Capítulo 33.
Múnich.
Al final de la visita de Hedy Lims a Säbener Straße, Rudy Frank Schneider tuvo que castigar a su mejor jugador, quien casualmente también era su hijo, por "actos impropios en horas de trabajo". Él no creía que Karl hubiese hecho algo malo, realmente no lo creía (de hecho, lo habría castigado sin pensarlo si lo hubiese encontrado besando a Hedy Lims), pero Leonardo Del Valle había dado en el clavo y al entrenador no le quedó más remedio que admitir que Karl Heinz necesitaba una sanción, aunque fuese por pura justicia.
Al hombre no le gustó cuando la señorita Lims se llevó a Karl Heinz a una zona en donde casi nadie podía verlos; el representante de la Paulaner seguía sin aclarar a qué carajos había ido la modelo al entrenamiento pero sospechaba que no era para algo bueno. Si bien Rudy Frank era un hombre inteligente y un gran estratega, en cuestiones de amor era un tonto redomado y rara vez se daba cuenta de cuando una mujer estaba interesada en su hijo (excepción hecha de la señorita Shanks y eso se debió a que su mujer se lo hizo ver), por lo que no captó las verdaderas intenciones que Hedy Lims tenía con Karl Heinz. Sin embargo, el señor Schneider se inquietó cuando el tiempo pasó y la pareja no regresó, así que decidió ir a buscarlos a pesar de que el representante de la Paulaner intentó impedírselo.
- Le recuerdo que usted es sólo un portavoz de la compañía y que el entrenador sigo siendo yo.- replicó Rudy Frank, serio.- Por tanto, aquí sigo mandando yo.
Aun así, el hombre no consiguió quitarse al representante de encima y tuvo que aguantar que lo acompañara, después de todo él era el responsable del bienestar de la señorita Lims. No llevaban mucho camino recorrido cuando se encontraron a Lims, quien venía caminando con pasos de Bambi recién nacido a través de la hierba; Rudy Frank tuvo que hacer un esfuerzo para no echarse a reír, la mujer se veía tan ridícula y poco profesional que se preguntó cómo fue que la Paulaner le dio un contrato tan importante.
- Sus jugadores son muy maleducados.- le reclamó la mujer a Rudy Frank.- Karl me dejó sola para ir detrás de una tipa que además de todo nos vino a interrumpir.
Al entrenador Schneider le molestó que Hedy tuteara a Karl Heinz pero no hizo ningún comentario, simplemente se dio la vuelta y echó a andar para buscar a su hijo. El representante se apresuró en ofrecerle el brazo a la modelo para ayudarla a caminar, retrasándose lo suficiente para que Rudy Frank agradeciera el momento de tranquilidad. A lo lejos le pareció ver a su hijo y se apresuró en darle alcance, preguntándose quién estaría con él; no tardó mucho en darse cuenta de que Karl Heinz estaba besándose con Elieth Shanks. A medio entrenamiento. Delante de todo el mundo. Y no un beso cualquiera sino uno de ésos que causan envidia en cualquiera que lo viera, por lo apasionado e intenso. Rudy Frank sintió una mezcla de bochorno, regocijo y la irritación propia de un padre que ha encontrado a su hijo haciendo algo indebido. Por segunda ocasión tuvo ganas de soltar una carcajada pero las voces de Levin, Sho y la doctora Del Valle lo devolvieron a la realidad.
- ¡Schneider! ¡Señorita Shanks!.- exclamó, tratando de sonar lo más severo posible, sin conseguirlo.- ¿Qué es lo que está pasando aquí?
Elieth empujó a Karl y ambos lo miraron cual par de niños que van a ser regañados por el director de la escuela; Schneider hijo fue el primero en reponerse y en contestar con toda la seriedad de la que fue capaz, dadas las circunstancias.
- Lo lamento, entrenador.- dijo el alemán.- Ha sido mi culpa.
- No necesito que me defiendas.- acotó Elieth, frunciendo el ceño.- Yo me comporté de forma poco profesional y le ofrezco mis disculpas, entrenador Schneider.
- Pero yo comencé el problema.- insistió Karl, aunque pensó que la verdadera desencadenante de todo era Hedy Lims.- Estoy consciente de que estamos en horario de trabajo y que no debí haberme besado con una colega.
Sho, Levin y Lily, quienes estaban escuchando detrás del entrenador, intercambiaron miradas entre sí y rieron por lo bajo, Karl estaba comportándose de manera excesivamente formal.
- Esto estuvo fuera de lugar.- Elieth evitaba la mirada de Karl a toda costa así que clavó sus ojos grises en el entrenador.- No debí dejar que mis emociones controlaran mi comportamiento. Le reitero mis disculpas y espero que esto no afecte el contrato que tengo con este club.
- Bien, no tendría por qué.- Rudy Frank parpadeó, perplejo.- Es sólo una falta administrativa menor.
- Siendo así, le pediría entonces que me permitiera retirarme.- solicitó la chica.- Tengo trabajo por hacer aún.
- No todavía, señorita Shanks.- Rudy Frank miró a la pareja con seriedad.- Tengo un par de cosas que decirle a Schneider y a usted.
- Insisto en que la falta fue mía, me dejé llevar por un impulso.- Karl recordó que a mujeres como Elieth no les gustaba que las trataran como damiselas en desgracia así que trató de no excederse con sus deseos de evitar que su padre la castigara.- Que la señorita Shanks siguió, efectivamente, pero no fue ella la que comenzó.
Elieth no pudo evitarlo y atisbó fugazmente a Karl; éste le devolvió la mirada al tiempo que esbozaba una pequeña sonrisa de amor, lo que hizo que la francesa se ruborizara y desviara rápidamente los ojos. Rudy Frank pretendió fingir que no vio este intercambio y carraspeó.
- Como dije, ambos han cometido una falta administrativa menor y por tanto se les hará una sanción por escrito.- dijo el entrenador.- Quedará asentada en sus expedientes, espero que esto no vuelva a ocurrir.
- ¡Qué injusticia!.- replicó Leonardo, detrás de ellos.
Todos los presentes lo voltearon a ver pues ninguno se había dado cuenta de que él seguía ahí; Lily le lanzó una mirada asesina pero Leonardo la ignoró.
- ¿Perdón?.- cuestionó Rudy Frank, asombrado.- ¿Qué quiso decir con eso, joven?
- Que está usted perdonando muy fácilmente al Káiser aquí presente nomás porque es su hijo.- respondió Leonardo, sin inmutarse.- Lo cual es bastante injusto. Si él fuese otro jugador más, ya lo habría castigado de una forma más severa.
- ¡Leonardo, cállate!.- gritó Lily, enojada.
