Capítulo 35.

Hamburgo.

Cuando el tren arribó muy de mañana en la Hamburg Hbf (es decir, la Estación Central de Hamburgo), después de pasar una noche incómoda en el vehículo, Bárbara comenzó a sospechar que su idea podría resultar no ser tan buena como había pensado en un inicio y que el resultado final podría no ser el que ella buscaba. Para empezar, ¿en dónde cuernos podría localizar a Kaltz? No conocía su domicilio ni su número de teléfono ni un dato personal que le ayudara a encontrarlo. ¿Cómo no se le ocurrió pensar en eso antes? Quizás podría llamarlo a su celular pero Bárbara temía que él no contestara la llamada, lo cual sería lo más lógico. Entonces, ¿qué podría hacer para resolver ese gravísimo problema? ¿Estaría el nombre del muchacho registrado en la guía telefónica? No debería de haber muchos Hermann Kaltz en Hamburgo, ¿o sí?

"¿Guía telefónica? ¿Habrá alguien que siga usando esa cosa de la prehistoria?", se cuestionó Bárbara. "Y si existiera aún, seguro que Kaltz no aparecería en ella a menos que tuviese un teléfono fijo… ¿Cómo le hacían las personas para encontrarse antes de que se inventaran los smartphones?".

Una vez que estuvo fuera del tren, la chica buscó un baño para asearse y arreglarse lo mejor que pudo, tras lo cual se dispuso a ver las rutas del U-Bahn de la ciudad.

- No sé ni siquiera de qué me va a servir conocer las rutas si no tengo ni idea de a dónde voy.- bufó Bárbara, levantándose un mechón de pelo rojo de la frente.

- Hola, ¿buscas alojamiento en Hamburgo?.- se acercó a ella un tipo que lucía una barba cerrada y tenía una mirada extraña.- Conozco algunos hostales en donde una hermosa mujer como…

- No, gracias.- Bárbara lo cortó en seco, sin apartar la mirada de la lista de las rutas.

Se preguntó si el tipo la seguiría acosando, como solían hacer algunos "vendedores" poco dispuestos a aceptar un "no" por respuesta, pero éste se alejó refunfuñando por lo bajo que las mujeres bonitas solían ser las más maleducadas. Bárbara lo ignoró y enfocó de nuevo su concentración en las estaciones que el U-Bahn tenía en Hamburgo. Mientras lo hacía, saltó a la vista el Volksparkstadion, el estadio del equipo Hamburgo, y Bárbara tuvo un chispazo de ingenio. ¿Cómo no se le ocurrió antes? ¡Ése era día de entrenamiento! Sin duda que Kaltz acudiría al mismo y entonces ahí Bárbara podría verlo sin temor a que él la rechazara; ella sólo esperaba que las prácticas no se hicieran ese día a puerta cerrada (lo cual sería tener bastante mala suerte), en cuyo caso se limitaría a esperarlo a las afueras del complejo deportivo. Así pues, tomó la decisión de subirse a la ruta que la llevaría a las cercanías del estadio, sería mucho mejor que andar vagando en Hamburgo sin saber qué hacer. Antes de tomar el transporte, la chica se compró un trozo de quiche vegetariano y un vaso de Schorle, una bebida consistente en agua gaseosa con jugo de manzana, para el desayuno. No le gustaba comer la famosa tarta salada porque contenía muchas calorías pero sería algo rápido y fácil de consumir así que decidió que por una vez no importaba.

- Que no tengan entrenamiento a puertas cerradas.- musitaba Bárbara su mantra mientras el subterráneo la llevaba por Hamburgo.- Que no tengan entrenamiento a puertas cerradas…

De cualquier manera habría esperado a Kaltz el tiempo necesario pero preferiría ahorrarse esa cuestión. Además, todavía estaba el asunto de determinar si dormiría esa noche en la ciudad o si se regresaría a Múnich de inmediato, Bárbara no había querido buscar alojamiento hasta que no supiera qué actitud tendría Kaltz con ella. Si él la rechazaba, la chica simplemente tomaría un tren de vuelta a Múnich para no volver (qué drama).

Un rato después, Bárbara soltó una exclamación de triunfo por su primer golpe de buena suerte del día: al llegar al Volksparkstadion, se dio cuenta de que no sólo el entrenamiento no sería a puertas cerradas sino que, además, habría un evento especial para los aficionados. La entrada del lugar estaba abarrotada con un nutrido grupo de fans que deseaban ingresar; Bárbara recordó entonces que, a pesar de que el Hamburgo no estaba teniendo la mejor temporada de su historia, su afición era grande y leal, del tipo que siempre estaba al pie del cañón en las buenas y en las malas. Hay que considerar que el club es, hasta el momento, el único que siempre ha formado parte de la Bundesliga desde que ésta se creó, un hecho que llena tanto de orgullo al equipo que incluso en el Volksparkstadion se encuentra un reloj que marca el tiempo exacto que lleva el Hamburgo formando parte de la Bundesliga.

Había personas de todas las edades esperando para poder entrar, en su mayoría hombres aunque también había un numeroso grupo de féminas, varias de ellas llevaban incluso la camiseta de Wakabayashi con el 1 en la espalda. Bárbara reprimió una sonrisa y se preguntó qué pensaría Lily al respecto aunque dudaba que ella se pusiera celosa de las fans de Genzo; sin embargo, a Bárbara no le pareció tan gracioso el asunto cuando vio a dos o tres chicas con la playera de Kaltz, lo cual le sorprendió un poco.

- Quizás debería de conseguirme una de ésas.- comentó, en voz baja.

En un puesto cercano, atendido por una sonriente mujer de edad madura, Bárbara compró una bufanda con los colores del Hamburgo, que la ayudaría a no llamar tanto la atención y le facilitaría el mezclarse con los fans. Cerca del puestecito había un grupito de muchachas que hablaban entre sí muy animadamente, una de las cuales llevaba la camiseta con el número y el apellido de Kaltz en la espalda. Sin pretenderlo, Bárbara alcanzó a escuchar su conversación y le asombró lo que escuchó.

- Sigo sin entender, Klaudia, por qué has querido comprarte la camiseta de Hermann Kaltz.- comentó una chica de pelo oscuro.- ¡Está horrible! Digo, Genzo Wakabayashi está mucho mejor, en todo caso.

- ¿Por eso es que vas a pedirle su autógrafo, Kris?.- cuestionó la otra, una joven de cabello rubio pajizo.

- Su autógrafo y si puedo le robo un beso.- sonrió aquélla a la que habían llamado con el diminutivo de Kris.- No me importa que digan que tiene novia, seguro que no es verdad.

- Dicen que sí es cierto.- señaló Klaudia.- Es lo que todo el mundo dice.

- ¡Bah! Wakabayashi no lo ha confirmado.- negó la otra, restándole importancia.- Además, no pasará nada por un simple beso, a menos que él quiera algo más.

