Enemigo primordial

Capítulo 13

Patrick no estaba demasiado contento. Había tenido la mala suerte de tener que irse al lugar más alejado de todos, con gente a la que apenas conocía, en un mundo que no entendía, que era el de la magia. Se le notaba en la cara, podía notar Mallory, pero a juicio de ella, tendría que acostumbrarse. Marin y Amos estaban comprando los billetes de tren, mientras Aurora observaba desde la ventana el ir y venir de gente. Se habían movido rápidamente a la estación para comprar cuanto antes, dada la longitud del viaje. No teniendo una barca con la que viajar por la Duat sería imposible poder moverse por la misma, y nadie podía correr a la velocidad de la semidiosa romana, que podría llegar allí en un par de horas si se lo proponía. Estaba segura de que podría ir más veloz, pero no había tenido tiempo de entrenar esas habilidades. Tener que preocuparse por sus niños, como les llamaba, le había quitado tiempo para eso.

-Chicos, venid, por favor- la suave voz del mayor llamó la atención de los otros tres, que se giraron, y obedientes, se sentaron en torno al adulto.

Les daba cierta seguridad, al menos a los más jóvenes. Allí la mayor en edad era Mallory, pero su aspecto adolescente le quitaba bastante, a decir verdad.

-Sé que para algunos esta es vuestra primera vez- miró a Patrick y a Marin, que asintieron- Lo más importante es permanecer en calma y no agobiarse. Nada se gana entrando en pánico más que perder el control. Si estáis aquí es porque podéis hacerlo, os lo aseguro- ellos asintieron un poco.

-Si os sirve de consuelo, esta es mi primera vez en misión real- comentó Marin- Hasta ahora, solo había ido a entrenamientos y cosas del campamento… Pero es lo que dice Amos: ¡juntos podremos lograrlo!- notaron en sus ojos un destello de fuego.

-Los discursos motivacionales están muy bien, ¿pero a qué hora nos vamos?- comentó Mallory, cruzándose de brazos.

Amos suspiró, mientras Marin rodaba los ojos, Patrick no sabía dónde meterse y Aurora simplemente permanecía callada, no sabiendo muy bien qué decirle. Todo había que decirlo, y es que la nórdica no carecía de razón en parte era verdad que tenían que saber a qué hora moverse, aunque estando en la estación poco tendrían que moverse. No tardaron demasiado tiempo en localizar la dársena, donde el tren esperaba, aunque no saldría hasta un par de horas después. Decidieron comprar unas botellas de agua y algo de picar para el trayecto, pues el viaje sería largo, tardarían varios días ya que no podían moverse en avión, o mejor dicho, no era buena idea. Tendrían que vivir en aquel aparato, cosa que a Aurora no le hacía especial gracia, no gustaba de lugares así. De todas formas no había más opción, al menos por ahora.

-Poneos cómodos, esto irá para largo- comentó Amos, cuando entraron a su vagón. Estaban a solas, al menos por ahora, y era bastante espacioso.

Tenía unos cinco metros de longitud y tres de ancho, con varias mesas en los laterales y un pasillo en la mitad, con grandes ventanas que permitía la entrada de la luz. Las paredes eran diáfanas, totalmente blancas, con únicamente algunas placas informativas, un plástico para romper los cristales, y unas teles internas dentro de las mesas, así como enchufes y puertos USB. A los laterales de las ventanas se podía ver cortinas de color magenta, aunque por ahora no las fueran a necesitar. En la parte de atrás del vagón, una puerta daba acceso a una habitación con varias literas, una por persona, aunque una era de matrimonio, así que tendrían que compartir cama dos de ellos. En las mesas tenían una hoja con números de teléfono para llamar en caso de necesitar algo a los trabajadores del tren, como pedir la cena, algo de beber o de comer…

El viaje, que se esperaba aburrido, efectivamente así era. No tenían nada mejor que hacer durante ese rato, no tenían nada que leer, pero al menos tenían un hilo musical de fondo, pero Amos eventualmente sacó un mazo de cartas de póker a la hora de salir, y propuso a las chicas probar a jugar.

-Es bastante fácil, en realidad: tienes que juntar cartas de un mismo valor para hacer dobles, triples o cuádruples. A más alto sea el valor, mejor, siendo las más altas las figuras, que son el jóker, la reina y el rey, en ese orden. También podéis hacer escaleras, y escaleras de color, aunque es difícil que salga- mientras hablaba, les mostraba ejemplos de qué suponía cada cosa que iba nombrando.

Explicadas las normas, comenzaron a jugar. No se jugaban nada, era una mera forma de entretenerse, y la personalidad competitiva de Mallory rápidamente hizo acto de presencia, queriendo siempre revancha cada vez que alguien la vencía. De haberse jugado dinero, estaría desplumada a esas alturas. Amos se había dado cuenta de que eso sería lo más probable, pero quería comprobarlo, cosa que gracias a ese experimento logró. Se fijó durante ese tiempo también en las demás: primero en Marin.

Ella era bastante tranquila, pensaba mucho pero sus decisiones solían ser por lo general acertadas. No se la jugaba e iba sobreseguro, y cuando sabía que podía ganar iba a por todas. Cuando tenía una buena idea se acariciaba el brazo izquierdo con suavidad, manteniendo sus cartas siempre ocultas. En cuanto a Aurora, ella era más lanzada que la otra. No se lo pensaba demasiado, pero no se arriesgaba tanto, así que era más decidida pero en cierta medida igual de conservadora, lo cual era importante en un ambiente duro y en constante cambio, como era el caso.

