Capítulo 21.

Augsburgo.

Después del brevísimo momento de silencio de sorpresa que se vivió en el estadio WWK Arena por el cambio de Wakabayashi, los aficionados del Hamburgo estallaron en rechiflas de descontento. El malestar general del público por la sustitución aparentemente injustificada de una de sus estrellas se hizo patente y los gritos de protesta contra Zeeman no se hicieron esperar. Por supuesto, el entrenador permaneció incólume mientras Genzo se retiraba del campo para dar paso a su suplente, con quien intercambió apenas unas breves palabras antes de irse a la banca. No hubo cruce de diálogos con Zeeman, que ignoró a Wakabayashi como si éste no existiese.

- ¿Es una broma?.- cuestionó Lily, enojada.- ¿De verdad decidió cambiarlo a él en vez de sacar a Ëkdal? La culpa del fallo del último pase fue de éste, no de Genzo.

- Pero es a Wakabayashi a quien traía entre ceja y ceja.- señaló Karl.- Supongo que ésta fue la gota que colmó el vaso de ese mediocre entrenador.

El resto del partido careció de importancia alguna pues Kaltz, en franco desacuerdo con la decisión tomada por el entrenador, se negó a participar en cualquier jugada ofensiva. El Augsburgo, tomando ventaja de un equipo fragmentado, consiguió robar el esférico y anotar el empate en el minuto 80 de juego. La afición del Hamburgo, una de las más leales de Alemania, no pudo evitar soltar algunos abucheos cuando se produjo el equilibrio en el marcador, pues ninguno entendía el por qué Genzo había sido sustituido cuando había estado haciendo un buen desempeño. Mientras tanto, éste permanecía en la banca con los brazos apoyados en las rodillas y la cabeza baja, dejando que su gorra tapara en gran medida las facciones de su rostro. Se veía desanimado, decepcionado y, en menor medida, enojado, y no hizo caso de los comentarios hechos por sus compañeros de banquillo, quienes trataban de darle ánimos.

- Debe pensar que todo es culpa suya.- señaló Elieth, triste.- Se ha de estar preguntando en qué falló.

- O bien podría estarse lamentando por la última jugada que realizó.- acotó Schneider, cruzándose de brazos.- Aunque estamos de acuerdo en que, quien hizo mal, no fue él.

- Qué decepción.- musitó Lily, sujetándose los brazos.- Pensé que ese Zeeman era más inteligente.

- No lo debe ser tanto si lo amonestó por haberse besado contigo.- soltó Bárbara.- Digo, cualquier entrenador que se enoje porque uno de sus jugadores se enamora, y lo regaña por esto, debe de ser un completo imbécil.

- El padre de Karl hizo lo mismo conmigo.- replicó Lily, mordiéndose el labio para no reírse.

Schneider se giró para ver a Bárbara con el ceño fruncido; ésta se puso colorada hasta la punta de las orejas mientras Elieth soltaba una risilla por lo bajo.

- Pero tu padre es alguien diferente, por supuesto que sí.- se apresuró a añadir la pelirroja.- Digo, no sólo los imbéciles toman decisiones imbéciles, los inteligentes también las toman pero eso no los hace más imbéciles que la mayoría.

- Ya déjalo así.- pidió Karl, suspirando, ante las ya francas carcajadas de Elieth y de Lily.- Yo también creo que mi padre hizo mal, pero qué se le va a hacer.

Los últimos diez minutos del encuentro fueron un desastre total para el Hamburgo; si el Augsburgo no logró meter otro gol fue porque, a pesar de todo, Schwaizer era un portero bastante bueno y detuvo varias jugadas de riesgo, pero no hubo manera en la que el resto del equipo consiguiera coordinarse adecuadamente, sobre todo Ëkdal y Kaltz, pues el segundo parecía tener alguna especie de rencor personal contra el primero. Al final, los del Hamburgo fueron los que agradecieron más que nadie que el árbitro pitara el final del encuentro después de haber sido ellos quienes dominaron gran parte del partido. Los jugadores se alejaron cabizbajos hacia su banca mientras el Augsburgo agradecía a su barra el apoyo recibido de su parte.

- Bien, esto se acabó.- Elieth se puso en pie.- Definitivamente ya sé a quién voy a entrevistar, y no va a ser algo agradable.

- ¿A quién será?.- Karl sentía cierta curiosidad aunque parecía saber a quién había elegido la chica.

- A Zeeman, por supuesto.- contestó Elieth.- Voy a preguntarle si esa forma tan mediocre de ser le viene de nacimiento o sólo es que ya se aburrió de dirigir en Alemania.

- ¿Realmente vas a cuestionarle eso?.- Bárbara enarcó las cejas, con sorpresa.

- ¿Por qué no?.- la rubia se encogió de hombros.- Se merece que la prensa le tire tierra con todo; si los reporteros estuvieron a punto de enterrar a Wakabayashi por menos, sin duda que Zeeman se lo merece por más.

- Eso quiero verlo.- Karl sonrió y estiró las piernas.

- Yo también quisiera verlo, pero ya me lo contarás después.- dijo Lily mientras se levantaba al darse cuenta de que la mayoría de los aficionados ya habían abandonado el estadio.- Espero que Genzo acepte mi apoyo en estos momentos.

- ¿Por qué no habría de hacerlo?.- cuestionó Bárbara.- El que quieras apoyarlo en las malas tanto como en las buenas dice mucho de ti y de lo que sientes por él.