- ¿Me está diciendo que soy nepotista?.- Rudy Frank se sorprendió.- ¿Qué estoy siendo parcial con ellos porque él es mi hijo?
- Es exactamente eso lo que estoy diciendo.- Leonardo frunció el ceño.- Mi hermana se besó con un jugador en los pasillos del Allianz Arena y ustedes la castigaron denigrándola de rango y amenazándola con sacarla del programa. Pero si la estrella del Bayern Múnich se besa con una reportera a medio entrenamiento, no pasa nada, se le da una falta administrativa por escrito y ya. ¿No es eso ser injusto y parcial, entrenador, además de nepotista?
Sho y Levin intercambiaron miradas y sonrieron por lo bajo; ellos habían pensado más o menos lo mismo pero se habían abstenido de hacer un comentario, no eran tan suicidas. Lily, a su vez, tuvo ganas de arrojarle el botiquín a su hermano o, mejor aún, ahorcarlo con una de las vendas.
- No es la misma situación.- sin saber por qué, el entrenador Schneider tuvo deseos de justificarse.- En aquélla ocasión la doctora Del Valle estaba en activo.
- Y, estrictamente hablando, el señor aquí presente también lo está.- Leonardo señaló a Karl.- La diferencia radica en que la doctora se besó con un jugador del equipo rival y que ella no forma parte de la plantilla oficial de este club, pero de ahí en más el contexto es el mismo.
- Él tiene razón.- para sorpresa de todos, Karl apoyó al mexicano.- Creo que estás siendo injusto, entrenador.
- Concuerdo totalmente.- añadió Elieth.- Si a ella la castigó, lo justo es que con nosotros haga lo mismo.
- Bien, eh.- Rudy Frank titubeó. Aunque las situaciones eran similares, había una diferencia notoria con el caso de Lily, ya lo había señalado el mismo Leonardo, porque ella se había besado con un jugador del equipo contrario, lo que ponía en duda su lealtad a su propio club.- Supongo que…
- Es lo correcto, entrenador.- insistió Karl.- Aquí nadie tiene preferencia sobre los demás.
- De acuerdo.- Rudy Frank se tornó serio.- Esto irá más allá de una simple acta administrativa pero pensaré en cuál será el mejor castigo para ambos. Cabe aclarar que las restricciones que se le hicieron a la doctora Del Valle en su momento fueron dadas por la directiva del club pero en este caso seré yo quien imponga la sanción, que les haré saber en su debido momento.
Antes de que alguien pudiera decir algo, Hedy Lims llegó al fin, hecha una furia y acompañada por el hombre de la Paulaner. No necesitó que le explicaran lo que estaba sucediendo, el labial que traía Karl en la comisura de los labios no era el suyo y, siendo mujer, sabía reconocer cuando otra amenazaba con ganarle la partida. La modelo miró con odio concentrado a Elieth, quien no se molestó en regresarle el gesto.
- ¡Esto es una completa burla!.- gritó la mujer, haciendo un puchero.- ¡Me siento tan humillada! ¡Entrenador Schneider, cómo puede permitir que me hagan esto?
- Yo advertí desde el primer momento que no era buena idea que usted viniera al entrenamiento.- respondió el hombre; si no había sabido ser severo con Karl, sí que lo sería con Hedy Lims, la mujer le desagradaba mucho.- Y menos con ese tipo de calzado, si no quiere tener problemas aquí será mejor que no venga cuando estamos tan ocupados.
- ¡Esto es el colmo!.- la Lims se soltó del brazo del representante y estuvo a punto de caerse pero conservó el equilibrio.- ¡Mi representante sabrá de esto!
- ¿Y a nosotros en qué nos afecta que lo sepa su representante?.- Sho expresó lo que todos estaban pensando.
La mujer comenzó a andar hacia la salida, haciendo grandes esfuerzos para no azotar contra el pasto pues eso habría representado su humillación final. El hombre de la Paulaner la siguió, mascullando que se encargaría de resolver ese problema. Rudy Frank, harto, decidió que ésa sería la última vez en la que aceptaría que la Paulaner le impusiera visitas no deseadas, a la próxima ocasión se quejaría directamente con la directiva del club.
- Schneider, Shanks, quiero verlos en mi oficina al terminar el día.- indicó Rudy Frank.- Por el momento es hora ya de reiniciar el entrenamiento.
- Sí, entrenador.- contestaron los demás, al unísono.
Elieth pasó junto a Karl sin mirarlo siquiera, con la rubia cabeza en alto en un gesto que demostraba recelo. ¿Y ahora qué cuernos le pasaba a esa mujer? ¿No había sido suficiente que él se le declarara frente a todo el mundo? Schneider estuvo tentado a ir tras ella pero antes de que pudiera hacerlo, Leonardo lo detuvo poniéndole la mano en el hombro.
- Ten.- el muchacho le ofreció una servilleta limpia.- Límpiate la boca que van a pensar que vienes de intentar matar a Batman.
- ¿Qué?.- Karl dudó en aceptar la servilleta.
- Que te limpies la cara que la tienes manchada del lápiz labial de la Peque.- con la mano libre, Leonardo hizo un gesto alrededor de su boca para indicarle a Schneider el sitio en donde estaba sucio.- No te vas a ver muy profesional si apareces así delante de los demás.
- Gracias.- Schneider tomó la servilleta con mucha dignidad.
- No hay de qué.- Leonardo se encogió de hombros.
De verdad que el mexicano desconcertaba al alemán en extremo, no sólo porque su personalidad era diametralmente opuesta a la suya (quizás debido a las diferencias propias de sus respectivos países de origen), sino también por la atracción que había entre Marie y él. El carácter dicharachero de Leonardo le había hecho pensar a Karl que se trataba de un bueno para nada que andaría perdiendo el tiempo por ahí, lo que al final no había resultado ser cierto porque el muchacho era trabajador, pero lo que en ese momento le sorprendía a Schneider era que Leonardo no había tenido reparos en protestar por una situación que no consideraba justa; aunque parecía que los dos Del Valle estaban pasando por un momento de distanciamiento debido a los secretos que el hermano mayor insistía en guardar, éste no había dudado en defender a su hermana cuando lo consideró necesario. En resumidas cuentas, Karl no tenía más motivos para seguir sintiendo recelo por Leonardo… excepto por el hecho de que estaba casi seguro de que Marie se veía con él a escondidas.
A pesar de la decisión del entrenador, Lily se acercó a su hermano para reclamarle algo en español; los dos mexicanos intercambiaron palabras durante un rato, sin que ninguno diera su brazo a torcer. Al final, fue Lily la que hizo un gesto de frustración antes de alejarse para volver a sus funciones. Era evidente que a la doctora no le había agradado la intervención de su hermano pero no quiso seguir discutiendo ahí para no empeorar la situación. Lily se apresuró en darle alcance a Karl antes de que llegara a la zona del entrenamiento pero éste no estaba muy contento de verla.
