Capítulo 17.

Elieth continuaba agazapada en un rincón, sin hablar ni moverse. De no ser porque Karl sabía que era imposible habría pensado que se había esfumado en el aire. Demasiado tarde él llegó a pensar que tal vez no había sido tan buena idea el animar a Lily a que fuera a buscar a Wakabayashi, considerando que en cualquier momento podría regresar su padre, o el Dr. Stein, y preguntar por ella, además de que eso lo había hecho quedarse a solas con Elieth. Y no es que fuera malo quedarse a solas con ella, pero ése no era precisamente el mejor momento para hacerlo.

- Espero que Lily no vaya a cometer ninguna locura.- comentó Schneider, más para romper el silencio que para otra cosa.

- ¿Cómo qué? ¿Besar a Genzo? No la creo capaz de llegar a tanto.- se burló Elieth.- Es muy tímida como para intentarlo siquiera.

- Tiene más voluntad de la que crees.- replicó Karl, frunciendo el ceño. La herida había dejado de sangrar pero ahora le punzaba. Primero el esguince de cuello y ahora la herida en el hombro. ¿Dejaría de intentar matarse en algún momento?.- Si quisiera, lo haría.

- Ahora resulta que conoces a mi mejor amiga mejor que yo.- Elieth frunció el ceño, sin moverse de su rincón.- Lily y yo somos amigas desde niñas, prácticamente crecimos juntas, y tú sólo has trabajado con ella unos cuantos meses, eso no te da derecho a creerte un gran conocedor de su personalidad.

- ¿Por qué te molesta eso? ¿Estás celosa?.- preguntó Karl, girándose para verla.

- No seas idiota, por supuesto que no.- negó enfáticamente la chica.- ¿Por qué habría estar celosa de ti? Lily no tiene tan mal gusto.

- Tal vez no.- admitió Karl, encogiéndose de hombros.- ¿Y por mí?

- ¿Qué? ¡Claro que no!.- ella enrojeció visiblemente.- No seas tan engreído. ¿Cuándo dejarás de sentirte el galán que el mundo espera?

- Nunca he creído ser eso.- el joven suspiró.- Sólo deseo ser el líder que Alemania necesita.

Ella se quedó callada, ligeramente impresionada por sus palabras. Tal vez él sí era la persona que creía que era, pero no estaba dispuesta a averiguarlo. ¿O sí? La joven notó que el alemán se apretaba el hombro insistentemente y volvió a sentir una punzada de preocupación, y se odió a sí misma por eso.

- ¿Te duele mucho?.- preguntó, casi contra su voluntad.

- No tanto.- Karl esbozó una sonrisa ligera.- He tenido lesiones peores, y te consta.

- El esguince es una de ellas, supongo.- Elieth suspiró.- Lily me contó que cuando traes puesto un collarín es difícil que puedas ver bien todo lo que sucede a tu alrededor, porque tu campo visual está disminuido. No lo sabía cuándo chocaste conmigo aquella vez, que no podías verme. Lamento si te lastimé por no poner cuidado en lo que hacía.

- Yo soy el que debería disculparse.- replicó Schneider.- No fue tu culpa el que yo estuviera lastimado, y debí ser más amable contigo, tú sólo estabas haciendo tu trabajo. Lamento haberte gritado por no fijarme por dónde caminaba.

- No, qué va, entiendo que tenías mucho dolor, yo debí ser más comprensiva.- insistió Elieth.

- Tal vez, pero eso no me daba derecho a descargar mi frustración contigo.- contradijo Karl.- Actué como un imbécil y tenías derecho a enojarte.

- Bueno, supongo que los dos tuvimos parte de culpa.- dijo la chica, tratando de ser conciliadora.- Y yo no he sido muy amable contigo desde entonces gracias a eso.

- Yo tampoco.- reconoció Karl, sorprendido por la actitud de ella.- Y aun así estás aquí, preocupándote por mí.

- ¿Quién te dice que estoy preocupada por ti?.- Elieth no se había dado cuenta de que había bajado demasiado sus defensas, y las volvió a levantar. Parcialmente, al menos.

- ¿No lo estás?.- Schneider enarcó las cejas.- ¿Por qué tenías tantas ganas de entrar a los vestidores, entonces?

- Aunque sea verdad que me preocupo por ti, ¿no es un tanto egocéntrico que me lo digas con tanta seguridad?.- cuestionó ella, frunciendo el ceño.

- No. En realidad es un tanto ingenuo.- esta vez fue Karl quien suspiró.

Elieth se sorprendió con la respuesta. ¿Por qué era ingenuo de su parte el creer que ella podría llegar a preocuparse por él? Estaba dispuesta a preguntarlo, pero Schneider se apresuró a cambiar la jugada. Al parecer él tampoco se había sentido cómodo bajando tanto sus defensas.

- ¿Has tomado una decisión ya con respecto a la propuesta que te hice?.- cuestionó Karl, muy serio.- Sabes que no podemos esperarte por siempre.

- Lo sé, y por eso es que estoy lista para responder.- contestó Elieth, igual de seria. La decisión la había tomado cuando Sho despejó el tiro de Genzo y Karl se lanzó a atrapar el balón desviado.- De verdad que me encanta la idea de ser corresponsal del Bayern Múnich, ¿qué reportero deportivo en Alemania no querría hacerlo?

