Capítulo 16.
Recapitulando, el Hamburgo había logrado conseguir un tiro libre gracias a la falta cometida contra uno de sus jugadores; en una movida arriesgada e inaudita, Genzo Wakabayashi, el guardameta del equipo, dejó abandonada su portería para penetrar en el área del Bayern Munich con la finalidad de anotar el gol que les daría la victoria. Sin embargo, el arquero no contó con la habilidad de Shunko Sho, quien usando su famoso Cañón con Retroceso consiguió desviar el disparo realizado por Wakabayashi, mandando el balón lejos de la zona de peligro. Karl Heinz Schneider vio la oportunidad de oro que estuvo buscando todo el partido y se lanzó tras el esférico, aprovechando que la portería del Hamburgo se encontraba vacía.
- ¡Schneider se sale de la barrera y parte en contraataque!.- exclamó el comentarista, ya ronco por tanto grito.- ¡Su finalidad es alcanzar el balón, aunque parece que éste está por salir del campo! ¿Logrará Schneider llegar a tiempo hasta él? Su objetivo claramente es la portería del Hamburgo, que ha quedado desprotegida por la salida de Wakabayashi.
- ¡Vamos Schneider!.- gritaron los jugadores del Bayern Múnich.- ¡Acábalos!
- ¡Maldición!.- gritó Genzo, corriendo lo más rápido que le permitieron sus piernas.
- También Wakabayashi regresa para defender su cabaña.- añadió el narrador.- ¿Quién logrará llegar primero a la meta? ¡Y al límite de la línea lateral, Schneider se lanza por el balón!
En el borde del precipicio Karl plantó su pierna izquierda para patear la pelota con la derecha, usando toda su potencia de goleador. El esférico salió disparado con una certeza y velocidad de miedo, aunque para todos los presentes quedó la duda de si él había conseguido patearlo antes de que saliera de la cancha.
- ¿Habrá rematado a tiempo?.- cuestionó Leo, desde las gradas.- ¿Habrá salido el balón de la línea lateral?
- ¡El juez de línea no ha levantado la bandera, la pelota aún está en juego!.- respondió Gwen, casi a gritos.- ¡Schneider ha efectuado un tiro desde media cancha!
- ¡Vamos, Genzo, eres capaz de detener esto!.- gritó Leo, esperando que su amigo consiguiera llegar a tiempo.
En las bancas de ambos equipos tampoco fue clara la perspectiva del disparo de Schneider; los ocupantes de los banquillos contuvieron el aliento y miraron hacia los jueces de línea, esperando la confirmación de si la jugada de Karl había sido válida.
- ¡Desde aquí no se alcanzó a ver si el balón salió o no!.- gritó Lily, paseándose frustrada por su área.- ¿Están seguros de que no salió?
- Si el juez no lo ha marcado, da igual si lo hizo o no, la pelota oficialmente sigue en juego y el tiro de Schneider es válido.- contestó el Dr. Stein, tan excitado y estresado como su pupila.
- ¡Wakabayashi está corriendo con toda su fuerza hacia su arco!.- dijo Lily entonces.- ¡Parece que va a llegar a tiempo!
Todo parecía indicar que así sería, eran tan sólo unos metros los que separaban a Genzo del balón en movimiento. El arquero sintió un momentáneo alivio al ver que había conseguido regresar antes de que lo hiciera el esférico.
"¡Sí, aquí estoy! ¡He llegado a tiempo!".
Desgraciadamente, el alivio se esfumó muy rápido y dio paso a la sorpresa cuando el joven vio que la pelota cayó en el pasto frente a él, rebotando después lejos de su alcance y dirigiéndose en línea recta hacia la portería.
- ¡El balón ha rebotado!.- exclamó Elieth.- ¡Es un Top Spin Shoot hecho por Schneider!
Todo ocurrió al mismo tiempo, casi en cámara lenta; por una parte Schneider, después de rematar el balón perdió el equilibrio por ir a gran velocidad y se salió del campo, chocando posteriormente contra el cartel publicitario y golpeándose el hombro derecho; por otro, aunque Wakabayashi alcanzó a rozar el esférico con la punta de los dedos, no pudo evitar que éste penetrara en la portería, anotando el segundo gol del Bayern Múnich en los últimos instantes del partido.
- ¡Schneider pierde el equilibrio y sale volando contra la barra de publicidad!.- exclamó el cronista.- ¡Menudo golpe se ha dado…!
- ¡Karl!.- gritó Elieth asustada, saltando en su asiento.
- ¡Mientras que el balón, a pesar del desesperado esfuerzo de Wakabayashi, que con la mano derecha apenas lo toca, entra dentro del arco del Hamburgo!.- continuó el comentarista.- ¡Y esto es un gol!