- ¿Qué pasó allá atrás?.- quiso saber la joven.- ¿Cómo fue que acabaste besándote con la Peque?
- ¿Para qué quieres saberlo?.- replicó Schneider, frunciendo el ceño.- ¿Para ir a contárselo a ella?
- ¿Qué?.- Lily no entendió.- ¿Por qué dices eso?
- Creo que sí sabes por qué lo digo.- Karl se detuvo y obligó a ella a hacer lo mismo.- Lily, ¿cómo fue que Elieth terminó creyendo que yo estoy enamorado de ti? ¿Me lo quieres explicar?
- ¡Ah!.- la muchacha enrojeció por la vergüenza.- Eh, eso es algo difícil de explicar…
- Inténtalo.- Karl se cruzó de brazos.- Ella no tendría por qué saber que estoy enamorado de alguien pero, casualmente, lo sabía y siendo tú la única a quien le di esa información, creo que tienes mucho por aclarar.
- Es mi culpa, lo admito.- Lily se tapó los ojos con las manos.- ¡Lo siento en verdad! Eli y yo estábamos discutiendo porque insistía en que tú estás interesado en Hedy Lims gracias a la entrevista que le dio a Voguée; me desesperé porque, por más que le decía que tú ni te acordabas bien quién es Hedy Lims, Elieth seguía creyendo que sí querías estar con la modelo. En ese momento me pareció buena idea decirle que ya me habías confesado que amas a alguien más pero no pensé que acabaría deformando las cosas al punto de que creyera que me amas a mí.
- ¡Se suponía que era un secreto!.- exclamó el alemán, enojado.- ¡No tendrías que habérselo dicho en primer lugar, ni siquiera para tratar de convencerla de que no amo a Hedy Lims!
- ¡Pero no le dije a Elieth que es a ella a quien amas, sólo le dije que querías a alguien que no es Hedy!.- replicó Lily, tratando de justificarse.- ¡Tú debes de saber bien lo difícil que es discutir con alguien como Elieth Shanks! Acabas con ganas de zarandearla de lo terca que es, cuando se le mete una idea en la cabeza no hay forma de sacársela con nada. O mejor dicho, con casi nada porque cuando le comenté que tú me habías confesado que estás enamorado de alguien, ella dejó de creer que amas a Hedy.
- Y acabó creyendo que a quien amo es a ti.- Schneider no se veía muy complacido.- Lo cual no me parece una mejor opción. Además, confié en ti para guardar ese secreto, me prometiste que no se lo dirías a Elieth hasta después de que yo me confesara primero.
- ¡Y no lo hice!.- insistió la doctora.- ¡Elieth no sabe que la quieres! Precisamente terminó pensando que me quieres a mí por negarme a decirle el nombre de la chica de la que te enamoraste.
- No sabía que la amo, querrás decir, porque se lo acabo de confesar.- soltó Karl, exasperado.- ¡No quería declarármele así pero gracias a ti, no tuve otra opción!
- ¿Qué hiciste qué?.- Lily dio un saltito de la emoción.- ¿De verdad se lo dijiste? ¡Por algo se estaban besando sin importar que alguien los viera! Ahora entiendo todo. ¡Esto es maravilloso!
- No, no lo es; no estás entiendo, Lily.- replicó Karl.- Tú me presionaste a confesar mi amor porque no pudiste quedarte callada pero dudo que Elieth me haya creído. Tengo la impresión de que al final no sirvió de algo mi confesión porque se sigue comportando igual de distante conmigo.
- No es que me justifique pero, ¿acaso no me escuchaste?.- Lily frunció el ceño.- Discutir con Elieth es más difícil que tratar de montar un toro salvaje, la única manera de convencerla de que la Lims miente era asegurándole que ya me habías confesado a quién quieres.
- Supongamos que te acepto eso.- Karl se dio cuenta de que Rudy Frank le hacía señas impacientes.- Lo que no acepto es que hayas permitido que ella creyera que a quien amo es a ti. ¿No pudiste haberte inventado otra cosa?
- ¡Es que yo no me inventé eso!.- Lily comenzaba a exasperarse también.- ¿Qué no me estás poniendo atención? ¡Elieth es dada a dar por hechas cosas que no son ciertas y ella fue la que sacó la conclusión de tú me confesaste tu amor! ¿En qué idioma te lo digo, mein Kaiser? ¡Es usted tan cerrado de mente como ella, caramba!
- Yo lo único que sé es que confié en ti y me fallaste.- reclamó Karl, con dureza.- Y en vez de tratar de corregir el error buscando la manera de convencer a Elieth de que estaba equivocada, dejaste que creyera una mentira. ¿Cómo se supone que voy a seguir confiando en ti? Me traicionaste, ahora veo que tu lealtad está con ella y no conmigo, aunque debí de haberlo supuesto.
Schneider no permitió que la doctora contestara y se marchó al entrenamiento; Lily, frustrada, arrojó el botiquín al pasto, soltando una mala palabra en español. Le habían dolido las últimas palabras de Karl aunque sabía que se las merecía.
- ¡Par de imbéciles que son!.- bufó.- ¡Nomás esto me faltaba!
Por fortuna, el resto del entrenamiento transcurrió sin novedades a pesar de que el rumor de lo sucedido con Hedy Lims se esparció como reguero de pólvora; además, Elieth no se dejó ver por ninguna parte aunque era poco probable que se hubiese marchado ya, considerando que se suponía que Rudy Frank hablaría con ella al final del día. Lily trataba de concentrarse pero no dejaba de pensar en las palabras de Karl pues sí le habían dolido bastante; sin embargo, una vez que hubo analizado un poco la cuestión, la doctora llegó a la conclusión de que el reclamo de Karl fue producto de la frustración y decidió que le daría tiempo para que se tranquilizara; él no era una mala persona y seguro que, cuando se calmara, pensaría mejor las cosas y entonces estaría más dispuesto a hablar con Lily. Así pues, quizás lo mejor sería hablar con Elieth para que le contara cómo había estado la situación, si era verdad que Karl se le había declarado y qué opinaba al respecto, pero Lily no tardó en averiguar que su mejor amiga también estaba enojada con ella.
- ¡Vaya, hasta que por fin te veo!.- Lily se acercó a Elieth cuando ésta apareció a las afueras de la oficina de Rudy Frank después de que concluyó el entrenamiento.- ¿En dónde te habías metido?
- Por ahí.- respondió Elieth, con cara de pocos amigos.- Ya me hubiera largado de no ser porque el entrenador quiere verme para darme mi castigo.
