Enemigo primordial
Capítulo 5
Al día siguiente, bien temprano por la maña, en el Campamento Mestizo ya había mucho ajetreo. La delegación romana, como había indicado Quirón, había dormido, o al menos intentado, dormir en la Casa Grande, junto al propio centauro y el dios Dionisio, que en plena madrugada tuvo que irse por una reunión urgente en el Olimpo, seguramente relacionada con el reciente reconocimiento de Jamily y Marin como hijas de Proserpina y Hestia, respectivamente.
-La reunión se ha concertado en territorio neutral, en Central Park. Allí conoceréis a vuestros compañeros de viaje- mientras desayunaban, Quirón les iba informando.
Como buenas romanas, Hazel y Jamily comían más bien poco, apenas una tostada con aceite y jamón, pero poca hambre más tenían debido a los nervios.
Por allí ya estaban Annabeth, Percy y Nico, el último especialmente interesado en la centurión, pues mantenía su vista posada en ella. También estaban allí Piper Mc Lean, hija de Afrodita y una de los 7 de la Profecía, así como Jasón, hijo de Júpiter y anterior pretor de Nueva Roma, pero que ahora vivía con los griegos.
-El resto de los 7 de la Gran Profecía están ya avisados y vendrán a lo largo del día, Quirón- dijo la hija de Atenea, mientras intentaba romper el hielo tras el duro silencio que acompañó a las palabras de Quirón.
-Bien, saldréis a las 10, y estaréis allí a medio día, os esperarán ahí unos einherjar y unos magos egipcios de aquí mismo, de Nueva York, lo mejorcito de cada panteón. Así que portaos- pidió.
Todos asintieron, conscientes de la importancia de lo que se avecinaba. Al poco por allí apareció Marin también, que había dormido en la Casa Grande, pues aún no había Cabaña de Hestia en la que pueda vivir. Tenía cara de sueño pero también parecía muy ilusionada.
-Decidme que ya estáis listos, por los dioses- les dijo, mientras se colocaba al lado de la puerta de la cocina- Llevo en pie desde las seis de la mañana, y no es broma- aseguró.
El resto la miraron y suspiró- Lo siento, es que… ¡Salir al mundo me hace tanta ilusión!- exclamó, y el fuego de la chimenea crepitó con fuerza de golpe.
Dionisio lo apagó con sus poderes, y luego miró irritado a la adolescente, pero no se atrevió a decirle nada a la chica. También le debía su puesto en el Olimpo a que la mayor de la primera generación de hijos de Cronos le cedió el puesto en la época mitológica para evitar disputas.
-Hablas como si sólo hubieras conocido el Campamento Mestizo- comentó entonces Hazel, a lo que Marin asintió.
-Así es, esto es todo lo que conozco. Sé como son las cosas por lo que el resto me contaba, pero… Jamás lo he visto con mis propios ojos- su mirada destelleaba una genuina ilusión por ver el mundo.
Annabeth sintió la tentación de avisarle de los peligros que correrían, pero Percy la paró colocando una mano en su rodilla y apretando ligeramente.
-Todo esto está muy bien, pero no la caguéis- gruñó Dionisio- Por vuestro bien y el nuestro, suerte- se pensó ligeramente sus siguientes palabras.
-Confío en vosotros, sois los mejores de vuestra generación. ¡Ahora largo, que tengo muchas cosas que hacer!- exclamó el dios, enérgico, echando al resto de allí.
Con esa despedida muy propia del dios, salieron de la Casa Grande todos los semidioses presentes, así como Quirón. Todos los campistas que por allí rondaban les saludaron con entusiasmo y gritaron los nombres de los héroes griegos, incluso vitorearon a algunos de los oficiales romanos, mostrando así la nueva unidad que tenían los semidioses de ambos bandos.
-Me alegra que os vayan bien las cosas, por Roma- comentó Jasón a Jamily y Hazel, pues se había puesto a su altura.
