Capítulo 24.

Tsubasa Ozhora y Taro Misaki patearon el balón al mismo tiempo para realizar un tiro gemelo, un disparo que ningún portero había conseguido detener hasta ese momento. El esférico se dirigió a toda velocidad hacia la portería custodiada por Oliver Han, ante la sorpresa de los aficionados y hasta de los mismos jugadores. ¿Conseguiría el guardameta alemán detener el increíble tiro de los japoneses, o sería que Tsubasa y Misaki lograrían obtener el primer gol a favor de su equipo?

No por nada Oliver Han era considerado como uno de los mejores guardametas, no sólo de su tiempo sino de toda la historia. El hombre se estiró lo más que pudo y detuvo el balón con su mano izquierda, impidiendo momentáneamente que entrase a su portería. Sin embargo, la potencia del disparo sobrepasó la fuerza de Han y el balón acabó penetrando en la meta.

- ¡El esférico está dentro!.- gritó el narrador.- ¡El famoso Oliver Han se arriesgó a estirar su mano pero fue sobrepasado por el encendido disparo gemelo de Tsubasa y Misaki! ¡Japón ha logrado regresarle a Alemania un gol!

- ¡Bien hecho, Tsubasa y Misaki!.- exclamaron los fans japoneses.- ¡Éste es el nuevo poder de Japón!

- ¡Excelente trabajo, Tsubasa y Misaki!.- aplaudió Genzo desde su portería.- ¡Defenderé muy bien ese gol!

- ¡Ay, no, no puede ser!.- gimió Elieth.- Bueno, tuvieron suerte pero Schneider sabrá regresarles el golpe.

- Hay que admitir que fue un gol bastante impresionante.- suspiró Lily.- Hubieras podido sacar una buena foto de él.

- Es verdad, ¿por qué no estás tomando fotografías como sueles hacer, frau Berni?.- preguntó Sho.- Esperaría verte allá abajo con todos los reporteros.

- Eso es porque ahora que soy corresponsal oficial del Bayern Múnich, mi jefe en Sport Heute me ha indicado que sólo debo cubrir los partidos de la Bundesliga, así que otro corresponsal vino a hacer el reportaje de este encuentro.- replicó Elieth, frunciendo el ceño.- ¡Y no me llames frau Berni!

Sho, por respuesta, soltó una carcajada a pesar de que Nela le dio un pequeño golpe por su broma.

Mientras tanto, en el campo el juego se había detenido: debido a su arriesgada parada a una mano, Oliver Han se lastimó y fue necesario reemplazarlo. El cuerpo médico de la Selección de Alemania había entrado al campo para asistir a Han y para determinar qué tan grave era su lesión; al comprobar que sería imposible que el hombre continuara jugando, los médicos le hicieron señas al entrenador avisándole de las malas nuevas.

- Müller, prepárate.- lejos de amilanarse, el mánager estableció de inmediato quién debía ser el sustituto de Han.

- ¡Como usted ordene, entrenador!.- gritó el joven mientras se ajustaba sus guantes.

- Ese tiro ha lesionado el hombro izquierdo de Han, por lo que será reemplazado por Dieter Müller, el Gigante de Acero.- anunció el comentarista.- Es la primera vez que este gigante de 1.93 metros de estatura pisa el campo como integrante de la Selección Mayor, la primera vez que se coloca bajo los palos de la portería alemana. ¡Qué gran oportunidad la que tiene este muchacho para demostrar que puede llegar a ser un digno sucesor de Han!

Estimulado por las actuaciones de sus compañeros de la misma generación, Müller realizó varias buenas atajadas, manteniendo un excelente desempeño tal y como ya lo estaba haciendo Wakabayashi. Ambos guardametas estaban dejando muy en claro que ellos formaban parte del futuro del fútbol profesional. El partido fue incrementando en ritmo y emoción, los japoneses estaban eufóricos porque sus tres ases del Nankatsu estaban dándole una oportunidad al equipo para darle batalla al poderío alemán. Incluso los teutones se sentían más motivados a seguir atacando ahora que había gente en el equipo contrario que estaba dándoles pelea. Schneider consideraba que ahora sí valía la pena arremeter contra la portería rival pues una vez más tendría la oportunidad de medirse contra Wakabayashi y determinar quién era el mejor. Por supuesto, si Genzo defendía con todo su arco cuando jugaba con su equipo profesional, mucho más lo haría ahora que se encontraba portando la camiseta de la Mayor, de manera que detenía, haciendo gala de su excepcional habilidad, no sólo los tiros de Schneider sino también los de los demás ases de Alemania.

Mientras tanto el tiempo pasaba rápidamente y el apretado partido iba entrando en los minutos finales con un marcador d favor de Alemania. En el medio campo, un Schneider sin marca, quien se encontraba fuera del área de penales, recibió el balón y se dispuso a lanzar un disparo, teniendo un solo pensamiento en mente: Anotar un hat-trick y anotárselo a Genzo Wakabayashi en los últimos minutos de juego.

"Por supuesto", pensó Kaltz, sonriendo con malicia. "Cuando el viejo Schneider tiene a Gen como su oponente, siempre se enfoca en disparar desde fuera del área de penal".

- ¡Una vez más, tú y yo, Wakabayashi!.- gritó Schneider.- ¡Va, Fire Shoot!

- ¡Anota!.- animó Elieth.

- ¡Detenlo!.- gritó a su vez Lily.

- ¡No en mi portería!.- exclamó Wakabayashi, lanzándose cuan largo era para tratar de contener el potente y famoso tiro de Schneider.

Genzo no temía porque estaba preparado para parar todos los Fire Shoots de Schneider; no era la primera vez que intentaba detener ese disparo y no sería la última, si había algún portero que podía contener el magnífico fútbol de Karl ése era Wakabayashi, pero aun así no había nada estaba escrito.

- ¡Y de manera sorprendente Wakabayashi logra hacer una fina y genial parada!.- bramó el narrador, describiendo cómo el guardameta japonés había conseguido desviar el balón y mandarlo a tiro de esquina.- ¡Es genial este portero, tanto como grandioso es Schneider! ¡Siempre es un lujo ver cuando estos dos jugadores se enfrentan, nunca se sabe quién ganará al final!