Patrick era el más nervioso. No parecía aguantar bien la presión, aunque era de rápidas decisiones. No le conocía de antes, pero por lo poco que había visto era alguien que se ponía en tensión cuando no controlaba la situación, y para él su vida había cambiado totalmente en cuestión de pocos días, pues desconocía totalmente esa parte de su vida hasta hacía poco. Por eso, decidió que tendría que ser sobre todo a él a quien más había que ayudar.

Para poder acercarse al muchacho esos juegos venían bien, era importante hacer piña para, más adelante, poder confiar en los demás en momentos de dificultad. Las demás lo habían ido aprendiendo con el tiempo, pero a él no le había dado tiempo de asimilar nada. Sabía que otros de los héroes que participaban de aquello habían pasado por una situación similar, pero esa no era razón para que él tuviera que tener la misma experiencia. Sin duda era lo ideal para hacerlo de forma rápida, enseñarle la parte más cruda de su nueva vida de forma directa y sin tapujos. Pero también era el método ideal de crear traumas.

Sí, los había que superaban esa experiencia y se convertían en poderosos guerreros… pero eran la minoría. Casi todos acababan muertos o con fuertes problemas mentales tras aquello, había sido cosa del destino que todos los héroes presentes que habían pasado por aquello estuvieran bien de salud mental. Amos no estaba dispuesto a que a Patrick le pasara algo así. No conocía demasiado bien a los dioses nórdicos, pero por lo poco que conocía, Forseti era poderoso, lo que hacía a su hijo bastante fuerte, pero tendría mucho que aprender aún. Parecido a sus sobrinos, que también eran muy poderosos, pero que tuvieron que aprender a marchas forzadas. Él iba a procurar que ese ritmo fuera más bajo para Patrick.

-¿Os gusta el juego?- preguntó al rato Amos, tras varias partidas más. Los jóvenes asintieron, parecían más relajados ya.

-Fue buena idea traerlas, la verdad- comentó Marin entonces, sonriendo un poco- Aunque no sé si estaremos TODO el viaje con esto, habría que buscar más opciones- añadió.

Los demás estaban de acuerdo, de hecho Mallory iba a hablar cuando sonó el teléfono de Amos. Este lo descolgó, era su sobrina, Zia. Ella se había movido hasta Emérita en España.

-¿Sí?- preguntó. Hubo una mínima interferencia, y entonces oyó la voz de la chica- Ha habido problemas con cíclopes. Son enviados por Urano, han visitados a casi todos los grupos, pueden aparecer en cualquier momento- comentó ella.

-Son especialmente poderosos e inteligentes. Y últimamente los dioses están más activos que nunca, no me extrañaría que también os visitaran- añadió- Por lo demás no hay más novedades- terminó entonces.

-Creo que debe tener poca batería o algo…- comentó él, entonces, bloqueando el suyo con uno de los botones laterales.

Los demás se mantuvieron en silencio. Ese era un pequeño golpe de realidad, no estaban de vacaciones sino en una misión importante. Aún así, Patrick suspiró, y miró a las demás.

-Agradezco vuestra ayuda. Pero… nunca en mi vida he usado un arma, mucho menos una de verdad- explicó.

Mallory se rio un poco- Es verdad, aún no has podido participar en las actividades del Hotel- comentó, seguramente fuera igual de torpe, sino más, que Magnus sus primeros días.

-Deberíamos enseñarte, entonces- Aurora sacó su gladius, y se la tendió al otro.

Este la miró, tragando algo de saliva. Tomó la empuñadura entonces, y se levantó. Los demás le imitaron, tras lo que Amos corrió las cortinas de las ventanas, mientras Marin encendía las luces, y se colocaba al lado de la puerta para que nadie pudiera entrar. En un espacio tan reducido poco podrían hacer, pero era mejor que nada. Al menos que supiera tomar un arma y defenderse un poco con ella, aunque aprendería más en una batalla normal sin ninguna duda.

Mallory le enseñó a agarrar el mango: con firmeza pero relajado, que no bailara pero que tampoco estuviera tan apretado que no pudiera mover rápidamente la muñeca y lograr movimientos más veloces. Rápidos movimientos le permitirían luchar y herir al enemigo superficialmente, pero poco dañinos. Si lo hacía más despacio podría imprimir más fuerza en los envites, pero sería más lento y tendría que defender mejor. Tendría que decidir según el momento, aunque apenas tendría tiempo para ello. En una batalla real aquello duraría apenas unos segundos, acabaría un combate y empezaría otro inmediatamente. Y allí no tendrían otra oportunidad, no en Midgar. En Valhalla, podían resucitar todas las veces que hicieran falta gracias a su magia, pero fuera de sus muros eran totalmente vulnerables. Y eso era algo muy a tener en cuenta, pues una vez que morían no tendrían una segunda oportunidad, por muy semidioses que fueran.

