Capítulo 19.
Múnich.
Las cosas no mejoraron para Lily en días posteriores; tal y como el entrenador se lo había augurado, sus actividades eran muy vigiladas, y aunque fue reincorporada al equipo que vigilaba a las porristas (quizás por ser de las pocas médicas del complejo), fue retirada de otras diligencias; ella respondió limitándose a realizar su trabajo con una eficiencia pocas veces vista, como si el reto la impulsara más que asustarla. Lo que casi nadie sabía era que lo que en verdad la motivaba era un sentimiento nuevo que pocas veces había experimentado, aunque esa sensación también amenazaba con tenerla permanente flotando entre nubes. Varias veces Levin y Corman le preguntaron si se encontraba bien, y aunque Lily les respondía invariablemente que sí, realmente no lo estaba del todo. Pocos se atrevían a ir más allá por no molestarla y porque, con excepción de Sho, Levin y el mismo Schneider, ninguno de los jugadores era tan cercano a la doctora Del Valle, no lo suficiente como para cuestionarla acerca de su vida personal, y los tres que sí lo eran decidieron respetar su privacidad. Además, muy pocos sabían lo que el entrenador Schneider le había dicho a su más joven médico practicante, pero la mayoría suponía que no debía tratarse de algo bueno considerando lo publicado por Blind.
Por si esto fuera poco, Lily seguía sin dirigirle la palabra a Karl, y cuando lo hacía, su tono glacial conseguía que los que estuvieran a su alrededor sintieran compasión por él. Era obvio que ellos habían discutido, pues hasta antes del partido Lily llevaba una muy buena relación con el capitán del Bayern, se podría decir que habían llegado a convertirse en amigos, pero ahora ella no le hablaba. La situación se ponía bastante tensa cuando Lily tenía que estar en presencia de Schneider porque era evidente que ella lo esquivaba a propósito, haciendo que los demás experimentaran un alto grado de incomodidad. Algunos jugadores se quejaron con el entrenador acerca de esta situación, entre ellos Nimba, lo que obligó a Rudy Frank a decirle a su hijo que limara cualquier aspereza que tuviera con el cuerpo médico ya que eso estaba ocasionando inconformidades con sus compañeros de equipo.
- Estoy tratando de encargarme de eso, entrenador.- replicó Karl, ofuscado.- Pero me está causando más trabajo del que pensé.
- ¿Qué pasó, exactamente?.- cuestionó el hombre.- ¿Intentaste propasarte con la doctora Del Valle y te rechazó por culpa de Genzo Wakabayashi?
- No me parece gracioso, "señor".- Karl frunció el ceño, mientras su padre esbozaba una sonrisa de burla.- Pero tengo que admitir que tuviste razón en una cosa: no debí haber intervenido en la plática que tuviste con ella. Sólo quería ayudar y parece que con eso la ofendí más.
- Las mujeres no son difíciles de entender, hijo.- replicó Rudy Frank.- Sólo no hagas lo que no les gusta y estarás bien. Arregla ese problema cuanto antes, por favor.
- Gracias por ese consejo tan útil.- gruñó Karl, con sarcasmo.- Y ya estoy en proceso de hacerme cargo, no te preocupes.
El joven alemán había planeado ir a buscar a Lily a su departamento; indagar la dirección no sería algo particularmente difícil de lograr (debía encontrarse en sus registros), pero tendría que tener cuidado de que algún reportero no lo siguiera, lo último que la chica necesitaba en esos momentos era que la prensa averiguara en dónde vivía. Le sorprendió mucho saber que Lily habitaba en uno de los mejores barrios de la ciudad, en un edificio bastante moderno y que poseía ciertos lujos como un vigilante en la entrada, elevador y amplios jardines bien cuidados. Schneider se preguntó cómo sería que Lily podía pagar el alquiler de un lugar como ése, pues no creía que su sueldo de médico fuera suficiente para sufragar ese gasto. Sus dudas se aclararon en el momento en el que tocó el timbre del número elegido y vio que era Elieth Shanks quien le abría la puerta.
- ¿Qué haces tú aquí?.- se preguntaron mutuamente y con un mismo grado de sorpresa.
Elieth llevaba el rizado cabello recogido en un chongo, y vestía una camiseta blanca de tirantes y un par de shorts de mezclilla; en sus brazos, un gato blanco de ojos azules miró a Schneider con curiosidad. Él se dio cuenta de que la ropa de ella era demasiado informal como para que sólo estuviera de visita, así que llegó rápidamente a una conclusión.
- Estoy buscando a Lily.- dijo Karl, carraspeando.- Y ésta es la dirección que ella dio en el club.
- Sí, vive aquí.- replicó Elieth, sin soltar al gato ni invitar a Schneider a pasar.- Pero por el momento no está.
- Ya veo.- Karl miraba alternativamente a la muchacha y al animal.- Supongo que tú también vives aquí.
- Bueno, pues sí, ¿qué no es obvio?.- Elieth movió el brazo con el que cargaba al gato y usó a éste para señalar a su alrededor, sin que el minino soltara la menor queja.- Lily y yo vivimos juntas. ¿No lo sabías?
- Debí imaginarlo.- contestó Karl, encogiéndose de hombros.- No se lo pregunté y ella no lo comentó pero… Creo que en alguna ocasión dijiste algo relacionado a que Lily vive en tu departamento, al parecer lo había olvidado. Como sea, no es que importe realmente. ¿Tardará mucho en regresar? Necesito hablar con ella.
- Como una media hora, tal vez menos.- contestó Elieth, con toda la intención de cerrar la puerta para dejar a Karl afuera.- Le diré que viniste a buscarla, tal vez si te das una vuelta en una hora ya la encontrarás aquí.
- No, espera, por favor.- Karl puso su mano en la puerta para evitar que la rubia la cerrara.- ¿Puedo pasar? Temo que después ella se niegue a verme, pero si me quedo aquí no tendrá más remedio que hablar conmigo.
- ¿Están enojados o qué?.- preguntó Elieth, con auténtica curiosidad.
