Capítulo 11.

Múnich.

Elieth llegó a considerar seriamente la opción de llamar a un abogado; ella estaba perfectamente consciente de que podría ser demandada por el Bayern Múnich en cualquier momento por haber publicado unas fotos que tomó sin permiso. Técnicamente hablando, su jugada caía en el terreno de lo ilegal, y era probable que la directiva del equipo quisiera tomar cartas en el asunto. Esa idea se le formó en la mente a la joven desde el momento en el que devolvió el traje de Berni, y no había contribuido a disminuirla el que Lily le dijera que Karl le había hecho preguntas al respecto.

"Tengo qué admitir", pensó Elieth, "que abusé de mi inmunidad diplomática…".

Aunque, si ella hubiese dicho esto delante de Genzo, él de inmediato habría exclamado: "¿Y cuándo no?".

Sin embargo, los Schneider tendrían qué admitir que ella había hecho un excelente reportaje, de una calidad mucho mejor a los que hacían los corresponsales oficiales del equipo. ¿No era así? Küefer había estado encantado, y ese número de Sport Heute se había vendido particularmente bien (de hecho, las ventas se habían elevado a partir del artículo que Elieth redactó sobre Genzo), pero eso no garantizaba que los directivos del Bayern se mostrarían indulgentes, si querrían demandar lo harían sin contemplaciones, y a pesar de todo, Elieth dudaba que su inmunidad diplomática ayudara mucho en el asunto.

"Ni modo. Tendré que afrontar las consecuencias de mis actos".

La joven estaba particularmente distraída con estos pensamientos y no se dio cuenta de que la secretaria de su jefe llevaba un rato haciéndole señas; Elieth la vio a través de la puerta de cristal de su oficina y se apresuró a acercarse a ella.

- No le digas nada al jefe aún.- pidió la mujer, en voz muy baja, mirando hacia todos lados.- Primero quiero ver si tienes una idea de cómo zafarte de este asunto antes de causarle un infarto al pobre hombre.

Laureen era, quizás, la única persona en todo el planeta que creía que Markus Küefer podría ser catalogado como un "pobre hombre" en algún momento de su vida.

- ¿A qué te refieres?.- se sorprendió la reportera, usando el mismo volumen de voz.- ¿Qué ocurre?

- Pues que hace unos diez minutos los guardias de seguridad me han avisado que afuera te espera Karl Heinz Schneider quien, como sabes, es el goleador estrella del Bayern Múnich.- respondió la secretaria.

- ¿QUÉ?.- Elieth gritó.- ¿Estás segura?

- Perfectamente.- la mujer hizo un gesto pidiéndole a la chica que bajara la voz.- De principio pensé que su intención era venir a dejar una demanda, pero después consideré que no acudiría él en persona a hacer semejante labor, y si quisiera hacer una queja sobre el reportaje, bueno, no se vería tan tranquilo, creo yo, así que me apresuré a preguntarle qué deseaba y me respondió que viene a buscarte a ti, así que tal vez sí venga a reclamarte alguna cuestión.

- Ay, válgame.- musitó Elieth.- ¿Se lo has comentado al jefe?

- Pensé en hacerlo, pero primero quisiera saber si ese joven nos va a armar una bronca para ir llamando al abogado.- replicó la rubia secretaria.- Ve a hablar con él, por favor.

Normalmente Laureen no era mujer que se la pasara dando órdenes a los reporteros (y de ser así, Elieth no lo habría permitido), pero su expresión decía claramente "sabes que es cosa tuya, así que ve y resuélvela", y como la joven creía que ella tenía la razón, aceptó la orden sin protestar.

- ¿En dónde está ese petulante?.- preguntó.

- En la sala de espera del primer piso.- Laureen hizo un gesto.- Y por favor, compórtate decentemente con él, no empeores las cosas.