- Ay, Genzo.- musitó Lily, exhalando un fuerte suspiro.
En los rostros de los jugadores del Bayern Múnich se reflejaba la felicidad, mientras que en los del Hamburgo sólo había asombro total. ¡Después de controlar al rival durante la mayor parte del encuentro, los visitantes habían caído con un gol anotado a pocos segundos de que se diera el silbatazo final!
- ¡En tiempo de descuento el emperador del Bayern Múnich hace la anotación decisiva!.- clamó el narrador.- ¡El ganador del partido no puede ser otro que el as Karl Heinz Schneider!
- ¡Schneider, Schneider, Schneider!.- cantó la afición del equipo de casa a todo pulmón.- ¡Dos a uno!
Las banderas rojas se dejaron ver por todo el estadio en una marea carmesí que amenazaba con comerse a la pequeña mota azul que resultaba ser la barra de aficionados del Hamburgo. Mientras los muniqueses festejaban a lo grande, los jugadores del puerto del norte agacharon la cabeza, cabizbajos. Genzo golpeó el pasto con sus puños, perfectamente consciente de que ese gol había sido exclusivamente culpa suya. Kaltz no salía de su asombro, aún no podía aceptar que una jugada que había parecido ser tan buena para ellos hubiese tomado un rumbo tan drásticamente opuesto.
Schneider se puso en pie; él era el único de los jugadores del Bayern que no festejaba debido a que su hombro derecho estaba seriamente lesionado, la sangre brotaba a borbotones de la herida que le había causado la valla metálica al estamparse contra ella; su camiseta rota no contribuía a mejorar la imagen de su estado, aunque era probable que él se viera peor de lo que realmente estaba.
- ¡Dios mío, está lastimado!.- gritó Elieth, angustiada.- ¡Lily, ayúdalo!
- ¡Al parecer Schneider está sangrando!.- exclamó el narrador.- ¡Se ha herido con el cartel publicitario!
- ¡Karl-Heinz! ¡Hijo!.- gritó Rudy Frank. La preocupación le hizo olvidar su papel de entrenador para tomar momentáneamente el de padre, aunque rápidamente se recompuso y se dirigió a uno de los futbolistas de la banca.- ¡Cambio de jugador! ¡Vamos, Beere, entrarás por Schneider!
- ¡Sí, señor!.- gritó el aludido, poniéndose en pie de un salto para quitarse la chamarra del uniforme deportivo.
El entrenador miró a su cuerpo médico a la espera de que éstos se hicieran cargo de la situación, pero el Dr. Stein iba un paso por delante y ya le había ordenado a Lily que se acercara a Karl en cuanto éste pusiera un pie fuera del campo. Lily se apresuró a tomar una toalla, su excitación crecía a cada momento porque el partido no había terminado aún, y porque en verdad que deseaba correr al campo pero en busca de otro jugador, uno que no tenía heridas físicas sino en el orgullo.
- ¡El Bayern Múnich se prepara rápidamente para hacer un cambio!.- dijo el cronista.- ¡Schneider va a ser sustituido para que pueda ser atendido!
Elieth corrió hasta la entrada de los túneles, en donde esperaba ver a Karl para enterarse de su estado de salud; por supuesto, los guardias del estadio le cortaron el paso, como era de esperarse, por mucho que ella peleó para que la dejaran entrar.
- ¡Tengo que ver a Schneider, él está mal!.- pedía Elieth.- ¡Entiendan eso, por favor!
- Usted no tiene permitido el acceso, señorita, no puede pasar.- replicó uno de los guardias.- Hágame el favor de volver a su asiento o tendremos que sacarla por la fuerza.
La joven soltó una imprecación en francés. ¡Malditos guardias alemanes que se atrevían a cortarle así el acceso a la hija del embajador! Si se tratara de un evento cualquiera ella lo comprendería, pero Karl se había lastimado y Elieth necesitaba saber cómo se encontraba. ¿Por qué esos cabezas huecas no podían entender algo tan sencillo como eso?
"¡Tengo que encontrar la manera de poder pasar!".
Mientras tanto, Schneider caminó lentamente para atravesar el campo y llegar así a la banca de su equipo; vio a su compañero listo para sustituirlo, a Lily esperándolo con una toalla, y al entrenador del Bayern, quien también era su padre, mirándolo con angustia. Al pasar, sin embargo, por delante de la portería de un abatido Wakabayashi, el joven no pudo evitar verlo.
"Wakabayashi, detuviste dos veces mi tiro desde fuera del área y estuviste muy cerca de la victoria", pensó Karl. "Antes del inicio de la temporada, buscando construir un equipo fuertísimo, te hice una propuesta, una que tú no tuviste reparo en rechazar".
