Capítulo 34.

Múnich.

Tras el entrenamiento, Sho se acercó a hablar con Levin para saber qué había ocurrido con su decisión de recuperar a Débora. Al menos el sueco no había disminuido su capacidad, seguía anotando goles en cada partido en el que jugaba así que las cosas no debían andar tan mal pero la doctora Cortés continuaba estando ausente en su vida; si Stefan hubiese arreglado las cosas con ella, seguramente que la chica aparecería de vez en cuando en los partidos o mínimo él mencionaría algo con respecto a esa cuestión.

-Vaya día.- comentó Levin mientras se vestía tras haberse duchado.- Nunca esperé ver a Schneider dando una actuación de ésas, cualquiera pensaría que, con lo serio que es, se cuidaría de no dar esa clase de espectáculos.

-Todos perdemos la cabeza cuando nos enamoramos.- Sho se encogió de hombros.- Algunos bajan su nivel de juego, otros se besan con sus novias a medio entrenamiento.

-Nunca vas a dejar de recordarme lo de la caída de mi nivel, ¿cierto?.- Levin le arrojó la toalla.- Ya, todos cometemos estupideces menos tú, ¿o no?

-Falso. Yo también me he comportado como un idiota por culpa de Nela, la diferencia es que yo lo hago en lugares en donde no hay espectadores ni cámaras.- replicó el chino, con una sonrisa.- En cualquier caso, ¿qué ha pasado con tu decisión de hablar con la doctora Débora?

-No sé ni por dónde empezar.- Stefan frunció el ceño.- Ha sido un fiasco desde el comienzo pero tengo que aclarar que la culpa no la he tenido yo.

-¿Tan mal te está tratando ella?.- Sho enarcó ambas cejas, sorprendido.

-No, no es ella la que me está complicando las cosas sino su pretendiente.- replicó Levin, fastidiado.- Cometí el error de creer que tendría el camino libre.

-¿Su pretendiente?.- Sho se extrañó aún más.- ¿Tiene otro aparte de ti? Me sorprende, Nela nunca me comentó que la doctora Débora tuviese novio.

-No sé si sea su novio o sólo pretenda serlo.- Levin azotó su mochila deportiva con fuerza contra un banco.- De lo que estoy seguro es de que él me ha dicho abiertamente que también quiere estar con ella y que no me va a dejar las cosas fáciles. Y mira que ha cumplido bien su amenaza, ha llegado al extremo de bloquearme el paso al hospital, no puedo poner un pie ahí a menos que llegue desangrándome o esté a punto de morir.

-Faltaba más, si lo que necesitas es que alguien te dé una buena golpiza, aquí estoy yo.- dijo Sho.- Para eso estamos los amigos.

-Qué considerado de tu parte, en verdad.- a pesar de todo, Stefan esbozó una pequeña sonrisa.- Pero pasaré de tu gran oferta por esta vez.

-Ya hablando en serio, ¿qué quieres decir con que ese pretendiente te ha bloqueado el acceso al hospital?.- quiso saber el chino.- ¿Trabaja ahí, es guardia de seguridad?

-Peor aún: es médico.- replicó el sueco.- Y mira que ahora entiendo cómo fue que Lily consiguió poner a salvo a Schneider cuando éste se accidentó, los médicos en ese hospital tienen mucho poder. Éste en particular lo usa para mantenerme afuera, logró convencer a los guardias de que soy un riesgo potencial y no me dejan entrar a menos que me vean enfermo.

-Hmmmm, esto me resulta curioso.- comentó Sho, pensativo.- Es decir, aparte de ilegal es algo muy sucio, realmente. Si no te deja entrar al área de trabajo de tu doctora y él trabaja con ella, definitivamente te está dejando en franca desventaja.

-¿Tú crees? Vaya que eres inteligente.- dijo Levin, con sarcasmo.- Mira que conseguiste llegar a esa conclusión sin ayuda de Nela.

-Oye, que sólo quiero ayudarte, no me ataques a mí.- Sho levantó ambas manos en señal de paz.- ¿Quién es el tipo? Quizás Nela lo conozca.

-Lo conoce.- afirmó el sueco, al tiempo que se calzaba los zapatos.- Es el doctor Lacoste, el francés al que invitaron al partido amistoso entre Alemania y Japón.

-¿Ése?.- Sho puso cara de desconcierto.- Oh, vaya, sí que la tienes difícil, Nela me contó que ellos dos tuvieron una especie de romance y cree que… ¡Ouch!

-Cállate.- exigió el sueco, tras arrojarle una toalla mojada con mucha fuerza.- No me interesa saber tanto sobre el pasado de ese par.

-¿Por qué no, estás celoso?.- Sho esbozó una sonrisa maliciosa.- ¡Lo que hay que ver!

-Si no te callas, te enviaré mi tiro a la cara en el próximo entrenamiento.- gruñó Stefan.

-¡Cómo si no pudiera detenerlo con mi Cañón con Retroceso!.- se burló el chino.- Lo que me llama la atención de lo que me has contado es que Nela no me ha comentado algo al respecto, es decir, que ese médico franchute está bloqueándote el paso.

-Quizás ella tampoco lo sepa.- Stefan se encogió de hombros.- La cuestión es que no he podido acercarme a Débora, peor aún, me ha tocado tragarme besos entre ellos aunque lo que me irrita no es eso sino el hecho de que ese maldito doctor no sabe respetar cuando ella le dice que no. Hace un par de días me los encontré en la cafetería que está cerca del hospital y Lacoste insistió mucho en besar a Débora a la fuerza a pesar de que ella le dijo que no quería que lo hiciera, tuve que intervenir para que la dejara en paz.

-Así que defendiste a tu chica, ¿eh?.- Shunko levantó su pulgar en alto.- Así se hace, amigo, pero, ¿estás seguro de que ella no quería besarlo? ¿No habrán sido tus celos los que malinterpretaron las cosas?

-No lo fueron.- negó Stefan, serio.- Te aseguro que Débora quería que Lacoste la dejara en paz, eso sí me quedó muy en claro, no me lo he imaginado. Eso al menos me da una esperanza, si Débora está rechazando a ese maldito médico francés es porque no está interesada en él.

-Oye, ¿y no se te ha ocurrido enviarle algún mensaje por celular o correo electrónico?.- sugirió Sho, como si se le acabara de ocurrir la mejor idea del mundo.- A la doctora Cortés, claro está.

-¿Tú crees que no?.- Levin se ajustó su chamarra y lo miró con cierto desdén.- Pero me responde que la deje en paz, me bloquea y a las dos horas me vuelve a desbloquear. Con los correos electrónicos no lo he intentado, me parece una muy mala idea, como si no tuviera ni el interés de buscarla en persona.