"No, sin duda que eso no le va a gustar a Lily", pensó Bárbara, haciendo como que no estaba prestando atención a la plática de las otras dos; en ese momento se preguntó si Genzo estaría presente ese día en el entrenamiento y notó que no se le ocurrió pensar que tal vez ella tendría que verlo. La idea no le agradó mucho, tomando en cuenta la mala manera en la que Wakabayashi le había hablado por haber sido tan cobarde con el asunto con Kaltz; Bárbara no tenía muchos deseos de toparse con el portero aunque, siendo éste el novio de una de sus mejores amigas y el mejor amigo de su posible futuro novio, en algún momento tendría que volver a verlo.

"Ya pensaré después en eso", se dijo Bárbara. "Concéntrate en lo importante primero".

Pero las chicas aún no terminaban de hablar; Kris le repitió a Klaudia la pregunta de por qué llevaba una camiseta de Kaltz y ésta soltó una respuesta que Bárbara no se esperaba.

- Bueno, ya sabes el chisme que hay sobre él, que una chica guapísima andaba coqueteándole.- dijo Klaudia.

- Sí, por dinero.- asintió Kris; Bárbara tuvo que hacer un esfuerzo para no golpearla.

- Eso dijo la prensa pero ya deberías de saber que Blind siempre miente.- replicó la otra, poniendo los ojos en blanco.- Yo tengo mis propias teorías, ¿sabes? Creo que más bien esa chica andaba con Kaltz porque lo ha de hacer muy bien.

Bárbara se atragantó con su propia saliva. ¿De qué carajos estaba hablando esa muchacha? ¿Se refería al sexo? ¡Por supuesto que se refería al sexo! ¿Qué demonios le pasaba?

- ¿Qué dices?.- soltó la amiga, escandalizada.- ¿En qué te basas para decir eso?

- Oye, es bien sabido que los feos que andan con chicas guapas es porque están bien dotados o se mueven bien.- aseguró la otra, con autosuficiencia.- Y no soy la única que lo piensa, por algo hay tantas chicas usando la camiseta de mi Hermann.

Bárbara enrojeció al grado de que llegó a verse más roja su cara que su cabello. ¡Ni siquiera había besado a Kaltz ni una sola vez y ya había personas teorizando que ella estaba con él por ser un buen amante! De verdad que a algunas chicas se les iba la cabeza pero tremendo, ¡qué risa con esa juventud desenfrenada! Una vez pasada la vergüenza, Bárbara tuvo unas tremendas ganas de echarse a reír.

- ¿Está bien, señorita?.- hasta ese momento la mujer que atendía el puestecito se fijó en ella.

- ¿Eh? Sí, sí, gracias.- Bárbara decidió que era momento de irse de ahí.

La chica se colocó la bufanda y se mezcló con la gente que entraría a los campos de entrenamiento del Hamburgo, procurando mantenerse bien alejada de cualquier muchacha que trajese una camiseta de Kaltz. El grupo fue recibido por un guía que comenzó dándoles un recorrido por las instalaciones y Bárbara aprovechó para escaparse ya que realmente no le interesaba tanto, en ese momento al menos, el conocer la trayectoria del club. No creyó que fuera difícil encontrar la zona de entrenamiento, bastaba con seguir los gritos; no se equivocó, por supuesto, pero no esperó llamar la atención al nivel en el que lo hizo. En cuanto la vio el primer hombre, se desató una cadena de comentarios de admiración y algunos silbidos, al grado de que Bárbara estuvo a punto de darse la media vuelta y salir corriendo.

- ¡Preciosa!.- le gritó alguien.- ¿Te has perdido?

- ¿Te acompaño, bonita?.- soltó otro.

- ¡Te llevo a donde quieras!.- gritó alguien más.

"¡Por favor! ¿Qué no hay sitio en donde los hombres no se comporten como toros rellenos de testosterona cuando ven a una mujer bonita?", pensó Bárbara, frustrada. "¡Recuerda que estás aquí por Kaltz, Bárbara Schmidt, ni se te ocurra salir corriendo!".

En el campo de entrenamiento, los jugadores notaron que había algo que estaba causando escándalo y distrajeron su atención hacia quien lo estaba provocando. Amaruso, sorprendido, buscó a Kaltz cuando se dio cuenta de quién era la persona que tanta admiración despertaba en los demás.

- ¡Ey, Kaltz!.- le gritó.- ¿No es ésa tu chica?

- ¿Qué?.- el aludido se sorprendió, era de los pocos que no habían hecho caso del escándalo.

- Que esa chica pelirroja se parece a la que te gusta.- insistió Amaruso.- No sabía que iba a venir a verte.

- No es ella.- Kaltz no le prestó atención a la recién llegada.- Y si lo fuera, no vendría a verme a mí.

Amaruso miró a Kaltz con extrañeza y después dirigió su vista a la chica, quien, efectivamente, era la pelirroja que se había reunido con Kaltz anteriormente y que en esos momentos se esforzaba por llamar su atención.

- Estoy buscando a Hermann Kaltz.- dijo Bárbara al jugador que menos imbécil le pareció.

- Eh, no estoy tan seguro de que no venga a verte, Kaltz.- insistió Amaruso.- Está preguntando por ti.

- ¿Qué?.- soltó el alemán, sorprendido.

Bárbara, a su vez, sintió alivio por su segundo golpe de buena suerte del día: Kaltz sí estaba en el entrenamiento pero parecía no querer verla, o quizás sólo no había notado su presencia. Mientras un grupo de futbolistas la acosaba, otros jugadores la contemplaban con curiosidad a la lejanía (entre los cuales no se encontraba Genzo Wakabayashi; de hecho, el japonés no se veía por ninguna parte), pero el alemán no estaba ni interesado en averiguar el origen de alboroto que estaban armando sus compañeros. Bárbara decidió entonces dirigirse al futbolista que más amable le pareció para preguntarle por Kaltz, a pesar de que ya se había dado cuenta de en dónde estaba él, porque temió que si ella le llamaba directamente, Kaltz no contestaría.

- ¿De verdad lo estás buscando a él?.- no fue el jugador random número cien de esta historia el que contestó sino Alder Ëkdal; el noruego se veía bastante sorprendido por el hecho de que alguien como Bárbara estuviese ahí preguntando por Kaltz pues él fue uno de los que creyó que el artículo de Blind era verdad.- ¿Para qué lo quieres?

- Eso no te importa.- le replicó Bárbara, cortante; había reconocido al imbécil que le estaba ocasionando problemas a su amiga y no pensaba ser amable con él.- ¿Está Kaltz aquí o no?

- Mejor sal conmigo, preciosa.- le dijo el jugador random número ciento uno.- Yo te puedo tratar mejor que él.

