Enemigo primordial

Capítulo 6

Ahora que sabían que tenían que ir a Europa, y con la búsqueda de los anillos de Urano en mente, pensaron en la mejor manera de viajar hasta su destino. La opción de ir en avión era tentadora, pero preferían no jugársela. Demasiados semidioses y magos en un mismo sitio, sería como gritar con un megáfono "buffet libres para monstruos aquí", y Festo, si bien era un dragón fantástico y maravilloso, cosa que le dejaron claro a Leo cuando lo propuso, no podría con tanta gente sobre su lomo. No quedó más opción que usar las barcas de la Duat de los egipcios, método que tomaría menos tiempo y era más seguro para todos.

-Por aquí chicos- Amos guiaba a los adolescentes de vuelta a la zona donde habían dejado la barca que usaban para moverse por el mundo.

Ese detalle había sorprendido a nórdicos y griegos por igual, que hubieran pagado lo que sea por tener semejante medio de transporte en sus misiones para salvar sus propios mundos. Desde luego era una manera mucho más segura que, por ejemplo, ir de rama en rama del Árbol del Mundo, o ir a pie por interminables carreteras. Durante el trayecto de vuelta al Nomo 21, estuvieron hablando sobre cómo eran sus respectivas culturas, y si uno les miraba desde fuera, más parecía un grupo de estudiantes de excursión. A excepción de Medio Nacido, que casi podía pasar por un profesor más si no fuera por su aspecto de guerrero nórdico, cosa que irónicamente era. Tras una relativamente larga caminata, llegaron a las cercanías del Nomo, pero simplemente pasaron de largo y se acercaron a los muelles próximos al mismo.

-No veo nada…- murmuró Marin, frunciendo algo los ojos para tratar de ver. Carter simplemente se acercó al agua, murmuró un hechizo que escribió en el aire, y ante ellos apareció el barco.

-¡Esto SÍ es un barco mágico decente, y no esa…!- Magnus decidió no continuar, mientras el resto de los norteños se reía.

El resto no entendió a que se refería- Para abreviar- Samirah comenzó a explicarles- Su padre tiene un barco mágico también que nos cedió para nuestros viajes. Era enteramente amarillo- los demás no pudieron aguantar la carcajada.

-¡Alex lo bautizó como Plátano Grande!- rio Mallory, mientras Magnus simplemente no decía nada, y con la cara yendo cada vez más al rojo por la molestia.

-Skiðblaðnir, imagino que hablas de ese barco- Annabeth intervino para salvar la dignidad de su primo.

Este asintió- Así es, podía doblarse hasta ser del tamaño de un pañuelo- les explicó- Y siempre llega a su destino, da igual lo que pase, incluso sus velas tienen su propio viento- añadió.

Maravillas de la magia extranjera, desde luego. Tras esa corta explicación, subieron al barco mágico, y Amos una vez más se puso tras el timón. Tras dibujar en el aire un jeroglífico, la vela del barco se empezó a mover, y lo remos comenzaron su labor de impulso. Ese acto no pasó desapercibido para Hearstone, que rápidamente preguntó por aquello, aunque necesitó de la traducción de Blizten para poder comunicarse.

-¿Cuánto tiempo tardaremos?- preguntó mientras Annabeth, que estaba al lado de Amos.

Desde allí podía ver como el resto simplemente miraba maravillado el paisaje mágico de la Duat, y aunque a ella también le resultaba fascinante, prefería centrarse en otras cosas. Ya habría tiempo de contemplar las vistas en otro momento.

-Apenas unas horas. Viajar por la Duat antes podía ser peligroso, pero con Ra de vuelta, el gran río mágico ha vuelto a ser una balsa de agua, como en los viejos tiempos- afirmó, mientras sonreía algo.

La rubia asintió- Zia te puede explicar mejor su viaje diario a través de las Casas de la Noche, por cierto, ya que ella es la huésped de Ra- la otra asintió.

-¿Tienes ideas de que más armas pueden ser las que se usaron para derrotar a Caos?- volvió a preguntar.

-Estoy pensando en armas de mis dioses, pero es difícil. Habría que preguntarles para confirmar. Piensa que tus deidades son críos en comparación con los míos, que son mucho más antiguos- le explicó.