- Mejor debería decir que ella está enojada conmigo.- Schneider suspiró.- No me dirige la palabra y se la pasa esquivándome en el club; de verdad quiero arreglar esto pero no lo conseguiré si no la presiono.
- ¿Qué fue lo que le hiciste?.- quiso saber Elieth, aun dudando.
- Se me ocurrió defenderla cuando mi padre le llamó la atención.- contestó Karl.
- Uhh, grave error.- esta vez fue ella quien suspiró.- De acuerdo, pasa y toma asiento.
- Gracias.- él se veía aliviado.
La joven cerró la puerta y dejó al gato en el suelo, mientras Karl se acomoda en uno de los lujosos sillones que las chicas tenían en la sala. El lugar era acogedor aunque con cierto glamour, muy al estilo francés (lo que hizo que él confirmara que el departamento pertenecía a Elieth, o tal vez a su padre el embajador), y tenía un permanente aroma a femenino que resultaba agradable al olfato pero que sin duda desconcertaba un poco a Schneider, acostumbrado como estaba a los vestidores que apestaban a sudor y a calcetines sucios, sobre todo después de un entrenamiento.
- ¿Quieres café?.- preguntó Elieth, mirándolo con parsimonia.
- Si no es molestia.- pidió Karl.- Negro y con poco azúcar.
- Por supuesto, no hay problema.- ella desapareció con rumbo a, supuso Karl, la cocina.
En la mesa de cristal del centro, y en los libreros, había algunas fotografías; el alemán no resistió la curiosidad y tomó las que estaban más cercanas a él. En una de ellas, Elieth aparecía con dos jóvenes, una chica y un chico, ambos castaños y de ojos verdes, y en otra ella sonreía a la cámara en compañía de Lily, en alguna playa de aguas turquesas y arena blanca. Había otras imágenes de Lily posando con alguien que, por sus rasgos, parecía pertenecer a su familia, y de Elieth usando un traje de esgrima, así como de Lily sosteniendo un arco. Ver esas fotos era echar un vistazo a un mundo al que Karl no tenía acceso, algo que le causó cierta aprehensión. ¿Por qué Elieth era tan reacia a dejarlo entrar en su vida? Schneider llevaba tiempo intentando llevarse bien con ella pero la joven no le daba una oportunidad.
El minino blanco, que se había ido a seguir a su dueña, regresó y lo miró con curiosidad para después acercársele y olisquearlo, desde sus zapatos, pasando por los pantalones y acabando con la chaqueta; el joven decidió dejar las fotos de lado y permitir que la mascota de la casa acabara con su inspección. Por fin, cuando el felino decidió que el invitado no era un terrorista con una bomba nuclear escondida en los bolsillos, se acercó con actitud traviesa. Karl le acarició la cabecita, con lo que el gato se quedó conforme y se echó junto a él en el sillón.
- Káiser, eres un traidor.- protestó Elieth cuando apareció con una bandeja en las manos.- Deberías arañarlo y rasguñarlo, no hacer migas con él.
- El pobre gato no tiene la culpa de tu carácter.- replicó Karl, reprimiendo una sonrisa mientras se ponía en pie para ayudar a la chica con la bandeja, aunque ella sólo permitió que lo hiciera parcialmente porque recordó que aún tenía un hombro lastimado.- ¿Y de verdad se llama Káiser? ¿Tan importante soy para ti?
- No me provoques o te saco a patadas de aquí, y a ver quién te ayuda con Lily. Y te informo que mi gato ya se llamaba así desde antes de que supiéramos de tu existencia.- Elieth también reprimió una sonrisa y prefirió mentir antes que admitir que su gatito sí tenía ese nombre por él.- Bien, aquí tienes el café y algunas pastas, cortesía de la embajada francesa. ¿Cómo sigue tu hombro?
- Va recuperándose muy bien, espero poder incorporarme a los entrenamientos en un par de días más.- respondió él.- Gracias por preguntar.
- Aunque no lo creas, me da gusto.- Elieth tomó su taza de café y se sentó en el sillón.- Ahora dime, ¿qué fue lo que exactamente hiciste y dijiste para que Lily se enojara tanto contigo?
- ¿No te lo ha dicho?.- preguntó Karl, dando un sorbo a su café.
- No exactamente.- ella negó con la cabeza.- Verás, hemos hablado de las condiciones que le puso tu padre para trabajar, y comentó que hiciste algo que no debías, pero no especificó qué fue. Tuvimos otros temas más interesantes de qué hablar y dejamos ése de lado. La verdad pensé que ustedes ya se habían arreglado, pero veo que no fue así.
- Cometí un error, lo admito, pero lo hice creyendo que era lo mejor.- admitió Karl.- Estoy acostumbrado a proteger a la gente que me agrada, y de verdad creí que era mi responsabilidad ayudarla, yo la llevé hasta ahí y pensé que era mi deber vigilar cualquier cosa que Lily hiciera, o no hiciera, en el club. Así que cuando me avisaron que mi padre la había mandado llamar, supuse que no podía ser para algo bueno e intervine en esa entrevista, quería evitar que su castigo fuese muy duro ya que en realidad ella no había hecho algo malo.
- Grave error.- Elieth mordisqueó una de las pastas y acarició al gato, echado entre ambos.- Lily no es de ese tipo de chica, ¿sabías? Se sabe defender sola, y cualquier mujer que se respete a sí misma no va a dejar que otro luche sus batallas, mucho menos un hombre. No se trata de una cuestión de caballerosidad ni de ser feminista, aunque tú lo veas de esa manera.
- No pensé en eso, lo reconozco.- replicó Karl, pensativo.- No hasta que ella me dijo que no quería que los demás creyeran que estaba ahí gracias a mí. Es decir, eso es verdad, pero se refería a que no desea que piensen que es intocable sólo por ser mi recomendada.