-Buen punto.- aceptó el chino.- Pero me sorprende lo de los bloqueos, digo, ella tiene cara de ser la típica mujer bipolar pero me parece que lleva el asunto al extremo.

-Es lo mismo que yo pienso.- Stefan suspiró.

-¿No será que el doctor francés anda detrás de todo?.- cuestionó Shunko.- Creo que si de verdad esos dos tuvieran alguna especie de relación, Nela lo sabría. Ella es la que siempre sabe todo lo que le pasa a cada una de sus amigas, es la chismosa oficial de su grupo, así que si mi Nela no se ha enterado de algo es porque no está ocurriendo.

-Ésa es otra cosa que tienen en común: a los dos les gusta estarse metiendo en donde no los llaman.- Levin frunció el ceño.- Pero hablando en serio, creer que el doctor Lacoste está detrás de todo es torcer mucho las cosas, me parece que necesitas leer menos historias románticas. No creo que él esté involucrado en las decisiones que toma Débora con respecto a mí.

Pero lo cierto era que, como se ha mencionado anteriormente, a Stefan ya se le había ocurrido la misma cuestión, que Jean podría estar influyendo en la actuación de Débora; antes lo sospechaba levemente en base a los extraños mensajes que le enviaba ella pero la teoría cobró fuerza a raíz del suceso de la cafetería y lo mucho que Jean pretendía querer dominar a la joven. Al principio, Levin tomó al hombre como un rival promedio más pero ya se estaba dando cuenta de que era un auténtico y maldito dolor de cabeza. Bien, que si al final resultaba que ese médico francés andaba manipulando a Débora, Levin no se aguantaría las ganas de darle un par de golpes, con todo y que Schneider siempre veía con malos ojos el que los hombres no fuesen capaces de solucionar sus problemas sin usar la fuerza bruta.

-Yo sólo digo que no hay que descartar todas las opciones.- Sho se encogió de hombros.- Si no te molesta, me gustaría comentar esto con Nela; tanto ella quiere ayudar a su amiga como yo quiero ayudar al mío y si hay una tercera persona interfiriendo pues entonces habrá que quitarla del camino.

-Supongo que no me caerá mal recibir ayuda femenina.- Levin parecía estar aliviado.- Sabes que llevo días intentando encontrar la forma de tocar el tema con Lily pero creo que ella nunca me va a dar otra oportunidad.

-Lo hará, algún día, pero definitivamente no es tu mejor aliada justo ahora.- concordó Sho.- Nela al menos no te pidió que no lastimaras a su amiga.

-Gracias.- Stefan lo fulminó con la mirada.- Menos mal que eres mi amigo.

-Cuando quieras.- Sho sonrió con cierto cinismo.

Pero Stefan no era el único que creía que Jean estaba comportándose fuera de la norma. Si por ella fuera, Débora no le habría vuelto a hablar a Jean nunca más; su actuación en el café había sido deplorable, tanto que estaba sorprendida de que Lacoste hubiera "enseñado el cobre" de esa manera, es decir, que hubiese mostrado cuál era su verdadero ser, que al parecer era bastante lamentable. Sin embargo, a pesar de lo coqueto que era Jean, Débora no lo habría creído capaz de acosar así a una chica, él solía ser bastante respetuoso con las personas del sexo femenino; que Débora supiera, Jean nunca había forzado a una mujer a hacer lo que él quisiera. ¿Por qué con ella se comportó diferente? ¿Qué le había pasado entonces, qué lo hizo perder la cabeza así? Ella se preguntó si debía hablar de lo sucedido con alguna de sus amigas pues todas conocían y apreciaban a Jean; quizás alguna de ellas pudiera discernir cuál había sido el problema con él aunque Deb temía que si abría la boca arruinaría la reputación del joven con las demás, algo que a pesar de todo no quería hacer. Sin embargo, si alguna de sus amigas hubiese sabido lo que Débora pensaba, la habría regañado sin dudarlo pues ninguna mujer debía callarse un acoso, mucho menos si la justificación era el no querer arruinar la reputación del hombre en cuestión.

Cuando comenzó su turno en el hospital, Débora fue muy clara con las enfermeras con las que trabajaría ese día: no quería que el doctor Lacoste entrara al área de tococirugía a menos que se tratara de una auténtica urgencia. Todas quedaron sorprendidas con la petición, más porque a últimas fechas Jean y Débora habían sido muy unidos pero la mayoría supuso que ellos se habían peleado. Sólo Hope no hizo comentarios y no puso cara de desconcierto; desde el evento con el "vendedor de seguros médicos", ella no creía ciegamente en las palabras del carismático doctor Lacoste.

Sin embargo, Jean estuvo cazando a Débora a lo largo del día, en los momentos en donde su labor en el hospital no era muy pesada, pero no pudo encontrarla libre hasta la hora de la comida, cuando ella llegó a la cafetería del hospital. En cuando la vio, el joven se le dejó ir deshaciéndose en disculpas, pidiéndole que le diera la oportunidad de explicarse.

-¿Qué es lo que tienes que explicar, Jean?.- cuestionó Débora, cansada. Había atendido más partos de los que podía recordar y estaba de poco humor para aguantar gente pesada.- Me quedó muy en claro que no sabes el concepto de la palabra "no".

-No es lo que tú crees, Deb, en verdad.- insistió el francés.- Tuve una razón poderosa para hacer lo que hice pero en el momento en el que lo hice no pude explicártelo y después ya no tuve la oportunidad, no me dejaste hacerlo.

-¿De veras crees que me voy a tragar el cuento de que hay una buena excusa para tus marranadas?.- Débora se fue a buscar una mesa vacía.- Ya déjame comer en paz, Jean, por favor.

-Dame sólo cinco minutos para explicarme.- rogó Jean, sentándose frente a ella.- Te prometo que te dejaré tranquila después de eso si no logro convencerte de mi inocencia.

-¿Lo juras?.- ella lo miró con cierto desdén.- Si no me das una buena explicación, me quejaré de ti directamente con el director del hospital y haré que te retachen a Francia con una patada en el trasero.

-Lo juro.- Jean levantó su mano derecha, muy serio.- Si no consigo hacerte cambiar de parecer con respecto a la opinión que tienes sobre mí, yo mismo pediré mi traslado.

-Adelante entonces.- Débora se dedicó a desenvolver su sándwich.- Dispara de una buena vez que sólo tienes cinco minutos.

