Capítulo 25.
Primero Frankfurt; después Múnich.
El partido amistoso entre las selecciones de Alemania y Japón, disputado en el Allianz Arena de Múnich, finalizó con un empate a dos goles para ambas escuadras. En los últimos minutos del partido, Kojiro Hyuga logró conectar un pase enviado por Tsubasa Ozhora para meter el segundo tanto del equipo nipón, derrotando al Gigante de Acero Müller, quien entró en sustitución de Oliver Han. Hyuga estaba feliz por haber anotado su primer gol con la Mayor en su partido debut aunque no se sentía muy complacido con los comentarios que los periódicos alemanes emitieron con respecto al encuentro en general.
Según los expertos en la materia, el desempeño de Japón había sido más bien mediocre durante la mayor parte del juego, siendo los cuatro miembros de la Generación Dorada los que habían salvado al equipo de una vergonzosa derrota. Se afirmaba que Zico había recurrido a ellos como quien recurre a los botes salvavidas cuando se da cuenta de que su barco va a hundirse, y si bien muchos alababan la maniobra de sustituir a titulares para meter a los recién convocados, la mayoría afirmaba que un equipo decente no podía agarrar como tabla de salvación a un grupo de jóvenes que no conocían al resto del equipo y que, por tanto, no estaba compenetrado con éste. Por supuesto que se reconocía la facilidad con la que Ozhora había podido combinarse con sus compañeros cuando Misaki quedó fuera de la jugada; esto y las atajadas de Wakabayashi fueron señaladas como lo mejor que pudo ofrecer Japón pero sin duda la actuación de Misaki fue duramente criticada por haber venido a menos hacia el final del encuentro. En resumen, los reporteros aseguraron que Japón debía estar agradecido con sus cuatro estrellas por haber evitado la derrota, pero quedaba muy claro que aún les faltaba mucho camino por recorrer si pretendían quedar dentro de los ocho mejores en el siguiente Mundial.
- Lo que sucede es que Alemania no puede aceptar que jugamos al tú por tú.- replicó algún aficionado japonés mientras arrojaba el periódico a la basura.
Genzo acudió a despedir a sus compañeros al aeropuerto de Frankfurt, tal y como se lo había dicho a Lily. Si le hubiesen dicho unos cuantos años atrás que en algún momento estaría en un aeropuerto despidiendo a Kojiro Hyuga, sin duda se hubiera reído pero ésa era una situación especial. No todos los días debutabas con la Selección Mayor y ya que tanto Hyuga como él y sus otros dos acompañantes lo habían hecho juntos, en cierto modo se había creado entre ellos un lazo diferente al que tenía con los demás. Wakabayashi recordó que en algún momento tanto Kaltz como Schneider le habían sugerido que se nacionalizara alemán para que los tres continuaran siendo un equipo invencible, como lo fueron en el Hamburgo, pero él se negó por la promesa que le había hecho a Tsubasa de jugar para Japón. Genzo no se arrepentía de haberse negado, haber jugado bajo el arco de Japón había sido una experiencia única pero si se hubiese tratado de compañerismo, sin duda Wakabayashi habría elegido jugar al lado de sus amigos alemanes.
El tablero de anuncios dio el aviso de que los vuelos de sus compañeros partirían en el horario previsto; Tsubasa, Misaki y Hyuga debían pasar a la sala de abordaje, era el momento de despedirse.
- Fue divertido este partido con la Nacional.- comentó Tsubasa.
- Lo fue.- asintió Genzo.
- Estoy de acuerdo.- dijo Misaki.
- No estuvo nada mal.- remató Hyuga.
Los cuatro se miraron con la seguridad de que ése sería el primero de los muchos triunfos que cosecharían para Japón pues ellos se encargarían de llevarlo a la victoria.
- Ha sido un honor jugar en la Selección Nacional.- continuó Tsubasa.- Por supuesto que esperamos estar ahí para la Copa del Mundo pero…
- Antes de eso, hay otras cosas que debemos hacer.- completó Genzo.- Nos veremos pronto, muchachos.
- Regresaré a Japón a seguirme preparando.- señaló Misaki.
- Yo, a España.- anunció Tsubasa.
- Y yo a Italia.- finalizó Hyuga.
"Nos reuniremos de nuevo para terminar la última cosa que nosotros, la Generación Dorada, debemos hacer, que es conseguir la medalla de oro en los próximos Juegos Olímpicos…".