La mayor asintió. Ella admiraba en cierta medida a su antiguo jefe, pues era todo lo que ella creía que debía ser un buen oficial romano: un buen líder, inteligente, decidido, y con capacidad de entender y ayudar a la tropa. Se alegraba por él, aunque deseaba que siguiera con ellos en Nueva Roma, pero entendía sus motivos de estar por allí.
-La verdad es que no podemos quejar. Tendrías que ver a Frank los primeros días como pretor- Hazel rio al recordarlo, con diversión.
Jasón también sonrió ligeramente- Pese a vuestra inexperiencia como líderes, lo hacéis bien- reconoció Jamily, mientras abrazaba por detrás a la otra.
Mientras, los griegos también hablaban entre ellos- Suerte que no nos habíamos ido muy lejos y pudimos volver pronto…- comentó Piper, mientras les tendía unos papeles a los demás.
Estos los tomaron con ilusión en la mirada. El padre de la joven era un actor de éxito en Hollywood, y le había ido a visitar un par de días al estudio de grabación que tenían a unos kilómetros de allí, junto con Jasón. Y les había prometido a sus amigos un poster con una firma de él, y había cumplido.
-¡Gracias Piper! Los de la cabaña se morirán de envidia- exclamó divertido Leo, mientras se guardaba cuidadosamente el poster en su cinturón portaherramientas mágico.
-No hay de qué. Lo único que espero que es papá no vuelva a salir medio desnudo en los pósteres de la nueva película, pero dudo que eso pase…- murmuró, algo avergonzada por ello.
Entre risas, avanzaron por el campo que separaba la Casa Grande de la salida del Campamento, lugar en el que esperaba el gigante Argos. Como siempre estaba impecablemente bien vestido, y a su lado, el coche con el que les acercarían a Central Park.
-Es hora de despedirse. ¿Estáis preparados?- preguntó.
Rápidamente, todos mostraron sus mochilas, perfectamente equipadas para el viaje. Las habían preparado antes del desayuno, y tenían todo lo imprescindible: armas de bronce celestial y oro imperial, varias barras de ambrosía, vendas, spray frío para posibles dolores, líquido desinfectante, dinero en billetes pequeños, ropa limpia, un móvil GPS de emergencia, varios dracmas, agua, y carnets falsos cortesía de los hermanos Stoll.
-El móvil no lo uséis a no ser que haya alguna emergencia y no os podáis comunicar usando la magia de Iris- les advirtió Quirón- Rachel aún está descansando después de ser la voz de Delfos, pero os desea suerte- los chicos asintieron.
Un grupo de campistas, que les habían seguido hasta allí para despedirles, aplaudió animadamente- Contáis con el apoyo de todos. Buena suerte, muchachos- el centauro fue abrazando paternalmente a todos los semidioses, inclusive a las dos oficiales, que agradecieron los ánimos.
Tras unos últimos gritos de ánimos del resto, se montaron en el coche, y partieron en dirección a Central Park.
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Mientras, en el aeropuerto de Nueva York llegaba una avioneta que había salido horas antes de Boston. Los héroes nórdicos habían llegado a la ciudad cerca de las diez, y apenas habían dormido en las horas del vuelo, así que estaban cansados, pero el ánimo no estaba precisamente bajo, pues la misión que tendrían que cumplir era importante. De todos, el más nervioso era Patrick, que no le hacía demasiada gracia, pero ahí estaba, punto de empezar la que parecía ser la misión más importante de sus vidas.
A su lado, Samirah suspiró- Te protegeremos, no te preocupes de nada- afirmó, mientras le miraba. Se le notaba tenso.
-Sigo creyendo que no tendría que estar aquí… ¡Ni siquiera sé empuñar un arma!- gritó. Eso hizo que el resto le mirara, menos Hearstone, que leía tranquilamente una revista para magos a la que se había suscrito hacía poco.
-Yo tampoco sabía, y aquí estoy, muchacho- le dijo Blitzen, mientras se hundía de hombros- Pero como einjerjar, ahora tienes un don para las armas, chaval- le aseguró.