-Gracias.- el galeno carraspeó, avergonzado.- Primero quiero disculparme por haberme propasado contigo, sé bien que no debí excederme así y que debí haberme detenido cuando me lo exigiste pero, aunque suene como pretexto estúpido, quería evitar un mal mayor. ¿Te habías dado cuenta de que Levin llevaba tiempo observándonos en la cafetería?

-¿Qué? No.- Débora se sorprendió.- ¿Lo viste cuando entró? ¿Cuánto rato llevaba ahí?

-No, no lo vi entrar.- negó Jean.- No sé cuánto tiempo llevaba analizando nuestros movimientos, no entró a la cafetería después de que yo llegué, de eso estoy seguro, así que supongo que ya estaba ahí desde antes. ¿De verdad no lo viste?

-Te aseguro que no.- contestó Débora, con suspicacia.- ¿No te estás inventando esto para distraerme y que te perdone?

-Por favor, créeme, estoy siendo sincero.- aseguró el doctor.- Me di cuenta de la presencia de Levin poco después de que te acabaste tu panini, antes de que te besara. Me sorprendió verlo pero traté de actuar como si no hubiese notado algo extraño.

-¿Y eso cómo justifica tu beso?.- insistió Débora, sin acabar de creérselo.- Suponiendo que Stefan hubiera estado ahí desde antes de que llegaras, ¿eso en qué cambia las cosas?

-No nos quitó la vista de encima en ningún momento así que se me ocurrió que si te besaba podría, no sé, hacerlo enojar un poco.- confesó Lacoste, ciertamente avergonzado.- Ahora que lo digo en voz alta, me parece estúpida la idea pero juro que en ese momento consideré que era bastante buena, darle una dosis de celos para que deje de ser tan estúpido.

-Para conseguir poner celoso a Stefan, primero tendría que estar interesado en mí.- Deb frunció el ceño.- Así que tu pretexto no me suena muy convincente, Lacoste.

-¿No habíamos quedado en el partido amistoso entre Alemania y Japón que sí está interesado en ti pero que necesita creer que te va a perder para hacerlo reaccionar?.- insistió Jean.

-Sí, es cierto, pero yo nunca estuve muy de acuerdo en seguir esa vía.- Débora comió su sándwich con avidez; por algún motivo inexplicable comenzaba a sentirse mejor.- Principalmente porque yo no creo que Levin sí sienta algo por mí.

-Sí lo crees pero no quieres aceptarlo porque él te lastimó mucho.- Jean jugueteó con una servilleta.- Lo cual es comprensible, Deb, pero quisiera que me creyeras cuando te digo que yo sí noto sus reacciones y sé que él siente algo por ti. De verdad, lo que hice fue por querer molestarlo pero cometí un error de los grandes, debí haberte dicho en su momento que Levin estaba ahí y explicarte qué quería hacer pero no sabía qué tanto alcanzaba a escuchar él y no quise arriesgarme. Por supuesto, no calculé que tú reaccionarías negativamente ante mis avances no deseados, lo cual debí de haber supuesto porque besar así, sin avisar, molestaría a cualquiera. De verdad lamento haber actuado de una manera tan estúpida, créeme por favor.

Débora miró a Jean a los ojos durante un rato para calar su sinceridad; para su sorpresa, ella se dio cuenta de que el médico estaba siendo completamente sincero, que esa actitud suya había sido una actuación que se le salió de control.

-Decir "estúpida" es poco.- Débora suspiró.- Te comportaste como un verdadero patán. No sé si creerte, yo no vi a Stefan cuando entré en la cafetería. ¿Qué me asegura que no llegó poco antes de que me besaras y que sólo buscas inventarme un cuento para salirte con la tuya?

-¿De verdad analizaste todas las mesas cuando llegaste?.- la cuestionó Jean.- ¿Hasta la que estaba en el rincón más apartado? Ahí se encontraba él.

-No.- confesó ella, tras un ligero titubeo.- La verdad es que no lo hice y tampoco creo haber estado tan distraída como para no haberme dado cuenta de que Stefan entró cuando ya los dos estábamos comiendo.

-Mira, si no confías en lo que te digo, pregúntale a la mesera que nos atendió, también debió haberle tomado la orden a él.- insistió el médico francés.- Si estoy mintiendo, ella refutará mi versión.

-Oh, créeme que lo voy a hacer.- Débora terminó su comida con tiempo de sobra para ir a comprarse una barra energética como postre.- Aun así creo que debiste haberme comentado en ese momento que Stefan estaba ahí para evitar estos malentendidos.

-No volveré a cometer el mismo error.- aseguró Jean, con humildad.- ¿Vas a perdonarme entonces?

-Lo voy a pensar.- replicó Débora, poniéndose en pie.- Me voy, tengo que volver a mi área. Tú deberías de hacer lo mismo.

Jean estaba por llegar al área de consulta externa cuando alguien lo agarró por el brazo y lo jaló a un corredor accesorio y vacío; con sorpresa, el joven descubrió que quien lo había detenido fue Hope, la enfermera de urgencias ginecológicas a la que le mintió con respecto a Stefan Levin.

-Doctor.- ella estaba muy seria.- Usted y yo tenemos que hablar.

El joven hizo una mueca.

A pesar de que no creía al cien por ciento en las excusas de Jean, Débora se sintió mejor al volver a los vestidores, en donde se dispuso a cambiarse de ropa para regresar al área de labor de parto. Por supuesto que iría al café a buscar a la chica que los atendió esa tarde para preguntarle si Levin ya estaba ahí cuando ella llegó. Tras tomar esta decisión, la mente de Débora vagó a lo que le había dicho Jean, que ella sí sabía que Stefan la celaba pero que se negaba a aceptarlo. Bueno, al menos una cosa tenía que admitir Deb y era que el sueco sí estaba genuinamente molesto cuando evitó que Jean volviera a besarla. ¿Había sido realmente por caballerosidad o fueron sus celos los que lo hicieron actuar?

Acababa de acomodarse su gorrito quirúrgico de color rojo cuando tuvo el impulso de agradecerle a Stefan por su actuación. Ciertamente que ella no le agradeció lo suficiente por haberla defendido y Débora concluyó que él al menos se merecía eso. Antes de que pudiera arrepentirse, la joven tomó su celular para enviarle un mensaje de Whatsapp, sorprendiéndose mucho al ver que el número de Levin estaba bloqueado.

-Qué raro, no recuerdo haberlo bloqueado.- murmuró la joven, pensativa.

Sin embargo, no le tomó más importancia al asunto y se apresuró a enviar el mensaje antes de que tuviera tiempo de arrepentirse.