- Eso suena a que vas a decirme que no.- completó Karl, resignado.- Hablas igual que Wakabayashi.

- Pues no, estás equivocado.- negó Elieth, enérgica.- No pensaba rechazarte la idea pero sí hay algo que quiero saber antes de decirte que acepto: ¿Hay inconveniente en que siga trabajando para Sport Heute? Los artículos que haga del Bayern podrían darme la plaza fija en la revista, un sueño que llevo persiguiendo desde hace mucho tiempo y por el que no estoy dispuesta a renunciar a pesar del otro.

- Así que es ambiciosa la chica.- Karl sonrió.

- Lo soy.- aceptó Elieth.- ¿Hay algún problema con eso?

- No, al contrario: me gusta.- Schneider la miró a los ojos.- No recuerdo haberte dicho que tuvieras que renunciar a tu puesto en Sport Heute para ser nuestra corresponsal.

- No, no lo hiciste, pero quería dejarlo en claro.- replicó Elieth, tamborileando con sus dedos sobre una mesita cercana.- Si puedo seguir trabajando para la revista no tengo inconveniente en aceptar la oferta que me haces.

- Eres una chica inteligente.- la sonrisa de Karl se hizo levemente maliciosa.- No te arrepentirás de unirte a mí.

Hubo algo en la forma en la que él dijo la última frase que ocasionó que Elieth se sintiera repentinamente acalorada, al imaginarse en qué formas podría "unirse" a Schneider, pero antes de que pudiera responder se dio cuenta de que de la herida de él escapaba un hilillo de sangre; ella tomó una toalla y se apresuró a limpiarlo al notar que el muchacho no se daba cuenta de lo que pasaba. Karl volteó a verla y quedó frente al rostro de la chica, separado de ella por escasos centímetros. Elieth parpadeó, perturbada por esos ojos azules, pero no hizo el intento de alejarse. Él le regresó la mirada y después desvió su vista hacia sus labios, entreabiertos por la sorpresa. ¿Estaría mal que hiciera lo que quería hacer? ¡Al carajo con lo que estaba bien y mal, caramba, por algo era el Káiser de Alemania!

Antes de que cualquiera de los dos pudiera moverse, sin embargo, Lily entró de improviso en la enfermería. Karl y Elieth se separaron bruscamente, ofuscados por la repentina interrupción, y preocupados por lo que Lily pudiera pensar. Sin embargo, ella no los había ni volteado a ver siquiera, ensimismada como estaba en sus propios y perturbadores pensamientos. Elieth arrojó a un lado la toalla con la que había estado limpiando la herida de Karl, y cruzó la camilla de un solo salto, aterrizando como gata en el otro extremo de la habitación, sorprendiendo con su habilidad a un frustrado Káiser que se tuvo que conformar con soltar un suspiro y fingir demencia.

- ¿Y bien?.- preguntó él, tratando de sonar normal, aunque su voz se escuchaba ligeramente ronca.- ¿Pudiste hablar con Wakabayashi?

Lily no contestó, enfrascada como estaba en terminar de acomodar los instrumentos de sutura en la bandeja. Fue como si Schneider le hubiese hablado a la pared.

- ¿Hola?.- Karl carraspeó, al no tener respuesta.- Planeta Tierra llamando a la doctora Del Valle. Responda, doctora, por favor, la necesitamos de regreso.

- ¿Qué?.- Lily casi tira la bandeja al suelo.- ¿Qué dices? Lo siento, estaba distraída.

- Me di cuenta.- Karl contuvo una carcajada.- Te pregunté que si pudiste hablar con Wakabayashi.

- ¿Eh? Sí, sí claro, gracias por preguntar.- Lily evitó mirarlo a la cara. En ese momento él se dio cuenta de que ella estaba ruborizada y ligeramente despeinada.- Sí pude hablar con él y, eh, pues, darle ánimos.

La chica enrojeció visiblemente al decir las últimas palabras, lo cual fue captado por Elieth y por Karl, quienes intercambiaron miradas entre sí, bastante confundidos, pero Lily se negó a decir algo más. La doctora, tras acabar de acomodar el material, se apresuró a ponerse unos guantes limpios para aplicar anestesia alrededor de la herida de Karl y así poder limpiarlo debidamente y suturarlo después. No se percató de que inconscientemente estaba ignorando a sus dos mejores amigos, cuya confusión no atinaba a disminuir.

- ¿Estás bien, Lapinette*?.- preguntó Elieth, mientras la doctora inyectaba un líquido transparente en el hombro de Karl.

- ¿Por qué no habría de estarlo?.- la manera tan mecánica de responder de Lily le hizo saber a Elieth que su amiga había entrado en su "modo doctor", en el cual nada a su alrededor importaba, sólo su paciente.

- Es inútil preguntártelo ahora.- Elieth suspiró.- Hablamos más tarde.

- En mi opinión no estás tan bien, pero supongo que no quieres hablar de eso.- comentó Schneider, a su vez.

- ¿Qué dices?.- Lily a duras penas le prestó atención.

- Nada.- negó Karl.- Ya dijo la dama que en estos momentos no tiene caso intentar sacarte información.