Patrick no parecía muy convencido, pero asintió. Agradecía que al menos el resto comprendiera que era un novato, y sus miedos y preocupaciones. También entendía que el resto tuvieran sus cosas, pero que las olvidaran por él… No se podía quejar de sus compañeros de planta. Se decidió a dejar de quejarse y hacerlo lo mejor que pudiera, como siempre había hecho. Cuando aterrizaron, bajaron del avión, y anduvieron por la pista, desierta a esas horas, en dirección a la terminal más cercana con su equipaje en las manos.
-¿A que hora se supone hemos quedado?- preguntó Alex, mientras se acomodaba su bolsa de viaje en el hombro.
Magnus suspiró- Me dijo Annabeth ayer por la noche que a medio día, pero entre que llegamos a Central Park y demás, se nos hará esa hora- les dijo.
El aeropuerto en el que habían llegado, el JFK, estaba a varios kilómetros del centro, y usar cualquier medio de transporte se hacía casi lo mejor pues estaba a casi 5 horas a pie, mientras que en coche apenas era media hora, pero no les hacía mucha gracia pedir unos taxis pues a saber cuanto les costaría. Magnus tenía un mapa de bolsillo de la última vez, así que lo usaron para orientarse.
-Estamos aquí- Magnus señaló el aeropuerto- Y queremos ir aquí- señaló entonces Central Park, que se encontraba más adelante, a lo largo de una avenida, y después otras tantas calles de gran longitud.
-Lo mejor será ir en metro, que nos queda cerca, según esto- comentó Medio Nacido, atusándose la barba pensativo.
-Por fin una buena idea en tu enorme mollera- le espetó Mallory, divertida.
El otro le gruñó alguna suerte de insulto en nórdico antiguo, y ella le empezó a llamar de todo en gaélico, pero el resto simplemente siguió centrándose en el mapa.
-Pues decidido entones- comentó al rato TJ- Cogemos primero este metro, y luego dos autobuses, nos bajamos en la parada de Central Park, y en un momento nos plantamos allí- dijo, con alegría.
El resto asintió. Notaban a TJ especialmente contento, pues Nueva York, en la guerra de Secesión, había luchado en el bando de la Unión, que eran pro abolición de la esclavitud de las personas de color, y TJ había luchado en ese bando en su momento. Solía detenerse con la gente a agradecerles su colaboración cuando estaban de viaje en uno de esos Estados, y claro, aquel viaje no fue la excepción.
-¡TJ, eso pasó hace más de 200 años, ya no hay gente viva de entonces!- le gritó Mallory, mientras el chico tomaba de las manos a una anciana y le decía unas muy efusivas palabras de aprecio por ello.
Tras sacarle de ese estado por enésima vez, montaron en el metro, que estaba medio vacío en esos momentos, y se sentaron a lo largo del vagón. En la parada correspondiente bajaron, y tomaron, no sin apuros, el siguiente autobús, pues tuvieron que correr a lo largo de los pasillos a causa de la desorientación de los héroes. Media hora más tarde, llegaron a la última parada, donde se bajaron, y de fondo podían ver los árboles del parque más famosos de la ciudad.
-Es bonito, al menos desde lejos- comentó Samirah, mientras se iban acercando. Fue entonces que les rugieron los estómagos a todos ellos, y es que no habían comido nada desde el día anterior.
Buscaron con la mirada algún sitio de comida, y vieron un restaurante, y, sin mediar muchas palabras, entraron a comer algo. Pidieron mesa, y se sentaron en silencio, mientras veían qué comer.
-Ni me había dado cuenta que no hemos comido desde la cena…- murmuró Blitzen, a lo que Hearstone asintió y comenzó a hablar en lengua de signos.
Magnus tradujo para el resto- Dice que se sorprende que nadie se haya quejado- dijo, mientras el resto se iba decidiendo.
Pusieron dinero para pagar los pedidos, y los hicieron para llevar, pues no querían perder tiempo e ir directamente a Central Park. Mientras andaban comieron sus hamburguesas, así como las bebidas que habían encargado, y, tras entrar en el parque, tiraron las cosas a un contenedor cercano, y se dirigieron al centro del sitio, donde habían quedado con el resto de héroes que habían sido congregados.
