Capítulo 23.

Múnich.

Aunque el partido estaba por comenzar, algunos de los espectadores estaban más interesados en el drama que estaba ocurriendo en las tribunas a pesar de que no tenían mucha idea de quiénes eran algunos de los protagonistas. Las primeras en llegar al estadio a ocupar sus asientos reservados fueron Lily y Elieth, quienes iban acompañadas de Bárbara, Débora, Gwen, Leo y su invitado especial, un médico francés que estaba de intercambio en Alemania y con el que ya habían tenido la oportunidad de trabajar anteriormente. El joven, llamado Jean Lacoste, tenía una conexión peculiar con Débora y al saber que ella estaba pasándola mal por culpa de un error buscaba la forma de distraerla aunque fuera por una única noche. Ella se dejaba consentir y parecía sentirse mejor o al menos ya no mostraba la misma cara de tristeza que había estado poniendo en los últimos días. Sus amigos se sentían más tranquilos al ver la situación ya que, por lo menos por esa noche, Débora podría olvidar a Stefan Levin.

- Fue buena idea invitar a Jean, ¿no lo creen?.- preguntó Bárbara a Lily y a Elieth.- Deb y él siempre han tenido mucha química y me da gusto ver que Jean hace de todo para tratar de distraerla.

- Así es, nunca entenderé por qué no profundizaron más en su relación.- señaló Elieth, sin dejar de lanzar miradas ocasionales a la banca alemana.

- Eso se debe a que Jean tiene su plaza en Francia y sólo viene a Alemania de vez en cuando.- aclaró Lily, enroscando y desenroscando un mechón de pelo en su dedo índice.- Débora no quería mantener una relación a distancia pero quizás le habría ido mejor que con Levin, a pesar de todo.

- Quizás sí, quizás no.- Bárbara se encogió de hombros.- De todas maneras no es buena idea usar un clavo para sacar a otro, lo de esta noche es nada más para que Deb se aleje de esa espiral del drama en la que se ha metido, no es como si la idea sea que Jean la reconquiste para que olvide al sueco.

- Bueno, eso de los clavos es verdad.- suspiró Elieth.- Esperemos que por lo menos esta noche estemos exentos del drama. Por cierto, ¿saben si Nela piensa venir? No me dejó muy en claro si lo haría o no.

- Me comentó que vendría con Sho.- respondió Lily, sacudiéndose el polvo de la camiseta de portero de la selección de Japón que llevaba puesta esa noche.- Pero llegarán más tarde, creo que van a recoger a alguien más antes de venir para acá.

- ¿Algún amigo de Sho?.- Bárbara, a su vez, usaba una camiseta de Alemania con el apellido "Kaltz" en su espalda.- ¿Algún compañero del Bayern que no sea alemán?

- No tengo idea.- Lily se encogió de hombros.- Ya lo averiguaremos.

Esa noche, solo Elieth usaba una camiseta blanca de mangas cortas, los demás llevaban playeras de Alemania o de Japón, en el caso de Lily y Leo. Cuando Gwen le preguntó el motivo, Elieth respondió que eso se debía a que no se había decidido por apoyar a un equipo en específico.

- Debería de apoyar a Japón, Genzo es mi amigo pero debo admitir que me agrada más el juego alemán.- fue lo que dijo la francesa.- Podría haber traído una camiseta de Alemania pero no quiero que él sienta que no lo estoy apoyando.

- Ay, vamos, que yo traigo una playera de Japón y aunque Karl es mi amigo, él no cree que no lo estoy apoyando.- replicó Lily.- Mejor di que eres una cobarde y que no te atreviste a usar la camiseta de Schneider.

- ¿Por qué tendría que usar la camiseta de Schneider?.- Elieth enrojeció vivamente.

- Quizás porque te gusta.- terció Bárbara, tranquilamente.- Ojalá dejaras de ser tan inmadura, así podrías admitirlo abiertamente.

- ¡No soy inmadura!.- protestó Elieth.- Y mira quién lo dice, la chica que no quiere aceptar que le gusta un muchacho poco agraciado pero que viene al partido usando una camiseta con su apellido.

- Me gusta Kaltz.- soltó Bárbara, sin inmutarse. Elieth y Lily la miraron con la boca abierta.- ¿Por qué me miran así? Yo sí admito que alguien me gusta cuando sí me gusta.

- ¿En qué forma te gusta?.- quiso saber Lily.- ¿Cómo amigo, como hombre o como jugador?

- Me gusta de la forma en la que a ti te gusta Wakabayashi.- respondió la pelirroja, sin miramientos.- Es un chico muy dulce y gracioso, me hace reír mucho y no me trata como un objeto sexual.

- Seguro que si pasas a su cama sí te va a tratar así.- replicó Elieth, con una sonrisilla sardónica. Por respuesta, Bárbara la golpeó con fuerza en la espalda.- ¡Ay, que era una broma! ¿No crees que es muy rápido para decir que te gusta?

