Capítulo 26.
Múnich.
Elieth se sentía indignada por los mensajes que estaba recibiendo Bárbara por causa del artículo de Blind, mensajes que parecían no querer detenerse nunca. El ciber bullying era como una bola de nieve que rueda cuesta abajo por la ladera de una montaña, imposible de detener y a cada giro se hacía cada vez más grande. Los mensajes que Bárbara recibía eran tantos y tan agresivos que la alemana optó por desactivar sus redes sociales, por salud mental. ¿Cuál había sido su pecado, realmente? Simplemente fijarse en alguien "feo" siendo ella una belleza. ¿Podía la Humanidad ser más idiota, acaso?
- La Sociedad está podrida.- manifestó Elieth, enojadísima.- ¿De verdad te están atacando por creer que te acercas a Kaltz por interés?
- Pues ya lo estás viendo.- Bárbara se secaba los ojos con un pañuelo.- No puedo creer que el reportero que escribió esta porquería se haya atrevido a poner mi nombre completo y lugar de trabajo.
- Ah, pero me encargaré de que se arrepienta de cada una de sus marranadas.- protestó Elieth.- Ese cabrón ya se metió con dos de mis mejores amigas, no, miento, con tres de mis mejores amigos, va a pagar muy caro por eso.
La reportera decidió ir a buscar a Bárbara a su departamento cuando no recibió respuesta de ella a través del chat. Bárbara le abrió la puerta con la cara bañada en lágrimas y Elieth la abrazó mientras aquélla la ponía al tanto de la situación. Nela no había llegado aun así que la pelirroja agradecía que Elieth hubiese ido a verla, pues le habían calado tanto los mensajes que de momento no supo qué hacer, se había quedado bloqueada ante los ataques. La francesa decidió prepararle a su amiga un café caliente cargado con brandy para ayudarla a relajarse y ambas se refugiaron en la habitación de la alemana, a la espera de que llegara Nela para ponerla al tanto. Bárbara se preguntaba por qué se habían ensañado tanto con ella cuando en realidad no había hecho algo malo, no había pruebas que demostraran que en verdad estuviera viendo a Kaltz por interés.
- Bueno, mucha gente se deja llevar por los rumores sin saber si son ciertos.- señaló Elieth, con mucho tacto.- A muchos no les importa si hay pruebas o no, se creen los chismes a pie juntillas sólo porque lo vieron publicado en un periódico.
- Pues qué idiotas, en verdad.- balbuceó Bárbara, dejándose caer en su cama.- Las peores son las mujeres, son las que me dejaron los mensajes más agresivos. Los hombres hablan de que ellos también quieren hacerme tal o cual cosa a cambio de dinero, los muy desgraciados, pero las mujeres cuestionan mi moral y mi integridad como si me conocieran en verdad. ¿Por qué hacen eso?
- Bien dicen que las mujeres somos las peores cuando se trata de destrozar a alguien.- replicó Elieth.- Les ha de dar envidia que seas hermosa y que tengas un buen trabajo decente.
- Pero de verdad que hay mucho veneno en sus comentarios.- Bárbara se veía muy triste.- Y yo no he hecho algo malo.
No, por supuesto que no pero, ¿lo creería también Kaltz? ¿Qué tal si él pensaba que todas las cosas horribles que escribieron sobre ella eran ciertas y empezaba a verla con otros ojos? ¿Qué tal si de verdad se creía esa aberración de que Bárbara sólo estaba interesada en él por su dinero? ¿Y si se negaba a volver a verla? Bueno, que también estaba la opción de que, por el contrario, aceptara el "trato" y quisiera estar con Bárbara sin importarle el costo. Ella se sentía avergonzada de pensar en tales cosas pero no dudó en externarlas con Elieth, en ese momento en el que se encontraban a solas y que ella estaba en condiciones de soltar todo lo que pensaba. Más tarde, cuando ya hubiese tenido tiempo para digerir las cosas, era altamente probable que Bárbara se tomara la situación de otra manera y decidiera guardarse sus peores temores para sí misma.
- Tú conoces a Kaltz mejor que yo.- fue lo que respondió Elieth, con cautela, cuando su amiga externó sus preocupaciones.- Es más probable que tú sepas si es factible que él piense que lo que dice el artículo de Blind es verdad.
- Yo quisiera creer que Kaltz no sería tan tonto como para creer que quiero estar con él por su dinero.- contestó Bárbara, tras darle un largo trago a la bebida caliente.- Pero siéndote sincera, no estoy muy segura. No tengo tanto tiempo de conocerlo como para afirmarlo.
- Hmmmm, eso es cierto.- Elieth dudó durante unos instantes.- Bueno, hay alguien que sí lo conoce bien y que nos podría decir si Kaltz sería capaz de creerse estos chismes. Podríamos preguntarle, a menos que quieras hablar directamente con Kaltz y aclarar este cuento.
- Pensé en hacer eso pero no creo que buscarlo por Internet o por teléfono sea la mejor forma.- replicó Bárbara.- Además, él me dijo que aprovecharía la pausa de la Bundesliga para ir a ver a sus padres, no podré hablar con él hasta dentro de unos días.
- Durante los cuales vas a estar muy inquieta.- suspiró Elieth, acercándose a la ventana.- Podríamos entonces preguntarle a Genzo.
- ¿A Genzo Wakabayashi?.- Bárbara se sorprendió.