Annabeth simplemente asintió. El Imperio Egipto era realmente antiguo, y con el sus criaturas y su panteón. Apolo, con sus 5000 y pico años se les antojaba joven, y eso ya era decir. Con eso en mente, la otra se acercó a su primo, que hablaba tranquilamente con Medio Nacido y Walt, los dos primeros aún sorprendidos de la dualidad del chico.

-¿Podría hablar con Anubis?- preguntó, acercándose. Este se dio la vuelta, y asintió. Los otros dos vieron como la chica se alejaba con el dios, mientras parecía preguntarle.

-¿Sucede algo?- preguntó el dios, mientras observaba a la chica, que se sentó en un lado de la cubierta.

Ella tardó unos segundos en responder- Simplemente quería saber si podrías decirnos qué armas de tu mundo buscar- dijo, directa- Cada mitología, dentro de sus diferencias, tienen en común que al principio derrotaron al Caos. Y eso se logró con el uso de armas, y me gustaría saber si tienes alguna idea de cuáles pueden ser- a esto su interlocutor suspiró un poco.

-Ra es mucho más viejo que yo, Annabeth Chase- comenzó- No sabría decirte qué armas concretas usaron, pero me hago una idea de cuales pudieron intervenir- entonces, posó un par de dedos en la frente de ella.

Los ojos de la chica se iluminaron entonces en color dorado. Comenzó a ver imágenes de un hombre calvo de aspecto maduro con la corona egipcia.

-Ese hombre al que ves es Ra en su juventud- oyó a una voz. A su lado apareció entonces Anubis, mirando en tercera persona la escena- Aquí estaba luchando contra Apofis, la serpiente del caos, mano a mano… bueno, si Apofis realmente tiene manos, siempre me lo pregunté- Ella suspiró.

-Concéntrate, Anubis- le pidió. Este sólo carraspeó- Como verás, lleva una espada curva, nosotros la llamamos khopesh- ella asintió, mientras observaba la hermosa arma.

Él siguió- También usó un escudo capaz de parar cualquier cosa, ni siquiera los dientes de la poderosa Apofis, pudieron perforarlo- le dijo.

Ella se impresionó por ese detalle. Los dientes de la serpiente eran tan grandes como una persona, pero aun así el escudo era capaz de detener el envite. La imagen entonces se desvaneció, y ambos volvieron a la realidad. Los ojos de ella retornaron al gris de siempre, y su respiración se entrecorto ligeramente hasta que pudo respirar de nuevo normalmente.

-Increíble…- murmuró ella, mientras se apoyaba en la barandilla más cercana. Medio Nacido entonces la ayudó a eso, y Walt también.

Cerca, el resto simplemente seguía hablando entre ellos, mientras seguían con el viaje. Este duró un par de horas más, en las que no pasó nada de especial mención. No pasó nada, hasta que llegaron a Francia, donde bajaron en la zona de Normandía, en la zona norte y colindando con el Canal de la Mancha. Allí llegaron a una playa algo aislada, con bosques en el fondo y arena fina en la playa, con algunas rocas desperdigadas por el suelo bajo el mar. Con cuidado, dejaron el barco en la arena usando cuerdas y troncos, sujetándolo para que ninguna marea o viento se lo pudiera llevar, y comenzaron a andar dirección a no sabían muy bien dónde. Ese era uno de los problemas de las misiones, muchas veces no sabían del todo bien a donde ir.

-Bueno… ¿Y ahora qué, Calipso?- preguntó Percy, mientras se acomodaba su mochila al hombro. Esta comenzó a andar por el camino del bosque.

Este reaccionó a la presencia de la titanide, pues las aves de pronto comenzaron a cantar con ganas, y los animales pararon sus actividades normales para observar a los chicos, que se sentían algo observados. Además, las plantas incluso empezaron a brotar y florecer a su paso.

-Las tierras antiguas me reconocen, pese a tantos siglos fuera…- comentó contenta, mientras andaba.

-El poder del Olimpo termina al salir de America, aquí en Europa… recupero mi esencia divina- una sonrisa se formó en su rostro, mientras era rodeada de un aura dorada, que provocaba que la naturaleza en torno a ella brillara con esmero.