- ¡Muy bien, mi amor!.- exclamó Lily, tan entusiasmada que no se fijó en el mote que usó.- ¡Tendrás que esforzarte más, Karl!

- ¡Ya será el próximo, no te desanimes!.- replicó Elieth, haciendo bocina con las manos.

"Y Wakabayashi no le permite al viejo Schneider obtener un gol tan fácilmente, ciertamente", Kaltz puso las palmas de sus manos hacia arriba y se encogió de hombros, al tiempo que esbozaba una sonrisa de resignación. "En fin, aunque Tsubasa y Misaki consiguieron pasarme, con un gol de ventaja podemos ganar si mantenemos la diferencia hasta el final. Debo seguir trabajando, sin embargo, para no volver a cometer errores contra Tsubasa y Misaki…".

Kaltz interrumpió sus pensamientos cuando la fanaticada de Japón volvió a estallar en gritos de emoción. El joven alemán se giró hacia la línea lateral de la cancha y se sorprendió cuando vio que Japón iba a realizar un cuarto cambio, alguien a quien Kaltz conocía tan bien como los otros tres japoneses que hicieron su debut con la Mayor ese día. Kojiro Hyuga, el Tigre de Japón, estaba esperando a que el árbitro le diera permiso de ingresar. ¡La cuarta estrella de la Selección Juvenil iba a pisar el campo llevando por primera vez la camiseta de la Selección Mayor!

- ¡Ah, pero Japón tiene un último as bajo la manga!.- anunció el comentarista.- ¡Con 15 minutos de juego restantes, el entrenador Zico sustituye a Takahara por el delantero Kojiro Hyuga!

- ¡Es Hyuga!.- corearon los japoneses.- ¡Ahora es seguro que vamos a ganar!

- ¡El cuarto Guerrero de Oro!.- continuó el narrador.- ¡Los cuatro miembros de la Generación Dorada que fueron convocados para este partido están ahora en el campo como representativos nacionales!

Silenciosamente, Tsubasa, Misaki y Wakabayashi le dieron la bienvenida a Hyuga. Ahora sí, con los cuatro dentro de la cancha era seguro que tendrían más oportunidades de conseguir más goles. En ese momento estaba por cobrarse el tiro de esquina a favor de Alemania que Wakabayashi otorgó al despejar el tiro de Schneider. El encuentro se reanudó cuando Hyuga entró en el campo y entonces Teigerbran se dispuso a ejecutar el córner.

- Japón debe desviar este saque de esquina si quiere aspirar al empate.- dijo el cronista.- El cual será imposible de obtener si Alemania consigue anotar su tercer tanto. Teigerbran cobra entonces el tiro de esquina, buscando obtener su tercera asistencia en el partido.

- ¡Cuento con ustedes!.- dijo el alemán, realizando un magnífico pase.

- ¡El capitán alemán Bollack, con sus poderosas habilidades de cabeceo, busca el balón!.- bramó el locutor.- ¡Sin embargo, Wakabayashi realiza una salida excepcional de su meta y con un puñetazo de su mano izquierda desvía el esférico directamente hacia Tsubasa!

- ¿Qué? ¿Wakabayashi fue capaz de prever mi pase a Bollack?.- se cuestionó Teigerbran, muy asombrado.

- Wakabayashi fue capaz de leer el patrón de ataque de sus rivales y le ha dado a Japón una nueva oportunidad para empatar gracias al hecho de que él lleva varios años viviendo en Alemania.- señaló Sho.- Conoce muy bien a la mayoría de los jugadores alemanes gracias a su participación en la Bundesliga.

- Por supuesto que eso le ayuda.- replicó Levin.- Hay que reconocerle a Wakabayashi que uno de sus puntos fuertes es que aprende sobre la marcha y que no comete el mismo error dos veces.

Sho asintió con la cabeza, por respuesta. Casi sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, Levin giró la suya y miró disimuladamente hacia el sitio en donde Débora y Jean observaban el partido, dándose cuenta de que el médico francés tenía a la joven tomada de la mano; el sueco no tuvo más remedio que hacer una mueca de disgusto y esforzarse por continuar poniendo atención al encuentro.

Mientras tanto, los alemanes estaban frustrados y perplejos debido a que ni siquiera el legendario Bollack había podido vencer a Wakabayashi. Schneider, por supuesto, sabía cuál era la solución a ese problema y sabía también que debía llevarla a cabo antes de que Japón tuviera la oportunidad de contraatacar.

- ¡Maldición!.- exclamó Karl.- ¡Si Bollack no puede contigo, yo he de anotarte un gol, Wakabayashi!

- ¡Voy a regresarte la cortesía con la que me trataste en nuestro último encuentro en la Bundesliga!.- replicó Wakabayashi.- ¡Vamos, Tsubasa, anota el empate, estoy contando contigo!

- ¡Gracias a la confianza que ellos construyeron en el largo tiempo en el que fueron compañeros de la Generación Dorada, Tsubasa ha podido predecir el curso del puñetazo de Wakabayashi y recoger el balón desde esa posición!.- gritó el comentarista.- ¡Ah, pero lejos del balón, Misaki y Kaltz se enredan y caen al suelo!

Parecía que la caída había sido un accidente, Kaltz se comportó de dicha forma y Misaki no atinó a comprender qué estaba sucediendo; de hecho, el asunto se vio tan casual que ni el árbitro ni ninguno de sus asistentes marcó una falta, sobre todo porque la jugada se estaba desarrollando en una zona diferente del campo a aquélla en donde se encontraba el esférico. Sin embargo, la jugada había sido cuidadosamente planeada por el alemán para bloquear al japonés y evitar que se combinara con Tsubasa.

"El habilidoso Kaltz realizando una jugada al borde de una falta", pensó Teigerbran, esbozando una media sonrisa. "Bien planeado, compañero".

"Jeje, no habrá más Golden Combi en ese partido, de eso me encargo", pensó Kaltz, sonriendo de manera sardónica.

- ¡Tsubasa está solo, hay que detenerlo!.- exclamaron los defensas alemanes.

¡Vamos, Tsubasa, debes continuar por tu cuenta!.- gritaron los aficionados japoneses.- ¡Demuéstrales el orgullo de un prodigio del fútbol!