Al menos tenía más fuerza y una mejor condición física que antes. Incluso tenía algo marcados los abdominales, y los brazos y piernas bastante tonificados. Sentía la magia correr por su interior, hasta ese momento de calma no lo había sentido. Era en cierta medida agradable, aunque desearía no tener que sentirlo, pero era su nueva realidad, no podía hacer nada para cambiarlo. Decidieron continuar un rato más, ella le enseñaba movimientos e incluso le invitaba a atacar, pero le derrotaba fácilmente: en cuanto se lanzaba contra ella, la chica le esquivaba, le rodeaba con sus brazos y le inmovilizaba, e incluso le colocaba sus afiladas dagas en el cuello. Así en varias ocasiones, siempre le esquivaba y hacía lo mismo, en una clara superioridad de ella. En una ocasión ella incluso saltó sobre su espalda, como si fuera salto de potro, colocándose detrás. Y aunque él lograba darse la vuelta ella le daba un fuerte puñetazo en la cara o la tripa para que fuera hacia atrás y le agarraba de sus brazos para inmovilizarle.

-Tendrás que esforzarte más, colega- le gruñó ella, mientras le empujaba hacia adelante.

El chico logró no caer al suelo, y de un veloz movimiento, la gladius que portaba cortó de un tajo un mechón de pelo de ella. La chica frunció el ceño pero no dijo nada, simplemente le hizo un placaje con el cuerpo. Pese a ser pequeña era muy fuerte, y de un puñetazo le tiró al suelo, incluso le hizo sangrar la nariz. Suspiró, dejó su posición de combate, y le ayudó a levantarse, aunque él no paraba de sobarse la nariz, le dolía bastante pero poco a poco se pasaría.

-¿Estas bien?- le preguntó ella, a lo que el chico asintió, a modo de decirle que estaba bien. Ella se guardó las dagas y se sentó, dejándose caer.

-Tendrás que entrenar más, tío. Aún te queda- le dijo, mientras se recostaba para descansar. Sonrió de medio lado entonces.

-Pero vas por buen camino, para ser un novato y no tener un arma mágica- comentó.

El chico asintió, y también se sentó. Los demás, viendo que no iban a seguir, decidieron dejarlo todo como antes, así que retiraron las cortinas y apagaron las luces. Aún quedaban muchas horas de luz, así que por ahora descansaría, ya tendrían tiempo de poder seguir entrenando. El chico, aunque no lo dijera, estaba sudando un poco, y parecía algo agarrotado. No debía estar muy acostumbrado a ese tipo de actividades. Pero en esos momentos tenía otros tipos de intrigas en su mente.

-¿Conoces a Forseti? ¿De qué es dios?- le preguntó. Apenas conocía nada de él, era todo un misterio. Conocía a los dioses más relevantes del mundo nórdico, pero incluso de ellos apenas conocía los nombres.

Ella suspiró y se acarició el puente de la nariz- Es el dios de la justicia, la paz y la verdad, el más respetado de los dioses de Asgard, los Aesir. Incluso Odín le respetaba, aunque ningún semidios del Valhalla le ha visto. Creo que incluso los dioses le tienen por desaparecido, pero no te sabría decir- le explicó.

Ella se lo pensó unos segundos- Es hijo del fallecido Baldr, el más amado por Odín. ¿Sabes su historia?- preguntó, pero el chico negó.

Ella tamborileó los dedos, y miró a los demás- ¿Vosotros?- pero de nuevo fueron negativas.

La muchacha rodó los ojos, así que comenzó- A ver, todo comenzó con una vaca mágica, llamada Auðumbla, que comenzó a lamer el hielo salado primigenio de Nilfheim, el único mundo que existía junto a Muspelheim, el mundo de fuego, que confluían en el medio de la extensión inicial. Tras un tiempo, y gracias a eso, liberó a los primeros dioses Aesir, Bor y Bestla, que nació de este último- comenzó.

-Mientras ocurría este proceso nació Ymir, un gigante de hielo, en el punto en el que el fuego y el hielo se unían. De él nacieron los primeros gigantes, pero fue asesinado por los hijos de Bor: Odín, Vili y Va, que son los primeros dioses, y con su cuerpo crearon Midgard, con su sangre ríos, lagos y mares; con su pelo los árboles, y con sus dientes las rocas- suspiró.

-Yendo más al grano, Odín se casó con mi madre, Frigg, y uno de los dioses que salió de esa unión fue Baldr. Este, a su vez, se casó de nuevo, y tuvieron de hijo a tu padre, Forseti. Se podría decir que soy tu tía, vaya. Aunque esos parentescos son lo de menos, Percy sería el primo de Annabeth y ahí les tienes, no te rayes por eso- le explicó ella.

El chico asintió, eran muchos nombres y mucha información de golpe, pero esperaba poder más o menos tenerlo todo claro. Aún así, la chica siguió un poco más tras comprobar que él estaba asumiendo todo con relativa facilidad.

-El caso es que no hay demasiados mitos de él. Solo lo que se cuenta de vez en cuanto en el Valhalla, pero tampoco demasiado. Es parecido a Baldr, apenas se conserva su gran historia, y por ser el primer paso hacia Ragnarök, pero creo que solo por eso…- comentó ella.

El chico asintió, no era demasiado, pero algo era- ¿Te interesa tu padre por algo en concreto?- preguntó entonces Marin.

Patrick la miró, parecía genuinamente interesada- Pues… Si tengo poderes de mi padre, tengo que saber cómo son, en qué pueden ir encaminados. Aurora, por ejemplo, puede correr a toda velocidad por que su padre es un dios mensajero- explicó.