- Bien, es suficiente.- por fin Kaltz se dignó a ver cuál era la causa de todo ese escándalo y se acercó a donde Bárbara hablaba con sus compañeros.- ¿Qué es lo que quieres?

- Kaltz, no seas hijo de puta y preséntanos a la bella dama.- comentó el jugador random número ciento dos.- Que siempre la acaparas y no es justo.

- ¿Por qué sólo te interesa Kaltz y no alguno de nosotros?.- intervino el jugador random número ciento tres.- También queremos conocerte.

- Déjenla en paz.- ordenó Kaltz, enojado.- ¡Paren ya de comportarse como gorilas en celo y respétenla, maldición!

El alemán se interpuso entre Bárbara y sus compañeros, como si quisiera protegerla. A ella le emocionó darse cuenta de que, a pesar de las duras palabras que le dijo a Kaltz dos días antes, éste aún seguía preocupándose por su bienestar.

- Ya, Kaltz, está bien.- Amaruso se acercó, riendo.- Muchachos, dejemos de interponernos entre nuestro amigo y su nueva novia. Regresemos a entrenar.

Kaltz no esperó, sin embargo, a que sus compañeros le hicieran caso a Amaruso y se llevó a Bárbara a un lugar más apartado, tomándola levemente por el brazo. Por fortuna, Zeeman no se encontraba cerca pues ya era bien conocido por todos la mala reacción que tenía el hombre ante el hecho de que sus futbolistas se viesen con sus "pretendientas" en lugares públicos. A diferencia del entrenador del Bayern Múnich, quien casi hasta aplaudía cuando alguno de sus jugadores tenía dichos encuentros (sobre todo si se trataba de su hijo). Mientras caminaba hacia el sitio que Kaltz le señaló, Bárbara vio al grupo de fans con el que entró al estadio, en el cual se encontraban las chicas que iban a buscar a Wakabayashi y a Kaltz y estuvo a punto de soltar una risita ya que no hallarían a ninguno de los dos.

- ¿Qué es lo que estás haciendo aquí?.- preguntó Kaltz, cuando estuvieron a salvo de las miradas indiscretas de la mayoría de los presentes en el entrenamiento.- ¿Qué es lo que tramas?

- Tanto así como que tramar, lo que se dice tramar, pues nada.- Bárbara se puso nerviosa.- Yo sólo… ahhh, vine a verte…

- ¿Qué?.- él se sorprendió.- ¿Por qué? Hace apenas dos días que me dijiste que no querías volver a hablarme, ¿ya se te olvidó? ¿Qué, te faltó jugar un poco más conmigo o es que no pisoteaste mi corazón lo suficiente?

- Me merezco todo eso y mucho más.- soltó Bárbara, con una risa nerviosa.- Incluso también me merezco todo lo que me dijo tu amigo Wakabayashi ayer…

- ¿Hablaste con Gen?.- Kaltz se asombró todavía más.

- Sí, lo hice, lo que hace que me pregunte qué estaba haciendo él en Múnich cuando se supone que debería de estar en Hamburgo.- Bárbara cayó en la cuenta de esta cuestión aunque la dejó de lado ya que no era importante en ese momento.- En fin, realmente no importa, lo que cuenta es que él me abrió los ojos a la verdad. Bueno, no hizo más que llamarme cobarde por negarme a aceptar lo que siento por ti y… creo que tiene razón, soy una cobarde…

- No estoy entendiendo gran cosa.- Kaltz frunció el ceño.- ¿Por qué Gen habló contigo, en primer lugar?

- Porque se enteró de que te rechacé de una manera muy cruel.- musitó Bárbara, agachando la cabeza.- Fue al hospital a reclamarme por haberte roto el corazón de una manera tan estúpida, sobre todo porque él sabe que yo… eh, pues, que yo siento algo por ti…

- ¿Qué tú qué?.- Kaltz casi deja caer el palillo que siempre solía traer en los dientes (hasta que no se lo trague se le va a quitar esa costumbre).- ¿Qué quieres decir con eso, Bárbara? Si mal no recuerdo, me dijiste que me apreciabas pero no lo suficiente como para sufrir por mí.

- ¡Ya sé qué fue lo que te dije pero todo es mentira!.- exclamó Bárbara, frustrada.- ¡No quería que te siguieran haciendo daño por mi culpa! Ya estaba harta de escuchar decir que alguien "como tú" no puede estar con una "chica como yo". ¡Ni siquiera entiendo a qué se refieren cuando dicen "como tú" y "como yo"! Lo único que sé es que nunca había conocido a alguien tan tierno y carismático como tú, siempre se me habían acercado patanes que lo único que querían era llevarme a la cama para rechazarme después. Tú eres el único que nunca quiso intentar dormir conmigo a pesar de que tuviste oportunidades para hacerlo.

"No por falta de ganas, créeme", pensó Kaltz mientras contemplaba las curvas de la pelirroja, tratando de no verse demasiado obvio.

- Eh, Bárbara, de verdad que no sé qué esperas de mí.- dijo el alemán, muy serio.- Yo te confesé lo que sentía y tú me rechazaste, pero en cuanto lo acepto y te dejo tranquila, reapareces para decirme que siempre sí sientes algo por mí. ¿Qué es lo que quieres, en verdad?

- Que me perdones por las estupideces que te dije cuando fuiste a buscarme.- respondió Bárbara, mientras retorcía una de las puntas de la bufanda.- Te rechacé porque no quería que la gente continuara haciendo una burla de ti, no quería que te sintieras herido por el montón de cosas horribles que dijeron sobre nosotros así que pensé que lo mejor que podía hacer era mentirte para que te alejaras de mí y que así te dejaran de atacar. Sin embargo, Wakabayashi y Nela me han hecho ver que cometí un error de los grandes al hacer semejante estupidez. Ellos tienen razón, fui una tonta por dejar que personas que no conozco influyeran así en mis decisiones… Por eso estoy aquí, quiero corregir ese error tan idiota y pedirte que me des una oportunidad.

- Espera, ¡no puedes ir por ahí rompiéndole el corazón a las personas y después buscarlas para decirles que te arrepentiste!.- señaló Kaltz, exaltado.- ¿Qué crees que no tengo sentimientos? ¡El ser hermosa no te da derecho a portarte así con la gente!

- Yo sé que no.- Bárbara se mordió el labio inferior.- Pero de verdad, el sólo hecho de pensar que no volveré a hablarte hace que me duela el corazón y que me den ganas de llorar. No te pido que me perdones, sólo que me des otra oportunidad, Hermann.

- Esto es como que una broma.- bufó el joven, ofuscado.- No es normal que una chica hermosa como tú esté pidiéndole una oportunidad a un tipo como yo.

- ¡Deja de decir que eres un "tipo como yo", maldita sea!.- soltó Bárbara, enojada.- ¡Eres un tipo y ya, así como yo soy sólo una chica y ya! ¡Es precisamente esa clase de pensamiento la que hace que me sienta tan frustrada!

