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N/A 1: K.O.F y sus personajes son propiedad de SNK.

N/A 2: Imaginen a los personajes con los rostros y anatomías de "The King of Fighters for Girls".


—Ya te dije que yo no tengo tu tonto bajo, Yagami. —dijo Kyo tras firmar una camisa de una de sus fans.

Pasadas las 21:36 pm el pelirrojo había ido en su búsqueda. Logró interceptarlo caminando tranquilamente por la plaza con la intención de enfrentarlo y de paso preguntar por su amado instrumento. Cuando estaba a punto de dar el primer golpe escuchó a una pequeña horda de jóvenes hermosas gritar sus nombres; las chicas corrieron hacia ellos con emoción, impidiendo que Iori iniciara la pelea.

—Mientes, idiota. Si no me dices donde lo escondiste te juro que yo… —decía casi aventándole la camisa autografiada a una de las chicas quien tras ese gesto grosero casi se desmalla de la emoción.

—Oye. ¿Has pensado que quizás no lo encuentras desde aquella vez que fuimos a la casa de Athena para platicar sobre nuestro nuevo proyecto? —

—… … … !? —

—Si yo fuera tú iría a ver si es así en lugar de estar jodiéndome con el asunto. —

—Jmjmjmjm. Al parecer tu muerte se ha prolongado. Qué suerte que tenga que ir a por él. No mueras hasta que yo te mate, Kyo. —comentó, ignorando a sus demás fans que esperaban aún un autógrafo o fotos con él.

El joven esquivó a un par de chicas para huir del lugar a toda prisa.

—¡Yagami-sama! ¡Espere por favor! —gritó una adolescente mientras estiraba su brazo.

—¡Yagami-sama! ¡No se vaya! ¡Tengo un regalo para usted! —acompañó otra.

El Kusanagi tan solo rodó los ojos al ver el estado tan estresado con el que se había ido su compañero y rival. Giró su cabeza y siguió con la firma de autógrafos.


Esperaba recordar el camino pues la casa de la ídol no era un destino o una ruta que tomara con frecuencia.

A medida que conducía por las calles notó como una ligera lluvia empezó a empapar su chaqueta. Esa era quizás una de las desventajas de conducir en motocicleta: arriesgarse a la lluvia, al frio y el barro pero esas cosas le parecían realmente insignificantes. Cuando el semáforo cambió a color verde Iori se levantó sobre una rueda y siguió lo más a prisa que pudo.

Luego de reubicarse un par de veces más, pedir indicaciones en un puesto de periódicos y visualizar el mapa general de las calles en su celular por fin pudo llegar a su destino. El conducir hacia la casa de Athena de día y de noche parecía algo totalmente diferente, rutas distintas, calles que pensó no haber visto jamás entre otras cosas.

Estacionó su motocicleta lo más pegado a la banqueta y caminó hacia las enormes puertas. Al llegar golpeó levemente con sus nudillos y esperó. Tras tres segundos más volvió a golpear solo que esta vez un poco más fuerte.

Nada.

—Carajo. —masculló, observando cómo la lluvia se prolongaba y caía más fuerte poco a poco.

Se retiró un poco y alzó la mirada hacia la fachada notando cómo había luz en un par de ventanas. Iori hundió el entrecejo con algo de molestia ya que eso significaba que sí había alguien en casa. Una vez más tocó y tras esperar un minuto nadie fue a abrir.

Sin tantas opciones y para no hacer su viaje en vano optó por empujar las puertas, al hacerlo grande fue su sorpresa al notar cómo estas se abrieron de par en par sin mucho esfuerzo. Cuando él y sus compañeros iban a ensayar a esa casa comúnmente los portones se encontraban abiertos para un acceso más directo pero en esta ocasión era diferente pues la propietaria no esperaba a nadie.

—Tonta. Tienes que asegurar mejor tu casa por las noches. —

Al entrar avanzó por el camino adoquinado mientras contemplaba el hermoso jardín a sus alrededores. Abrió la puerta de acceso y se topó con la sala principal. Yagami caminó cuidadosamente, escrutando sus alrededores, tratando de visualizar lo más pronto su instrumento pero… nada. Avanzó con cautela, como si quisiera no pisar el suelo ya que de alguna manera lo que estaba haciendo era allanamiento.

—Niña, ¿Estás por aquí? —

Empezando a desesperarse subió lentamente los escalones que lo conducirían al segundo piso.