- Hablé con Leonardo sobre eso.- suspiró Lily.- ¡No debió de haber abierto la boca! Comprendo que estés molesta, yo también lo estaría porque no es justo lo que quieren hacerte.
- No, si no es por eso por lo que estoy enojada.- rebatió Elieth, mirándola.- Leonardo tiene razón, no es muy justo que a ti te castiguen y a nosotros no, siendo que los tres hicimos lo mismo. Lo que me tiene molesta es que tú, mi mejor amiga, no me hayas dicho que a quien el Káiser quiere es a mí.
- ¿Qué?.- Lily parpadeó, sintiendo que vivía un deja vú.- ¿En serio es eso lo que te fastidia?
- ¡Por supuesto que sí!.- asintió Elieth, vivamente.- ¡Eres mi mejor amiga y sabías que Schneider está interesado en mí, debiste de habérmelo dicho en cuanto te enteraste!
- ¡No podía hacer eso!.- bufó Lily, cansada.- ¡Le prometí a Karl que guardaría el secreto! Él también es mi amigo y lo sabes.
- Ah, o sea que él es más importante que yo.- Elieth se cruzó de brazos, imitando la pose que el Káiser había adoptado con Lily horas atrás.- Se supone que soy tu mejor amiga, tu lealtad debería de estar conmigo.
- Qué curioso, Schneider me reclamó algo similar.- Lily se frotó las sienes.- ¿Por qué no pueden entender que ambos son mis amigos y que es tremendamente difícil mantenerme neutra en temas que los involucran a ambos?
- ¡Yo soy tu mejor amiga, debería de ser más importante que él!.- insistió Elieth, enojada.
- ¡Sí, pero Karl es mi mejor amigo hombre!.- replicó Lily, haciendo aspavientos.- No podía traicionarlo, no sólo por eso sino también porque me pidió que le guardara el secreto. ¿Qué habrías hecho tú en mi lugar, si Genzo y yo estuviéramos peleando y ambos te pidiéramos tu apoyo?
- ¡Yo sí te habría dicho que Genzo te ama si él me lo hubiera confesado!.- respondió Elieth, fulminándola con la mirada.- Al menos no te hubiera tomado desprevenida, como sí me pasó a mí. Si hubiera sabido que Karl me quiere, habría sabido qué decir para enviarlo de paseo en ese instante.
- ¿Qué? ¡No me salgas con que piensas rechazar a Karl!.- Lily tenía deseos de zarandearla.- ¡Yo sé que tú también lo amas, no empieces con tus estupideces!
- Ah, ahora resulta que yo sólo hago y digo estupideces, ¿no?.- Elieth se puso colorada al escuchar a su mejor amiga decir que ella también amaba a Karl y trató de desviar el tema.- ¡Al menos no soy una mala amiga! ¡Y no me esperes en la noche, voy a irme al departamento de mi hermano!
Obviamente, la rubia no iba a permitir que Lily se adentrara en un terreno tan peligroso así que se dio la media vuelta y la dejó sin la posibilidad de réplica. La castaña se quedó a medio camino de dar una respuesta y al final no tuvo más remedio que aceptar su segunda derrota en el día.
- ¿Es una maldita broma?.- estalló.
Como al fin y al cabo a Lily no la necesitaba el entrenador, decidió irse antes de que Karl o Elieth volvieran a reclamarle que era la peor de las amigas en toda la historia de la Humanidad. Sin embargo, tal y como había sucedido con Schneider, Lily concluyó que también Elieth necesitaba su tiempo para asimilar las cosas y que, cuando eso pasara, seguramente se daría cuenta de que había exagerado su reacción para con Lily y estaría más dispuesta a hablar con ella. Además, la rubia ya había aclarado que se iría con Leo Shanks ese día y lo mejor sería dejar que fuese éste quien controlara a su hermana. Así pues, Lily no tuvo reparos en marcharse a buscar a Genzo cuando éste le avisó que se encontraba en Múnich.
Media hora después, el entrenador Schneider tenía a Karl y a Elieth en su oficina, ambos muy serios y circunspectos. El hombre no había querido hablar con la directiva pero sí tuvo que hacerlo con el departamento de prensa porque Elieth pertenecía a él y así se lo hizo saber a la chica. Sin embargo, el castigo lo había decidido Rudy Frank por su cuenta y el jefe de prensa estuvo de acuerdo en acatar las órdenes y en no comunicar el asunto a los directivos, después de todo el asunto parecía no tener la mayor importancia. Con respecto a Karl, siendo Rudy Frank el entrenador, era éste el encargado de aplicar directamente la sanción, lo que facilitaba mucho las cosas aunque el señor Schneider sentía que estaba castigando a su hijo por haberlo encontrado teniendo sexo en su cuarto.
- Bien, he meditado ya sobre la sanción que voy a imponerle a cada uno.- comenzó Rudy Frank, serio.- Señorita Shanks, consulté su caso con el departamento de prensa y se acordó que, a partir de este momento, sus visitas a los entrenamientos quedarán restringidas a lo estrictamente necesario durante un mes ya que al final de cuentas su mayor labor se da en los partidos oficiales. Y si por alguna razón usted debe estar presente en algún entrenamiento, será bajo la supervisión de alguien de prensa. ¿Tiene alguna duda o inconformidad?
- Ninguna, entrenador, me ha quedado perfectamente claro.- respondió Elieth; le parecía justo el castigo, a Lily la habían sancionado de una manera similar.- Por mí, mientras menos vea a los jugadores, mucho mejor.
Karl volteó a verla con un gesto de incredulidad. ¿De verdad ella iba a tomar esa actitud a pesar de que le había confesado que la amaba? ¡Vaya chica tan más testaruda!
- Con respecto a Schneider.- Rudy Frank carraspeó para atraer la atención de su hijo.- Harás labores de cuidado y aseo durante un mes. Te pondré a cargo del jefe del área de mantenimiento, él determinará qué actividades realizarás después de acabar los entrenamientos. ¿Quedó claro?
- Totalmente, entrenador.- asintió Karl, serio.
- Bien, en ese caso pueden retirarse.- ordenó el señor Schneider.
Ambos obedecieron tras despedirse de manera breve y formal. Rudy Frank se dejó caer en su silla, suspirando; definitivamente ésa no era una buena manera de iniciar relaciones con la nueva novia de su hijo. Por su parte, en cuanto salió de la oficina, Karl intentó acercarse a Elieth para hablar largo y tendido sobre lo sucedido pero, antes de que él pudiera articular palabra, la rubia se alejó a toda velocidad, sin despedirse ni verlo siquiera, decidida a escaparse una vez más de sus sentimientos.
"Maldita sea, Elieth Shanks", pensó Karl, frustrado. "¿Cuándo vas a admitir que también me amas?".