- ¿Por qué es muy terco, quizás?.- Lily suspiró.- Y muy reservado. No estoy muy segura de cómo se tomará el hecho de que quiera consolarlo, no sé si lo aceptará o me hará a un lado. Casi podría apostar a que hará lo último.

- No lo sabrás si no lo intentas.- señaló Karl, con una sonrisa.- Es cierto que Wakabayashi es terco pero también es humano, y en lo personal te digo que a mí me haría sentir muy bien el saber que la chica que me gusta está dispuesta a apoyarme en un momento difícil.

- Gracias, espero que él piense igual.- Lily sonrió a medias, cerrando la cremallera de su chamarra azul y blanco del Hamburgo que se había comprado para esa ocasión, tras lo cual se colocó la capucha para esconder su cabello castaño en ella.- Los veré a la hora y en el lugar en el que acordamos.

- ¿Y la capucha para qué te la pones?.- preguntó Eli.- ¿Piensas asaltar a alguien o sólo vas a rapear?

- Qué graciosa.- Lily hizo un mohín; Bárbara y Karl trataron de reír lo menos aparatosamente posible.- Así lo acordamos Genzo y yo, las capuchas nos ayudarán a pasar desapercibidos entre la gente. Además, en el partido contra el Bayern yo llevaba el cabello suelto, lo que quizás ocasione que a los reporteros les llame la atención el ver a una chica con el pelo muy largo, cosa que no aparento ser el día de hoy.

- Bien pensado.- sonrió Bárbara.- Es lo malo de tu cabello, que llama mucho la atención, pero sin duda algún día no tendrás la necesidad de estarte escondiendo.

- Eso espero.- Lily suspiró.

- Omitiré por esta ocasión la traición que le haces a nuestro equipo al usar la chamarra de un club rival.- señaló Karl, apuntando con el dedo al escudo del Hamburgo.

- Gracias, qué amable eres.- replicó Lily con sarcasmo, aunque reía.- No sabes lo mucho que me alivia el saber que no le irás con el chisme a tu padre, el entrenador.

Schneider rio también mientras la joven se alejaba rápidamente, moviéndose con agilidad entre la gente que quedaba en las tribunas; por fortuna, la mayoría de los aficionados iban o muy enojados o muy satisfechos, de manera que ignoraron a la figura encapuchada que se dirigía con decisión hacia las afueras del estadio, a la zona de salida del equipo visitante, lugar en donde esperaba ver a Genzo en un plazo razonable de tiempo. Ambos habían acordado que se reunirían ahí en un lapso no mayor a una hora después de que el juego hubiese terminado. Lily había tratado de perder el mayor tiempo posible en las tribunas pero su ansia por ver a Wakabayashi la había hecho bajar antes; no le importaba, realmente, esperar por él un rato más, lo prefería a estar mordiéndose las uñas en las tribunas.

Cerca de ella, algunos fans del Hamburgo esperaban a los jugadores para darles su apoyo y/o conseguir un autógrafo. Cuando comenzaron a salir los primeros futbolistas, los aficionados los abordaron y Lily trató de adivinar si alguno de ellos era Genzo, aunque ninguno llevaba puesta la chamarra con capucha que él aseguró que usaría y que era casi idéntica a la suya. Después de un rato se dejaron ver la gran mayoría de los jugadores y personal del cuerpo técnico con excepción notoria de Zeeman, quien no aparecía por ninguna parte, situación que a Lily sorprendió. ¿En dónde se habría metido el entrenador? Ella no lo sabía pero suponía que, tal vez, Elieth había cumplido su amenaza de entrevistarlo. Kaltz tampoco hacía acto de presencia pero Lily sospechaba que Bárbara tenía que ver en eso.

- Bueno, que aproveche que ella no tiene que esconderse para verlo.- murmuró Lily, apoyándose contra un árbol.- Me da tanta rabia que yo tenga que hacer todo este show para poder reunirme con quien quiero.

- ¿Esperas a Wakabayashi, cierto?.- preguntó una voz masculina, detrás de ella.

La joven, asustada, se giró para ver quién la estaba interpelando y se topó casi de frente con Alder Ëkdal, el jugador noruego del Hamburgo que había fallado el pase de Wakabayashi y que era el indirectamente responsable de su sustitución. Lily respingó y ocultó su rostro debajo de la capucha para evitar que él la viera bien.

- Creo que me confunde con otra persona.- replicó ella, en voz baja.- Yo estoy aquí buscando una buena fotografía.

- ¿Sin cámara?.- Ëkdal rió.- Por favor, al menos podrías decir que esperas venderle drogas a alguien, sería más creíble. Bueno, quizás no tanto, una chica como tú no pasaría por drogadicta en ningún lado. Eres la doctora Del Valle, ¿cierto? Aquélla que se besó con Wakabayashi después del partido contra el Bayern Múnich.

- ¿Qué? Claro que no soy ella.- Lily trató de mostrarse convincente.- Esa doctora debe estar en Múnich en estos momentos.

- Como si Múnich quedara tan lejos.- Alder sonrió.- Menos de una hora de camino en coche, no sería tan imposible que ella hiciera el viaje a esta ciudad para ver a Wakabayashi.

Antes de que ella pudiera decir algo, el joven de cabello rubio oscuro se acercó y le bajó la capucha con la mano, haciendo que Lily soltara un respingo mientras su cabello se desparramaba por suau espalda. Antes de que alguien más pudiera verla, la chica se colocó nuevamente la capucha y se acomodó el pelo.