Y entonces, sin previo aviso, como suele suceder en estos fics de bajo presupuesto, la chica se inclinó para besar al joven en los labios (porque Bárbara es más alta que Kaltz, por cierto); éste de momento no supo que hacer pero dado que no era tonto y sí era heterosexual, a pesar de las muchas burlas de las que fueron objeto Genzo y él, bien que se dejó besar por la beldad de cabello rojo, correspondiéndole con intensidad y dejando a más de uno pasmado con la escena (siempre hay metiches en estas zonas). Al separarse, tanto Bárbara como Kaltz respiraban agitadamente y estaban ligeramente ruborizados.

- ¿Y bien?.- preguntó ella, ansiosa.- ¿Vas a darme otra oportunidad?

Él abrió y cerró la boca varias veces antes de responder.

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Múnich.

El teléfono volvió a pitar y Débora saltó una vez más, a pesar de que llevaba tantos mensajes intercambiados con esa persona que a esas alturas ya no debería de sorprenderse. Ella casi estaba segura de quién le había enviado ese texto, prácticamente había pasado todo el día comunicándose con él y éste no parecía querer detenerse. Débora sentía la emoción que se experimenta cuando hablas por primera vez con la persona que te gusta y es que, en cierto modo, así era. Fue hasta ese momento en el que se dio cuenta de que su no-relación con Stefan Levin había empezado de mala manera pues ella, en sus ansias de conocerlo, actuó de una forma un tanto acosadora y obsesiva con él, lo que ocasionó que el sueco se alejara (obvio, no hay que ser muy inteligente). Con el tiempo, algo debió ver Levin en Débora que terminó interesándose en su persona pero el pasado trágico del joven y su reservada forma de ser, combinados con la excesiva excentricidad y confianza de ella, fueron la receta para el desastre. Mientras más lo pensaba Débora, más aceptaba que, en realidad, no hubo mucho intercambio de información entre Stefan y ella cuando empezaron a salir, es decir, que no pasaron el tiempo suficiente conociendo sus gustos personales más íntimos. En esas últimas 24 horas, sin embargo, se había establecido un cambalache de información tan fluido entre ambos, quizás favorecido por el hecho de que no se veían a la cara, que se acabaron conociendo más de lo que lo habían hecho en los últimos meses. Ni la misma Débora sabía cómo había sucedido pero se dedicaba a disfrutar de su momentáneo golpe de buena suerte.

"Aunque sigo sin saber qué hacer. ¿Qué pretende él ahora? ¿No me había dejado en claro que seguía enamorado de su ex novia?", pensó Débora, mientras contestaba el último mensaje de Stefan. "¿Qué hago, sigo respondiéndole, lo confronto o lo mando de paseo de forma definitiva?".

Stefan, por su parte, no pensaba demasiado en su siguiente paso; Jean le había cortado todos los avances que planificó con cuidado pero éste, que había sido totalmente inesperado, estaba resultando mejor de lo que pensó, quizás porque el paso no lo dio Levin sino Débora. Ahora veía poco probable que volviera a llegarle un mensaje de ella diciéndole que no quería verlo más, quizás Deb aún no estaba en posición de dejarlo regresar a su vida pero al menos ya no lo rechazaría como antes, sobre todo porque Jean ya no tendría acceso al celular de la doctora, Stefan estaba seguro de eso.

"Ella debe haberse dado cuenta de que hay algo raro con Lacoste", pensaba el sueco. "Aunque eso no explica el por qué ha decidido contestar mis últimos mensajes. Que Lacoste no sea de fiar no tiene nada que ver con que ella haya querido volver a hablarme. ¿O será que recuperé su confianza por el hecho de que la defendí de él?".

- Oye, ¿no estoy quitándote el tiempo?.- preguntó Levin, en un arriesgado movimiento. Si ella decía que sí y cortaba la comunicación, quizás él acabaría perdiendo su oportunidad.

- No, justo en este momento me dispongo a ver una película.- contestó Débora, agregando algunas caritas felices.- ¿O es que yo te quito el tiempo a ti?

- Nada de eso.- negó Stefan.- Yo estaba pensando en si debería de ver una película o buscar un partido de fútbol de la liga inglesa. ¿Qué película vas a ver?

- Jajajajaja, ¿en serio estás pensando en ver fútbol? ¿No tienes suficiente con el que practicas todos los días?.- se burló Débora.- ¡Eres un obsesionado! Y pensaba ver "La chica del dragón tatuado", por cierto.

- ¡Ah! ¿La versión estadounidense?.- quiso saber Levin.- Si piensas ver la película que tiene a James Bond en el papel principal, te recomiendo que mejor veas la versión sueca, "Los hombres que no amaban a las mujeres", es mucho mejor. ¡Esos americanos siempre arruinan lo que no se hace de origen en su país! No terminé de verla porque esperaba que en cualquier momento el 007 americano sacara algún extraño aparato espía para solucionar sus problemas. Y no estoy obsesionado, sólo quiero analizar a los posibles rivales.

- ¡Jajajaja, no sé ni por dónde empezar a burlarme!.- contestó Débora.- Para empezar, Daniel Craig no es estadounidense sino inglés. Y no se les debería de llamar "americanos" a los nacidos en Estados Unidos, yo también soy americana, ¿sabías? América es un continente, no un país. Aunque sí, pensaba ver la versión estadounidense, había olvidado que los libros en los que se basa esa película los escribió un compatriota tuyo, los cuales por cierto me encantan. ¿Y no se supone que analizar a los rivales es labor del entrenador?

- Está bien, doctora 'americana', como tú digas.- replicó Levin, riendo mientras escribía.- Yo también soy fan de esa saga, mira que me ha agradado saber que tienes tan buen gusto en lectura. Y no hace daño checar personalmente a los posibles oponentes. ¡Eso lo hace cualquier buen jugador!

- ¿En verdad? ¡Quién lo diría!.- fue lo que ella respondió.- Y me refiero a los libros, no a la manía que tienes de ver fútbol en tus ratos libres.

A Stefan le sorprendió saber que compartía gustos con Débora pues la saga Millenium era de sus favoritas; él también empezaba a darse cuenta de que nunca se tomó la molestia de averiguar las aficiones de la chica, si lo hubiese hecho antes habría descubierto que ellos tienen más cosas en común de lo que ambos creían. A Levin se le olvidó que quería ver el fútbol inglés y terminó charlando de los libros de Millenium con Deb, acordando después que él vería la película estadounidense mientras que ella vería la sueca para después comentarlas entre ellos y criticar las diferencias entre las dos versiones y los libros.

"Es como si fuese una cita, en cierto modo", dijo una vocecilla en el cerebro del sueco.

Levin sonrió ante este estúpido (y agradable) pensamiento.

