Capítulo 30.
Múnich.
Karl Heinz Schneider podría haber estado distraído por haber tenido a Elieth Shanks entre sus brazos hacía pocas noches pero no al grado de no concentrarse en el reinicio de la Bundesliga. El próximo rival a vencer era el Bayer Leverkusen y se enfrentarían también al Wolfsburgo en los partidos eliminatorios de la DFB-Pokal, el equipo necesitaba que su capitán tuviera toda su concentración en el campo para que los llevara a la victoria.
Por fortuna, Stefan Levin parecía estar un poco más relajado aunque Schneider no entendía a razón de qué le vino la transformación. El sueco se enfocaba en realizar buenos disparos y pases, consiguiendo mejorar su nivel futbolístico al punto en el que estaba cuando fue contratado por el Bayern. Karl se preguntó si debía cuestionarle a Stefan cuál fue el motivo por el que transformó su actitud pero al final decidió que, si éste ya había elegido dedicarse de lleno a entrenar, Schneider no iba a molestarlo con preguntas acerca de sus conflictos existenciales. El caso es que el entrenamiento arrancó en forma, con todos sus jugadores bien dispuestos a dar lo mejor de sí.
Durante la primera pausa del adiestramiento, Lily se acercó a Karl con la intención de averiguar lo que pudiera sobre su "relación" con Hedy Lims. La mexicana estaba casi segura de que la modelo había mentido en su entrevista pero quería asegurarse antes de dar cualquier paso para ayudar a sus amigos a declarar sus sentimientos, así que aprovechó un momento en el que Karl estaba refrescándose para cuestionarle sobre la señorita Lims. Lily le contó a Schneider, a grandes rasgos, lo que había dicho Hedy sobre él en la entrevista de Voguée, sin omitir el asunto del número de teléfono privado de Karl, que supuestamente Hedy tenía porque él mismo se lo dio. De primera intención, el alemán la miró perplejo porque él estaba seguro de no saber quién demonios era Hedy Lims.
- Nunca en mi vida he hablado con esa mujer.- fue lo que dijo Karl, desconcertado.- No sé por qué dijo que le di mi número de celular.
- Bueno, eso de que nunca has hablado con ella es falso.- replicó Lily, con una sonrisa condescendiente.- Fue la modelo que los acompañó para el comercial de la cerveza Paulaner de manera que sí tuviste que intercambiar alguna palabra con ella, a menos que no hubiesen coincidido en alguna escena.
- Ésa no fue Hedy Lims sino Heidi Klum.- negó Karl, muy seguro.- No son la misma persona.
- Efectivamente no lo son pero la modelo que estuvo con ustedes fue Hedy, no Heidi.- insistió Lily, tamborileando con los dedos sobre su carpeta de notas.- ¿De veras no lo sabes o me estás tomando el pelo?
- La que me está tomando el pelo eres tú.- Karl se giró para buscar a su padre, quien estaba hablando con uno de sus asistentes.- ¡Entrenador Schneider! ¿Cómo se llama la modelo que hizo el comercial de Paulaner con nosotros?
- Hedy Lims.- respondió Rudy Frank, tras lo cual volvió a enfrascarse en sus asuntos.
- Te lo dije.- se burló Lily.- De verdad que eres malo para recordar nombres.
- Sólo los de la gente que no me interesa.- Karl se encogió de hombros.- De cualquier manera, no sé por qué esa señorita Lims anda diciendo que le di mi número de teléfono para lo que se le ofreciera si ni siquiera me acordaba de que trabajamos juntos. En todo caso se lo podría haber dado a Heidi Klum pero no a ella.
- Eres un tarado cuando quieres.- lo amonestó Lily aunque sonreía.- Pero ya me sospechaba que esa mujer mentía, no me cuadraba el asunto ya que eres muy reservado con tu vida personal y no sueles darle tu número a cualquiera.
- No la conoces en persona, ¿cierto?.- quiso saber Karl.- A Hedy Lims, me refiero. Creo que tú no estabas aquí todavía cuando grabamos ese comercial.
- Por fortuna, no.- negó la doctora.- Llegué quince días después, más o menos, por eso no podía asegurar al cien por ciento que sus palabras no fueran verdad.
- No lo son pero no entiendo por qué declaró eso.- Karl frunció el ceño mientras se recargaba contra el poste de una portería.- Mira que decir que hubo química entre nosotros, simplemente no lo entiendo, ni me acordaba de su nombre.
- No sé si eres o sólo te haces.- Lily puso los ojos en blanco.- Es bastante obvio para cualquiera el por qué está interesada en ti.
- ¿De verdad?.- Schneider la miró con sorpresa.- ¿Por qué lo está, según tú?
- Empecemos por el hecho de que eres atractivo, joven y talentoso.- ella se encogió de hombros.- Y sigamos con que esa habilidad tuya te ha catapultado a la cima; con todo lo anterior, es seguro que la mitad de las chicas de Alemania suspiran por ti y darían lo que fuera por pasar una noche contigo.
- ¿No crees que estás exagerando?.- Karl se ruborizó.- No puedo ni conseguir que la mujer de la que estoy enamorado acepte salir conmigo sin armarme una guerra en el proceso, dudo mucho que la mitad de las féminas del país quieran acostarse conmigo.
- Eso es porque te fijaste en una que no es alemana, por no mencionar que es la más terca de todas.- suspiró Lily.- El caso es, Schneider, que tienes muchas cualidades por las cuales la mayoría de las mujeres suspiran, siendo Hedy Lims una de éstas. Ella quiere estar contigo ya sea porque le gustas físicamente o por tu fama.
- La cuestión es precisamente ésa.- el alemán perdió la vergüenza.- Que no sé si es la fama o el físico lo que quiere de mí y, si me lo preguntas, ambas cosas son pasajeras, no sé si me interesaría estar con una mujer que sólo me quiera por mi físico o por mi popularidad.
- ¿Sabes? Mientras más te conozco más me desconciertas.- confesó Lily, asombrada.- Siempre se ha dicho de ti que eres un casanova y que te acostarías con toda la población femenina de Europa si pudieras y muchas veces tus actitudes tan secas me hacían pensar que los rumores eran ciertos, pero ahora que te conozco en persona pues, no sé, Schneider, como que estás echando por tierra la impresión que tenía de ti.
- Bien, eso te enseñará a no creer en todo lo que se dice de mí.- Karl soltó una carcajada.- No soy del tipo casanova, ya lo has visto, y como bien has dicho, mi comportamiento tan seco ha hecho pensar que soy frívolo pero más bien es que me dedico por completo al fútbol en vez de andar pregonando mi vida personal. El problema es que gracias a eso la gente cree cosas que no son ciertas.