- ¿Qué quieres de mí?.- cuestionó ella, enojada.- ¿Delatarme? ¿Te envió Zeeman a vigilar a tu compañero, o es que lo haces por mero entretenimiento?

- Ey, tranquila.- Ëkdal levantó las manos en señal de paz.- La verdad es que, si quieres mi opinión, no eres precisamente muy discreta. Llevo rato observándote y no haces más que dar vueltas, de un lado a otro, mirando con detenimiento a cualquier alma viviente que sale del estadio. No es muy difícil adivinar que eres una chica y, sin cámara o grabadora en las manos, no podría creerse que eres reportera. Además, si me faltaba algo para saber que tengo razón, tu monólogo confirmó mi teoría.

- Repito: ¿Qué quieres de mí?.- insistió Lily, frustrada.- ¿Dinero? ¿O con qué vas a chantajearme?

- ¿Quién ha dicho que quiero chantajearte?.- Ëkdal puso cara de circunstancias.- En realidad tenía la curiosidad de saber por qué Wakabayashi arriesgó su puesto en el equipo por ti, y ahora que te he visto puedo comprenderlo: eres lo que cualquier hombre heterosexual con dos dedos de frente catalogaría como una chica preciosa. No puedo culparlo, realmente.

- ¿Podrías entonces, si no quieres chantajearme, dejarme en paz?.- pidió Lily, con cierta agresividad.

- ¿Qué, no vas a pedirme que no le diga nada a Zeeman acerca de lo que vi?.- cuestionó Ëkdal, sorprendido.

- No.- negó Lily, bufando.- Si fallaste a propósito ese pase de Wakabayashi para hacerlo quedar mal, no servirá de nada pedirte que no nos acuses.

La doctora se dio la vuelta con un gesto despectivo y se alejó de él lo más que pudo; no sabía por qué, pero estaba realmente enojada con el noruego del Hamburgo, le había metido un susto de muerte y su actitud dejaba mucho qué desear. ¿Quién se creía que era, además, para decirle esas tonterías de que Wakabayashi había arriesgado su puesto por ella porque era linda? ¡Qué estupidez tan grande! Por no hablar de que a Lily le fastidiaba que sólo la clasificaran como una cara bonita, eso era lo que menos le importaba.

- Yuri.- el apodo y la voz la hicieron detenerse en seco.

La joven se sorprendió al darse cuenta de que Genzo estaba esperándola, recargado contra la malla que marcaba los límites del estadio; el joven llevaba puesta la capucha de su chamarra blanca y azul, tal y como habían acordado, aunque no se había quitado la gorra blanca porque ésta ayudaba a ocultar aún más su cara. A Lily se le esfumó el mal humor en segundos y se acercó corriendo a él, aunque hizo un esfuerzo muy grande para no echarse en sus brazos.

- Gen.- respondió ella, feliz.- Perdona, no vi cuando saliste.

- ¿Llevas esperándome mucho tiempo?.- preguntó él, mirando a su alrededor.

- No tanto como podría creerse.- Lily se recargó contra la malla, a su lado.- Pero me distraje un poco con… tonterías.

- ¿Qué es lo que Ëkdal quería de ti?.- Genzo se cruzó de brazos.- ¿Por qué estabas hablando con él?

- ¡Ah! ¿Nos viste? La verdad es que me descubrió.- confesó Lily, avergonzada.- Se dio cuenta de que estaba esperándote, así que me abordó para decirme que ya sabe que soy la chica a la que besaste en Múnich.

- ¿De verdad?.- Genzo alzó la cabeza y frunció el ceño.- Más le vale que no abra la boca o se las verá conmigo.

- No sé si será capaz de acusarte, y no le pedí que no lo hiciera, ya tiene edad suficiente para saber qué hacer y qué no.- Lily se mordió el labio.- Lo siento, debí ser más discreta mientras te esperaba.

- No es tu culpa, pero no es por mí por quien me preocupo.- replicó Wakabayashi, mirándola.- No quiero que Ëkdal te meta en más problemas de los que ya tienes.

- Bueno, no pasará de que el entrenador Schneider me de otra buena regañada.- la sonrisa de ella fue más bien triste.- Pero cuando acepté verme contigo a escondidas sabía que había una posibilidad de que me descubrieran, así que afrontaré las consecuencia de mis actos.

- Me gusta oír eso.- Genzo sonrió y le acarició la mejilla.- Temí que fueras a decirme que esto es una mala idea y que deberíamos dejarlo aquí.

- Veo poco probable que eso ocurra.- esta vez ella sonrió más sinceramente.- No cuando me ha costado tanto trabajo llamar tu atención.

- No es como si no fueras capaz de llamar la atención de alguien sin tanto esfuerzo.- la sonrisa de Wakabayashi se torció hacia un lado, en un gesto de satisfacción que hizo que Lily se ruborizara ligeramente.- Ven, hay un sitio en donde podemos estar más tranquilos.