- ¡Oh, esto es sorprendente!.- gritó el narrador.- ¡Tsubasa está usando a los jugadores que se encuentran cerca de él para combinarse! Fukunishi, Ogasawara, Kaji… ¡Ellos devuelven inmediatamente el balón a Tsubasa, en un conjunto de pases bien compenetrados! ¡Y desde ahí él está apuntando a la portería con su especialidad, un tiro de media distancia!

Müller había creído de primera intención que Tsubasa dispararía directamente a gol y se preparó para enfrentarlo; ya en otras ocasiones había podido detener a Tsubasa Ozhora, no había por qué temer de él. Sin embargo, el alemán se dio cuenta un poco tarde de que la intención del japonés era otra cuando su Drive Shoot hizo un efecto diferente al habitual.

- ¡Ah! ¿No es el efecto de ese tiro más significativo y rápido de lo usual?.- clamó el comentarista.- ¡Definitivamente eso no es un disparo, es un pase! ¡Es un Drive Pass a Hyuga, quien se lanzó frente a la portería para recibir el balón directamente de Tsubasa!

- ¡Esto es malo!.- exclamó Schneider, apretando los puños.

- Creí que no cualquiera podía recibir un tiro-pase sin lastimarse en el proceso.- comentó Gwen, asombrada.

- Y es cierto.- replicó Lily, con cierta altanería.- Si Hyuga puede recibir ese tiro-pase y sobrevivir es porque su efecto es diferente al del tiro tradicional. Sólo hay tres futbolistas profesionales que pueden recibir un disparo original, no modificado, como pase y continuar jugando en una pieza, y Hyuga no es uno de ellos.

- Eso es porque no ha tenido nuestro entrenamiento.- sonrió Sho, con petulancia y orgullo.

- Ni tu humildad.- replicó Nela, poniendo los ojos en blanco, aunque sonrió por lo bajo.

- ¡Esto es un contraataque imbuido de la pasión de Japón!.- bramó el locutor.- ¡Kojiro Hyuga recibe el balón y realiza su Raiju Shoot!

El balón salió disparado a toda velocidad hacia la portería de Alemania custodiada por Dieter Müller; el guardameta siguió con la mirada la trayectoria del balón, creyó adivinarla, saltó para tratar de evitar el gol…

Y en ese momento hubo un apagón en la televisora que transmitía el partido en vivo. Miles de personas en sus casas no pudieron saber si el tiro terminaría siendo desviado o si, por el contrario, acabaría convertido en el segundo gol de Japón. Cuando la señal regresó, el partido ya había acabado con un marcador que dejó satisfechos a unos y frustrados a otros.

- Bueno, pues esto se acabó.- dijo Elieth, cuando el árbitro pitó el final.- Seguramente muchos que conozco no van a estar conformes con el resultado.

- Es probable que no pero hay que admitir que al menos la segunda mitad no estuvo tan mal para Japón, mejoraron su actuación en comparación a la primera parte.-señaló Leo.- Pudo haberles ido mucho peor, la inclusión de los cuatro de la mentada "Generación Dorada" le inyectó ánimos a un equipo japonés que fue bastante mediocre en los primeros cuarenta y cinco minutos de juego.

- Totalmente de acuerdo, si yo fuera a escribir la columna de Sport Heute para este partido pondría exactamente eso.- Elieth ahogó un bostezo.- Zico no supo qué fue lo que lo golpeó en el primer tiempo, Schneider y Alemania fueron demasiado para su grupo de jugadores profesionales y, como siempre, Tsubasa Ozhora tuvo que meter su cuchara para que su equipo no acabara humillado. Es patético que Japón no pueda hacer algo decente sin él.

- ¿No crees que estás siendo un poco ruda?.- cuestionó Gwen, con una expresión apenada.

- Bueno, sí, estoy siendo injusta con Genzo, él hizo un gran trabajo manteniendo su portería imbatible.- Elieth se encogió de hombros.- No me queda duda de que sin él, Karl habría podido hacer un hat-trick.

- ¿Y qué me dices de Hyuga?.- quiso saber Sho.- También tuvo una buena actuación, ¿no crees?

- Honestamente, me parece que tanto Hyuga como Misaki entraron más como apoyo moral que para hacer algo verdaderamente relevante.- contestó la rubia.- Basta con ver cómo Tsubasa pudo sustituir a Misaki muy fácilmente con otros jugadores cuando Kaltz lo bloqueó, y con respecto a Hyuga... Bueno, tuvo un golpe de suerte, nada más, estuvo en el momento preciso en el lugar preciso.

- Muchas veces es lo único que se necesita en el fútbol.- señaló Levin.

- Cuidado con lo que dices, harás que las fanáticas de Hyuga y Misaki te odien, aun cuando tienes razón o precisamente porque la tienes.- comentó Lily, risueña, mirando hacia las tribunas.- Esos dos tienen muchas seguidoras.

- Mira, sólo digo la verdad.- Elieth no se preocupó mucho por el hecho.- No voy a hablar bien del desempeño de Japón sólo porque en la segunda mitad dieron más batalla, el equipo se vio desconcentrado y fuera de lugar la mayor parte del tiempo, y Misaki no se vio muy inteligente si cayó en la trampa de Kaltz, un jugador profesional mejor entrenado se lo habría visto venir.

- Yo estoy de acuerdo contigo, fue una jugada bastante simple y aun así Misaki cayó en ella.- acordó Sho.- Y también creo que Japón no daba una sin Tsubasa, eso está mal porque Zico no puede basar toda una estrategia en un recién convocado que no ha tenido tiempo de adaptarse al equipo.

- Bueno, por mucho que me guste criticar el desempeño de los jugadores, estoy más interesada en ir a ver cómo está Kaltz.- interrumpió Bárbara, mientras se ponía en pie.- Elieth, ¿me acompañas?

- ¿Dices que quieres ver cómo está? Si no resultó herido, hasta donde vi.- replicó la francesa, enarcando una ceja.

- ¿No estamos hablando de que se tropezó con ese jugador japonés y se cayó?.- aclaró Bárbara.- Quiero ver si no se lastimó y si lo hizo quiero darle mi apoyo.

- No inventes, ¡si precisamente lo que estamos diciendo es que fue una jugada planeada!.- terció Lily, en tono de burla.- ¡Más falsa que las caídas del brasileño Neymar!