Elieth no respondió y bajó obedientemente al primer piso a buscar a su inesperado (e indeseado) visitante. Cuando llegó a la sala de espera vio a Karl mirando por la ventana, con expresión pensativa; el viento le acariciaba el cabello y Elieth creyó que él se veía de verdad atractivo y se odió a sí misma por pensarlo. El joven la escuchó entrar y se giró a verla justo cuando ella se acercaba a la ventana, de manera que quedaron frente a frente a pocos centímetros de distancia. Si no hubiera sido por sus zapatos de tacón, Elieth habría quedado casi treinta centímetros por debajo de él, lo cual resultaría un tanto ridículo y le habría restado seriedad al asunto.

- ¿Deseaba verme?.- preguntó Elieth, muy digna.- ¿En qué puedo ayudarlo?

- Deja de portarte como si estuvieras ofendida.- replicó Karl, ceñudo.- Sabes perfectamente bien que soy yo quien debería estar molesto.

- ¿Por qué motivo?.- preguntó ella, desafiante.- ¿Por redactar un artículo que favorece enormemente a tu equipo?

- Eres realmente vanidosa.- gruñó Schneider, aunque en sus ojos se reflejaba la diversión.- No niego que la calidad del artículo es muy buena, excelente de hecho, y es por eso por lo que estoy aquí.

- ¿De verdad?.- Elieth no se esperaba esa respuesta.

- Serás vanidosa, engreída y caprichosa, pero sé reconocer cuando alguien tiene talento para algo.- aclaró el alemán.- Y tú tienes talento para lo que haces, lo admito.

- ¡Qué manera tan extraña de traer una demanda!.- exclamó ella, perpleja.- ¿Acaso estás diciendo todo esto para disminuir el golpe?

- ¿Cuál golpe?.- cuestionó Karl, igual de asombrado.- ¿Cuál demanda? No estoy aquí para decirte que voy a denunciarte; aunque mi padre sí consideró hacerlo, yo lo convencí de que era mejor intentar otra estrategia contigo.

- ¿Y ésa es…?.- Elieth trató de ocultar el hecho de que le afectó saber que Rudy Frank sí había considerado demandarla.

- Vengo a hacerte una oferta que no podrás rechazar.- Schneider esbozó una sonrisa atrevida.- ¿Qué te parecería ser nuestro corresponsal oficial?

- ¿Qué cosa?.- ella se atragantó.- ¡Qué descaro el tuyo el venir a burlarte de esa manera! ¡Sería mejor incluso que hubieses venido a dejarme una demanda!

- No es una broma.- el futbolista se desconcertó sobremanera y arqueó mucho las cejas.- Te estoy hablando en serio, nos gustaría que fueses nuestro corresponsal oficial.

Habitualmente, la pequeña sala de espera del primer piso se reservaba para la "gente común", personas que iban al periódico a preguntar tonterías, tratar de conseguir boletos gratis para eventos, o que llevaban a sus hijos o estudiantes para que conocieran cómo funciona una revista, de manera que casi siempre se encontraba llena o por lo menos ocupada por dos o tres personas que esperaban a ser atendidas; ante tal circunstancia, puede entenderse que ése no era el mejor lugar para atender a un futbolista famoso como lo era Karl. El protocolo ordinario habría establecido que él fuese recibido en la sala de espera del segundo piso, más elegante y privada, ubicada junto a la oficina de Markus Küefer, con la cual conectaba a través de una puerta; sin embargo, para pasar a Schneider a esa sala se tendría que avisar a Küefer de su presencia, algo que Laureen y Elieth querían evitar. Por supuesto, esto ocasionaba que hubiera un riesgo muy alto de que cualquier persona entrara a la sala del primer piso y se topara frente a frente con Karl Heinz Shneider, lo cual ocasionaría un escándalo, y no ayudaba el que Elieth se pusiera a gritarle, pero no podía evitarlo. Parecía como si el joven quisiera burlarse de ella, pero al mismo tiempo era como si estuviese hablando muy en serio. ¿Qué hacer? Si ellos permanecían ahí más tiempo podrían ser descubiertos, ya sea por alguien que viniera a visitar la revista o por el propio Küefer.