El alemán recordó su viaje exprés a Hamburgo, a donde se dirigió para hacerle a Genzo la oferta de ser el guardameta del Bayern. "¡Ven conmigo al equipo número uno de Europa y ganemos juntos la Champions League!", le había dicho. ¡Era imposible que él se negara! Pero la respuesta de Wakabayashi había sido un rotundo "no", y como si eso no hubiese sido suficiente, se atrevió a hacer declaraciones a Sport Heute que hicieron subir la apuesta del encontronazo que tendría el Bayern Múnich contra el Hamburgo para la quinta jornada. Él, dijo, sería el encargado de detener la máquina imparable en la que se había convertido el equipo muniqués.
"Siempre serás mi más grande rival".
Para ese entonces Genzo ya se había puesto en pie, se había sacudido el polvo del uniforme y se había ajustado la gorra sobra la cabeza, tras lo cual volteó a ver a Schneider; éste caminaba con paso decidido hacia la banca de su equipo, sin dejar de mirarlo. Ambos hombres se sostuvieron la mirada durante los escasos segundos que al alemán le tomó atravesar el campo, calándose a pesar de que el partido ya estaba decidido.
"Hoy comprendí que ésta es la motivación que necesitaba para esperar un nuevo encuentro entre nosotros, Wakabayashi", pensó Karl. "En la segunda ronda nosotros, el Bayern Múnich, visitaremos al Hamburgo en su propia casa. ¡Y nos encontraremos de nuevo! No han buscado quedarse con el empate, sino que han atacado hasta el final, persiguiendo la victoria, ya quiero ver lo que harás en tu territorio, Wakabayashi. Sin embargo, esto no te impidió el haber sido derrotado, y yo puedo decir que le he anotado al SGGK Genzo Wakabayashi un gol desde fuera del área".
En esos momentos Schneider llegó al límite del campo, y Lily se apresuró a ponerle la toalla sobre los hombros.
- Pronto, Schneider, vamos a la enfermería.- dijo la doctora quien, a pesar de lo conmocionada que estaba, se comportó de manera muy profesional.
- Sí.- ante ella Karl no se contuvo y esbozó un gesto que indicaba cuánto dolor estaba sintiendo en esos momentos, pues el hombro le escocía terriblemente.
Sin embargo, antes de que Schneider y Lily se marcharan en dirección al túnel, con el Dr. Stein a la delantera, ella giró la cabeza para ver a Genzo; éste le regresó la mirada de una forma diferente, y mucho más intensa, de cómo había mirado a Karl, en un tipo de conexión que no pasó desapercibida para Rudy Frank. El portero y la doctora mantuvieron este contacto visual hasta que ella tuvo que mirar al frente para ingresar al túnel, bajo la atenta mirada del entrenador del Bayern Múnich.
"¿Qué rayos acaba de pasar aquí?".
Zeeman se puso en pie de un salto, colérico, y miró también a su guardameta, el que le había arruinado las posibilidades de sacar cuando menos un punto de su visita a Múnich.
- ¿Por qué, Wakabayashi?.- gritó, apretando los puños.- ¿Por qué has intentado hacer algo así, cuando no había la más mínima necesidad de hacerlo?
- ¡Entrenador!.- uno de los jugadores de la banca se sobresaltó.- ¿Está usted bien?
El hombre no contestó pero no continuó despotricando, al menos no en voz alta. Siendo justos, había sido Kaltz con su actitud quien puso en desventaja al equipo al dejarlo con un hombre menos, pero la arriesgada jugada de Genzo y su funesta consecuencia hizo que Zeeman olvidara de un plumazo las malas acciones de Kaltz. "Una vez que nos quedamos con diez hombres en el campo, el equipo apuntaba solamente al empate, renunciando a la victoria", pensó Zeeman. "¡Ésa era mi indicación! ¿Por qué fuiste en contra de mi estrategia, Wakabayashi?". Por supuesto, parte de la culpa la tenía también el capitán Boisler por haberle confiado al guardameta la labor de cobrar el tiro libre, no se podía decir que todos los errores habían sido de Wakabayashi pero sí que había sido el eje de la insubordinación que afectó a los jugadores del Hamburgo, lo que lo convertía a los ojos de Zeeman en el máximo culpable.