- Mira, no quiero hacer un drama feminista pero nosotras, como mujeres, la tenemos difícil.- Elieth suspiró.- Ambas nos movemos en diferentes ramas de un mundo con fuerte presencia masculina, el fútbol profesional de Europa. Nos va a costar trabajo demostrar que no estamos aquí por bonitas ni porque nos acostamos con alguien importante, tendremos que luchar mucho para demostrar que llegamos a donde llegamos por nuestras cualidades, y actos de protección como los tuyos no nos ayudan precisamente, simplemente refuerzan la creencia de que hay un hombre que nos está apoyando desde atrás.
- Yo no tenía la intención de crearle ese estigma, ¿sabes? Sólo quería ayudar a mi amiga.- Karl la miró con cierta sorpresa.
- ¿Y se lo has dicho directamente?.- preguntó Elieth, mirándolo a los ojos.- ¿Qué querías ayudarla porque es tu amiga y no por un exceso de caballerosidad? La mejor manera de acercarte a ella es siendo sincero, por si aún no te habías dado cuenta.
- No he tenido la oportunidad, no me la ha dado.- replicó Schneider, mordiendo ruidosamente una pasta.- No sabía que tiene el carácter tan pesado cuando se enoja. En cierto modo me recuerda a Wakabayashi, los dos son muy testarudos y explosivos.
- En eso estoy de acuerdo.- Elieth sonrió.- Ojalá que les vaya bien juntos.
- ¿O sea que sí son novios?.- Karl agarró la oportunidad al vuelo.
- ¿No crees que te estás viendo muy metiche?.- ella respondió con otra pregunta.- Si Lily quiere hablarte de eso, lo hará a su debido momento.
- Bueno, no puedes culparme.- él se avergonzó un poco.- Los dos son amigos míos, de los pocos que puedo considerar como tales, me gustaría saber si están en una relación, al menos para mandarles un regalo de boda o exigir el derecho a ser el padrino.
- Ya te adelantaste demasiado.- Elieth rió un poco más ruidosamente que la vez anterior, lo cual no le agradó al gato, quien saltó y se fue a buscar otro lugar más tranquilo.- No sé si eso vaya a terminar en boda o no, pero si lo hace aún falta mucho.
- Entonces, ¿qué crees que debo hacer?.- Schneider retomó el punto anterior aunque le agradaba ver a Elieth reírse.- ¿Decirle directamente que soy un idiota por no haber tomado en cuenta su opinión, pero que lo hice por querer ayudarla?
- Pues es básicamente la verdad.- asintió ella.- Sobre todo por la parte en la que reconoces que eres un idiota.
- Oh, vamos, ¿es qué acaso nunca vas a pensar diferente con respecto a mí?.- él se veía ligeramente dolido.- He sido un buen hombre y he tratado de no hacerte enojar más, y cuando hablamos en los vestidores, la noche del partido, hicimos las paces. Pensé que nuestra relación podría ser diferente a partir de entonces.
- La cuestión que me importa es: ¿Por qué quieres que nuestra relación sea distinta a como la tenemos ahora?.- quiso saber Elieth.- No soy más que la reportera del club, no tiene por qué haber algo entre nosotros más allá de una relación profesional.
- ¿De verdad es eso lo que tú quieres?.- insistió Schneider, mirándola.- ¿Me vas a decir que sólo yo lo deseo?
Elieth se resistía a admitirlo; de acuerdo, Karl había demostrado no ser el patán engreído que creyó que era cuando lo conoció. Los medios lo retrataban como un jugador frío e implacable y hablaban poco de su vida personal, con excepción de lo cerca que estuvieron sus padres de divorciarse hacía varios años atrás pero hasta este tema era tocado de una manera muy superficial, de tal manera que la mayoría de la gente, incluyendo los mismos seguidores del Bayern, creían que Karl Heinz Schneider era un tipo frío, insensible y poco agradable, cosa que estaba muy lejos de ser cierta. Lily le había dicho en innumerables ocasiones a Elieth que Karl en realidad era un muchacho cálido y agradable que solía tener gestos nobles con sus compañeros, una observación que Genzo ya había hecho también al decir que, fuera del campo de juego, Schneider pertenecía a esos hombres que valían la pena de conservar como amigos. Además, había que admitir que, efectivamente, Karl estaba mostrando ser un chico decente, había actuado caballerosamente al quererla ayudar con las tazas de café aun cuando estaba lastimado de un hombro, y no había qué olvidar que había hecho lo necesario para ayudar a alguien a quien consideraba su amiga. A pesar de estar consciente de todo esto, Elieth se resistía a aceptar sus sentimientos, quizás porque temía que Karl no los correspondiera de la misma manera.
- ¿Quieres más café?.- Elieth se puso en pie, ignorando la pregunta de él.
- No, está bien así.- replicó Karl, derrotado y decepcionado.- Gracias por los consejos.
- Entonces me llevo esto a la cocina.- la joven se dispuso a recoger las tazas usadas y las apiló en la bandeja.
- Permíteme ayudarte.- él se paró también e hizo el intento de levantar el recipiente.
Iba Elieth a decirle que no era necesario que se molestara, pero él en realidad no estaba interesado en las tazas de café; cuando ella quedó frente a él, Karl soltó la bandeja y la tomó por la cintura, plantándole después un beso en los labios. El movimiento fue tan repentino que Elieth se quedó paralizada momentáneamente y se preguntó qué rayos estaba pasando, pero no era tan terca ni tan tonta como para no saber que eso le estaba gustando, así que cerró los ojos y se dejó llevar. Karl, al ver que no había ninguna resistencia por parte de la muchacha, se relajó y se dedicó a disfrutarlo, comprobando lo que ya llevaba mucho tiempo sospechando.
Todo hubiera estado bien sino fuera porque Lily escogió ese inoportuno momento para llegar al departamento. Al abrir la puerta lo primero que vio fue a Karl y a Elieth besándose en la sala, lo que la hizo soltar un grito de sorpresa. Elieth, avergonzada por haber sido descubierta, empujó a Karl y se alejó.
- ¿Pero qué rayos te pasa?.- preguntó ella, enrojeciendo al instante.