- Esto no es algo que podamos discutir aquí.- dijo Elieth, tomando a Schneider por la muñeca.- Vamos a un sitio en donde podamos hablar sin riesgo de que alguien nos descubra.

No esperó a que Karl respondiera; llevándolo bien sujeto por la muñeca, la chica lo condujo hasta una pequeña puerta pintada de blanco, sin cartel, que daba acceso a lo que parecía ser un almacén diminuto. Ella cerró la puerta y los dos jóvenes se encontraron apiñados junto a una fotocopiadora.

- ¿Qué estás tramando?.- preguntó Elieth, enojada.- ¿Burlarte de mí?

- Ya te dije que no es broma.- replicó Karl, enojado.- ¿Por qué no me crees? Sé que no tuvimos un buen inicio pero siempre he sido franco contigo. Creí que estábamos de acuerdo en eso, en que nos detestamos mutuamente pero que en cuestiones de trabajo seríamos profesionales, y yo al menos he cumplido lo que digo. De verdad queremos que seas nuestra corresponsal, nos ha impresionado tu artículo y sabemos que es de una calidad superior a cualquier otro que se haya hecho en la pretemporada y lo que se lleva de la temporada actual.

Elieth miró esos ojos azules, tan profundos como el cielo mismo, y se dio cuenta de que él no estaba mintiendo; un ligero ruborcillo tiñó sus mejillas cuando notó lo terriblemente cerca que se encontraba él, así que desvió la mirada lo más rápido que pudo. Obviamente, esto no permitió que viera la cara de desilusión que puso Karl cuando ella se alejó.

- ¿Qué me dices entonces?.- preguntó Schneider, ciertamente ansioso.- ¿Aceptarás la oferta?

- No lo sé.- confesó Elieth, ofuscada.- Tengo qué pensarlo.

- ¿Sí estás consciente de que ésta es una oportunidad única en la vida, cierto?.- insistió Karl, frunciendo el ceño.- No solemos hacer esta clase de ofertas a cualquier reportero.

- ¿Sí estás consciente de que actúas de una manera muy engreída cuando hablas de esa manera?.- replicó Elieth, a su vez, recargándose contra la fotocopiadora para alejarse lo más posible de Karl.- ¿Así es como te acercas a todo aquél que quieres que entre en tu ejército? Si es así, no me sorprende que Genzo te haya mandado a volar, y me sorprende mucho que Lily te haya dicho que sí.

Karl esbozó una sonrisa de picardía, que lo hizo parecer más joven de lo que era; Elieth sintió que el corazón le dio un vuelco y volvió a ponerse colorada.

- Wakabayashi es el único terco que insiste en decirnos que no, aunque Lily asegura que eso se debe a que, como portero, le va a llamar más la atención el querer detener nuestros goles en vez de protegerlos.- replicó él.- Pero seguro estoy que tú no eres tan necia. Sé que eres lo suficientemente prudente como para no dejar pasar una oportunidad como ésta. ¿Sabes lo que le haría a tu carrera como corresponsal deportivo el trabajar para nosotros? La catapultaría a las nubes y estoy seguro de que lo sabes.

La joven se mordió el labio al darse cuenta de que su interlocutor tenía razón; ser corresponsal del Bayern Múnich haría que Küefer le diera iso facto un puesto permanente en Sport Heute. Y aun cuando no se lo diera, ¿no era ésa una oportunidad que cualquier reportero mataría por tener? Como bien dijo Karl, Elieth era menos necia que Genzo, y aunque comprendía las razones de éste para rechazar su propia oferta, ella no tenía ninguna excusa basada en el orgullo para negarse a aceptar la propuesta de Karl.

- No voy a negar que se trata de una estupenda oferta, ya te lo dije, pero necesito pensarlo.- respondió ella, al fin.- Es casi seguro que diré que sí, pero tengo qué plantearme todos los pros y los contras.

- ¿Qué contras puedes tener?.- preguntó el alemán, enarcando una ceja.