Lily llevaba la mitad de la sutura realizada cuando volvió el Dr. Stein asegurando que, cuando su discípula acabara, ellos se irían al hospital para que a Karl se le tomara la radiografía del hombro. Rudy Frank entró detrás de él, seguido por sus asistentes, a los que les dio órdenes para que todo se hiciera rápidamente y sin inconvenientes. Y cuando el entrenador quiso cuestionar una vez más la presencia de Elieth en la sala, Karl le respondió que ella tenía derecho a estar ahí dado que acababa de convertirse en su corresponsal oficial. La expresión de Rudy Frank cambió drásticamente a una sonrisa ligera, mucho más cálida que cualquiera que él le hubiese dirigido a Elieth antes.

- Bienvenida al equipo, señorita Shanks.- dijo el hombre.- Espero que nunca tengamos que ver por aquí a su padre el embajador.

Se suponía que el asunto era una broma, todos ahí sabían que el carácter de Rudy Frank era más apacible y tranquilo cuando no estaba en su modo entrenador, pero Elieth se turbó y no supo qué decir, lo que ocasionó que los presentes soltaran una carcajada. Todos menos Lily, quien seguía perdida por completo en sus pensamientos, sin saber que una bomba estaba por caerle encima. Cuando la sutura quedó terminada y debidamente protegida por un vendaje, Rudy Frank anunció que él personalmente llevaría a su hijo al hospital; Lily se ofreció a acompañarlos y le preguntó a Elieth si quería ir con ellos, pero la chica se negó. Tenía un reportaje por hacer, y debía terminarlo cuanto antes para que fuese publicado al día siguiente, de ser posible antes de que los medios estallaran contra Genzo. Además, dijo, su jefe tenía que saber cuánto antes que ahora también trabajaba para el Bayern Múnich y que debía dividir su tiempo entre el club y la revista.

- ¿Estás segura de que esto es lo que quieres?.- le cuestionó Lily, en voz baja.

- Bastante segura.- asintió Elieth, sonriendo levemente.- Lo supe en cuanto vi de qué manera el equipo de Rudy Frank consiguió levantarse de sus cenizas. No todos los días te encuentras con algo así.

- Debes admitir que Genzo también lo hizo muy bien.- Lily se mordió el labio inferior.

- Por supuesto que lo hizo, y mucho mejor que el portero del Bayern, eso es seguro.- replicó Elieth.- Pero tú debes reconocer que el Hamburgo se ha quedado corto para él.

- Después de las decisiones que Zeeman tomó hoy, a nadie le va a quedar la menor duda de que eso es verdad.- Lily suspiró.- La cuestión es si Wakabayashi ya lo notó también.

Un par de horas después, el Hamburgo abandonaba el estadio en medio de la más completa consternación. La mayoría de los jugadores permanecían callados, cada uno digiriendo la derrota a su manera, y lentamente comenzaron a abordar el autobús que los llevaría a su hotel. Los dos últimos futbolistas en salir, por supuesto, eran Genzo Wakabayashi y Hermann Kaltz, los dos responsables directos de la derrota del Hamburgo; el primero llevaba la gorra calada hasta las orejas, pretendiendo mantener su mirada oculta entre las sombras, pero el segundo se limitaba a mantener la cabeza baja. De cualquier manera era poco probable que hubiese otro reportero queriendo obtener una exclusiva, a esas horas casi todos los que habían acudido al encuentro ya estaban alistando sus artículos para la tirada del día siguiente, así que por eso Kaltz no se preocupaba porque algún periodista quisiera entrevistarlo. Además, se dijo sombríamente, no sería a él a quien buscarían, sino a Genzo, pues su arriesgada jugada había opacado por completo el negro comportamiento que le valió la expulsión.

- Disculpe, por favor.- entre las escasas voces masculinas que lo rodeaban se coló una femenina, una que, a pesar de todo, le resultó familiar a Kaltz.- Necesito hablar con Hermann Kaltz.

- Lo siento, no más entrevistas ni autógrafos.- replicó uno de los guardias de seguridad.- Envíele después una postal.

- ¡No sea majadero, no vengo aquí en calidad de fan ni de reportera!.- exclamó la chica, indignada.- ¡Sólo quiero hablar con él un par de minutos!

Kaltz giró la cabeza hacia el sitio desde donde provenía la voz, y se sorprendió mucho al ver a la chica pelirroja a la que había ayudado en Friburgo. ¿Qué estaba haciendo ella en Múnich, y más importante aún, por qué quería hablar con él?

"Quizás no tiene ni idea de quién soy, seguramente no recuerda que la ayudé, tal vez sólo quiere echarme en cara lo sucedido en el partido", pensó Kaltz, desanimado. Sin embargo, la chica no parecía una fan, no traía puesta ni la camiseta del Hamburgo ni la del Bayern Múnich, además de que no llevaba banderines ni cornetas. Más bien parecía que la joven había llegado ahí casi por casualidad. "¿Y sí estará preguntando por mí?".

Sí, verdaderamente ella quería hablar con él, la joven había dicho su nombre, lo que lo desconcertó aún más porque estaba seguro de que no se lo dijo cuándo la ayudó en Friburgo. "Bueno, pero a estas alturas ya todo mundo debe saber cómo me llamo…".

- Espere un momento.- dijo Kaltz al oficial que detenía a la joven.- Permítame hablar con ella, por favor.