Genzo se aseguró de que no hubiera más entrometidos cerca antes de pedirle que lo siguiera; por fortuna, Alder Ëkdal parecía haberse esfumado de la faz de la Tierra, o al menos de la zona cercana al WWK Arena. Lily siguió al portero sin rechistar, caminando a la par de él. Con las chamarras con capuchas, ambos pasaban por un par de aficionados del Hamburgo que volvieran a su hotel después del partido. Ella interiormente agradeció que él no hubiese tomado su mano, pues esto la habría puesto muy nerviosa. No se besaron al verse, ni siquiera se abrazaron y de hecho el contacto físico entre ellos había sido casi nulo hasta ese momento, lo cual le parecía bien a la chica ya que, después de todo, ellos se habían declarado por Internet, no en persona, lo que significaba una diferencia notoria, al menos desde su punto de vista. Genzo seguramente se mantenía en reserva debido a su personalidad, o quizás porque también se sentía ligeramente cohibido, lo cierto era que Lily no podía adivinarlo pero decidió sacar las manos de las bolsas laterales de su chaqueta por si acaso él tenía el impulso de tomarla de la mano.

Los jóvenes se cruzaron con otros aficionados en el camino, quienes agitaron banderas e hicieron sonar algunas vuvuzelas, a lo que Lily respondió con entusiastas saludos con las manos y algunos gritos de "Lassen Sie uns Team gehen!" ("¡Vamos, equipo!"). Genzo optaba por mantenerse callado y levantar una mano cuando los fans insistían en que él también siguiera la fiesta.

- Lo siento, quizás estoy actuando demasiado bien mi papel.- dijo Lily cuando al fin los dejaron en paz.

- Deja de disculparte por todo lo que haces, que realmente no estás haciendo algo mal.- Genzo soltó la carcajada.- La verdad es que me gusta tu energía, eres más extrovertida que yo, y eso está bien.

- Son los nervios, qué quieres.- ella rio con él.- No puedes culparme por creer que todo lo estoy haciendo mal.

- Relájate, que yo también soy relativamente nuevo en estas cuestiones.- replicó Wakabayashi.

Al fin llegaron a un parquecito que a esas horas estaba más o menos concurrido, pero la mayoría de sus ocupantes eran parejas que no prestaban mucha atención a lo que ocurría a su alrededor. Genzo buscó un banco vacío en donde pudieran estar juntos sin ser molestados y se bajó la capucha de la chamarra. Lily se sentó a su lado y lo imitó, feliz de poder soltar su cabello.

- No voy a poder quedarme mucho rato, en algún momento empezarán a preguntar a dónde me he ido.- comentó Wakabayashi, mirando al cielo.- Y tú tampoco deberías irte muy tarde. ¿A qué hora te marcharás?

- Lo más seguro es que lo haga de madrugada, pero no te preocupes, no vine sola.- respondió Lily, enredando y desenredando los cordeles de la chaqueta.- Elieth y Karl me acompañaron. ¡Ah! Y mi amiga Bárbara vino a ver a tu amigo Kaltz.

- ¿Bárbara? ¿Te refieres a la muchacha que ha estado apoyando a Kaltz en los últimos partidos?.- cuestionó Wakabayashi, sorprendido.- ¿La conoces?

- Es amiga mía.- Lily asintió.- El mundo es un pañuelo.

- Ya veo que sí.- replicó Genzo.- Y dime, ¿Schneider y la Peque siguen llevándose tan mal como siempre o ya decidieron madurar un poco?

- Lo primero.- Lily suspiró.- No sé si algún día admitirán que se gustan o se limitarán a mantener esa relación de amor-odio que parece gustarles tanto. No sabía que estabas enterado de que se llevaran mal, por cierto.

- Elieth me ha contado algunas cosas, Schneider otras.- el portero se encogió de hombros.- No es como si ellos me hablaran de eso muy seguido pero con lo poco que me dicen alcanzo a darme cuenta de que fingen no soportarse.

- Como dices, sólo lo fingen.- acordó la chica.

Ambos se quedaron callados por espacio de algunos minutos; a lo lejos se escuchaba el rumor de las fiestas post partido y los gritos de algunos aficionados del Augsburgo que habían decidido usar las calles como salón de festejos. Lily buscaba hablar de algún tema que no sonara trillado y se maldijo a sí misma porque, antes de saber que le gustaba al SGGK, no tenía problemas para entablar conversación, pero ahora su timidez innata con los hombres le estaba dejando la mente en blanco. Entonces, sin previo aviso, Genzo le tomó la mano y le acarició los dedos, tal y como ella había hecho tiempo atrás para explicarle el tipo de deformaciones que se había ocasionado por ser portero.

- Ahora soy yo el que debería de disculparse porque creo que también he sido presa de los nervios.- Genzo se aclaró la garganta.- Te prometí que cuando te viera en persona te repetiría lo que te dije por vídeo llamada pero he descubierto que no es tan fácil hacerlo y no porque no me gustes, sino precisamente porque me gustas es por lo que me siento algo cohibido. Además, no es ésta precisamente la mejor de mis noches, y aunque trato de evitar que el enojo me domine, lo cierto es que lo que ha sucedido en el partido empaña un poco la felicidad que siento por verte. Sólo un poco, pero lo hace.

- No tienes que decirme cosas de enamorados ni nada por el estilo, Gen.- replicó Lily, apretando su mano.- No soy ese tipo de chica, de cualquier manera, y comprendo que estés molesto, yo también lo estaría en tu lugar, pero para eso me tienes aquí, si quieres desahogarte estoy dispuesta a escucharte.

- De verdad te lo agradezco, pero estoy acostumbrado a pelear mis batallas solo y no quiero importunarte.- Genzo sonrió a medias.- No sería justo que te cargue más problemas de los que tienes ya.