- Que si me convierto en el corresponsal oficial del Bayern, otros equipos y jugadores me negarán entrevistas.- contestó Elieth, suspirando.

- Detalles menores.- Schneider se encogió de hombros.- Simples daños colaterales.

- No creo que sean ni "detalles menores" ni "simples daños colaterales".- Elieth puso los ojos en blanco.

- Como quieras.- Karl ya había obtenido la contestación que buscaba y se sintió satisfecho.- Dale tu respuesta a Lily, cuando estés preparada.

- De acuerdo.- manifestó Elieth, abriendo la puerta del almacén.- Ya puedes irte.

- Seguro, pero antes de eso.- Karl abrió la cremallera de su chamarra; hasta ese momento fue cuando Elieth se dio cuenta de lo muy abultada que se veía la prenda.- Quiero darte un regalo de bienvenida a nuestro club.

- ¡Pero ni siquiera he aceptado!.- manifestó ella, poniéndose roja de nuevo.

- No importa, de cualquier manera es algo que compré pensando en ti.- Schneider le dio a la chica lo que traía escondido dentro de su chaqueta.- Espero que sepas apreciarlo.

Por un breve, brevísimo instante, Elieth pensó que, tal vez, Karl no era tan malo, si es que había comprado algo pensando en ella…

Hasta que se dio cuenta de que el regalo era una versión en miniatura de Berni. Elieth parpadeó y miró a Karl con expresión de asombro. La cara de burla de él no dejó lugar a dudas.

- Pensé en comprarte una botarga, pero luego recordé que dijiste que no te gusta el color café oso y lo pensé mejor.- dijo él.

- ¡Idiota!.- Elieth, enojada, le aventó el oso por la cabeza, el cual pasó zumbando muy cerca de la oreja izquierda del muchacho.- ¡Eres un estúpido!

La carcajada de Karl fue sonora y burlona, cosa que hizo enfurecer más a Elieth, quien le propinó un golpe en el hombro, el sitio más a la mano que tuvo ella de momento. La chica tenía toda la intención de seguirlo atacando pero Schneider la tomó por la muñeca y la acercó a él lo más que pudo.

- Me empieza a gustar este juego de llevarnos como perro y gato.- dijo él, en voz baja.- ¿A ti no?

Elieth se ruborizó aún más y trató de zafarse de él, pero como Karl no la soltaba ella le propinó una patada en la espinilla. El joven profirió un grito de dolor y la dejó ir, tras lo cual Elieth salió del cuartito dando un portazo. A pesar de todo, Karl se tomó el asunto con buen humor.

- Seguro estoy que ella aceptará.- dijo, antes de abrir la puerta y marcharse. Ni siquiera se le ocurrió recoger al Berni, que había aterrizado muy cerca de la fotocopiadora.

Media hora después de que Schneider se hubo marchado, sin embargo, Elieth regresó al cuarto de la fotocopiadora y recogió a Berni del suelo, lo sacudió y lo guardó en la mochila en donde cargaba su cámara, de la cual no lo sacaría hasta encontrar un lugar en donde Lily nunca lo viera.

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Las ventanas del hotel daban a la calle, en donde varios fans se habían reunido para darles la bienvenida; casi todas las personas que habían acudido a recibir al equipo mostraban su apoyo con pancartas o mantas escritas con sendas frases en alemán. Él pensaba que era extraño encontrar seguidores suyos en Múnich, en donde la gran mayoría de la población se inclinaba por el poderoso equipo local, tan rico en historia, antecedentes y triunfos obtenidos, pero también era agradable ver cuántas barreras había roto su reputación. Aun así, sin embargo, había dos que tres pancartas que pedían: "VEN A JUGAR A MÚNICH, WAKABAYASHI, SÉ NUESTRO GUARDIÁN", evidentemente hechas por seguidores del Bayern, situación que en verdad lo divertía.

- Tan insistentes como tú, Schneider.- murmuró Genzo, esbozando una media sonrisa.