- Claro. ¿A qué otro Genzo conocemos?.- asintió Elieth.- Él es uno de los amigos más cercanos de Kaltz, sin duda que sabrá cómo piensa y nos podría ayudar para convencerlo de que no quieres estar con él por su dinero.
- Pero él también está en Hamburgo, ¿no? Seguro que va a aprovechar los días de descanso que tiene.- replicó la pelirroja.- Y no me gustaría que tú le comentaras del asunto a través de Internet y por supuesto que tampoco quiero hacerlo yo.
- Bueno, querida, tienes suerte.- Elieth sonrió ligeramente.- Genzo está en Múnich, va a pasar sus días libres con Lily así que podemos preguntarle directamente.
- No estoy muy segura… .- Bárbara titubeó.- No es como si fuera muy cercana a él, es decir, tú eres su amiga y Lily su novia, y sé que Kaltz y él son muy amigos pero yo no tengo una relación directa con Wakabayashi. Además, si está aquí es para pasar el tiempo con Lily y no los quiero interrumpir.
- No creo que eso sea un problema, te aseguro que cuando Genzo y Lily se enteren del asunto querrán ayudar.- insistió la rubia.- Es más, voy a llamarles ahora mismo.
Bárbara se mordía la uña del dedo índice mientras Elieth marcaba desde su celular el número de Genzo; sin embargo, la llamada acabó desviándose al buzón de voz en esa y en la siguiente ocasión en que le marcó por lo que la francesa optó por hablarle a Lily aunque ésta tampoco respondió.
- Hmmm, qué raro.- Elieth miraba su teléfono con el ceño fruncido.- No me contesta ninguno de los dos. Y ya es tarde, espero que ella esté con él o voy a preocuparme.
- Quizás están ocupados, déjalos gozar de sus vacaciones que ese par no ha tenido la oportunidad de estar a solas ni de disfrutar de su relación.- pidió Bárbara.- De cualquier manera no importa.
- Nada de eso, le dejaré un mensaje a Lily para que me llame en cuanto se desocupe.- insistió Elieth.- Hay que aprovechar que Genzo está aquí. ¡Y más le vale que me responda pronto o le enviaré a la Guardia Nacional Francesa!
- ¿Qué ésa no dejó de existir hace más de un siglo?.- cuestionó Bárbara, con una ligera sonrisa.
- Aish, en lo que te fijas.- Elieth hizo un puchero.
Nela regresó estando tan avanzada la noche que Elieth ya había decidido quedarse a dormir con Bárbara para no dejarla sola en vista de que Débora estaba en el hospital y de que Lily no había dado señales de vida todavía (situación que le incomodaba un poco a Elieth aunque confiaba en que estaría con Genzo). En cuanto la inglesa puso un pie dentro de su departamento, Elieth la puso al tanto de lo sucedido, causando tal indignación en Nela que poco faltó para que saliera a buscar al reportero de Blind para partirle la cara ella misma.
- Descontando el hecho de que ya es bastante noche y de que no sabemos en dónde vive, dudo mucho que eso sirva de algo.- replicó Bárbara, quien a esas alturas ya estaba más tranquila aunque continuaba sintiéndose triste.
- Al menos sacarás tu enojo.- replicó Nela, frunciendo el ceño.- ¿Por qué no me hablaron antes? Habría venido de inmediato.
- Porque no servía de nada, de cualquier manera.- contestó Bárbara.- Además, Elieth me apoyó mucho durante el momento de crisis.
- De todas formas me hubieras buscado.- reclamó Nela.- Soy tu amiga y estoy para apoyarte en tus momentos difíciles, tal y como hicimos con Deb.
- Es que siento que estoy haciendo un drama por algo que quizás no sea tan grande.- dijo Bárbara.- Quizás Kaltz ni siquiera me esté tomando en serio.
- Pues si no lo hace es un verdadero idiota.- terció Elieth, cruzándose de brazos.- Y personalmente no creo que sea tan idiota, si tiene a Genzo como amigo.
- La palabra clave es "tan".- señaló Nela, oportunamente.
- ¿Podemos cambiar de tema?.- Bárbara se secó la última lágrima que acababa de salir de uno de sus ojos azules.- Ya me cansé de sentirme mal por idiotas que no valen la pena.
Esperando no empeorar el estado de ánimo de su amiga, Nela contó la noticia que le había dado Sho, que su abuelo iría a Múnich para conocerla, enseñándoles incluso el vestido chino que el buen hombre le había enviado para que lo estrenara el día en el que se reunieran. Bárbara y Elieth la felicitaron sinceramente por lo bien que marchaba su relación e incluso la rubia se atrevió a bromear con una futura boda, lo que hizo que Nela casi saltara del pánico.
- ¡No, cómo crees!.- exclamó la inglesa, asustada.- ¡Ésas ya son palabras mayores!
- Ay, por favor.- Elieth puso los ojos en blanco.- Si el abuelo Sho va a venir hasta Alemania es porque ha de saber que su nieto va en serio contigo y eso sólo puede significar una cosa…
- Que te va a pedir matrimonio muy pronto.- completó Bárbara, con una sonrisita maliciosa.
- ¿Qué? ¿Están locas? ¡Por supuesto que no!.- replicó Nela, muy exaltada.- ¡El señor iba a venir a Alemania a ver a su nieto, de cualquier manera, que aproveche para conocerme también no significa que Shunko vaya a pedirme matrimonio!