-¿Conoces a alguno de esos magos, Magnus?- preguntó Alex, interesada. Pero el rubio negó.
-No les conozco, pero…- el chico paró cuando vio llegar a un grupo de jóvenes, todos ellos morenos menos una muchacha rubia, con ropas de lino y objetos extraños en las manos.
-Creo que son ellos, chicos- murmuró Medio Nacido, mientras se incorporaba.
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En el Nomo 21º, el grupo egipcio se preparaba para la nueva misión. Revisaron que tenían todo lo necesario, y se dispusieron a salir del Nomo. Ahora que los más jóvenes estaban a salvo en El Cairo, la casa quedaría vacía pero bien cerrada con sellos mágicos puestos por Sadie, que bien podrían detener a todo un ejército de monstruos. Haber tenido en su cabeza a Isis tenía sus ventajas.
-Bien chicos, nos vamos- dijo Amos, ya fuera del Nomo, mientras revisaba una última vez sus cosas.
En las mochilas llevaban apenas cuatro cosas, todo lo importante estaba en un pequeño compartimento en la Duat, mucho más cómodo que andar transportándolo en una mochila o una bolsa de viaje, pues allí se podían guardar cientos de cosas y se podían coger a un chasquido de dedos de distancia.
-¿Central Park por donde queda?- preguntó Walt, curioso. Zia se hundió de hombros- Ni idea. ¿Vosotros lo sabéis?- preguntó.
Sadie y Carter se miraron unos segundos. Ellos no llevaban tampoco mucho tiempo allí pero algo conocían, y como iban a un instituto de la zona, más o menos conocían la zona.
-Sí, es por aquí- Carter entonces comenzó a andar. Central Park quedaba a menos de media hora de andar, así que eso hicieron.
Anduvieron por las calles de Nueva York en dirección al lugar del encuentro, durante el mismo no tuvieron ningún tipo de incidente, y llegaron fácilmente a Central Park. Entraron al mismo, y buscaron el lago central, curiosos por ver quienes serían sus compañeros. Sadie y Carter ya conocían a dos de los griegos, pero no a nadie más, así que sentían bastante curiosidad, sobre todo por los nórdicos, pues no conocían a ninguno, ni sabían cómo serían.
-He estudiado los mitos griegos, romanos y nórdicos, y somos bastante interesantes, la verdad- comentó Carter.
-¿En que sentido?- preguntó Amos. Carter pensó unos segundos- Bueno, no tienen tantos dioses, y son diferentes a los nuestros, pero sí son más conocidos en Occidente, pero no son tan antiguos- comentó.
El resto le escuchaba en silencio- ¡Me va a encantar conocerles!- exclamó entonces él, mientras Zia reía algo.
-Espero que nuestros dioses se lleven bien con los suyos, entre ellos están más relacionado, pero los nuestros estaban más bien aislados- comentó Amos.
Eso era verdad. En la cuenca del Mediterráneo había muchos dioses, muchas culturas diferentes, y algunas se relacionaban más con unas que con otras. El caso egipcio era el de una cultura especialmente aislada hasta la llegada de Roma, pero poco quedaba del poderío de sus magos para entonces, con el país a punto de caer y con sus líderes más interesados en defender sus intereses que a su propio reino. Pero eso ahora no era lo importante, sino formar buenos lazos entre los diferentes grupos. Mientras hablaban oyeron voces cercanas, algunas de ellas incluso en unas lenguas que no reconocieron, pero eso era señal de que iban por buen camino. En cuanto giraron el arbusto, vieron a un grupito de gente bastante curioso, que rápidamente posó su vista en ellos.
-Supongo que sois los egipcios con los que hemos quedado, ¿no?- comentó entonces un chico rubio.
Carter asintió entonces- Me llamo Carter Kane, Faraón de Egipto y principal mago de combate egipcio- se presentó. Magnus le miró curioso.