- Quizás, pero hemos tenido una muy buena química.- contestó Bárbara, suspirando.- No es como si él me haya pedido salir o como si ya me hubiese dicho que le gusto, pero si no lo hace pronto tendré que hacerlo yo. No estoy diciendo que nos vamos a casar, en todo caso.

- Está bien, supongo que para todo hay gustos.- Lily le guiñó el ojo.- Y yo no creo que no le gustes pero ha de pensar que es demasiado feo para ti, quizás no se siente con la confianza de declararse.

- Espero que no lo piense porque sería muy idiota.- Bárbara frunció el ceño antes de mirar a Elieth.- Bien, ya admití que Kaltz me gusta, de manera que no será raro que lleve puesta su camiseta. ¿Y bien? ¿Cuándo vas a aceptar que te gusta Schneider?

- ¿Nunca?.- aventuró la francesa, aunque se mostraba avergonzada.- Está bien, no creo estar lista para dar ese salto, no aún, pero puedo comenzar diciendo que no es verdad que no me gusta.

- Algo es algo.- Lily tomó una mochila que había llevado consigo y sacó un paquete de color blanco.- Podrías dar un paso más y ponerte una camiseta del número 11 de la Mannschaft.

- ¿De dónde sacaste eso?.- Elieth abrió los ojos como platos mientras Lily abría el paquete blanco y sacaba la mencionada camiseta.

- Pues de una tienda. ¿De dónde más? La compré especialmente para ti.- Lily extendió la prenda para dejar ver en su parte posterior el apellido Schneider arriba del número 11.- Vamos, póntela, que me costó trabajo encontrar una de tu talla.

Elieth frunció el ceño como si considerara sus opciones; Lily y Bárbara la miraban expectantes aunque dispuestas a protestar si ella se negaba a usar la playera de manera que, después de mucho cavilar, la rubia tomó la prenda y se dispuso a ponérsela.

- Me voy a despeinar por tu culpa.- gruñó.

Mientras Bárbara y Lily se reían abiertamente ante los refunfuños de Elieth, Nela hizo acto de presencia aunque las otras tres no se dieron cuenta por andar metidas en sus asuntos. Al tiempo que la pelirroja y la morena tomaban fotos de Elieth usando una réplica de la camiseta del Káiser, Gwen vio a los recién llegados y notó de inmediato que su amiga inglesa iba acompañada de dos hombres, respingando al ver de quiénes se trataban.

- Ay, válgame.- musitó la alemana, jalando la manga de la chamarra de su novio.- Mi amor, ¿no es Levin quien viene con Nela y Sho?

- ¿Qué? ¡Sí lo es!.- Leo casi escupió su refresco.- ¿Qué Nela no sabía que Débora iba a venir al partido también?

- Supongo que no.- replicó Gwen, forzando una sonrisa.- ¡Nela! ¡Qué bueno que llegaste! ¡Y con compañía!

- Sí, lamento la tardanza pero pasamos a recoger a Levin a su casa.- respondió la aludida, mientras Lily, Elieth y Bárbara soltaban gritos de sorpresa.- Espero que no les moleste que lo haya invitado, Sho quería que…

Los ojos de Nela se toparon con Débora y Jean; la joven se calló al instante y los colores se le subieron a la cara. Detrás de ella, Sho se había detenido al ver lo que sucedía y Levin, que ya había detectado que Débora estaba acompañada por un hombre, frunció ligeramente el ceño. Los demás se quedaron mudos, sin saber qué decir.

- Oh, lo siento mucho, debí preguntar primero.- se disculpó Nela, cuando se le pasó la impresión.- No pensé que… Yo creí que… Lo siento, de verdad, de haberlo sabido…

- Está bien, no pasa nada.- fue Débora la que sorprendentemente respondió ya que los demás, incluido Levin, habían decidido que la situación era demasiado embarazosa como para poder encontrar palabras que no incomodaran a nadie.- Todos somos adultos aquí, ¿no es cierto? Y venimos a ver un partido de fútbol, no hay por qué estresarse.

- Supongo que no.- admitió Nela, quien seguía muy avergonzada.- Aun así yo debí haber avisado primero.

- Un error lo comete cualquiera.- a la sonrisa de Débora le faltaba medio milímetro para verse falsa.- No pasa nada, de verdad.

Levin, el otro directamente afectado, no dijo ni pío, se limitó a mirar con insistencia a Deb, dispuesto a intentar hablar con ella aunque fuese a medio partido. Sho pareció adivinarle las intenciones porque dejó que el sueco se sentara en la zona más alejada a donde se encontraba Débora y se dijo que se negaría a cambiarle el asiento, así como no le permitiría mirar más allá de lo que debía.

- Linda camiseta, Lily.- señaló Sho, fingiendo no darse cuenta de que estaba tapando la visión de Stefan.- Aplaudo tu valor, alguna alma malintencionada podría creer que estás desafiando las indicaciones de los directivos del Bayern.

- Estrictamente hablando no tendría por qué ser así.- replicó Lily.- Nadie me ha "prohibido" apoyar a Japón, no hasta el momento, y no tendrían por qué hacerlo.