La aludida asintió, era así, efectivamente. Si ella podía era precisamente por que su padre podía, pero sabía, por lo poco que había hablado con los otros semidioses, que era la única. La mayoría de hijos de Hermes o Mercurio o eran unos bromistas o ladronzuelos en sus respectivos campamentos. Ninguno era especialmente veloz, no mucho más que un atleta, pero desde luego no podía ponerse en las velocidades que ella alanzaba con facilidad.

-De todas formas… Hay semidioses que no tienen un poder, como tal. Una habilidad especial sí, se me ocurre que los hijos de Hefesto, por ejemplo, son muy buenos constructores, aunque solo Leo maneja el fuego, es el único. Y lo mismo pasa con otro muchos semidioses- comentó Marin.

Eso también era verdad. Los semidioses, por norma general, solían tener únicamente habilidades heredadas: ser ágiles, veloces, inteligentes, hábiles, buenos en la esgrima, más resistentes… y poco más. Solo unos pocos tenían poderes reales, y por lo general a pequeña escala. Percy era una excepción dentro de la excepción, al igual que Jasón o Nico. Los demás tenían poderes más modestos, si es que los tenían. Es por eso que habían procurado tener equipos más o menos equilibrados, dentro de lo poco que Zia sabía de los demás, Marin esperaba que hubiera acertado.

En ello pensaba, cuando cayó en la cuenta que ella apenas conocía a su madre. Ya no se refería únicamente a nivel personal, es que apenas conocía relatos en los que ella estuviera involucrada. Solo conocía la historia del sátiro que se intentó propasar con ella, pero poco más. Que era la diosa del fuego del hogar y del propio hogar, y eso era todo. Tampoco había tenido mucho tiempo para investigar, y eso la apenaba. Pro se podía considerar afortunada cuando su madre la visitó justo cuando también se le apareció su madre a Jamily, aunque en su caso se trataba de Proserpina.

Pero no sabía mucho más de ella. Que controlaba el fuego, que era poderosa, y que fue la primera en nacer. Deseaba poder saber más. Pero las reglas de los dioses era intervenir lo mínimo, y aunque en esos días parecían hacerse excepciones, dudaba que fuera a tener mucho más contacto con ella. Suspiró, mientras observaba como, tras ese corto descanso, los dos nórdicos del grupo volvían a entrenar, esa vez con dos espadas más largas: Patrick aún usaba el gladius de Aurora, y Mallory la espada de bronce celestial de Marin.

En ello pensaba cuando, poco a poco, veía como en la ventana en frente de ella se dejaba ver la bajada del Sol hacia el horizonte. Era sorprendente lo rápido que se le pasaban los días, tantas experiencias nuevas le hacían perder la sensación de tiempo, y aunque aún faltaban muchas horas, no podía dejar pasar que ya empezaban las primeras horas de la tarde, dentro de poco tendrían que comer. Precisamente en el momento en el que se dio cuenta de ese detalle su tripa rugió, dentro de poco tendrían que comer. No habían probado bocado desde la mañana, y se comenzaba a notar, al menos en ella.

-Ahora que caigo, ¿aquí habrá baños con ducha?- comentó Aurora, y antes de que nadie pudiera responder, la puerta que cubría Amos comenzó a abrirse.

En pocos segundos lograron dejar las cosas tal cual tendrían que estar de no haber estado entrenando, y escondieron las armas bajo los asientos y bien protegidas por las mochilas, para quien entrara no pudiera verlas. Amos entonces abrió la puerta y dejó pasar a esa persona, que resultó ser una mujer. Traía con ella un carro metálico con comida en sus cajones, llevaba una camisa de manda corta color azul, una falda que le llegaba a las rodillas color magenta, unas medias, y unos zapatos con un par de dedos de tacón. Llevaba a la altura de su corazón la marca de la empresa que llevaba el catering del tren, y que era una corona de laurel con un lazo rojo por debajo y que llevaba unas palabras en latín, plus ultra.

-Buenos días- hablaba bastante fluido, cada uno lo escuchaba en su propia lengua, como les pasaba desde que habían coincidido.

Claramente la magia de los dioses también afectaba a los mortales, pues Mallory dudaba que esa mujer, claramente del sur del mediterráneo, pudiera hablar tan bien gaélico. Fijándose, era de pelo negro y ojos pardos, con piel bronceada por el sol. Les dio una larga lista de posibles comidas, cinco primeros, cinco segundos y postres varios. Tras elegir, la mujer se retiró, dejándoles a solas de nuevo. Ellos suspiraron, faltó poco a decir verdad. Iban a continuar cuando otro imprevisto sucedió. Oyeron un fuerte estruendo, a lo lejos, y rayos caer en una zona concreta, aunque duró tan solo unos segundos, pues la calma volvió rápidamente, las nubes desaparecieron tan pronto como llegaron, la tierra volvió a su sitio original, y nadie parecía haberse dado cuenta, pues los coches de la autovía cercana ni se inmutaron por aquello.

-¿Creéis que haya sido otro cíclope, como dijo Zia?- preguntó Aurora, seria. Observaba por la ventana todo, intentando ver algo fuera de lo común, aunque sin éxito.