-Magnus Chase, hijo de Frey, Einherjir- Carter le estrechó la mano, y el resto empezó a presentarse también.
Mientras se presentaban, entre ambos grupos se notó una mínima tensión que poco a poco fue desapareciendo según hablaban, pues era vital conocerse entre ellos, y sobre todo tener una relación lo suficientemente buena para que todo saliera bien. Se fueron explicando entre ellos las diferentes características de cada uno, pues Magnus se quedó sorprendido de que ese muchacho fuera faraón, y Carter se quedó más asombrado aún cuando descubrió que ante él había varios muertos, pero el que más estaba aluciando era Anubis, pues notaba perfectamente la energía que ellos destilaban. Los propios einherjar también notaban como de Walt emanaba un poder atrayente a ellos.
-Walt no es un humano común. Además de ser el mejor en hacer amuletos, es al mismo tiempo el dios de los muertos, Anubis- explicó Sadie.
Los nórdicos no dieron crédito a lo que oyeron- En nuestra cultura, los dioses pueden ser uno con humanos especiales que tengan la sangre de los faraones de antaño, en su caso, es heredero de Akhenaton, y para hacerlo simple, tenía una maldición letal. Anubis le mantiene vivo con sus poderes, y así ambos pueden estar con Sadie- les explicó Zia.
La aludida simplemente giró el rostro, algo teñido de rojo, pero no dijeron nada. Era otra cultura, había que respetarla.
-¿Faltan los griegos, no?- comentó TJ, a lo que Magnus asintió- Les esperaremos aquí, entonces- propuso Amos.
-Creo que es la primera vez que vamos en compañía de un adulto en una misión- comentó divertida Mallory.
Blitzen carraspeó algo- Uno humano, al menos- corrigió, para nada arrepentida de su comentario.
Estuvieron allí hablando, contándose sus historias, cuando oyeron a un grupo muy numeroso de adolescentes acercarse, con camisetas amarillas y moradas, con espadas en el cinto y mochilas militares.
-¡Magnus! ¡Veo que sobreviviste a lo de caerte al agua helada!- exclamó Percy, corriendo hacia allí.
Este rodó los ojos y abrazó al otro amistosamente. Luego el chico se fijo en Carter y también le dio un abrazo amigable.
-Que recuerdos, contra aquella criatura con la que tuvimos que luchar…- murmuró, tras separarse, con una gran sonrisa en el rostro.
-Perdonad a sesos de alga, se emociona a veces- le reprendió Annabeth, alcanzándole, mientras le daba un golpe en el brazo- Soy Annabeth Chase, hija de Atenea- se presentó, saludando con la mano.
Una vez más, se fueron presentando, hablando de sus culturas y de lo que hacía, afianzando así lo que ya sabían, y aprendiendo de los recién llegados. Y finalmente ahí estaban: griegos, romanos, nórdicos y egipcios, todos juntos y sin matarse entre ellos. Era un buen paso.
-Bueno… ¿Y ahora qué?- preguntó Jasón. Estaban todos los presentes formando un circulo.
-Lo primero sería elegir un líder, creo yo. Hasta ahora, por lo que sé habéis trabajado de forma independiente y sin una organización precisa, usando líderes naturales. Si queremos trabajar en equipo, tenemos que tener una jerarquía clara- fue Jamily la que habló.
Era evidente que se trataba de una oficial romana- ¿Dices alguien que esté al mando de todos?- preguntó entonces Blitzen, a lo que la otra asintió.
Amos entonces se aclaró la garganta- Propongo que en cada grupo haya un… Líder, por así llamarlo, y que de entre todos, votemos al que sea el más importante. Así, tendríamos a una única persona dirigiendo- esa idea era buena.
Y claramente se hicieron las divisiones. Los griegos tenían claro que tenía que ser Percy el que les representara. Para los romanos, y aunque él no quisiera demasiado, tenía que ser Jasón el que les guiara, para los nórdicos sería Magnus, y por último para Egipto sería Carter.