Elieth y Bárbara rieron a carcajadas ante los nervios de Nela; era verdad que hablar de matrimonio era aún muy pronto pero vaya que era divertido asustarla con esa posibilidad. A pesar de que Nela insistió en que se quedaría para apoyar a Bárbara, ésta y Elieth la convencieron de que se dedicara a su tesis para que no se retrasara, considerando que el abuelo Sho estaría en Alemania dentro de muy poco. Además, Elieth se encargaría de que Bárbara estuviera bien y aseguró que le hablaría a Nela de ser necesario.
Pasaba de la medianoche cuando al fin Genzo respondió al mensaje de Elieth, para el enorme alivio de ésta quien estuvo tentada a llamar a la policía, a pesar de que sabía que sus amigos eran personas adultas perfectamente capaces de cuidarse solas. El portero se disculpaba por no haber podido contestar antes y le aseguró que Lily se encontraba bien y que volvería pronto a su departamento. Elieth esbozó una sonrisa maliciosa al preguntarse qué carajos habían estado haciendo esos dos que dieron señales de vida hasta muy entrada la noche.
"Cuídense entonces y usen protección, que soy demasiado joven para que me conviertan en tía", replicó Elieth. Genzo, por respuesta, le envió el emoticón de un demonio japonés que tenía una sonrisa ladina.
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Genzo dejó su celular sobre la mesita de noche, teniendo cuidado de no moverse demasiado para no despertar a Lily, quien dormía plácidamente entre sus brazos. Él todavía se preguntaba si había hecho lo correcto aunque no podía negar que le había encantado lo que acababa de ocurrir. Por supuesto, nada de lo sucedido había sido planeado, todo fue producto de una combinación de casualidad, atracción física y la emoción de saber que si eran descubiertos a ambos les podía ir muy mal, una combinación que podía resultar letal en cualquier circunstancia, habría que ver cómo les iría a ellos después.
Una vez que Genzo se reunió con Lily en la Estación Central de Múnich, ambos abordaron el Audi A5 de ella para dirigirse al hotel que aquél había reservado durante el viaje, registrándose bajo el nombre falso de Benjamín Price para evitar ser reconocido. Lily le sugirió entonces que se quitara la gorra y cualquier vestigio que lo pudiera identificar como él, entregándole una chamarra negra con capucha y sin logos, muy parecida a las que Wakabayashi usaba en el Hamburgo.
- Ya nos funcionó vestirnos así una vez de manera que lo repetiremos.- Lily, por su parte, llevaba una versión de la misma chaqueta pero más chica y en color azul marino.- Con las capuchas puestas nadie nos reconocerá.
- Está bien.- aceptó él, de buena gana.- ¿Qué tienes planeado para hoy?
- No mucho, realmente.- sonrió ella.- Vamos a dejarnos llevar.
Con la premisa de que sus mejores momentos no habían sido planificados, Lily decidió no complicarse demasiado la existencia y dejó que las cosas se fueran dando solas, así que al salir del hotel llevó a Genzo al Olympiapark, uno de los principales sitios turísticos de la capital bávara, en donde se encuentra también el Estadio Olímpico de Múnich, anterior casa del Bayern. En dicho parque habría mucho lugar para pasear, perderse y confundirse entre la gente, haciendo muy difícil que alguien pudiera reconocerlos; además, Lily sabía que a Genzo lo atraería visitar el estadio de fútbol y sin duda que cenar en el restaurante giratorio de la torre del parque era un punto romántico obligado para una pareja que se desenvolvía en el ámbito deportivo, como lo eran ellos.
- Y tendremos unas vistas magníficas de la ciudad, además.- había dicho Lily cuando le contó a Genzo su plan.- ¿Te agrada la idea?
- Me parece perfecta.- fue lo que él respondió, con su característica media sonrisa.
Sin grandes planes ni tantos aspavientos, Genzo y Lily tuvieron una cita que fue muy acorde a la personalidad de ambos, tan poco gustosos de las cosas aparatosas y estrambóticas. Por ese día ellos fueron una pareja más de las tantas que paseaban por el Olympiapark, no eran ni famosos ni reconocidos, eran simplemente ellos mismos y quizás por eso fue que lo disfrutaron más que si Lily hubiese planeado una cita en un lugar presuntuoso. Genzo se sorprendió de lo mucho que disfrutó de ser un hombre común que se perdía entre la gente, no era que la fama lo molestase demasiado pero no se había dado cuenta de hasta qué punto le desagradaba el ser reconocido en determinadas circunstancias, no hasta que pudo pasear tomado de la mano de la chica que le gustaba sin que alguien le cuestionara sus decisiones.
- Ésta ha sido una idea magnífica, Yuri.- dijo Genzo mientras los dos tomaban un descanso tras recorrer el parque durante un buen rato.- Hacía mucho tiempo que no me sentía tan relajado.
- Me alegra que te haya gustado.- Lily sonrió con dulzura.- Espero que el resto de tus vacaciones sean igual de placenteras.
- Eso dependerá en gran medida de ti.- Genzo esbozó una sonrisa maliciosa.
- ¡Oh! Creo estás dándome demasiado crédito.- Lily soltó una risa nerviosa.- Y por cierto que te aviso que Elieth no nos va a perdonar si no vamos a comer con ella, así que organizaremos algo para tu último día aquí.
- De acuerdo, ya había pensado que ella no me dejaría escapar tan fácilmente.- Wakabayashi no pudo evitar reírse.
- Dime, ¿crees que me mate si invito a Karl también?.- preguntó Lily, pensativa.- Mejor dicho: ¿Crees que me mate porque pienso invitar a Karl también?