- Me da igual si fue falsa o no, lo que quiero es un pretexto para verlo.- replicó la pelirroja, poniendo los brazos en jarras.- ¿Me acompañas o no, Eli? Seguramente tú querrás ir a ver a Schneider.

- Pues no lo sé.- la aludida fingió demencia.- ¿Para qué querría ir a verlo?

- Deja de hacerte la tonta y acompáñame.- exigió Bárbara, con un tono que no admitía réplica.- Bien sabemos que quieres verlo y yo necesito que me acompañes porque no me van a dejar a entrar a mí sola al túnel por donde pasan los jugadores.

Elieth frunció el ceño y se levantó de su asiento aunque se reservó el derecho a responder; ambas chicas no tardaron en marcharse en dirección a los vestidores de Alemania, no sin antes despedirse de los demás y acordar que se reunirían con ellos después. Una vez que se hubieron ido, Lily decidió probar suerte y acercarse al área del equipo de Japón pues tenía la esperanza de volver a ver a Genzo. Leo y Gwen se ofrecieron a acompañarla para que no fuera sola pero Lily les dijo que llamaría menos la atención si iba sin compañía, así que se apresuró a ir detrás de los aficionados que querían conseguir el autógrafo de un jugador nipón. La mayoría, japoneses que habían viajado desde el otro lado del mundo para ver a su Selección, no tenían idea del escándalo que se había creado por el beso que ella se dio con Genzo en ese mismo estadio algunos meses atrás, de manera que a nadie le llamó la atención ni hubo alguien que se girara a verla y como no era la única no japonesa entre la gente tampoco se destacó por su físico. Conforme avanzaba, la multitud iba haciéndose mayor y costaba trabajo avanzar y además de todo el suelo no ayudaba debido a que estaba resbaloso, quizás porque alguien derramó cerveza sobre él. En algún momento un joven japonés se tropezó y chocó contra Lily, quien perdió el equilibrio y estuvo a punto de irse de bruces pero para su buena suerte alguien alcanzó a tomarla del codo y la jaló hacia atrás para ayudarla a recuperar la sustentación.

- Gracias.- musitó ella, en alemán, a su desconocido salvador, preguntándose si debería repetirlo en inglés por si se trataba de algún japonés.

- No tienes de qué darlas pero podrías tener un poco más de cuidado.- respondió una voz masculina, en el mismo idioma.

Ella se sobresaltó al darse cuenta de que ya había escuchado esa voz antes aunque no acababa de ubicar en dónde; se giró para ver a quien la había socorrido y soltó una exclamación de sorpresa al descubrir que se trataba de Alder Ëkdal.

- ¿Qué? ¿Qué haces aquí?.- cuestionó Lily, perpleja. No notó que él continuaba sosteniéndola por el brazo.- ¿Me estás siguiendo otra vez?

- En realidad no.- negó Ëkdal, sin inmutarse.- Vine a ver el partido y busco el autógrafo de un jugador de Japón, por lo que es natural que nos encontremos si tú también estás buscando a un futbolista japonés aunque no sea precisamente para pedirle un autógrafo.

- ¡Oh, lo siento!.- ella se avergonzó.- Es sólo que la última vez que nos vimos pues…

- En realidad en esa ocasión yo acababa de salir del estadio para ir al autobús de mi equipo y tú estabas esperando a Wakabayashi en la misma zona.- replicó Ëkdal, con fingida indiferencia.- Tampoco estaba siguiéndote, te encontré por casualidad.

- Bien, de acuerdo, lo siento.- Lily se sintió más avergonzada aún y le molestó también notar que él no la había soltado.- Gracias por evitar mi caída, ¿podrías dejar mi brazo ya para que pueda irme y dejar de estarte acusando de algo que no haces?

- No te enojes, aunque no haya estado siguiéndote me agrada mucho encontrarte por casualidad.- dijo el joven, sonriendo.- Digo, de inicio no estaba persiguiéndote pero te vi pasar y me dije que quizás necesitarías mi ayuda para atravesar el muro humano de japoneses que se ha formado aquí.

- Créeme que me tiene sin cuidado si estás siguiéndome o no.- replicó Lily, frunciendo el ceño.- Y gracias, pero no necesito tu ayuda para llegar a donde está Wakabayashi.

- ¿Estás segura? Esto es un mar de gente, ni siquiera puedes caminar sin tropezar.- contradijo él, guiándola firmemente por entre la multitud.- No creo que sea prudente que sigamos más adelante, hay mucha gente ya y aunque Wakabayashi esté esperándote, dudo mucho que consiga verte entre tantas personas, mejor buscamos otra forma de acercarnos a los jugadores.

Lily protestó aunque se dio cuenta de que Alder tenía razón, había demasiada gente y no sería posible pasar sin sufrir cierto nivel de aplastamiento, además de que tampoco podría zafarse de él sin golpear a otra persona en el proceso, así que una vez que ambos se encontraron alejados de la gente, en una zona cercana a una de las salidas del estadio, ella hizo un movimiento brusco y se liberó de la mano de Ëkdal, algo que a él pareció no importarle.

- Bueno, gracias por evitar que me cayera.- Lily hizo el ademán de echar a andar hacia la salida.- Espero no volver a encontrarte "por casualidad" en otra ocasión.

- ¿Sabes? Estaba mintiendo cuando dije que no te seguía.- le gritó él cuando ella llevaba ya varios metros caminados.- Sí lo he estado haciendo, desde hace un tiempo.

- ¿Qué?.- Lily se detuvo y regresó unos cuantos pasos.- ¿Por qué?

- ¿Por qué te he mentido? Porque no estoy acostumbrado a que una chica me trate con tanta indiferencia.- contestó Alder.- ¿Por qué te he estado siguiendo? Creo que puedes intuirlo. Te vi en Friburgo hablando con Wakabayashi y me pregunté qué clase de tratos podía tener él con una chica como tú. Te volví a ver aquí en Múnich, en el lobby del hotel en donde se hospedó el equipo, y me di cuenta de que Wakabayashi sería un idiota si cortaba el contacto que tenía contigo aunque pensé que me convendría que él hiciera eso. Creo que sabes lo que significan mis palabras.