-¿Tenemos que elegir entre ellos, o qué?- preguntó Mallory. El resto se hundió de hombros.
-Es evidente que cada uno es el más relevante de su cultura, pero, ¿cómo elegir al del puesto más alto, si cada uno ocupa esa posición en su propio mundo?- se preguntó Amos.
El resto miró al adulto, se notaba su mayor edad a la lengua, a pesar de que los ehinerjar eran mucho más ancianos, eran como adolescentes al final.
-Los griegos inventamos la democracia, usémosla- propuso Annabeth, mientras buscaba entre sus cosas papeles y algo para escribir.
Mientras ellos hablaban, el resto de los héroes se miraban algo hastiados.
-¡Oye, que nosotros también queremos participar!- exclamó Leo, que se encontraba con buena parte de romanos y griegos menos la propia Annabeth, Percy y Jamily; con los nórdicos menos Magnus y Mallory; y con todos los egipcios menos Amos y Carter.
Pero su grito no fue escuchado- Déjales, ellos siempre han guiado a sus respectivos grupos tío- le aconsejó Frank, mientras de vez en cuando miraba a las aves.
-En vez de esta tontería podríamos estar ya de misión, la verdad…- se quejó Medio Nacido, que se encontraba haciendo sentadillas.
Zia les miraba divertida- Bueno, al menos no estamos todos discutiendo- comentó ella, mientras jugueteaba con su colgante.
El resto no pudo hacer más que darle la razón a la chica, mientras veían como pasaba el tiempo y los otros no se ponían de acuerdo. En eso estaban cuando apareció un destello de luz cercano, y cuando se giraron a ver que pasaba, aparecieron por allí tres mujeres de gran altura, con ropas níveas, con sus bellos rostros totalmente tapados con un velo, con ojos blancos y su piel también blanquecina.
-Las Nornas…-murmuró Magnus, mientras el resto rodeaba a las entidades.
Estas comenzaron a hablar- Tenemos noticias para vosotros, héroes- sus voces resonaron por todo el parque, totalmente coordinadas entre ellos. Procedieron entonces a hablar todas a la vez.
-El Enemigo Primordial se alzará pronto, y sólo hay una manera de derrotarle. Buscareis las armas que lograron derrotarle hace eones, y las usareis de nuevo contra él- los chicos se miraron sin saber muy bien qué decir.
-Esas armas están repartidas por todo el mundo, pero tendréis ayuda de los héroes que allí viven. Vuestro primer destino es Europa- dicho eso, las Nornas desaparecieron de nuevo en un destello, dejando más preguntas que respuestas.
-Mientras vosotros seguís discutiendo, propongo que varios vayamos a alguna biblioteca y busquemos información- propuso entonces Zia antes de que nadie dijera nada.
El resto esperó a que hablara- Es evidente que quieren que nos demos prisa pero no podemos ir así, sin más, sin siquiera saber por donde buscar. Nos dividiremos en grupos de tres, e iremos a todas las bibliotecas posibles. ¿Os parece?- preguntó, y el resto asintó.
-Creo que ya tenemos líder, ¿no?- comentó Annabeth, a lo que los demás asintieron. Zia les miró con sorpresa.
-¿Cómo dices?- preguntó, y la rubia procedió a explicárselo- Un buen líder hace estas cosas. Ante los problemas busca soluciones y no pretende serlo, simplemente lo es- explicó.
Estaba decidido, la líder del grupo sería Zia, Con esa decisión ya tomada, con la que todos estaban de acuerdo, se dividieron en grupos de tres, donde había un griego o romano, un nórdico y un egipcio, para que hubiera las máximas visiones posibles del asunto, así como más puntos de vista diferentes.
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-Hay una biblioteca aquí cerca, voy a estudiar mucho allí- el grupo formado por la propia Zia, Magnus y Jamily andaba por las calles a buen ritmo, mientras la egipcia les guiaba con paso seguro por las calles.
