Capítulo 2

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Llegar a un lugar al que llamar "refugio" no fue tan difícil, el bosque estaba bastante alejado de lo que al parecer era un pueblo. La cabaña que encontró no era precisamente un lugar digno para una reina, pero por el momento le funcionaba para poder usar la poca energía que le quedaba para ocultarse y sanar, aun cuando eso probablemente la tendría durmiendo por horas gracias al desgaste que significaba.

Ocultó y preservó con su magia el cadáver de aquel hombre. Sabía que probablemente nunca le creerían, pero tener pruebas siempre era mejor.

No le sorprendía que fuera enviado por Snow a matarla, pero nunca se le pasó por la mente que la mujer lo haría estando ella embarazada. Aunque aun se le hacía difícil asimilar aquello y el pequeño "parásito", como le había comenzado a llamar, se movía bastante como para pasar desapercibido.

Se preguntaba ¿Cómo es que esto era posible? Ella bebió esa poción y por años estuvo buscando secretamente una forma de revertirlo. Así que… ¿Cómo pasó? Por más que trataba de hacer memoria e intentar recordar algo, lo único que lograba era obtener un dolor de cabeza.

Y nuevamente ahí estaba el pequeño parasito moviéndose. Al menos no era doloroso. Parecía tener un movimiento rítmico, pero el dolor en su espalda baja no había desaparecido cuando se sanó con magia, así que asumió sería por el peso de aquello en su vientre. Con cuidado y contra su mejor juicio, se levantó el pedazo de tela que aun le cubría desde que despertó en esa incomoda cama, y descubrió su abultado abdomen. Sus ojos se abrieron enormes cuando logró ver que su piel se elevaba en pequeños bultitos allí donde el "parasito" se movía, ¿Esto era estar embarazada?

Era tan surrealista que ella estuviera embarazada y no recordara siquiera cómo y de quién.

Bajó la tela y comenzó a pasearse dentro de la pequeña cabaña, evitando pensar en el pequeño "parasito" comenzó a pensar en una manera de encontrar, torturar y destrozar la vida de Snow White. Ese maldito engendro del demonio sabría de una vez por todas lo que era meterse con la reina malvada.

Debía buscar una manera de acercársele sin que lo esperasen, era muy probable que esas construcciones que vio desde lejos fuera el pueblo lleno de gente que la odiaba y estaban del lado de la niña malcriada, por lo que no tenía aliados con los que pudiera hacerle frente, solo eran ella y su magia. Un movimiento considerablemente fuerte le robó el aliento y llevó su mano a la prominente curva de su vientre. Eran ella, su magia y el parásito.

Notó nuevamente el delicado anillo en su dedo ¿De donde había salido?, ella no tenía la más remota idea, al igual que no sabía qué demonios hacía en ese lugar y no en su palacio planeando la lenta y dolorosa muerte de Snow

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-Ya no huelo nada-. Dijo la loba en el borde del muelle, había estado siguiendo el rastro desde el lugar de accidente del la persona que había estrellado su auto con el de Regina, y terminaba justo ahí. Se asomó hacia el agua. Era oscura y no veía el fondo.

-¿Crees que se habrá lanzado con todo y camioneta?

-No lo sé Emma, esto es muy raro… primero el atentado contra Regina que quisieron esconder como accidente, la desaparición de la única prueba, y ahora también se ha esfumado el responsable. Es claro que lo hizo a propósito.

-Aun hay gente que la odia-. Murmuró Emma.

-Esa no escusa para atacar a una mujer embarazada, que desde que se rompió la maldición ha estado demostrando su redención.

-En eso tienes razón-. Dijo la rubia encogiéndose de hombros y asomándose a mirar por el muelle. En el borde se notaban los rallones que seguramente había dejado la misma camioneta. Su teléfono en su bolsillo trasero comenzó a sonar prácticamente haciéndola saltar, por poco y no se cae al agua. –Es David-. Le informó a su amiga antes de contestar –Dime que despertó y están bien… ¡¿Qué?! ¿Cómo que se fue? ¿Dónde?

