ninguno de sus compañeros del Bayern se le ocurriera pensar que ella habría tenido algo que ver con la desaparición de la cámara; era muy probable, sin embargo, que el guardia abriría la boca pero, de ser así, la joven simplemente diría que dejó la cámara en el puesto de seguridad y que no supo qué pasó con ella después. Lily sabía que esa excusa era muy floja, pero esperaba que ninguno de los dos Schneider le diera mucha importancia al asunto, considerando que a ninguno le había molestado realmente la intromisión de Elieth.

- Bueno, ya veremos qué reacción tiene el equipo cuando vea este reportaje.- dijo Elieth, al concluir el traspaso de imágenes.- No se van a poder quejar, es de lo mejor que tengo.

- Segura estoy que así será.- sonrió Lily.

"Espero que Karl piense lo mismo".

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Nela tenía que admitir que la cosa no había marchado tan mal. Tal vez la expresión correcta sería decir que no marchó nada mal, pero ella no lo admitiría, no tan pronto.

Sho había decidido llevarla a un restaurante de comida italiana; era casi imposible fallar con esta elección, a casi todo el mundo le gustaba la comida italiana, incluso a él, y sospechaba que alguien como Nela no sería la excepción. El lugar, aunque no era precisamente barato, no era ostentoso y tenía un ambiente agradable pero lo mejor de todo era la comida, la cual era exquisita, y Sho había tenido buen tino al elegir el vino tinto con el que acompañaron los alimentos.

- No pretendo emborracharte, pero estarás de acuerdo en que no se disfruta igual la comida italiana sin vino.- dijo Sho, cuando les sirvieron la primera copa.

Aunque él dejaba que fuese ella quien llevara el ritmo de la plática, ambos tuvieron oportunidad de hablar de sus vidas por igual. Sho le habló a Nela acerca de su vida antes de llegar a Europa, transcurrida casi en su totalidad en China al cuidado de su abuelo; sus padres fallecieron estando Sho tan pequeño que él apenas los recordaba. Había jugado fútbol prácticamente toda su vida, siguiendo la disciplina férrea de su abuelo, y su talento nato lo llevó a formar parte de la Selección China de Fútbol, dándose a conocer en las clasificatorias asiáticas para el mundial Sub-19, unos cuantos años atrás. Su participación había sido tan impresionante que, a pesar de haber jugado lesionado (situación que contribuyó a que China no se clasificara al mundial), Sho consiguió llamar la atención de los Schneider, quienes lo contrataron para jugar como profesional en el Bayern Múnich, lo cual se consideraba toda una proeza en alguien que provenía de un país en donde el sóccer no era precisamente el deporte más popular.

- En cierto modo, en eso nos parecemos Wakabayashi y yo.- comentó Sho, en una pausa.- Los dos venimos de países asiáticos en donde la cultura del fútbol no está muy desarrollada, y tratamos de abrirnos paso en un equipo alemán… Excepto porque yo soy menos terco, y quizás también menos sentimental.

Nela, al igual que todas sus amigas, había leído el artículo de Elieth y sabía de la decisión de Genzo de rechazar la oferta del Bayern, por lo que sonrió de manera involuntaria al escuchar las palabras de Sho.

El joven también habló de su antigua costumbre de lastimar a otros jugadores con sus potentes disparos, situación que le había ganado el apodo de Chinese Ace Killer, el cual él había ostentado con cierto orgullo.

- No puedo decirte por qué me complacía lastimar a los demás.- confesó Sho, avergonzado, mientras Nela paladeaba el vino y disfrutaba de su fettucini.- En estos momentos no me siento orgulloso de ello, pero en ese entonces me hacía sentir…

- ¿Cómo un gran hombre?.- completó Nela, sin acidez en la voz.

- Sí, algo así.- el chino se avergonzó aún más.- Soy un estúpido.

- Al menos lo admites.- dijo Nela, muy seria, y un instante después se echó a reír. Sho la observó perplejo durante unos instantes y después se unió a ella.

Quizás fue el efecto del vino, quizás fue el hecho de que de verdad se sentía a gusto, pero sea lo que fuere, Nela se descubrió a sí misma contándole a Sho algunos datos sobre su vida personal. Su infancia en Inglaterra, criada por una pareja relativamente normal de ingleses de clase media alta, en una casa de los suburbios del neblinoso Londres, bajo la tutela de una nana, sin muchos familiares cercanos ya que ella no provenía de una familia numerosa.