-¿Crees que allí habrá información útil?- preguntó Magnus, a lo que la otra asintió- Estoy segura. Y si no, siempre podemos recurrir a nuestros propios libros- afirmó Zia.
Con esa idea en mente, entraron al edificio. Era de gran tamaño, con una gran sala central con cientos de estanterías formando filas, llenas todas ellas por libros en función a las materias de las que trataba: novelas, medicina, química, física, historia, matemáticas, derecho, geografía… Estuvieron buscando estanterías que trataran de mitología, y tomaron todos los libros que hablaran sobre un supuesto enemigo que fuera común entre todas las culturas antiguas.
-Creo que puedo saber quien es ese enemigo primordial, chicos- comentó al rato Jamily, que leía un libro de cultura celta. Los otros dos la miraron, expectantes.
Ella suspiró- Con todo este jaleo se me olvidó comentarlo. Tuve un sueño bastante fantasmagórico hace poco, y creo que era Caos- afirmó.
Zia y Magnus la miraron con renovado interés- Veréis, cuando Annabeth y Percy acabaron en Tártaro, ella guardó en su memoria todos los paisajes, y los describió en un cuaderno. Hace un tiempo nos lo enseñó a los oficiales de Roma, como si fuera un trofeo, y la verdad es que daba escalofríos- comenzó.
Tardó unos segundos en seguir- La zona más profunda de Tártaro es la cárcel de Caos, y la zona justo antes de su jaula es idéntica a lo que yo vi en mi sueño- les explicó.
Zia asintió- Si el enemigo a derrotar es Caos… estamos en apuros- comentó la egipcia. Magnus se quedó pensativo, mientras acariciaba su colgante con la runa de Frey.
-¿Tan poderoso puede ser?- preguntó Magnus, a lo que Zia asintió- Hace poco luchamos contra Apofis, el demonio que representa el caos absoluto en Egipto, y necesitamos a varios dioses, entre ellos a Ra, para poder derrotarle- explicó.
-¿Cómo lo haremos, entonces…?- se pregunto Magnus – Lo importante a veces no es tener ese conocimiento, sino el número de la persona que tiene ese conocimiento- comentó entonces Jamily, mientras se levantaba.
Los otros dos la miraron curiosos- Voy al baño, ¿venís?- preguntó, mientras se encaminaban allí.
Entraron a un baño mixto, donde una parte era para hombres y el otro para mujeres. Los lavabos, comunes, estaban vacíos. Aprovechando eso, abrió el agua caliente, y esperó a que se formara un poco de vapor. En cuanto eso pasó, sacó un dracma, le rezó a Iris, y depositó la moneda, que desapareció.
-Quiero hablar con Leo Valdez- pidió. Segundos después, vieron la imagen del chico, que les saludó efusivamente.
-¿Habéis descubierto algo?- preguntó. De fondo podían ver a Mallory subida a los hombros de Walt, intentando coger un libro.
-Creemos que tu novia puede saber cosas útiles, Leo- le dijo. El chico se sonrojó algo. La chica no era otra que Calypso, una titanide. Al haber abandonado su isla, estaba sin poderes, pero seguía siendo una mujer importate. Era más antigua que muchos dioses, y tenia conocimientos de esas épocas tan lejanas que les sería útiles.
-¿Quieres que la llame?- preguntó Leo, a lo que Jamily asintió. El muchacho suspiró, y asintió- ¿Dónde estáis?- preguntó.
Tras darles la indicación, acordaron en reunirse para cuando llamaran a Calypso, para quedar con ella cuanto antes mejor. Jamily tenía la idea de que la titánide podría explicarles como Urano había derrotado a Caos al inicio de los tiempos, por que dudaba que la entidad primordial se hubiera dejado encerrar en Tártaro así como así. Con esa idea en mente, salieron de la biblioteca, y se encaminaron en dirección a donde se encontraba el resto. Cuando llegaron, esperaron a los que quedaban.
-Has tenido una buena idea, pero ella no se si querrá desvelarnos tal información…- murmuró Percy, mientras tomaba algo de agua.