Este partido irremediablemente enfrentaría al entrenador del Hamburgo con Wakabayashi, tanto que los diarios comenzarían a imaginar el divorcio entre el equipo alemán y el SGGK japonés. Los reporteros presentes empezaron a armar sus artículos con los títulos que más podrían llamar la atención de los lectores, títulos similares a: "¡Posible transferencia!", "¿Será el gran jugador forzado a ser transferido?" "¿En dónde podría acabar Wakabayashi?", "Se produce un alejamiento de Wakabayashi del equipo en donde creció" o "¿Cuál será el motivo del problema con el entrenador Zeeman?", todos los cuales iban encaminados a pronosticar la salida de Genzo del equipo que lo vio crecer de manera profesional.
En el túnel, Elieth continuaba peleando con los guardias cuando Karl y Lily hicieron acto de presencia; el doctor Stein pasó frente a la francesa y los guardias sin mirarlos pero aquélla, al ver a su amiga, no dudó en correr hacia ella con el fin de pedirle ayuda.
- ¡Lily, tienes que decirles que me dejen pasar, por favor!.- pidió Elieth, ciertamente desesperada.- ¡Estos gorilas quieren sacarme del estadio sin dejarme saber cómo está Karl!
Ambos jóvenes se detuvieron ante el llamado de la chica y la contemplaron con curiosidad y asombro, ya que Elieth se veía realmente afectada pero no acababan de comprender el por qué.
- Déjenla pasar, por favor, viene conmigo.- Lily fue la primera en reaccionar.
- No trae pase.- replicó uno de los guardias.
- Trae pase de prensa, eso es más que suficiente.- replicó Lily, frunciendo el ceño.- ¿Qué más necesitan?
- Tal vez mi autorización.- expresó Schneider, en el tono en el que lo haría un príncipe herido.- Déjenla que entre.
Los guardias se miraron mutuamente, se encogieron de hombros y se alejaron unos cuantos pasos, aunque no se retiraron demasiado lejos por si al final Karl o Lily decidían que Elieth era una loca peligrosa a la que había que sacar del estadio. Ésta se acercó ansiosamente a Schneider y contempló la herida a través de la cual brotaba sangre a borbotones cual agua de un manantial, y palideció.
- ¡Dios mío! Está peor de lo que pensé.- masculló Elieth, preocupada.
- Se ve peor de lo que está.- Karl sonrió al ver que ella lucía preocupada.- De verdad.
- No finjas conmigo, se ve que lo estás pasando mal.- replicó Elieth.
- Si me dejan que lo atienda, no lo pasará tan mal, se los aseguro.- los interrumpió Lily, mirando nerviosamente hacia atrás.- El partido está por concluir y eso significa que este lugar pronto estará lleno de jugadores, así que si quieres quedarte con nosotros, Eli, tenemos que irnos ahora.
Ella hizo una señal con la mano para dar paso a los otros dos, y Karl y Lily echaron a andar nuevamente pero no dieron ni dos pasos cuando vieron a Kaltz sentado en el suelo del túnel. El regordete alemán se puso en pie al ver a los otros tres, pero el único con quien le interesaba hablar era con Schneider. Lily volvió a detenerse, dejando que Karl se le adelantara para hablar con su amigo.
- ¡Schneider!.- dijo, acercándose con actitud humilde.- Perdóname por la patada. He visto que en verdad has mejorado mucho.
- Kaltz… .- Karl puso un gesto que parecía mezcla entre arrepentimiento y duda.
El silencio se espesó durante unos instantes, mientras ambos trataban de adivinar los pensamientos del otro. Kaltz sabía que él había sido el de la culpa, así que le correspondía hablar primero.
- Wakabayashi paró los dos tiros que hiciste desde fuera del área, uno de los cuales era el Fire Shoot.- continuó el joven.- Debió haber sido un gran shock para ti, a pesar de lo cual no bajaste tu ánimo.
Schneider lo dejaba hablar; detrás de él, Lily y Elieth intercambiaron miradas entre sí, esperando a ver qué otra cosa tenía Kaltz para decirle al Káiser.
- Para proteger el resultado no dudaste en bajar a la defensa, cosa que yo sí dudé en hacer.- continuó Kaltz, esbozando una sonrisa leve de disculpa.- Y en la última acción del partido demostraste que tienes una gran potencia física. Noté también que tu último tiro fue un Top Spin Shoot, como el que hizo Wakabayashi al comienzo del partido para que yo pudiera anotar nuestro único gol…
El joven suspiró. Le costaba hallar las palabras a pesar de lo cual no se rindió. Karl era su amigo, continuaba siendo su amigo, lo mínimo que éste se merecía era una buena disculpa.
- Yo… Retiro lo que dije antes, tu fútbol no es vicioso.- soltó el joven, por fin.- Tú sigues siendo el as, el Káiser de Alemania.
- Kaltz, discúlpame por el codazo que te di.- contestó Schneider, cuyo rostro mostraba ahora sorpresa y cierta emoción.- Y por las palabras que dije sobre ustedes, no se conformaron con el empate sino que pelearon hasta el final.