-¿Qué pasa?-. La rubia le señaló que esperara un momento.

-Está bien, te veremos allí-. Colgó el teléfono antes de comenzar a caminar devuelta a su coche –Regina despertó-. Le informó a la loba –Pero al parecer algo le ocurre, desapareció del hospital en una nube de humo.

-¿Nube de humo?, pero si no ha estado usando magia desde hace meses

-David nos dirá más, lo encontraremos en el hospital-. Se subieron a su auto y condujo lo más rápido que pudo.

Nada más llegar notaron que David se paseaba nervioso de lado a lado, Henry estaba sentado muy serio y cabizbajo, asintiendo a lo que Snow le hablaba sentada a su lado.

-¿Qué fue lo que pasó?-. Fue Ruby la que preguntó primero, deteniendo el caminar de David.

-Despertó, y luego… cuando la besé ella… me gritó que quién me creía yo para besarla, y…-. Le dio una leve mirada a Henry y bajó un poco la voz –Cuando Henry le llamó mamá, ella dijo que no sabía quien era, comenzó a preguntar donde estaba, vio su pancita asustada y entonces las maquinas comenzaron a sonar, Whale y las enfermeras entraron, entonces el terror la invadió…

-¡Comenzó a gritar que Whale no se le acercara!-. Gritó Henry con las lágrimas resbalando de su rostro. –¡Está asustada y no sabe quien soy! Tienen que encontrar a mi mamá… por favor-. Imploró el pequeño.

-Whale dice que podría haber sufrido una conmoción cerebral, provocando una amnesia pero sin una examen no podría dar un diagnostico mas preciso por no asegura nada-. Dijo el rubio angustiado. –Al menos ella sabe quien soy, aunque no estoy del todo seguro si eso es bueno o malo.

-¿Que quieres decir?

-Si no recuerda a Henry, es probable que no sepa que está aquí porque lanzó su maldición entonces ella cree que aun quieres destruirla-. Susurró Ruby, provocando que Emma la mirara sorprendida.

-Como probablemente lo pensará de todos nosotros-. Murmuró David.

-A mi no me conoce…-. Dijo la rubia –¿Y si… no sé, finjo que estoy de su lado?

-No funcionaría… si lo que creo es verdad y ella no recuerda la maldición, entonces no confiará en nadie y… mierda, está embarazada-. El miedo lo atravesó –Si el bebé se adelanta… o cualquier otra cosa pase, ella no sabrá que hacer y por supuesto que no se acercará a pedir ayuda a quienes considere enemigos.

-Esperemos no sea así y esté en un lugar seguro.

-Lugar seguro… ¡Eso es!-. Dijo acercándose a Henry –Henry quiero que te quedes en el departamento de Snow mientras busco a tu mamá.

-¡Yo quiero ayudarte!-. Se ofreció inmediatamente el niño.

-Se que quieres encontrarla, pero ambos sabemos que Regina te querría en un lugar seguro.

-Pero…

-David tiene razón Henry-. Intervino Snow –Regina no te recuerda, es probable que sea un peligro para ti-. Tanto David como Henry iban a refutar lo que había dicho pero ella se adelantó –Ustedes vieron lo que les hizo a las enfermeras.

-¡Solo se estaba defendiendo!-. Exclamó el niño –Y a mi no me hizo nada-. Cruzó sus brazos frente a su pecho arrugando el entrecejo, y David no pudo evitar ver mucho de Regina en el niño.

-Henry ven conmigo-. El rubio se alejó con él para poder hablar a solas y se agacho para hablarle de frente –Se que es complicado de entender, pero Regina no recuerda y es posible que piense que todos están en su contra. Pero aun así Regina nunca te lastimaría-. Le sonrió levemente –Ambos sabemos como es realmente tu mamá, tiene debilidad por los niños y aunque no te recuerde, ni recuerde al bebé. Nunca les haría daño.