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Estaba oscureciendo ya cuando Lily despertó; a través de las ventanas parcialmente corridas ("qué bueno que estamos en un piso muy alto", pensó ella), el sol comenzaba a ocultarse, tiñendo de dorado y oro los picos más altos de los Alpes Bávaros. La joven pensó que Genzo estaría despierto pero, curiosamente, él dormía tranquilamente con su brazo alrededor de la cintura de ella. Al parecer, el estrés y el cansancio habían hecho mella en el portero y por eso se había quedado profundamente dormido después de que Lily y él hicieron el amor. Ella lo contempló durante un momento, admirando todos los rasgos físicos de Genzo que le parecían tan atractivos, preguntándose después si debía despertarlo o dejarlo descansar un poco más.
Genzo y Lily se quedaron un buen rato en la terraza interior, aprovechando la intimidad del lugar y el suave calor que desprendía el sol de la tarde. Deseosa de hablar de otra cosa que no fuese su separación inminente, ella lo puso al corriente de lo acontecido en Säbener Straße, lo que ocasionó que él se riera a carcajadas de muy buena gana.
- Me puedo imaginar a Schneider ignorando a la señorita Lims por culpa de la Peque.- comentó Genzo, divertido.- Así como también puedo imaginar la reacción que habrá tenido Elieth. Lo que no entiendo es qué estaba haciendo una modelo como Hedy Lims en un entrenamiento del Bayern Múnich. ¿Tenían programado grabar algún promocional?
- No, y nadie sabe a qué fue esa mujer.- Lily se encogió de hombros.- Lo que realmente importa es que ahora mis dos mejores amigos me consideran una traidora.
- No te lo tomes como algo personal.- Genzo la miró con cierta disculpa, como si él fuese el responsable de lo que hacían los otros dos.- Elieth es de carácter explosivo, ya lo sabes, y Schneider… Bueno, no sé honestamente qué pasa con él, no suele ser así de temperamental pero cualquiera puede tener un mal día.
- Supongo que también ha estado bajo mucho estrés.- Lily suspiró.- Yo tampoco reconocí su actitud, ha de andar en sus días.
- ¿Cómo dices?.- como buen hombre que era, Genzo no entendió.
- No importa.- ella le sonrió dulcemente.- Ya había llegado a la conclusión de que debo darles su espacio, ya después me buscarán cuando estén más tranquilos. ¿Quieres que subamos a tu habitación, Gen?
- Vaya que eres muy directa, doctora.- Wakabayashi sonrió con malicia.- Siempre lo has sido pero a últimas fechas has perdido la poca sutileza que tenías.
- No seas tonto, lo dije porque a lo mejor estás cansado por el viaje.- Lily se ruborizó.- ¡Qué malpensado eres!
- Me gusta cuando te pones colorada.- él se echó a reír.- Pero tengo que admitir que dormir un poco no me vendría mal. ¿No te molestará acompañarme un rato mientras descanso?
- Para nada, ya me las apañaré para hacer algo mientras tanto.- ella sonrió.- Después podríamos bajar al restaurante a cenar, dicen que la comida de aquí es muy buena.
Sin embargo, lo último en lo que Genzo pensó al llegar a su habitación fue en dormir. En cuanto hubo cerrado la puerta, tomó a Lily por el talle para besarla largamente y sus instintos masculinos se despertaron cual si hubiera accionado un interruptor, en ese momento no sentía el cansancio sino un intenso deseo. Lily rio cuando Genzo la cargó para llevársela a la cama y no opuso ninguna resistencia cuando él comenzó a desnudarla. Ahora el sol ya se había puesto y Lily estaba completamente despabilada, esperando que Genzo no escuchara el rumor de su estómago hambriento. Mientras dudaba entre si debía moverse o volver a dormirse, el portero despertó, desorientado con respecto a la hora.
- No me digas que ya es de madrugada.- musitó Genzo, adormilado.- Cuando nos fuimos a dormir aún había sol.
- No, es de noche apenas.- respondió ella, acariciándole el rostro.- ¿Descansaste? No dormiste tanto como lo hubieras hecho de no haber estado yo aquí.
- Créeme, hacía mucho que dormía así de bien.- él sonrió, con los ojos cerrados.- Gracias por la sesión antiestresante.
- De nada. Me la puedes pagar con una buena cena.- Lily rio.- O con más sexo, tú eliges.
- Voy a darte ambas cosas pero creo que deberíamos de comer algo primero.- Genzo la besó en la frente para después desperezarse.- ¿Quieres que bajemos al restaurante?
- O podríamos pedir servicio a la habitación, si prefieres.- Lily se sentó en la cama, cubriéndose con la sábana.- Supongo que deben de tener el mismo tipo de alimentos para ambos servicios.
- Esa idea me agrada más.- aceptó Wakabayashi, con una media sonrisa.- Preferiría quedarme contigo aquí, disfruto más cuando estamos solos.
No más de media hora después, ambos se encontraban en la lujosa sala anexa, disfrutando de una enorme bandeja de sushi que, a decir de Genzo, no estaba nada mal considerando que no se encontraban en Japón (había que reconocer que los chefs de los restaurantes de la cadena De Angelis eran buenos), mientras veían Pacific Rim en la enorme televisión de plasma adosada a la pared (resultó que los dos eran fans de los mechas); Lily tan sólo usaba la playera que Genzo traía puesta en la mañana mientras que él sólo vestía su pantalón deportivo, parecían una pareja que llevaba años de conocerse a pesar de que no había pasado ni un año desde que se vieron por primera vez. Era curioso que, a pesar de provenir de culturas tan diferentes, pudieran complementarse tan bien.
- ¿Estás segura de que no debes volver a tu departamento?.- preguntó Genzo, después de un rato.
- Sí, no te preocupes, Elieth pasará la noche con Leo, me acaba de avisar.- contestó Lily.- Y siempre traigo una muda de ropa en mi auto por cualquier eventualidad que pudiera pasar, es una precaución básica cuando se es médico, así que puedo ducharme y cambiarme aquí antes de irme a Säbener Straße. ¿Cuándo te irás?
- Mi avión a Japón saldrá en dos días así que me iré mañana en el vuelo de las 21:30 a Hamburgo.- contestó Genzo.- Espero poder verte antes de irme.
- Yo también lo espero.- Lily recordó el llavero y lo sacó de su mochila.- Por cierto, es curioso que, justo cuando acabo de comprar esto, tenga una oportunidad para entregártelo.
- ¿Qué es?.- Genzo tomó la pequeña caja decorada que ella le ofreció, la cual abrió sin esperar respuesta.- ¡Ah, vaya!
El joven tomó el llavero de guantes de portero y lo contempló, con una pequeña sonrisa en los labios, acariciando la suave y fría superficie de metal. Genzo soltó una carcajada ligera cuando vio que Lily había conseguido grabar las siglas de su apodo, SGGK, en el dorso de la mano derecha, mientras que en el guante izquierdo aparecían las iniciales de su nombre.