- Esto será divertido, ¿eh, Gen?.- comentó Kaltz, entrando a su habitación.- Abajo hay dos docenas de fans nuestros viviendo en Múnich, y muchos otros más que nos han seguido desde Hamburgo. Es emocionante ver que ellos han recorrido medio país, al igual que nosotros, para vernos derrotar a Schneider en su propia casa, ¿eh?

- Les daremos un buen espectáculo.- aseguró Genzo.- Incluyendo a los fans del Bayern; ellos no esperan el golpe que estamos a punto de darles.

Casi todas las pancartas eran mensajes de apoyo para los jugadores del equipo, muchas dirigidas a Wakabayashi, otras tantas a los demás, e incluso varias a Kaltz. Éste recordó a la hermosa chica pelirroja a la que había ayudado en Friburgo, y se sorprendió a sí mismo intentando encontrarla entre la multitud.

"Por supuesto que ella no está aquí, vive en Friburgo, no en Múnich, y aunque aquí viviera seguramente no vendría a verme a mí. Es casi probable que sea seguidora del Friburgo, o si no del Bayern, quizás hasta sea una ferviente fan del viejo Karl…".

Ante tal pensamiento, Kaltz soltó un suspiro resignado. Tenía que admitir que había sido tonto no haberle pedido su teléfono a la chica, o su correo electrónico o cualquier otra cosa que le permitiera contactarla, aunque probablemente ella no querría salir con él. Cierto que había sido cortés, pero tal vez se debió al hecho de que él no hizo otra cosa que ayudarla, tal vez si le hubiese pedido una cita la joven lo habría mandado a volar.

De entre la ola de pancartas a Genzo le llamó la atención una en particular; hecha con cartulina de color azul claro, llevaba una sola línea escrita en inglés: "We´re in this together", lo que la hacía resaltar de entre los demás letreros que estaban escritos en alemán. El cartel tapaba el rostro de la persona que la alzaba, además de que el Sol Poniente restaba visibilidad, pero la línea era demasiado directa como para dejarla pasar. Podría ser una coincidencia, por supuesto, pero… ¿Qué otra persona en Múnich podría llevar una pancarta que dijera exactamente eso si no era ella?

- ¿Qué sucede, Gen?.- preguntó Kaltz, sacándolo de sus reflexiones.- ¿Qué viste?

- La pancarta azul.- señaló él.- La única que está escrita en inglés. No alcanzo a ver a la persona que la lleva.

- Por su estatura y lo largo de su cabello, creo que es una chica.- señaló el alemán, entrecerrando sus ojos.- ¿La conoces? ¿Es la muchacha con la que siempre hablas?

- Eso espero.- contestó el japonés, sorprendido de su propia emoción. ¿Ella había ido a apoyarlo, a pesar de trabajar para el Bayern?

Antes de que Wakabayashi pudiera considerar la idea, la chica bajó la pancarta y alzó una mano para saludarlo con mucha familiaridad. A pesar de que el sol lo cegaba, Genzo reconoció la sonrisa y la larga cabellera castaña, así como la alegre efusividad que la distinguía de entre un grupo de sobrios alemanes.

- Si no es ella, es alguien que te conoce muy bien o que quiere hacerlo.- señaló Kaltz, divertido.

- Ya lo averiguaremos.- resolvió Wakabayashi, tomando su gorra y saliendo de su habitación.

Ni siquiera se le ocurrió pensar en cómo reaccionarían los fans cuando lo vieran aparecer a la entrada del hotel, pero tampoco es como si le molestara; si bien era un hombre reservado, Genzo siempre había atendido de buena gana a los que se acercaban a pedirle un autógrafo, y nunca había sido descortés, lo que lo había hecho ganarse el respeto general de la prensa y de los fans. Sin embargo, ninguno de los admiradores que se encontraban en ese momento en la calle esperaba que Genzo Wakabayashi apareciera de repente en la puerta del hotel en el que se hospedaba el equipo Hamburgo, pero más atónitos se quedaron cuando él le hizo señas a una chica de las tantas que se encontraban en el lugar. Varias personas miraron fijamente a la muchacha que llevaba una sonrisa deslumbrante y una pancarta hecha con cartulina de color azul mientras atravesaba la muchedumbre y se dirigía a la entrada del hotel, en donde fue detenida por los guardias que custodiaban el lugar, antes de que Genzo les dijera que la dejaran pasar. Kaltz, que observaba todo desde la habitación, se quedó tan sorprendido como los fans.