Los demás suspiraron, desde luego algo raro era. Que supieran, los monstruos que reaparecían en el mundo no hacían tanto estruendo al salir. Marin, que había estado meses antes presente cuando ocurrió todo lo relacionado con Gaia, no recordaba que en el Campamento Mestizo se comentara algo así. Si había pasado ella desde luego no lo sabía, y seguramente los demás tampoco lo supieran realmente.

-No podemos saberlo, esperemos que no tengamos que luchar contra él, o ella- respondió Mallory, recostándose.

Se estiró y colocó sus pies por encima de la mesa, sin zapatos, y se recostó, poniendo su cabeza en uno de los cojines. Desde luego sabía ponerse cómoda- Os preocupáis mucho. ¿Han tenido problemas los demás, o algo?- preguntó ella.

Patrick la miró- Dijeron que tuviéramos cuidado. Imagino que eso significa algo- le dijo, pero la otra le restó importancia.

-Yo prefiero enfrentar los problemas de uno en uno. Si algo he aprendido, es que de nada sirve preocuparse por un problema hasta que no lo tengas delante- explicó- Y si viene ese cíclope, le estaremos esperando. ¿Le hacemos una trampa mágica?- preguntó.

A ella le gustaba ser directa. Si había que preocuparse, mejor actuar y no regodearse en ello. Ella no conocía las debilidades de esos seres, pero sus compañeras griega y romana seguramente sí. Aunque ellas tampoco sabían muy bien como impedir sus movimientos, sí que sabían que eran grandes, por lo general torpes y no demasiado inteligentes. Pero si consideraban que tenía que tener cuidado especialmente con estos… Eso era algo a tener en cuenta, más si venía de parte de semidioses experimentados. En ese grupo ni Marin ni Patrick tenían especial experiencia en misiones, sobre todo el segundo, pero se compensaba con la de los otros tres integrantes del grupo.

Oyeron un fuerte golpe en un vagón a lo lejos, pero ningún grito, nadie parecía alarmado, y eso era en cierta medida bueno. Esperaban que, lo que sea que hubiera pasado, no fuera suficiente para alarmar a nadie. Claro que con la Niebla era algo difícil de asegurar, pues igual habían visto algo tan normal como un tipo algo alto en vez de un ser mágico, por poner un ejemplo. Lo sabrían pronto, en todo caso. Pero los minutos pasaban y por allí no pasaba nadie, ni parecía que fuera a ocurrir nada relevante en poco tiempo. Ni Amos notaba nada extraño con su magia.

-Igual solo fue nuestra imaginación…- comentó Aurora, seria. Tenía los ojos echando algo de chispas, literalmente.

Cuando se ponía a súper velocidad su cuerpo generaba una corriente eléctrica que a veces incluso se podía ver si uno se fijaba lo suficiente. Era algo espectacular de ver, al parecer, aunque no habían tenido la oportunidad de poder comprobarlo, aunque eventualmente lo harían, de eso estaban totalmente seguros. Precisamente ella decidió usar sus poderes: corrió a toda velocidad a lo largo del tren, buscando algo raro. A pesar de hacerlo varias veces no pudo encontrar nada inusual o fuera de lugar, y eso era… lo mejor en realidad. A más tranquilo fuera el viaje era lo mejor, a decir verdad. Volvió al vagón en el que estaban, e informó al grupo de aquello. No había tampoco ninguna rotura del metal que cubría el aparato por el que algún monstruo pudiera entrar.

-Entiendo… Creo que estamos demasiado nerviosos hoy- comentó Amos. Se disponía a sentarse de nuevo cuando la puerta se abrió una vez más.

Era la misma mujer de antes, esa vez llevaba la comida que habían pedido. Llevaba en su carro varias bandejas con la comida preparadas, y las fue dejando en la mesa. Mallory tuvo que colocarse bien, mientras el resto procuraba colocarse de tal forma que no fuera demasiada notoria sus nervios. Tras dejar allí las bandejas, retiró las tapas de las mismas y las dejó en uno de los cajones con los que contaba el mismo, y sacó varios packs de servilletas y cubiertos. Hecho eso, sacó por último unas botellas de agua y refrescos, y sonrió.

-Espero que les de fuerzas, héroes- comentó, sonriendo. Los aludidos la miraron curiosos, y ella se sentó entonces.

Comprobó como los chicos se sentaban, despacio, parecían no estar demasiado contentos con aquello. La mujer les sonreía divertida, y sacó de uno de los cajones unas galletas y se las llevó a la boca.

-Todo es cien por cien orgánico, por supuesto, y totalmente ecológico, sin trazas de colorantes ni conservantes, sacado de mi huerta- comentó, orgullosa.

Marin la observó- ¿Quién eres?- preguntó entonces.

-Soy la antigua mensajera, Iris. Aunque hace tiempo que dejé el trabajo, me cansé. Pero no hablemos de mi- ella rebuscó en un saquito que tenía con ella.

Tenía un móvil en la mano, parecía hecho especialmente para ella pues tenía grabados un montón de arcoíris en la funda, e incluso tenía uno de fondo de pantalla, y salían además la propia Iris y varios jóvenes, ellos suponían que eran sus hijos. Parecía una familia perfectamente normal por la sonrisa de todos ellos. Tras rebuscar a lo largo del mismo, les mostro una foto en la que salían bastantes dioses de fondo, mientras la propia Iris se hacía una auto foto, posaba con una gran sonrisa y el símbolo de la victoria.