- Bien, regresaré a casa.- dijo Genzo en voz alta, más para sí mismo que para alguien más.
Le debían unos de días de descanso antes de que se reincorporara al Hamburgo, los cuales aprovecharía lo mejor que pudiera. Ya había cumplido su labor con la Selección de Japón, ahora podía relajarse y enfocarse en otra cuestión que también le interesaba muchísimo: su relación con Lily Del Valle.
Mientras emprendía el regreso, Genzo volvió a pensar en Alder Ëkdal y su insistente interés en Lily. Ciertamente, él no se había acercado demasiado a Lily, aún no, ella aseguraba que sólo se habían visto en dos ocasiones y dichos encuentros habían durado pocos minutos, de manera que en teoría no habría motivos para preocuparse, eso no bastaba para que Ëkdal hiciera patentes sus intenciones con ella. En teoría. Sin embargo, Wakabayashi había alcanzado a escuchar lo que el noruego le había dicho a la doctora, que ya la había visto antes aunque no había intentado hacer contacto con ella. ¿Por qué? Quizás porque Ëkdal quería valorar qué tan fuerte era la relación entre Genzo y Lily aunque, ¿le serviría esto de algo? No, a menos que hubiese detectado ya un posible punto de quiebre entre ellos, algo que le permitiera usarlo como arma para separarlos. Que el noruego estaba interesado en Lily le quedaba clarísimo a Genzo, sin importar si las anteriores hipótesis eran disparatadas o no.
- Nunca me caíste del todo bien, Ëkdal, pero me estás dando motivos para comenzar a detestarte.- comentó Genzo, en voz alta, mientras se dirigía a las taquillas para cambiar su boleto.
Había sido su idea el irse a Hamburgo para cambiar de ropa, arreglar algunos asuntos y después tomar un vuelo a Múnich para pasar sus días libres con Lily pero, tras pensarlo concienzudamente, mudó de parecer y decidió viajar directamente hasta Múnich en tren, allá compraría ropa nueva y lo que le hiciera falta; sus asuntos, dentro de los cuales se encontraba el partirle la cara a Ëkdal, podrían esperar a que regresara. Una vez que hubo tomado el tren que lo llevaría directamente al corazón de la Baviera, Genzo le envió un mensaje a Lily avisando que estaría ahí en poco menos de cuatro horas. En vez de responder por la misma vía, la chica decidió llamarlo directamente.
- Dime que no estás jugando.- pidió Lily, cuando él contestó.- ¿En verdad vienes hacia acá?
- Te lo prometí, ¿no es así?.- respondió Genzo.- Vamos a pasar juntos los próximos dos días, si tú así lo deseas.
- ¡Por supuesto que sí, ya lo habíamos acordado!.- exclamó Lily, feliz.- ¡Te estaré esperando! Menos mal que me avisas ahora, tengo tiempo de sobra para arreglar algunos pendientes.
Ella y Genzo acordaron verse en el departamento que la chica compartía con Elieth, llamarían menos la atención y sería más seguro. Sin embargo, él aseguró que rentaría una habitación de hotel para no levantar suspicacias ni sospechas. No había nada de malo en que dos jóvenes enamorados pasaran la noche juntos pero lo cierto era que ellos no habían tocado ese tema y Wakabayashi no quería arriesgarse a darle a Lily otro motivo para ser el foco de las cámaras, así que ambos acordaron que serían discretos. Una vez afinados los detalles, Lily se apresuró para arreglar los asuntos que tenía pendientes y que debía resolver antes de que Genzo llegara. Cuatro horas se le hacían eternas y al mismo tiempo le parecía que no serían suficientes para tenerlo todo preparado.
Quizás lo más urgente era solucionar sus pendientes con el Bayern; el entrenador Rudy Frank quería hablar con ella de un tema que no quiso aclarar pero Lily estaba segura de que él no tendría inconveniente en mover la charla para cuando se reiniciara la Bundesliga. De cualquier manera, todos aprovecharían esos días de descanso para hacer otras cosas y no habría futbolistas ni porristas por cuidar en la Säbener Straße, así que sus pendientes podían esperar a su regreso. Además, no había planes concretos para desarrollar nuevas técnicas especiales, el equipo iba bien encarrilado en la Bundesliga y en la DFB-Pokal y bastarían sus tácticas tradicionales para seguir cosechando triunfos. De esta manera, Lily no tuvo muchos problemas para obtener autorización del Dr. Stein y del entrenador Schneider para presentarse hasta que se reiniciaran los entrenamientos, así que la chica se alegró de poder contar con dos días completos para dedicárselos enteramente a Genzo. Realmente ésa sería la primera cita real que tendrían después de que él se le confesara (los demás sólo podían clasificarse como encuentros ocasionales), y Lily estaba muy nerviosa, tal como aquella ocasión en Augsburgo, pero Elieth le recordó que lo que a Genzo le gustaba de ella era su sincera forma de ser.