- Eso es totalmente cierto pero ya sabes que Karl Heinz Schneider, digo, Rummenigge, podría no estar de acuerdo.- Sho se giró para ver a Stefan.- ¿Tú qué opinas, Levin?

- ¿Eh? Sí, sí, pienso igual.- contestó el sueco, distraído.

Nela hizo una mueca de frustración. A su extrema derecha, Débora y Jean cuchicheaban y se reían de algo que al parecer les causaba mucha gracia pero que no querían compartir con los demás, siendo este evento el que tenía a Levin tan distraído; daba la impresión de que en cualquier momento Stefan se levantaría de su asiento para salvar la distancia que lo separaba de los otros dos con unas intenciones que no auguraban ser buenas.

- Tranquila, mi amor.- le susurró Sho a Nela, al darse cuenta de su preocupación.- Yo me encargo de que Levin no intente hacer algo fuera de lugar.

- Es culpa mía, debí consultarlo antes con las chicas.- musitó Nela, afligida.

- No te culpes, que si hay alguien aquí a quien debamos reclamarle es a él, en todo caso.- replicó Sho en voz baja a Nela para después dirigirse a los demás en voz alta.- También traes una linda camiseta, Elieth. ¿Ya sabe Schneider que has decidido rendirte a sus encantos?

- Deja de decir tantas estupideces, por favor.- Elieth puso los ojos en blanco.

- Más vale que sólo se trate de eso, de un montón de estupideces, porque si Schneider pretende seguirse acercando a mi hermana tendrá que hablar primero conmigo.- señaló Leo, frunciendo el ceño.

- Pobre Karl, no sólo le va a tocar lidiar con el padre sobreprotector sino también con el hermano celoso.- Lily soltó una risilla ante el fastidio de los hermanos Shanks.

Ajenos a la conversación, al menos de forma parcial, Débora y Jean platicaban en clave, metiendo frases serias entre chistes para despistar a los demás porque Jean se había dado cuenta de que la aparición de los recién llegados había causado mucho revuelo en Débora y deseaba saber cuál era el problema. Ella ya le había contado brevemente que acababa de salir de una relación muy tormentosa pero él no esperaba que tendría la oportunidad de conocer al galán en cuestión.

- ¿Es él, entonces?.- cuestionó Jean en voz baja, fingiendo que tenía la atención fija en el campo.

- Sí, es él, olvidé que Nela es novia de uno de sus amigos.- respondió Débora, ofuscada.

- Bueno, pues no sé qué líos traiga el tipo contigo pero no te quita la mirada de encima.- dijo Jean.- Si no fuera porque me has dicho que el asunto quedó mal entre ustedes, podría pensar que él está tratando de acercarse a ti a cualquier precio.

- No me vayas a dejar sola ahora, por favor.- suplicó Débora, estresada.- No quiero tener que hablar con Stefan, he estado rechazando sus llamadas desde hace muchos días, parece no entender que no deseo tener algún tipo de contacto con él.

- No te preocupes.- Jean la tomó de la mano y le sonrió de una forma radiante, lo que hizo que Levin, desde su asiento, volviera a fruncir el ceño.

- Idiota.- masculló Stefan, en sueco.

- ¿Dijiste algo?.- preguntó Sho, diligentemente.

- No.- negó Levin, girando su cabeza hacia otro lado.

Alrededor de ellos las personas hablaban en murmullos; varios de los presentes habían reconocido a las estrellas del Bayern Múnich e incluso no faltó quien supiera que la chica que llevaba la camiseta del portero de Japón era aquélla que se había besado con Genzo Wakabayashi en ese mismo estadio. La mayoría de los espectadores parecía notar que el ambiente entre el grupo era tan tenso que podría cortarse con un cuchillo para mantequilla, por lo que el interés comenzó a recaer en ellos. Por fortuna para los jóvenes el partido estaba a punto de comenzar, lo que distraería la atención de los mirones por lo menos hasta el medio tiempo.

Las alineaciones de ambos equipos salieron a la cancha en medio de la algarabía de los presentes. Para desilusión de los seguidores de Japón, que esperaban ver a sus ídolos en la cancha, el entrenador Zico decidió no incluir en la alineación inicial al trío del Nankatsu SC, es decir, a Tsubasa Ozhora, Taro Misaki y Genzo Wakabayashi, quizás porque habían sido convocados por primera vez a la Selección Mayor y Zico no quería arriesgarse ante un equipo tan fuerte como Alemania. El entrenador teutón, sin embargo, no dudó en poner de titulares a Karl Heinz Schneider y a Hermann Kaltz aunque, con un grande de la portería como lo era Oliver Han, Müller se tuvo que conformar con esperar en la banca.