-Esta reunión fue hace poco, estábamos todos los panteones reunidos. Oficialmente no se decidió nada, pero se dejó caer que todos iban a ayudar. Eso, y que el grupo será más… grande. Los dioses del destino han dado nuevas profecías de sus respectivas fuentes, os llegarán pronto. O a los nuevos, no lo sé exactamente, son algo caprichosos…- para ser la diosa mensajera dejaba al final más preguntas que respuestas.

Ella se lo pensó unos segundos más antes de decir nada- Bueno, lo importante es que los dioses están nerviosos. Esto es confidencial, no debería decíroslo pero como estamos en un momento especial, os lo diré. Además, se demasiados trapos sucios de todos como para que me vayan a hacer nada…- señaló a Marin entonces.

-Esta jovencita bien puede ser de las más poderosas de su generación. Más que los famosos Percy Jackson y Jason Grace. ¿Sabéis por qué?- eso sorprendió a todos los presentes.

Ellos dos eran los hijos de dos de los tres dioses más poderosos del mundo grecorromano. Ella también tenía buen linaje, pero en principio ellos, junto a Nico, eran los que más poderes tenían. Otras cosas eran el manejo de armas, en las que tampoco flojeaban, o en capacidad de liderazgo o en capacidad de sobreponerse a los cambios. Eso era… curioso cuanto menos.

-Es sencillo, en realidad. Zeus sabía que tanto él como sus congéneres son… bueno, les gusta amar mortales. Eso llevó a que hubiera semidioses con muchos poderes, más de lo recomendable, pues heredaban cosas de sus abuelos y bisabuelos. Así que Zeus decidió que los dioses estarían restringidos en ese sentido, para que los hijos no pudieran ser una amenaza. En el mundo griego se hicieron excepciones, dos de ellas eran Hestia y Persefone, lo mismo por supuesto aplica a sus alter ego romanas- explicó.

-¿Entendéis ahora? Marin podría tener acceso a los poderes de los padres y abuelos de la primera olímpica, lo cual la volvería la más poderosa de, puede, la historia entera- la aludida se sonrojó intensamente.

¿Po-por qué nos lo cuentas?- preguntó, al rato. Iris sonreía un poco.

-Creo que es bueno que sepáis que tenéis más poderes que los exclusivos de vuestras madres, eso os hará mejores héroes y semidioses, conocerse a uno mismo es algo importante, ¿no creéis?- les preguntó.

Los demás asintieron, tenía sentido todo aquello. La mujer miró los platos entonces-¿No tenéis hambre, o qué?- preguntó.

Amos era el único que comía. Desde su perspectiva, si ella quisiera hacerles algo, ya lo habría hecho. Y no había razones para creer que ella pudiera desearles mal alguno, no parecía ir en su naturaleza. Por ello ya iba por la mitad del plato a esas alturas.

-Es de mala educación no querer la comida que te dan, niños- comentó, tras lo que se llevó un trozo de pan a la boca, y lo masticó.

-Ya una vez me quisieron envenenar, Amos- comentó Mallory. En una ocasión fueron a la guarida de los dioses del mar, y sus hijas tenían bastante malas intenciones.

-Entiendo vuestra premura, pero, si te sirve de consuelo, la gente no suele comer lo que preparo. Una lástima, por que es sanísima- ella suspiró.

Les comenzó a comentar las bondades de su comida orgánica y totalmente natural, durante media hora les habló de sus galletas de harina de trigo y de cebada, de sus frutas y verduras de campo sin pesticidas ni conservantes, y de sus frutos secos perfectamente comestibles de la propia planta de la que brotaban. Estaba bastante ilusionada por el tema, e incluso mencionó a varios de sus compañeros, que al parecer la visitaron unos meses antes por su misión en Europa, cuando sucedió toda la guerra.

-Pero me estoy desviando. Esto, ya digo, no lo ha autorizado nadie, lo estoy haciendo bajo cuerda. Decídselo a los demás. No podemos permitirnos más secretismos- les miró a los ojos entonces, había puesto un rostro serio.

-Cuando Gaia también nos hubiera interesado saber todo esto- respondió en seguida Marin- ¿Por qué entonces no, y ahora sí? Puede que sea igual de apremiante-

Iris bajó la mirada entonces- Urano es invencible. Gaia también, si te paras a pensarlo. La generación actual de semidioses pudieron pararles, no sin problemas. Caos… es otro cantar. No entiende de bandos, de mal o bien, simplemente es. Y al ser como es, es peligroso. Por eso fue encerrado en cada mitología, hasta ahora. En su día todos se unieron, ahora pasará lo mismo- explicó.

-Caos… es común a todos, como sabéis. Y entre todos los dioses y seres primordiales le ganaron, le hicieron pedazos, y se lo repartieron. Se sabía que no iba a ser algo eterno, eventualmente saldría por puro desgaste de su prisión, y así está siendo. Aún queda un tiempo, aunque no sabemos exactamente cuánto. Y no queríamos gastar todas las balas antes de tiempo, bueno, Zeus no quería. Ya sabéis como de celoso es del poder que ostenta- Mallory golpeó la mesa, enfadada.

Amos la agarró del hombro y apretó, pidiéndole tácitamente contención. La diosa no se dio por aludida y siguió.