- No te presiones demasiado, que a Genzo le gustas y mucho.- aseguró Elieth, feliz por el hecho de que dos de sus mejores amigos iban a tener una cita de verdad.- Sé que es extraordinariamente cliché y que te lo he dicho ya en otras ocasiones pero basta con que seas tú misma, Lapinette.
- Ojalá fuera tan fácil.- suspiró Lily mientras armaba los conjuntos de ropa que usaría en esos días.- Me pongo más nerviosa ahora que cuando no sabía si le gustaba.
- Lo cual te convierte en una tonta.- se burló Eli, mirándola desde la cama de la doctora.- Vamos, que tampoco tienes qué quebrarte la cabeza por lo que vas a usar, conozco a mi amigo y su gusto en ropa es fatal, te apuesto lo que quieras a que no se va a vestir muy elegantemente.
- Si no me vas a ayudar, no me estés molestando.- Lily, riendo, le aventó su peluche del dinosaurio Hermann.
Faltaba aún media hora para que Genzo llegara a la Estación Central de Múnich y Lily ya tenía todo organizado, así que para matar el tiempo se puso a recordar la noche del partido, más específicamente cuando Wakabayashi le presentó a sus amigos más íntimos, los pocos que seguía conservando en Japón. A diferencia de él, Ëkdal no le preocupaba mucho por lo que no se distraía pensando en cuáles eran los planes del noruego, más bien la mente de Lily divagaba con los comentarios que habían emitido los amigos de la infancia de Genzo cuando éste la presentó como su pareja.
Al primero al que Lily conoció, por supuesto, fue a Tsubasa Ozhora; ella había oído hablar mucho de él pero no había tenido interés especial en conocerlo, no antes de estar con Genzo al menos. Fue hasta que éste comenzó a hablar de lo excelente jugador que era Tsubasa cuando ella tuvo deseos de saber más sobre el prodigio del sóccer japonés. Sin embargo, esa ocasión no era la más propicia para hablar de las metas de Tsubasa debido a que disponían de poco tiempo, así que la conversación más bien giró en torno a ella. Tsubasa había sido muy amable y atento con Lily aunque la mayoría de las palabras que intercambió con ella estuvieron enfocadas en tratar de averiguar qué opinaba acerca de las habilidades de Genzo como portero. Lily echó mano de su repertorio como fan para explicarle al chico Ozhora por qué creía que Wakabayashi era el mejor portero y el que tenía más futuro. Seguramente que Genzo ya le había hablado de ella a Tsubasa, o por lo menos le había dicho que se dedicaba a la medicina deportiva, porque el japonés también quiso saber si planeaba quedarse trabajando en el cuerpo médico del Bayern Múnich cuando concluyera su especialidad o si pensaba cambiarse a otro equipo.
- He querido llevármela al Hamburgo desde hace mucho pero no depende de mí, por desgracia.- fue Genzo el que contestó la pregunta.
- Seguramente que también en el Barcelona aceptarían a un médico con tanto talento.- añadió Tsubasa, gentilmente.
- Ambas ofertas son tentadoras pero es probable que continúe en el Bayern Múnich.- replicó Lily, con una sonrisa de disculpa. La doctora estaba segura de que Tsubasa nunca consideró la opción de hablarle de ella al jefe de médicos del Barcelona pero le agradecía que tratara de granjearse su simpatía.- Es el equipo que me dio la oportunidad, después de todo.
- Créeme, tanto Wakabayashi como yo te entendemos muy bien.- Tsubasa esbozó una sonrisa auténtica.