- Ay, no me salgas con eso, por favor.- Lily exhaló con fuerza, enojada.- No me vengas con cosas del tipo de "no es asunto tuyo" porque de verdad que me molesta. Quieras o no, Genzo Wakabayashi, estamos juntos en esto. Lo que estás viviendo es una consecuencia indirecta de algo que hicimos los dos, no importa si fuiste tú quien me besó, yo no hice algo para detenerte y eso en cierto modo me hace responsable también.

- Pero aun así yo soy el más directamente culpable y… .- comenzó a decir Genzo, sorprendido.

- No, déjame terminar, por favor.- ella lo interrumpió, retirando su mano de entre las de él.- ¿Recuerdas la canción que escuchamos la primera vez que nos vimos? We´re in this together. Cuando me besaste en el Allianz Arena me metiste en esto, y no estoy diciendo que esté mal sino que, por mucho que te esfuerces por decir que es sólo tu culpa, lo cierto es que una relación es cosa de dos y estamos juntos en esto. Que te guste alguien y quieras estar con esa persona implica compartir no sólo lo positivo sino también lo negativo. Estar juntos significa encajar los golpes juntos. No vamos a llegar lejos si te limitas a dejarme fuera en tus problemas, si queremos que esto, lo que sea que pueda llegar a haber entre nosotros, realmente funcione, tenemos que estar juntos en las buenas y en las malas.

Wakabayashi se quedó callado durante algunos segundos, tras los cuales soltó una carcajada y pasó el brazo por los hombros de Lily para acercarla a él, situación que a ella la tomó desprevenida.

- Esa canción va a ser nuestra consigna, ¿no es cierto?.- cuestionó él.- Estamos juntos en esto.

- Siempre me ha gustado mucho esa balada, me recuerda mi amor por el fútbol, pero ahora se ha vuelto mucho más especial.- confesó ella, algo avergonzada.

- A mí me pasa lo mismo.- asintió Genzo.- ¿Por qué dices que te recuerda tu amor por el fútbol, si puede saberse?

- Bueno, fue la canción oficial de la Eurocopa celebrada en Inglaterra, la primera que vi en mi vida.- explicó Lily, con cierta añoranza.- Es el primer torneo futbolístico importante del que tengo memoria, fue ése el que consiguió que me enamorara del sóccer y del estilo europeo en general.

- Ese torneo lo ganó Alemania, por cierto.- añadió Wakabayashi.- Con el primer gol de oro de la historia.

- Lo sé. ¡Fue tan emocionante!.- exclamó Lily.- Yo de verdad quería que la Eurocopa la ganara Alemania. No sé si alguna vez te dije que si hubiera nacido hombre habría sido futbolista profesional y habría buscado la manera de jugar en algún equipo de la Bundesliga.

- ¿Es por eso que decidiste estudiar medicina en Alemania?.- preguntó Genzo, con interés y cierta sorpresa.

- En cierto modo, sí.- asintió ella, recargándose contra su pecho.

- A mí me gusta la canción porque me recuerda a la sensación de unión que sólo el fútbol puede dar.- dijo él.- Ese inexplicable sentimiento de alegría que experimentas con este deporte. En cierto modo, ahora te relaciono a esa canción, como si fueras la encarnación de la persona que disfruta lo que yo juego.

- Cualquiera que no te conociera diría que eres un engreído, pero yo creo que eso fue algo muy lindo.- Lily se incorporó para verlo de frente.

Ambos se miraron a los ojos durante unos segundos, tras los cuales se acercaron para unir sus labios en un beso, más intenso y duradero que el de Múnich. Lily pasó sus brazos alrededor del cuello de Genzo para atraerlo más hacia su cuerpo, y él decidió corresponder estrechándola aún más. Cuando se separaron, los dos se encontraban un poco agitados pero sin duda más felices que antes.

- Me costará trabajo adaptarme al hecho de que tenerte en mi vida implica que quieras apoyarme en mis malos momentos.- dijo Genzo, en voz baja.- No estoy muy seguro de creer que eso esté del todo bien, pero si tú lo crees e insistes tanto en intentarlo, entonces yo estoy dispuesto a hacerlo también, porque realmente quiero que estés conmigo. De verdad me gustas, Lily Del Valle.

- Ya vamos mejorando, ya no me llamaste "doctora" esta vez.- Lily soltó una risilla de felicidad.

Ella lo atrajo nuevamente para volver a besarlo. Mientras le correspondía, Genzo se dijo que al fin la noche comenzaba a mejorar.

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Cuando Lily se hubo marchado para buscar a Genzo, Karl, Elieth y Bárbara bajaron a la zona en donde los jugadores eran entrevistados por los reporteros; Elieth de inmediato se lanzó a cazar a Zeeman, quien pretendía evadir a la prensa a toda costa. Para su desgracia, la rubia era muy ágil y consiguió ponerse en frente suyo antes de que él pudiera desaparecer.

- Entrenador Zeeman, ¿me concede una entrevista?.- cuestionó ella con el tono de un mendigo que solicita una limosna, algo que le pareció gracioso a Schneider, mientras acercaba una grabadora hacia el hombre del Hamburgo.

- Lo siento, no tengo tiempo.- replicó Zeeman, mirándola apenas.

- ¿Es eso, o es que no tiene valor?.- Elieth sonrió con cierta ternura compasiva.- ¿O tiene algo qué ocultar?

- Ninguna de las dos cosas.- negó Zeeman, frunciendo el ceño.- No tengo tiempo ahora para entrevistas.