- No estoy muy segura de querer entenderlo.- Lily sintió mucha desazón.

- Y más vale que no se lo quieras explicar, Ëkdal.- terció Genzo, detrás de ellos.- ¿Podrías decirme por qué estás acosando a mi novia otra vez? En Augsburgo no tuve la oportunidad de intervenir a tiempo pero creo que esto se te está haciendo una mala costumbre.

Lily respingó; no se dio cuenta de en qué momento llegó Wakabayashi hasta donde se encontraban ellos ni tampoco sabía qué tanto de la conversación había escuchado él. ¿Habría entendido lo que Ëkdal había tratado de decirle? Lily esperaba que no porque mucho se temía que el noruego estaba intentando cortejarla. Sin embargo, también le había emocionado que el portero se hubiese referido a ella como "su novia" ya que en realidad ellos no habían formalizado su relación.

- Oh, Wakabayashi, no esperaba verte aquí.- Ëkdal no se inmutó.- Pensé que estarías ocupado dando autógrafos.

- Y yo pensé que tú estarías en cualquier otro lado y no aquí molestando a mi novia.- repitió Genzo, enojado.- ¿Vas a decirme por qué lo haces o prefieres dejarla en paz de una buena vez?

- Bueno, no sabía que era tu novia, Wakabayashi.- replicó Alder, serio.- Pero dado que ya lo has dicho dos veces supongo que debe ser verdad. Y no te molestes, sólo estaba evitando que tus compatriotas la aplastaran o la tiraran al suelo, yo únicamente quería conseguir el autógrafo de Tsubasa Ozhora, se vendería bien en Ebay.

Por supuesto, Genzo no le creyó. ¿Para qué necesitaría un futbolista profesional como Alder Ëkdal un autógrafo de otro futbolista profesional para venderlo en una página de ventas en línea? Wakabayashi había alcanzado a oír lo que el noruego le dijo a Lily y, sobre todo, había visto la forma en cómo él la veía, llegando a la conclusión de que tantos encuentros entre Ëkdal y Lily no eran casualidad, y al comprender la verdadera razón de estos choques le dieron ganas de golpearlo. La cuestión estaba en que ése no era el mejor lugar ni el mejor momento para hacerlo, sobre todo estando Lily ahí, Genzo podría crear un problema mayor para ella si hacía una escena que se podría clasificar como un acto de celos, tal evento le daría el golpe final a la carrera de la chica, así que hizo acopio de todo su autocontrol, que no era poco, para alejar a Lily del noruego sin llamar la atención de las demás personas que aún estaban en el estadio.

- Bien, Ëkdal, Tsubasa está cerca del túnel de jugadores, dando una conferencia, quizás aún lo alcances y consigas pedirle su autógrafo.- respondió Genzo, con una helada cortesía.

- Gracias, compañero, te veré en el entrenamiento del Hamburgo, cuando se reanude la Bundesliga.- dijo Alder a su vez, en un tono igual de cortante.

La mirada que intercambiaron los dos hombres causó una mala sensación en Lily, sintió que entre ellos se había producido un choque y que había una alta probabilidad de que ella fuera la causante de eso, aun cuando no haya sido su intención el provocarlo. Ëkdal al fin echó a andar pero no fue hasta que estuvo bastante lejos que Genzo volvió a enfocar su atención en Lily.

- ¿Te has encontrado con Ëkdal en otra ocasión, aparte de la vez en la que lo viste en Augsburgo?.- cuestionó el portero.

- No, y la verdad no esperaba encontrármelo aquí.- negó Lily.- Ha sido una casualidad.

- Yo no creo mucho en las casualidades, doctora.- replicó Genzo mientras un par de personas del cuerpo técnico de Japón pasaban junto a ellos y lo saludaban a él.- Y mucho menos tratándose de alguien como Ëkdal. Le gustan las muchachas latinas, ¿lo sabías? Lo ha comentado en varias ocasiones.

- ¿Y eso a qué viene, exactamente?.- cuestionó ella.- No estarás insinuando que le gusto, ¿cierto?

Genzo hizo una mueca de disgusto por respuesta. Lily se ruborizó rápidamente al darse cuenta de cuál podría ser el motivo de su enojo y no pudo evitar preguntarse si él no le había dicho a Ëkdal que ella era su novia con el afán de evitar que siguiera acercándosele. Lily sabía que no se animaría a hacer tal pregunta y que estaba pisando terreno peligroso, por lo que se apresuró a cambiar de tema a algo más seguro.

- Vamos, Wakabayashi, que no es propio de ti actuar así.- se apresuró Lily a añadir.- Alder Ëkdal no tiene importancia, es un tipo molesto pero mientras más caso le hagamos peor será, lo mejor que podemos hacer es ignorarlo. ¡Lo importante es que tuviste un debut increíble! ¡No sabes lo emocionada y orgullosa que me sentí por verte jugar de una manera tan increíble! ¡Eres un portero genial, Genzo!

- Doctora, me he dado cuenta de que eres especialista en dos cosas.- respondió el japonés, tras esbozar una media sonrisa.- Cambiar el tema y ser rebelde, y creo que ambas pueden llegar a meterte en serios problemas algún día.

Mientras lo decía, él jaló la camiseta de Lily, idéntica a la suya, con el dedo índice y pulgar de la mano derecha. La chica rió y lo dejó hacer aunque por algún motivo se sintió avergonzada.

- Ya sabes que no me gusta que me digan lo que tengo qué hacer.- replicó Lily.

- Me arriesgaré entonces.- Genzo le pasó un brazo por los hombros.- Porque voy a decirte que sería muy conveniente que nos vayamos a un sitio más privado.

- Bueno, podría hacer una excepción por esta vez.- ella se recargó contra su pecho.- Supongo que no podrás quedarte mucho tiempo.

- No tanto como quisiera.- negó él en tanto empezaban a caminar.- Debo volver con mi Selección ahora y mañana viajaré a Frankfurt para despedir a Tsubasa y los otros, pero tendré unos días libres después de esto y me gustaría aprovecharlos para salir contigo.

- ¿De verdad?.- Lily se detuvo y se giró para verlo.