Se relajó entonces, y se giró -Los anillos de Urano, ¿os conté su historia?- preguntó, a lo que el resto negó.

Ella entonces se paró, y les invitó a sentarse junto a ella- Los monstruos no se atreverán a atacarnos, os lo aseguro- les dijo al ver sus caras de preocupación.

-Esto fue justo al principio de todo…- al igual que hizo Anubis horas antes, los ojos de todos ellos se iluminaron en color dorado.

-Urano era un titán muy poderoso, hijo de la misma tierra, Gea- los chicos vieron a ambos seres.

Él era alto, con el pelo largo negro y frondosa barba, de cuerpo esculpido y piel morena, si usaba sus poderes se podían observar galaxias, estrellas y planetas surcar su piel. Ella también era morena, de piel oliva, de ojos profundos y de una bella tonalidad marrón, con cuerpo delgado y también esculpido, pero bastante más baja que él. Desde luego no tenía pinta de convertirse en una terrible y cruel deidad.

-Pero el Caos era también fuerte, así que le pidió a su madre los materiales más fuertes que sus entrañas pudieran dar, y aparecieron en su piel el bronce celestial, el oro imperial y el hierro estigio que conocéis. Urano tomó los tres y los mezcló, formando el material que usan los dioses para sus armas y objetos: el acero divino- los chicos vieron la escena, a Urano tomar los materiales y forjar con ellos una totalidad de cinco anillos.

Luego, los colocó en su palma, y los envolvió de su poder, mientras estrellas, galaxias, planetas y meteoros brillaban con el poder del titán- Con esta arma, Urano obtuvo el poder suficiente para derrotar a Caos… pero el poder le consumió- vieron entonces al dios usar los anillos para crear un haz de energía que derribó a su rival, para justo después elevarse al cielo y doblegar la tierra.

-Gaia también se vio superada por el poder celeste de Urano, que la tomó como esposa y la obligó a tener a sus muchos hijos. La crueldad del primer titan sólo se vio superada por la de su hijo más joven, Cronos, que, cuando le derrotó, le despojó de los anillos y los repartió por la tierra- tras ver la escena, la visión de los miembros del grupo volvió de nuevo al bosque, pero aún seguían impresionados por la visión.

-¿Crees que uno de los anillos esté aquí, en Francia?- preguntó entonces Magnus, pero Calipso se hundió de hombros.

-Atlas o Apolo seguramente lo puedan saber, pero ya os aseguro que, de saberlo, ese idiota ya lo habría dicho. Zeus le hubiera amenazado con volverle humano otra vez- aseguró ella.

-Y Atlas está al otro lado del mundo, y os aseguro que él jamás nos diría algo así, no siendo el enemigo- siguió Calipso- Pero si que puede haber alguien que vivió en esos tiempos y nos lo quiera decir- el reto quiso saber a quien se podía referir la deidad, pero esta estaba bastante misteriosa.

-¿Siempre es así, tío?- le preguntó Sadie a Leo, que suspiró y se rio- Antes tenía peor carácter, imagínate estar encerrada siglos y siglos sola, y que todos los tíos que te visiten te enamores de ellos pero que se acaben yendo- explicó.

Sadie tragó saliva, si fue duro para ella lo de Walt y Anubis, no quería imaginarlo para la otra. Mientras, Percy hablaba con Patick. Se le notaba el nerviosismo, pero el griego, siempre afable, trataba de distraerle con sus bromas.

-¡Ya verás lo guay que va a ser esto, hermano!- le tomó de los hombros con una sonrisa- A ver, igual nos topamos con algunos monstruos, acabamos encerrados en algún lado, con heridas… ¡Pero nos lo pasaremos genial!- al lado de ellos estaban TJ y Hazel.

Esta última se llevó las manos a la cara y suspiró- No ayudas, hermano…- le dijo TJ, mientras Patrick se iba quedando cada vez más y más blanco.

Annabeth tuvo que disculparse por él, mientras Jason le arrastraba a la delantera del grupo, donde Zia hablaba con Jamily y Marin para decidir rutas y lugares de descanso. Usaban para ello un mapa que había sacado la egipcia de la Duat. Claro que antes hubo que explicarles que también se podía usar para esas cosas.

