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N/A 1: K.O.F y sus personajes son propiedad de SNK.
N/A 2: Imaginen a los personajes con los rostros y anatomías de "The King of Fighters for Girls".
Por más que trataba de concentrarse en tocar la melodía simplemente no podía completar la parte final, la parte crucial del cierre del tema que presentarían en el evento, su cabeza seguía pensando en lo sucedido de aquella tarde. Para ser honesto se había quedado con las ganas de haber acabado dentro de ella, después de todo y por muy triste que fuera no podía correr riesgo de embarazarla por razones biológicas.
—¡NO! —
Gritó furioso aventando su instrumento a un lado del sofá. El pequeño felino que se encontraba descansando en la alfombra se levantó y corrió para resguardarse. Iori jamás había maltratado a ningún animal mucho menos a su compañero gatuno.
—¿Por qué tuviste que ser tan habladora? —se tomó de cabello.
Se sobó las sienes. Si continuaba siendo negligente no llegaría a ningún lado y su concentración sería nula. No era que le importara en sí sino que la situación en la que se fue había sido frustrante. Yagami no era del tipo de hombre que se satisfacía a sí mismo ya que además de encontrarlo patético no tenía necesidad de eso. Claro que no pensaba en ella sino en él. Había sido la primera vez que había vivido algo como eso y le pegaba en el ego.
Tomó su gabardina y las llaves de su motocicleta. Antes de salir miró su bajo y asintió, su instrumento sería un buen pretexto para indicar el motivo de su visita. Lo guardó en su estuche y salió de su departamento rumbo a la casa.
Athena comió un poco más de su helado y después engulló una cucharada de atún con mayonesa. Muchos la podrían llamar loca si supieran que le gustaba el sabor de aquella extraña combinación pero no le importaba.
—Yuki tenía razón. Soy la bruta más inteligente de todas. No, inteligente no. La bruta más tonta de todas. —
Rio con gracia a medida que un rastro de lágrimas divertidas corrió por ambos ojos; volvió a engullir su comida. La chica se dio un par de golpecitos en el pecho y acto seguido eructó en gran manera. Volvió a reir, no pensó que sonaría tan fuerte su reacción.
—Jajajaja. ¡Caray! El atún con helado sabe bien pero deja secuelas que ¡Uff! —comentó tapándose la boca mientras se sonrojaba. —Ah, solo espero que no me haga reacción en el estómago, es impredecible saber si después sale por el "sótano" y no solo por el "ático". —
Luego de unos minutos decidió ver una de sus series favoritas. Fue hasta la sala y tomó el control para empezar a ver lo que había disponible. Mientras buscaba en la página empezó a limpiarse los dientes con uno de sus dedos. Quien no conociera la verdadera personalidad de Athena Asamiya y la viera hacer lo que hacía cuando estaba a solas tendría de qué hablar por el resto de su vida con carcajadas.
Tras unos segundos más tocaron la puerta principal de la casa. La ídol enarcó una ceja y fue a abrir. Cuando vio quien era alargó su boca hacia abajo mientras sus ojos se agrandaban limitando sus pupilas a un pequeño punto morado.
—Chica ídol vine para… —
La adolescente cerró inmediatamente la puerta con un rubor enorme y frunció el ceño con cara desencajada, de nuevo la abrió para asegurarse de haber visto bien.
—… ra… ensayar antes… —
De nuevo la cerró esta vez pegando su espalda a la puerta. Se tomó con ambas manos del cabello y empezó a temblar con una sonrisa aterradora preguntándose el motivo por el cual Iori estaba en frente de su puerta. Después de realizar por breves segundos ejercicios de respiración se armó de valor y volvió a abrir por tercera vez, al hacerlo un fuerte empujón provocó que cayera de bruces en el piso.
—¡Auch! —
—No es educado cerrarle así la puerta a alguien. —dijo el pelirrojo mientras pasaba al interior de la casa.
—Ha hablado el emperador de Japón. —musitó mientras se levantaba del suelo.
—¿Qué dijiste? —volteó a verla de forma peligrosa.
El cuerpo de Athena se tornó de color blanco al ver la cara fría que le dirigieron, su cabello se erizó y pudo sentir cómo una flecha le atravesaba el abdomen.
—¡Nada! Yo nada. —dijo sudando una enorme gota. —¿A qué debo el honor de tu visita? —cruzó sus brazos con una sonrisa nerviosa.
El nombrado quedó en silencio. Esa había sido una buena pregunta que si bien tenía repuesta no podía decirla así como así. Tres puntos suspensivos aparecieron sobre la cabeza del hombre mientras pensaba en la excusa adecuada.