"No te agradecí adecuadamente por haberme ayudado el otro día en la cafetería. Gracias por no permitir que otro hombre me obligara a hacer lo que no quería".

Levin, quien ya se encontraba en su departamento para entonces, se sorprendió mucho al ver el mensaje de ella, no se lo podía creer. Una ligera sensación de felicidad le golpeó el pecho al darse cuenta de que Débora no estaba pidiéndole que la dejara en paz sino, todo lo contrario, le daba las gracias por haberla ayudado. No cabía duda, Jean Lacoste era quien estaba detrás de los mensajes agresivos mandados desde el celular de la joven, ese pequeño agradecimiento lo demostraba.

"No tienes nada qué agradecer. Lo volvería a hacer si supiera que alguien está haciéndote daño".

Débora por poco y deja caer su teléfono al suelo cuando éste pitó para avisarle que había recibido una contestación. Sintió que el rubor se le subía al rostro al ver la respuesta que le había mandado Stefan y casi se puso a brincar de la alegría.

"¡Ya cálmate, Débora Cortés Suárez! El que te haya contestado eso no significa nada".

Las enfermeras del área de parto se sorprendieron mucho cuando vieron llegar a la doctora Cortés luciendo una enorme sonrisa en su rostro, como hacía mucho tiempo que no se le veía. No sabían quién había sido el autor de semejante milagro pero esperaban que continuara haciéndolo.

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Bárbara sabía que se merecía que alguien la pusiera en su lugar por haberle mentido a Hermann Kaltz pero la persona que lo hizo fue la que ella menos esperó. Al irse a dormir, Bárbara creía que el mundo se había acabado ya pero al despertar descubrió que ahí seguía, girando como siempre y que no se detendría sólo por ella así que no le quedó más remedio que continuar con su vida. A pesar de todo, se sentía levemente aliviada, al menos estaba segura de que Kaltz no continuaría perdiendo el tiempo con ella pero su anterior angustia fue reemplazada por una tristeza profunda que le costaría mucho trabajo erradicar.

Desde hacía una semana o menos que Bárbara había podido regresar a laborar sin que alguien la molestara; sin embargo, a cada cosa que hacía se preguntaba si Kaltz estaría bien, si habría regresado a Hamburgo y si la odiaba por todo lo que le había dicho. Se encontraba en una de sus melancólicas disertaciones cuando un agitado policía le informó que tenía una visita.

-¿Quién es?.- el corazón de Bárbara se aceleró cuando ella pensó que podría tratarse de Kaltz.

-Eh, no estoy seguro.- el hombre se rascó la cabeza, confundido.- Dijo ser un amigo suyo pero me resulta familiar, se parece al portero del Hamburgo.

-¿Qué?.- Bárbara se sobresaltó.

Cuando ella llegó al área en donde su visitante la estaba esperando, un pequeño jardín cercano al patio de las ambulancias, se dio cuenta de que él se parecía al portero del Hamburgo porque era el portero del Hamburgo. O al menos lo había sido hasta hacía poco.

-Guten tag.- la saludó Genzo Wakabayashi, con cierta incomodidad.- Espero no estar interrumpiendo tu trabajo.

-Guten tag.- le respondió una azorada Bárbara.- No, no interrumpes pero… ¿No te han avisado ya que Lily no trabaja más en este hospital?

-Lo sé perfectamente.- él esbozó una pequeña sonrisa.- Pero no la estoy buscando a ella, vengo a verte a ti.

-¿A mí?.- Bárbara se asombró aún más.- Oh, bien, eh, ¿en qué te puedo ayudar? ¿Quieres un plan nutricional o algo?

Lily habría de reírse de esto después pero en ese momento a Genzo no le pareció gracioso pues creyó que Bárbara estaba evadiendo el asunto principal.

-No. Vengo a hablar contigo sobre Kaltz.- respondió Wakabayashi, perdiendo todo rastro de calidez.

-¿En dónde está él?.- cuestionó Bárbara, ansiosa.- ¿Vino contigo?

-No, ni siquiera sabe que estoy aquí.- negó Genzo.- Se marchó a Hamburgo ayer ya que no tiene nada qué hacer en Múnich.

-Ya veo.- ella agachó la mirada.- ¿Entonces de qué cosa sobre él quieres hablar conmigo, Wakabayashi?

-En realidad vine a decirte que no pensé que fueras tan cobarde.- respondió Genzo.

-¿Perdón?.- ella se sobresaltó.- ¿Por qué estás llamándome cobarde?

-Porque eso es lo que eres.- continuó Genzo, secamente.- Mi amigo vino desde el otro lado del país a querer arreglar las cosas contigo y tú prefieres mentirle para alejarlo de ti. ¿Con qué razón? No hay ninguna aparente así que me ha quedado claro que la justificación es que eres muy cobarde.

-¿Quién te crees que eres para hablarme así?.- Bárbara sintió que se ruborizaba de la indignación.- ¡Las cosas no son como las dices! Yo me alejé de Kaltz porque me cansé de estar recibiendo tantos insultos por su culpa.

-Mira, eso te lo habrá podido creer él pero yo no te lo acepto.- la contradijo el portero, molesto.- Porque te recuerdo que hablaste conmigo y me confesaste que te preocupaba cómo se sentía él, me demostraste que sí estabas genuinamente interesada en mi amigo, incluso en aquella ocasión me preguntaste cómo se tomaría Kaltz el reportaje de Blind. ¿Tan rápido cambiaste de parecer o es que eres de las que prefieren salir huyendo cuando las cosas se complican? Asumí que no querías alejarte de él pero en cuanto Kaltz tomó el paso decisivo, tú retrocediste. Debo decir que estoy decepcionado, esperaba mucho más de una mujer que es una gran amiga de mi novia y de la única amiga real que he tenido en la vida. ¿Qué crees que pensarán la doctora Del Valle y Elieth cuando sepan que has sido tan cobarde?

-¡Oye, deja ya de insultarme!.- a Bárbara le dieron ganas de llorar de la frustración.- ¡Tú no sabes lo que se siente!

-Creo que ya hablamos de esto una vez, señorita Schmidt.- Genzo la miró con parsimonia.- Y te hice ver que la doctora Del Valle y yo pasamos por lo mismo que ustedes dos, excepto porque ella tuvo más valor para afrontar lo negativo que tú. ¿Así es como quieres que terminen las cosas?