—¿Hay alguien en casa? —

Siguió avanzando por el largo pasillo contemplando los cuadros, muebles y alfombra sobre la que caminaba, tantas veces que había entrado y apenas se iba percatando de los pequeños detalles.

—¿I-Iori? ¿Eres tú? —

—¿Chica ídol? —volteó a todos lados tratando de ubicar su voz.

—¿A qué debo el honor de… tu visita? —cuestionó desde el otro lado de la puerta.

—No es una visita de placer. La puerta no estaba bien asegurada así que entré. Solo dame mi bajo y me largaré tan pronto como vine. —decía con frialdad.

—Ah, claro. Olvidaste tú bajo el día que platicamos sobre la nueva canción. Lo guardé en mi alcoba en su respectivo estuche. Dame 5 minutos para ir por él y dártelo. Por lo mientras ¿Podrías voltear dirección a las escaleras por favor? —

—¿Qué? ¿Y para qué? —

—S-solo hazlo por favor. —

Así lo hizo escuchando casi al instante cómo una puerta detrás de él se abría, unas pisadas sobre la alfombra y finalmente cómo otra puerta se abría y cerraba rápidamente. Yagami se giró pero no pudo apreciar nada solo el vapor saliendo de la primera de ellas.

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—Ah, sigue lloviendo fuertemente. ¿No sería mejor que esperes a que la lluvia pase? —dijo, observando a través de la ventana. —Si quieres puedo preparar chocolate para los dos o café ¿Qué te gusta más? —cuestionó con una sonrisa.

—Ya te dije que no vine por gusto. Además solo es agua, ni que las gotas fueran de ácido, mujer. —

—Tienes razón. —sonrió de manera nerviosa con los ojos cerrados. —Entonces vete con mucho cuidado Iori, las calles pueden ser un poco resbalosas con la lluvia. —

Sin decir nada el pelirrojo se reacomodó el estuche en la espalda, atravesó los dos umbrales y montó su motocicleta poniéndola en marcha, la psíquica lo siguió desde atrás cubriendo su cuerpo con su aura psíquica, sin embargo notó a su compañero tratar de encenderla un par de veces percibiendo la frustración en su cara al no poder conseguirlo, de nuevo un par de intentos más sin éxito, a esas alturas el pelirrojo se encontraba totalmente empapado de agua.

—¿Qué sucede? —

—Mñññ. —gruñó. —Parece que el agua ha interferido con la ignición y la combustión. No puedo encenderla. Aunque la lluvia cesara tendría que esperar a que se secaran los fusibles para lograrlo sin mencionar si el convertidor catalítico funcionará bien debido a lo mismo. —

—[¿? ¿?] Qué mal. Parece que tendrás que pasar la noche aquí. —dijo entre broma y risitas.

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Los jóvenes volvieron a entrar a la casa. Iori intentaba contactar por celular servicios de autos particulares para que lo llevaran a casa pero debido a la lluvia no pudo conseguir ninguno en lo que iba de aquella hora y lo peor de todo es que la lluvia no parecía ser comprensible pues seguía arreciando con todo a su paso.

La adolescente hizo acto de presencia con dos tazas de humeante chocolate. Al llegar a la sala común las puso sobre la mesa y colocó también bocadillos rellenos de jamón con queso.

—Sírvete con confianza. —sonrió.

—¡Estúpidos! —rugió con coraje. —No puedo creer que no pueda conseguir transporte. —

Athena lo miró mientras bebía un poco y comía de los bocadillos. Una calidez recorrió su cuerpo al verlo con su ropa mojada y la toalla sobre su nuca. Hundió su nariz en el hueco del recipiente volviendo a mirarlo por intervalos.

—¿Sabes? Cuando te dije que te tendrías que quedar aquí por esta noche no lo decía tan de broma. Puedes hacerlo si así lo deseas o… requieres, je je je. —sudó una gotita con un leve rubor.

Iori giró su cabeza para observarla con ferocidad, aunque su cara parecía un poco relajada.

—Quiero decir… no quiero que te enfermes. ¡Oh! ¡Además así podremos hablar y practicar el proyecto que tenemos pendiente! ¿Qué dices? —

Fue increíble cómo su tono de voz había pasado de un tímido a uno excitado en cuestión de segundos. Yagami la observó tan entusiasmada, apreciando las dos estrellas que se dibujaban en sus ojos. En parte podía irse caminando a su casa sin ningún problema pero el único detalle no era la lluvia sino que si bien había sido difícil llegar ahí con su motocicleta cuanto más caminando.

Sin decir nada se limitó a asentir con seriedad.