—Ensayar… para mañana… [¿?] Además había algo que querías decirme en el gimnasio que no comentaste. Habla. —
La joven pudo notar un comportamiento fuera de lo normal en su compañero acción que la alertó. Logró sentir algo en su estómago que seguramente se debía a lo que había comido pero lo pasó por alto. Miró a ambos lados para improvisar un poco juntando sus manos detrás de su espalda. Dada la naturaleza de Yagami y lo reciente que había pasado estaba claro el motivo por el cual la había visitado.
—Ammm… ¿Gustas tomar asiento en lo que termino de hacer unas cosas? —habló de ladito para que no percibiera su mal aliento.
Sin decir nada Iori avanzó por la sala y se sentó en el sofá dejando su instrumento a un lado. La psíquica desapareció del lugar dejando un rastro de humo blanco por la velocidad que tomó. Subió rápido al baño y tras hacerse un buen raspado de lengua y cepillarse mejor que nunca los dientes tomó enjuague bucal y se masticó varias mentas. La boca le ardía demasiado pero todo era por un bien mayor.
—No lo arruines esta vez, Athena. —se señaló en el espejo con el ceño fruncido.
—"¿Yo? Tú eres la que tendrá que mantener la boca cerrada." —contestó su reflejo.
—Es verdad ¿Algún consejo? —
—"Sí. Mantén tu bocota cerrada." —
—Oye eso no fue muy cortés de tu parte. —
—"Jha. Tú eres yo y yo soy tú, tonta. Solo baja y ya cállate." —
Al salir del baño bajó cuidadosamente las escaleras y se topó con su compañero tocando algunas notas. Athena tuvo que reprimir un impulso en su estómago que la preocupó. Al llegar a la sala trató de mostrarse fresca.
—¿Qué cuentas Iori? —preguntó, chasqueando sus dedos con una sonrisa relajada mientras se recargaba en un perchero.
Debido al peso Asamiya se vino abajo con todo y el perchero. El nombrado negó con los ojos cerrados sin poder evitar curvear sus labios por lo gracioso de la escena. La joven se levantó con un increíble rubor en las mejillas y se quitó de la cabeza una mascada.
—Empecemos. —
Los jóvenes amanecieron totalmente torcidos en la cama, prácticamente de lados opuestos a la cabeza del otro.
El pelirrojo fue el primero en despertar, no podía creer lo difícil que había sido acabar la noche anterior. Le había enseñado las posiciones clásicas para el acto, a aplaudir sin usar las manos y a cómo desvestir correctamente un hombre; sin embargo cuando la psíquica estuvo inspirada para practicarle una felación su compañero sexual la detuvo comentando que aún era muy pronto para esa práctica.
Aún somnoliento y algo débil se reacomodó y usó las caderas de su compañera como almohada; las tomó entre sus manos y acomodó su cabeza en ellas sintiendo incluso mayor suavidad que las almohadas en sí. El peso en ella provocó que la chica despertara y sonriera al notar lo que sucedía no obstante cuando Iori empezó a lamer y besar sus nalgas abrió sus ojos de golpe al igual que su boca. La sensación le daba cosquillas y curiosidad por lo que permitió que siguiera lamiendo, soltó una risilla en forma de jadeo y volvió a cerrar los ojos.
El pelirrojo continuó lamiendo las caderas imaginando que era un jugoso filete de res cocido a la perfección debido al hambre que tenía aquella mañana. En un impulso repentino clavó sus dientes en una nalga de Athena lo cual provocó que la joven jadeará con dolor y sorpresa a medida que se tiraba un gas.
—¡¿PERO QUÉ DEMONIOS?! —gritó Iori dando un salto hacia atrás y cayendo de la cama. —¡¿QUÉ FUE ESO?! —se incorporó sobándose la nuca.
—Carajo, es la última vez que como Atún con helado. —pensó. —¡Oye! ¡Tú fuiste quien me mordió el trasero mientras dormía! —comentó roja de vergüenza mientras le aventaba la almohada y demás cosas que encontraba por ahí.
—Como sea. —dijo sonrojándose un poco para quitarle hierro al asunto tomando su bóxer y colocándoselo.
—Awwws, espero que no me deje secuelas. —decía sobándose su cadera con unas lágrimas en los ojos.
—Pasaré por ti a las 18:30 para llegar juntos al aeropuerto. —dijo con seriedad.
—¿Hum? ¿Eso significa que…? —sus ojos brillaron con emoción.
—Seré tu acompañante para el evento. Pero no molestes más. —