- Tengo un tío abuelo que es o era mayordomo y que se fue a trabajar para una familia italiana de renombre.- comentó Nela, bajo los influjos del alcohol.- De ésas que se enriquecieron con la guerra al apoyar a Mussolini y que de repente querían tener todo lo que podría tener una familia europea de alta alcurnia, incluyendo un mayordomo inglés. Pero te darás cuenta de lo flojos que son mis lazos familiares que mi abuela le ha perdido la pista a su hermano desde hace más de treinta años. No tenemos ni idea de en donde está él ahora, ni de si sigue vivo.

La chica continuó su narración con una mención de sus estudios en colegios privados, en donde sobresalió gracias a sus calificaciones, de su ingreso en la prestigiosa Oxford, en donde tuvo una brillante carrera y se destacó por su inteligencia, y de la oportunidad inesperada de irse a Alemania de intercambio, situación que explicaba parcialmente su cambio de residencia.

- Realmente Oxford es mejor que la Universidad de Múnich, aunque ésta también es buena, pero conocer otros países y culturas siempre es interesante para cualquiera.- comentó Nela, con su orgullo inglés.- Se suponía que sólo iba a quedarme seis meses, pero en cuanto volví a Inglaterra pedí mi cambio para Alemania de manera definitiva.

- ¿Por qué?.- Sho estaba sorprendido.- Pensé que te gustaba Oxford.

- Me sigue gustando.- admitió Nela, comiendo un trozo de pan.- Aún la extraño a veces, pero sentí que no estaba progresando, no como quería. No lo sé, no te puedo decir exactamente qué fue; es como que en algún momento llegué a pensar que estaba haciendo lo mismo que miles de ingleses han estado haciendo por años, mucho antes que yo e igual de bien que yo, y por algún motivo me sentí... poco especial.

- Como igual a todos los demás.- completó Sho, con una media sonrisa.- Sin algo que te destaque porque aunque eres bueno en lo que haces, te das cuenta de que es probable que, en el sitio en donde estás, haya dos o tres, o cien o miles de personas que en algún momento pueden hacer lo mismo que tú, e igual de bien, y quieres saber si puedes llegar a ser más grande que todos ellos para comprobar que eres diferente, pero para hacerlo tienes que probarte en esferas internacionales, para que eso te separe del resto, el destacar en un país extranjero además de en el propio.

- ¿También te has sentido así?.- preguntó Nela, abriendo los ojos con sorpresa.

- Me sentí plenamente identificado con la frase "haciendo lo mismo que miles de ingleses han estado haciendo por años".- asintió Sho, tras darle un sorbo a su copa de vino.- Excepto porque en mi caso serían chinos en vez de ingleses, y millones en vez de miles.

Nela sonrió una vez más, de manera genuina e involuntaria. Ese hombre estaba logrando sorprenderla, muy a su pesar.

- Pero dijiste que el fútbol no es muy popular en China.- comentó ella.- Son pocos los que lo practican allá, ¿no es así?

- Por favor.- replicó Sho, riéndose.- ¿Sabes cuántos millones de personas viven en China? Las suficientes como para asegurar que, si el fútbol no es muy popular, significa que será practicado por varios miles o cientos de miles.

Tras pedir el postre, Sho se puso serio y tomó la mano de Nela; ésta no hizo el intento de retirarla, al menos no en ese momento.

- Es el momento de la verdad.- dijo él.- Dime una cosa: ¿Te la pasaste muy mal en esta cena?

- No.- contestó ella, con sinceridad, valorando si era momento de retirar ya su mano.- La verdad es que no.

- ¿Puedo pedirte entonces una segunda cita?.- preguntó Sho, mirándola a los ojos.

- Tal vez.- contestó Nela, sonriendo.- Todo depende del resultado de tu próximo partido.

Esta vez fue Sho quien sonrió. De verdad que esa cena no estaba resultando nada mal.

Notas:

- Berni y Hermann sí son las mascotas oficiales del Bayern Múnich y del Hamburgo, respectivamente. Berni lleva el número 12 a su espalda porque representa a la afición, y Hermann lleva el 87 por alusión al año de la creación del equipo Hamburgo, 1887.