A pesar de que el asunto salió bastante mejor de lo que Lily creía, ella se sintió aliviada cuando concluyó la breve reunión. Al salir de los vestidores, Genzo y Lily se toparon con cuatro muchachos que habían ido con él a la primaria Shutetsu en Japón, y de los cuales fue su capitán durante algunos años. Wakabayashi estaba sorprendido de verlos ahí y uno de ellos explicó que no podían perderse el gran debut de "su capitán"; Lily había creído de inicio que se estaban refiriendo a Tsubasa pero no tardó en darse cuenta de que hablaban de Genzo (era curioso que ellos lo siguieran considerando como tal a pesar de que llevaban más tiempo siendo capitaneados por Tsubasa que por Wakabayashi), lo que la llevó a darse cuenta del enorme respeto que ellos le tenían al portero, incluso al grado de agregar el sufijo "san" a su apellido cuando se dirigían a él. Según Lily entendía, esto indicaba mucho más respeto que el sufijo "kun", más íntimo y personal, que utilizaba Tsubasa. Mamoru Izawa, Teppei Kisugi, Hajime Taki y Singo Takasugi eran los cuatro amigos de la infancia que Genzo seguía conservando a pesar de los años y que se sintieron muy sorprendidos cuando se enteraron de que su otrora capitán tenía una novia.
- Supongo que el capitán ha tenido otras parejas pero no habíamos tenido el placer de conocerlas.- comentó Izawa, cándidamente.
- Izawa, creo que has estado pasando demasiado tiempo con Ishizaki, se te empieza a pegar lo idiota.- Genzo le dio un golpe en las costillas a su amigo por la mención de sus anteriores novias.
- ¡Oh! No quise mencionar las otras novias del capitán… Ni siquiera sé si ha tenido otras novias, lo que quise decir es que eres la primera que conocemos, de manera que debes ser muy especial para él.- trató de corregir Izawa, con el rostro enrojecido por la vergüenza.
- Está bien, no te preocupes.- Lily se echó a reír.- No es como si él fuese mi primer novio, de cualquier manera.
- Eso me gustó todavía menos.- Genzo frunció el ceño y los demás se echaron a reír.
Una vez que pasó la impresión de las presentaciones, Wakabayashi les preguntó a sus amigos si de verdad habían viajado a Alemania para verlo jugar con la Mayor o si había otro motivo más. El ex cuarteto del Shutetsu confirmó que ése era el principal motivo ya que todos soñaban con el día en el que ellos fuesen llamados también.
- Ishizaki se moría de la envidia porque no pudo venir.- dijo Kisugi, maliciosamente.- Claro, ya estaba verde de la envidia desde antes porque ustedes fueron convocados y él no, ya sabes cómo es.
- Y no sé cómo espera ser llamado si sigue siendo tan torpe como siempre lo ha sido.- añadió Taki.- Por cierto que se va a ir de espaldas cuando sepa que tienes novia, capitán, y una muy bonita, además.
Lily notaba que Genzo se comportaba diferente de acuerdo a la persona que estuviera con él: con Kaltz su actitud era de camaradería pura y fresca; con Schneider, había una relación de intensa rivalidad y profundo respeto a partes iguales; en el caso de Tsubasa, lo que parecía predominar era la promesa de cumplir juntos una meta mientras que con los ex Shutetsu lo que más destacaba era la nostalgia de las viejas épocas. Ella no había visto a Genzo actuar tan bromista como en esa ocasión en la que se encontraba con amigos de antaño y le dio gusto el haber podido presenciar esa faceta de su personalidad.
El sonido de un mensaje entrando en su celular la sacó de su ensimismamiento; se trataba de Genzo quien le avisaba que ya estaba en la Estación Central de Múnich y que en poco tiempo estaría en su departamento. Lily revisó su imagen en el espejo y se dio cuenta de que sonreía de oreja a oreja. Sin duda que ellos seguían rompiendo la regla de no verse que les habían impuesto a ambos, como ya se les estaba haciendo costumbre, pero bien valía la pena arriesgarse a ser descubiertos, sobre todo porque ninguno de los dos era muy sutil.
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Bárbara se encontraba revisando sus redes sociales cuando comenzó a recibir solicitudes de conversación de personas que no conocía. Esto, desgraciadamente, era bastante común con ella ya que era habitual que algún hombre al que le había gustado averiguara su correo y/o número de teléfono y comenzara a enviarle mensajes para invitarla a salir o para "entablar una amistad". Bárbara por lo regular eliminaba los mensajes sin leerlos ya que no confiaba en un hombre que usaba el acoso para acercarse a ella, así que en cierto modo no le sorprendió encontrar en su bandeja de entrada varias conversaciones de chat; estaba a punto de eliminarlas sin leerlas cuando vio en la vista previa que un par de ellas parecían ser ataques directos a su persona.