-Estáis en busca de los anillos de Urano. Fue el arma que se usó por parte de los griegos para ello. También tendréis que buscar otras armas para ello, aunque tiempo al tiempo. Se os han mandando sueños para informaros, ya que Zeus sigue empeñado en que no se os hable, pero los demás no estamos haciendo demasiado caso. Parecido pasa en los demás panteones. Así todo se mantiene en orden en las altas esferas, ellos piensan que lo están haciendo bien y hacen como que no ven a los demás dándoos información-

Suspiró entonces- Hestia es la que nos está liderando en ese sentido. Ella es la única que podría, la verdad. Se lleva bien con todos y no tiene enemigos, era la ideal. Creo que de hecho ella no le comentó nada a Zeus de todo este asunto, se enteró más tarde, y aunque enfureció no hizo nada contra su hermana. No se atrevería a ello, la verdad- explicó.

Ella se irguió entonces- Pero ya os he contado de más. Sería cosa de ella deciros más cosas, no me corresponde a mi eso- con eso, se disolvió en el aire, dejando un rastro de arcoíris donde había estado sentada.

El grupo se miró. Se habían sorprendido por la presencia de la diosa, así como de su aparente sinceridad. Aunque a juicio de Mallory y Amos era mejor tomar con pinzas lo dicho por ella. Aunque fuera una diosa afable no convenía creer enteramente a un dios a no ser que este hubiera hecho méritos para ello. Eso lo habían aprendido bien con el tiempo. Sin embargo, Marin sí que le creía, y rápidamente se lo hizo saber a los demás.

-Pensadlo, ¿qué gana ella al mentirnos, más que la ira de Zeus y nuestra desconfianza futura? Además, ella no es sospechosa de poder colaborar con el enemigo- argumentó.

-Hécate tampoco, y estuvo ayudando al ejército de los titanes, y por tanto al de Gea- exclamó entonces Aurora- No se puede confiar en ningún dios, ni siquiera en el padre o madre de uno. Solo podemos confiar en nosotros mismos y en nuestros compañeros. No nos podemos permitir depender en exceso de su apoyo- dijo ella, seria.

En parte llevaba la razón en sus palabras. No era conveniente depender de criaturas que un día pueden ayudarte y al siguiente no hacerte caso por estar a otros asuntos, más si tu vida depende de una posible ayuda de esos seres. Había que ser independientes en ese sentido, y por desgracia la mayoría de semidioses y héroes griegos, romanos y nórdicos eran unos expertos en esa materia. Los magos de Egipto, por otro lado, no servían a sus dioses, o les adoraban. Sabían usar sus poderes y usarlos a su favor, algunos incluso eran los avatares de los mismos. Tenían un entendimiento mejor y más profundo de la naturaleza real de los dioses de lo que ninguna otra civilización, al menos occidental, tenía. Ese conocimiento iba a ser útil en un futuro, eso era algo que tenía claro Mallory, que rápidamente sacó ese debate.

-¿Cómo habéis hecho para tener semejante control sobre vuestros dioses, Amos? ¿Por qué dos dioses viven en el interior de Carter y Sadie?- él suspiró, y asintió.

-Los dioses egipcios son extraordinariamente antiguos. Y los magos aprendimos a usar su poder tras siglos de experimentación y trabajo conjunto. Creo que tener otro tipo de cultura en nuestra civilización ayudó, era algo más parecido a hermanos que a seres superiores, al menos con respecto al faraón y sus cercanos. Eso ayudó- explicó.

Se rascó la barbilla un poco antes de responder- Veréis, para la población general, ya digo, no hay diferencia con griegos o nórdicos. Pero nuestros faraones eran considerados dioses entre hombres. Por eso su relación era especial. Y los sacerdotes, que solían ser magos, también tenían una relación mucho más cercana. No había ese grado de sumisión que hay en otras, ni lo hay en estos días. Somos más… compañeros que otra cosa- comentó.

-Que envidia…- murmuró Aurora, mientras jugaba con su pelo- ¿Se lo decimos a los demás, por cierto?-preguntó entonces esta.

Amos se lo pensó un poco- Será mejor que primero lleguemos hasta Atenas. Una vez allí, y ya sabiendo que tenemos detrás de nosotros, seguramente al menos, a un cíclope, ya podremos informar. Antes habría que asegurar la información- comentó.

Teniendo en cuenta el debate previo, era lo más sensato, dadas las circunstancias. Además, si eso era cierto, entonces únicamente Marin y Jamily tendrían esos poderes especiales, pues no se dijo nada más sobre los demás panteones. Y si era información falsa entonces no tenía sentido alertar a los demás de algo que no era así en la realidad. Así que lo más sensato era guardar esa información por el momento.

Con ese pensamiento, decidieron que seguirían con el viaje sin más. Mallory y Patrick volvieron a practicar con las espadas. Con el descanso y la comida, que la acabaron al rato de acabar de hablar y que dejaron en sus bandejas ya fuera del vagón, el chico había recuperado fuerzas y estaba listo para continuar con más intensidad, así como la chica, que se había vuelto más agresivas con sus ataques. Amos, por su parte, descansaba en un lateral, mientras Aurora miraba aburrida por la ventana. Y Marin pensaba, mirando sus manos. Había pasado de ser una semidiosa sin un dios al que llamar padre o madre, a descubrir que ella podía ser más poderosa que los semidioses a los que ella había admirado desde que les había conocido. Era un vuelvo bastante grande. Aurora, que estaba detrás suya, pudo ver como ella estaba bastante taciturna, muy pensativa, y se colocó a su lado.