- Dime que no sentiste lo mismo que yo.- respondió él, ignorando momentáneamente a Lily.
- ¡Por supuesto que no!.- espetó Elieth, aunque su tono de voz y su rostro demostraban lo contrario.
- Eres muy mala mintiendo.- Karl esbozó una ligera sonrisa de triunfo.
- Veo que estás ocupada, mejor me voy.- dijo Lily, fastidiada.- Mándame un mensaje cuando acabes de tener sexo.
- ¡No voy a tener sexo con nadie!.- protestó Elieth, ofuscada.- Él ya se va.
- ¿Qué? ¡No! Yo vine aquí a hablar con Lily.- reclamó Schneider.- Dijiste que ibas a ayudarme.
- Pues ya no.- Elieth empezó a empujarlo.- Mejor te vas, que ya no tienes nada qué hacer aquí.
- ¿Estás segura?.- Lily insistió, dubitativa.
- ¡Muy segura!.- recalcó la rubia, enojada, avergonzada y emocionada a partes iguales.
- En ese caso, permíteme ayudarte a sacarlo.- se ofreció Lily, ayudando a su amiga a llevar al alemán a la puerta.- Fuera.
- ¡Ey, no!.- insistió Karl, aunque no hizo esfuerzo por detenerlas.- Lily, tú y yo tenemos que hablar.
- Yo no tengo nada que hablar contigo.- replicó la aludida, sin dejar de empujarlo.- A menos que quieras hablar con Elieth, no hay algo que tengas que hacer aquí.
- Ya dije que él se va, tampoco tengo asuntos por tratar con él.- dijo Elieth a su vez.- Vete antes de que llame a la embajada y te acuse de invasión.
- ¡Seguimos estando en Alemania, y tú me invitaste a pasar!.- dijo Schneider, resignado y ya parado en la puerta.- La embajada francesa no tiene injerencia aquí.
- Probablemente no, pero eso no evitará que lo intente.- replicó Elieth.- ¡Adiós!
Fue Lily quien cerró la puerta, no sin antes lanzarle una mirada de enojo. Karl, ofuscado, aceptó momentáneamente la derrota y se limitó a exhalar ruidosamente, tras lo cual movió la cabeza de un lado a otro. Un hombre más terco hubiera seguido insistiendo, golpeando la puerta o hablando a gritos a través de ella, pero Schneider era de un carácter más paciente y tranquilo, al menos fuera de la cancha, así que eligió marcharse sin hacer un escándalo y con la dignidad intacta.
- No sé cómo es que Wakabayashi las aguanta a ambas.- bufó.- Pero mañana será otro día.
Detrás de la puerta se escuchaban murmullos, pero lo que las chicas hablaron ya no lo sabría el joven. A la mañana siguiente, sin embargo, no hubo un cambio positivo en el comportamiento de Lily quien, si acaso se podía, era más seria e inaccesible con Karl. Éste se encontraba con Sho y Levin, esperando a que se iniciara el entrenamiento, cuando vieron a Lily caminar hacia ellos. La chica, muy sonriente, no dudó en darles los buenos días a los jugadores, al menos a dos de ellos.
- Buen día, Sho, buen día, Levin.- dijo Lily, con tranquilidad, tras lo cual siguió su rumbo, ignorando completamente a Schneider.
Éste, fastidiado ya de la situación, decidió seguirla y, dándole alcance, la tomó por un brazo.
- Oye, ya es suficiente.- le dijo.- Vamos a hablar ahora para resolver cualquier problema que tengas conmigo.
- Estoy ocupada.- replicó Lily, con frialdad.
- Ni a ti ni a mí nos gustan los escándalos, así que ahorrémonos uno.- Karl la condujo firmemente lejos de las canchas.- He estado dándote tu espacio pero creo que ya es suficiente. ¿Quieres demostrar que eres profesional y que mi padre no se equivocó al dejarte en el equipo? Actúa entonces como una persona madura y responsable y arreglemos este problema.
- Auch, eso dolió.- protestó Lily, en voz baja, tras lo cual suspiró.- Está bien, vamos a uno de los consultorios, a esta hora suelen estar vacíos.
El consultorio número 2 tenía impregnado un fuerte olor a alcohol y a yodo, pero Lily lo eligió porque sabía que estaba en proceso de arreglo y que por lo mismo no era apto para recibir pacientes por el momento. Había varios expedientes acomodados en el escritorio y en las sillas destinadas al médico y al paciente, por lo que Schneider se sentó en un banco giratorio de metal y Lily ocupó la camilla. Un par de rayos de sol se colaban por la ventana para ir a morir al frío linóleo, no sin antes permitir la danza de varias motas de polvo en el proceso. Al lugar le faltaba un poco de orden y aseo, y Karl pensó que si alguien los veía juntos y a solas ahí podría pensar cosas que no eran ciertas ni decorosas, pero sin duda era el mejor sitio para que ellos hablaran sin que alguien los interrumpiera.
- Aunque tienes motivos para estar enojada conmigo, me parece que ya han pasado demasiados días como para que continúes con esa actitud de indiferencia hacia mí.- Karl consideró que le tocaba a él romper el silencio.- No es agradable que me ignores cada vez que me encuentras. Admito que hice mal en intervenir en la plática que tuviste con el entrenador, no era mi responsabilidad dar la cara por ti, aunque haya sido yo quien sugirió que te eligieran para el puesto vacante del cuerpo médico.
- Al fin entiendes, ¿no?.- lo interrumpió ella, sin mirarlo.
- Me costó trabajo comprenderlo, lo reconozco.- continuó el joven, sin molestarse por la intrusión.- Pero quisiera que me creyeras cuando te digo que yo lo vi como algo natural; soy dado a proteger a las personas que me interesan, pero tengo que aceptar que actué en consecuencia a tu sexo. Si hubieras sido hombre, no se me habría ocurrido interferir.
- ¿De verdad?.- una chispa de indignación brilló en los ojos de ella.