"Ya sabía yo que eres una put…", decía uno.
"¿Sólo era necesario que te llegaran al precio…?", rezaba otro.
"Yo también te puedo dar todo lo que quieras con tal de que me abras las…", proclamaba un tercero.
Una vocecilla le dijo que no debía hacer caso de esos mensajes pero no se pudo contener y los abrió. Los tres primeros eran de hombres que le decían que ellos también podían "llegarle al precio" que le había ofrecido Hermann Kaltz para que aceptara acostarse con él. Los tres aseguraban que la única forma en la que un jugador tan feo como Kaltz pudiera estar tan cerca de una beldad como Bárbara era porque aquél había pagado su precio en oro. "Si lo único que necesito hacer para que también me las menees un rato es que te dé algunos billetes, dime tú cuántos quieres", anunció uno de esos finos ejemplares de caballero. "Bien vale la pena pagar por ti".
La joven se sintió insultada e indignada; al primer mensaje respondió con una sarta de insultos y reclamos que sólo consiguió que el tipejo le contestara de una forma violenta y agresiva, de manera que tuvo que acabar bloqueándolo. Las otras dos conversaciones amenazaban con concluir igual así que Bárbara no quiso arriesgarse y bloqueó a los usuarios sin responderles. Para tratar de tranquilizarle, la pelirroja se dijo a sí misma que siempre habría idiotas en el mundo y que no sería la primera ni la última vez que recibiera mensajes así. Además, esos tres idiotas qué iban a saber de la relación que tenía con Hermann Kaltz, no podrían saber que lo que ella sentía por él no tenía algo que ver con su fama o su dinero.
No pasó mucho tiempo antes de que ella recibiera un mensaje más, proveniente de una persona cuyo nick era Lydia Bennet, mismo que le hizo saber a Bárbara que se trataba de una cuenta falsa y que le resultó irónica por el contenido del texto; por la forma de escribir y comportarse, Bárbara dedujo que se trataba de una mujer y se preguntó cuál era el problema con ésta para que la atacara de la siguiente manera:
"Eres una interesada como todas las mujeres bonitas, tú nos das mala fama a las demás. Hay quienes nos esforzamos por salir adelante por nuestro propio esfuerzo, y tú vienes y le das un golpe directo al feminismo ya que es evidente que te basta con andar de zorra con un jugador famoso para conseguir lo que quieres".
- ¿Pero qué le pasa a esta gente?.- explotó Bárbara, ofuscada.- ¿Por qué todos creen que Kaltz sólo me interesa por su dinero?
Faltaba una media hora para que Nela regresara de su cita con Sho, y Débora tenía turno en el hospital, por lo que Bárbara estaba sola en el departamento que compartían las tres jóvenes; en esos momentos deseó terriblemente que hubiera alguien ahí para apoyarla porque, aunque no era una mujer sensible ni débil, tantos ataques juntos que ponían en duda su moral estaban comenzando a afectarla.
Además, ¿por qué de buenas a primeras habían comenzado a llegarle este tipo de mensajes? Kaltz y ella habían sido vistos por primera vez hacía ya varias semanas y nadie había abierto la boca para protestar. ¿Por qué de la nada brotaban tantos comentarios de odio hacia su persona? Mientras cavilaba sobre esto, le saltó en el chat una conversación de Elieth, quien le preguntaba si estaba disponible para hablar. Un tanto ofuscada, Bárbara respondió que sí aunque admitió no estar del mejor humor para hacerlo.
- Oh, amiga, lo siento, es que… .- Elieth titubeó. La pantallita del chat le avisaba a Bárbara que la francesa estaba escribiendo un mensaje pero después se ponía en blanco, como si Eli se arrepintiera de lo que sea que hubiese escrito.
- ¿Qué sucede?.- quiso saber Bárbara, impaciente.- ¿Por qué te tardas tanto en responder?
- Es sólo que… ¿Ya viste lo que ha publicado Blind sobre Kaltz y sobre ti?.- soltó Elieth, al fin.
- ¿Qué? ¿Por qué querría Blind publicar algo sobre mí?.- Bárbara se sorprendió.
- Pues… Velo por ti misma.- contestó Elieth, enviándole el link del periódico en línea.