- Pero no es seguro.- replicó el guardia, mirando a Kaltz con sorpresa.- Podría ser un peligro.

- Oh, claro, seguramente guardo una bazuca entre mis bubis.- replicó Bárbara, poniendo los ojos en blanco.

- Conozco a esta joven y sé que no es peligrosa si no la provocan.- insistió el alemán, tratando de acercarse a la pelirroja.- Déjeme hablar con ella.

Bárbara se sorprendió mucho cuando notó que Kaltz la reconocía. ¡Sí, de verdad la reconocía! La sonrisa que él le dirigió era de confianza, de alguien que vuelve a ver a un viejo amigo después de mucho tiempo. Pero ellos no eran viejos amigos, sólo habían coincido una vez antes, ¿por qué entonces él le sonreía así? El guardia al fin quitó el brazo con el cual estaba impidiendo el paso de la pelirroja, y ésta se acercó a Katlz con una sonrisa tímida. Él lucía tan avergonzado como ella, pero sin duda que le daba gusto volver a verla. ¡Y cómo no, si la chica era preciosa! Genzo le lanzó a su amigo una mirada interrogadora, pero Kaltz le hizo una seña con la cabeza para que subiera al autobús. El guardameta obedeció, preguntándose quién sería la chica que tan insistentemente quería hablar con su amigo.

- Hola.- dijo Bárbara, cuando estuvo frente a él, a solas.- Tal vez no te acuerdes de mí, sólo nos hemos visto una vez, y durante muy poco tiempo, pero quería hablar contigo. Tú me ayudaste cuando lo necesité, ahora yo sólo busco la manera de agradecerte. Quizás debería comenzar recordándote que me salvaste hace poco, en Friburgo, cuando un grupo de muchachos se quisieron pasar de listos conmigo y…

- Lo recuerdo.- la interrumpió Kaltz, con una ligera sonrisa en los labios. Era consciente de que, aunque en esos momentos sólo quedaban afuera ellos dos y un par de guardias, todos sus compañeros los estaban observando a través de las ventanillas del autobús.- Te molestaban un trío de fans de ese equipo, y yo les ayudé a encontrar el buen camino. No supe tu nombre, pero no podría olvidarme de ti.

- Así que te acuerdas.- ella sonrió.- Me llamo Bárbara. Bárbara Schmidt. Yo tampoco pude preguntarte tu nombre pero lo averigüé hoy. Honestamente no soy seguidora de algún equipo de fútbol, ni me interesaba mucho este deporte en particular, por lo tanto no sabía que eres futbolista, de haberlo sabido te habría contactado antes. Hoy me impresionó, sin embargo, tu manera de jugar. ¡Vaya manera de marcar al Káiser! Ha sido grandioso verte en el campo, ver la pasión y entrega que diste en el partido.

- Gracias, pero creo que al final no sirvió para nada.- la sonrisa de Kaltz se tornó melancólica.- Con mi expulsión contribuí a que el equipo rival ganara. Perdí la cabeza, no supe mantener el control y dejé que mis emociones guiaran mis actos. La de hoy no fue una de mis mejores actuaciones.

Sin saberlo, Kaltz estaba tomando la misma actitud que Wakabayashi había tenido cuando habló con Lily, aunque al primero también lo embargaba cierto bochorno porque lo cierto era que rara vez tenía la oportunidad de hablar con una joven tan hermosa como la pelirroja que tenía delante de él.

- Sinceramente no he visto tus anteriores partidos, no podría asegurar si ésta fue tu peor actuación o no, pero de lo que sí estoy segura es de que hoy vi a un guerrero con corazón.- lo contradijo Bárbara.- Es cierto que te dejaste llevar por tus emociones, pero eso sólo demuestra lo mucho que te importa tu equipo. Lo diste todo por él, no debes sentirte tan avergonzado. Además, todos perdemos la cabeza al menos una vez, que eso no te marque de por vida.

Kaltz se quedó mirando los ojos azules de la chica, tan claros como el cielo, y se sintió repentinamente confortado.

- Gracias por tus palabras, realmente las necesitaba.- replicó el joven, en voz baja.- Lo último que he recibido hoy son palabras duras. Bueno, no todas, pero sí la mayoría, aunque las peores provienen de mí. No tengo un buen concepto de mí mismo ahora, por lo que es realmente reconfortante que alguien sí lo tenga…

- Gracias a ti por ayudarme con aquellos tipos.- Bárbara se acomodó un mechón de pelo detrás de la oreja. ¿Por qué estaba haciendo eso? ¡Era un claro gesto de coquetería, en el lenguaje femenino!.- Sé que ya lo dije antes, pero de verdad que es muy apreciado que un hombre se tome tantas molestias con una mujer sin pedir algo a cambio.

- Sólo quería ayudarte, de verdad.- replicó Kaltz.- Me molesta cuando los hombres creen que tienen derecho a abusar así de una mujer. Hay personas que no entienden lo que significa la palabra "no".

- De verdad que no me equivoqué contigo, sabía que eres diferente.- Bárbara soltó una risita.- No te merecías lo de hoy, espero que el mal trago se pase pronto.