- Sí. No estoy muy seguro de qué se supone que se debe hacer en una cita, que es lo que te estoy pidiendo, pero puedo ir averiguándolo.- respondió Genzo, rascándose el puente de la nariz un tanto avergonzado.- Así que, si no estás muy ocupada quisiera salir contigo, puedo ir a Múnich durante esos días para que no tengas problemas para desplazarte.

- No te preocupes si no sabes qué hacer, ya lo iremos viendo sobre la marcha.- Lily sonrió de oreja a oreja, no quedaba duda de que la noticia la ponía muy feliz.- ¡Pellízcame, debo estar soñando! No todos los días tu amor platónico te invita a una cita.

- Lo haces ver como si fuera algo muy especial.- él se abochornó aún más.- Y pensé que ya había dejado de ser platónico desde hace mucho, Yuri, creí que ya te había dejado en claro que me gustas.

- Sí, lo has hecho pero aunque ya sea algo más real, siempre tendrás algo de platónico para mí.- ella sonrió con cierta ternura.- Siempre seré tu fangirl.

- Nunca acabarás de sorprenderme.- Genzo le jaló un mechón de cabello castaño y sonrió también.- Cambiando el tema, he estado pensando en si debería presentarte a Tsubasa; él es alguien importante en mi vida y me gustaría que lo conocieras.

- ¿Es ésta tu versión de "voy a presentarte a mis padres"?.- Lily soltó una risa de nervios.- ¡Wow! No sabía que ya estábamos en ese punto de la relación.

Wakabayashi soltó una carcajada y volvió a jalarle cariñosamente el cabello. Lily suspiró de alivio al darse cuenta de que él había olvidado el episodio con Ëkdal aun cuando ella misma se sentía irritada por dicha situación. Ëkdal no le agradaba del todo y a Lily no le gustaba tampoco que empezara a hacérsele costumbre al noruego el dejarse ver en los lugares públicos a donde iba ella a reunirse con Wakabayashi. Mientras él la conducía hacia el área de vestidores de Japón, la muchacha se preguntó si en algún momento su no-platónica relación con Genzo Wakabayashi dejaría de tener tantos escollos en el camino.

Mientras tanto, Elieth esperaba a las afueras de los vestidores de la Selección de Alemania; una parte de ella quería irse y la otra, más fuerte, ansiaba con toda su alma quedarse, por eso era que no se movía de ahí aun cuando comenzaba a sentirse idiota. No muy lejos de ella, Bárbara se encontraba hablando con Katlz, quien ya se había duchado e incluso olía a colonia, un gesto hecho evidentemente para agradarle a la muchacha pelirroja y parecía estarle dando resultados, a juzgar por las risitas tontas que soltaba Bárbara a cada rato. Elieth pensó que no podía haber pareja más extraña que la de esos dos pero sin duda que la química actuaba de maneras extrañas, ella no había visto a Bárbara tan feliz con ninguno de sus anteriores novios.

Unos quince minutos antes, las dos chicas habían llegado a las puertas de los vestidores de Alemania; dado que Elieth no iba de reportera ese día, ellas no pudieron llegar más allá de esa puerta por no contar con el permiso especial necesario pero no tuvieron que esperar mucho para que alguien las ayudara. Thomas Braun, el reportero de Sport Heute que había ido a cubrir el evento, reconoció a Elieth y prometió ayudarla para entrar a los vestidores pero ella sólo pidió que consiguiera permiso para Bárbara. Sin embargo, Kaltz salió antes de que Thomas pudiera hacer algo y decidió quedarse afuera platicando con Bárbara, quizás porque sabía que una mujer hermosa como ella llamaría demasiado la atención en un lugar lleno de hombres y no quiso arriesgarse. Elieth ya había decidido irse en el momento en el que Kaltz y Bárbara comenzaron a ignorarla pero entonces reapareció Thomas llevando un mensaje del Káiser.

- Quiere que por favor lo esperes, que va a salir a hablar contigo.- fue lo que anunció Thomas.- Pero que quiere tomar un baño primero, que por eso desea que lo esperes.

- ¿Qué? ¿De qué quiere hablar conmigo?.- cuestionó Elieth, sorprendida.

- Yo que sé.- Thomas se encogió de hombros.- Sólo paso el recado y si lo hice fue porque el mismo Káiser en persona me lo pidió.

- ¿Y cómo es que él supo que yo estoy aquí afuera?.- insistió Elieth, mosqueada.

- Porque me preguntó por ti y le dije que aquí estás.- Thomas echó a andar por el corredor que llevaba a la salida, dando a entender que no iba a prolongar más el tema.- Suerte, nos veremos cuando reinicie la Bundesliga.

Así pues, ahí estaba Elieth aguardando aunque empezaba a impacientarse por la espera; Bárbara y Kaltz volvieron a dejarla sola, como era su costumbre, y la mayoría de los reporteros de otros medios, personal del cuerpo técnico y otros colados habían desaparecido ya, de manera que en esos momentos se encontraba casi sola. La joven había decidido marcharse cuando escuchó pasos detrás de ella y al girarse se topó con Rudy Frank. El hombre también se sorprendió al verla y se produjo un momento incómodo entre ambos pues ninguno supo cómo reaccionar. Elieth actuó primero y saludó muy cortésmente al entrenador del Bayern Múnich, quien respondió a la cortesía con menos frialdad de la que ella esperaba.

- Hacía mucho que no tenía el placer de saludarte.- manifestó el entrenador.- Aunque he quedado muy satisfecho con tus artículos sobre el equipo, por cierto.

- Me da gusto saberlo.- por supuesto que Elieth ya lo sabía, ninguno de sus reportajes sobre el Bayern se publicaban sin que el mánager le hubiese echado un vistazo primero.- Temí que no le agradara que sea tan directa.

- Todo lo contrario, realmente.- Rudy Frank esbozó una sonrisa que era casi idéntica a la de su hijo.- No me agrada la gente que no es sincera, señorita Shanks.

- ¿A alguien sí?.- replicó ella, sonriendo también.

- Supongo que no.- el hombre se cruzó de brazos y se recargó contra la pared.- Y hablando de sinceridad, ¿estás esperando a mi hijo?