A pesar de que sabía que Genzo no estaría en el once inicial, Lily se puso en pie cuando lo vio salir al campo y agitó su mano esperando que él alcanzara a verla. Wakabayashi no pudo evitar sonreír cuando percibió a Lily entre la multitud y se dio cuenta de que ella señalaba la camiseta que llevaba puesta, una réplica de la que él estaba usando esa noche. Sin hacer muchos aspavientos porque, a pesar de todo, seguía temiendo alguna represalia en contra de ella, Genzo se llevó una mano a la gorra y la tocó levemente, como señal de que la había visto y había entendido el mensaje. Schneider, por su parte, saludó abierta y efusivamente al grupo que lo apoyaba desde las tribunas y desde donde se podía ver claramente que Elieth llevaba puesta una camiseta de Alemania con el número 11 grabado en el frente. Sonriéndole de oreja a oreja a la chica, le dio una palmada a Kaltz en el hombro antes de salir a realizar sus ejercicios de calentamiento. Elieth se lamentó de no haberle regresado el saludo pero muy en el fondo sabía que no había sido necesario.

El primer tiempo no tuvo sorpresas para nadie, ni siquiera para los japoneses, pues pronto quedó muy en claro la superioridad del equipo alemán, cuyos avances no podían ser detenidos por los defensas nipones. Schneider se movía entre ellos con la misma facilidad con la que un pez se movía en el agua, teniendo una precisión tal en los pases realizados a sus compañeros que la defensa de Japón comenzaba a desesperarse. Desde el banquillo, Tsubasa saltaba por la ansiedad de no poder salir a batirse con el alemán, a quien conocía desde el Mundial sub-16, pero Zico no conocía del todo al jugador del Barcelona y no basó su estrategia en él, aunque si no hacía algunos cambios quedaría en claro que los alemanes tendrían un partido muy fácil y tranquilo.

- ¡Vamos, entrenador, queremos ver a Tsubasa y a Misaki, nuestra Golden Combi!.- gritaban algunos fans desde las tribunas.

Para encontrarse en un estadio alemán, era sorprendente la cantidad de aficionados japoneses que se habían presentado al juego, por cierto.

- Este encuentro está bastante desequilibrado.- comentó Leo.- Los alemanes, y sobre todo ese Schneider, están barriendo con todo.

Con mucha facilidad, Hermann Kaltz le quitó el balón a un atacante japonés y realizó pases expertos con Mikail Klaus, un veterano de la Selección quien jugaba en Italia, que a su vez le enviaba el balón a Schweil Teigerbran*, un talentoso futbolista que militaba en el Borussia Dortmund. Schneider esperó la señal de Teigerbran para echar a correr y quitarse a los japoneses de encima; el Káiser recibió desde la izquierda un pase perfecto del jugador del Dortmund, se acomodó a su gusto frente a la portería japonesa y encajó un gol perfecto que el portero Kawaguchi no pudo ni ver, arrancando gritos de alegría a los alemanes que inundaban el estadio.

- ¡Schneider, Schneider, Schneider!.- coreó la barra teutona.- ¡Viva el joven Emperador de Alemania! ¡Viva nuestro Káiser!

Los japoneses, desalentados, miraron el marcador con el gol en contra, preguntándose cuándo usaría Zico a sus nuevos y flamantes recién convocados. Desde la banca, Misaki, Tsubasa y Wakabayashi contemplaban el partido con ansiedad.

- Yo hubiera podido detener ese disparo.- señaló Genzo, en voz baja.

- Quiero jugar, quiero jugar.- repetía Tsubasa como enajenado, apretando los puños sobre sus rodillas.

Sólo Misaki permanecía tranquilo, analizando cada jugada y visualizando la estrategia del equipo alemán.

Los germanos se pasaban el balón rápidamente entre ellos, tan tranquilamente que parecía que la Selección de Japón no era un rival serio ni fuerte. Schneider, que deseaba que Genzo saliera a jugar, decidió probar los límites de Kawaguchi para comprobar si realmente tenía la capacidad de detener sus disparos tan bien como lo hacía Wakabayashi, aprovechando que Teigerbran estaba enviándole buenos pases desde la izquierda. Kawaguchi quería demostrar que Genzo no era el único portero de Japón con la capacidad de detener al Káiser de Alemania y empleó sus mejores tácticas para detener a Schneider. No funcionó, el alemán pateó la pelota con su conocido Fire Shoot y terminó empujando el balón al fondo de la portería para dejar e en el marcador, a favor del equipo de casa. El desánimo en la barra japonesa era total para cuando concluyó la primera mitad del encuentro pero aún se conservaba la esperanza pues con ese resultado la probabilidad de que Zico metiera al trío del Nankatsu era muy alta, además de que se rumoraba que el entrenador contaba con un cuarto as bajo la manga.

- Esto no se ha puesto tan intenso como esperaba.- señaló Gwen, estirándose como gato cuando el árbitro silbó el final del primer tiempo.- Japón se ha dedicado nada más a defender y Schneider ha pasado por su portería como si estuviera en su casa.

- Eso es porque Genzo no ha jugado.- señaló Lily.- Si él hubiese estado en la portería, a Karl le habría costado mucho trabajo anotar esos dos goles.

- Ahí vas a defender a tu novio, como siempre.- replicó Bárbara, con una sonrisita.- Bueno, no puedes negar que Kaltz hizo un estupendo trabajo con los pases.

- Nadie lo niega, querida Babs.- Lily sonrió también.- Ojalá que él se dé cuenta de que estás usando su camiseta.