- Si es verdad que no tiene miedo ni algo que ocultar, demuéstrelo entonces, no le voy a robar ni cinco minutos.- insistió la reportera.- Después de eso puede ir a realizar esas actividades que tanto le urgen.

Detrás de Elieth había seis o siete entrevistadores esperando su turno; Zeeman consideró la opción de darles la espalda y marcharse a los vestidores pero se dio cuenta de que la rubia que estaba parada frente a él no iba a darse por vencida fácilmente, bastaba ver la manera en la que, aprovechando su baja altura, se escabulló entre los demás reporteros para quedar al frente. Además, considerando sus opciones, dejar que ella lo entrevistara parecía ser mejor opción que permitir que alguien más lo acosara.

- Cinco minutos.- concedió el hombre.

- Gracias, entrenador Zeeman.- sonrió Elieth, con cierta maldad.- Dígame, ¿qué opina del mediocre resultado que consiguió su equipo esta jornada? ¿Está ya habituado a conformarse con lo primero que le llega?

- Mis hombres han jugado como estaba planeado, si es a lo que se refiere.- replicó Zeeman, enojado.- Lo importante es obtener un buen resultado, sin duda habría sido mejor quedarse con los tres puntos, considerando que íbamos ganando, pero obtener un punto es mejor que irse en ceros.

- Pero supongo que sus cambios tan poco lógicos no son los responsables de ese resultado tan poco favorecedor, ¿cierto?.- cuestionó Elieth.

- No entiendo a qué se refiere.- contestó Zeeman, secamente.

- Bueno, sin duda más de uno se preguntó por qué decidió cambiar a uno de los mejores porteros de Europa por su suplente, considerando que no se encontraba lesionado ni sancionado.- explicó la chica, displicente.- Me supongo que ésa no fue la causa de que el Hamburgo perdiera la victoria, ¿cierto? Considerando que fue el portero suplente el que aceptó el gol del empate, no habría por qué pensar que fue esa sustitución incomprensible la responsable de que se vaya a casa con un punto insípido.

- No tengo por qué justificar los cambios que realizo en mi equipo a lo largo de un partido.- dijo Zeeman, cada vez más enojado.

- Tal vez a mí no, sólo soy una humilde reportera, pero sin duda la afición ha quedado de lo más decepcionada.- rebatió Elieth, con energía.- Ellos atravesaron el país para venir a apoyar a su equipo, el cual estaba dando un espectáculo medianamente decente hasta que usted, haciendo uso de su derecho de entrenador, decidió sacar a uno de los más completos y mejores guardametas de Europa, un jugador que hasta el mismo Bayern Múnich quiere tener en sus filas, para meter a un suplente que no ha demostrado ser mejor que el titular. No tendría por qué ser cuestionable su decisión, entrenador Zeeman, sino fuera porque el partido se vino a menos después de eso. Sus jugadores no atinaron a coordinarse, y el poco buen fútbol que se había visto hasta antes de la sustitución de Genzo Wakabayashi desapareció para dar paso a un juego desabrido, desangelado y francamente pobre, que fue coronado por el gol anotado a Schwaizer. Como aficionada, yo me sentiría bastante decepcionada. ¿Qué tiene que decir con respecto a eso? ¿No le provoca ni un poco de malestar el saber que su equipo está obteniendo resultados tan pobres en una temporada que había empezado tan bien, siendo el segundo mejor de la tabla general sólo por detrás del campeón actual?

Karl, que seguía la conversación tanto como lo hacían las personas que se encontraban a su alrededor, tuvo que hacer un esfuerzo para no reírse. El ataque de Elieth al entrenador había sido directo y brutal. En serio que le gustaba esa chica.

- Schwaizer fue el portero titular la temporada pasada, que Wakabayashi no jugó por encontrarse lesionado, y realizó un gran papel, tiene toda mi confianza.- respondió Zeeman, ácido.- Gracias a él, el equipo hizo un gran torneo previo. No necesito a Genzo Wakabayashi para llevar lejos al Hamburgo, ya jugamos sin él una temporada completa y nos fue muy bien.

- Si considera como un logro quedar en la octava posición, supongo que no hay mucho por decir.- replicó Elieth, con cierta sorna.- Aunque a los equipos que luchan por quedar dentro de los cuatro primeros lugares de la tabla general para alcanzar un boleto en la Champions League les puede resultar risible esta declaración, entrenador.

Detrás de ellos se escuchó que alguien trató de disfrazar una risa con una tos forzada, lo que hizo que Zeeman enrojeciera y se enfureciera al máximo.

- Como dije antes, no tengo por qué justificar mis actos a la prensa.- zanjó el hombre, alzando la voz.- Lo que algunos deben aprender es que en mi equipo no hay cabida para rebeldes ni anarquistas, aquéllos que no sigan las indicaciones no serán contemplados para los partidos porque se necesita disciplina y orden, lo cual no vamos a conseguir si dejamos que cualquiera haga lo que le plazca.

- Y por eso es que prefiere sacar a uno de los pocos jugadores que desean romper con la mediocridad y monotonía de su estilo de juego, para que no sienta que está bien no conformarse con un resultado patético, ¿correcto?.- concluyó Elieth.- Gracias, entrenador Zeeman, esta entrevista ha sido de lo más interesante.