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Karl sentía una molestia constante en el hombro, más específicamente, en el sitio en donde se había lastimado al golpear la valla del Allianz Arena en el partido contra el Hamburgo. El día en el que Hedy Lims acudió a la Säbener Straße a acosarlo, Elieth golpeó a Karl con su carpeta justo en la recién sanada herida, ¡vaya puntería! Así que el malestar había regresado. En los últimos entrenamientos, Schneider sintió una ligera molestia al disparar por lo que el Dr. Stein quiso ser prudente y lo mantuvo descansando cuando el dolor incrementaba, añadiendo después ciertos masajes especiales para liberar la tensión. En una de las tantas ocasiones en las que el hombro comenzó a punzarle, Karl pidió permiso al entrenador para ir con el cuerpo médico a que le dieran uno de estos masajes y se retiró para ir a uno de los consultorios, en donde encontró a Lily como único médico disponible. El alemán de inmediato notó que su amiga lucía decaída y supuso cuál era la razón.

- Hola, ¿qué sucede?.- preguntó ella, solícita pero distante, como solía actuar con Schneider desde aquélla ocasión en la que él le gritó.

- Vengo a que me des un masaje en el hombro, si no estás muy ocupada.- respondió Karl, humildemente.

- No, adelante.- Lily le señaló la camilla.- Siéntate, por favor.

Schneider obedeció y Lily se dispuso a darle el masaje que necesitaba para relajar sus músculos; la chica se concentraba en la actividad y procuraba no mirar a Karl a los ojos, lo que hacía que éste se sintiera más culpable todavía.

- Lily, sé que éste no es el mejor momento para hacerlo pero quiero disculparme contigo.- dijo Karl, muy serio.- Wakabayashi tiene razón, he sido injusto cuando en realidad tú solo querías ayudarme.

- Ah.- respondió ella, sin inmutarse.- ¿Fue que hasta mi novio lo mencionó que tú te diste cuenta de eso?

- No.- confesó el alemán, avergonzado.- Ya lo había pensado antes pero siempre es difícil reconocer cuando has cometido un error. Es una justificación idiota, realmente, pero también puedo decir que me daba vergüenza buscarte para disculparme. Fui injusto contigo, estaba frustrado por lo sucedido con Elieth y con Lims y tú acabaste pagando por eso. De verdad lo siento, no merecías ser tratada así.

- No te preocupes.- Lily al fin lo miró a los ojos y le sonrió.- Entendí que estabas bajo mucho estrés, me hace feliz saber que no sigues enojado conmigo.

- ¿Por qué habría de… ARRGHH!.- Karl gritó del dolor cuando Lily tocó una fibra sensible.- ¡Eso me dolió!

- Lo sé.- ella continuó mirándolo con una inocente sonrisa en los labios.

- Está bien, me lo merezco.- suspiró él, resignado.

- ¿De qué hablas? Yo sólo estoy haciendo mi trabajo.- Lily tenía una expresión de lo más inocente.

- Sí, claro.- Karl esbozó una sonrisa condescendiente.- Por cierto, ¿cómo te has tomado la partida de Wakabayashi? Me imagino que no ha de ser fácil para ti.

- ¿Qué te puedo decir?.- la expresión de Lily era de tristeza.- No me hace feliz saber que Gen se ha ido al otro lado del planeta, si de por sí era difícil cuando estaba al otro lado del país, imagínate ahora.

- Él va a volver.- aseguró Karl.- Lo sabes, ¿no es así?

- Lo sé.- asintió Lily, sin cambiar de actitud.- Lo ha prometido y sé que cumplirá pero al mismo tiempo temo que encuentre otro camino que le interese más y que acabe por irse de Alemania. Y con "otro camino" no me refiero a otra chica sino a otro equipo de fútbol.

- ¡No digas esas cosas, por favor!.- saltó el alemán.- Que yo también tengo miedo de eso aunque aún espero que Wakabayashi no sea tan idiota como para aceptar alguna de las ofertas que le han hecho otros clubes, ninguno está al nivel del Bayern Múnich y él lo sabe.

- De cualquier manera, se supone que Genzo aún tiene contrato con el Hamburgo así que estrictamente hablando tiene que volver a Alemania en algún momento, pero es bastante obvio para todos que no regresará a jugar con ese club, a menos que despidan a Zeeman en las próximas semanas, lo cual veo poco probable.- continuó Lily, mientras aplicaba calor local en el hombro de Karl.- Lo que significa que por fuerza debe buscar otro equipo. Él me ha dicho que no tiene deseos de abandonar Europa pero tú y yo lo conocemos, puede cambiar de parecer en cualquier momento e irse si así lo considera conveniente.

- ¿Y qué es lo que te afecta de eso, Lily?.- preguntó Schneider, con suavidad.- Wakabayashi siente algo fuerte por ti, si decide irse de Alemania estoy seguro de que te pedirá que te vayas con él.

- Ése es precisamente el problema.- Lily miró a su amigo con más tristeza aún que antes; en sus ojos chocolate brillaron las lágrimas.- Que mi sueño está aquí y que si Gen me pidiera que me fuera con él… no lo haría…

- Entiendo.- Karl la abrazó con su extremidad sana.- ¿Se lo hiciste saber?

- No.- negó Lily, sacando un pañuelo desechable para secarse los ojos.- Cuando me dijo que se iría a Japón con su selección, me confesó que quería pedirme que me fuera con él y yo le contesté que lo seguiría si me lo propusiera pero ahora estoy segura de que no lo haría. Esto es algo en lo que he estado pensando mucho últimamente, me he preguntado a mí misma si sería capaz de renunciar a todo por un hombre y he decidido que no soy ese tipo de mujer. Amo a Genzo con todo mi corazón, estoy muy feliz de haber podido enamorar a un hombre tan excepcional como él pero ninguna de estas razones es suficiente para sacrificar mis sueños por seguir a su lado. Sé que a la larga, si tomara la decisión de dejar el Bayern para irme con Gen a donde quiera que quisiera irse, acabaría por odiarme a mí misma y culparlo indirectamente a él, eso arruinaría nuestra relación de manera definitiva. Sé que hay mujeres que viven por completo para sus hombres y está bien, pero yo no soy una de ellas. Ciertamente eso me convierte en una persona egoísta.

- No, no eres egoísta.- negó Karl.- Wakabayashi es igual que tú en ese sentido, él tampoco sacrificaría sus metas si una mujer se lo llegara a pedir, se sentiría tan frustrado como tú. Él es un hombre que quiere compartir sus logros con alguien, no inmolarlos en aras de la felicidad de otra persona, así que si decide irse de Alemania, ambos estarán en las mismas condiciones de no saber qué hacer. Pero no es para que deprimas por eso, Lily, porque no se ha dado todavía esta situación. Si yo no he abandonado la esperanza de que Wakabayashi firme para el Bayern Múnich, tú tampoco deberías de hacerlo. Preocúpate cuando él ya tenga contrato con otro club de manera oficial, mientras tanto, no dudes de su palabra.