- En ese caso nos tendría que matar a los dos porque estoy dispuesto a ayudarte a convencer a Schneider de que nos acompañe.- contestó Wakabayashi.- No pienso perderme la oportunidad de verlos relacionarse.
- ¡Oh, es un espectáculo digno de ver!.- replicó Lily, riendo a carcajadas.- Le confirmaré entonces a Eli la fecha, más tarde le preguntaré a Karl si puede acompañarnos también.
Después de cenar en el restaurante giratorio y de pasear un poco en auto por la ciudad, aprovechando que Genzo no conocía Múnich tanto como ella, Lily lo llevó de vuelta a su hotel, pasando desapercibida entre la multitud de coches más caros y elegantes que abarrotaban el lugar. La idea era dejarlo en el vestíbulo para que no tuviera que bajarse del carro y retirarse rápidamente pero el sitio estaba lleno de reporteros que buscaban a una conocida celebridad de la televisión alemana, así que Lily decidió entrar al estacionamiento del hotel para que Genzo pudiera entrar por el elevador del sótano, más escondido y mucho menos concurrido.
- Aunque si yo fuera periodista vendría precisamente para acá, en el caso de que la estrella quisiera escaparse.- comentó Genzo, acomodándose la capucha de la chamarra.
- Es probable pero para evitar cualquier inconveniente te acompañaré a tu habitación.- replicó Lily, apagando el motor.- No sea que te vayan a robar en el camino.
Tomados de la mano y riéndose como los enamorados que eran, la pareja llegó hasta el piso en donde se encontraba la habitación de Genzo y éste, al abrir la puerta, jaló a Lily hacia dentro. Ella se dejó hacer sin protestar, quizás presintiendo que el asunto iba a pasar a mayores cuando la puerta se cerrara.
- ¿Quieres algo de beber?.- sugirió Genzo, sólo por decir algo.- El bar está abierto.
- Claro. ¿Tendrás algún refresco o agua mineral?.- pidió Lily, contemplando con sorpresa el lujo de la enorme habitación.- Voy a manejar y no me va a ir muy bien si me detiene una patrulla y tengo aliento alcohólico.
- Por supuesto, lo había olvidado.- Wakabayashi sonrió, aguantándose las ganas de pedirle que se quedara a pasar la noche con él. "Aún es muy pronto", pensó.
- Vaya que te hospedas a lo grande, ¿eh?.- ella contempló la ciudad a través de los ventanales.- Esta habitación no ha de salir precisamente muy barata.
- Supongo.- Genzo se encogió de hombros.- Estoy acostumbrado a tener sólo lo mejor. Por eso es que me gustas.
Lily, quien no se esperaba esa respuesta, se ruborizó al extremo y estuvo a punto de atragantarse con su propia saliva. Genzo fingió no darse cuenta de su turbación y le dio un vaso con refresco de cola; ambos se sentaron en el sillón de la mini sala para continuar hablando pero no pasó mucho tiempo antes de que pasaran a los besos y de ahí a caricias más intensas.
- Quizás deberíamos detenernos.- Genzo hizo una pausa cuando sintió que podía llegar a perder el control.
- Quizás.- Lily respiraba tan agitadamente como él.- Aunque no te escuchas muy convencido.
- Porque no lo estoy.- admitió el portero.- Tú ya sabes bien que me gustas y no sólo por tu personalidad, también me atraes físicamente, más de lo que te puedes imaginar, tanto que por eso he sugerido detenernos porque creo que mis impulsos van a salirse de control.
- ¿Por qué siempre eres tan formal y serio?.- protestó ella tras darle otro beso.- Con que dijeras que me deseas basta.
- ¿Y qué harías si te lo digo?.- cuestionó Genzo, tomándola por la cintura.- ¿Me tomarías por un pervertido que quiere acostarse contigo en la primera cita?
- Estrictamente hablando ésta no es la primera cita.- Lily se sentía muy acalorada.- Y en todo caso yo también sería una degenerada porque igualmente lo deseo, Gen.
Ambos volvieron a besarse, tan intensamente que perdieron la noción del tiempo y de la realidad. Bien, si querían detenerse ése era un buen momento porque con otro beso más ambos acabarían por perder la cabeza.
- ¿Estás segura de que quieres hacerlo?.- preguntó Wakabayashi cuando se separaron para respirar.
- Totalmente.- Lily sabía que ya había dado el paso al vacío.
Genzo apagó las luces y la condujo al dormitorio, en donde ambos acabaron por quitarse las pocas dudas que tenían para entregarse completamente a sus impulsos. Ni siquiera se dieron cuenta de Elieth había estado llamándolos a ambos, Lily porque olvidó su teléfono portátil en el coche y Genzo porque no lo escuchó. Fue hasta mucho más tarde, cuando despertó, que él se dio cuenta de que el aparato lanzaba un destello que avisaba que tenía mensajes pendientes y se estiró para alcanzarlo pues lo había dejado sobre la mesa de noche. Después de responderle a Elieth y de pasar algunos minutos mirando el techo mientras abrazaba a Lily, Genzo notó que la respiración de ella era menos regular y acompasada.
- ¿Era la Peque?.- preguntó Lily, adormilada.
- Sí, lo siento si te desperté.- respondió Genzo.- ¿Cómo supiste que era ella?