- No te preocupes, sé que el golpe fue accidental.- replicó Kaltz, tendiéndole la mano a su amigo.- Y a las palabras se las lleva el viento.
Karl no dudó en estrechar la diestra de Kaltz, y ambos se miraron como lo que eran y habían sido siempre, un par de amigos que luchaban por un mismo sueño. Cualquier rastro de resentimiento que pudiera haber habido entre ellos había quedado atrás. Elieth no lo dudó ni un instante y sacó su cámara para fotografiar la escena, obteniendo una muy buena toma que hablaba del deportivismo que debería de prevalecer en cualquier evento, no sólo en uno futbolístico. Después de un partido tan intenso, en el que parecía que las amistades de años iban a perderse, sería una buena manera de cerrar el evento con un acto que demostrara que al final de cuentas lo que importaba era el amor al fútbol y a los amigos.
- Bien, Schneider, es momento de que nos vayamos a la enfermería.- Lily se atrevió a interrumpirlos al ver que el brazo del joven continuaba sangrando profusamente.- Hay que suturarte esa herida cuanto antes.
En esos momentos se escuchó el silbatazo del árbitro, anunciando el final del partido. Tanto Kaltz y Schneider como Lily y Elieth miraron con cierta sorpresa a la entrada del túnel, como si los cuatro hubieran olvidado que afuera todavía se estaba disputando un encuentro. Lily estuvo a punto de soltar a Karl para ir corriendo a la entrada del túnel, pero se contuvo aunque no logró que éste no se diera cuenta de sus intenciones.
- Ve a buscarlo.- dijo Karl, en voz baja.- Probablemente en estos momentos él te necesite más que yo.
- No.- negó Lily, moviendo la cabeza en un gesto negativo.- Mi deber en estos momentos es con el Bayern Múnich, no puedo dejarte solo.
Schneider se sorprendió con la actitud de su amiga y sonrió, no sabía si por su profesionalidad o por el hecho de que ella no intentó negar que estaba preocupada por otro jugador.
- ¡El partido ha terminado con la victoria del Bayern Múnich por 2 a 1!.- exclamó el comentarista.- ¡Después de 90 emocionantes minutos, el equipo de casa consiguió darle la vuelta al marcador adverso que mantuvo durante gran parte del encuentro! ¡Maravillosa actuación por parte de los muniqueses, aunque hay que recalcar que el portero Wakabayashi, del Hamburgo, jugó de manera soberbia!
La marea roja acabó por devorarse a la mancha azul; los aficionados del Bayern coreaban canciones de triunfo, felices de que su equipo hubiese logrado llevarse la victoria. ¡Todo el mérito era de Schneider, el único que consiguió romper el muro de Wakabayashi en dos ocasiones, y una de ellas desde fuera del área de penales! Desde su sitio, Gwen festejaba ondeando la bandera que llevaba consigo bajo la recelosa mirada de su novio quien a pesar de todo la dejaba celebrar a su antojo.
- Fue un partido intenso, los equipos no nos decepcionaron.- dijo Débora, satisfecha.- Stefan ha estado magnífico.
- Sí, fue parte fundamental en el primer gol, al igual que Sho.- comentó Nela, suspirando porque el estrés al fin había acabado.- Pero estos niveles de estrés no son recomendables para un ser humano.
- Qué exagerada.- señaló Gwen.- El fútbol es un deporte para disfrutar, no para sufrir.
Sólo Bárbara permanecía callada, ajena a todo; a ella le era indiferente si ganaba o perdía el Bayern o el Hamburgo, pero seguía acongojada por el jugador que había sido expulsado gracias a su estallido de rabia. ¿En dónde se encontraría él en esos momentos? ¿Habría abandonado ya el estadio? Muy probablemente no, y Bárbara se preguntaba si habría alguna manera de acercarse a él, aunque sólo fuera para darle ánimos. Ella no lograba explicarse por qué estaba tan ansiosa por consolar al pobre hombre.
- Se llama Hermann Kaltz… .- murmuró ella, sin que alguno de sus amigos la escuchara.
Mientras tanto, en el campo los jugadores del Bayern festejaban y se felicitaban entre ellos, bajo la deprimida mirada de los miembros del Hamburgo. El típico claroscuro de la victoria y la derrota.
- ¡Somos grandes, somos el Bayern Múnich!.- canturreó Sho, feliz.
- ¡Siempre primeros en la Bundesliga!.- exclamó Levin, chocando las manos con un compañero.
- ¡Si continuamos así seremos de nuevo los campeones!.- exclamó el recién ingresado Beere, quien estuvo por pocos segundos en el terreno de juego*.