- Supongo.- Lily volvió a sonreír.- Pero por algo me agradas, porque no eres un imbécil que quiere conquistar a la primera que se le pone en frente, así que voy a ayudarte con mi mejor amiga. Ella también leyó ese reportaje y no le cayó en gracia, de ahí que yo necesitara saber si era cierto o no antes de intentar convencerla de que no los odie tanto, a la Lims y a ti.
- ¿Elieth lo leyó?.- Karl enarcó las cejas.- ¿Qué dijo al respecto?
- Como te dije, no le gustó.- Lily movió la cabeza en un gesto negativo.- Cree que te interesa Hedy. Y dice que le da igual con quién salgas pero es evidente que no es así. Ah, y volvió a creer que sólo te interesan las modelos y actrices.
- Si dices que no le gustó el asunto, eso significa entonces que… ¿Se puso celosa?.- Schneider esbozó una sonrisa de satisfacción.
- Oh, ¿en serio ésa es la conclusión que vas a sacar en base a todo lo que te dije?.- ella le dio un leve golpe en el brazo.
- Qué quieres, fue lo que más llamó mi atención.- Karl tuvo la decencia de avergonzarse.- Ya te lo he dicho, lo que declaró la señorita Lims es falso, no le he pasado mi número de teléfono y si intercambié tres frases con ella cuando grabamos el comercial fue mucho. Si está interesada en mí me importa muy poco, para mí ella no es importante.
- Por eso quería hablar contigo y aclarar el asunto antes de tratar de convencer a Eli de que Hedy Lims está mintiendo.- suspiró Lily.- No va a ser fácil, ¿sabes? Se cierra a cualquier posibilidad lógica cuando se trata de ti, eso significa que siente algo muy fuerte por ti.
- Me da mucho gusto saber eso.- Schneider esbozó un gesto de complacencia.- De verdad, agradezco que estés haciendo esto por mí.
- Oh, no lo hago por ti sino por ella.- replicó Lily aunque sonreía también.- Creo que quizás te has ganado el derecho a hacerla feliz.
- ¿Quizás? Oye, por soportar todos sus desplantes bien me podría dar una medalla el gobierno francés.- protestó Karl y echó a reír.
En ese momento llegaron Marie y Gretel y la atención de los jóvenes se centró en ellas; mientras Gretel, feliz de la vida, se tomaba fotos al lado de Schneider, Sho, Levin y compañía (seamos sinceros, a nadie le importa lo que ocurra con los demás), Marie se acercó a saludar a Lily, a quien conocía desde hacía tiempo pero a la que rara vez podía ver. Marie quiso saber si Lily podría presentarle a Elieth, deseaba conocerla e intentar ser su amiga, petición que Lily aceptó siempre y cuando Marie prometiera no presionar a Elieth para que aceptara sus sentimientos por Karl.
- Mi amiga es una buena chica pero es bastante mula, le gusta llevar la contraria así que podrías echar a perder el asunto si la llamas "cuñada" apenas la veas.- explicó Lily, poniendo cara de disculpa.- Hay que tratarla con pinzas y manejar la cuestión con delicadeza para no echarla a perder.
- Ya veo.- Marie sonrió, divertida.- Entonces ella sí el tipo de chica que puede poner en su lugar a mi hermano.
- Oh, ten por seguro que lo es.- Lily rio con ella.
- Me da gusto, ya hace falta que alguien le haga ver a Karl que hay vida más allá del fútbol.- suspiró Marie, satisfecha.
En ese momento apareció Leonardo, aún sin camisa y con la confianza de quien se siente dueño del lugar; Marie de inmediato desvió su atención hacia él, sin poder evitarlo, y muy seguramente que Gretel también lo habría hecho de no ser porque estaba colgada del brazo de un desconcertado Levin. A Marie se le puso el rostro de mil colores por volver a ver al semidesnudo joven y rogó que ni su padre ni su hermano notaran su turbación. ¡Vaya momento tan más inoportuno para que el mexicano apareciera nuevamente! Marie casi podría jurar que él las había seguido, a Gretel y a ella, después de terminar la labor que había estado realizando cuando ellas lo encontraron. Junto a Marie, Lily soltó una exclamación de fastidio y se dirigió con rapidez hacia el muchacho.
- ¿Pero qué carajos crees que estás haciendo?.- le recriminó ella, en español.- ¡Usa una camiseta, por todos los cielos, no estás en un table dance!
- Sudo demasiado y me tengo que cambiar de playera al menos tres veces al día, es un fastidio.- replicó Leonardo, en el mismo idioma.- Mejor me la quito, es más fácil.
- ¡Pero ten algo de decencia, caramba!.- protestó Lily, ya en alemán.- Al menos cuando estés delante del entrenador.
- Para llevar tantos años viviendo en un país tan liberal, eres muy mojigata, hermanita.- Leonardo se encogió de hombros, cambiando de idioma al ritmo en el que lo hacía ella.- Me la pondré cuando regrese al sitio en donde la dejé.
- No será necesario.- Karl apareció y le lanzó una camiseta.- Ponte ésta y, como dijo la doctora, procura no andar semidesnudo por aquí.
- Como usted diga, Emperador.- replicó el mexicano, sin saber que su hermana le había dicho una frase similar a Schneider cuando recién lo acababa de conocer.
Karl regresó entonces a donde se encontraba su padre mientras Leonardo se ponía la playera. Marie aprovechó el momento para acercarse con sutileza a Lily, tratando de no llamar demasiado la atención; la joven alemana necesitó de mucha de su fuerza de voluntad para que la voz no le temblara cuando se dirigió a la doctora.
- Lily, dime una cosa: ¿Conoces a este muchacho?.- cuestionó Marie, en voz tan baja que Lily tuvo qué acercarse a ella para escucharla.
- Sí, es mi hermano.- asintió la médica, un tanto extrañada.-
- ¿Tú hermano?.- se asombró la chica.- No sabía que vivía en Alemania.
- Tiene poco de haber llegado.- suspiró la doctora.- ¿Por qué lo preguntas?
- Ehm, mera curiosidad.- replicó Marie aunque sintió que su rubor la delató.
- Hola, otra vez, fräulein.- Leonardo, tras acabar de vestirse, se dirigió directamente a Marie.- No esperaba volver a verte tan pronto.
- Es raro, considerando que ya sabías que estábamos aquí.- Marie soltó una risita nerviosa.
- ¿Ustedes se conocen?.- Lily los miró a ambos y enarcó una ceja.