- No pasa nada, de cualquier forma mi sueño siempre ha sido ligero.- la doctora se removió entre sus brazos.- Y Eli es la única que estaría molestando a esta hora de la madrugada para saber si estamos vivos.
- Es cierto.- Genzo sonrió.- Quizás debimos haberle avisado antes que ibas a quedarte aquí durante un rato.
- Bueno, es que esto no fue planeado.- replicó Lily, suspirando.
- ¿Te arrepientes?.- quiso saber él, notando su turbación.
- No, pero no quisiera que pensaras que esto lo hago en la primera cita con cualquiera.- contestó ella, un tanto avergonzada.- Tú eres diferente.
- Estrictamente hablando ésta no es nuestra primera cita, tú misma lo dijiste hace rato.- replicó Genzo.- Llevamos ya bastante tiempo saliendo, Yuri, y además…
- ¿Además qué?.- preguntó Lily.
- No sé si debería decírtelo, quizás es muy pronto, pero corro el riesgo de enamorarme de ti.- confesó Genzo.- Si es que no lo estoy ya.
El portero sintió cómo el cuerpo de ella se ponía tenso y tuvo la impresión de que se separaría de él para levantarse, vestirse y salir de la habitación sin mirar hacia atrás. Lily era una mujer directa a la que no le gustaban los rodeos pero Genzo comenzaba a darse cuenta de que funcionaba diferente con las cuestiones amorosas.
- ¿Fue muy rápido?.- preguntó.- ¿Tienes ganas de salir corriendo?
- No. Sí. Tal vez. No lo sé.- titubeó ella.- Quizás sí pero estoy desnuda y dudo mucho que sea buena idea salir corriendo así.
- Sin duda que sería un gran espectáculo.- Genzo rió pero inmediatamente después se puso serio.- Escucha, Yuri, nada de lo que ha ocurrido entre nosotros ha sido calculado porque, como bien lo comentaste, nuestros mejores momentos no han sido planificados, se han dado por sí solos y quizás por eso es que son tan especiales para mí. Sé que no formaba parte de tu propósito para hoy que acabáramos acostándonos, honestamente yo tampoco lo había previsto, pero así ha sido y no lo lamento. Quizás es por eso que deseo decirte lo que verdaderamente siento por ti y es que no me gustas ya, gustar es un término muy ligero para lo que me haces sentir. No corro riesgo de enamorarme de ti porque ya lo estoy.
Lily no contestó pero Genzo sintió que se relajaba y supuso que ella ya no huiría, no en ese momento al menos. Él se preguntó si se había precipitado demasiado al decirle a ella que se había enamorado, quizás Lily no sentía lo mismo por él pero aun así Genzo se dio cuenta de que no se arrepentía de haberse confesado.
- Ay, Gen, buena la estamos haciendo.- soltó Lily, tras un largo rato de silencio.- Se suponía que no debíamos enamorarnos y hemos hecho exactamente eso. ¿Qué tan rebeldes podemos llegar a ser?
- Tú te quejas de que mi declaración fue muy formal y la tuya ha sido peor.- se burló Wakabayashi aunque se sentía muy feliz.- ¿Es ésa tu manera de decir que también te has enamorado de mí?
- ¿Qué esperabas? ¿Alguna declaración cursi de heroína de novela, algo así como "me haces tan feliz porque yo también te quiero"?.- replicó ella, riéndose.- No es mi estilo, Wakabayashi, pero yo pensé que ya sabías que llevo mucho tiempo enamorada de ti. Siempre ha sido bastante obvio.
- Quizás, pero de cualquier manera me gusta escucharte decirlo.- susurró Genzo mientras le acariciaba la espalda.
Lily se incorporó para besarlo en los labios, sin poder creer en su buena suerte. En esos momentos le importaba un pepino si al mismísimo Karl Heinz Rummenigge le molestaba su relación con Genzo Wakabayashi, Lily nunca permitiría que alguien más volviera a decirle que estaba prohibido estar con él.
- Todo esto me está encantando y me parece de lo más romántico pero creo que es hora de que me vaya.- dijo ella, cuando se separaron.- Ya es bastante tarde.
- Quédate esta noche.- pidió él.- Es riesgoso que salgas a esta hora, con tantos alcohólicos manejando por las calles.
- Como si fuera la primera vez que tuviera qué manejar de madrugada.- Lily sonrió.- Me gustaría quedarme pero… Bueno, que no tengo ningún 'pero' qué poner, no trabajo mañana y Eli ya sabe que estoy contigo.
- Entonces quédate.- Genzo la abrazó para acurrucarla junto a su cuerpo.- Mira lo bien que se está entre mis brazos.
- No lo voy a negar.- aceptó Lily.- Pero si me quedo esta noche es porque vamos a hacer algo más interesante que dormir.
- Sólo estaba esperando a que me lo pidieras.- replicó él, con una sonrisa maliciosa, al tiempo que comenzaba a acariciarla.
Si el teléfono de Genzo hubiera vuelto a sonar en ese momento, quizás Lily podría haberse dado cuenta de que su tono de llamada era "We´re In This Together", la canción que los había unido y llevado hasta ese punto.
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Eran casi la dos de la mañana y el servicio de Ginecología y Obstetricia estaba sospechosamente tranquilo, aunque había que reconocer que la natalidad en Alemania no estaba ni cerca de estar al nivel de la de México. Aun así, Débora decidió bajar a la cafetería a conseguir un café y algo de comer, aprovechando que en ese momento no había trabajo pendiente, no fuera a ser que el servicio se convirtiera en una locura más tarde. A esas horas la cafetería del hospital estaba casi vacía, sólo había dos o tres mesas ocupadas por familiares de pacientes. La joven fue atendida por un adormilado universitario que le sirvió un café medianamente caliente y un panecillo del día anterior, y Débora se dijo que tenía que recordar el llevar algo de comer desde su casa la próxima vez que tuviera turno nocturno.