- Mia san mia! Mia san meister!.- corearon los aficionados.
Wakabayashi no podía ni mirar a sus compañeros pues sentía que les había fallado miserablemente. Éstos, sin embargo, no veían con malos ojos a su guardameta ya que fue el único que consiguió mantener el espíritu de lucha hasta el final.
- Perdón, todo ha sido culpa mía.- señaló Genzo, cabizbajo, ocultándose bajo su gorra.
- No te preocupes, no toda la culpa es tuya, también yo tuve mucho que ver, pero no importa.- replicó Boisler, tratando de dar ánimos como el capitán que era.- ¡No podíamos quedarnos con el empate, no debíamos conformarnos así sin más! Se lo debíamos a nuestros fans.
- Además, tu última intervención fue fantástica, Wakabayashi.- añadió Hünt.- Y tú muy bien sabes que la línea que separa la victoria de la derrota es delgadísima…
- Así es… .- fue todo lo que dijo Wakabayashi como respuesta, echando a andar con rumbo al túnel.
- ¡Gracias por acompañarnos en otro emocionante partido en el Allianz Arena!.- fueron las palabras con las que el locutor cerró la transmisión.- ¡Narró para ustedes Stephan Lehmann, buenas tardes!
Para ese entonces el Dr. Stein ya había revisado a Karl y había determinado que, al parecer, no había daño ni en el hueso ni en la articulación y que el joven únicamente ameritaba una sutura, la cual Lily se ofreció a realizar. Justo cuando el doctor anunció que iría a solicitar una radiografía de hombro, sólo por las dudas, entró a la habitación el entrenador Rudy Frank y, como padre preocupado, preguntó por el estado de salud de su hijo.
- Parece que no se ha lesionado ningún ligamento o hueso importantes, pero me gustaría sacarle una radiografía para estar seguros.- explicó el galeno.- Mientras tanto, Lily lo limpiará adecuadamente y lo suturará.
- De acuerdo, doctor, haga lo que considere necesario.- asintió el señor Schneider, y después añadió, como quien no quiere la cosa.- ¿Y para eso es necesario que la señorita Shanks esté presente?
Elieth respingó; ella esperaba en un rincón de la enfermería, casi agazapada, para no darse a notar y evitar que la sacaran, pero aunque el entrenador no miró en su dirección en ningún momento al parecer sí se había dado cuenta de su presencia. Lily buscó rápidamente qué explicación dar para la presencia de la chica pero antes de que pudiera hablar alguien más se le adelantó.
- Yo la dejé entrar.- señaló Karl, tranquilamente.- ¿No es ya nuestra corresponsal?
- ¿Y va a cubrir el asunto de tu lesión?.- Rudy Frank frunció el ceño.
- Las lesiones deportivas también se reportan a los medios.- replicó Karl, sin inmutarse.
- Siempre tienes una respuesta para todo.- su padre se encogió de hombros.
Elieth y Lily intercambiaron miradas, sorprendidas de que Karl hubiese hablado en favor de la primera. Rudy Frank, tranquilo ya al saber que su hijo no tenía una lesión de gravedad, se retiró para hablar con sus jugadores y felicitarlos por su buen desempeño. El doctor Stein salió detrás de él para ordenar la radiografía, llevándose consigo a la enfermera, y dejó a los otros tres jóvenes a solas. De primera intención ninguno dijo nada; Lily acomodaba la bandeja con el instrumental para sutura, muy cerca de la camilla en donde se encontraba sentado Karl, y éste le lanzaba miradas de desconcierto mal disimulado.
- ¿De verdad no vas a ir a buscarlo, Lily?.- cuestionó.- Probablemente no volverás a estar tan cerca de él en mucho tiempo.
- ¿De qué hablas?.- esta vez Lily decidió hacerse la desentendida.- ¿De tu padre o del doctor Stein? Me parece que exageras mucho ya que es seguro que los voy a volver a ver dentro de poco.
- No hablo de ninguno de ellos y bien que lo sabes.- replicó Karl, riendo.- Sé que quieres ver a Wakabayashi.
- ¿Por qué estás tan seguro de eso?.- Lily se sobresaltó, poniéndose colorada al instante.
- No importa cómo lo sé, sino si es verdad o no.- replicó Karl.- Si quieres verlo ésta es tu oportunidad, antes de que entre a los vestidores. Después de eso tardarás mucho en volvértelo a encontrar. Ve a buscarlo, yo te cubro.
- ¿Y si no quiere verme?.- ella titubeó, decidiendo dejar de lado la fingida inocencia.