- Gracias por tu apoyo.- Kaltz notó que sus compañeros no dejaban de hacer aspavientos y de dar consejos a gritos, los cuales afortunadamente no escuchaba gracias a las ventanillas cerradas del vehículo junto al cual estaba parado.- Espera un momento, ¿esto no es una broma, verdad? ¿No te ha enviado alguien para embromarme?

- ¿Qué? ¡No, cómo crees!.- Bárbara soltó la carcajada.- ¿Por qué habría de hacer algo como eso?

- Porque una chica como tú no hablaría con un tipo como yo.- respondió Kaltz, con suavidad.- No en un mundo normal.

- ¿A qué te refieres con eso de "una chica como yo".- Bárbara hizo un pequeño mohín de disgusto, lo que la hizo ver más encantadora a los ojos de Kaltz.- Sólo soy una simple muchacha.

- Tú eres todo, menos simple.- Kaltz le sonrió.- No lo digas.

- Y tú deja de hacerte menos.- replicó Bárbara, sonriendo también.- He visto que eres una gran jugador, deja de menospreciarte sólo porque no cumples con los requisitos impuestos por una sociedad vacía. Tienes un gran corazón, eso es lo que importa.

Debía ser una especie de sueño, después de la horrenda pesadilla que acababa de vivir. Era cierto que a los futbolistas profesionales les llovían las admiradoras, muchas de ellas tan hermosas como la chica que Kaltz tenía en frente, pero él no era de ese tipo de jugadores, no era particularmente agraciado ni atlético, ni tampoco era de la élite de futbolistas que son considerados las estrellas de su equipo, y sin embargo, ahí estaba Bárbara Schmidt, dispuesta a demostrarle que había mujeres a las que les importaba más el espíritu que el físico.

- Gracias.- dijo Kaltz, simplemente.

- Gracias a ti.- repuso Bárbara.- Por el gran partido de hoy.

Él tenía deseos de decirle más cosas, pero ése no era ni el mejor lugar ni el mejor momento para hacerlo, sobre todo porque Zeeman ya había bajado del autobús para preguntar qué estaba retrasando a Kaltz (sin mencionar a los tarados de sus compañeros, que le hacían bromas a través de las ventanillas), así que se tuvo que conformar con pedirle a Bárbara una manera de localizarla, dado que no deseaba seguir siendo el centro de atención ni tampoco quería otro regaño por parte del entrenador. Bárbara aceptó darle su correo electrónico, una manera personal de localizarla, pero no tan personal como un número de teléfono (ése se lo tendría que ganar después), y Kaltz le prometió que se mantendría en contacto con ella. En cuanto el joven subió al autobús, fue presa de los ataques de sus compañeros quienes querían saber en dónde había conocido a tan preciosa mujer, pero Kaltz se limitó a ignorarlos a todos para ir a sentarse al final del vehículo, junto a un Wakabayashi que se limitó a mirarlo con cierta sorna.

- No eres el único que puede buscarse una chica para consolarse por lo de hoy, Gen.- comentó Kaltz, en voz baja.- Será divertido escuchar tu historia.

- Cuando tú estés dispuesto a contarme la tuya.- replicó Genzo, sin inmutarse.

Bárbara esperó hasta que el autobús hubo salido de su andén, preguntándose si de verdad Kaltz la buscaría; ella no tenía manera de saber si él cumpliría su promesa, pero se sorprendió deseando que sí lo hiciera.

- ¿Ya terminaste de coquetear?.- preguntó Débora, saliendo detrás de un grupo de árboles en donde esperaban Leo, Gwen y Nela.- De verdad, no sé qué le viste a ese tipo.

- Es una buena persona.- replicó Bárbara.- Tiene buen corazón.

- ¿Cómo puedes estar tan segura de eso si apenas lo conoces?.- cuestionó Débora.- ¿Cuántas veces has hablado con él? ¿Dos?

- ¿Y cuántas veces tuviste que hablar tú con Stefan Levin para decidir que te gusta?.- contestó Bárbara, sin inmutarse.

- Touché.- bisbiseó Leo, desde las sombras.

- Eso es distinto.- replicó Débora, ignorando a su amigo.- ¿Quieres decir que a ti te gusta ese tipo?

- No dije eso.- negó Bárbara.- Simplemente digo que le estoy agradecida y que su físico es lo que menos me importa.

- Así se habla, Babs.- intervino Nela, dándole un codazo en las costillas a Débora.- Deja de molestarla, Deb, si quiere casarse con Roger Rabbit es asunto suyo.

- Jessica Rabbit lo hizo y es muy feliz con él.- dijo Bárbara, echando a andar hacia la salida.- Pero ya les dije que no me gusta, sólo admiro su estilo de juego y le estoy agradecida por haberme ayudado, nada más.

- Así se empieza.- sentenció Débora, con una sonrisita maliciosa.- Hoy lo admiras, mañana te gusta.

Por segunda vez en la noche, Bárbara se asombró de sí misma al descubrir que lo que Débora le había dicho no le incomodaba en lo más mínimo.

-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-o-

Hamburgo, Alemania.

"TRAICIÓN DOBLE EN EL JUEGO DEL FC BAYERN MÜNCHEN VS HAMBURGO SV".