- Seguro que al menos Schneider notó lo que traigo puesto.- farfulló Elieth, avergonzada.

- Y seguro que le gustó mucho.- aseguró Lily, en tono burlón.- Mira lo feliz que se puso que anotó dos goles.

- Ya cállate.- gruñó Elieth, enrojeciendo de nuevo.

- ¿Alguien quiere algo? Voy a comprar un jugo.- preguntó Débora, poniéndose en pie.

- ¿Quieres que te acompañe?.- sugirió Jean, solícito y tomándola de la mano.

- No, no es necesario, gracias.- ella le sonrió y lo soltó.- Espero no tardar en volver.

Por supuesto, la joven ignoró a Levin a propósito; desde que éste había aparecido ella se había comportado como si él no existiera, con todo y que se daba cuenta de que el sueco no le quitaba la mirada de encima. Si Débora decidió ir a comprar un jugo no fue porque tuviera sed sino porque creyó que no podría seguir soportando durante mucho tiempo más el acoso constante al que la estaba sometiendo Stefan, no se consideraba tan fuerte. La chica suspiró de alivio cuando vio la fila que había para comprar bebidas pues eso le haría perder los quince minutos que duraba el medio tiempo.

- Aunque sé que no es culpa de Nela, bien pudo haberme avisado que el tipo vendría con ella.- musitó mientras hacía fila.- No ha sido agradable encontrarme con Stefan aquí.

Y no habría de ser agradable lo que ocurriría después. Cuando Débora al fin pudo conseguir la bebida (ya no había jugos así que tuvo que conformarse con agua), se dispuso a volver a su lugar en las tribunas, preocupada porque estaba por terminarse el medio tiempo cuando alguien la tomó del brazo y la jaló hacia un lugar relativamente vacío (relativamente porque había aficionados caminando por doquier). Ella soltó un gritito de sorpresa cuando se dio cuenta de que quien la había tomado no era otro que Levin.

- Necesitamos hablar.- fue lo que dijo Stefan cuando la soltó.

- ¿Sobre qué?.- Débora trató de permanecer indiferente aunque el corazón le galopaba a mil por hora.- Creí que ya habíamos dejado todo en claro.

- Sabes bien que no.- replicó Levin, ansioso.- He estado llamándote en los últimos días pero no has querido contestarme y quisiera saber por qué.

- La pregunta debería estar enfocada a por qué continúas llamándome y no a por qué no te respondo.- la muchacha suspiró, frustrada.- ¿No habíamos acordado que lo mejor para ambos era separarnos?

- Sí, sé que eso es lo mejor, al menos para ti pero… .- Stefan titubeó. No estaba acostumbrado a demostrar sus sentimientos y menos ante alguien a quien no llevaba tanto tiempo de conocer.- Yo no me siento bien con este arreglo. Estoy consciente de que no me porté bien contigo y que por eso mismo no debería acercarme más a ti pero…

- ¿Pero?.- Débora enarcó una ceja, intrigada.

- Pero lo cierto es que creo que te echo de menos.- confesó él, en voz baja.- No está bien, lo sé, pero es la verdad. Me había acostumbrado a hablar contigo, eres de esas personas con las que se puede hablar de cualquier tema, incluso de esos temas que no he querido tratar con la mayoría de las personas que conozco, no sé por qué pero es así. Es algo egoísta lo que siento pero llegaste a formar parte de mi vida y me cuesta trabajo sacarte de ella aunque sepa que es lo mejor para ti. Fuiste un bálsamo para mí en estas últimas semanas, no sé por qué no me di cuenta antes.

- ¿De verdad sientes eso por mí?.- ella se sorprendió.

- Eh, sí, así es.- Stefan sintió que había hablado demasiado y retrocedió un paso.- Es decir, sabes que te tengo mucho aprecio como una gran amiga y confidente, en eso nunca te he mentido.

Débora se quedó sin saber qué responder; a su alrededor los asistentes al partido compraban salchichas wurst, cervezas y bocadillos varios, así como banderines, vuvuzelas y afiches de sus jugadores favoritos, en preparación para el inicio del segundo tiempo. No esperaba que Levin fuese a comportarse de una manera tan sincera y abierta con ella ni, mucho menos, que fuera a decirle que la extrañaba. Sin embargo, a pesar de todo, la joven había observado que Stefan se negaba a admitir lo que verdaderamente sentía y eso le hizo darse cuenta de que él volvería a dejarla caer en la friendzone en cuanto sintiera que la tenía segura otra vez.

- Lo siento, Levin.- Débora volvió a suspirar.- Pero sigo creyendo que lo mejor es que no nos veamos más. Yo también te extraño pero aun así no es conveniente que sigamos en contacto.

- ¿Y por qué no?.- cuestionó el sueco.

- ¿Quizás porque sigues sin ser sincero con tu propio corazón?.- respondió ella, con una sonrisa triste.- Sigues negado a dejarlo libre y sabes que mientras eso continúe yo no querré tenerte cerca de mí otra vez.