-Realmente eso a ti no te importa.- Bárbara decidió que ya había tenido suficiente.- Kaltz será tu amigo pero no es tu hijo, lo que suceda entre él y yo no es tu asunto. Además, tú no puedes saber cómo nos sentimos los dos, deja de actuar como si poseyeras la verdad absoluta de todas las cosas, qué egocéntrico eres si piensas que todos tenemos que actuar de acuerdo a tus criterios.

Genzo la miró durante unos instantes, muy serio, como si analizara lo que acababa de decirle. Él se preguntó si debía insistir o dejarlo pasar, era seguro que a Kaltz no le agradaría saber qué era lo que Wakabayashi estaba haciendo por querer ayudarlo. El portero soltó un gruñido de desaprobación y se encogió de hombros, quizás debía dejar que su novia se encargara de esa cuestión.

-Como quieras.- dijo él.- Tienes razón al decir que no puedo obligarte a que pienses como yo, pero te equivocas al asegurar que lo que le ocurra a Kaltz no es asunto mío. Él es mi amigo y, como tal, voy a ayudarlo si está en mi mano hacerlo. Tal vez sea bueno que hayas preferido mentirle para que se alejara de ti, quizás así se podrá encontrar a alguien que verdaderamente quiera pelear por él.

-¡Ya basta!.- protestó Bárbara, francamente enojada.- Vete antes de que te mande sacar.

-No será necesario.- el portero se dirigió hacia la salida del lugar.- No tengo otra cosa que hacer aquí.

En cuanto él se hubo alejado lo suficiente, Bárbara rompió a llorar aunque esta vez era de indignación; era cierto que Genzo había dicho la verdad pero ella no estaba lista para aceptarlo y le dolió mucho que la acusara de ser una cobarde.

-¿Babs?.- preguntó Nela, preocupada.- ¿Qué rayos acaba de pasar?

-¡Ah!.- saltó Bárbara.- ¿Cuánto tiempo llevas aquí?

-Lo suficiente para escuchar todo lo que Wakabayashi te dijo.- contestó la psicóloga.- Cuando Leo me dijo que ese portero había venido a buscarte no le creí así que vine a verlo por mí misma. ¿Qué fue lo que Wakabayashi quiso decir con eso de que le mentiste a Kaltz para alejarlo de ti? ¿Está hablando de Hermann Kaltz?

-Soy una cobarde, él lo ha dicho.- la pelirroja enterró la cara entre las manos.

Nela la abrazó para calmarla y le pidió que le contara lo ocurrido; con voz entrecortada, Bárbara le contó escuetamente lo ocurrido con Kaltz pero sin omitir los detalles importantes. Nela hizo una mueca de desaprobación al escuchar la explicación pero se cuidó de hacer algún comentario negativo cuando ella acabó.

-Bien, empecemos con algo muy importante, Babs.- dijo la inglesa cuando la alemana acabó de hablar.- ¿Estás interesada en Kaltz como algo más que un simple conocido?

-Sí.- asintió ella, sin levantar la cabeza.

-¿Cómo algo más que un amigo?.- insistió Nela.

-Sí.- repitió Bárbara, suspirando.- Y por eso es que le he hecho ver que no quiero tener algo con él para que no lo sigan insultando por mi culpa.

-Bueno, en algo estoy de acuerdo con el señor Wakabayashi y es con el hecho de que cometiste un error, Bárbara Schmidt.- Nela puso los ojos en blanco.- ¿Por qué, en nombre del Cielo, has creído que mentirle a Kaltz era una buena idea?

-No lo sé.- titubeó la pelirroja.- No quería verlo sufrir, no quería que alguien cuestionara su carisma por una idea estúpida, así que pensé que…

-Que arreglar el problema con otra idea estúpida era la mejor solución, ¿no?.- completó Nela.- Ay, Bárbara, ¿por qué has hecho eso? Te encontraste a un hombre noble, con corazón de oro y que no se fija en tu físico sino en tu personalidad y lo primero que se te ocurre hacer es enviarlo de paseo por culpa de comentarios hechos por gente que no los conoce. ¿Es una broma?

-¡Agh! Genzo Wakabayashi tiene razón, soy una cobarde idiota.- Bárbara se llevó las manos a la cabeza y se mesó el pelo.

-En realidad, él sólo te llamó cobarde.- replicó Nela.- La verdad es que cuando vi que Wakabayashi te atacó, mi primer impulso fue ponerme de tu lado pero ahora creo que él tiene razón, has cometido una tontería muy grande, Babs.

-¡Lo sé, lo sé!.- exclamó ella.- ¡Lo he arruinado todo! ¡Dejé que un montón de estúpidos me hicieran dudar y ahora he perdido a Hermann! De verdad que me hacía sentir bien hablar con él, ningún hombre me había mirado con la ternura con la que lo hizo él. ¡Ni siquiera intentó llevarme a la cama ni una sola vez! Nunca había conocido a nadie como él y ahora se ha ido para siempre.

-No creo que se haya ido "para siempre".- Nela la abrazó.- Pienso que, si te apresuras a hablar con él, quizás querrá escucharte pero primero debes aclarar bien tus emociones, no puedes seguir adelante si no estás segura de lo que sientes.

-Estoy segura de lo que siento pero tengo miedo de herirlo más.- Bárbara se limpió las lágrimas con un pañuelo desechable.- No quiero que se sienta mal por mi culpa.

-Pero al alejarte de él estás haciéndolo sufrir todavía más y de paso tú también sales herida en el proceso.- insistió Nela.- Al menos debes decirle la verdad y dejarle él elegir. Si Kaltz no quiere sufrir por tu culpa que te lo diga, pero no tomes tú la decisión en su lugar.

Una idea loca y poco práctica comenzó a formarse en la mente de Bárbara, arraigándose con tanta fuerza que supo que no estaría tranquila hasta que no la llevara a cabo. ¿Sería prudente hacerlo? Probablemente no pero su exceso de prudencia la habían llevado hasta esa situación.

-Tengo que ir a Hamburgo.- soltó, de manera inesperada.- Si me doy prisa quizás alcance un vuelo para hoy.

-¿Qué?.- se sobresaltó Nela.- ¿Te piensas ir ahora mismo?

-Sí.- asintió Bárbara, echando a correr hacia la oficina de su jefe.- ¡Como bien dijiste, si me tardo más puede que él cambie de parecer!

A Bárbara no le costó mucho trabajo convencer a su jefe de que le diera más días libres aunque para ello tuvo que sacrificar dos de sus días de vacaciones; sin embargo, no tuvo suerte a la hora de buscar un vuelo disponible y tuvo que resignarse a viajar en tren. Nela no estaba segura de si debía detenerla o apoyarla y al final optó por darle mil recomendaciones y pedirle que tuviera cuidado en el largo camino hasta Hamburgo. Bárbara tomaría el tren de las 00:01 hrs., lo cual le vendría muy bien ya que el camino hasta Hamburgo tardaría alrededor de siete horas, así viajaría toda la noche y llegaría muy temprano a la ciudad portuaria del norte, en donde buscaría a Kaltz en cuanto bajara del tren.