- Me echó una mano en la Estación de Trenes el día en el que llegué a Múnich.- explicó Leonardo.- No sabía cómo usar el U-Bahn y ella me ayudó aunque desgraciadamente no tuve tiempo de averiguar su nombre.
- ¿No sabías cómo usar el U-Bahn?.- cuestionó Lily, con suspicacia.- Pues sí que aprendiste a hacerlo rápido porque he visto que te desenvuelves bien en él.
- ¿Me la vas a presentar o no?.- Leonardo desvió el tema.- Bueno, qué digo, no necesito que lo hagas por mí. Soy Leonardo Del Valle, mucho gusto.
- Marie Schneider.- contestó la otra, tomando la mano que el mexicano le tendió.- También es un gusto para mí.
- ¿Schneider?.- exclamó Leonardo, desconcertado.- No me digas que eres pariente de los Schneider de aquí.
- Lo soy.- asintió Marie.- El entrenador es mi papá y Karl Heinz es mi hermano.
- ¿De verdad?.- el muchacho abrió mucho los ojos.- Wow, no puedo creerlo…
- ¿Por qué no?.- rió Marie.- Te dije que mi papá y mi hermano trabajan aquí.
- Sí pero se te olvidó decirme el pequeño detalle de que ellos son el entrenador y el goleador del equipo.- replicó Leonardo, desconcertado.
- Pues ahora ya lo sabes.- Marie jugueteaba con un mechón de su pelo.- No creo que eso te afecte realmente, ¿o sí?
Y de repente Lily se dio cuenta de que había quedado fuera de la conversación en cuestión de segundos, tanto Leonardo como Marie ignoraban completamente su presencia y hablaban como si los dos estuvieran solos en una casa de citas. La doctora estaba francamente confusa porque no tenía idea de que ellos se hubiesen visto antes pero sobre todo le asombraba darse cuenta de que… ¡Parecía haber atracción física entre ambos! Ay, que debía ser una broma, seguramente que a Karl no iba a causarle mucha gracia el asunto.
- Marie, ¿qué estás haciendo?.- hablando del rey de Roma, o mejor dicho, del Emperador de Alemania, Karl se acercó a los jóvenes al notar que su hermana se había alejado de los demás.
- ¡Oh! Lo siento, hermanito, me distraje un poco.- Marie se ruborizó.- ¿Ya acabaron de tomarse fotos con Gretel?
- Perdón, yo soy el responsable de que ella se haya alejado, sólo quería saludarla y volver a agradecerle por la ayuda que me prestó hace algunos días.- intervino Leonardo.- No sabía que es pariente tuya.
- Y yo no sabía que ella te había ayudado.- Karl se cruzó de brazos.- ¿Cuándo lo hiciste, Marie?
La chica volvió a explicar el asunto del U-Bahn, asegurándole a Karl que ella no sabía en ese entonces que Leonardo era hermano de Lily ya que, de haberlo sabido, le habría hablado a él para que lo ayudara a contactarla. Schneider hubiera podido conformarse con la explicación de no ser porque notó la reacción de hermana y frunció el ceño porque nunca había visto a Marie tan nerviosa. Instintivamente se giró para mirar a Lily y ella puso cara de disculpas, como si estuviera excusándose por el comportamiento de su hermano.
- Bien, si ya acabaste de agradecer y de vestirte, regresa a trabajar entonces, Del Valle.- ordenó Karl.- Y te hablo a ti, Leonardo Del Valle, no vayas a evadirte diciendo que creíste que le hablaba a tu hermana.
- Mira qué bien te conoce y eso que acabas de llegar, Leo.- susurró Lily, reprimiendo una sonrisa.
- Lo haré, no hay problema, sólo quiero ver si el entrenador necesita algo.- aceptó Leonardo, alzando las manos en un gesto conciliador, en un aspaviento que también solía hacer su hermana en situaciones similares.
- No necesita nada por el momento y si lo llegara a requerir se te mandaría a llamar.- contestó Karl, sin cambiar su actitud.- Y que sea la última vez que andas sin camisa por el campo.
- Sí, señor.- aceptó Leonardo, sin rechistar.
- Ya le dije yo que, aunque sude, no debe de andarse desvistiendo en cualquier parte.- intervino Lily, rápidamente.- No seas tan rudo con él.
- Mejor regreso a lo que estaba haciendo.- el mexicano señaló con el pulgar hacia un punto lejano para después dirigirse a Marie.- Fue un placer volver a verte, Marie. Si puedo ayudarte en algo, ya cuentas con mi número de teléfono, no dudes en hablarme.
Leonardo le guiñó el ojo y Marie le contestó con una risa coqueta que hizo que Lily respingara y que Karl endureciera aún más sus facciones. "Ahora es seguro que me voy a quedar sin hermano", pensó la doctora. "No puedes ser tan estúpido como para haberte fijado en la hija menor del entrenador, ¿o sí, Leo? ¡Ella es la hermana del Káiser, caramba! ¡Y es mucho menor que tú! Habiendo tantas alemanas en Múnich, tenías que fijarte precisamente en ésta…". Schneider, por su parte, estuvo a punto de armarle bronca al mexicano pero éste, presintiendo que quizás había cruzado el límite, se marchó a paso veloz sin esperar respuesta.
- ¿Cómo es que tienes el número de ese tipo, Marie?.- preguntó Karl, volteando a ver a su hermana.- ¿Cuándo te lo pasó?
- No me lo ha dado, que yo recuerde.- Marie musitó, nerviosa.- Es la tercera vez que lo veo y apenas acabo de saber su nombre aunque… ¡Oh!
La chica recordó el asunto del billete de cinco euros y se echó a reír a carcajadas de una forma muy complaciente, para desconcierto de los otros dos que la miraron sin comprender. Marie sintió una especie de satisfacción personal al descubrir que el mexicano sí había intentado ligar con ella aunque se cuidaría de hacérselo saber a Karl.
- Lo siento.- se disculpó Marie.- Es que recordé que me anotó su nombre y su número en un billete de cinco euros cuando lo ayudé en la Estación de Trenes. No le presté atención porque no creí que fueran su nombre y teléfono reales, además de que no voy a estarle llamando a un desconocido, obviamente.
- Hiciste bien en no hablarle y más te vale que así siga.- reconvino Karl, molesto.- No tienes por qué estarle pidiendo ayuda a ese tipo.
- Oye, que ese tipo es mi hermano y sólo quería ser cortés.- terció Lily, dolida.- No hables de él como si fuera un criminal.
- Me disculpo si eso te ofendió pero voy a preguntarte algo y quiero que seas sincera.- contestó Schneider.- ¿Realmente crees que tu hermano no usó ese truco para querer ligar con mi hermana?