-¿Necesitas hablar?- le preguntó entonces, a lo que la griega suspiró- No me gustaría molestar- comentó ella, a lo que la otra negó.

-No tenemos nada mejor que hacer, la verdad. Además, te vi nerviosa durante la charla con Iris- Marin bajó la mirada, sus mejillas se sonrojaron un poco, y frunció algo el ceño.

Se le daba mejor escuchar que hablar. Pero agradecía el gesto de la otra, era agradable- Es un gran cambio todo esto, la verdad. Aunque yo no sea la que más cambios en su vida haya tenido- miró a Patrick entonces.

Este sudaba un poco, su respiración estaba agitada y tenía el pelo algo mojado. Mallory, sin embargo, solo tenía el pecho subiendo y bajando algo más rápido de lo normal, por lo demás ni se había inmutado por el ejercicio físico.

-tú también has tenido cambios en estos días. Y los demás también. Si hace una semana me hubieran dicho que estaría en este viaje le hubiera tomado por loco. Pero aquí estamos, jugándonos de nuevo la vida- miró al horizonte por la ventana, entonces.

La luz solar inundaba la zona, mientras el astro rey descendía poco a poco por el cielo. La carretera aledaña a las vías por las que el tren circulaban tenían un tráfico continuo pero fluido, aunque estaba bastante integrado todo en la naturaleza, pues las aves circulaban por el cielo y se podían ver algunos grupos de cabras y vacas pastar en los prados, de un tono amarillento, tostados por Apolo. Europa era en general un lugar muy bello, a rebosar de magia antigua, con seres de toda clase habitando su territorio. Aurora estaba acostumbrada a esas vistas, no así Marin, que había salido poco o casi nada del Campamento Mestizo , y por tanto de EEUU.

Así que esa aventura era algo totalmente nuevo para ella. Y más adelante todo parecía indicar que los lugares que fueran a visitar también serían totalmente novedosos. Y eso les daba incertidumbre, pero también un ligero escalofrío a lo largo de la espalda y que les daba una ligera euforia. De ellos dependía mucho, pero estaban dispuestos a ir hasta el fin del mundo para proteger a su familia y amigos, tenían mucho que perder, y no estaban dispuestos a ello.

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Mientras todo aquello pasaba, una figura observaba el paisaje de la campiña francesa, solo atravesada por una carretera y unas vías de tren, por las que circulaba uno de aquellos fascinantes aparatos. Su capa era blanca, de bello lino, y con los bordes dorados, bajo la misma una mujer se ocultaba, pero si se observaba desde cerca se podía ver que era hermosa. En sus ojos se veía el fuego brillar un poco, así como su pelo, que brillaba ligeramente bajo su capucha, aunque esta no llegaba a arder. A su lado, apareció una segunda mujer, una cabeza más alta que ella, de pelo negro y los ojos azules, aunque en su caso tenía puesta una armadura de cuerpo completo, pero apenas tenía decoración, simplemente protegía la parte externa de los muslos, las pantorrillas, rodillas, brazos y pecho, dejando su rostro al aire. Tenía la piel morena, y respiraba profundamente el aire.

-Hacía tiempo que no olía la suave fragancia del verano, lo echaba de menos…- comentó, y la otra mujer le sonrió. Se retiró la capucha, y dejó ver, ahora sí sin tapujo alguno, su rostro.

Era Hestia. La diosa tenía su energía rodeándola, esta era dorada, y daba una paz a su alrededor bastante placentera. La vida de toda la zona pareció expandirse y vigorizarse, contenta de la presencia de la deidad. Pese a no ser una diosa de la naturaleza, sí reaccionaba a la energía de ella, lo que le permitía trucos así. La otra mujer, a su lado, se estiraba perezosamente, y suspiró tras eso.

-Bueno, me voy. Tengo una misión que cumplir- murmuró, mirando al horizonte. Hestia asintió.

-Deseo que te vaya bien, Brontes. No te pases demasiado con ellos- pidió, a lo que la mujer rio un poco, le guiñó un ojo, y desapareció en el aire, dejando sola a la diosa.

Ella vio entonces un fulgor moverse por el cielo a la velocidad de la luz, y que dejaba tras de si una estela de arcoíris, seguramente era Iris, que había cumplido. Sonrió, todo iba bien. Esperaba que su hija pudiera hacerlo bien, era importante. Ella estaba destinada a grandes cosas, pero tenía claro que podría hacerlo bien. Miró al cielo, desde allí podía verse el enfado de su hermano menor, pero ella estaba dispuesta a seguir. Era por su familia, a la que había cuidado siempre desde un segundo plano. Ahora iba a ser en primera línea, en la que no había estado desde la Titanomaquia. Sonrió, se avecinaban vientos de cambio, y ella estaría ahí para verlos.

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La mitología celta aquí incluida es bastante compleja aunque poco ha sobrevivido hasta nuestros días, aquí se da una visión algo simplificada que, con el tiempo, se irá perfilando.

Hasta aquí el capítulo de hoy, espero que os haya gustado, y que apoyéis este fanfic. Ni Percy Jackson ni ninguno de los personajes de las sagas de Rick Riordan me pertenecen. ¡Dicho esto, que la inspiración os acompañe!