- Oye, calma, que no quiero convertir esto en una guerra de los sexos.- pidió Karl, levantando ambas manos.- Te contaré una historia que probablemente no sepas porque dudo mucho que Wakabayashi te la haya contado en su primera cita. Cuando él llegó al equipo de Hamburgo, siendo un preadolescente como yo, noté desde el primer momento el gran talento que posee y supe que tendría un gran futuro si recibía el entrenamiento adecuado. Él me pidió que lo ayudara a practicar y acepté hacerlo porque no consideré que hubiera un motivo para no apoyarlo. Yo lo visualizaba como un arquero con mucho futuro, no como un japonés o un forastero, pero no tenía idea de que mis compañeros no lo veían de la misma manera que yo, y una tarde en la que Wakabayashi y yo estábamos entrenando, tres de ellos le tendieron una emboscada por la única razón de que él era un extranjero no bienvenido en Alemania. ¿Quieres saber qué hice cuando esos tres muchachos, en ese entonces más altos y pesados que él, comenzaron a golpearlo frente a mis ojos?
- Por supuesto.- Lily mostraba un gran interés.
- Me di la media vuelta y lo dejé solo.- respondió Schneider, esbozando una sonrisa irónica.- Me dije que si Wakabayashi no era capaz de resolver ese asunto por sí mismo entonces no era el muchacho tenaz que creí que era. Por supuesto, él acabó molido a golpes, pero antes de que comiences a recriminarme porque ya veo en tus ojos que tienes ganas de hacerlo, te diré que sí, Wakabayashi se hizo cargo de esos tres muchachos, a su manera y sin ayuda de otra persona. ¿Qué hizo? Los golpeó uno por uno, pero esa cuestión no importa tanto por ahora, ya te contaré el resto después. No sé si entiendes cuál es el punto, yo sabía que él tenía un problema con alguna gente del club, pero no lo ayudé porque consideré que tenía que hacerse cargo por sí solo. Pues bien, hice esto porque se trataba de un hombre, no de una mujer. Y cuando otra persona a la que considero capaz se metió en un problema con alguien del club, pero que pertenece al sexo femenino, lo primero que hice fue tratar de meter las manos por ella. No lograba comprender qué había hecho mal hasta que Elieth me lo hizo ver, lo que estuvo mal fue que traté de protegerte porque eres mujer. Debí actuar contigo de la misma forma en la que actué con Wakabayashi, es decir, dejar que recibieran los golpes solos y buscaran la manera de devolverlos, pero no lo hice en tu caso y de verdad lo siento.
- Vaya, de verdad que no me esperaba eso.- expresó Lily, sorprendida, mirándolo al fin.
- Pero, en mi favor diré que lo hice porque te considero mi amiga.- continuó Schneider, dando pequeños giros en el banco de metal.- Si no fuera así, me habría un importado muy poco que mi padre te hubiese corrido del club.
- No me ha corrido.- ella sonrió levemente.- Y espero que no lo haga. ¿De verdad me consideras tu amiga?
- ¿Por qué no habría de hacerlo?.- él le devolvió el gesto.- Pensé que tú opinabas lo mismo de mí.
- Bueno, no me había puesto a considerarlo pero sí, somos amigos.- asintió Lily, tras lo cual añadió.- Yo debería de disculparme contigo por la forma en la que te he estado tratando estos días, tienes razón al decir que me excedí, no era para tanto.
- No, tienes razón en estar enojada.- él rió.- Por ser tan poco políticamente correcto.
- Eso de la corrección política nos está fregando la vida a todos.- Lily rió aún más fuerte.- Tampoco te vayas a los extremos, no es como si alguien te fuera a crucificar porque besaste a mi amiga sin su permiso.
- ¿Eso fue lo que ella te dijo?.- Karl exhaló con fuerza.
- ¿Qué la besaste de sorpresa? Sí.- respondió ella.- ¿Qué fuiste políticamente incorrecto? No, eso es una estupidez. Aunque las dos queremos cambiar la manera en cómo se ve a las mujeres en este ámbito, no somos unas feministas extremas dispuestas a colgar al primero que nos besa sin preguntar, eso ya es demasiado y mata toda la emoción de una relación.
- Eso me queda claro, o Wakabayashi no seguiría vivo a estas alturas.- Schneider no pudo evitar embromarla.
- ¡Ey, no te pases!.- Lily se avergonzó.- Pero lo que quiero decir es que Elieth no te odia por haberla besado, todo lo contrario, aunque no lo admitirá tan fácilmente. La cuestión aquí es: ¿Ella te gusta entonces?
- No me sirve de mucho negarlo.- suspiró Karl, mirando las motas de polvo que bailaban en el rayo de luz solar.- Aunque no creo que ella sienta lo mismo.
- Ay, por favor.- Lily puso los ojos en blanco.- Eres un atractivo joven rubio y de ojos azules, futbolista profesional, noble y de buen corazón, aunque un poco tonto en ocasiones. ¿Cómo crees que no vas a gustarle?
Aunque se sintió avergonzado, Karl festejó la broma con todo y que en el fondo no se la creía. Elieth seguía poniéndole trabas a cualquier tipo de relación que pudiera haber entre ellos.
- Entonces, ¿somos amigos otra vez?.- preguntó él, levantándose del banco.
- No dejamos de serlo sólo por esto.- replicó ella, bajándose de la camilla.- Los amigos también se pelean, Schneider. Y ahora hablemos sobre la manera en la que mi mejor amiga y tú van a resolver la tensión sexual que hay entre ustedes.
El alemán, por respuesta, esbozó una mueca que era tanto de anhelo como de resignación. No estaba muy seguro de que hubiera una manera de arreglar ese asunto sin que alguien resultara quemado en el proceso.