- No dije eso.- admitió Lily, avergonzada.- Pero en su defensa puedo decir que él no sabía en ese entonces que ella es tu hermana.
- Oigan, que sigo aquí y los puedo escuchar.- gruñó Marie, enojada también.- Karl, deja de comportarte como un hermano celoso, que él sólo quería darme las gracias, ¿está bien? Y no te preocupes que no le pienso llamar.
- Muy bien.- Karl pareció relajarse aunque sólo un poco.- Espero que ya te hayas desecho de ese billete.
- Se lo voy a dar a Gretel.- aclaró Marie.- A ella le gustó Leonardo.
- Eh, ¿hay alguien que no le guste a Gretel?.- cuestionó Lily, condescendiente.- Se ha colgado del brazo de la mitad de los jugadores.
Karl no pudo evitarlo y soltó una carcajada, relajándose un poco. Aun así, se dijo que debía mantener vigilado a Leonardo Del Valle y evitar que anduviera cerca cuando Marie fuese a Säbener Straße, no le agradó que él le hubiese coqueteado a ella cuando se vieron por primera vez, sin importar que Leonardo no supiera que Marie era hermana del Káiser. De cualquier manera, era momento de dejar el asunto por la paz y volver al entrenamiento ya que el descanso estaba a punto de terminar, ya después Karl se aseguraría de que Marie se deshiciera de ese billete de cinco euros.
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Atardecía cuando Stefan Levin llegaba al Hospital Universitario de Múnich, sin saber qué se iba a encontrar ahí; había escogido ir ese día porque el turno de Débora no se interponía con su entrenamiento. Él bien podía haberle pedido a Lily que lo ayudara concertándole una cita con su amiga pero Levin creía que Lily estaba decepcionada de él por su comportamiento, lo cual no era para menos, y prefirió no molestarla. Además, el sueco no sabía qué reacción tendría Débora ante su declaración, quizás ella lo hubiese olvidado ya gracias al médico francés y Stefan quería guardarse para sí mismo su rechazo. Así pues, tras mucho pensarlo, Levin llegó a la conclusión de que lo mejor sería atacar directo en el hospital.
Una vez ahí, se dirigió directamente al área de ginecología y preguntó por la doctora Cortés. La recepcionista le informó que la médica estaba ocupada pero que podía esperarla, si lo deseaba, ya que su turno estaba por terminar. Levin tomó asiento en una de las sillas de plástico y notó que estaba rodeado por familiares, en su mayoría hombres, que esperaban información sobre sus esposas. El joven se felicitó a sí mismo por rechazar la idea de llevar flores para Deb pues se habría confundido con los esposos que llevaban ramilletes para las mujeres que los habían convertido en padres, además de que se habría visto excesivamente falso y patético presentarse con un ramo de disculpa. El tiempo pasó, la recepcionista del turno se marchó y Débora no apareció; un tanto incómodo, Stefan se acercó nuevamente con la idea de hablar con la nueva recepcionista pero encontró a una enfermera joven en su lugar, quien le dijo que la doctora Cortés estaba en una cirugía importante y que tardaría en salir.
- Pero si gusta puedo hacerle llegar un recado, si es urgente.- señaló la enfermera, solícita.
- No estoy muy seguro.- titubeó Levin.- No quiero molestarla si está trabajando.
- Oh, no hay problema, se lo puedo hacer llegar entonces cuando salga.- replicó la mujer.- Así no estará usted esperándola tanto rato.
- No, está bien.- negó Stefan tras considerar que lo peor que podría hacer sería avisarle a Deb que estaba ahí.- La esperaré.
- Como usted guste.- asintió la enfermera.- Si lo desea, puedo avisarle cuando la doctora salga.
- ¿Sucede algo, Hope?.- en ese momento, para su mala suerte, el doctor Lacoste hizo acto de presencia.
- No, doctor Jean, este joven tan guapo me preguntaba por la doctora Débora.- explicó la enfermera Hope.- Le ofrecí pasarle un recado ya que la doctora va a tardar pero no quiso.
- Ah, ya veo.- la expresión de afabilidad del doctor Lacoste cambió cuando vio de quién se trataba.- Yo me encargo, Hope.
- Como diga, doctor.- Hope se levantó y desapareció detrás de la puerta que conducía al área de tococirugía.
Levin se preguntó qué carajos estaría haciendo Jean Lacoste en el área de ginecología y obstetricia, que no era su especialidad, y por qué tenía que habérselo topado en ese preciso momento. Casi parecía que el hombre tenía radar, siempre aparecía en el momento justo para interponerse en donde no debía.
- No quiero armar un escándalo pero no creo que sea buena idea que estés aquí.- Jean se llevó a Stefan a un lugar apartado.- Deja a Deb en paz, por favor.
- No pienso lastimarla.- replicó Levin, duro.- Precisamente quiero hablar con ella para aclarar nuestra situación.
- ¿No crees que es un poco tarde para eso, amigo?.- cuestionó Jean, con frialdad.- Después de todo lo que la hiciste sufrir, ¿qué más deseas? ¿Qué se corte las venas por ti?
- Por supuesto que no.- a Stefan le desagradó la actitud de Jean pero se contuvo.- Quiero hablar con ella y decirle que he sido un completo imbécil.
- Pues no necesita hablar contigo para saberlo, eso le ha quedado bastante claro desde el momento en el que decidió salir contigo.- replicó Jean.- ¿Sólo quieres disculparte? Yo le diré que viniste a pedirle perdón y asunto solucionado.
De inicio, Levin estuvo a punto de darle un puñetazo a Jean y decirle que dejara de inmiscuirse en donde no lo llamaban. Ganas no le faltaban, el francés estaba sacándolo de quicio con su actitud petulante. Sin embargo, el sueco pronto llegó a considerar que quizás su mejor opción sería ser sincero con él, quizás si Stefan confesaba la verdad de por qué estaba ahí, el médico estaría dispuesto a ayudarlo. Levin no estaba seguro de si funcionaría o no pero al menos podría intentarlo. ¿Qué podría perder?
- Mira, seré sincero contigo, ¿de acuerdo?.- fue lo que dijo Stefan tras respirar profundo.- Quiero hablar con Débora no sólo para decirle que lo siento sino también para hacerle saber que al fin tengo en claro mis sentimientos por ella.
- ¿Ah, sí?.- Jean enarcó ambas cejas, con asombro.- ¿De verdad tenías sentimientos por ella?