- ¿Es para mí?.- preguntó él.- ¿A qué viene este regalo?
- Sí, es para ti.- Lily asintió, un tanto avergonzada.- Quería darte algo especial por lo que hablamos la última vez, eso de que una joya puede tomar valor sentimental si te la regala alguien importante. Planeaba darte mi caduceo pero después pensé que sería preferible que te diera algo que fuese exclusivamente tuyo y que no trajera una historia previa detrás; además, creo que te será más útil un llavero que un dije, considerando que no usas joyas.
- Gracias, Yuri.- había amor y ternura en la voz de Genzo, dos emociones que rara vez se reflejaban en él.- Te parecerá extraño pero son pocas las ocasiones en las que he recibido un regalo tan personalizado de alguien, creo que sólo Elieth se ha tomado esa molestia. A pesar de que mi familia es acaudalada, no recuerdo que mis padres se hayan preocupado por regalarme algo especial, la mayoría de las cosas eran bastante genéricas o incluso me preguntaban directamente qué deseaba, lo que hacía que sus regalos fuesen fríos.
- No siempre es por cuestión de dinero, Gen.- dijo Lily, con suavidad.- Por lo que sé, eso es bastante común en familias adineradas.
- Los Shanks no son así.- Wakabayashi sonrió a medias.- La Peque es muy cuidadosa con los detalles al momento de regalar algo.
- Sí, es cierto.- ella le devolvió la sonrisa.- Pero ellos son un caso muy raro, la mayoría de la gente rica suple las necesidades emocionales con dinero.
- Quizás por eso es que soy tan frío.- Genzo seguía acariciando el llavero.- Es muy agradable que la mujer que amas te regale algo especialmente buscado para ti, nunca antes me había pasado.
- Me alegra que te haya gustado.- Lily rio, emocionada.- Espero que te acuerdes de mí cuando lo veas.
- Por supuesto.- él asintió, pensativo, tras lo cual se dirigió a la caja fuerte de la habitación.- Por cierto, doctora, no fuiste la única que compró algo especial.
Genzo tecleó la combinación de la caja y sacó de ella un estuche de terciopelo, el cual le dio a Lily con una mirada sugerente. Ella abrió mucho los ojos y miró el estuche con mucha sorpresa.
- No es un anillo de compromiso.- aclaró él, al ver su expresión.
- Ya sé qué no lo es.- Lily pareció suspirar del alivio.- Lo supe en cuanto noté que la caja es muy grande para que sólo contenga un anillo.
La joven abrió el estuche y encontró una piedra azulada, tallada en forma de corazón y engarzada a una cadena de algún material plateado. Lily no supo qué decir, ella no sabía mucho de piedras preciosas pero a todas luces la joya era costosa aunque discreta, además de ser hermosa.
- ¿Por qué compraste esto, Gen?.- preguntó Lily, asombrada.- No era necesario que lo hicieras.
- Sé que no pero lo vi y pensé en ti.- repuso Genzo, sentándose junto a ella en el sillón.- Sé que tu color preferido es el azul y supuse que te gustaría este collar. Mi motivo para adquirirlo es similar al que te llevó a ti a comprarme el llavero y es que quiero que tengas algo que te haga recordar el amor que tengo por ti cuando esté lejos.
- Si fuese una mujer más sensible ya estaría llorando a mares.- Lily se tapó la boca con una mano, tratando de contenerse.- Me dejaste sin palabras.
- Eso me agrada.- Genzo sonrió con autosuficiencia.- Es difícil impresionar a la doctora Del Valle así que eso significa que debo ser muy bueno.
Ella soltó una risa alegre y él la besó durante algunos minutos. La chispa del deseo estaba ahí otra vez, lista para convertirse en un incendio cuando así lo quisieran pero Genzo deseaba decir algo más, antes de que se le escapara la oportunidad.
- Quizás estoy siendo egoísta pero quiero pedirte que me esperes.- dijo Genzo, cuando se separaron.- Sé que es egoísta también que justo ahora te pida oficialmente que seas mi novia, Yuri, pero quiero que lo seas, apenas acabo de darme cuenta de que no lo hice antes pero es que yo no estoy muy consciente de esas cosas.
- Ya lo había notado.- replicó Lily, nerviosa.- Me dije que ése era un detalle sin importancia porque lo que cuenta es que nos amamos, pero ahora que me lo has pedido con mucho gusto voy a responderte que sí quiero ser tu novia oficial.
- No soy un hombre muy expresivo y definitivamente tampoco soy romántico.- continuó Genzo, mirándola a los ojos.- No veo el mundo de forma soñadora sino práctica, de manera que no te ofreceré jardines llenos de rosas ni paseos a la luz de la luna pero te puedo prometer cosas más importantes: estabilidad, seguridad, apoyo, protección, confianza y respeto. Y amor también, aunque no sea tan explícito como el de otros hombres. Soy un hombre de palabra, Yuri, por eso créeme cuando te digo que volveré por ti. ¿Puedes confiar en mí?
- Gen, confío en ti desde hace mucho tiempo.- Lily le devolvió la mirada con mucha emoción.- Y esperaré por ti porque yo también deseo estar a tu lado y ofrecerte lo mismo que tú me has prometido a mí, así que más te vale hacer un buen trabajo con Japón porque quiero presumir que mi novio es el mejor portero del mundo.
- Voy a dedicarte todas y cada una de mis atajadas, Yuri.- dijo Genzo, con una media sonrisa, mientras le acariciaba el rostro.- Voy a dar mi mejor esfuerzo.
- ¡Guau!.- exclamó Lily, muy emocionada.- ¡El gran SGGK va a dedicarme todas sus atajadas! ¡Éste debe ser el mejor día de mi vida!
Wakabayashi le jaló un mechón de cabello y los dos volvieron a reír. Mucho más tarde, Genzo y Lily volvieron a entregarse al deseo y regresaron a la habitación para seguir teniendo sexo, había que aprovechar lo más que pudieran aunque al día siguiente los dos estuvieran cayéndose de sueño. Wakabayashi confiaba en volver a Alemania para la pausa de invierno de la Bundesliga, en donde esperaba resolver de una vez por todas su futuro profesional.