- ¿Por qué no me dejas intentarlo?.- preguntó Levin, en voz muy baja.- Quizás, si comenzáramos siendo amigos y nos diéramos tiempo de conocernos las cosas podrían ser diferentes. ¿Por qué te niegas a aceptar esta solución?

- Quizás porque ella está conmigo ahora.- Jean apareció para intervenir; se acercó a la chica y le pasó el brazo por los hombros.- Y no me gusta que le estés rogando a mi chica, me gustaría que dejaras de hacerlo. Ya los dejé platicar por mucho rato, es momento de que Débora y yo regresemos a nuestros asientos. ¿Nos vamos, ma chéri?

El médico francés no dejó que Levin respondiera y, abrazando fuertemente a Débora, se la llevó con él, dejando al futbolista sueco muy molesto y con pinta de sentir celos. Ella dejó hacer a Jean sin protestar y no se atrevió a hablar hasta que estuvo segura de que Stefan no los había seguido.

- ¿Estabas observándonos?.- Débora se sorprendió.

- Desde hace rato y, aunque no alcancé a escuchar todo, vi lo suficiente como para saber que necesitabas ayuda.- contestó Jean, algo triste.- No sé, Deb, sé que todo lo que me has contado sobre él es verdad pero te podría jurar que sí siente algo por ti. Su expresión cuando llegué a abrazarte lo dijo todo pero si dices que se niega a tratarte como algo más que su "amiga con derechos" es porque no está listo para aceptarte por completo. Tal vez nunca lo esté.

- Lo sé.- musitó Débora, cabizbaja.

- Aunque no deberías de perder todas las esperanzas; si Stefan Levin de verdad te quiere puede ser que ese amor lo obligue a salir de su coraza.- replicó Jean, tratando de sonar alegre.- Puede ser que seas tú lo que le hacía falta para dejar atrás su pasado, pero quizás sea bueno darle una dosis de celos para adelantar el proceso.

- ¿Qué? ¡Oh! No, no me atrevería.- la muchacha de cabello negro se ruborizó.

- No te preocupes.- Jean la atrajo contra su pecho y la besó en el cabello.- Yo sí.

Cuando Jean y Débora ocuparon sus asientos, justo en el momento en el que el árbitro dio inicio al segundo tiempo, Levin ya estaba sentado junto a Sho, lanzando miradas de fuego al francés quien, siendo consciente de que estaba siendo observado, no soltó la mano de Débora en lo que restaba del juego. Nela intercambió una mirada de preocupación con Sho pero él la abrazó y le susurró al oído que no permitiría que Levin armara un escándalo en lo que quedaba del partido.

Mientras tanto había habido cambios en la alineación de Japón, lo que ocasionó que se emocionara al máximo su hinchada. ¡Lo que ellos habían estado esperando durante 45 minutos estaba a punto de suceder!

- ¡Éste ha sido un gran encuentro de preparación!.- gritó el narrador a través de los altavoces.- ¡Pero Japón va dos goles detrás, así que el entrenador Zico hace cambios al inicio del segundo tiempo! Los ases Nakata Hidetoshi y Nakamura Shunsuke, además del portero Kawaguchi Yoshikatsu son sustituidos por…

- ¡Ellos saldrán!.- gritaban los fans de Japón.- ¡Que entren!

- ¿Qué les pasa a los hinchas japoneses?.- se preguntaron los aficionados alemanes.- No paran de gritar. ¿Cuál es la razón?

- ¡Son sustituidos por el viejo trío del Nankatsu SC: Tsubasa, Misaki y Wakabayashi!.- exclamó el cronista.- ¡A su joven edad, estos tres han hecho su debut juntos, en este suelo alemán, como representantes nacionales plenos!

- ¡Sí! ¡Gen por fin va a jugar!.- gritó Lily, entusiasmada, sujetando su camiseta.- ¡Vamos, Wakabayashi!

- ¿No deberías de gritar: "Vamos, Japón"?.- preguntó Bárbara, risueña.

- Sólo estoy aquí para apoyar a Gen, no al equipo completo.- Lily sacó la lengua.- Después de todo sigo siendo amiga de Karl también. ¡Vamos, SGGK Wakabayashi! ¡Sólo tú puedes detener a Schneider!

El sentimiento que experimentaban los tres jóvenes ases nipones era difícil de poner en palabras, los tres sabían que momentos como ése había pocos en la vida, más porque todo futbolista que desee ser profesional siempre será querrá representar a su país con la Selección Mayor.

"Soy un seleccionado pleno, sin duda representando a Japón…", pensó Tsubasa Ozhora, con la mirada fija en la portería contraria. "¡Yo lucharé!".

"He sido seleccionado como un representante pleno, y tal y como estoy parado en este campo, con el pecho lleno de orgullo…", pensó Taro Misaki, apretando los puños. "¡Yo lucharé!".

"Independientemente de la ocasión, representante pleno o no… ¡No habrá más goles! Mi único objetivo es prevenir que el oponente siga anotando", pensó Wakabayashi mientras se ajustaba los guantes. "¡Yo lucharé!".