-Por aquí hay muchas zonas de casas de campo y pequeños pueblos costeros, aunque solo una gran carretera que lleva a zonas más pobladas- comentó Jamily, mientras andaba despacio por el camino.

Marin miraba interesada todo el proceso- Si os fijáis por aquí hay un motel. Podríamos parar por allí cerca, para preguntar- propuso Zia, mientras hacía un circulo con el dedo en torno al sitio.

-Un grupo tan grande llamaría la atención en un motel pequeño, la verdad. A saber si tienen suficiente sitio, así que vuestra idea es la mejor- comentó Amos entonces, mientras las chicas asentían.

-¿Tendremos suficientes tiendas?- preguntó entonces Calipso- Yo no llevo nada de esas cosas…- murmuró, mientras las demás la miraban.

-Puedes compartir tienda con Leo de todas formas- le dijo Jamily, mientras le guiñaba un ojo. La otra se sonrojó algo peor no dijo nada.

-Estoy muy chapada a la antigua en algunas cosas…- murmuró, mientras se daba la vuelta y seguía andando.

Ellas se miraron y suspiraron. Tendría que dormir con Hazel, que también se negaba a compartir tienda o cuarto por la noche con Frank. La hija de Plutón era de los 40, y la titanide tenía más años que todos los demás juntos, y aún tenía que entender algunas cosas, pese a todo el tiempo que ya había vivido en la modernidad. De todas formas estar entre adolescentes le ayudó a expandir sus horizontes en todos los aspectos.

-Dadle tiempo, aún hay cosas que le chocan- dijo tras de ellas Annabeth, mientras tenía de la mano a Percy para que este no fuera a liarla más con Patrick.

Siguieron andando hasta que llegaron a una carreta, la cual siguieron por unos cuantos kilómetros hasta que comenzó a anochecer. Pero durante el trayecto tuvieron que hacer varias paradas para tomar algo de agua por el fuerte calor del verano que por allí hacía. Al llegar la noche, se introdujeron en una arboleda y abrieron sus tiendas de campaña para descansar, haciendo un círculo más o menos amplio, dividiéndose en grupos de tres a cuatro personas por zona para dormir. Aunque con el calor al final muchos decidieron simplemente tumbarse en la hierba sobre el saco de dormir, sin siquiera entrar en el mismo, y dormir a la intemperie bajo la luz de las estrellas.

-Hace muy buena noche- comentó Mallory, que estaba en el primer turno de guardia junto con Alex, que jugueteaba con un pequeño cuchillo.

La hija de Loki simplemente se estiró algo y resopló- Es un aburrimiento pero mejor esto que ser rodeados por monstruos…- murmuró.

De pronto oyeron algo removerse entre la hierba. Alertadas, ambas se levantaron y sacaron sus armas, Mallory las dagas de su madre Frigg, y Alex una espada. De entre la hierba salieron un grupo de jóvenes, tres concretamente, de aproximadamente su edad, todos armados y con extrañas pinturas en sus rostros.

-¿Sois invasores?- preguntó uno de ellos, rubio y de ojos pardos. Tenía una larga espada, mirada fiera y una fina armadura en su pecho, con perneras y protecciones en los brazos. Tenía símbolos tribales en las mejillas color azul.

Ante el silencio de las otras dos gruñó- Os hice una pregunta- murmuró, mientras llevaba su mano al arma.

-Venimos en paz, tío- le dijo Mallory, sin perder de vista a ninguno de los de atrás- No tenemos nada contra vosotros- aseguró.

-¡Y aun así osáis dormir en un arboleda consagrada a Cernunnos!- exclamó, haciendo que varios de los demás se despertaran.

-¿Qué ocurre?- preguntó adormilado Magnus, mientras se incorporaba- Tenemos visita- dijo simplemente Mallory.

En apenas un minuto el resto del grupo ya estaba en pie, mirando con interés pero sin perder la alerta al grupo de recién llegados.

-Nombraste al dios Cernunnos, ¿verdad?- preguntó entonces Annabeth, mientras el resto dejaba que ella se colocara en primera línea.