Se trataba de la versión online de un artículo hecho por el mismo reporterillo de quinta que había metido en líos a Genzo y a Lily al publicar la foto de su beso, aunque en esta ocasión las víctimas eran Hermann Kaltz y la "sensual pelirroja caza fortunas", como se refería a Bárbara en dicha nota. El susodicho los había visto juntos en varios partidos pero fue hasta el amistoso entre Alemania y Japón que había podido capturar una escena de ellos.
- Vaya, ni siquiera es buen fotógrafo.- bufó Bárbara, en voz alta.
El reportaje, escrito con el mismo sensacionalismo con el que se redactó el de Genzo y Lily, decía lo siguiente:
"Hasta el menos agraciado jugador puede tener suerte en el amor si cuenta con fama y/o fortuna. Dicen que no hay hombres feos sino sólo hombres pobres y al parecer Hermann Kaltz es una buena prueba de ello. Durante mucho tiempo al jugador del Hamburgo no se le vio con ninguna mujer, llegando a rumorearse incluso que era homosexual (como en su momento se comentó lo mismo acerca de Genzo Wakabayashi antes de que encontrara a su doctora latina), pero al parecer sólo le hacía falta que pagara por una mujer. La susodicha, una pelirroja que se sabe conocedora de sus atributos, es una desconocida que no ha tenido reparos en actuar como si estuviera enamorada del joven, lo cual sabemos que es mentira porque ninguna mujer de su condición se fijaría en un tipo como Hermann Kaltz sin que haya dinero de por medio. La pregunta que nos hacemos es: ¿En dónde la conoció? ¿En alguna fiesta de la mansión Playboy? ¿En alguna agencia de escorts? Por su físico no sorprendería que ella trabajara en alguno de estos dos lugares pero para nuestra sorpresa resultó que la bella mariposa tiene un trabajo que no corresponde totalmente a su físico.
Es increíble la cantidad de mujeres bellas que se han dedicado a cazar a hombres desesperados con tal de tener quién les pague sus caprichos, entre ellas, esta misteriosa mujer cuyo nombre es Bárbara Schmidt, una nutrióloga del Hospital Universitario de Múnich. Kaltz no ha hecho ningún comentario con respecto a su acompañante, quizás porque espera que ella acepte ser presentada como su pareja, quizás porque en realidad no pasa de ser una mera prostituta de lujo…".
- Hurensohn! ¡Maldito hijo de perra!.- vociferó Bárbara, enfurecida.- ¿Quién se cree que es este desgraciado bueno para nada!
La imagen que acompañaba al reportaje estaba muy mal tomada y apenas alcanzaba a definirse el rostro de Bárbara, no lo suficiente como para que alguien pudiera identificarla por su físico pero el cabrón reportero había puesto su nombre y su lugar de trabajo, tal y como había hecho con Lily cuando se ensañó con ella en el reportaje que le dedicó. ¿Qué rayos le pasaba a ese periódico que permitía semejantes artículos? Bueno, que las ventas de Blind se habían incrementado a lo doble a raíz de que comenzaron a sacar artículos de ese tipo, los cuales sin duda se vendían mejor que los reportajes dedicados a los deportistas. Cada semana, desde que salió a la luz el de Genzo y Lily, había uno nuevo dedicado a un atleta específico y parecía ser que ahora Kaltz y Bárbara eran los elegidos.
- Me parece increíble que los alemanes, cuya patria es la cuna de grandes artistas, músicos y pensadores, nos dejemos llevar por este tipo de patraña sensacionalista.- masculló Bárbara.- ¿Cómo puede este idiota asegurar que no me gusta Kaltz en verdad?
Como era de esperarse, los comentarios que los lectores pusieron al final del artículo eran crueles y en su mayoría iban dirigidos a Bárbara. Ella sólo pudo terminar de leer los primeros cinco o seis antes de cerrar la página. No sabía qué la lastimaba más, que el reportero la hubiese atacado tan cruelmente o que gente que no la conocía lo hiciera. Ahora entendía por qué le llegaban mensajes de desconocidos a su cuenta de Facebook, y lo peor del caso era que le seguirían llegando.
- Babs, ¿estás bien?.- preguntó Elieth, por el chat.- ¿Quieres que vaya a verte?
La joven ya no pudo responder; antes de que se diera cuenta, las lágrimas comenzaron a fluir de sus ojos haciendo que todo se pusiera borroso a su alrededor.