- Supongo que tienes razón.- Lily suspiró, mostrándose más animada.- Lo siento, éste no es lugar para hablar sobre estos temas.

- No hay problema, después de todo el nepotismo gobierna en este club así que puedo hacer lo que yo quiera.- bromeó Schneider.

- Ay, ya ni me recuerdes lo que dijo el idiota de mi hermano que me da vergüenza.- pidió Lily, separándose del alemán para limpiarse la cara.- Espero que no creas que yo pienso que este club es nepotista.

- Tiene parte de razón, aunque todo lo hacemos por el bienestar del equipo.- Karl se encogió de hombros.- No importa, realmente, no estoy molesto con tu hermano. Y hablando de él, ¿sabías que al parecer vamos a trabajar juntos en mis horas de castigo?

- No, no lo sabía.- Lily se sorprendió.- Bien, así podrás darle un jalón de orejas si se porta mal.

- Dudo mucho que esté en posición de corregir a alguien.- Schneider esbozó una sonrisa de vergüenza.- Supongo que es una buena oportunidad para conocer a tu hermano.

- Verás que es un buen muchacho.- acotó Lily, al tiempo que volvía a colocar calor local sobre el hombro de su paciente.- Un tanto idiota como todo hombre, pero un buen muchacho al fin y al cabo.

- Gracias por lo que me toca.- bufó Karl, a lo que la doctora rio.- Por cierto, Wakabayashi comentó que Elieth también estaba enojada contigo, ¿es verdad?

- Sí, por la misma razón por la que te enojaste tú.- suspiró Lily.- Me reclamó por no haberle dicho que yo ya sabía que estás enamorado de ella.

- Ya veo.- comentó Schneider, ofuscado.- ¿Has hablado con ella?

- No he tenido la oportunidad, ha estado muy ocupada con un reportaje para Sport Heute y yo tampoco he pasado mucho tiempo en nuestro departamento.- negó Lily.- Espero poder hablar con ella esta noche y resolver la situación. Y hablando de eso, ¿sigue huyendo de ti o ya aceptó que la amas? Porque ni de eso estoy enterada, Eli se la ha pasado esquivando el tema.

- Sigue huyéndome, como siempre.- protestó Karl, frustrado.- Y con eso de que ya no puede estar presente en los entrenamientos, menos la veo. ¡No sé qué hacer con esa mujer tan terca!

- Mira, tengo una idea.- sugirió Lily, más reconfortada que antes.- Pasado mañana Eli tendrá un día de descanso, podrías ir en la tarde a hablar con ella al departamento para que la confrontes directamente.

- El problema es que, si voy, es seguro que no me va a dejar entrar.- Schneider frunció el ceño.- A menos que lleve algo para tirar la puerta, no veo cómo conseguiré hablar con Elieth.

- No te preocupes, te presto mis llaves.- ofreció Lily.- Con eso podrás entrar aunque ella no quiera. Voy a estar ocupada esa tarde así que tendrás una oportunidad para charlar con Eli sin distracciones, sólo te pido que me abras la puerta cuando llegue porque ella es capaz de dejarme afuera por "darle mis llaves al enemigo".

- ¿Qué? ¿Estás segura de eso?.- Karl se sorprendió.- ¿Así, sin más, me vas a dejar tus llaves?

- Oye, confío en ti, no es como si creyera que todos los hombres son violadores en potencia.- Lily puso los ojos en blanco.- Eres uno de mis mejores amigos y sé que no le harías daño a Eli así que sí, voy a prestarte mis llaves.

- En ese caso, pues gracias por la confianza, en verdad significa mucho para mí.- Karl sonrió sinceramente.- Voy a aceptar tu ofrecimiento porque sí quiero resolver este asunto con Elieth, te aseguro que no te traicionaré.

- Lo sé bien.- ella también sonrió.

- Y ya que estamos hablando de confianza y amistad, es cierto lo que le dije a Wakabayashi con respecto a que cuidaré de ti.- continuó Schneider, serio.- Sé que puedes hacerlo bien por tu cuenta pero cuando te enfrentas a hombres como Ëkdal, que no aceptan un "no" por respuesta, estás en desventaja física y lo sabes. Ni a Wakabayashi ni a mí nos gustaría que él llegara a lastimarte sólo porque eres demasiado orgullosa para pedirnos ayuda así que, por favor, si Ëkdal vuelve a molestarte, avísame o busca a Sho y a Levin, cualquiera de nosotros te socorrerá sin dudarlo.

- Eso haré si llegara a ser necesario aunque espero no tener que recurrir a ustedes.- aceptó Lily.- Se los agradezco a los tres. Y de verdad me da mucho gusto que hayamos podido resolver nuestras diferencias, Karl.

- Querrás decir que es bueno que al fin yo haya decidido dejar de ser un idiota.- Karl puso cara de disculpas.- En verdad siento haberte hablado así, Lily.

- No pasa nada.- ella sonrió, quitando la fuente de calor del hombro del muchacho.- ¿Ya estás mejor?

- Sí, muchas gracias.- Karl saltó de la camilla y se ajustó la playera.- Si la doctora me lo autoriza, volveré al entrenamiento.

- Adelante, capitán.- concedió Lily.- Si vuelves a tener molestias, no dudes en venir.

- Espero que no sea necesario.- asintió el alemán.- Y recuerda, no pierdas la esperanza de que Wakabayashi se venga para el Bayern. Si no lo hace, te prometo que iré por él a donde quiera que se encuentre y lo traeré arrastrando si no me queda más remedio.

- Ojalá que no tengamos que llegar a ese extremo.- Lily se echó a reír y Karl la secundó.- Aunque admito que no me parece tan mala idea.

Schneider salió del consultorio y cerró la puerta tras de sí. Lily suspiró y se dijo que le gustaría tener la confianza que mostraba el Káiser con respecto a la decisión que pudiera tomar Genzo sobre su futuro.

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Tokio.

- Señores pasajeros, les habla su capitán.- dijo una voz masculina, en japonés, por los altavoces.- Dentro de quince minutos estaremos aterrizando en el Aeropuerto Internacional Haneda de Tokio así que les solicito que se ajusten los cinturones de seguridad…

Mientras el avión que estaba llevándolo de vuelta a Japón por primera vez en muchos años se preparaba para realizar las labores de aterrizaje, Genzo continuaba preguntándose qué sorpresas le estarían esperando en tierra. Antes de partir, había hablado más ampliamente con Mikami por teléfono, quien le repitió que el señor Shuzou Wakabayashi estaba deseando hablar con su tercer descendiente. Genzo quiso averiguar para qué lo buscaba su padre pero Mikami se resistía a hablar. Al final, tuvo que admitir que el problema se limitaba a los rumores que se habían desencadenado por el hecho de que Genzo tenía una novia extranjera. Éste, que ya sospechaba por dónde iba la cuestión, no dudó en darle a su antiguo entrenador una réplica mordaz.