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Bárbara agradeció el poder estar de regreso en su departamento a una hora temprana de la tarde. Si bien los rumores sobre su relación con Hermann Kaltz habían perdido fuerza en los últimos días y en el hospital ya nadie la molestaba, aún se sentía con pocos ánimos para salir de casa y en cuanto terminaba su turno se iba directo a descansar. Por fortuna, en esos días Nela andaba ocupada con la tesis y Débora era una sombra de sí misma así que ninguna se metía demasiado en la vida de Bárbara, algo que ella agradecía enormemente pues, aunque la alemana adoraba a sus amigas y apreciaba mucho su apoyo, en esos momentos se sentía avergonzada, como si lo que dijo Blind fuese verdad y no quería confrontar a sus amigas por temor a que éstas la juzgaran. Temores infundados, a decir verdad, porque si Nela o Débora hubiesen sabido la verdad, no hubieran dudado en golpear a su atolondrada amiga debido a que ninguna de las dos la juzgaría jamás.
Mientras subía las escaleras que llevaban a su departamento ubicado en el último piso, pues el elevador estaba en mantenimiento, distraídamente la joven miró su celular, inquieta; hacía ya un par de días que Hermann Kaltz había dejado de enviarle mensajes y eso le preocupaba a Bárbara. ¿Sería que él ya no quería saber de ella o le habría pasado algo? ¿O sería simplemente que se hartó de su silencio y su indiferencia? Bárbara no sabía qué pensar así como tampoco estaba segura de lo que quería con respecto a Kaltz, una parte de sí misma deseaba que él decidiera dejar de hablarle y otra le insistía en que le llamara para saber si se encontraba bien. Por supuesto, lo que ocurrió después la sacó de balance porque no creyó que la persona que tanto le preocupaba estuviese mucho más cerca de lo que ella creía.
- Al fin en casa.- musitó Bárbara cuando llegó al descanso en donde se encontraba su apartamento.- Lo único que quiero es poner una película en Netflix y comer helado hasta quedarme dormida.
- Guten tag.- dijo una voz masculina a sus espaldas.
Bárbara tuvo un estremecimiento al reconocer la voz de la persona que hablaba. ¿Estaría soñando o sería una broma? Él no tendría por qué estar ahí, se suponía que se encontraba a muchos cientos de kilómetros al norte del país, ¿cierto? Entonces estaba alucinando, ¿no? Seguro que, de tanto pensar en él, ahora escuchaba su voz. Bárbara estuvo tentada de entrar al departamento sin mirar y sin responder al saludo pero sabía que eso sería extremadamente cobarde porque, por mucho que quisiera ponerlo en duda, era obvio que esa persona estaba justo ahí en ese momento.
- Hola, Bárbara.- el hombre repitió su saludo.- ¿No vas a hablarme siquiera?
Bien, que ya no había para dónde correr. Bárbara se giró lentamente y vio a Hermann Kaltz recargado contra la jardinera que había en el rellano de la escalera. ¿Cómo es que no lo vio al subir? Así de distraída debió de estar porque de lo contrario se habría dado cuenta de que Kaltz estuvo intentando llamar su atención desde que la vio, cuando ella se encontraba un par de pisos más abajo. Para fortuna de él porque si Bárbara lo hubiera visto, habría salido huyendo sin dilaciones.
- ¿Qué haces aquí?.- Bárbara sintió que las mejillas se le teñían de rojo.- ¿No deberías de estar en Hamburgo?
- Debería, es cierto, pero tenía que verte en persona.- replicó Kaltz, sin dejar de mirarla.- No has contestado a mis llamadas, ni a mis mensajes ni al correo electrónico que te envié. Como supuse que no lo habías hecho porque no quieres hablar conmigo a través de un medio tan vulnerable, decidí venir a buscarte para que lo hagamos en persona.
- ¡Oh!.- el calor que emanaba de la cara de la chica era tal que bien se podría freír un huevo en ella.- Siento no haber podido contestar antes, es que he estado ocupada y…
La chica se calló de inmediato. La excusa le parecía de lo más idiota y Kaltz se merecía mucho más que eso. No supo qué hacer, se sentía tan incómoda que tuvo ganas de bajar corriendo las escaleras y desaparecer pero eso habría sido muy poco maduro de su parte. Y muy cobarde también.
- No sé cómo abordar el tema.- el alemán no quiso sugerir que lo invitara a pasar a su vivienda, no creía que ella estuviese de ánimos para recibirlo ahí.- Ha sido muy difícil para mí enfrentarme a esta situación, aunque no tanto como lo fue para ti.
- Creo que el que se llevó la peor parte fuiste tú.- Bárbara se sentía incapaz de mirarlo a los ojos.- Yo creo que ambos tuvimos nuestra cuota de insultos pero lo tuyo fue peor…
- Bárbara, de verdad lo siento.- continuó Kaltz, rascándose la nuca con incomodidad pues su cerebro sólo registró la parte de los insultos dirigidos a ella.- Yo no quería ponerte en esta situación ni mucho menos lastimarte. Nunca pensé que a alguien le importaría lo que hiciera un tipo como yo pero debí de imaginar que la cosa cambiaría habiendo una chica hermosa de por medio. Lo siento, de haberlo sabido habría sido más cuidadoso.
- ¿Cuidadoso con qué?.- cuestionó Bárbara.- Tú y yo sólo somos amigos, no entiendo por qué eso representó un problema.
A pesar de que ella estaba en lo cierto, Kaltz sintió una punzada de tristeza; quizás había soñado demasiado al pensar que Bárbara podría interesarse en él como algo más que un amigo, quizás él sólo debió conformarse con ser tan cercano a una beldad como ella y no creer que podría enamorarla. El feo nunca se queda con la bonita, ¿no?
"A menos que tenga dinero…".
- Tienes razón.- el joven agachó la cabeza.- Dos buenos amigos no deberían de causarles problemas a alguien pero, por algún motivo, eso fue lo que hicimos. Como te dije en mi correo, tu amistad es muy valiosa para mí y no quiero perderla por culpa de terceras personas, sé que te mereces algo mejor que yo pero aun así quiero seguir frecuentándote. Confieso que no he sabido qué hacer con esta situación, me tomó totalmente desprevenido y más porque cualquier cosa que hiciera estaría mal por donde quiera que se le mirase. No quería que siguieran hablando mal de ti, quería decirles a todos lo maravillosa que eres pero eso, paradójicamente, hubiese perpetuado la idea errónea que se tiene sobre ti. Ojalá esa gente que te agrede pudiera darse cuenta de la increíble mujer que eres, Bárbara Schmidt.
La pelirroja tuvo deseos de llorar; ¿cómo podía ser Kaltz tan lindo y tan desesperante a la vez? Ella tuvo ganas de golpearlo cuando dijo que se merecía alguien mejor que él, pero también quiso besarlo cuando dijo que era maravillosa. Por sobre todas las emociones que embargaban a Bárbara en esos momentos, dominaba el deseo de que Kaltz fuese feliz porque realmente se lo merecía, aún sin ella.