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Nela sintió pánico cuando Shunko le confirmó que su abuelo aprovecharía los días que él tendría de descanso gracias a la pausa de la Bundesliga para ir a visitarlo y de paso conocer a su novia. Cierto era que el chino tendría que regresar al entrenamiento antes de que lo hiciera Schneider pero aun así tendría el tiempo suficiente para recibir a su abuelo. Además, éste tenía ganas de ver un partido de su nieto así que tal vez se quedaría más de una semana para poder hacerlo. Por supuesto, cuando Nela aceptó conocer al señor Sho no creyó que sería tan pronto, se imaginó que lo vería en algún viaje que ella y Shunko hicieran a China (a pesar de que el mismo Sho ya le había dicho que su abuelo tenía deseos de ir a Alemania), así que tuvo deseos de gritar cuando su novio le dio la noticia.
- Incluso me ha enviado un vestido típico de China para ti, para que lo uses ese día.- dijo Sho.- Lo tengo en la cajuela del auto.
- ¿Es en serio?.- exclamó Nela, aterrada.- ¿No crees que se está adelantando demasiado? Además, ¿qué tiene de malo que yo vaya a verlo usando mi ropa occidental?
- Bueno, el que haya enviado el vestido es una manera de decir que está intentando aceptarte en la familia.- señaló Shunko, con mucho tacto.- No es por hacer menos tu ropa, es que quiere que conozcas una parte de nuestra cultura.
- Aun así es demasiado.- ella movió la cabeza de un lado a otro.- Demasiado, demasiado…
- ¿Por qué no vemos el vestido juntos?.- sugirió él.- Es muy bonito, de verdad. No sé mucho de moda femenina pero puedo asegurarte que éste es muy agradable. Quizás te sientas menos ansiosa si lo ves.
- Podría ser… .- suspiró Nela.
Ellos se encontraban en un restaurante al que les gustaba acudir con frecuencia porque, aparte de tener su buena comida alemana, había noches dedicadas a comida de otros países y a ellos les encantaba; Sho esperó hasta el postre para avisarle a su novia que su abuelo estaba por llegar a Alemania, a sabiendas que ella iba a estresarse por la noticia. Él estaba consciente de que quizás debió haberla alertado antes pero temía que Nela pusiera algún pretexto cualquiera para cancelar la reunión con su abuelo, a pesar de que ella había asegurado que quería conocer al anciano señor Sho. De cualquier modo, Shunko tenía poco de haberse enterado del viaje de su abuelo, hacía apenas tres días que le había llegado a su departamento de soltero una alargada caja envuelta en papel protector junto con una carta que avisaba la próxima llegada del buen hombre a Alemania. Shunko apenas le dio una mirada al vestido y supo que su abuelo iba en serio con el asunto de aceptar a Nela pues la prenda era de las más finas y elegantes que él hubiera visto en su vida, sólo equiparable a los vestidos que recordaba que usaba su madre, fallecida muchísimos años atrás.
- De acuerdo, no hay algo de malo en que le eche una mirada a ese traje chino.- dijo Nela mientras daba buena cuenta de un pedazo de pay de queso con fresas.- ¿De qué color es?
- Rojo.- contestó Sho.- Lo cual no debería sorprenderte.
- No, supongo.- admitió Nela.- ¿Y cómo es que supo mi talla?
- Yo se la di.- Shunko puso cara de disculpa.- En alguna carta me dijo que quería comprarte un vestido y por eso es que le di tu talla.
- ¿Y tú cómo sabes cuál?.- insistió Nela, ceñuda.
- Se la pregunté a Lily.- Sho se encogió de hombros.- Ella es nuestra informante oficial.
- Querrás decir su chismosa oficial.- Nela hizo una mueca de enojo.- ¿Quién se cree que es para darte datos tan personales sobre mí?
- Por favor, como si no conociera de sobra tus medidas.- el joven esbozó una sonrisa de picardía.
- ¡Cállate!.- Nela enrojeció al máximo al recordar las noches que había pasado entre los brazos de Sho.- Que estoy a punto de mandarte al cuerno con todo y vestido.
- Era una broma, tranquila.- Shunko soltó una carcajada.
Al final Nela decidió ver el vestido pero no quería hacerlo en su departamento porque no deseaba que Bárbara o Débora lo vieran también e hicieran preguntas incómodas. Sho entonces la llevó al suyo, en donde estarían a solas, y puso música suave y le sirvió a Nela una copa de vino tinto para que se relajara.