- ¿El problema es que tenga una novia extranjera o que tenga una novia tercermundista?.- cuestionó Genzo.- Podría asegurar que mi padre no protestaría si la doctora fuese europea.

- No lo sé con exactitud.- la incomodidad de Mikami fue tan evidente que Genzo supo que había dado en el clavo.- Ésas son cosas en las que yo no me debo de meter, Genzo, es algo que directamente tienes que tratar con él.

Pero Wakabayashi no tenía muchas ganas de hacer esto último; Shuzou Wakabayashi no era lo que se llamaba un padre ejemplar aunque tampoco se podía calificar como un padre "malo", simplemente era que estaba muy ocupado con su empresa como para ponerle atención al último de sus herederos. El hermano mayor de Genzo, Shuichi, era quien más contacto tenía con Shuzou porque, siguiendo la costumbre japonesa que dictamina que es el primogénito el que sigue los pasos del padre, sería quien se haría cargo de las empresas de la familia Wakabayashi cuando Shuzou se retirara; Eiji, el hermano de en medio, ya no estaba obligado a trabajar para la empresa familiar pero aun así decidió ser contador y laborar para su padre y su hermano mayor. Sólo Genzo había elegido otro camino, libre de las presiones de continuar con el legado aunque quizás precisamente por esto último fue que Shuzou no le prestó la atención que merecía: cuando el hombre supo que su hijo quería ser portero de sóccer, contrató al mejor guardameta de Japón, quien casualmente también era amigo suyo, y lo puso bajo su tutela. Genzo no había resentido realmente la falta de su padre pues Mikami suplía bien esta carencia pero sí le molestaba que Shuzou quisiera intervenir en sus decisiones cuando rara vez se había molestado en averiguar si a su hijo menor le hacía falta algún tipo de apoyo moral.

"Además, legalmente ya soy mayor de edad, tanto en Japón como en Alemania, así que no puede obligarme a hacer lo que él quiere", pensó Genzo, mientras se ajustaba el cinturón de seguridad. "De verdad que no me gustaría que cuestionara mi decisión de estar con Lily porque esto es algo que no voy a poner a su consideración…".

Ya en tierra, tras salir del área de migración después de acabar con los trámites correspondientes, Genzo vio a Mikami aguardando por él en la sala de espera; los dos hombres se saludaron con verdadero afecto, felices sin duda de volverse a ver. Era bueno que la relación entre ellos continuara siendo tan fuerte y sincera como lo había sido desde que se conocieron, con la diferencia de que ahora Mikami confiaba más en el criterio de Wakabayashi ahora que éste se había convertido en un adulto hecho y derecho (en teoría).

- ¿Cómo están tus manos, Genzo?.- preguntó Mikami, con genuino interés.- ¿No has vuelto a presentar problemas?

- Ya no.- negó Genzo, aunque su mente le recordó la pequeña lesión que tuvo por golpear a Ëkdal.- Estoy listo para darlo todo con Japón.

- Me alegra ver que sigues manteniendo tu actitud de guerrero.- Mikami sonrió.- Vamos, entonces.

- ¿Iremos directamente al campo de entrenamiento?.- quiso saber Genzo, al tiempo que seguía a Mikami al estacionamiento.

- No, iremos al departamento que estoy rentando en Tokio, pasarás la noche ahí.- aclaró el hombre.- El entrenador Kira te espera hasta mañana y por el momento no desea que tus compañeros sepan que estás en Japón para apoyarlos; Kira quiere calar el nivel de moral que tienen sus jugadores ahora que lucharán sin las estrellas de Japón.

- Entiendo.- aceptó Wakabayashi, pensativo.- Nos servirá entonces para ponernos al corriente, Mikami.

- Eso esperaba.- Mikami le lanzó a su discípulo una mirada un tanto perspicaz.- Sobre todo, me gustaría tratar el asunto de tu novia, Genzo.

- ¿Qué? ¿De verdad?.- el portero se sorprendió.- No creí que eso fuese un tema de interés para ti.

- Bien, quisiera creer que más que tu entrenador he sido tu amigo y tu soporte moral.- replicó Mikami, con afecto.- Aunque pueda asombrarte, es de mi interés conocer a la mujer que ha conseguido lo que pensé que sería imposible.

- ¿Seguro que mi padre no está detrás de todo?.- Genzo, inexplicablemente, se sintió avergonzado y trató de desviar el compromiso de hablar con Mikami sobre Lily.

- Mentiría si te dijera que deseo que Shuzou me vuelva a tomar con la guardia baja con respecto a ese tema.- Mikami frunció levemente el ceño.- Pero también tengo curiosidad de saber un poco más acerca de la doctora Del Valle, son tantos los rumores que se han dicho sobre ella y sobre ti que tengo la necesidad de preguntarte cuáles son ciertos y cuáles no, Genzo.

- ¿Cómo cuáles?.- cuestionó el portero.

- El que más me urge saber si es verdad o no es… .- Mikami hizo una pausa antes de continuar.- ¿Es cierto que ella está embarazada?

- ¿QUÉ?.- Genzo gritó al tiempo que se le subían los colores a la cara.- ¿Quién es el cabeza hueca al que se le ocurrió inventar semejante mentira?

- Me queda claro que no es verdad.- Mikami se echó a reír mientras conducía el auto por la ruta que los llevaría al distrito de Tokio en donde se encontraba su departamento alquilado.- Tu reacción lo ha dicho todo.

- ¡Por supuesto que no lo es!.- exclamó Wakabayashi, antes de comenzar a serenarse.- Soy muy joven para ser padre, Mikami, y estoy seguro de que tener un hijo mío no está aún entre los planes a futuro de la doctora Del Valle.

- Aún, o sea que podría ser posible a largo plazo.- al hombre no se le escapó la connotación de la respuesta de Genzo.

- Mikami, en verdad, nunca creí que algún día llegaría a tener esta conversación contigo.- Wakabayashi estaba muy avergonzado.- ¿En serio te resulta indispensable que la tengamos?

- Supongo que no.- Mikami volvió a reír.- Nunca había visto que te pusieras tan nervioso por algo, Genzo, esto es algo nuevo de ver. Perdona que me ría y que insista pero creí que te quedarías soltero por siempre.

- Yo también lo pensé así.- Genzo se encogió de hombros.- Supongo que, como suele decir la doctora, todos nos hemos tenido que tragar nuestras palabras alguna vez en la vida.

- Estoy de acuerdo.- aceptó Mikami.- Es una mujer inteligente.