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El rumor del supuesto romance entre Genzo Wakabayashi y Lily Del Valle no era el único que corría en los terrenos de Säbener Straße, Stefan Levin también estaba en el ojo de los más comunicativos debido a que se sabía que estaba saliendo con la doctora que había ayudado a traer al mundo al hijo de Roland, aunque cualquiera que le preguntara recibía como respuesta que ellos eran solamente amigos. Sho, que era uno de los más cercanos al sueco a pesar de que llevaban poco tiempo de conocerse y tratarse, se dio cuenta de que Levin no mentía, cosa que le sorprendía aún más porque seguía sin comprender por qué el joven se negaba tanto a acercarse a una mujer con intenciones de tener algo más que una amistad, o tan siquiera para un sencillo affair. Claro, Sho estaba al tanto, como muchos, de que Levin había perdido a su prometida algunos años atrás pero no se le había ocurrido pensar que ese suceso le había dejado un trauma que le impedía pensar en volver a enamorarse de otra mujer. Cada vez que Sho le cuestionaba a Levin por qué no intentaba ir más allá con Débora, el sueco respondía invariablemente que "no estaba interesado en ese tipo de relación".
- En ese caso, como hombre y como amigo tuyo que soy, te sugeriría que se lo hicieras saber cuánto antes.- dijo Sho, en una actitud seria que era rara en él.- La chica se ve ilusionada, creo que de verdad le gustas, y al salir mucho con ella podrías estarle enviando señales equivocadas.
- Desde el comienzo le dejé bien en claro que solo quería que fuéramos amigos.- replicó Stefan, tan serio como él.- Sobre advertencia no hay engaño.
- Una cosa es lo que como hombres decimos y otra diferente es lo que realmente hacemos.- negó Sho, sin mostrarse convencido.- Y tú no has estado actuando precisamente como un amigo, lo he visto. Te comunicas muy seguido con ella y han salido a cenar o al cine en más de una ocasión en un periodo corto de tiempo, no es como si actuaras como lo haría un "simple" amigo.
- Ella no es la persona obsesiva y acosadora que pensé que era.- Levin se encogió de hombros.- Sabe escuchar y es comprensiva e inteligente. Me gusta hablar con ella porque… Bueno, no lo sé, porque sí y ya. No necesito darle a Débora muchas explicaciones, es sencillo platicar con ella, a diferencia de ciertos jugadores chinos que conozco que pretenden que les cuente mi vida al detalle.
- ¿Y cuál es el problema entonces?.- insistió el chino, sin darse por aludido.- Me parece a mí que tiene lo necesario para que te empiece a gustar. ¿Por qué te niegas tanto?
- Ya te lo he dicho antes, porque no estoy interesado en tener una relación amorosa, no tengo tiempo para eso.- replicó Stefan, algo fastidiado.
- Entonces, como dije antes, díselo a la doctora Cortés.- finalizó Sho.- No importa que ya se lo hayas dicho antes, vuélveselo a repetir. No sería justo que al final por una cuestión técnica a ella le rompas el corazón.
Levin recordó que ya Lily le había hecho la misma petición, pero él seguía considerando que no estaba haciendo algo mal.
Sin embargo, Débora sí se dio cuenta de inmediato de cuál era el problema y aunque se dijo que no sabía cómo corregirlo, decidió que valía la pena intentar hacerlo, aun sospechando que podía salir lastimada en el proceso. Nela le aseguró que el tiempo era la mejor medicina para curar cualquier herida, y el hecho de que el sueco hubiese seguido adelante con su carrera futbolística después de la muerte de su novia era una clara señal de que estaba mejorando, pero aún le quedaba mucho camino por recorrer. A Débora se le ocurrió pensar que quizás sería una buena idea que Stefan hablara con Nela pero no se atrevió a sugerírselo por temor a ofenderlo. Además, él le había contado muy pocos detalles del suceso a Débora y ésta no creía estar en posición de exigirle saber más, y con lo poco que conocía no podía hacer gran cosa para ayudarlo. Nela pensaba, a diferencia de Sho, que esa relación no iba a llegar a ningún lado y se lo hizo saber a su amiga, pero ésta creía firmemente que lo único que tenía que hacer era pelear un poco.
- Perdóname si estoy siendo demasiado sincera contigo, pero no creo que Levin esté tan interesado en ti como tú lo estás en él.- le dijo Nela a Débora un par de días después del partido del Bayern contra el Hamburgo.- Es verdad que te ha invitado a salir y que te ha estado hablando continuamente, pero no creo que tenga intención de ir más allá de eso. Él no está listo para seguir adelante en la cuestión amorosa, Deb, sólo vas a sufrir si insistes más por esa vía.
- ¿Y qué se supone que debo hacer, entonces?.- cuestionó Débora.- ¿Mantenerlo como amigo? Mira, la verdad es que entre Stefan y yo sí hay química, aunque no lo creas.
- No, sí te creo que hay química entre ustedes.- la contradijo Nela, suspirando.- Lo que yo quise decir es que él no está listo para admitirlo, y cuando un hombre no está preparado para una relación te va a hacer sufrir. No intentes rescatarlo, Deb, si él no te ha pedido que lo hagas.
Probablemente Nela tenía razón pero, ¿y si Stefan no sabía cómo pedir ayuda? Se había encerrado en sí mismo y había seguido adelante con su vida, pero eso no significaba que estuviera bien. Nela le daba la razón a Débora en esto, pero insistía en que tenía que ser Levin quien tuviera la iniciativa de cambiar las cosas.
Lo peor del caso era que parecía ser que Stefan y Débora tenían más cosas en común de las que cualquiera se podría imaginar; compartían gusto por las mismas películas y la música electrónica, e incluso solían leer a los mismos autores. La mayoría de los mensajes que se intercambiaban eran para compartirse tal o cual canción o para citar frases de libros, algo que podían hacer un par de amigos pero también dos personas que tuvieran intenciones de coquetearse. Las pocas citas que habían tenido habían resultado ser agradables para ambos, tal vez porque no había presiones por parte de alguno de los dos. Gracias a esto fue que Levin pudo darse cuenta de que la doctora Débora no era la psicópata obsesiva que creyó que era, e incluso notó que le agradaba mucho más de lo que imaginó. Pero de eso a quererla de novia había un trecho muy, muy grande, uno que no estaba dispuesto a recorrer, o al menos eso era lo que él creía. Sin embargo, no se podía negar que ella era una especie de soplo de aire fresco que Stefan no sabía que necesitaba pero que le estaba cayendo muy bien.