Elieth se atragantó y sintió que los colores se le subieron a la cara. ¿Qué se supone que debía contestar? Era cierto que estaba ahí por Karl pero fue porque éste se lo pidió, aunque estrictamente hablando ella se había aparecido ahí sin ser invitada y Schneider sólo tomó la oportunidad al vuelo. Rudy Frank continuaba esperando a que la muchacha respondiera así que ella se arriesgó a decirle la verdad ya que él justo le acababa de decir que no le agradaba la gente no sincera.

- Pues sí.- contestó Elieth, incómoda.- Me pidió que lo esperara aquí, ojalá que no se tarde.

- Ya veo.- Rudy Frank pareció meditar la respuesta.- Voy a confesarte algo que tal vez no deba pero no recuerdo haber visto a Karl-Heinz tan feliz antes. Con una chica, me refiero.

- Perdón, creo que no le entiendo.- Elieth se sorprendió.- ¿A qué se refiere?

- Pues a lo que sea que tomen como una relación los jóvenes de hoy en día.- el entrenador se encogió de hombros.- Ya sabes, eh, en mis épocas se le llamaba cortejar y tener un noviazgo pero ahora ya no sé cómo se le diga a eso. Como sea, lo que quise decir es que no recuerdo haberlo visto tan feliz con alguna otra de sus novias, lo que me hace pensar que sí está enamorado de ti.

Si Rudy Frank hubiera dicho que pensaba cambiarse de sexo, Elieth no se hubiera abochornado más. ¿Por qué de buenas a primeras el hombre le soltaba ese comentario? ¿Qué acaso no sabía que la "relación" entre ella y Karl era a lo mucho de amistad? Por supuesto, escuchar así de golpe que Rudy Frank creía que su hijo estaba enamorado de ella dejó sin palabras a Elieth, no se podía esperar otra cosa.

- Me agrada que lo apoyes.- continuó el hombre, sin titubear.- Me recuerda a cuando la madre de Karl-Heinz lo hacía, iba vestida a mis partidos con una copia de mi camiseta. Me hacía sentir el mejor jugador del mundo, supongo que Karl-Heinz debe tener la misma sensación…

Elieth deseó que se la tragara la Tierra. Rudy Frank estaba dando por hecho que ella era la novia de Karl y no podía estar más alejado de la realidad. ¿Quién le había ido a contar semejante cuento? ¿De dónde habría obtenido esa idea? La joven trataba de sacar al hombre de su error pero éste parecía no darse cuenta de lo que estaba sucediendo.

- Papá, ¿qué rayos estás haciendo?.- en ese momento salió Karl del vestidor y se plantó frente a su padre, haciendo que a Elieth le temblaran las piernas por la vergüenza.- ¿Qué es lo que estás diciéndole a la señorita Shanks?

- Oh, bueno, yo sólo trataba de demostrarle mi apoyo.- Rudy Frank se rascó la cabeza, confundido.- Tu madre me dijo que debía ser más amable con tus novias y pues eso estoy intentando hacer.

- ¿Novias?.- Elieth enarcó una ceja, un poco enojada al notar el plural.

- Papá, creo que sólo estás empeorando las cosas.- Karl estaba más avergonzado que ella, si era posible.- Ya te he dicho que Elieth y yo somos buenos amigos; además, sabes bien que no tengo novia, ni una ni muchas.

- Ni amigos somos.- la joven se cruzó de brazos, molesta.- Sólo nos unen las cuestiones laborales.

- Tu mamá se ponía igual de celosa.- Rudy Frank soltó una risita.- ¡Es inevitable cuando eres un futbolista profesional, pero ella pronto entenderá que es la única en el corazón de un Schneider!

- ¡Papá, basta ya!.- gritó Karl, más abochornado.- ¡Que no es mi novia, no tendría por qué estar celosa!

- Lo mismo iba a decir yo.- terció Elieth, ofuscada.

- Está bien, como ustedes quieran.- Rudy Frank volvió a encogerse de hombros.- No entiendo a la juventud de hoy, por un lado tenemos a una chica que desafía a sus propios jefes para apoyar públicamente a su novio, quien juega en un equipo rival, y por el otro tenemos a dos jóvenes enamorados que se comportan como mulas con tal de no aceptar sus sentimientos. ¡Así es la vida de hoy!

- Tendré que hablar muy seriamente con mamá sobre esto.- protestó Karl, frotándose la frente.- Deja ya de ridiculizarme, papá, por favor, y mejor dime a qué has venido.

- No importa, realmente.- el entrenador Schneider estaba al borde de una carcajada.- Sólo venía a felicitarte por tu excelente desempeño aunque eso puede esperar a que vayas a comer a la casa. Por cierto, dice tu madre que cuando lo desees puedes invitar a tu novia a cenar. Para que lo tome en consideración, señorita Shanks.

- Papá, si no te vas juro que voy por el extinguidor y te lo vacío encima.- Karl estaba tan colorado como Elieth y no hallaba la forma de evitar que su padre siguiera hablando.

- Ya, ya me voy.- replicó Rudy Frank, regresando por donde llegó.- Y por cierto, una última cosa: Si van a fingir que no son pareja, sean menos obvios y no le pidas a la señorita Shanks que use una camiseta tuya.

El hombre se marchó a buen paso por el corredor, dejando a su hijo y a la rubia con ganas de que se los tragara la tierra. Ninguno de los dos miraba al otro a la cara y Schneider pensó que le tocaba a él romper el hielo.

- No hagas caso de lo que dice mi padre, sólo está bromeando.- dijo Karl, sin verla a los ojos.- Sí sabe que nosotros no somos pareja, no sé por qué insistió con ese tema.

- Supongo que porque sí es raro que lleve una camiseta tuya pero te diré que me obligaron a ponérmela.- se apresuró a explicar Elieth.- Lily y Bárbara fueron quienes la compraron y me dijeron que yo debía usarla, no sé por qué.

- Está bien, no tienes por qué darme explicaciones.- Schneider se sintió más relajado.- Pero aun así, gracias por usarla. Es bueno saber que no me odias al grado de no poder ni tocarla.

- Eres un exagerado, yo jamás te he odiado ni lo haría a ese extremo, en todo caso.- replicó Elieth, de inmediato.- Y no tengo ningún reparo en apoyarte, siempre y cuando no juegues contra Francia.