- No sabía que te tocaba trabajar hoy, doctora, pero ahora entiendo muchas cosas.- señaló una voz masculina, a su espalda.
Débora se paralizó, definitivamente su suerte era mala como pocas. Consideró la posibilidad de marcharse sin contestar, fingir que el comentario no iba dirigido a ella y regresar corriendo a la Tococirugía pero era obvio que esa persona sólo podía estar hablándole a ella, era la única que llevaba bata en el lugar o sea que era la única posible doctora a la que podrían estarse dirigiendo.
- Ah, hola, no había visto que estabas aquí.- Débora se giró y esbozó la mejor de sus sonrisas ensayadas.- ¿Estás enfermo o esperas a alguien, Levin?
- Lo segundo.- para su pésima suerte, Stefan Levin era uno de los que ocupaban las mesas de la cafetería, sentado frente a una lata de refresco de cola.- Sho tuvo un pequeño problema y vine a acompañarlo.
- ¿De verdad? ¿Qué le pasó?.- Deb estaba genuinamente preocupada.- ¿Ya le avisaron a Nela?
- No, porque no es algo grave.- negó Stefan, jugueteando con la lata.- Le dio un ataque de gastritis, se excedió con la comida y con el vino en su cita con Nela y no quiso hablarle porque ella iba a trabajar en su tesis, aunque sospecho que me llamó a mí y no a Nela para conservar su dignidad de hombre.
- Me imagino que así fue.- muy a pesar suyo, Débora esbozó una pequeña sonrisa.- ¿Entonces se pondrá bien? Podría ir a buscar al médico de guardia de urgencias y pedirle que me diga cuál es su estado.
- No es necesario.- el rostro del sueco se ensombreció.- Tu "amigo", el doctor Lacoste, ha dicho que va a darlo de alta en unos veinte minutos porque no amerita un tratamiento mayor.
- Oh, ya veo.- Débora enrojeció ligeramente.- Me da gusto que lo de Sho no sea algo serio.
Ella había notado el tono de sarcasmo que Stefan le dio a su voz al pronunciar la palabra "amigo"; quedaba claro que al muchacho no le agradaba el médico francés y al darse cuenta, Débora se enojó. "¿Qué, ahora sí me celas, infeliz? Eres del tipo de hombres que ni pichan, ni cachan ni dejan batear. Pues no estoy dispuesta a jugar tu juego, Stefan, ya madura".
Los dos jóvenes se miraron durante varios minutos, sin hablarse. Débora no atinaba a sentarse y Stefan seguía sin saber si debía ponerse en pie o quedarse en donde estaba. Al final, la chica decidió que ya había aguantado bastante y optó por marcharse.
- ¿De verdad, Deb?.- soltó Stefan, antes de que ella pudiera despedirse.
- ¿De verdad qué cosa?.- Débora no entendió.
- ¿De verdad prefieres estar con él en vez que conmigo?.- preguntó él, muy serio.
La doctora estuvo a punto de decirle que Jean Lacoste no era su novio ni su pretendiente sino sólo su amigo pero se dijo que, en última instancia, eso a Stefan no le importaba.
- Me reservo el derecho de responder a esa cuestión.- fue lo que Débora dijo, muy tranquila.- Y espero que me disculpes pero debo regresar a mi área de trabajo ya. Salúdame a Sho, por favor, dile que espero que se mejore.
Débora salió de la cafetería a paso veloz, temiendo y deseando a partes iguales que Stefan la siguiera pero, para su mala suerte, esto no ocurrió.
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Karl colgó el teléfono, sonriendo por lo bajo. Lily acababa de llamarle para invitarlo a comer a su departamento al día siguiente, aprovechando que Genzo estaba de visita en Múnich; de inicio, Karl había dudado en aceptar porque no quería hacer mal tercio con Genzo y con Lily pero ésta había insistido y asegurado que el portero tenía deseos de hablar con él, "como en los viejos tiempos", precisó.
- En ese caso no tengo ningún inconveniente en aceptar.- fue lo que dijo Schneider.- Llevaré un buen vino.
- Muy bien, acá nos encargaremos de la comida y el postre.- había aprobado Lily.- Te veo mañana entonces en mi departamento, no vayas a faltar.
Hacía muchísimo tiempo que Schneider y Wakabayashi no se veían fuera de los terrenos de juego y para el alemán sería agradable tratar al japonés como amigo y no como rival, para variar. Tardíamente Karl recordó que no averiguó si Elieth estaría en el evento y se cuestionó si se vería demasiado ansioso al marcarle a Lily para preguntárselo. Sin embargo, Lily no mencionó a Elieth en ningún momento por lo que Karl concluyó que ella no estaría presente o de lo contrario se lo hubiera hecho saber; si bien esto lo decepcionó un poco, Schneider se dijo que la perspectiva de comer con Wakabayashi y con Lily tampoco era mala, considerando que ahora los dos eran amigos suyos y de los más cercanos.
"Quién diría que esos dos acabarían juntos", pensó Karl mientras compraba un ramo de flores blancas en un modesto puestecito de flores. "Me alegro por ellos aunque nunca hubiera pensado que dos personas con personalidades tan diferentes, como lo son Wakabayashi y Lily, pudieran llegar a gustarse".