Aun así, Levin aceptó que debía volverle a dejar en claro las cosas a Débora, tras tanta insistencia y sugerencia por parte de Sho, cuya opinión respetaba, así que la próxima vez que se reunió con ella decidió abordar el tema. Sin muchos aspavientos le dijo, una vez más, que él solo estaba interesado en ser su amigo y que por tanto le pedía que no se dejara llevar por rumores que decían lo contrario. Que tal vez en otras circunstancias ella le gustaría, pero que en esos momentos era mejor no verse más que como amigos porque no tenía interés de buscarse una novia. Débora se sintió decepcionada, como era de esperarse, pero no porque se hubiese hecho ilusiones sino porque Stefan de verdad no se daba cuenta del daño que estaba causándose a sí mismo.
- Espero no molestarte con esto, pero es la verdad.- finalizó Levin, sintiendo que se había quitado un peso de encima.- De cualquier modo, cuando te invité a cenar la noche en que nació el hijo de Roland te aclaré que lo hacía para conocernos como amigos.
- Sí, lo sé.- Débora suspiró largamente, clavando su mirada en el lejano horizonte.
- ¿Qué sucede?.- quiso saber él, preocupado por la actitud tan decaída de ella.´
Ambos se encontraban sentados en una banca de un pequeño parquecito ubicado dentro de las instalaciones de Säbener Straße; aparentemente no había alguien que los vigilara o molestara, y desde que Stefan se reunió ahí con Debora se dio cuenta de que eran el lugar y el momento perfectos para tratar tan delicado tema.
- Que de verdad que no te das cuenta del mal que te causas.- respondió Débora, en voz muy baja.- Mira, yo también creo que llevamos poco de conocernos, muy poco para saber si vamos a terminar casados y con hijos, o para saber siquiera si la química será suficiente para que seamos novios, así que concuerdo en que hay que llevar el asunto con calma. Una cosa era acosarte como fan y otra muy distinta es tratarte como hombre, así que me gusta eso de ir despacio. Pero tú lo que quieres no es irte despacio sino negarte a cualquier cosa que te pueda causar felicidad, y esto de verdad hace que me sienta mal por ti.
- ¿Qué? ¿Por qué?.- Levin estaba sorprendido.
- Porque no has podido dejar atrás tu pasado y eso está mal.- respondió Débora, mirándolo con cierta compasión.- No te digo que quiero que dejes todo atrás por mí, digo, me encantaría que así fuera pero no es ése mi mayor deseo. Lamento mucho lo que le pasó a tu prometida, en verdad; yo no sé si soportaría perder al hombre con el que me fuera a casar, no sé cómo reaccionaría a una pérdida de ese calibre, pero creo que una de las peores cosas que podría hacer sería cerrarme a la posibilidad de volver a enamorarme de nuevo. No hemos hablado de ella así que no sé qué tanto la amabas pero me figuro que debió haber sido mucho si consideraste la posibilidad de pasar el resto de tu vida al lado suyo pero aun así… Todavía eres muy joven como para creer que no habrá otra "oportunidad" para ti.
- Débora, de verdad, no quisiera que… .- el sueco, incómodo, trató de interrumpirla.
- No, escúchame por favor y después te dejaré en paz, lo prometo.- pidió ella, con voz dulce.- Eres muy joven aún, y puedes llegar a vivir muchos años y tener una vida maravillosa. ¿Qué te hace pensar que no habrá otra persona que pueda compartir contigo todas tus experiencias? Seguramente tu misma novia no querría que te quedaras solo y triste, si ella te amaba querría que fueses feliz, pero en vez de eso te cierras a cualquier oportunidad. Y aunque no lo creas no estoy hablando de mí, ya que no sé si yo estoy destinada a ti; hablo en nombre de cualquier chica que pretenda conquistarte y se tope con la barrera de tu necedad. Comprendo que quieras guardarle luto y respeto a tu novia pero… Eso no puede durar "para siempre". Si no quieres salir conmigo porque no te gusto como mujer, está bien, me dolerá pero podré superarlo, pero si te niegas a salir conmigo sólo porque crees que "no estás listo"… Bueno, no lo voy a aceptar.
- Débora, no quiero estar contigo y sentir que la estoy sustituyendo.- soltó Stefan, sin poder contenerse.- No sería justo para ti que te compare con ella. No es que no quiera salir contigo, es sólo que…
- ¿Qué cosa?.- presionó la joven.
- Necesito tiempo.- pidió él.- Dame un poco de tiempo.
- Stefan, yo te podría esperar una eternidad si tú me lo pidieras, si estuvieras seguro de que con eso te bastará para enterrar el pasado y no mirar atrás.- Débora lo miró con tristeza.- Pero los dos sabemos que, aunque lo prometieras, no lo harías. No has cerrado ese capítulo en tu vida, y mientras no lo hagas, cualquier chica que se te acerque va a acabar con el corazón roto. Como yo.
Un par de lágrimas escurrieron por sus mejillas, que consiguieron que Stefan se sintiera terriblemente mal. Él hizo el intento por secárselas pero ella se lo impidió.
- No, está bien, soy una sensible que llora por todo, hasta en las películas de comedia.- se disculpó Débora, al tiempo de que sacaba un pañuelo desechable de su bolso.- No lo puedo evitar pero no es tu culpa.
- Deb, no quiero lastimarte.- musitó él, mirándola a los ojos.
- Si no quieres hacerlo, comienza por no lastimarte a ti mismo.- replicó ella, poniéndose en pie.- Ya te lo dije, no por mí sino por ti, no por mí sino por la chica que consiga romper esa barrera de hielo que tienes alrededor del corazón. Y sé que acordamos que iríamos al cine hoy pero de verdad que no estoy de humor, discúlpame.