"Fueron muchas las sorpresas que vimos en la quinta jornada de la Bundesliga, en el tan ansiado encuentro entre el Bayern Múnich y el Hamburgo, partido que todos esperábamos tras las fuertes declaraciones hechas por Genzo Wakabayashi a 'Sport Heute', en las cuales negó su traspaso al club bávaro y que resultaron ser una bomba para la prensa alemana ya que no es novedad para nadie que el Bayern está interesado en los servicios del guardameta nipón. De inicio se pensó que esto no era más que una muestra de la enorme lealtad que Wakabayashi le tiene al equipo que lo vio nacer, el Hamburgo, pero ayer descubrimos que sus intenciones son más oscuras de lo que se creía, pues lo captamos besando apasionadamente a una de los integrantes del cuerpo técnico del Bayern Múnich. Gracias a un trabajo de investigación muy minucioso realizado por nuestros reporteros, hemos descubierto que la afortunada chica no es otra que Lily Del Valle, médico recientemente ingresado al cuerpo médico del equipo muniqués, la cual ha sido vista en algunas ocasiones en compañía de Wakabayashi.

La pregunta que no podemos dejar de hacernos es: ¿Habrá influido Lily Del Valle en el resultado obtenido la noche de ayer, en donde el Bayern Múnich se ha llevado la victoria gracias a un gol obtenido en la prórroga por el capitán y estrella del equipo? ¿Acaso Wakabayashi realizó la arriesgada jugada de abandonar su portería de manera premeditada con la idea de que el Bayern tuviera una oportunidad clara de anotar un gol? ¿Estamos frente a una traición muy bien planeada? Sin duda no podemos dejar de notar la hipocresía del guardameta del Hamburgo, quien a pesar de haber realizado unas declaraciones tan fuertes contra el Bayern Múnich hace unos meses, ayer no tuvo reparos en besarse con una de las médicas del equipo. El entrenador Zeeman no debe estar feliz con la actitud de su portero, el cual al parecer se le ha salido de control, y se debe estar preguntando si habrá sido buena idea la de conservarlo en el equipo titular.

Y por último, ¿quién es Lily Del Valle, en realidad? ¿Una víctima, una manipuladora, o una traidora más? No sabemos si el entrenador Rudy Frank Schneider esté enterado de lo que hace su personal médico con los jugadores de equipos rivales, pero no nos sorprendería que él estuviera detrás de esta sutil manipulación, considerando que hace algunos años protagonizó uno de los mayores escándalos del fútbol alemán de los últimos tiempos …".

- ¿Qué tienes qué decirme sobre esto, Wakabayashi?.- Zeeman azotó el periódico contra la mesa. Decir que estaba enfadado era poco, pero sin duda él no estaba más molesto que su interlocutor.

La nota iba acompañada de una fotografía a todo color del beso que Genzo le dio a Lily, en donde claramente se veía que era él y no otro quien unía sus labios a los de una chica que usaba un uniforme oficial del cuerpo médico del Bayern Múnich. No había manera de negar el hecho ni de pretender que ellos estaban haciendo otra cosa diferente, a menos que la resucitación cardiopulmonar ya pudiera practicarse estando la víctima consciente y de pie.

"Debí haber golpeado a ese maldito reportero la primera vez que lo vi", pensó Genzo, apretando los puños. Él ni siquiera se dio cuenta de en qué momento el fotógrafo tomó la imagen que adornaba el reportaje, tan concentrado había estado con Lily que no notó lo que sucedía a su alrededor. Su voz interior le hizo notar que eso no le había pasado antes, situación que era digna de admirar, pero el joven la ignoró dado que había otros asuntos más importantes qué resolver en ese momento.

- No tengo nada por decir, entrenador.- respondió Wakabayashi, muy serio.- Mi vida personal no es asunto de los mánagers del equipo.

- ¡Es asunto nuestro cuando se habla de una traición!.- Zeeman golpeó la mesa con el puño.- ¡Es mi maldito asunto cuando perdimos el partido por culpa de un lío de faldas!

- ¡No perdimos por un maldito lío de faldas!.- Genzo había querido mantenerse tranquilo, pero la actitud de Zeeman lo sacó de sus casillas.- ¡Admito mi responsabilidad en la derrota, pero no voy a permitir que se dude de mi honestidad ni de la lealtad que le he tenido a este equipo desde que llegué a él!

- ¡Si eso es verdad dime entonces por qué desobedeciste mis indicaciones!.- gritó Zeeman, levantándose de su asiento para encarar a su jugador.- ¡Por tu culpa perdimos un partido del que pudimos haber sacado un empate! ¿Por qué, Wakabayashi? ¡Tendría mucho sentido que todo hubiera sido por culpa de una mujer! ¿Planeaste dejarte vencer para complacerla a ella?

- ¡No fue culpa de ella!.- Genzo no dudó en aceptar la confrontación.- ¡La doctora Del Valle y yo hemos mantenido separados nuestros trabajos de nuestra amistad, y ninguno de los dos traicionaría al equipo que le da de comer! ¡Ella no me pediría que vendiera al Hamburgo y yo no lo permitiría!

- ¡No estoy tan seguro de que eso sea verdad!.- insistió Zeeman.- ¡Después de los resultados obtenidos, ya no estoy tan convencido de tu famosa lealtad!

- Es suficiente, Zeeman.- intervino repentinamente el tercer hombre presente en la habitación, el cual se había mantenido callado durante todo ese tiempo.