El hombre no contestó, se dio la media vuelta y se marchó muy enojado, dejando a Elieth con la palabra en la boca. La joven se encogió de hombros y se dispuso a guardar la grabadora, mientras los demás reporteros a su alrededor se apresuraban a alcanzar a Zeeman.

- Fuiste muy ruda con él.- dijo Karl, enarcando ambas cejas.

- No tanto como debía.- replicó Elieth.- ¿Acaso estuvo tan mal?

- No. Se lo merecía.- negó Schneider.- E hiciste un excelente trabajo, a mi parecer. A mí no tiene por qué importarme porque no es mi equipo, pero si yo fuera Wakabayashi estaría muy enojado, no sólo por la sustitución sino por el nulo plan del entrenador. Tienes razón en una cosa: el Hamburgo estuvo en la segunda posición durante las cuatro primeras jornadas de la Bundesliga, pero los resultados posteriores los han ido bajando de nivel en la tabla general, y eso ha sido gracias al trabajo de Zeeman. Yo mismo se lo dije a Wakabayashi durante nuestro encuentro, que si quiere participar en la Champions League con el Hamburgo, éste tiene que estar dentro de los primeros cuatro lugares del torneo y que con su estilo de juego no lo iba a conseguir, pero ahora veo que no ha sido su culpa.

- Bueno, desgraciadamente no podemos hacer más por él.- Elieth suspiró.- Tú ya le ofreciste cambiarse de equipo y yo le di voz para que expresara su sentir. Lo demás corre por su cuenta, pero los dos sabemos que él estará bien.

- Así es.- asintió Karl, estirando los brazos.- ¿No tienes hambre? Yo sí.

- Sí, sí tengo.- admitió ella, mirando a su alrededor.- ¿En dónde quedó Bárbara?

- Está tomándose fotos con Kaltz.- Karl señaló hacia un punto determinado del estadio.

Efectivamente, en un punto no muy alejado de ellos, Bárbara y Kaltz se tomaban fotografías con el celular de ella. Él la abrazaba mientras ella reía y hacía el gesto de la victoria con los dedos. Cualquiera que los hubiera visto pensaría que ellos eran una pareja consolidada, cuando se suponía que "sólo eran amigos".

- Van a estar ahí por un buen rato.- señaló Schneider.- Ven, vamos a conseguir algo de comer, yo invito.

Los jóvenes se dirigieron a las afueras del estadio, en donde había varios puestos callejeros de comida; sin dudarlo, Karl llevó a Elieth a un puesto ambulante de salchichas Bratwurst, las típicas salchichas alemanas asadas a la parrilla, cuyo olor abría el apetito a cualquier transeúnte.

- Estoy seguro de que die Prinzessin no ha probado este tipo de salchichas antes.- dijo Karl cuando llegó a formarse para pedir su orden.- Espero que no sea demasiado callejero para ti.

- ¿Qué te hace pensar que no he comido salchichas en un puesto de la calle antes?.- cuestionó Elieth, ruborizándose.

- Por favor. ¿La hija del embajador francés comiendo en la calle? Si seguramente todo lo comes con cubiertos de plata.- se burló Karl.

- Eso sólo lo hago en las fiesta de la embajada.- farfulló ella, por lo bajo.- Y sí he comido salchichas wurst antes.

- ¿Cuándo y dónde? ¿En la calle?.- insistió Schneider.

- No… .- respondió la reportera.- En mi casa… Cuando Lily, Débora o Bárbara las compraban y me las llevaban…

- Lo sabía.- Schneider le guiñó el ojo.- Ya conocerás lo que es bueno, te aseguro que las salchichas callejeras son las más deliciosas.

Cuando al fin les tocó el turno, Karl hizo el pedido por ambos; la persona que los atendió, un hombre vestido con una camiseta de la selección de Alemania, miraba alternativamente a las salchichas y al joven Emperador.

- ¿No eres tú Karl Heinz Schneider, el Káiser de Alemania?.- preguntó al fin, mientras le pasaba uno de los platos desechables con la comida.

- Eso me dicen constantemente pero la verdad es que nos parecemos mucho, nada más.- contestó Karl, con mucha naturalidad, recibiendo el plato para dárselo después a Elieth.

- A mí parece que no te pareces, yo creo que sí lo eres.- los ojos del vendedor brillaron. A su alrededor, la gente comenzaba a prestarles atención y Elieth empezó a preocuparse.

- Le aseguro que no soy él.- insistió Karl, sin inmutarse.- ¿Usted cree que el Káiser de Alemania estaría en esta ciudad un sábado por la noche? Él debe estarse preparando para el partido del Bayern Múnich de mañana, ¿no lo cree?

- Bueno, eso es cierto.- el hombre parecía decepcionado.- Y un jugador tan famoso como él no andaría caminando por ahí como si nada.

- Exactamente.- suspiró Karl, teatralmente.- Qué más quisiera yo que ser Karl Heinz Schneider, mi vida se arreglaría como por arte de magia, ya no tendría qué preocuparme por dinero, con la millonada que le deben de estar pagando.

- Te podrías hacer pasar por él para conseguir reservaciones en restaurantes de moda.- opinó el vendedor mientras le daba el segundo plato.- O para conseguir chicas.

- ¿Le confieso algo? Lo he hecho, y me ha funcionado.- contestó Schneider, en tono confidencial.

Ambos hombres rieron; Karl tomó un par de cervezas que había en una hielera, pagó el monto total de los alimentos y las bebidas y le hizo señas a Elieth para que lo siguiera.