-Así es, es el dios de los bosques y la fertilidad- afirmó- Está claro que vosotros también sois semidioses, si no, no tendríais esas armas ni podríais vernos… con facilidad- explicó.

Parecía que eso le tranquilizó algo, pero siguió hablando- ¿De dónde sois? Vuestras armas son diferentes a las nuestras, siento cosas diferentes…- a eso, Zia se adelantó.

-Somos un grupo muy variado. Aquí hay semidioses griegos, romanos, nórdicos, y magos de Egipto- les explicó. El otro la miró con impresión, y retrocedió un par de pasos.

-¿C-cómo?- habló otro de los celtas, una chica. Su líder entonces se intentó recomponer de la impresión- Esto lo vais a tener que explicar mejor, chicos- murmuró, mientras indicaba al resto de su grupo que volviera.

-¿Qué hacemos, Zia?- preguntó Samirah, La aludida lo pensó un poco- Iremos con ellos. Es lo mejor, son compañeros semidioses al fin y al cabo- les explicó.

El resto asintió. Así que siguieron a aquellos semidioses que, todo indicaba, eran de la cultura celta. Durante un buen rato nadie dijo nada, sólo se escuchaban sus pasos por el silencioso bosque, y con la única iluminación de unas linternas que llevaban al frente. A esas horas el bosque mostraba un aspecto siniestro, con las sombras de los árboles como elementos fantasmagóricos, pero no estaban concentrados en eso. La simple idea de que hubiera más culturas por ahí, si bien ya empezaban a tomarla como realidad, que hubiera más aún hacía todo más interesante.

-¿Está muy lejos vuestro campamento?- preguntó Amos al otro- Por cierto, no nos hemos presentado. Me llamo Amos Kane, mago egipcio- se presentó.

Fue entonces que el otro le miró- Es la primera vez que veo a un adulto en un grupo de héroes…- murmuró, mientras bajaba ligeramente la cabeza.

El adulto simplemente le dio un poco de tiempo para que, si quisiera hablar, pudiera hacerlo. Entendía que los adolescentes a veces tenían comportamientos así, y más si eran semidioses, lo que les hacía especialmente problemáticos. Que él tuviera que lidiar con cerca de una veintena de ellos le daba algo de dolor de cabeza, pero como adulto responsable que era cuidaría de ellos.

-Me llamo Samuel Lebanier, hijo de Lugh, dios celta de… bueno, de muchas cosas, en realidad- se presentó.

Amos asintió- Lugh es un dios muy poderoso, con muchas esferas de influencia, la verdad- le explicó- Los dos que me acompañan son también celtas- continuó.

Señaló entonces a una chica con el pelo rosaceo, ojos verdes y líneas rojas en el rostro. Tenía una armadura de escamas y una espada con un escudo a la espalda, con una riñonera que cubría su cintura con pantalones vaqueros cómodos. Debajo de las protecciones tenía una camiseta de manga corta.

-Ella es Aelita Schaeffer, hija de nuestro dios principal, Dagda, dios de la magia y un guerrero formidable, sin duda nuestra mejor curandera, y la druida de este grupo- al oír su nombre, la aludida se giró, pero no dijo nada y simplemente siguió andando.

Luego pasaron a un chico de pelo castaño, algo bajo pero con fuertes brazos, y ojos oscuros- Él es Ulrich Stern, es hijo de Taranis, dios del rayo y la tormenta, se parece al Thor nórdico- explicó.

El aludido sólo anduvo en silencio, mientras Samuel explicaba al resto- Somos dos más, quedan un chico y una chica, están en nuestro campamento- les contó.

-Sois muy pocos…- murmuró Marin, a lo que el otro suspiró- Hay muy pocos semidioses celtas, y estamos dispersos. Yo sólo conozco a los de mi grupo, y por ser el mayor soy su líder- les contó.

Los demás asintieron- Calculo que habrá… cincuenta semidioses repartidos por toda Europa, al menos de mi cultura. ¿De vosotros cuantos hay? ¿También vivís en grupos pequeños?- preguntó.

Ninguno supo muy bien que decir, sería Amos quien respondiera, pues ni Zia se atrevía- Los griegos y romanos viven en dos campamentos, uno al oste y el otro al este de Estados Unidos, los nórdicos viven en el centro, y los egipcios repartidos a lo largo del mundo- empezó.