-Eso es verdad

-Solo está asustada, debo encontrarla y buscar una manera de hacer que confíe en mi, iré a su bóveda a ver si está, ya sabes que hay cosas peligrosas allí, por eso quiero que vayas con Snow te mantengas tranquilo y tengas fe en que la encontraré.

-Está bien-. Aceptó el pequeño.

-Bien-. Se levantó y salió raudo en busca de su reina.

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-¡¿Cómo es posible que haya desaparecido así como así?!-. Exclamó David, paseándose en la estación del Sheriff.

-Perdimos el rastro en el muelle-. Respondió Ruby sintiéndose inútil –No pudimos decírtelo antes.

-No estaba en su bóveda ¿Verdad?-. Le preguntó Emma. Entonces el rubio detuvo su andar para mirarla apesadumbrado y con los hombros caídos. Su rostro solo reflejaba miedo y frustración. Su mujer estaba sola ahí afuera, herida y embarazada.

-No, en casa tampoco… no se donde se ha podido haber ido-. Estaba nervioso y eso era notable en su voz. Lo único que le quedaba era ir por el bosque y la ciudad buscándola. Moviéndose hasta su escritorio sacó de los cajones una linterna y una radio.

-¿Dónde vas?-. Preguntó Emma.

-Voy a buscarla, no sabe donde está y no se acercará a la ciudad pensando que todos la quieren muerta-. Se movió de camino a la salida sin mirar si le seguían –No voy a dejar a mi mujer ahí a fuera sola.

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Regina despertó varias horas después con un estremecimiento, hacía frio y fue entonces que notó al mirar por la ventana que ya anochecía. Se había dormido sobre la cama en esa pequeña cabaña y no se había cubierto con nada. Aun llevaba la horrible ropa de esa mañana. Había priorizado la energía que tenía para usar su magia en lo que era más urgente cuando llegó allí, pero ahora ya estaba más repuesta.

Un simple giro de su muñeca y tenía ahí mismo uno de sus bellísimos vestidos entallados sobre la cama. El leve movimiento dentro suyo le recordó su nuevo estado. No le quedaría de otra que adaptar su ropa. Con el "pequeño parásito" dentro suyo no iba a entrar fácilmente en ninguno de sus vestidos sin tener que adaptarlos, ahora estaba enorme hacia el frente. Un nuevo giro de muñeca y el vestido quedó más holgado en la cintura. Lanzó una bola de fuego hacia la chimenea encendiendo los pocos troncos que había acomodado antes ahí para abrigarse. Su estomago rugió suavemente y fue que notó que no había comido absolutamente nada ¿Qué podría comer?

Conjuró un par de zapatillas de levantarse y un nuevo camisón de pijama, de esos propios para la reina que era, sumándole también el arreglo para su barriga y entonces se deshizo del horrible trozo de tela que llevaba, arrojándolo a la chimenea sintiéndose satisfecha al verlo arder. Se quedó desnuda ahí en medio de la habitación, mirando con curiosidad los cambios en su cuerpo además de la curvatura donde se alojaba el "pequeño parásito". Sus senos estaban más grandes y más sensibles, comprobó al llevar sus manos a ellos, bajó la mirada y… ¡¿QUÉ DEMONIOS?! Llevó su mano allí donde sus ojos no se despegaban ¿Qué demonios le había ocurrido a su ombligo? ¿Por qué estaba hacia afuera? Presionó con su dedo índice hacia adentro con curiosidad. No dolía para nada y eso provocó que el be… el pequeño parásito se moviera dentro suyo arrancándole una pequeña carcajada. Era una cosa curiosa, que cada vez que presionaba su barriga aquello se movía o golpeaba devuelta. Se preguntó brevemente si es que acaso el "parásito" podría escuchar cuando ella hablaba, un escalofrío la hizo temblar recordándole que estaba desnuda en una cabaña semi fría, se colocó rápidamente su camisón y conjuró una bata a juego. Su próximo paso fue registrar el lugar buscando algo para preparar de comer. Lastimosamente no había nada, por lo que no le quedó de otra que salir de la cabaña y buscar algo. Podía conjurar algo con su magia, pero no sería del todo satisfactorio. Con un suspiro de frustración se vistió mágicamente con un pantalón de montar y una chaqueta, entonces salió de allí. Aun no estaba demasiado oscuro por lo que prefirió caminar por el bosque en lugar de aparecerse cerca del que sabía era el pueblo.