Sería interesante si en alguna ocasión Genzo, Lily, Elieth y él pudieran comer juntos aunque Schneider veía esto como algo poco posible dado que la rubia seguía actuando de una manera muy escurridiza con él.
"O quizás no sea tan imposible", pensó Karl, sentándose al volante de su Porsche 911 de color blanco. "Creo que la relación entre esa francesita y yo ha mejorado al grado de invitarla a salir estando seguro de que ella aceptará. Después de todo, no nos fue mal la última vez que nos vimos".
Lo cual era verdad pues el día del partido entre Alemania y Japón, Elieth había llevado a Karl a comer comida francesa y habían pasado una buena velada durante la cual casi no discutieron y eso ya era un gran avance, había que decirlo. Aun así, Karl estaba muy lejos de adivinar si Elieth aceptaría sus declaraciones o no, la chica era tan contradictoria en sus actitudes que a él se le complicaba entenderla.
"Como toda buena mujer", pensó mientras sonreía.
Ese día, Karl iría a comer a casa de sus padres, su madre le había avisado con antelación que prepararía Kasseler, un platillo que consistía en filetes de carne de cerdo ahumada y salada, al cual acompañaría con Sauerkraut (col en salmuera) y puré de papas, una combinación que a Karl le encantaba y que rara vez tenía la oportunidad de comer gracias a su estricta dieta de futbolista (la cual aceptaba salchichas bratwurst de vez en cuando, sin embargo). Marie había tomado un descanso de sus labores universitarias para poder estar presente ya que la señora Schneider deseaba tener a toda la familia reunida en casa, aprovechando que la Bundesliga iba a soltarles al marido y al hijo ya que el Bayern Múnich era peor que una amante exigente, según palabras del mismo Rudy Frank. Para Karl fue agradable volver al que fue su primer hogar en Múnich, la casa que habitó con sus papás y su hermana hasta que cumplió los 18 años y se independizó.
- Hola, mamá.- saludó Karl, entregándole el ramo de flores blancas a su progenitora.- Cada día te ves más joven y hermosa.
- ¡Ah! Ya extrañaba a mi pequeño y mentiroso adulador.- rió la mujer, abrazando a su hijo.
Lorelei Schneider era una mujer que seguía conservándose hermosa a pesar de su madurez, sólo en sus manos se veían las huellas de la edad y de los trabajos que tuvo que hacer cuando se hizo cargo monetariamente de Karl y de Marie, en aquellas épocas en las que se separó de Rudy Frank. Ambos niños Schneider habían heredado muchos rasgos físicos de su madre aunque había sido Marie la que se había quedado con su personalidad.
- Vi el partido entre Alemania y Japón, estuviste increíble, hijo mío, como siempre.- la señora Schneider puso las flores en un jarrón con agua que usó para decorar la mesa.- Cada día te vas pareciendo más a tu padre en estilo, liderazgo y determinación. No necesito decir que nos llenas de orgullo, Karl Heinz.
- Gracias, mamá.- Karl sonrió, emocionado.- Aunque todavía me falta mucho para estar al nivel de papá.
- Yo creo que hace mucho que me superaste.- replicó Rudy Frank, llegando de la sala.- Estás destinado a ser mucho mejor que yo.
- ¿Bromeas, papá?.- negó Karl.- Estableciste récords en la Bundesliga que nadie ha sido capaz de romper.
- Pero estoy seguro de que tú vas a batirlos todos.- insistió el señor Schneider.- Mira nada más lo excelente que estuviste en el partido contra Japón, fueron tus goles los que hicieron la diferencia para Alemania. Ya te muestras como un jugador capaz de liderar a tus compañeros y encauzarlos hacia la victoria, no me queda la menor duda de que cuando Bollack se retire, tú serás el mejor candidato para sustituirlo en el puesto de capitán.
- Ya, ya, niños, los dos son bonitos, ¿está bien?.- Lorelei los tomó a ambos por el brazo.- Vayan preparándose que ya casi es hora de comer.
Los dos hombres soltaron la carcajada justo cuando se abría la puerta y por ella entraba Marie, quien se había convertido ya en una joven hermosa que levantaba suspiros en su Universidad. Karl a últimas fechas no se daba abasto para plantarles la cara al grupito de pretendientes que traía su hermana detrás de sí, pero sin duda que el que ella fuese hermana del Káiser de Alemania amedrentaba a más de uno. Sho bromeaba con Karl constantemente diciendo que algún día llegaría un descarado al que no le intimidaría salir con la hermana del Káiser, situación que éste esperaba que nunca llegara a ocurrir.
- ¡Hermano!.- Marie se lanzó a los brazos de Karl, mientras Lorelei comenzaba a llevar platos al comedor, ayudada por Rudy Frank.- ¡Qué gusto verte!
- ¿Te has portado bien, Marie?.- Karl abrazó con mucho cariño a su hermana.- ¿Qué tal va todo en la Universidad?
- Bastante bien.- ella sonrió.- Tenía muchísimas ganas de ir a verte a jugar al estadio pero tuve qué preparar un examen así que sólo me pude conformar con verte un poco por televisión.
- Está bien, prefiero que apruebes a que me veas jugar.- replicó Karl, muy serio.- Alguien en esta familia tiene que sacar un título universitario.