- Los tengo.- admitió Levin, dando un paso en falso.- Es precisamente lo que quiero decirle, que al fin he admitido que me enamoré de ella. Sé que no me lo merezco pero estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para hacérselo saber y pedirle que me dé otra oportunidad, incluso solicitarle a uno de sus más allegados amigos que me ayude a conseguirlo. Estoy consciente de que quizás tú estás saliendo con ella pero si lo de ustedes no es algo serio, te pido como hombre que me permitas intentar recuperarla. Mira a qué extremo de desesperanza he llegado que estoy confesándote algo que hasta hace un par de días no lo sabía ni yo.
La respuesta que dio Jean no era la que Levin esperaba. El médico francés abrió mucho los ojos y enmudeció al escuchar la confesión del futbolista. Durante unos minutos Jean estuvo considerando qué debía hacer, cierto era que le había dicho a Débora que la ayudaría a darle celos a Stefan Levin, artimaña que al parecer había funcionado pues éste había reconocido al fin que sí amaba a la chica pero…
Había un gran y enorme pero para Jean Lacoste… Para él, esa declaración llegaba demasiado tarde…
- Así que al final te has animado a reconocértelo a ti mismo.- Jean esbozó una sonrisa enigmática.- Te costó trabajo, ¿eh? Pero lo lograste. Bien por ti.
- ¿Eso significa que vas a ayudarme?.- quiso saber Stefan, presintiendo que el asunto no iba a salir como lo esperaba.
- No.- negó el doctor Lacoste, frío y serio.- La verdad es que no te voy a ayudar. Ya que fuiste sincero conmigo al menos te mereces que yo lo sea contigo, de forma que te diré que al principio estaba con Deb para fastidiarte a ti. Quiero decir, ella lo sabía pero reconozco que nunca estuvo muy de acuerdo con que te diéramos celos aunque para mí era divertido hacerte rabiar. Sin embargo, en el proceso de salir con ella para fastidiarte acabé por darme cuenta de que Débora es una chica especial y he decidido que la quiero para mí.
- ¿Estás jodiéndome?.- soltó Levin, enojado.- ¿Me estás diciendo que a ese grado llega tu deseo de fastidiarme?
- No, te estoy diciendo que yo también me he enamorado de Deb así que no te pienso dejar el camino libre.- lo corrigió el francés.- ¿Quieres acercarte a ella? Te va a costar el doble de esfuerzo porque me encargaré de quitarte del camino a como dé lugar aunque, a como están las cosas, no creo que me cueste mucho trabajo hacerlo.
- De acuerdo, si eso es lo que quieres.- Levin lo miró retadoramente.- Que así sea. No creas que me voy a amedrentar por ti o por cualquier otro, sea quien sea.
- Muy bien pero que te quede claro que esto será una guerra sucia.- Jean sonrió con autosuficiencia.- Lo cual es malo para ti porque yo te llevo ventaja en muchas cosas.
Antes de que Stefan pudiera preguntar de qué estaba hablando el otro, Jean se dirigió a un guardia de seguridad y le pidió que sacara al sueco debido a que éste, por ser famoso, podía causar un caos en el hospital. Levin intentó defenderse pero aprendió de la forma más difícil que un médico en un hospital tiene más poder que cualquier gobernante o celebridad, así que acabó en la calle con una amenaza de ser detenido si insistía en "perturbar la paz del hospital". Sintiéndose derrotado, Levin se mantuvo en las cercanías del nosocomio a la espera de que Débora saliera aunque mucho sospechaba que el doctor Jean se encargaría de sabotearle este último recurso.
Mucho rato después, cuando al fin Débora salió de su complicada cirugía, Hope se acercó para decirle que un joven rubio y guapo había estado preguntando por ella y que parecía estar muy interesado en hablarle. Cuando la doctora quiso saber más al respecto, la enfermera le comunicó que el doctor Lacoste se había encargado de hablar con dicho joven y que muy probablemente él le daría la información que deseaba. Sin embargo, cuando Débora cuestionó a Jean, éste se limitó a restarle importancia al asunto.
- Era un vendedor de seguros médicos, ma chérie.- le respondió el joven galeno.- Lo despeché de inmediato porque su plan me pareció fraudulento.
- Ya veo.- aceptó Deb, muy extrañada aunque no hizo más preguntas al respecto.
Durante un momento, la chica llegó a creer que quizás el joven rubio y atractivo era Stefan pero después se regañó por ser tan ingenua. Por supuesto que no era Levin, él ya había dejado en claro que no estaba interesado en ella.
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Hamburgo.
Genzo Wakabayashi deseó que su novia nunca se enterara del percance que tuvo con Ëkdal en el entrenamiento; de hecho, era muy poco probable que ella lo hubiese sabido a menos que el mismo Ëkdal se lo hubiera dicho, de manera que Wakabayashi no consideró molestarla con asuntos que él consideraba que no tenían importancia. No esperaba, por supuesto, que el cuento llegase a oídos de Blind ni que distorsionaran tanto la cuestión al grado de hacer creer que Lily también había estado coqueteando con Ëkdal. Esta sugerencia molestó a Genzo casi tanto como las insolentes declaraciones del noruego pero se dijo que tendría que mantener la calma para evitar un lío mayor. Además, ¿cómo demonios se había enterado Blind de lo sucedido? Era seguro que sus reporteros asistían a los entrenamientos para ver qué nueva información podían conseguir y deformarla para obtener una noticia potencialmente viral.
No llevaba mucho tiempo en línea cuando Lily se conectó; tras un intercambio breve de palabras, ambos activaron la webcam para hablar. Él se dio cuenta de que ella lucía enojada y no creía que fuese por el artículo sino más bien por el hecho de que Genzo había ocultado su riña con Ëkdal.
- Antes de volverme loca y gritarte como te mereces, Wakabayashi, quisiera que me dijeras si lo que publicó Blind es verdad.- empezó Lily, con dureza.- ¿Te agarraste a golpes con Alder Ëkdal o no?
- Estás enojada conmigo.- respondió Genzo, evadiendo la pregunta.- Lo sé porque has vuelto a llamarme por mi apellido, Yuri.
- Vaya que eres perspicaz.- Lily hizo un mohín de disgusto.- Y dado que esquivaste mi pregunta, concluyo que es verdad. ¿Qué carajos pasó, Wakabayashi? ¿Vas a decírmelo o tendré que preguntárselo directamente a Ëkdal?
- No lo digas ni en broma.- Genzo frunció el ceño.- ¿Quieres saber por qué lo golpeé? Porque el infeliz admitió que le gustas y que quiere acostarse contigo. Me habrás de disculpar, Yuri, pero cualquier hombre que se respete no va a permitir que un imbécil hable así de su novia sin estrellarle el puño en la cara.
- ¿Eso te dijo?.- Lily parpadeó, perpleja.- ¿Por qué? ¿O sea, qué? ¿Así directamente te lo confesó? ¿No lo habrás malinterpretado?