No llevaba más de veinte minutos caminando cuando logró ver un destello de luz hacia un costado. Caminando a lo lejos pudo ver una mujer rubia revestida de rojo, sosteniendo en su mano aquello que había capturado su atención en un principio, no sabía que era pero le servía para iluminar el camino. No sería muy conveniente que la encontraran tan pronto, por lo que simplemente desapareció en una nube de humo, apareciendo esta vez detrás de una edificación en el curioso pueblo. Era bastante más grande que la cabaña en la que se estaba quedando y por lo que alcanzó a ver a través de una de las ventanas, la oscuridad del lugar indicaba que no había nadie dentro.

Escuchó pasos cerca, notando que se dirigían hacia donde estaba. Entre el ruido pudo reconocer la vos de aquel niño que vio cuando despertó, pero también reconoció la voz de Snow. Se ocultó fácilmente ayudada por la oscuridad del lugar y un arbusto. Entonces conforme se acercaban distinguió de qué hablaban.

-¡Es mi mamá! Y no me va a lastimar-. Decía el niño.

-No estaría muy segura de eso…

-¿Qué quieres decir?-. El niño detuvo su andar, provocando que Snow se detuviera también.

-Regina no recuerda su vida aquí, ahora mismo es la reina malvada y no le importará lastimarte si sabe que eres mi familia. La única motivación en su vida ha sido lastimarme.

Desde donde estaba oculta logró ver al niño fruncir el ceño y cruzarse de brazos.

-Que sea malvada no cambia que es mi mamá, ya desconfié de ella antes por ese tonto libro. No me importa lo que digan-. El niño siguió caminando dejando a Snow ahí, murmurando y gruñendo cosas que Regina no alcanzó a escuchar antes de seguir al niño.

Se quedó un tiempo indeterminado ahí donde había permanecido escondida, tratando de analizar lo que había escuchado. Decían que ella había perdido la memoria… esa era la razón de porqué no recordaba donde estaba y cómo había llegado a ese lugar.

Parecía tener sentido, pensó. Así como no sabía cómo es que ahora tenía un abultado vientre, con ese pequeño parásito moviéndose, al igual que el niño que decía ser su hijo o el brillante anillo en su dedo.

¿Estaría ella casada? Se había prometido a si misma no volver a casarse a menos que fuera por amor ¿Acaso ella se había vuelto a enamorar? ¿De quién? ¿Había olvidado su promesa de vengar a su amado Daniel? Era la única razón que encontraba para que Snow siguiera aun respirando. Pero más importante aun ¿Por qué Snow decía que ella lastimaría a su propio hijo de saber que ellos eran familia? ¿Y como demonios es que ellos eran familia? ¿Por qué pensaba esa estúpida niña mimada que ella iba a lastimar a un niño? Tan egocéntrica como siempre, Snow no había cambiado absolutamente ni un poco de la niña que no le importó destruir una vida para obtener una sustituta de madre.

El revoleteo dentro de su vientre le distrajo de su burbujeante furia, y como acto reflejó llevó una mano allí sintiendo también a través de su palma el movimiento. Aquello le robó el aliento, el "pequeño parásito" parecía calmarla con un simple movimiento.