- ¿Lo ves? Te dije que no habría problema por no venir más disfrazado.- dijo Karl.

- Tengo que admitir que actuaste de forma tan natural que hasta yo te creí que no eres tú.- dijo Elieth, con una risita.- Hasta parece que ya estás acostumbrado a hacer este tipo de cosas, fingir que no eres tú.

Por respuesta, Karl se encogió de hombros y le sonrió; la pareja se sentó entonces en unos bancos en donde se dispusieron a disfrutar de sus alimentos. Elieth miró su plato, una salchicha asada cortada en trozos acompañada de pan, salsa de tomate, papas y un poco de curry; el platillo se veía apetitoso pero Karl tenía razón al decir que ella nunca las había comido de un puesto callejero.

- ¿Y bien?.- preguntó él, tras el primer bocado de ella.- ¿Qué te parecen?

- Están muy sabrosas.- respondió Elieth, limpiándose la cátsup sobrante de las comisuras de los labios.- ¡Qué rico!

- Te dije que están deliciosas.- Schneider lucía satisfecho.- Y acompañadas por una cerveza son mucho mejores.

- Tengo que admitir que tenías razón.- Elieth comió su salchicha con mucho gusto.- Pero no me imaginé que tú las conocieras también, no es como si fuera normal que un futbolista famoso ande por ahí comprando salchichas Bratwurst en la calle.

- Solía comerlas de niño, con mi padre.- repuso Karl, con cierta nostalgia.- Cuando Marie estaba recién nacida y mi madre sólo tenía tiempo para mi hermana, papá me llevaba a comer salchichas a los puestos callejeros de Hamburgo. Él pedía una cerveza y a mí me compraba una soda, aunque a veces me daba un par de tragos de su bebida sin que mamá lo supiera. Hablábamos del fútbol y de mi futuro, pero también me daba consejos sobre la vida en general. Esas noches junto a mi padre, comiendo salchichas callejeras, son de mis mejores recuerdos de infancia y adolescencia, y cuando podemos él y yo seguimos yendo a comerlas a los puestos de la calle.

- Ya veo.- Elieth sonrió con cierta calidez.- Me gusta saber que llevas tan buena relación con tu padre y que procuran seguir conservando sus costumbres después de tantos años.

- Mi vida no sería la misma sin su presencia, yo no sería el excelente jugador que soy sin sus consejos.- añadió Schneider, con la mirada pensativa.- Amo mucho a mi madre y a mi hermana, pero mi padre ha sido mi principal soporte desde siempre.

- Entiendo.- Elieth le dio un sorbo a su cerveza helada, la cual estaba deliciosa también.- Gracias por compartir esto conmigo.

- Ha sido todo un placer.- repuso Karl.

Ambos se miraron a los ojos durante varios segundos, tras los cuales se sonrieron mutuamente en un gesto de entendimiento que no necesitó de algo más para ser perfecto.

- ¿Y qué fue eso de que usas tu "parecido con el Káiser" para conseguir citas con chicas y reservaciones en restaurantes de moda?.- Elieth frunció el ceño, enojada por el asunto de las muchachas.

- Era una broma.- rio Karl.- Todos creen que eso es lo que hago, aprovecharme de mi nombre y fama para andar de mujeriego, pero nada más alejado de la realidad. A estas alturas ya te puede constar que soy más bien tranquilo y que no me gusta andar acosando mujeres.

- Excepto cuando quieres que escriba algo sobre ti.- replicó ella, aunque también rio, aliviada.- Ahí sí que me acosas.

Elieth se atrevió entonces a robar una papa del plato de él, lo que ocasionó una pequeña guerra de robo de comida que les sacó las carcajadas, quedando ambos al final con ciertas manchas de salsa de tomate en manos y rostro. Elieth tomó una servilleta y limpió con cuidado (y también cierto amor) una mancha de salsa que Karl tenía en la mejilla, sin notar la forma en como él la veía.

- Listo.- dijo ella, cuando terminó, y al levantar la mirada se dio cuenta de que los ojos azules del alemán estaban fijos en ella.

- Gracias.- respondió él, en voz baja.

La joven se ruborizó al ver a Karl tan cerca pero no hizo el intento de alejarse. Lentamente, ambos fueron acercándose hasta que sus labios quedaron separados por centímetros, pero justo cuando sus bocas ya se habían fundido en un beso intenso, alguien les gritó y tuvieron que separarse inmediatamente.

- ¡Ey, ustedes dos! ¿Por qué carajos no nos avisaron que venían a comer salchichas Bratwurst!.- protestó Bárbara, quien aparentemente no vio que ellos estaban besándose.- ¡Nosotros también tenemos hambre!

Detrás de ella iba Kaltz, muy sonriente. Elieth y Karl tuvieron que recomponerse rápidamente, fingir que nada pasaba y darles la bienvenida a sus hambrientos amigos. Dentro de poco los cuatro tendrían que volver a sus ciudades de origen pero aún les quedaban algunos momentos para disfrutar de la noche.

Notas:

- Alder Ëkdal está inspirado en Albin Ekdal, jugador de la plantilla actual del Hamburgo en la vida real.

- Las vuvuzelas son las trompetas largas hechas de plástico que utilizan los aficionados para animar a sus equipos.

- La Eurocopa de la que hablan Lily y Genzo es la que se celebró en Inglaterra en 1996. Sin embargo, no hay que usar esto como referencia para tratar de establecer una línea de tiempo en la historia.