Leo le fulminó con la mirada pero no dijo nada- Ella accederá, odia a los dioses por tenerla encerrada durante tantos siglos pese a jurar lealtad al Olimpo- les aseguró.
-Nos dirá lo que sepa, no os quepa duda- dicho eso, se alejó algo, mientras se metía las manos al bolsillo y jugueteaba con unos tornillos. Eso le relajaba mucho y le ayudaba a refrescar la mente.
Mientras esperaban, Nico se dio cuenta de un detalle- ¿Os habéis fijado? No nos ha atacado ningún monstruo desde que hemos salido del Campamento- murmuró, curioso.
El resto asintió, entonces- Cierto, a estas alturas ya tendríamos que haber recibido algún ataque- comentó Hazel, pensativa.
-La ciudad está llena de dioses, y eso les asusta- comentó una voz entonces, una femenina. Leo se giró y sonrió al ver allí a Calypso
La chica era de pelo castaño y ojos miel, con unos vaqueros y una camisa corta blanca. Pese a ser humana, seguía teniendo una belleza sobrenatural, aunque ella intentaba disimular le era difícil. Zia se sorprendió de verla allí.
-Pensé que estabas fuera- comentó, a lo que Calypso asintió- Estaba de compras por la ciudad- comentó, mostrando las bolsas que llevaba.
Sacó unas prendas y se las puso por encima- ¿Creéis que me quedará bien? Según la chica de la tienda está de moda- comentó, era un vestido rojo con algo de escote y falda roja de un lado.
Leo asintió un poco, pero rápidamente lo recordó- Precisamente queríamos hablar contigo- le dijo, a lo que ella asintió, guardando la ropa.
-¿Quiénes son ellos, por cierto?- preguntó la titanide, mirando a los extraños allí presentes- Son amigos, estamos de misión urgente- explicó Annabeth.
-Creemos que Caos se está alzando, y los dioses de diferentes culturas se han unido para luchar contra él- dijo Marin. Calypso entonces asintió, y comenzó a andar, y rápidamente fue seguida por el resto.
Ella les invitó a entrar en un bar, donde buscaron una mesa lo suficientemente grande para que todos se pudieran sentar. Así hicieron, se repartieron en varias mesas, y atendieron a Calypso, que con una mirada preguntó sobre el asunto qué era lo que querían saber.
-¿Cómo derroto Urano a Caos?- preguntó TJ, entonces. La titanide suspiró, y comenzó a hablar.
-Urano era poderoso, pero no lo suficiente para luchar él sólo, y aunque Tártaro y Gea estaban apoyándole, decidió usar también un arma: los anillos de Urano- tomó entonces un papel, y comenzó a dibujar.
Era bastante buena y en poco más de un minuto, dibujó cinco anillos en total- Son objetos mágicos de enorme poder que, a la caída del dios ante Cronos, cayeron a la Tierra y están esparcidos por el mundo. Desconozco muchas de sus localizaciones, pero seguramente las conozcan Apolo o Atlas- aseguró.
El resto la miraron y asintieron- ¿Nos acompañarías?- preguntó Leo, tomando su mano. Ella le miró, hacía relativamente poco que habían logrado salir indemnes de la misión con Apolo y la semdiosa hija de Deméter Meg McCaffrey, y aunque no tenía demasiadas ganas de salir de viaje, asintió. La vida humana le resultaba aburrida a veces, y pese a agradecer cierta tranquilidad, amaba salir de aventuras. Así que asintió.
-Os acompañaré encantada, chicos- aseguró ella, sonriendo. El resto lo celebró contento y subieron sobre sus hombros a la titanide, y la sacaron gritando su nombre por la calle, como si fuera una imagen santa, provocando las rosas de ella, y el enrojecimiento de Leo, que procuraba mantenerse lejos de ellos, pero sin demasiado éxito.
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Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que os haya gustado, y que apoyéis este fanfic. Ni Percy Jackson ni ninguno de los personajes de las sagas de Rick Riordan me pertenecen. ¡Dicho esto, que la inspiración os acompañe!