Su estomago volvió a rugir esta vez un poco más ruidoso que antes, sonrojándola levemente. Era una suerte que se encontrara sola, eso había sido sumamente vergonzoso de haber sido escuchada por alguien más. Se decidió a no esperar más, sea de quien sea esa casa, ella estaba por robarle toda la comida. Un giro de su muñeca y estaba dentro. Se sorprendió al ver que era más amplia de lo que parecía desde fuera. Sin esperar a que alguien apareciera por ahí, comenzó a revisar cada habitación hasta que logró encontrar comida. Había varios estantes de puertas con un montón de bolsas y frascos de lo que parecía era comida, sin perder tiempo las envió a la cabaña con su magia mientras seguía registrando, en otro estante encontró vajilla. Algo útil, así no tendría que comer con las manos o directo de los frascos, los trasladó igualmente junto a los cubiertos cuando los encontró.

Le llamó totalmente la atención cuando abrió una puerta, encontrándose con aquella "cosa", no sabía que era y no pensaba darle algún nombre. Estaba lleno de comidas preparadas; pasteles, frutas y demás. Al parecer mantenía la comida a cierta temperatura, asumiendo que era para conservarla y que no se desperdiciara. Eso le agradó, punto para este nuevo mundo. Su estomago gruñó con la simple vista de esa comida y fue inevitable llevar su dedo hasta el pastel cogiendo un poco de crema y llevarla a su boca, casi gimiendo ante el sabor. ¡Decidido! Se llevaría ese instrumento con todo dentro.

Por la simple curiosidad quiso seguir revisando la casa y descubrir los posibles otros instrumentos divinos de ese mundo, pero el sonido de alguien abriendo la puerta de entrada llamó su atención y desapareció con su magia junto al "conservador de comida maravillosa".

Apareció nuevamente en la cabaña y fue a abrir el "conservador de comida", y lo primero que notó, es que ya no tenía la luz que iluminaba el interior. ¿Es que acaso solo funcionaba en esa casa? Como estaba en medio de la cabaña, comenzó a rodearlo buscando como encenderlo o como funcionaba, cuando notó lo que parecía una cuerda saliendo por detrás, parecía una cola de ratón gigante terminando en una pequeña cajita con puntas de metal, ¿acaso eso iba conectado a algo más? ¿Había que introducirlo en otro lado? No podía volver a esa casa por el momento, pero podía mirar por fuera. Pero antes quería comer algo, aunque se le antojaba mucho comer aquel pastel que había probado antes, sabía que no era momento de hacerlo, y algo caliente sería lo mejor. Revisó dentro del "conservador de comida" destapando cada cosa que encontró oliendo todo hasta que uno se le antojó, Bendita fuera la magia que tenía, porque no sabría cómo demonios calentar esa comida sin ella.

Al primer bocado ella gimió y el "pequeño parásito" se movió en su interior, haciéndola sonreír.

-Veo que también te gusta-. Dios, debía estar loca si le estaba hablando a su panza. Soltó una carcajada al sentirlo moverse nuevamente.

¿Con quien estaba casada? Asaltó nuevamente esa pregunta en su mente. Debía analizar todo lo que había visto, escuchado y descubierto desde que se despertó en aquella cama.

Un lugar desconocido con cosas desconocidas, un niño desconocido, un b... cosa desconocida dentro de su panza. Absolutamente no le estaría llamando bebé. Dos… tres conocidos hasta ahora. Snow, Whale y el pastor.

¡El pastor!

Casi escupe la comida de su boca al darse cuenta que había pasado por alto las acciones del pastor convertido en príncipe había hecho cuando ella despertó.

Recordaba haberlo visto entrar a esa habitación, el alivio en su voz y el miedo en sus ojos, la alegría que demostraba al verla y el beso que le dio.

¿Es que acaso el pastor era con quien se había casado? ¿Era el pastor el padre de aquel niño que decía ser su hijo? Porque no se parecían en nada. El niño tenía los ojos marrón verdosos, el pastor los tenía de un precioso azul cielo.

Un momento… ¿Precioso? ¿Acababa de pensar que el pastor tenía unos hermosos ojos? Debía estar delirando, aunque… no podía negar que siempre le había parecido demasiado impresionante para alguien tan soso como la mocosa de Snow.

¿Acaso el "pequeño parásito" era de David?

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¿QUÉ TAL?