Sólo esperaba que no fuese demasiado tarde.

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La ventaja de que el Bayern Múnich hiciera sus entrenamientos a puertas abiertas era que cualquier "fan" podía entrar sin muchos problemas, los guardias de seguridad ni siquiera le pidieron una identificación, sólo le solicitaron su nombre. A diferencia del hombre que lo recibió en el Hospital Universitario de Múnich, estos dos no parecieron reconocerlo a pesar de que por su fisonomía se destacaba del resto de la gente de ese país, al menos de la mayoría.

-¿Nombre?.- le preguntó uno de los guardias, mirándolo apenas.

-Benji Price.- respondió el joven, ajustándose la gorra para que la visera le hiciera sombra en los ojos.

No iba con las intenciones de ver el entrenamiento pero con eso se entretuvo mientras llegaba la persona a la que él había ido a visitar; Genzo se sorprendió mucho al ver que Sho y Levin habían mejorado mucho desde la última vez que se enfrentó a ellos, sus tiros eran letales y sus pases muy precisos, no quedaba duda de que ambos conformaban parte de la columna vertebral de ataque del Bayern Múnich. Vamos, que hasta el Cañón con Retroceso de Sho parecía ser imposible de detener aunque Wakabayashi estaba seguro de que él sí podría contenerlo aunque no sin cierta dificultad. Empero, ¿en dónde se encontraba Schneider? Wakabayashi lo buscó y no lo encontró en ninguna parte, ¿se habría lesionado otra vez?

-¿Está esperando a alguien, señor Price?.- preguntó una voz femenina, que él reconoció al instante.

-¿Eh?.- Genzo se sintió súbitamente avergonzado, quizás porque sintió que ella lo encontró haciendo algo indebido.- ¡Ah!

Lily le sonrió dulcemente; ella aún llevaba la blusa azul y la falda negra que se puso al dejar el hotel esa mañana, un atuendo que la hacía verse muy femenina pero que ella misma reconoció que no sería muy cómodo para su trabajo en Säbener Straße. A Genzo le agradaba tanto el conjunto que temió que Lily hubiese notado que se había ruborizado muy levemente al verla.

-¿Te comió la lengua el gato?.- se burló ella.- ¿Necesitas asistencia médica?

-No, nada de eso.- contestó Genzo aunque después se rectificó.- O quizás sí, si la atención me la das tú.

-Cuando quieras, señor Price.- dijo Lily, divertida.- No sabes cómo me reí cuando el guardia vino a decirme que me buscaba un joven apellidado Price, no sé por qué no te reconoció. ¿Por qué te haces llamar "Benji Price", en todo caso? Es la segunda vez que usas ese seudónimo.

-Francamente, no lo sé.- el joven sonrió con disculpa.- Fue la primera combinación de nombre y apellido occidentales que se me vino a la mente cuando me pidieron mi nombre en el hotel. Quizás así me llamaría si hubiese nacido en algún país de occidente.

-Podría ser que sí, no te va mal el nombre.- aceptó la doctora, jugueteando con la pluma y la carpeta que había olvidado dejar en el consultorio.- ¿Fuiste al hospital a hablar con Bárbara?

-Sí, lo hice.- contestó Genzo, un tanto avergonzado.- Y las cosas no salieron muy bien, tu amiga insistió en seguir comportándose como una cobarde y se molestó cuando se lo hice ver.

-¿Qué fue lo que le dijiste exactamente?.- quiso saber Lily.

-Que a Kaltz podrá haberlo engañado pero no a mí, que yo sé bien que ella sí lo tiene en alta estima pero que su cobardía la obligó a mentirle.- aclaró Wakabayashi.- Cuando le dije eso se molestó mucho, por cierto.

-Quizás no debiste decirle tan directamente que es una cobarde.- ahora fue Lily quien puso cara de disculpas aunque después rio.- Conociéndote, no has de haber sido nada sutil, Gen, ya me imagino cómo ha de haber respondido ella.

-Ya me conoces, soy muy directo y no se me dan bien las sutilezas.- Genzo se encogió de hombros.- Además, sabes bien que me molestó mucho su actitud hacia Kaltz.

-Lo sé, pero desgraciadamente no todos están preparados para tratar con alguien tan sincero como tú.- replicó Lily.- ¡Ay! Que esto va a resultar más difícil de lo que pensé.

La noche previa, cuando Genzo al fin vio el mensaje de Kaltz, le llamó a su amigo para preguntarle directamente lo que había ocurrido. Kaltz sólo aceptó contarle parcialmente lo sucedido, lo suficiente para que Wakabayashi entendiera que Bárbara lo había mandado de paseo de muy mala manera. Genzo se sintió tan indignado por la falsa actitud de la chica que decidió buscarla en el hospital al día siguiente para hablar con ella, más por indignación que por otra cosa. Lily no quería que su novio se peleara con Bárbara pero aceptó que el deber de Genzo como amigo de Kaltz era ayudarlo así que no trató de convencerlo de que no hiciera lo que quería hacer pero le sugirió que no armara una bronca a menos que fuese estrictamente necesario.

-En cualquier caso, yo no puedo hacer más.- continuó Genzo.- Creo que no soy la persona más adecuada para arreglar este asunto así que te lo dejo a ti; después de todo, ella es tu amiga y la conoces mejor que yo.

-Eso es cierto.- aceptó Lily, pensativa.- Hablaré con Bárbara después, quizás pueda hacerla entrar en razón. O llamarle la atención sin mencionar que es una cobarde. En cualquier caso, ya veré qué puedo hacer.

-Muy bien.- Genzo le jaló un mechón de cabello castaño.- No me juzgues tan duramente por haberle dicho que es una cobarde.

-No lo hago, sólo me río.- la doctora sonrió.- Cambiando el tema, le he dicho a Elieth que has venido a despedirte aunque no le he dicho a dónde te vas, vendrá en unos cinco o diez minutos. Y yo le he pedido al Dr. Stein que me deje salir una hora antes para poder irnos a comer antes de que tengas que tomar tu vuelo, así que los planes que hicimos en la mañana siguen en pie.

-Me parece muy bien.- aprobó Genzo mientras miraba sutilmente hacia otros lados del campo.- No he visto a Schneider en los entrenamientos, ¿no está practicando hoy? ¿Ha vuelto a su costumbre de faltar a ellos?