- No, no lo malinterpreté, lo dijo muy claramente.- aseguró Wakabayashi, golpeando con el puño la mesa sobre la que estaba su computadora.- ¿Qué esperabas que hiciera ante eso? ¿Qué le deseara buena suerte y me diera la media vuelta?
- Ah, pues no, claro que no pero… .- Lily se exasperó también.- ¿Qué carajos le pasa a ese estúpido? ¿Cree que por ser futbolista puede andar por ahí diciendo que va a acostarse con la que quiera, sin saber si esa chica quiere con él? ¡Me lo hubieras dicho antes, caramba! Ahora creo que fuiste muy blando, debiste de haberle tirado todos los dientes.
- ¿Ahora me entiendes?.- a pesar de todo, a Genzo le entraron ganas de reírse debido a la reacción de su novia.- Lo único que hice mal fue no decírtelo pero de ahí en más no me arrepiento de haberlo golpeado.
- Lo siento, Gen.- Lily se puso repentinamente seria.- Debí de haber notado que las intenciones de Ëkdal no eran buenas. Quiero decir, sí sentí que pretendía otra cosa conmigo pero creí que haciéndome la tonta se daría cuenta de que no me interesa.
- A veces, Yuri, eres demasiado desconfiada con la gente que no conoces y en otras ocasiones simplemente eres más ingenua que una niña de cinco años.- Wakabayashi esbozó una media sonrisa.- Pero no tienes por qué excusarte, no ha sido culpa tuya sino de él. O mía en todo caso, por no haberle puesto un alto desde la primera vez que sospeché que traía algo entre manos contigo.
- Ah, no, si no vas a dejar que yo me sienta miserable, tú tampoco puedes sentirte miserable.- protestó Lily.- Aunque si te pones a pensarlo, es ridículo que nos sintamos mal los dos por algo que no hicimos, mejor dejémosle la culpa de esta porquería al verdadero culpable.
- Eso puedo aceptarlo.- admitió Genzo, sonriendo en esta ocasión con más confianza.- De lo que sí debo disculparme es de no haberte dicho lo que ocurrió pero no es la clase de cosas que los hombres andamos contándole a nuestras novias.
- Supongo que no.- reconoció Lily, pensativa.- ¿Te fue muy mal con el entrenador por esa pelea?
- Las cosas han andado mal con Zeeman desde hace mucho, Yuri, y lo sabes.- contestó Wakabayashi, evadiendo una respuesta directa.- Y nunca fue por culpa tuya. Al menos en eso sí tuvo razón Blind, en que no soy yo quien manda en el Hamburgo. Dime una cosa: ¿Has tenido problemas en el Bayern por este nuevo escándalo?
- No.- Lily se veía aliviada.- El entrenador Schneider se ha dado cuenta de que soy confiable y ha decidido no hacer caso de lo que publique Blind. De hecho, ni siquiera me ha preguntado algo al respecto, al fin va a dejar de meterse en mi vida privada. Es un buen hombre, a pesar de todo.
- Me da gusto saberlo.- Wakabayashi suspiró.- Al menos uno de los dos salió bien librado de este asunto.
- O sea que las cosas sí andaban bastante mal allá.- Lily se enredó nerviosamente un mechón de cabello en el dedo.- ¿Qué tanto?
- Mucho.- reconoció Genzo, grave.
Él le confesó sus más profundos temores y ella lo escuchó con atención, tratando de dar alguna sugerencia que pudiera servirle aunque ambos habían coincidido en que la situación con Zeeman había pasado el punto crítico desde hacía mucho y, tal y como lo había dicho Genzo, no tenía nada qué ver con la pelea entre éste y Ëkdal, simplemente que Zeeman y Wakabayashi ya no eran compatibles y tanto el guardameta como la doctora sabían qué solía suceder con los futbolistas que tenían pleito declarado con el entrenador, la historia del sóccer ya lo había dejado muy en claro. La cuestión era tan severa que Genzo estaba considerando tener un plan de reserva, sólo por si las dudas.
- De cualquier manera no hay mucho por hacer, aún no se ha tomado una decisión que parezca ser definitiva.- concluyó Genzo.- Voy a esperar cómo se desenvuelven las cosas ahora que reinicie la Bundesliga.
- Supongo que es lo mejor.- Lily suspiró.- Más te vale que mantengas tu portería imbatible contra el Borussia Mönchengladbach, seguro que eso calmará a tu entrenador.
- Por supuesto que lo haré, ni siquiera deberías de ponerlo en duda.- Genzo sonrió, confiadamente.- Cambiando el tema, el otro día hablé con Kaltz acerca de su reportaje personalizado de Blind.
- El hecho de que ese periodicucho le esté dedicando un artículo a cada uno de nosotros es una muestra de la mierda que es.- replicó Lily, molesta.- ¿Qué te dijo Kaltz al respecto?
- Quiere saber si puede hablar contigo ya que tu amiga se ha negado a contestar sus llamadas.- Wakabayashi torció la boca en un gesto agrio.- Le he dicho que no tengo inconveniente en que te contacte pero la decisión final es tuya.
- Hmmmm, siéndote honesta, no he vuelto a hablar con Babs sobre el artículo, quienes se han estado encargando de ella son Nela y Elieth, yo he estado demasiado ocupada con los entrenamientos del Bayern y con… otras cosas.- Lily estuvo a punto de revelar el secreto de Karl pero se detuvo a tiempo.- Creo que antes de hablar con Kaltz primero debería de hacerlo con Bárbara.
- Se lo haré saber.- respondió Genzo.- Pero si estás muy ocupada no es necesario que te preocupes por encontrar un tiempo libre para hablar con Kaltz, de cualquier modo ese problema deben resolverlo Bárbara y él.
- Estoy de acuerdo.- asintió Lily.- Aunque de cualquier manera veré de qué forma puedo ayudar.
La plática se desvió después hacia otros temas y, tras mucho rato, decidieron despedirse para continuar con sus respectivos pendientes. Genzo le confesó a Lily que la echaba de menos y que le hacía falta en esos momentos tan tensos, a lo que Lily respondió, entre risas avergonzadas, que eso se debía a que él buscaba un desahogo sexual para sus pesares, cuestión que Wakabayashi no negó. Tendrían que esperar un poco, sin embargo, para poder realizar ese deseo así que tuvieron que conformarse por el momento con palabras cariñosas y frases de apoyo. Antes de cortar comunicación, Lily le lanzó un beso coqueto a Genzo y éste se dijo que, sin importar las consecuencias, bien había valido la pena defenderla.
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Múnich.