"¡E independientemente de la situación, nos divertiremos jugando!", fue el pensamiento común de los tres.

- Finalmente están aquí, Tsubasa, Misaki y, por supuesto, tú, Wakabayashi.- manifestó Schneider, exaltado.- ¡Luchemos!

- ¡Sin embargo, la nueva fuerza y el poder juvenil de Alemania, que han sido preparados para la Copa del Mundo, están en aumento!.- dijo el locutor.- ¡No será fácil para Japón el encajarle a este poderoso rival dos goles!

- ¡Yo soy parte de ese poder juvenil!.- exclamó Kaltz, muy sonriente.

- El joven Káiser de Alemania, Karl Heinz Schneider, le dio en el primer tiempo dos goles a la nación que fue la anfitriona de la Copa Mundial en el año 2006.- continuó el narrador.- De manera que, sabiendo los cambios que Zico ha hecho para Japón… ¡Empieza el segundo tiempo!

- ¡Vamos, Japón!.- exclamaron los fans japoneses, agitando sus banderas decoradas con los kanjis de los nombres de sus héroes.- ¡Contamos con ustedes, Tsubasa y Misaki!

- Japón inicia el contraataque.- narró el comentarista.- ¡Y Alemania defiende! En un instante Kaltz roba el balón. ¡Su rostro puede ser el de un hombre viejo pero es, sin duda, parte del poder juvenil de Alemania!

- ¡Ey, su cara no es la de un hombre viejo!.- protestó Bárbara, indignada.- ¿Cómo se atreve ese maldito locutor a insultar a mi hombre!

- Tu hombre es un vejestorio, según parece.- replicó Lily, haciendo que los demás rieran a carcajadas. Por respuesta, Bárbara la golpeó en la cabeza con el banderín de Alemania que llevaba.

- Lo ves con ojos de amor.- opinó Elieth, sin dejar de reírse.

- ¡Sin duda!.- exclamó Leo, burlón.- Como dice Lily, ese chico es un vejestorio.

- ¡Qué groseros son!.- bufó Bárbara, enojada, aunque se dispuso a seguir la jugada que realizaba el joven que le atraía.

- ¡Qué irritante!.- exclamó Kaltz (refiriéndose seguramente al comentarista), llevando el balón y disponiéndose a hacer un pase.- ¡Va, Schneider!

Quedaba claro que el roce que Kaltz tuvo con Schneider en el partido entre el Hamburgo y el Bayern Múnich había quedado en el pasado, en esos momentos ambos jugadores peleaban y se complementaban como parte que eran del mismo equipo. Schneider estaba tan seguro de que Kaltz le haría un buen pase que se apresuró a quitarse su marca personal para lanzarse al ataque.

- El balón llega pronto a línea frente a Schneider.- dijo el locutor.- ¡Schneider está en posición de anotar su tercer gol! ¿Conseguirá hacer un hat trick?

- ¡Vamos, Karl, tú puedes hacerlo!.- gritó Elieth, emocionada, levantándose de su asiento de un salto.

- ¡Vamos, Genzo, tú puedes detenerlo!.- gritó Lily, a su vez.

- Lo bueno es que Karl es tu amigo.- replicó Elieth, al escuchar a su amiga.

- Lo bueno es que Genzo es tu amigo.- replicó Lily, a su vez.

Ambas chicas echaron a reír mientras los dos hombres se enfrentaban nuevamente en el campo de juego, en un rito que habría de repetirse en varias ocasiones a lo largo de sus carreras futbolísticas pues Schneider y Wakabayashi estaban destinados a enfrentarse en el campo de juego, habían nacido para eso.

- ¡Prepárate, Wakabayashi!.- vociferó Schneider.- ¡Voy a anotar el tercer gol de Alemania!

- ¡Ven, Schneider, te estoy esperando!.- exclamó Wakabayashi.- ¡No volverás a meter otro tanto!

- ¡Sin embargo, el tiro de Schneider va muy hacia la izquierda!.- bramó el narrador.- ¡No, ése no es un tiro! ¡Aquí tenemos a otro de los que componen la nueva fuerza de Alemania, Schweil Teigerbran, el rápido corredor que pertenece al Dortmund!

- ¡Gran pase, Schneider!.- gritó Teigerbran.

- ¡Teigerbran corre ferozmente hacia la pelota que es tan rápida como un disparo!.- continuó el comentarista.- ¡Y lo atrapa magníficamente!

- Por un momento pensé que iban a recrear la técnica del Rugido del Dragón.- Lily parpadeó perpleja.- Karl hizo ese pase con la potencia de un disparo.

- Bromeas, ¿no?.- replicó Sho, con un dejo de autosuficiencia.- Esa táctica sólo podemos realizarla bien Schneider, Levin y yo, Teigerbran será muy bueno pero no tiene nuestro nivel futbolístico.

- Me encanta tu humildad, no sabes cuánto.- comentó Nela, sarcástica, a la vez que su novio se reía.

- A decir verdad, los dos goles anotados por Schneider en la primera mitad fueron hechos gracias a que Teigerbran regresó los balones desde la izquierda.- continuó el locutor.- ¿Qué hará ahora este jugador del Dortmund ahora que tiene el balón en sus pies?