- En estos momentos él necesita apoyo moral.- intervino Elieth.- Y creo que le agradará que tú lo vayas a animar. He visto cómo ustedes dos han congeniado tan bien en tan poco tiempo que no me queda duda de que Genzo se sentirá feliz de verte, créeme cuando te digo que le gustará que vayas a darle algunas palabras de consuelo.
Lily dudó un momento, mirando alternativamente a Schneider y a Elieth, mordiéndose un labio; afuera de la enfermería se escuchaban voces, sin duda eran los jugadores que iban rumbo a los vestidores, tras la extenuante jornada que acababan de vivir. Karl tenía razón al decir que si ella no iba a buscar a Genzo en ese momento muy probablemente pasaría mucho tiempo antes de encontrárselo de nuevo, así que dejó el material de sutura en la mesita de metal y salió rápidamente de la enfermería no sin antes gritarle a Elieth un "Ahí te lo encargo" en español.
Cuando la chica salió, la mayoría de los jugadores del Hamburgo había entrado ya a los vestidores, y ella temió haber llegado demasiado tarde. ¿Se atrevería a pedir una audiencia con Wakabayashi? Vaya, que la sola palabra era una ridiculez; además, aún no acababan de pasar todos los futbolistas, cabía la posibilidad de que Genzo fuese uno de los últimos. Si fuese otra su personalidad, Lily podría pensar que Wakabayashi sería el primero en marcharse del campo, avergonzado por la falla que le costó la victoria a su equipo, pero conociéndolo como lo conocía, la joven estaba casi segura que él sería uno de los últimos en irse, cual guerrero que se marcha del campo de batalla con la frente en alto. Frente a ella, el entrenador Zeeman cruzó el túnel con la mirada fija en el camino y los puños apretados, en una actitud colérica que no dejaba lugar a dudas; éste pasó frente a Kaltz sin mirarlo (hasta ese momento la chica se dio cuenta que el jugador seguía ahí) y se metió en el vestidor del equipo visitante, ignorando a los pocos reporteros que habían logrado escabullirse.
"No está de humor para entrevistas", pensó Lily. "Y no es para menos, muchos le van a cuestionar el por qué sus jugadores no siguen sus indicaciones. A los ojos de todo el mundo su técnica será vista como un gran fracaso y Wakabayashi quedará como el héroe que quiso salvar una victoria. Esto será un parteaguas en la relación entre esos dos…".
Boisler fue el penúltimo jugador del Hamburgo en pasar, cual capitán que no quiere abandonar el barco hundido, y detrás de él, Wakabayashi. El joven llevaba la cabeza en alto pero la mirada se ocultaba bajo la sombra de su gorra blanca. Algunos reporteros se le acercaron cuales buitres a la espera de una entrevista que les valiera un titular a grandes letras, pero Genzo los ignoró a todos con un aire de dignidad tal que lo hizo parecer un antiguo samurái. Lily se acercó a él, todavía dudando, abriéndose paso entre el grupo de reporteros que acosaban al guardameta.
- ¡Wakabayashi!.- ella no se atrevió a llamarlo por su nombre de pila.
Él pareció reconocer su voz, porque se detuvo intempestivamente y giró el rostro, buscándola. Lily esquivó a un fotógrafo que precisamente en esos momentos se esforzaba por tomar una buena imagen de Genzo, empujándolo al pasar y haciendo que la imagen saliera desenfocada. El hombre soltó una maldición, algo que sonó muy parecido a hure**, pero ella lo ignoró.
- Ah, estás aquí.- dijo Genzo, tratando de no sonar demasiado desanimado. No por ella, claro, sino por el resultado del partido.- Pensé que estabas ayudando a Schneider. ¿Cómo está?
- Sobrevivirá.- respondió Lily, deteniéndose frente a él.- ¿Cómo estás tú?
- He estado mejor.- reconoció el portero, sonriendo a medias.- No estoy precisamente ni en mi mejor noche ni en mi mejor momento.
- ¿Por qué? ¿Por qué tu equipo perdió por una jugada arriesgada?.- cuestionó ella.
- Una jugada arriesgada que yo hice.- replicó Genzo apretando los puños, aún dentro de sus guantes de portero.- No habríamos perdido si yo no hubiera dejado mi puesto.
- Y dime una cosa: ¿Te habrías conformado sólo con eso?.- quiso saber Lily.- ¿Habrías estado a gusto permaneciendo en tu zona de confort y dejando que el equipo se conformara con algo menos que una victoria?
- No, y por eso hice lo que hice.- Genzo se encogió de hombros.- Las cosas no me salieron como esperaba, no contaba con la respuesta tan rápida de Sho, ni tampoco con la de Schneider, aunque debí haberlo visto venir, debí haber sabido que ellos reaccionarían así.