- Como si los franceses pudieran con nosotros.- replicó Karl, en tono de broma.- Podría hacer un chiste sobre Alsacia y Lorena pero creo que estaría muy fuera de lugar.

- Sin duda alguna no te conviene hablar de política con la hija del embajador francés.- Elieth fingió sentirse indignada.

Ambos se miraron unos momentos a los ojos, tras los cuales se echaron a reír alegremente. Ella de pronto recordó que él le había pedido que la esperara y quiso saber por qué. Schneider lució un tanto abochornado por la pregunta aunque era obvio que en algún momento Elieth querría saber la respuesta.

- Me ha sorprendido que no hayas sido tú quien se encargó del artículo de este partido.- Karl prefirió darle vueltas al asunto.- Pensé que te vería en los vestidores y me ha sorprendido que no sea así.

- Eso es porque en Sport Heute me dedico solamente a cubrir la Bundesliga.- explicó Elieth.- Y Thomas se encarga de los eventos de la Selección de Alemania.

- Eso vi.- asintió Schneider, aun fingiendo demencia.

- ¿Vas a decirme entonces para qué querías que te esperara?.- insistió Elieth.

- La verdad es que creo que sólo quería verte.- Karl suspiró, dándose por vencido.- No me ha sabido bien el resultado del partido y pensé que hablar contigo me animaría. Eres buena para detectar los errores de los jugadores y pensé que me dirías en qué estuve mal, por qué fue que conseguimos este marcador cuando habíamos empezado tan bien.

- ¡Oh!.- Elieth volvió a ruborizarse, no sabía si por el cumplido a su trabajo o porque él había confesado que deseaba verla.- No hiciste algo mal, Karl, todo lo contrario, demostraste que vas a llegar a ser un gran capitán cuando Bollack se retire. Si acaso tu equipo se desarticuló un poco con la llegada de Tsubasa Ozhora pero la verdad es que todas las jugadas de Japón fueron más cosa de suerte que de una buena planeación. A veces el fútbol también se trata de suerte más que de técnica.

- Sí, eso es verdad.- él volvió a suspirar.- Lo vi de la misma manera pero no quería mostrarme tan engreído, sobre todo porque Wakabayashi hizo un gran trabajo, como siempre.

- En realidad no creo que necesitaras de mí para convencerte de eso.- ella esbozó una sonrisa ligera, tras lo cual decidió seguir sus impulsos.- Pero gracias por darme tanto crédito. ¿Quieres ir a comer algo?

- ¿Estás invitándome a cenar?.- Karl enarcó ambas cejas por la sorpresa.

- Eh, pues creo que sí.- Elieth no tenía idea de dónde había agarrado el valor para hacer algo así.- No tienes algo en contra de que una mujer invite, ¿cierto?

- Por supuesto que no.- Schneider sonrió con cierta ternura.- Dame unos quince minutos para poder deshacerme del entrenador e iremos a donde quieras.

- De acuerdo.- Elieth se recargó contra la pared, preguntándose a dónde llevaría al Káiser de Alemania a comer.- De todas maneras no tengo nada mejor qué hacer.

Karl rió brevemente antes de regresar a los vestidores. Elieth volvió a ser consciente de que aún llevaba puesta la camiseta con el apellido Schneider y el número 11 en la espalda pero en esos momentos se dio cuenta de que eso ya no la incomodaba.

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En cuanto terminó el partido, Stefan Levin se perdió de la vista de Sho y Nela pues estaba cansado de hacer mal tercio, además de que no quería que Sho continuara cuestionándolo sobre si seguía sintiéndose incómodo por haberse topado con Débora en el estadio. Sin embargo, para su mala fortuna (porque sin duda que era una gran casualidad), el joven vio a Débora a la salida del estadio, ella parecía estar esperando algo o a alguien pues no dejaba de mirar con insistencia hacia un punto en específico pero al encontrarse de espaldas no se dio cuenta de que Levin la observaba. Después de pensarlo un breve, brevísimo momento, el sueco decidió acercarse a Débora para intercambiar algunas palabras con ella pero no había dado ni el primer paso cuando tuvo que frenarse en seco pues Jean Lacoste apareció de la nada y se plantó frente a la muchacha. Al hacerlo, Jean quedó frente a Stefan y aquél se dio cuenta de que éste los miraba, así que sin contemplaciones tomó el rostro de Deb entre sus manos y se agachó para darle un beso en la comisura de la boca; Jean sabía, sin embargo, que por el ángulo en el que Levin se encontraba era probable que éste creyera que la había besado directamente en la boca y no erró, el sueco puso mala cara y se dio la vuelta, alejándose en dirección contraria lo más rápido que pudo. Jean esbozó un gesto de triunfo.

- ¿Por qué sonríes?.- le preguntó Débora, extrañada.- ¿Y a qué vino ese beso?

- Por nada, ma chérie.- respondió Jean.- Y el beso fue para tratar de hacerte sentir mejor. ¿Nos vamos?

Débora ni por enterada se dio que acababa de participar en una escena romántica que habría de causar celos al hombre que tanto la había atormentado en las últimas semanas.

Notas:

- El capitán Bollack hace referencia a Michael Ballack, quien fuese capitán de Alemania en el mundial del 2006 y uno de los mejores futbolistas alemanes de las últimas décadas (éste no es añadido mío, al igual que Oliver Han es un personaje que sí aparece en el manga).

- Por alguna razón que no comprendo, Takahashi gusta de poner a Rudy Frank Schneider como entrenador de cualquier equipo en el que juegue su hijo: el Hamburgo, el Bayern, la selección Sub-19, la Olímpica y demás equipos de los que no me acuerdo, lo va rotando según vaya apareciendo Karl en la trama pero como eso a mí me parece bastante flojo (tanto en argumento como en flojera en sí por no querer crear más personajes), en esta historia Rudy Frank es y será únicamente entrenador del Bayern Múnich.

- Nomás como dato curioso, en un partido amistoso se pueden hacer hasta seis cambios de jugador, a diferencia de un oficial en donde sólo están permitidos tres.

- Los territorios de Alsacia y Lorena han sido disputados por Francia y Alemania desde hace cientos de años y han sido punto de conflicto entre ambas naciones a lo largo de la Historia; dichas regiones actualmente pertenecen a Francia.