- Gracias, Kaltz.- fue lo que dijo Bárbara, tras una larga pausa; ella se había recargado contra la puerta cerrada de su departamento y él continuaba apoyado en la jardinera. Habrían parecido Romeo y Julieta de no haber tenido esos gestos de tristeza y preocupación en sus rostros.- Yo tampoco sé qué decir, creo que por eso no te he respondido, porque no sé qué hacer. También lamento que las cosas se hayan salido de control pero creo que no contamos con que la gente puede llegar a ser muy cizañosa. Al principio sí me sentí muy mal porque recibí cada insulto como una ofensa personal, me tomó mucho tiempo darme cuenta de que esos ataques fueron hechos por personas sin nombre ni rostro a los que se les hizo fácil atacarme precisamente porque no me conocen. Ellos no habrían podido ver cómo soy aunque lo hubieras querido, Kaltz, lo único que les interesaba era nutrirse del dolor ajeno. Sin embargo, conforme fueron pasando los días pude darme cuenta de que esas personas no determinan quién soy ni lo que valgo, así que no te preocupes por mí, que voy a estar bien. De verdad que no debiste haber atravesado el país sólo para verme, ha sido dulce de tu parte pero no era necesario.
- Me tranquiliza que me digas que estás mejor.- Kaltz esbozó una sonrisa dudosa.- Pero no sólo vine por eso, también estoy aquí porque quiero saber qué va a pasar con nosotros ahora. Es cierto que sólo somos amigos pero a últimas fechas esa amistad se ha debilitado por culpa de esto; por tercera vez te digo que no quiero perderte así que estoy dispuesto a hacer lo que sea necesario para conservarte en mi vida.
Tras escucharlo, Bárbara se dio la media vuelta y apoyó la frente en la puerta; lágrimas calientes y saladas se agolparon en sus ojos y ella hizo un gran esfuerzo para controlarlas. ¿Por qué había tenido que venir él a buscarla a Múnich? ¿No podría haberse quedado en Hamburgo y seguir adelante con su vida como si nunca se hubiesen conocido? De verdad que le dolía lo que estaba por hacer pero ya había tomado su decisión y no iba a cambiarla, porque él merecía que no le cuestionaran el amor de una mujer sólo por no ser tan agraciado como otros futbolistas. Bárbara no soportaría que siguieran metiéndose con Kaltz sólo porque ella era hermosa y él no.
- Lo siento.- Bárbara endureció su voz lo más que pudo y se abstuvo de verlo a los ojos.- Yo no tendría inconvenientes en seguir siendo tu amiga si supiera que van a dejarnos en paz, pero los dos sabemos que no va a ser así y yo ya estoy cansada. Tengo una vida por vivir, una carrera por terminar y no puedo estar faltando a mi trabajo cada vez que a alguien se le da la gana hacer un artículo sobre mí sólo porque soy amiga de un futbolista. Estoy cansada, Kaltz, cansada de que la gente me insulte y me acose a donde quiera que voy. Creo que lo mejor será que simplemente demos por terminada esta amistad, después de todo tampoco éramos tan unidos y tú podrás conocer a otras personas mejores que yo.
De alguna manera ella consiguió sonar sincera a pesar de que sus últimas palabras sonaron más tontas de lo que la chica esperó; durante unos largos y densos minutos, Kaltz no respondió y Bárbara se preguntó qué estaría pensando él, qué cara tendría y qué le contestaría, pero no se atrevió ni a verlo de reojo por temor a que Kaltz se diera cuenta de que acababa de decir una de las mayores mentiras que había dicho en toda su vida.
- De acuerdo, señorita Schmidt.- la voz del alemán se escuchó tan triste que a ella le rompió el corazón.- Lamento mucho haberte causado tantos inconvenientes. Sigo creyendo que eres una persona maravillosa y ojalá que algún día puedas encontrar a alguien que te sepa cuidar mejor que yo. Que tengas suerte en todo y gracias por los bonitos momentos que pasamos juntos.
Bárbara se giró justo a tiempo para ver a Kaltz bajar las escaleras rápidamente, con la mirada fija en sus zapatos y los hombros caídos, y ella se dio cuenta de que había cometido un grave error. Estuvo a punto de gritarle que esperara, que todo había sido un cuento y que no quería dejar de ser su amiga pero de su boca no salió palabra alguna. Kaltz pronto salió de su rango de visión y se perdió entre las sombras del atardecer.
"¡Cobarde, eres una maldita cobarde!", se recriminó Bárbara mientras abría la puerta de su apartamento para entrar y cerrarla con fuerza. La chica se apoyó contra la pared y se dejó caer lentamente hasta el suelo mientras sus ojos desbordaban al fin todas las lágrimas contenidas. Lloraba por Kaltz, principalmente, porque había ido a buscarla desde el otro lado del país con la esperanza de arreglar las cosas y ella le había fallado, pero lloraba también por sí misma, porque a pesar de lo mucho que quería negarlo, acababa de rompérsele el corazón.
Kaltz, mientras tanto, llegó a la calle y detuvo el primer taxi que le salió al encuentro, esperaba llegar a tiempo al aeropuerto para tomar el último vuelo de la noche a Hamburgo, el del mismo horario en el que Genzo pensaba viajar al día siguiente. Se secó con cierta furia una lágrima que asomó a su ojo izquierdo al tiempo que sacaba su celular para avisarle a Wakabayashi que se marcharía antes de lo planeado.
"No hubo suerte así que me regreso a Hamburgo esta misma noche, no tiene caso que me quede hasta mañana. Al parecer, ella no me veía más que como un amigo del que podía prescindir fácilmente, prefiere no hablarme a que la sigan molestando por mi causa y de verdad que no la culpo, yo hubiera hecho lo mismo estando en su lugar. No te preocupes por mí y disfruta de estas horas con tu chica, ya hablaremos antes de que te vayas a Japón".
El joven no recibió respuesta inmediata pero tampoco la esperaba, a esas horas Genzo ya debía de estar con la doctora Del Valle y ambos merecían disfrutar su tiempo a solas, considerando que estarían separados por medio planeta durante varios meses. Kaltz se sentía tan deprimido que deseó ser él quien se fuera a Japón porque los más de 600 kilómetros que había entre Hamburgo y Múnich no le serían suficientes para poder olvidar a Bárbara.
Notas:
- En el capítulo 64 del manga "Captain Tsubasa Rising Sun", que es el último manga de CT que se sigue publicando en Japón, aparecen unos gemelos futbolistas alemanes quienes casualmente se apellidan Schmidt, al igual que Bárbara. Aclaro que el nombre completo de Bárbara se planeó desde su debut en el segundo capítulo de esta historia, en abril de 2014, así que ella no tiene relación alguna con esos gemelos Schmidt. Al parecer, Takahashi también busca apellidos extranjeros en Google para nombrar a sus personajes.