- Ni pienses que vas a emborracharme para conseguir que me acueste contigo.- señaló Nela, tomando la copa.
- No lo haré.- Sho le guiñó el ojo.- No necesito del alcohol para conseguir que caigas en mis brazos.
- Síguele y me marcho.- amenazó ella aunque se recargó contra el mullido sillón de color oscuro.
El joven chino colocó una caja blanca y alargada en la mesa de cristal que se encontraba frente al sillón en el que estaba sentada Nela. Ella dejó la copa a un lado y quitó la tapa de la caja. Dentro, envuelto en papeles de seda, había un finísimo vestido chino de color rojo encendido, largo casi hasta la punta de los pies y con un dragón bordado en oro que comenzaba en el pecho y acababa en el tobillo. El vestido era tan elegante y finísimo que incluso Nela, poco acostumbrada a este tipo de ropa, se quedó sin aliento.
- De verdad que es muy hermoso.- dijo ella, al fin.- ¿En serio me lo ha enviado tu abuelo de regalo? ¿No lo has comprado tú en su lugar?
- Te doy mi palabra.- Sho se puso serio.- ¿Te gustó?
- Mentiría si te dijera que no.- reconoció la inglesa.- No puedo creer que tu abuelo me haya hecho un regalo tan costoso.
- Eso es porque quiere llevarse bien contigo, a su manera.- explicó Shunko.- Como te dije, no tiene algo en contra de tu modo de vestir, es que él mismo dice que no conoce a una mujer a la que no le encanten los vestidos chinos.
- Ya veo.- Nela rió brevemente.- Creo que debería hacerle un regalo a tu abuelo también, debo regresarle la cortesía. ¿Qué crees que pueda darle que le agrade?
- ¿Me estás diciendo entonces que sí lo quieres conocer?.- Sho sonrió de oreja a oreja.
- Sí, pero no porque me haya regalado un vestido muy costoso.- Nela volvió a suspirar.- Sino porque es la persona que te crió y ayudó a convertirte en el hombre que eres hoy. Quiero decirle que, a pesar de lo idiota que eres, hizo un buen trabajo.
Sho se echó a reír a carcajadas tras lo cual atrajo a Nela hacia sí para besarla. Ella no opuso resistencia y abrió los labios para que él pudiera incrustar los suyos en ellos. Había que aprovechar que estaban a solas y que la noche era perfecta para pasarla uno en los brazos del otro.
- Aunque debo regresar a casa hoy, tengo que adelantar mi tesis si quiero hacer espacio en mi agenda para ir a ver a tu abuelo.- aclaró ella cuando él le sugirió que se fueran al dormitorio.
Él estuvo de acuerdo. Le agradaba que su chica fuera tan responsable e inteligente.
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Tokio.
Del otro lado del mundo, Kira Kozo, el antiguo entrenador de fútbol que tuvo a su cargo a Kojiro Hyuga, Ken Wakashimazu y Takeshi Sawada cuando estaban en la primaria, había sido elegido como el entrenador de la Selección Japonesa de Fútbol que tenía la meta de conseguir la medalla de oro en los Juegos Olímpicos de Madrid*. Kira daría una conferencia de prensa para presentarse oficialmente ante los medios como el entrenador de la preolímpica y anunciar a quiénes convocaría para los partidos eliminatorios. Sin duda que la sorpresa principal sería que lo habrían elegido a él como instructor en vez de a otros que estaban más capacitados pero también habría revuelo cuando avisara que ya había decidido que no convocaría a ninguna de las estrellas niponas que brillaban en equipos europeos para los próximos encuentros de Japón.
"Si vamos a ganar, lo haremos sin ellos".
Notas:
- Lydia Bennet es un personaje de la novela "Orgullo y Prejuicio" de Jane Austen; Lydia es descrita como una muchacha con pocos escrúpulos y de dudosa moral a quien no le importa "manchar la reputación" de su familia con tal de salirse con la suya, de ahí que a Bárbara le resulte irónico que alguien haya usado ese nombre como pseudónimo para ofenderla por supuestamente usar sus atractivos para sacarle dinero a Kaltz.
- *Yoichi Takahashi decidió que los Juegos Olímpicos que se desarrollan en la saga del manga Captain Tsubasa Rising Sun (que es la continuación del Golden 23 y que se sigue publicando todavía) tengan lugar en Madrid y voy a respetar este dato.