Wakabayashi desvió la mirada hacia el sitio en donde se encontraba Jäns Meier, el presidente del Hamburgo. Había sido él y no Zeeman quien citó a Genzo en su oficina, pero a éste no le sorprendió ver al entrenador cuando entró al lugar. El joven ya había leído el reportaje del fotógrafo de cuarta que lo captó besando a Lily en el túnel de los vestidores del Allianz Arena y ya se había preparado para las consecuencias, aunque lo que verdaderamente lo enfurecía era el daño que ese artículo iba a causarle a Lily: si a él le estaba yendo mal, con todos sus años de ciega lealtad a su club, a ella, una novata, le iba a ir mucho peor. De momento, sin embargo, era menester ocuparse de los daños colaterales que iba a tener él, Genzo ya después se ocuparía en tratar de disminuir el impacto de los de ella.

Ajeno a sus pensamientos Meier, indolentemente, sacó un cigarrillo de su pitillera de oro y lo encendió con parsimonia, ante el desagrado de Zeeman y la perplejidad de Genzo. Le dio un par de fumadas antes de dirigirse a los otros dos hombres, pensando en que si su médico lo viera consumiendo tabaco lo regañaría. Era ciertamente irónico que un futbolista descuidara tanto su salud una vez que se retiraba del "servicio activo", pero a la mayoría le pasaba, sobre todo a aquéllos que se dedicaban a los puestos directivos.

- Wakabayashi, nunca hemos tenido quejas sobre ti, has sido un jugador estrella desde que tomaste la titularidad en la portería.- dijo el hombre, tras darle una bocanada a su cigarro.- Es cierto que cuando eras suplente nos causaste un par de líos de indisciplina pero eso se corrigió rápidamente cuando los demás pudieron ver tu potencial. Desde entonces has sido un integrante indispensable del cuadro titular del Hamburgo, tu serenidad y don de liderazgo le dan estabilidad y confianza al equipo, además de que cuando juegas mantienes la portería más imbatible de Europa, y no me queda duda de que nos eres muy leal, pues no dudaste en rechazar la jugosa oferta que te hizo el Bayern Múnich para quedarte con nosotros.

Meier hizo una pausa; Genzo sabía que detrás de ella vendría el gran "pero". Quizás el presidente del club confiaba en él pero eso no significaba que le hubiese agradado lo sucedido en el partido contra el Bayern. Además, tal y como pintaban las cosas, había una gran posibilidad de que el hombre mantuviera sus sospechas sobre él, a pesar de todo.

- Pero situaciones como ésta.- el hombre apuntó la foto del periódico con su dedo índice.- No pueden volver a repetirse. No sé en dónde conociste a esta chica, ni qué tipo de relación tienes con ella, pero no quiero que vuelva a ser motivo de escándalo para ningún periódico. ¿Queda claro? No soy yo el que va a decirte qué hacer al respecto, pero en mi punto de vista personal no está bien visto que salgas con un integrante del cuerpo médico de otro equipo alemán, ni de ningún otro de otro país, para resumidas cuentas, así que si decides no cortar esta relación, tienes que ser extremadamente discreto.

- Sí, señor.- respondió Genzo, con una helada cortesía.

- Y con respecto a desobedecer las órdenes del entrenador, espero que no se vuelva a repetir.- puntualizó Meier, mirando de reojo a Zeeman.- Por mucha contrariedad que éstas te causen, debes obedecerlas al pie de la letra. No vamos a permitir que ninguno de nuestros jugadores tenga problemas de disciplina, ni siquiera tú.

- Como diga, presidente.- Wakabayashi hizo una ligera inclinación de cabeza.- No volverá a ocurrir.

- Bien, Wakabayashi, gracias.- Meier apagó el cigarrillo en un cenicero de cristal con el logo del Hamburgo.- Ya puedes retirarte.

El joven salió de la habitación sin dirigirle ni una mirada a Zeeman, aunque éste no le quitó los ojos de encima hasta que cerró la puerta tras de sí. Genzo estaba realmente fúrico, y la indignación amenazaba con hacerlo perder el control: no sólo el presidente Meier aprobaba las decisiones mediocres del entrenador, sino que también se sentía con derecho a inmiscuirse en su vida personal. Lo que más hizo enojar al final a Wakabayashi no fueron los reclamos e insultos del entrenador Zeeman, sino la observación hecha por Meier. Las palabras "no es bien visto que salgas con un integrante del cuerpo médico de otro equipo alemán" llevaban una orden implícita, pues claramente al presidente no le gustaba que uno de sus jugadores tuviera amoríos con alguien de otro club, y esperaba que Genzo no fuese la excepción, casi le ordenó que cortara cualquier relación que él tuviese con la doctora Lily Del Valle. Ciertamente, Meier no tenía derecho a decidir sobre la vida personal de Wakabayashi, de manera que no lo obligó a romper contacto con ella, sólo "lo sugirió". El portero se prometió ser más discreto y juró no volver a cometer el error de demostrar sus sentimientos en público, ya que no estaba dispuesto a dejar de frecuentar a la doctora Del Valle, no ahora que había descubierto que ella había comenzado a gustarle en serio.