-No, y espero que no lo haga; está tomándose un descanso, tuvo un ligero dolor en el hombro que se lastimó en el partido que jugó contra ti, al parecer se golpeó contra algo y eso le reactivó el problema.- le explicó Lily, acariciando el dije de corazón que había estrenado ese mismo día.- Así que le sugerimos que reposara un rato en la enfermería mientras salían sus radiografías. No debe de tardar en volver.

-¿Está lesionado otra vez, entonces?.- Wakabayashi enarcó las cejas.

-No, por fortuna.- negó la doctora.- Sólo fue el golpe pero habrá que estar al pendiente de ese hombro. ¿Vas a despedirte también de él?

-No creo.- negó Genzo.- No tengo un motivo real para hacerlo, a Schneider no le afecta que me vaya momentáneamente de Alemania para jugar con Japón.

-En teoría, eso es verdad.- asintió Lily, pensativa.- Lo que en realidad le interesa es saber a qué equipo europeo te irás en caso de que abandones el Hamburgo. A estas alturas ya se ha de haber resignado a que nunca te vas a nacionalizar alemán.

-Eso espero.- Wakabayashi rio brevemente.- Por cierto, ¿ya te han perdonado Schneider y Elieth por ser tan "pésima" amiga?

-Aún no.- Lily suspiró, resignada.- Aunque, a decir verdad, no hemos tenido mucho tiempo libre, ninguno de los tres, hemos estado muy ocupados.

-Entiendo.- Genzo miró con melancolía el campo.

Lily se dio cuenta de que él resentía el no poder jugar en la Bundesliga, sin duda que extrañaba la camaradería que se establecía entre los jugadores en esos momentos en donde todos se preparaban para ser los mejores. Ella no podía hacer algo para cambiar esa situación pero sí que tenía el poder de hacerlo sentir mejor, así que se acercó sutilmente a Genzo y lo besó en la mejilla izquierda con suavidad, dejándole marcado un beso con su labial.

-Pronto volverás a entrenar en campos alemanes, Gen.- le dijo Lily, en voz baja.- No te desanimes.

-No lo hago, doctora.- él sonrió, mitad sorprendido y mitad conmovido.- Por eso voy a Japón a dar todo de mí, para regresar a Alemania con más fuerza que antes.

-No me queda la menor duda de eso.- Lily sonrió también.

Ambos compartieron un tranquilo momento de silencio en medio de tanta agitación, en donde ninguno tuvo la necesidad de decir algo, les bastaba con su compañía para sentirse bien. A los pocos minutos apareció Elieth, quien a pesar de todo se veía genuinamente feliz de verlos a los dos, no sólo a él.

-¿Cómo es eso de que te vas, Genzo?.- preguntó la reportera.- ¿A dónde y durante cuánto tiempo?

-Voy a Japón, Peque.- respondió el joven, serio.- He sido convocado por el entrenador Kira para los partidos amistosos que mi selección tendrá antes de las eliminatorias asiáticas para los Olímpicos.

-¡Oh! ¿En verdad?.- Elieth puso una expresión compasiva y volteó a ver a Lily.- ¿Durante cuánto tiempo?

-Estaré de vuelta para la pausa de invierno de la Bundesliga.- explicó Genzo.- Sigo teniendo contrato con el Hamburgo así que debo regresar para entonces para poder definir mi situación con el equipo.

-Entiendo.- asintió la rubia, cabizbaja.- No será por mucho tiempo pero aun así…

-Oye, que voy a volver.- la cortó Wakabayashi, tratando de animarla.- Tengo cosas importantes esperándome en Alemania, tú entre ellas.

-Gracias.- Elieth sonrió.- Aunque estoy segura de que no es por mí por quien volverás.

Lily, que se había quedado parada a poca distancia para permitir que los otros dos se despidieran, se ruborizó ligeramente mientras Genzo sonreía con complicidad. En ese momento, Schneider pasó a poca distancia de ellos con rumbo al campo de entrenamiento y se sorprendió al reconocer al joven de la gorra blanca que platicaba con su mejor amiga y con la mujer que no salía de su mente por más que se esforzara. Se acercó justo en el instante en el que Wakabayashi les explicaba a las otras dos el por qué había sido convocado para Japón.

-En principio, el señor Kira Kozo había decidido no llamar a los que estamos jugando en Europa, es decir, a Tsubasa, a Hyuga, a Aoi y a mí.- aclaró Genzo.- Su idea es que Japón es lo suficientemente fuerte como para superar con éxito los encuentros que se avecinan sin nosotros. Sin embargo, como yo llevo un tiempo considerable siendo suplente en el Hamburgo, el entrenador ha querido convocarme sólo a mí para aprovechar mis habilidades.

-Ya comprendo.- dijo Elieth, seria.- ¿Y el Hamburgo no ha puesto peros a ese plan?

-La directiva ha convenido dejarme marchar dado que Zeeman no ha requerido de mis servicios últimamente.- Genzo hizo una mueca de desdén.- No tienen inconveniente en que juegue para Japón, lo que significa que definitivamente Zeeman no tiene intenciones de volver a ponerme como titular durante un largo tiempo.

-Imbécil que es.- bufó la Peque, enojada.

-Lo sé pero al fin y al cabo él es el entrenador.- Wakabayashi se encogió de hombros.- Debí haberlo comprendido hace tiempo.

-Te desearía suerte pero sé que no la necesitas.- Elieth sonrió con calidez.- Sé que vas a dar lo mejor de ti; más te vale que lo hagas porque estaremos siguiendo tus partidos por Internet.

-Por supuesto.- sonrió él, con esa seguridad que tanto lo caracterizaba.

-Cuídate mucho entonces.- Elieth lo abrazó con fuerza y Genzo le correspondió.- Comunícate conmigo de vez en cuando, si no estás muy ocupado charlando con Lapinette.

-Claro que te voy a hablar, no me reclames.- Wakabayashi también le jaló cariñosamente a ella un mechón de su cabello rizado.- Cuídate igualmente y no pelees tanto con Schneider, es un buen muchacho aunque no tome en cuenta las opiniones de los demás.

-Gracias por lo que me corresponde, Wakabayashi.- Karl consideró oportuno intervenir en ese instante.

-¿Cuánto tiempo llevas ahí?.- soltó Elieth, separándose de Genzo.

-Lo suficiente para saber que él se va a Japón.- respondió Schneider, señalando al portero con la cabeza.- Más te vale volver, Wakabayashi.