… De verdad lo siento. Sé que no es ésta la mejor manera de hablar pero no he podido comunicarme contigo por más que lo he intentado…
Yo… yo sólo quiero decirte que no creo que seas una oportunista… vamos, que ni siquiera somos pareja como para que pudiera pensar algo así de ti… me gusta hablar contigo, me gusta el tiempo que pasamos juntos y no quiero perderte… digo, no quiero perder tu amistad por el comentario malintencionado de un desgraciado infeliz que no soporta vernos felices, un imbécil que no tolera que tengamos una amistad tan sincera y que ni siquiera nos conoce en persona… eres una chica hermosa y te mereces lo mejor, y quizás yo no lo sea pero a pesar de eso no puedo evitar el querer estar cerca de ti porque me haces sentir bien conmigo mismo, me haces creer que contigo, todo es posible…
Las lágrimas comenzaron a escurrir de sus ojos y no pudo continuar leyendo. Bárbara cerró de un golpe su computadora personal y tomó un pañuelo desechable para limpiarse los ojos y la nariz, que habían vuelto a gotear por culpa de ese correo electrónico. ¿Por qué tenía que ser Kaltz tan dulce? ¿Por qué no podía simplemente entender que necesitaba que la dejaran en paz por un rato para saber qué hacer? Ella había estado rechazando las llamadas del joven a propósito, no porque no quisiera hablar con él sino porque le daba vergüenza enfrentarlo, ni la misma Bárbara podía definir muy bien por qué. A pesar de los consejos que Genzo Wakabayashi le dio, la pelirroja no pudo encontrar el valor de hablar directamente con Kaltz para aclarar el asunto, quizás porque sintió que éste ya había sufrido lo suficiente por su culpa y no quería empeorarlo.
A últimas fechas, los comentarios crueles hacia Bárbara habían disminuido pero, por efecto opuesto, aumentaron los dirigidos a él gracias a alguna razón inexplicable. La gente se metía con Kaltz y le exigían que dejara a Bárbara en paz porque ninguna chica debía sufrir acoso por su culpa, lo acusaban de ser él quien hostigaba a Bárbara con una amistad que ella no deseaba y de no darle derecho a opinar si quería estar a su lado o no. Bárbara comenzó a sentir que el rumor estaba distorsionándose a un punto en el que, sin importar lo que hiciera para tratar de impedirlo, el resultado final apuntaba a que Kaltz sería el que quedaría peor parado de los dos. La única solución que se le ocurrió a la joven para disminuir el impacto fue dejar de tener contacto con él, de ahí que no supiera qué hacer con el correo que recibió de Kaltz.
- De verdad que yo también me siento bien estando contigo.- musitó Bárbara, acongojada.- Y yo también quiero estar cerca de ti…
Los días pasaron y Kaltz, quien había mandado el correo esperando que Bárbara le contestara de manera inmediata, comenzó a perder la esperanza cuando a su cuenta no llegó la respuesta que tanto anhelada. Pronto él comenzaría a pensar que, al final de cuentas, era cierto que ella no quería estar con él.
"Porque en la vida real, el feo nunca se queda con la chica hermosa…".
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Tras acabar de platicar con Genzo, Lily salió de su habitación para buscar a Elieth pues ése era un buen momento para hablar con ella sobre Karl, así evitaría que otra vez alguien se le adelantara y complicara la situación todavía más. La encontró en la sala, trabajando en su próximo artículo, con varias fotografías reveladas alrededor suyo. Las imágenes eran magníficas y en su mayoría mostraban los tiros hechos por Schneider aunque había algunas cuantas de Sho y de Levin. Sin duda, los fans del Bayern Múnich querían ver escenas de los tres jóvenes ases y por eso era que los periódicos deportivos se enfocaban más en ellos a últimas fechas.
- ¿Estás muy ocupada, Gatita?.- preguntó Lily, parándose a media sala.
- No mucho, estaba por tomarme un descanso.- respondió Elieth, quien llevaba el rizado cabello recogido en un chongo.- ¿Qué pasó?
- Quería hablar contigo.- dijo Lily, trenzándose su propio cabello.- Pero si estás ocupada regreso después.
- ¿Sobre Genzo?.- aventuró la rubia.- ¿Qué te dijo con respecto a Ëkdal?
Lily, a grandes rasgos, le contó a su mejor amiga la razón por la que Genzo había decidido golpear al noruego, incluyendo el hecho de que éste había declarado sentir interés por Lily a pesar de que ella nunca había demostrado que ese interés fuese correspondido. Cuando supo el motivo por el cual Ëkdal se había fijado en Lily, Elieth, indignada, declaró que Wakabayashi se había quedado corto con los golpes porque Ëkdal se merecía que le dieran una buena patada en sus partes nobles, cuando menos.
- Algún día se la voy a dar yo, no te preocupes.- comentó Lily, riendo.- Como dices, es lo menos que se merece. ¡Ni siquiera sé por qué le gusto! Eso de que le atraigo porque cree que soy bonita me parece una estupidez muy superficial. ¿Cómo se le ocurre pensar que eso me va a agradar?
- Porque muchos hombres son idiotas, Lapinette.- sentenció Elieth.- La gran mayoría cree que somos muñequitas de aparador dispuestas a salir con ellos cuando así lo deseen. Menos mal que Genzo te protege de ese imbécil.
- Pero no quiero depender sólo de él.- bufó Lily.- Más le vale a Ëkdal no acercarse a mí porque no respondo, que no crea que no voy a saber qué hacer sólo porque Gen está lejos de mí. En fin, no quería hablarte sobre eso, Gatita, sino sobre Karl.
- Hablando de idiotas que creen que las chicas somos muñequitas de aparador.- exclamó la reportera, cambiando bruscamente su gesto a uno agrio.- ¿Qué te hace pensar que hay un tema relacionado a ese Schneider que me interese tratar?
- Que cuando leímos el artículo de Voguée te dije que me parecieron extrañas las declaraciones de la Lims porque no parecía que Karl la conociera tan bien así que fui a preguntárselo.- contestó Lily, dejándose caer junto a Elieth en el sillón.- Y tal y como yo lo pensé, él no es tan íntimo de Hedy Lims, es mentira que le pasó su teléfono privado para que se comunicara con él.
- ¿Ah, sí?.- Elieth lucía desconcertada.- ¿Y qué te hace pensar que no se lo inventó para quedar bien contigo?
- ¿Para qué querría Karl hacer eso?.- Lily enarcó las cejas.- No tiene sentido lo que dices.
- Claro que lo tiene, él debe cuidar su reputación, ¿no es así?.- a Elieth parecía molestarle mucho el asunto.