- Pero aunque lo hubieras podido preveer, aun así hubieras actuado de la manera en la que lo hiciste, Wakabayashi.- replicó Lily, enérgica.- Después del gran partido de hoy, de la estupenda y magnífica demostración de técnica, liderazgo y tenacidad que diste, no habría sido correcto que te replegaras a la espera de que finalizara el tiempo. Ése no eres tú, Wakabayashi, no te habrías sentido a gusto contigo mismo y lo sabes.
Él sonrió, de una manera auténtica, olvidando momentáneamente su frustración. Había tanta admiración y respeto en los ojos de ella que era difícil pasarlos por alto, o continuar sintiéndose desanimado. ¿Alguna vez se había sentido tan fascinado por la fascinación de otra persona? Era casi seguro que no, y a Genzo le sorprendió saber que eso le agradaba.
- El de portero es un puesto muy ingrato.- continuó Lily, ignorando al fotógrafo que no se perdía ni una sola palabra.- Si salvas el partido pocas veces te lo reconocen, pero si cometes un error, serás un villano durante mucho tiempo.
- Supongo que tienes razón.- admitió Genzo, menos deprimido.- No, debería decir que sé que tienes razón, pero después de mi estrepitoso fracaso me cuesta un poco de trabajo mantener una buena perspectiva.
- Deja de decir que fue un estrepitoso fracaso.- pidió Lily, frunciendo el ceño.- y aunque lo haya sido, de él aprenderás. Además, un empate no es ganar, ¿cierto? Se justifica que hayas intentado hacer todo lo que estuvo en tus manos para tratar de mover la balanza a tu favor.
Tiempo después Genzo se preguntaría qué fue lo que lo hizo reaccionar de la manera en la que lo hizo; quizás fue el hecho de que Lily había arriesgado su puesto en el Bayern Múnich al salir a consolar a un rival, quizás porque después de lo que él perdió en el campo ya no le importaba ser precavido, pero si tenía que dar alguna razón específica diría que fue gracias a la última frase que ella dijo, "Un empate no es ganar". Él mismo la había dicho, siendo un niño de primaria, para reflejar su descontento por un resultado neutro, en donde su equipo no ganaba pero tampoco perdía. Sea lo que haya sido, Genzo no dudó en sostener el rostro de Lily con su mano derecha para acercarse a besarla en la boca. No en la comisura ni cerca de, fue un beso directo en los labios que a ella la dejó sorprendida y paralizada de pies a cabeza, por lo menos hasta que su propia boca tuvo el buen tino de responder. Fue un beso que a ambos les pareció muy corto, pero que duró lo suficiente para dejarles en claro cuáles eran sus sentimientos.
- Gracias.- fue lo que Genzo dijo al separarse de ella.
El fotógrafo al que Lily empujó habría de tomar una fotografía, la cual sería reproducida después en el periódico para el que trabajaba, a color y en tamaño grande, de Genzo Wakabayashi besando a una integrante del cuerpo médico del Bayern Múnich; algún entusiasta redactor del periódico se daría a la tarea de buscar el nombre de la susodicha y descubriría que se trataba de una joven extranjera, llamada Lily Del Valle, quien se había incorporado recientemente al cuerpo médico del equipo muniqués. Esa fotografía les traería consecuencias a ambos pues serían cuestionados por la lealtad que les tenían a sus respectivos equipos, pero de momento la sensación de felicidad que a los dos les quedó le serviría a él para afrontar los duros días que vendrían después, y a ella para hacerla albergar esperanzas de un futuro en donde pudieran estar juntos.
Aún les quedaba mucho camino por recorrer; el recién terminado partido apenas era el comienzo del camino hacia la gloria.
Notas:
- *Me parece que no había tiempo suficiente para que el entrenador Rudy Frank hiciera cambio de jugador para sacar a Karl ya que realmente quedaban muy pocos segundos para que el partido finalizara; sin embargo, así es como sucedió en el manga y por eso es que así lo escribo.
- ** Hure: ramera, prostituta, golfa, en alemán.
- Stephan Lehmann es el actual locutor del Allianz Arena en la vida real.
- Una de las cosas que me causaron rabia del anime Captain Tsubasa Road to 2002 fue que omitieran la escena en donde Schneider y Kaltz hacen las paces ya que considero que es importante para la relación de amistad que llevan estos dos, pero al menos aquí podré hacerle justicia. Por el contrario, el discursito motivacional que dice Genzo al final del capítulo del anime no sucede en el manga por lo cual lo omití ya que esto cambia radicalmente la percepción del estado de ánimo que él tiene al final del partido: de esperanzador en el anime a deprimido en el manga. Personalmente prefiero la versión del manga porque hace ver a Genzo más humano y real.