"El lado izquierdo del campo es mi jardín", pensó Teigerbran. "Para establecerme en la Mannschaft, debo anotar por mi cuenta".

- ¡Oh, pero ahí está Tsubasa!.- exclamó el comentarista, al tiempo que Ozhora le quitaba el balón a Teigerbran.- ¡Tsubasa logró prever el pase de Schneider! Cuando Teigerbran aterrizó, el japonés aprovechó la pequeña brecha que había para robar el esférico.

- ¡Tsubasa, no puede ser!.- gritaron Schneider y Kaltz, atónitos.

- ¡A pesar de que no jugué en la primera mitad, eso no significa que me quedé en la banca sin hacer nada!.- le dijo Tsubasa a Teigerbran.

- ¡Maldito seas!.- replicó el alemán.- ¿Cómo te atreves a estropear mi jardín? ¡Te devolveré el favor!

Pero antes de que Teigerbran pudiera reaccionar, Tsubasa le envió un certero pase a Misaki, quien se había apresurado a colocarse detrás del alemán para apoyar a su mejor amigo y compañero de juego.

- ¡Y Misaki rápidamente siguió a Tsubasa!.- vociferó el narrador.- ¡Y aquí viene! ¡El contraataque de Japón comienza ahora!

- ¡Vamos, Misaki!.- ordenó Tsubasa, intercambiando una mirada con su compañero.

- ¡Sí, Tsubasa!.- el otro salió corriendo tras aquél.

Los dos jóvenes se dispusieron a realizar la combinación de pases que los hizo famosos en el Nankatsu, cuando ambos eran unos niños de primaria que buscaban ganar su primer campeonato nacional. La barra japonesa los alentaba pues sabía que ellos conseguirían emparejar el marcador.

- Éste es el juego de la Golden Combi de Tsubasa y Misaki.- continuó el narrador.- No importa el tiempo que pase, la indestructible e increíble armonía de estos dos está siempre presente, y ahora está en exhibición en esta etapa en la que ambos son convocados de la Selección Mayor.

"¡Lo destruiré!", pensó Kaltz, corriendo para acercarse a ellos. "¡Detendré su ritmo!".

Sin embargo, los dos japoneses habían previsto ya las intenciones de Kaltz y lo evitaron en una jugada que dejó perplejo al alemán; tras cruzarse entre ellos para desconcertar a su oponente, uno de los dos pateó el balón entre las piernas de Kaltz, quien nada pudo hacer para detener al dueto.

- Creo que me caen mal esos dos.- bufó Bárbara, desde las tribunas.

- Aunque tienes que admitir que ésa fue una jugada muy buena.- replicó Sho.

- En un parpadeo, Tsubasa y Misaki han pasado juntos a sus oponentes y su juego de oro está rebosando de velocidad.- dijo el comentarista.

- ¡Son muy rápidos!.- exclamó Kaltz, sorprendido.

- El juego de la Combinación Dorada de Tsubasa y Misaki es mucho más rápido que antes.- notó Karl, también asombrado.

Los japoneses siguieron enviándose pases rápidos hasta que quedaron frente a la portería; los jugadores alemanes no podían creer que esos dos hubieran logrado pasar sus defensas con tanta facilidad y más sorprendidos quedaron cuando vieron que Tsubasa y Misaki se disponían a llegar juntos hasta el final, pues ninguno de los dos iba a hacerse a un lado al momento de disparar.

- ¡Kaltz, quien hasta ahora había sometido cada ataque iniciado por Japón en el medio campo fue fácilmente sobrepasado!.- gritó el locutor.- ¡Y esos dos están dispuestos a finalizar juntos la jugada! ¡Ésa es su carta triunfal, ése es el Golden Twin Shoot de Tsubasa y Misaki!

- ¡Vamos!.- gritó Tsubasa, antes de disparar.

Los dos muchachos patearon el balón al mismo tiempo para realizar el tiro gemelo que les había ayudado en tantos partidos previos, un disparo que ningún portero había conseguido detener hasta ese momento. El esférico se dirigió a toda velocidad hacia la portería custodiada por Oliver Han, ante los ojos atónitos de los espectadores y de los mismos jugadores de ambos equipos. ¿Conseguiría el guardameta alemán detener el increíble tiro de los japoneses, o sería que Tsubasa y Misaki lograrían obtener el primer gol a favor de su equipo?

¡Todos los ojos estaban puestos en balón, a la expectativa del resultado!

Notas:

- *En la traducción al español del manga, el nombre de este jugador es Shubail Taigerbolan pero me pareció tan ridículo el nombre que opté por usar la versión de la traducción al inglés.

- Mikail Klaus está levemente inspirado en Miroslav Klose, jugador alemán que ostenta el título de máximo anotador en la historia de la Copa del Mundo (el cual actualmente está retirado pero para las épocas en las que transcurre este partido aún está en activo).

- Jean Lacoste es un personaje creado por Lily de Wakabayashi.