"De cualquier forma, nosotros no tenemos ningún tipo de relación que pueda darle alas a otro reportero ansioso de sus quince minutos de fama, aún no", pensó Genzo, sombríamente. "Y con respecto a Zeeman, lo obedeceré siempre y cuando sus órdenes no nos lleven por el camino de la mediocridad".

Unas horas más tarde, cuando el entrenamiento de ese día concluyó (durante el cual Zeeman y Wakabayashi se limitaron a hablarse lo menos posible, en una situación tensa que todo el equipo notó), Genzo tomó su teléfono celular y le envió un mensaje a Lily disculpándose por lo ocurrido, como si la nota del periódico hubiese sido culpa suya. Según Kaltz, Wakabayashi tendría que pedir perdón incluso por haberse atrevido a besarla sin su consentimiento.

- El movimiento feminista actual dicta que si besas a una mujer sin preguntarle primero si está de acuerdo o no, es una forma machista de acoso.- comentó Kaltz, en los vestidores.- Es maltratarla psicológicamente por obligarla a hacer algo que no quiere.

- ¿Estás hablando en serio?.- Wakabayashi le lanzó una mirada de incredulidad y desconcierto.

- Bueno, algunas mujeres son así.- Kaltz se encogió de hombros, y luego se acordó de Bárbara.- Pero no todas, no, hay que admitirlo. Desconozco si tu doctora es de ésas.

- La verdad, lo dudo.- negó Genzo, mientras se quitaba la sudadera sudada.- La doctora Del Valle es una mujer segura de sí misma pero no la clasificaría como "feminista". No de ese tipo, pues.

- ¿Y por qué crees que no lo es?.- cuestionó Kaltz, muy serio.- No la conoces lo suficiente, y yo sólo te digo que una mujer que trabaja en un ámbito de hombres debe tener cierto grado de feminismo para poder sobrevivir.

Genzo no supo qué responder a eso. Había que reconocer que Wakabayashi tenía muy pocas nociones sobre el comportamiento femenino, así que desconocía si de verdad Lily se habría enojado con él por el beso. El joven suponía que, de haber sido así, ella se lo habría manifestado de manera inmediata, pero luego recordó que no le dio tiempo a Lily para reaccionar porque se marchó después de besarla lo cual, según Kaltz, recalcaba su comportamiento de macho controlador. Ella no le había llamado desde esa noche, y Genzo había decidido no molestarla porque al fin y al cabo ellos no eran una pareja, pero pronto comenzó a preguntarse si eso significaría que Lily estaba enojada con él. Sabiendo que era una pésima idea seguir un consejo amoroso de alguien que parecía estar tan verde como él en esos asuntos (aunque Kaltz hubiese conseguido el apoyo de una chica bonita como aquella pelirroja, eso no lo convertía automáticamente en un galán experto en mujeres), envió otro mensaje disculpándose por haberla besado sin preguntarle primero si estaba de acuerdo. Lily continuó sin responder, y Genzo comenzó a pensar que había una razón por la cual no se había inmiscuido en relaciones con chicas en mucho tiempo y ésa era que le resultaba muy complicado comprender la mente femenina. Sin embargo, cuando ya el portero había dado por hecho que había perdido el tiempo, recibió una respuesta por parte de Lily que lo hizo entender que la conocía mejor de lo que Kaltz creía.

"Sólo discúlpate si estás arrepentido de haberme besado. Si no lo estás, ni lo menciones. Robar un beso no es algo ilegal, y a mí no me molesta que tú me los robes".

"No estoy para nada arrepentido", pensó Genzo, mientras transcribía este mensaje a texto, sonriendo de manera involuntaria. De verdad que le gustaba esa chica, aunque aún estaban lejos de pensar en un futuro en el que pudieran estar juntos.

Notas:

- *Lapin en francés significa "conejo", y el sufijo "nette" es una forma de expresar afecto en el mismo idioma, por lo que al llamar Elieth a Lily como "Lapinette" fue una forma cariñosa de decirle "coneja".

- En la primera saga del manga de Captain Tsubasa, Rudy Frank Schneider fue despedido de su puesto de entrenador del Hamburgo debido a que tuvo un desacuerdo con el que era el jugador estrella del equipo en ese entonces. Tal suceso fue un escándalo en Alemania, dejando a Rudy Frank y a su hijo "marcados" durante algún tiempo (algo que ya señalé en el capítulo 10, cuando menciono que a Karl lo apodaban "El hijo del entrenador chapucero"), por lo que cualquier reportero malintencionado lo sacaría a luz a la menor oportunidad. Con respecto a Genzo, cuando él llegó a Alemania en la misma saga del manga, tuvo muchos problemas con sus compañeros del Hamburgo debido a que éstos lo discriminaban por ser japonés, llegando a emboscarlo en grupo para molerlo a golpes. Genzo respondió golpeando a los que lo atacaron, de uno en uno, diciéndoles que no tenía problema en pelear siempre y cuando lo confrontasen de manera individual, lo que ocasionó que tanto él como su tutor en ese entonces, Tatsuo Mikami, tuvieran algunas dificultades con los directivos del club. A esto se refiere el presidente cuando menciona que ellos tuvieron algunos "problemas de indisciplina" con Genzo cuando era suplente.

- Jäns Meier está inspirado en Jens Meier, actual presidente del club Hamburgo en la vida real.