-Eres el tercero que me pide lo mismo.- dijo Genzo, esbozando su peculiar media sonrisa.- Es bueno saber que soy tan querido en Alemania. Y yo que pensé que nadie me extrañaría.

Lily se acercó a él y lo golpeó en el brazo con su tabla, lo que causó que Elieth y Karl soltaran una breve carcajada. Genzo miró a Lily con una expresión de falso arrepentimiento, tras lo cual rio también.

-Es broma, doctora, no te enojes.- continuó.- Schneider, te diré lo mismo que le he asegurado ya a estas dos señoritas: tengo muchas cosas por las cuales quiero volver a Europa.

-Espero que jugar en el Bayern Múnich sea una de ellas.- añadió Karl, aprovechando la oportunidad.

-Debo admitir que eres persistente.- replicó Wakabayashi.- No sabes cuándo rendirte, ¿cierto? En cualquier caso no estoy pensando en eso ahora, mi objetivo en este momento es jugar los amistosos con Japón pero si el entrenador me requiere para las rondas de clasificación asiáticas a los Olímpicos, aceptaré la convocatoria.

-Bien. Como sabes, nosotros ganamos la Euro Sub-21 el año pasado así que ya estamos clasificados a los Juegos de Madrid.- dijo Karl, con autosuficiencia.- De manera que apoyaré a tu equipo, Japón, porque me gustaría enfrentarme a ustedes en ese evento. Da todo lo que tienes, Wakabayashi.

-Gracias, Schneider.- respondió Genzo.- Aunque te advierto que voy a aprovechar para mejorar aún más mis habilidades; así, cuando vuelva, ganaré la Bundesliga y la Champions League.

-Con el Bayern Múnich, por supuesto.- respondió Karl, con energía.

-Ya vas otra vez con lo mismo.- bufó Genzo, lo que ocasionó que Lily y Elieth soltaran risas por lo bajo.

-Soy persistente, bien lo dijiste.- replicó Schneider, restándole importancia al asunto.- ¿Vas a decidirte de una buena vez?

-Ya veremos.- respondió el portero, con una sonrisa misteriosa.

-Como quieras.- aceptó Karl, resignado, al tiempo que le ofrecía su diestra.- Ya debo volver al entrenamiento. Que tengas buen viaje, Wakabayashi.

-Te lo agradezco, Schneider.- el portero estrechó la mano de su amigo y rival mientras hacía un gesto con la cabeza para señalar a Elieth.- Cuida bien de la Peque, por favor.

-Lo haré.- asintió Karl, serio.- Las cuidaré a ambas.

-Eso es muy considerado de tu parte aunque mi novia puede cuidarse muy bien ella sola.- objetó Genzo, con sorna.

-¡Ey, que yo tampoco necesito que alguien me cuide!.- protestó Elieth, mirándolos a ambos.

-Ya, Peque, lo siento.- Wakabayashi se echó a reír.- Lo que sí voy a decirles a los dos es que deberían de ser menos duros con la doctora Del Valle; ella sólo ha pretendido ayudarlos, no tiene la culpa de que ustedes sean tan tercos.

-No te vayas a morder la lengua.- murmuró Elieth, ruborizada.

-De acuerdo.- Karl se avergonzó un tanto y miró a Lily de manera furtiva.- Nos veremos después, Wakabayashi.

-Hasta luego, Schneider.- respondió el portero.

Cuando el alemán se alejó, Genzo volvió a abrazar a Elieth y ésta repitió sus palabras de apoyo y despedida, tras lo cual el joven se marchó en compañía de Lily. Horas más tarde, ésta lo llevó al aeropuerto en su automóvil para que pudiera tomar su vuelo; la doctora, tras estacionarse, apagó el vehículo y se quedó unos instantes en silencio, aferrando con fuerza el volante.

-Da lo mejor de ti, Genzo Wakabayshi.- pidió Lily.- Y no olvides que estaré esperándote.

-Confía en mí: volveré por ti.- aseguró Genzo, antes de besarla.- Es mi promesa.

Llevaba en el bolsillo de su chaqueta el llavero de guantes de portero, en donde había colocado una llave especial que no había querido revelarle a Lily para qué servía. Ésos serían sus recordatorios de por qué deseaba dar lo mejor de sí para volver triunfante a Europa. Mucho rato después, cuando Lily ya se había marchado, Genzo aguardaba a que el personal de tierra de la aerolínea comenzara el embarque cuando recibió un mensaje de Tatsuo Mikami, su antiguo entrenador. Mikami sabía que él llegaría a Japón en un par de días y se ofreció a recogerlo en el aeropuerto de Tokio para llevarlo a la concentración de la Selección Japonesa. Genzo agradeció el gesto, hacía mucho que no veía a Mikami y sería agradable mantener una plática con él, previo a su llegada a la concentración, para saber cómo estaba el ambiente ahí.

"Por cierto, no quisiera molestarte con esto pero tu padre se ha comunicado conmigo", añadió Mikami. "Quiere verte, se ha enterado ya de todo lo que has estado haciendo en Alemania y no está feliz".

Genzo hizo una mueca de disgusto al leer el mensaje. Shuzou Wakabayashi rara vez se metía en la vida de su tercer hijo pero, cuando lo hacía, era para ocasionar problemas. Y si Mikami decía que Shuzou no estaba contento con lo que Genzo hizo en Alemania, no se refería a su actuación con el Hamburgo sino a algo más…

O mejor dicho, a alguien más.


Notas:

-La plática entre Wakabayashi y Schneider está inspirada en el "Captain Tsubasa Millenium Dream", un especial que fue publicado en el año 2000, que no sigue la historia oficial del manga y cuya temática gira alrededor de la participación de Japón en los Juegos Olímpicos de Sidney 2000. Aunque lo ocurrido ahí no se considera canónico, es evidente que Takahashi está tomando ideas de ese especial para desarrollarlas más ampliamente en la saga "Captain TsubasaRising Sun".

-Por parte de Europa, se clasifican a los Juegos Olímpicos los cuatro mejores equipos de la Euro Sub-21.

-El nombre oficial del padre de Genzo no se conocía cuando escribí este capítulo, así que yo le puse el de Akira; sin embargo, ahora que ya se sabe que el señor Wakabayashi se llama Shuzou, decidí editar los capítulos en donde aparece el nombre Akira para poner en su lugar el nombre correcto.

-Hace algunos ayeres hice dos dibujos con la escena en donde Lily aborda a Genzo en Säbener Straße y lo besa en la mejilla; es curioso porque cuando hice ambos dibujos no tenía muy definida la situación y ellos me ayudaron a aterrizarla.