-Somos más numerosos que vosotros, supongo que debido a que nuestras culturas han perdurado en mejor estado en la cultura popular de la gente- Samuel sólo suspiró.

Aelita intervino entonces- Claro, ¿Quién no conoce a Zeus o a Plutón?- dijo, pero por el tono se le notaba cierta molestia.

-Y encima están en yankilandia, hay que joderse…- gruñó, molesta, mientras escupía. Samuel carraspeó, pero la otra no se disculpó.

-¿Algún problema?- preguntó entonces Percy. Esta no dijo nada, simplemente se adelantó, corriendo por el bosque.

-No tiene nada contra vosotros, os lo aseguro- les indicó Ulrich- Ha tenido una vida dura. Aquí no tenemos la protección de grandes campamentos, como parece tenéis vosotros- les dijo- Las cosas en Europa para un semidios es… dura- afirmó.

Tras andar unos minutos más, llegaron hasta un pequeño claro donde había un par de tiendas de tela marrón, con una pequeña hoguera en el centro. Había un par de camas, con una tela que servía a modo de hamaca en una rama. Podían ver allí a Aelita, sentada y apoyada en el hombro de un chico, y a una muchacha, que se levantó en cuanto vio a los demás.

-Así que es verdad… Extranjeros de otras culturas- dijo, mientras daba un par de pasos en dirección a ellos.

Samuel la abrazó entonces y saludó al otro- Os presento a Jeremy Belpois, y Electra Bayërn- les presentó.

Él era rubio, de ojos azules y tenía una camisa con vaqueros, no parecía llevar nada de combate más que un cayado- Él es hijo de Belenus, dios del sol y el arco, y ella es también hija de Taranis, como Ulrich- este se acercó a su media hermana y se sentó a su lado, mientras los otros celtas hacían lo mismo.

-Explicadnos que hacéis tan lejos de vuestra casa- pidió Samuel. Antes de que nadie pudiera decir nada, aparecieron en el aire resplandecientes puntos de luz que volaron en todas direcciones y les brindaron a todos un plato con comida, bastante suculenta a decir verdad.

Esperaron una explicación de aquellas gentes mientras comenzaban a comer- Son hadas, por si os lo preguntabais- comentó Jeremy, mientras miraba de soslayo a Patrick.

Este no se dio cuenta hasta que TJ le dio un codazo- ¿Ya no reconoces a tu familia o qué, Patrick?- le espetó el otro, mientras le lanzaba un trozo de carne.

Este, entonces, se fijó mejor en el celta, y recordó- ¡Eres el hijo de la hermana de mi madre!- exclamó.

-Lo siento, n-no… no te reconocí con esa ropa- dijo, a lo que el otro le restó importancia.

-Lo importante aquí es que respondáis a Samuel- intervino entonces- ¿Qué hacéis tan lejos de cada?- preguntó.

-¿Qué más da lo que quieran, Jer?- exclamó Aelita, levantándose- Deben irse, atraerán a los monstruos- gruñó, mientras les miraba seria.

Electra la obligó a sentarse, mientras los otros suspiraban- Estamos aquí por encargo de nuestros dioses- comenzó a hablar Zia.

Fue entonces que les mostró el dibujo que previamente había hecho Calipso sobre los anillos de Urano- El Caos primordial se está alzando de nuevo, y necesitamos las armas que los dioses de nuestras diferentes culturas usaron contra él para derrotarle de nuevo- les explicó.

Aelita entonces se sobresaltó, y se les acercó. Se inclinó delante de ellos, y extendió su mano. Vieron entonces sus muchas pinturas tribales en la piel, todas de color azul, mientras les observaba con los ojos bien abiertos- ¿El Caos? ¿Una criatura de oscuridad, con forma de bestia?- preguntó.

Jamily asintió entonces- Tuve un sueño, hace poco, donde aparecía Caos en lo que creo que es el Tartaro, nuestro infierno- le explicó.

Aelita asintió entonces- Yo tuve un sueño parecido… Me imagino que mi padre, Dagda, me lo mandó en forma de aviso. Además hace unos días hice predicciones sobre la llegada de gente de fuera- afirmó, mientras se sentaba en frente.