- ¿Qué acaba de pasar aquí?.- dijo riendo entre dientes.- Es la primera vez que veo que Genzo hace eso con una chica.

Mientras tanto, en el lobby, Lily rio de buena gana mientras ocupaba uno de los lujosos asientos tapizados, colocando la cartulina sobre sus piernas, sin poder creer en su buena estrella.

- No pensé que me reconocerías.- comentó ella, risueña.- ¿Cómo supiste que era yo?

- Dudo mucho que haya otra persona en Múnich que venga a apoyarme con una frase semejante.- Wakabayashi, sentado frente a ella, señaló la pancarta.- Eso es algo que sólo podemos relacionar tú y yo.

Lily se sonrojó levemente al notar la intimidad que encerraba semejante aseveración. "Hay algo que compartimos Genzo Wakabayashi y yo, aunque sólo sea una canción". Tal parecía ser el mismo razonamiento de Genzo, pues su rostro mostraba el mismo nivel de satisfacción que seguramente tenía el de Lily.

- No esperaba que vinieras a verme.- dijo él, complacido.- Pensé que estarías en los últimos entrenamientos con el Bayern.

- Se supone que así sería, pero me escapé durante un rato.- confesó Lily, algo avergonzada.- Quería que supieras que, a pesar de estar en equipos contrarios, estamos juntos en esto. Porque a los dos nos gusta el fútbol, claro, y porque tenemos sueños y metas por cumplir, quizás en caminos distintos pero que marchan uno muy cerca del otro, quisiera creer que incluso a la par.

- Sí, te entiendo.- repuso Genzo, sonriendo también.- Y estoy de acuerdo contigo: estamos juntos en esto. Cuando Elieth me habló de ti pensé que no pasaría de verte como una amiga suya y nada más, pero ha sido algo muy satisfactorio el descubrir que eres alguien a quien quiero conocer a fondo y a quien deseo seguir frecuentando. Me complace sobremanera que también pienses lo mismo, y de verdad que ha sido una sorpresa muy agradable ver que te has tomado tantas molestias para venir a apoyarme, aunque sea sólo por un rato.

- No son molestias, en ningún caso.- Lily comenzó a juguetear con la pancarta para mantener ocupadas sus manos.- Ha sido un verdadero placer.

"Porque voy descubriendo que detrás de la leyenda que admiraba se encuentra un hombre que me gusta de verdad".

El teléfono de Lily emitió un pitido y ella lo sacó para ver el mensaje que acababa de llegar; Genzo se dio cuenta entonces de que del aparato pendía un colguije que tenía la forma del escudo del Bayern Múnich, un detalle que era muy difícil pasar por alto. Lily se dio cuenta de qué era lo que a él le había llamado la atención y se apresuró a esconder el celular aunque sabía que ya era demasiado tarde.

- Y quién sabe, tal vez en algún futuro no muy lejano estaremos en el mismo bando.- la sonrisa de Lily decayó un poco.- Tal vez. Y así no me sentiría mal por no poder apoyarte totalmente.

- Tal vez.- concedió Wakabayashi, cuya sonrisa había disminuido también, aunque menos que la de ella.- Pero aunque no estemos en el mismo equipo, mientras conservemos las mismas metas no hay por qué temer.