Mientras Débora se alejaba por el camino de tierra que conducía a la salida del plantel, Levin la vio irse sin hacer un intento por detenerla, al tiempo que experimentaba una infinita sensación de pérdida.
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Hamburgo, Leverkusen, Berlín y Múnich.
Tal y como Wakabayashi se lo sospechaba, el artículo de Blind y su actuación en el partido contra el Bayern Múnich acabaron cobrándole factura, aunque no de una manera tan intensa como él esperaba. De entrada, Zeeman le quitó algunos privilegios y lo hizo luchar por la titularidad, además de que Genzo constantemente tuvo que aguantar comentarios de desacuerdo con respecto a su desempeño, proferidos por el propio Zeeman pero que por fortuna no tenían eco en sus compañeros ni en otros integrantes del cuerpo técnico. Además, él encontró la manera de mantener comunicación frecuente con Lily, lo que en cierto modo le ayudaba a estar motivado pues ella también estaba luchando con todas sus fuerzas para recuperar sus privilegios en su propio equipo. Antes de cada partido pensaba un poco en la joven y también en su eterno amigo, Tsubasa Ozhora, preguntándose si éste lograría tener un buen debut en la liga española. Sus compañeros lo notaban distraído en ocasiones, pero Genzo invariablemente enfocaba su atención al cien por ciento en el rival a combatir.
- ¿En qué estás pensando, Wakabayashi?.- le preguntó Amaruso, antes del partido contra el Schalke 04.
- En nada en particular.- replicó Genzo, ajustándose la gorra y los guantes.
- ¡Está por comenzar el partido entre el Hamburgo y el Schalke 04!.- bramó el locutor a través de los altavoces.- ¡Bienvenidos al Imtech Arena!
"Es el momento. Ahora debo concentrarme al máximo en mi partido".
Tras la derrota sufrida en Múnich, el Hamburgo no volvió a perder, empatando a cero goles en el encuentro contra el Schalke 04 en donde Genzo Wakabayashi fue titular, mientras el Bayern Múnich goleaba al Bayer Leverkussen en su propia casa por 5 goles a 0. El empate del Hamburgo no levantó completamente la moral de todos los jugadores, pero Kaltz y Wakabayashi volvieron a llevar el timón de la moral para conseguir una victoria en el siguiente partido contra el Hertha Berliner, apenas por la mínima diferencia.
- Hoy también el SGGK Wakabayashi ha defendido con honor la portería del Hamburgo.- dijo el narrador.- El equipo está cansado pero obtiene la victoria, 1 gol a 0.
"Espero que a Tsubasa le esté yendo bien", Genzo recordó a su amigo de la infancia y le deseó la mejor de las suertes en su camino en el Barcelona, con la confianza de que Ozhora alcanzaría pronto el equipo titular de la primera división Después Wakabayashi pensó en Lily y sonrió; si todo salía de acuerdo a lo planeado, ellos se verían en un par de semanas, a lo mucho, cuando el Hamburgo viajara a la ciudad de Augsburgo para enfrentarse al equipo local. Él había acordado con la joven que se reunirían ahí, aprovechando la poca distancia que había entre las ciudades de Múnich y Ausgburgo, situadas a menos de una hora de camino. Esta cita era un claro rompimiento a las reglas que tanto el Hamburgo como el Bayern habían impuesto sobre Genzo y Lily, pero ambos estaban dispuestos a correr el riesgo. Si las cosas salían bien, y el portero esperaba que así fuera, él podría decirle de frente lo que sentía por ella.
A su vez, el Bayern Múnich estaba imparable y ganaba por goleada cada partido que disputaba, tanto en la Bundesliga como en la Copa de Alemania, y se perfilaba para ser el ganador de ambos torneos ya que realmente no había un equipo que pudiera hacerle frente. El único club que podría haberlo hecho ya había sido derrotado en la quinta jornada en un partido memorable.
"¡Fortísimo!", redactó Elieth, en uno de los primeros artículos que escribió como corresponsal del equipo muniqués. "El Bayern Múnich está liderando la Bundesliga, ganando el partido contra el F.C. Köln con un marcador de 3 goles a 0. Este equipo le debe todo a sus tres jóvenes ases, Karl Heinz Schneider, Stephan Levin y Shunko Sho, quien fue determinante con el gol que anotó…".
Esto, por supuesto, no era más que el comienzo de una larga historia pendiente de escribir.
Notas:
- Lo que narra Schneider con respecto a lo que le sucedió a Wakabayashi a su llegada al Hamburgo realmente ocurrió en la primera saga del manga Captain Tsubasa, tal y como él lo cuenta.
- En el capítulo 105 del manga Captain Tsubasa Road to 2002, el Hamburgo se enfrentó al Colonia en una jornada posterior al partido que tuvo contra el Bayern. Sin embargo, en el capítulo 17 del Road se dijo que el Hamburgo jugó en la segunda jornada contra un equipo llamado "Kern", según la versión en español, y que yo concluí que se trataba del Köln, es decir, el Colonia, ya que no hay otro equipo en la Bundesliga que tenga un nombre similar. Una vez más, desconozco si esto se trata de un error de continuidad en la historia o si fue un error de traducción, pero para no meterme en líos cambié al Köln por el Schalke 04 en este capítulo.
- No creo que alguien vaya a darse cuenta de esto, pero en la época en la que Yoichi Takahashi escribió el Road to 2002, el Augsburgo no jugaba en la Bundesliga así que técnicamente hablando no podría enfrentarse al Hamburgo; sin embargo, como yo estoy siguiendo una línea temporal más reciente, en donde ya existe el Allianz Arena, me tomé la libertad de incluir en mi historia a un equipo de la Bundesliga 2015-2016.
- Aquí concluye la parte del fic que sigue la línea del manga Captain Tsubasa Road to 2002 ya que no hay más escenas que involucren a los protagonistas de esta historia. Los próximos capítulos estarán basados en los hechos ocurridos en el manga Captain Tsubasa Golden 23.