Analizó sus rostros, mientras expandía su brazo hacia atrás, buscando algo. Ulrich le pasó una vara de madera con plumas de aves de varios colores y símbolos paganos a lo largo de la madera de la vara. Ella lo tomó, y entonces cerró los ojos, mientras ponía la mano en la cabeza de Marin, que la miraba algo nerviosa, pero se dejaba hacer. Tardó unos segundos en alzar de nuevo la cabeza, abrió los ojos, y miró al resto.

-Que los dioses nos acompañen, es verdad…-murmuró entonces, algo nerviosa. Sus compañeros la miraron, y ella suspiró.

-Ahora que caigo, ¿sois franceses todos, no?- preguntó entonces Anubis, a lo que los otros negaron- Ulrich y Electra son alemanes, ¿por?- preguntó.

Entonces los celtas también comprendieron- ¿Cómo nos estamos entendiendo ahora mismo? Yo no hablo fluidamente inglés- dijo Aelita entonces.

-Creo que sé la razón- dijo Calipso, entonces- Los dioses, quieren que os entendáis, chicos- les explicó- Están colaborando entre los panteones, es lo más probable- les dijo.

-Así es, titanide- habló una voz femenina. Un resplandor apareció entonces ante ellos, uno dorado. La voz volvió a hablar.

Entonces apareció ante ellos una mujer. Era de piel clara, ojos marrones y pelo negro realmente lustroso. Tenía una corona de plata en la cabeza, con telas de algodón blanco realmente hermosas, con decoraciones en oro. Tenía una granada en la mano, que le tendió a Jamily, y luego otra a Hazel.

-¿Madre?- preguntó Jamily, a lo que la mujer asintió- Soy Perséfone, diosa griega del Inframundo y de la primavera, aunque los romanos me conocéis como Proserpina- sus ropas entonces pasaron a ser moradas, aunque mantuvo las decoraciones doradas.

Entonces pasó a observar a los celtas- como os han dicho, se alza el caos. Vuestros dioses lamentablemente se debilitan año a año por el olvido por parte de los hombres, pero se que en su día fueron dioses de gran poder- afirmó, mientras les miraba con cierto interés.

Fue entonces que alzó la vista al cielo- Calipso, creo que ya sabes a quien buscar por estas tierras, así que no diré nada- afirmó- Pero a partir de aquí, el poder del Olimpo decrece. Tendréis que luchar contra las criaturas que por aquí viven, que no son pocas precisamente. La unión de tantas culturas ha hecho de estas tierras una macedonia de bestias. Id con cuidado- pidió, para entonces iluminar a su hija ligeramente.

En sus manos aparecieron entonces dos espadas de oro imperial, de mucha mejor calidad que la espada que ella solía llevar, recién pulidas y afiladas y con el sello del Olimpo en la parte baja de sendas hojas.

-Un regalo para mi única hija sobre la tierra. Una oficial de Roma con tanta experiencia no merece menos- dijo, mientras sonreía ligeramente.

Sin añadir nada más, desapareció en un destello dorado, dejando de nuevo a solas a los semidioses, que se mantuvieron en silencio unos segundos.

-¡Son preciosas!- exclamó de pronto Jack, mientras pasaba a su forma de espada, impresionando a los celtas, que dieron un paso atrás, pues no se esperaban que un colgante pudiera hacer algo así.

-Compórtate, tío- le pidió Magnus, pero la espada mágica ya estaba coqueteando con las nuevas armas de la chica, asegurando que eran un par de gemela a su juicio muy hermosas.

Esa escena sirvió para relajar la atención que se había ido acumulando hasta entonces. El grupo se sentó al fuego de nuevo, y los del grupo procedieron a explicarles a los celtas cómo habían llegado hasta allí, y cual sería su siguiente destino.

-Estamos buscando un sitio llamado "La pensión de la abuela", ¿sabéis dónde está?- preguntó Calipso.

-Está aquí cerca, os guiaré yo- aseguró Samuel, mientras se levantaba. Los otros celtas le miraron- Estaré bien, tranquilos- aseguró, mientras les dedicaba una ligera sonrisa.