- Claro.- Lily bajó la cabeza, mitad entristecida y mitad enojada. Eso de estar en diferentes equipos estaba resultando un problema.- Porque ya sabes, lo he dicho antes, mientras tú sigas en el Hamburgo…

- No pongas esa cara.- Genzo le levantó el rostro con la mano, interrumpiéndola.- Yo entiendo perfectamente que le guardes lealtad al Bayern Múnich, es el equipo para el que trabajas, así es como debe ser. No podría respetarte si no lo hicieras, no me agradan los traidores, así que me gusta que seas leal. De cualquier manera no espero que dejes de lado al Bayern por mí, porque eso significaría que no te tomas en serio tu trabajo, y por lo que conozco de ti sé que eres muy profesional. Aun así, me honra saber que me admiras lo suficiente como para apoyarme dentro de tus posibilidades.

Mientras le decía lo anterior, él se dio cuenta de que ella tenía unos ojos hermosos; bueno, no es que no se hubiera dado cuenta antes, más bien no había tenido la oportunidad de admirarlos tan de cerca, al igual que sus labios, a los que de repente quiso besar. Lily parecía estar igual de interesada que Genzo en esto último, porque entreabrió su boca en un gesto muy obvio, pero también estaba muy consciente de que había muchas personas observándolos, por lo que sólo soltó un suspiro resignado cuando él decidió retirar su mano y alejarse. No era ése el mejor momento para intentar intimar.

- Ya no te quito más tiempo.- dijo Lily, poniéndose en pie cuando Genzo se alejó.- Te veré mañana en el campo de juego.

- No me quitas el tiempo, pero no deberías escaparte por mucho rato de tus obligaciones, no estaría bien.- replicó Genzo, aunque sonreía.- Además, tienes que dar lo mejor de ti para que el equipo esté en condiciones de enfrentarme el día de mañana, no he atravesado el país en vano.

- Por supuesto.- a ella le fascinaba esa seguridad en sí mismo que él mostraba tener siempre.- Tendremos que esforzarnos mucho para poder superarte.

Genzo se puso en pie también y, en un gesto que la sorprendió sobremanera, le dio un beso en la mejilla a Lily. Ella deseó que él se hubiese desviado unos centímetros más para besarla en la boca.

- Y no se te olvide que estamos juntos en esto.- fue lo último que Wakabayashi dijo antes de marcharse hacia los elevadores.- Nos vemos mañana.

- Hasta mañana.- respondió Lily, con la emoción a flor de piel.

La joven enrolló la cartulina y se apresuró a salir del hotel, en medio de las sorprendidas miradas de los fans que no dejaban de preguntarse quién sería ella.

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Y por fin llegó la tan esperada quinta jornada de la Bundesliga, el tan anhelado encuentro entre el Bayern Múnich y el único equipo que parecía capaz de hacerle frente a su avance arrollador, el Hamburgo. Las expectativas por el gran juego eran muy altas, y ningún otro partido de la jornada llamaría tanto la atención como este encuentro (casi se podría asegurar que ningún otro partido de la Bundesliga conseguiría atraer tanto interés). Después de varias semanas de dimes y diretes, de desafíos lanzados y aceptados, de chismes y rumores de ida y vuelta, Genzo Wakabayashi y Karl Heinz Schneider se enfrentarían en el terreno de juego para demostrar de una vez por todas quién ganaría el duelo. Sería un partido muy visto en toda Alemania, no solamente en Hamburgo y en Múnich, y las apuestas estaban muy parejas para ambos contendientes.

El impresionante Allianz Arena estaba a reventar; en las tribunas los colores del Bayern creaban una impresionante marea de color rojo, aunque dicha ola se salpicaba en varios puntos con un intenso color azul*. Berni, en medio del campo, animaba a la multitud, mientras Hermann, ubicado muy cerca de la barra de su equipo, intentaba hacer lo mismo con los seguidores de los visitantes. Rudy Frank Schneider, frente a su banca, medía con la mirada a Zeeman, su equivalente del Hamburgo, quien se encontraba parado muy cerca de la línea divisoria del campo, con los brazos cruzados. Ambos hombres se habían encontrado varias veces como jugadores y aún más como entrenadores, y ese juego sería decisivo para muchas cosas. Si todo resultaba como lo planeado, quizás el Hamburgo podría robarle al Bayern los 3 puntos de la victoria en su propia casa.