- ¿Por qué no le das el beneficio de la duda? Créeme cuando te digo que él me está diciendo la verdad.- insistió Lily, tras suspirar.- Vamos, Gatita, te consta que él es un buen chico, no lo trates como un criminal sólo porque una loca ansiosa de llamar la atención ha dicho que quiere estar con él.
- Es que yo te dije que a los futbolistas sólo les interesan las modelos y Hedy Lims me dio la razón.- contradijo Elieth.- Quizás Karl te dice ahorita que no tiene nexos con ella; va, te creo que diga la verdad pero eso no significa que no vaya a tener algo qué ver con la Lims después.
- ¿Por qué habría de hacerlo?.- cuestionó Lily.
- ¿Por qué no habría de hacerlo?.- replicó Eli.- La Lims es flaca como modelo y es hermosa, seguro que a Karl le atraen las chicas así.
- Pues te diré que yo sí sé quién le atrae y no es Hedy Lims.- soltó Lily, con energía.- Es una chica muy opuesta a ella.
- ¿Ah, sí?.- Elieth hizo a un lado las fotografías que había estado utilizando.- ¿Y tú como sabes quién le gusta a Schneider?
- Porque él me lo confesó.- Lily no se dio cuenta a tiempo de que había cometido un error.- Y sé que la que le gusta no es como la Lims.
- ¿Quién le gusta, si se puede saber?.- preguntó la francesa, muy seria.- Digo, para corroborar que en verdad no le gustan las que son flacas como palos.
- Eh… .- Lily titubeó al darse cuenta de lo que había hecho. ¡Por supuesto que no podía revelarle a Elieth que la chica que le gustaba a Karl era ella!.- Yo… lo siento, no he debido decirte nada… ¡Pero créeme cuando te digo que no le gustan las mujeres como Hedy Lims!
- ¿Por qué no puedes decirme de quién está enamorado?.- insistió Elieth, tirante.- Me has dicho que él te lo ha confesado y al final me sales con que no me lo debes decir. ¿Es en serio?
- Gatita, él es mi amigo y prometí no contárselo a nadie.- Lily tuvo ganas de abrir un pozo en la tierra y tirarse en él, por bocona.
- ¡Y yo soy tu mejor amiga!.- protestó la rubia.- ¿A quién se supone que le debes más lealtad?
- Oh, no, no me salgas otra vez con eso, por favor.- Lily se llevó las manos al rostro, desesperada.- Tú eres mi mejor amiga pero no por eso tengo derecho a revelarte el secreto de otro amigo, comprender por favor.
- A mí se me hace que no me quieres decir quién le gusta a Karl porque seguramente la que le gusta eres tú.- rebatió Elieth, poniéndose seria.- Es eso, ¿no?
- ¿Qué?.- Lily casi gritó.- ¿Te volviste loca? ¡Por supuesto que yo no le gusto, eso es imposible!
- ¿Y por qué es imposible, Lapinette?.- cuestionó la reportera, cruzándose de brazos.- Eres hermosa, simpática e inteligente, además de que pasas mucho tiempo cerca de él.
- ¿Y eso qué tiene que ver?.- Lily tenía ganas de golpearla.- Sólo somos amigos y te recuerdo, además, que yo amo a otro hombre.
- Sí, el que tú estés enamorada de Genzo no impide que Karl se enamore de ti.- sentenció Elieth, agachando la mirada.- Y eso explicaría muchas cosas en verdad.
- ¡No, de verdad que la cuestión no es como te la imaginas!.- Lily se desesperó ante la capacidad de su mejor amiga para distorsionar cualquier situación, por inocente que pareciera.- No le gusto a Karl, a él le gusta alguien más.
- Sí, como digas.- la francesa se puso en pie y dejó sus fotografías sobre el sillón.- Voy a recostarme un rato, me empezó a doler la cabeza.
- Tienes que dejar de escaparte así cada vez que estás en una situación a la que no te quieres enfrentar.- le recriminó Lily, parándose de un salto.- Encerrarte en el baño de Nela o en tu habitación no hará que tus problemas desaparezcan.
- Como digas.- contestó Elieth, antes de dar un portazo.
La doctora, exasperada, soltó un grito de frustración al tiempo que golpeaba el suelo con el pie. ¿Cómo habían terminado llegando a ese punto en el que Elieth creía que el hombre que la amaba (y al que ella amaba) estaba enamorado de su mejor amiga? Lo cierto era que, sin importar cuánto intentara negarlo, Elieth estaba usando a otras "rivales" potenciales para escaparse de sus propios sentimientos: ahora que Lily había comprobado que Hedy Lims no era íntima de Schneider, la misma Lily había acabado por ser la nueva oponente. Elieth, incluso, podría llegar al extremo de creer que Karl estaba enamorado de Genzo antes de aceptar que la amaba a ella. ¿Por qué? Quizás porque la chica tenía un enorme temor a reconocer que se había enamorado en verdad y prefería meter a rivales imaginarias entre ellos para justificar el por qué se alejaba de Schneider.
- ¿Qué carajos voy a hacer contigo, Elieth Shanks?.- bufó Lily, dejándose caer entre las fotografías que su amiga había dejado sobre el sofá.- Me estás complicando mucho las cosas, caramba. ¿Ahora cómo te convenzo de que no soy yo la que Karl quiere sin revelarte que eres tú esa chica?
Menos mal que a Genzo nunca se le ocurrió pensar que Schneider podía estar enamorado de Lily, eso sí que hubiera sido una catástrofe, pero por fortuna Wakabayashi no es tan idiota como para creerlo.
Notas:
- He olvidado aclarar que la DFB-Pokal es la Copa de Alemania, la cual ya expliqué que es el segundo torneo más importante del fútbol alemán. Si bien al inicio de la historia me refería a ella como la "Copa de Alemania", ahora estaré usando su nombre oficial en su idioma original.
- La cervecería Paulaner es patrocinadora oficial del Bayern Múnich en la vida real y al inicio de cada temporada se graba un comercial para dicha cerveza con la plantilla del equipo.
- Anuncio random: Tengo nueva página de Facebook, por si a alguien le interesa. Estoy con el nombre de Lily de Wakabayashi, ahí subiré las actualizaciones de mis historias y mis dibujos.
- Fe de erratas (metida de patas): En el capítulo 27 puse que Leonardo le daba un billete de un euro a Marie y en ese momento no se me ocurrió verificar que realmente existieran los billetes de un euro. Fue hasta ahora que quise corroborar la información y me di cuenta de que la denominación más baja en billete es de cinco euros así que ya hice la corrección. No me culpen, vivo en México y en mi vida he visto un euro, jaja.