- Entonces, ¿es cierto que mi padre está preocupado por el hecho de que uno de sus hijos esté con una extranjera tercermundista?.- Genzo no quiso darle más vueltas al asunto.- Sé que tú lo sabes, Mikami, no tiene caso que lo sigas negando.

- Te aseguro que no quiero quedar en medio de esto pero creo que no tengo elección.- suspiró Mikami; el tráfico no lo inquietaba tanto como el tener que enfrentarse a dos Wakabayashi, padre e hijo.- Shuzou no lo ha expresado como tal pero sí ha cuestionado el por qué elegiste a una pareja tan, eh, alejada de tu condición. Con esto quiere decir que…

- Sé bien lo que quiso decir.- Genzo se sintió insultado por el comentario.- ¿El problema, además, también tiene que ver con el hecho de que Lily no proviene de una familia de renombre?

- Tal vez.- admitió Mikami.- Aunque en ese momento se refirió específicamente a que creía que te enamorarías de una japonesa.

- No podía esperar otra cosa de mi padre.- bufó el portero, francamente enojado.- ¿Y se puede saber qué le has dicho al respecto?

- Que está fuera de mi posición como tu antiguo entrenador y tutor pero que considero que si tú crees que la doctora Del Valle es la adecuada para ti, lo es.- respondió Mikami, muy serio.- Me gané, por supuesto, que me dijera que no eres mi hijo y que mis opiniones me las podía meter por donde mejor me cupieran.

Con esto, Genzo soltó una carcajada y Mikami lo secundó; aquél dudaba que su padre realmente le hubiese dicho estas palabras a Mikami, Shuzou era un hombre extremadamente serio y reservado que jamás bromeaba pero precisamente por esto fue que el comentario resultó tan chusco, cortando así momentáneamente la molestia del portero.

- Sabes que tu padre en algún momento consideró concertar un matrimonio para ti con la hija de alguno de sus socios.- continuó Mikami, regresando a su estado anterior de seriedad.- Lo dejó pasar cuando se dio cuenta de que un matrimonio arreglado arruinaría tus planes a largo plazo pero nunca quitó el dedo del renglón y ahora que ha aparecido la doctora Del Valle en escena, saco por conclusión que él piensa que si tienes tiempo para tener pareja y dedicarte al fútbol, el asunto del matrimonio por conveniencia vuelve a estar en la jugada.

- No puedes estar hablando en serio.- protestó Genzo, incrédulo.- ¿De verdad mi padre espera que me case con una desconocida?

- Él lo hizo, no sé si lo sabías.- Mikami se encogió de hombros y se negó a establecer contacto visual con su discípulo.

- No.- admitió Genzo, tras un breve instante de silencio.- Pero no me sorprende del todo, mi madre siempre actuó con mi padre como si le tuviese más respeto que amor y quizás así era.

- De cualquier manera, como Shuzou no planeó a tiempo el comprometerte desde niño con alguien, las posibles candidatas están casadas ya o comprometidas con otros hombres así que le tomará su tiempo el buscarte a una disponible, en el supuesto caso de que quiera hacerlo.- continuó el entrenador.- Aunque me ha dado a entender que primero quiere hablar contigo antes de tomar una decisión.

- Puedo imaginar de qué quiere hablar conmigo.- el guardameta frunció el ceño.

Pronto empezó a brillar en el cerebro de Genzo una alarma con luz roja: su padre podría representar un serio problema a largo plazo si no encontraba la manera de bloquearlo, Shuzou Wakabayashi era un hombre que no se andaba con juegos y cuando algo no le gustaba, lo cortaba de tajo de manera inmediata. Que le hablara a Mikami de matrimonios concertados era una forma indirecta de decirle a Genzo que aún tenía poder sobre éste y que por tanto debía hacer las cosas como él quería si no deseaba afrontar las consecuencias de desobedecerlo.

"Así que ahora vamos a toparnos con un problema mayor de lo que han sido el Bayern Múnich, el Hamburgo y Alder Ëkdal hasta ahora, Yuri", pensó Genzo. "Pero ya encontraré la manera de resolverlo porque, en definitiva, no pienso renunciar a ti".

Después tendría que encargarse de arreglar esa cuestión a su debido tiempo, sin embargo. Por el momento, Genzo debía concentrarse en la Selección Japonesa y en los partidos que ésta tenía por delante.


Notas:

- Los nombres de los familiares de Genzo y sus historias son idea mía ya que en el manga no especifican cuáles son. Hace muchos años, a los hermanos de Genzo los bauticé como Touya y Kenji pero para este fic he decidido cambiar sus nombres porque quise que éstos fueran más acordes en sus significados al de Genzo: Shuichi significa "nacido el primer hijo" mientras que Keiji se traduce como "segundo hijo respetuoso"; ambos van más de la mano con la interpretación del nombre de Genzo, "tercer origen" (más o menos). Actualización: Ahora ya se sabe que, oficialmente, el nombre de los hermanos de Genzo son Shuichi y Eiji, que son prácticamente iguales a los que yo había escogido originalmente; al igual que como hice con el nombre del padre de Genzo, edité los capítulos para cambiar el nombre de Keiji por Eiji, pero dejo constancia de que a mí se me ocurrió llamar a los hermanos de Genzo de una forma casi idéntica a como Takahashi los bautizó.

- El estadio del equipo Hamburgo se llamó Imtech Arena entre los años 2010 a 2015; a partir de esta fecha volvió a llamarse Volksparkstadion, como se le nombró al ser inaugurado. Es por esto que en el capítulo 10 de esta historia puse que el Hamburgo jugó en el Imtech Arena pues lo escribí en el 2015, pero ahora voy a llamar al estadio por su nombre actual ya que es el que tiene más peso histórico para el club. Actualmente no estoy usando una línea cronológica específica para el fic así que tanto puedo utilizar cosas de hace muchos años como dar un salto en el tiempo hasta el 2018, depende mucho de mi humor y de lo que quiera poner en la trama.

- El quiché es una tarta salada preparada con masa, huevos batidos, crema de leche fresca, verduras y el relleno que la persona elija. Esto y el Schorle son un desayuno popular en Alemania, sobre todo en las estaciones del tren ya que son alimentos fáciles de transportar.

- La saga Millenium está compuesta hasta la fecha por cinco libros, cuya temática es clasificada como "novela policíaca de misterio"; los tres primeros fueron escritos por Stieg Larsson y los dos últimos por David Lagercrantz, ambos suecos. Se hicieron tres películas suecas basadas en dicha saga, con Michael Niqvist y Noomi Rapace como protagonistas, y por el momento sólo hay una película estadounidense, con Daniel Craig y Rooney Mara; Craig es el último actor que ha interpretado a James Bond en el cine así que por eso es que Levin hizo una mofa de él, sobre todo porque, siendo Stefan sueco, lo más seguro es que no apoye la película estadounidense.