- Oye, que mamá también tiene un título universitario.- replicó Marie, divertida.- Si te escucha se va a enojar contigo.
- Ya lo hice y por eso es que se va a quedar sin postre.- gritó la señora Schneider, desde el comedor.- ¡Y mira que hice los eclairs que tanto te gustan, Karl Heinz!
- Ni modo, hermanito, tendré que comérmelos yo.- rió la muchacha.
- Lo hiciste a propósito.- Karl fingió disgustarse y le jaló una oreja a su hermana.
- ¡Auch! Déjame en paz o me quejaré con tu novia.- protestó la alemana.
- ¿Cuál novia, si no tengo?.- replicó el futbolista.- Estoy más solo que nuestro portero en un partido.
- Oh, ¿ya conseguiste que Wakabayashi acepte transferirse al Bayern?.- preguntó Marie, curiosa.- Había escuchado que no le está yendo muy bien en el Hamburgo.
- Aún no.- bufó Karl, frustrado.- Es terco a más no poder, ni siquiera porque su novia está en el cuerpo médico del Bayern quiere cambiarse.
- ¿Es cierto entonces que él ya anda con Lily, de manera oficial?.- Marie aplaudió, emocionada.- ¡Eso es genial! Se ven muy bien juntos.
- Sí, aunque no lo creas, ellos… .- Karl se detuvo abruptamente al ver a su padre recargado contra la puerta de la cocina.- Eh, no, ellos no andan, se quieren pero prefieren dedicarse a sus carreras. Sí, eso es, no son novios ni nada por el estilo.
- Te escuché, Karl Heinz.- Rudy Frank suspiró, resignado.- No necesitas fingir. Honestamente, a estas alturas yo ya estoy convencido de que Lily no nos está traicionando así que no me molesta si quiere tener una relación con Genzo Wakabayashi.
- Vaya que tardaste en darte cuenta.- replicó Karl, muy serio.- Desde el primer momento debiste haber sabido que ella es muy leal a nuestro equipo.
- Está bien, lo siento.- Rudy Frank era sincero.- Cometí un error al restringir sus actividades pero estoy a tiempo de corregir eso, ya estoy tomando cartas en el asunto.
- ¿Sabes? Durante un tiempo llegué a creer que Lily sería tu novia pero papá ya nos dijo a mamá y a mí que Elieth Shanks es quien va a ocupar ese lugar.- señaló Marie, oportunamente.- ¿Cuándo nos la vas a presentar? Tengo ganas de conocer a la muchacha que logró conseguir que mi hermano se enamorara.
Karl, que había destapado una de las cervezas que su padre tenía en el refrigerador para darle un buen trago, se atragantó al escuchar las palabras de Marie, tosiendo con fuerza durante unos minutos antes de responder.
- ¿Estás loca, Marie?.- el alemán estaba coloradísimo, aunque su familia no supo si era por la vergüenza o por el esfuerzo.- ¿De dónde te has sacado esa idea?
- Ya te dije, de papá.- señaló la rubia, muy sonriente.- ¿No es así, papi?
- Claro que sí, Marie.- respondió Rudy Frank.- Y no te mentí, es tu hermano el que quiere hacerse el tonto, incluso le dije ya que tu mamá quiere que invite a la señorita Shanks a comer un día de éstos.
- ¡Que Elieth no es mi novia!.- protestó Karl, avergonzado.- No vamos a continuar con esto otra vez.
- Figúrate, hasta se fueron a cenar el día del partido.- Rudy Frank le habló confidencialmente a su hija.- Solos, sin amigos ni familiares, como una pareja auténtica.
- Ya, Karl Heinz, espero que no te tardes mucho en invitarla a comer.- señaló Lorelei.- Quiero conocer a Elieth y hacerla sentir parte de la familia. Tu padre me ha dicho que es muy bonita y que es muy buena reportera, que te favorece mucho en sus artículos. Eso me da gusto, necesitas una mujer trabajadora que te valore.
- ¡Mamá, ya basta!.- Karl se llevó la mano a la frente.- ¿Cuántas veces tendré que repetirles lo mismo?
- Las veces que sean suficientes para que te convenzas a ti mismo de que tus mentiras son verdades.- señaló la señora Schneider, sin dejar de sonreír.- Si hasta yo puedo intuir que esa chica te encanta, Karl Heinz. Si quieres engañarte a ti mismo está bien pero conmigo no lo conseguirás, soy tu madre y te conozco mejor que nadie.
- ¡Madre!.- Karl volvió a enrojecer mientras su hermana y su padre se reían a carcajadas.
A pesar del troleo, Karl se sentía feliz de disfrutar de una rica comida en compañía de su familia, la que siempre había estado ahí para apoyarlo. Los periódicos decían de él muchas cosas, que era frío, que era presumido, que era muy engreído, que era seco con sus amistades y que se pasaba la noche de fiesta en fiesta pero todo esto no eran más que mentiras, lo cierto era que Karl Heinz Schneider continuaba siendo el muchacho sencillo de Hamburgo que lo que más apreciaba en el mundo era el poder convivir con su familia.
Notas:
- La Guardia Nacional Francesa fue una milicia ciudadana creada al inicio de la Revolución Francesa, en 1789, y que se mantuvo activa hasta el año de 1872.
- La madre de Karl Heinz y de Marie Schneider no tiene nombre oficial en el manga, por lo que yo le puse el de Lorelei.
- Por favor, que no tengo que explicar el chiste del nombre falso de Genzo, ¿cierto?