"Quizás tú tienes al mejor goleador, pero yo sigo teniendo al mejor portero".

Lily, nerviosa, ocupó su lugar en el área del cuerpo médico, junto al doctor Stein, quien miraba con cierta añoranza a su antiguo equipo; la chica dirigió varias veces la mirada hacia la zona en donde Genzo acababa su entrenamiento, consciente de que él no la vería debido a que estaba concentrado en el juego, cosa que a ella no le sorprendía. Varios metros más allá, en el área de prensa, Elieth se encontraba en su lugar, lista para llevarse la mejor toma y tratando de ignorar la presencia de Schneider, aunque sin conseguirlo totalmente. En el área de tribunas, Débora, Nela, Bárbara, Gwen y Leo esperaban ansiosos el inicio del partido; curiosamente, los únicos del grupo de amigos que no llevaban camiseta del Bayern Múnich eran Bárbara, quien no se había declarado seguidora de ninguno de los dos equipos, y Leo, quien usaba la camiseta del portero del Hamburgo pues era sabido que él era muy amigo de Genzo, pero incluso Nela había aceptado usar una playera del Bayern debido a una apuesta que perdió con Lily tras los buenos resultados de su cita con Sho.

Los jugadores del Bayern saltaron al campo al grito de "Mia san mia!", mientras que los del Hamburgo lo hicieron al coro de "¡Vamos por el campeón!". Los equipos tomaron sus lugares, uno junto al otro, para las tradicionales tomas de fotos. Los veintidós jugadores titulares esperaban a que el protocolo se terminara sin intercambiar muchas palabras, pero Kaltz no pudo evitar la tentación de hacer un comentario.

- ¿Qué dices si vamos a darle una sorpresa al campeón de nuestra liga?.- exclamó.- ¿Estás listo, Gen?

Pero Wakabayashi no le prestó atención, concentrado como estaba en el partido que estaba a punto de comenzar. Al ver su expresión decidida, Kaltz esbozó una sonrisa.

El momento tan esperado llegó; los aficionados se encontraban en sus gradas, los entrenadores en sus banquillos, los reporteros en sus áreas, el cuerpo médico en su zona, los jugadores en sus posiciones. Y en el centro de todo, Schneider y Wakabayashi, frente a frente, esperando a que el pitido del silbato del árbitro diera comienzo a todo.

Notas:

*En el anime Captain Tsubasa Road to 2002, por cuestiones de derechos de los equipos de fútbol se usaron los colores rojo y negro para el uniforme del Bayern, a quien se le rebautizó como "Rotburg", y el color verde fue para el Hamburgo, a quien se le llamó "Grunwald"; en la realidad el Bayern habitualmente lleva el rojo en todas las prendas de su uniforme oficial, dejando el blanco para el de visitante, mientras que el uniforme tradicional del Hamburgo consiste en camiseta blanca, pantalón rojo y calcetas azul con negro, utilizando el negro en el de visitante. De acuerdo a esto, las banderas, bufandas y camisetas que usan los fans para apoyar al Bayern habitualmente son de color rojo (o blanco), mientras que los del Hamburgo suelen ser de color azul gracias al escudo del equipo, el cual es de este color (dicho escudo, por cierto, también fue recoloreado para la serie de Road, dándole tonos verde, blanco y amarillo para que fueran a juego con el uniforme usado en la serie, así como se omitió el escudo del Bayern y fue reemplazado por una extraña bola roja y blanca que parecía una pokebola [Seriously?]). Debido a que estoy basándome más en el manga y en la realidad que en la serie para este fanfic, me apegaré a los uniformes oficiales y no a los usados en Road, de ahí que los fans del Hamburgo lleven aditamentos en color azul y no en color verde. De acuerdo a lo anterior, el enfrentamiento del Bayern contra el Hamburgo, al menos en esta historia, será con uniformes totalmente rojos (o casi) para los primeros, con uniformes negros de visitante para los segundos.