Se puso entonces a andar sin esperar a nadie, siendo rápidamente seguido por los demás. Anduvieron en silencio un rato, hasta que el chico comenzó a hablar, sin esperar a que nadie le dijera nada.

-Estamos solos, nosotros cinco- empezó- La mayoría no conocemos a nuestro padre divino, y nuestra madre humana o bien está muerta, o con problemas, y si tenemos a otro adulto al que acudir, este no nos entiende- su voz a punto estuvo de quebrarse pero mantuvo la compostura.

-Sólo Aelita tiene un familiar que la apoya, su padre adoptivo, un profesor de instituto que la quiere como si fuera su hija de verdad, ella de vez en cuando le manda cartas diciendo cómo está- les explicó.

Esa historia le era muy conocida a los demás, los semidioses no solían tener una familia de verdad- Hemos sobrevivido hasta ahora como hemos podido, pero con los policías en los talones, y peor aún, los monstruos- afirmó el chico.

Fue entonces que se detuvo, y les miró de reojo- Y si encima decís la verdad, con lo del alzamiento del Caos, estamos realmente jodidos. Aelita desde hace días lleva avisando de que algo malo iba a pasar, pero no sabíamos su alcance- el chico suspiró entonces.

-Te quieres unir a nosotros, ¿verdad?- preguntó entonces Carter, mientras el resto se colocaba en medio círculo en torno al chico.

Este asintió, mientras se puso a andar de nuevo- Os ayudaremos con nuestro conocimiento de la zona, y del idioma. Seguramente los dioses nos hayan hecho entendernos entre nosotros, pero no a los mortales- les contó.

Eso tenía cierto sentido, sería muy propio de los dioses, ayudar a medias- Si nuestros dioses están de acuerdo con esto o no, sinceramente me da igual. Nunca han hablado directamente con nosotros más que a través de sueños, aunque todo indica que sí quieren que os ayudemos- para entonces llegaron a una carretera.

Al ser de noche no había demasiado luz, sólo veían las estrellas del cielo, algunas farolas cada cierta distancia, y algún que otro coche yendo y viniendo por la carretera.

-En esa dirección, a aproximadamente tres kilómetros, hay un hostal, el de la abuela. Pero no sé por que queréis ir hacia allí- dijo Samuel entonces.

Calipso sonrió- Tengo a una persona de confianza ahí, os aseguro- dijo, mientras comenzaba a andar.

Ellos entonces se dieron cuenta de que era una titánide en pleno uso de sus poderes, pues sus gráciles pies se movieron con agilidad, corriendo como si fuera el viento, con el pelo al aire, y con una sonrisa en el rostro. Desde hacía tiempo no estaba en la naturaleza con su fuerza al completo como ahora, así que se sentía en su salsa. Samuel entonces tomó una especie de silbato con dibujos celtas en color azul, y lo tocó.

-He llamado a los demás. Usamos silbatos mágicos a modo de cuernos de llamada para comunicarnos- les explicó ante sus miradas.

A los pocos minutos se presentaron allí los otros cuatro, que, al ver a su líder, se les acercó. Este les comunicó su decisión de ayudar a los héroes griegos, romanos, egipcios y nórdicos.

-¿Crees que sea buena idea?- preguntó Jeremy, dudando algo, mientras se reunían entre ellos. Samuel suspiró.

-Es nuestra mejor opción. Además, es nuestro deber ayudarles, esto es algo que va más allá de culturas o civilizaciones. El planeta entero corre peligro, y tenemos que impedirlo- dijo, con determinación.

Se lo pensaron un poco, y aunque a Alita demasiada gracia no le hacía, decidió cooperar. Se fiaba del criterio del otro. Este asintió agradecido, y se acercaron a los demás, tras lo cual, comenzaron su andadura a través de la carretera en dirección a aquel motel, dónde solo Calipso sabía lo que les esperaba.

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La mitología celta aquí incluida es bastante compleja aunque poco ha sobrevivido hasta nuestros días, aquí se da una visión algo simplificada que, con el tiempo, se irá perfilando.

Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que os haya gustado, y que apoyéis este fanfic. Ni Percy Jackson ni ninguno de los personajes de las sagas de Rick Riordan me pertenecen. ¡Dicho esto, que la inspiración os acompañe!