HOLA. SOY YO, ESTOY VIVA. HA PASADO UN MONTÓN DESDE LA ÚLTIMA VEZ QUE ACTUALICÉ. Y LA VERDAD NO TENGO ESCUSAS SALVO QUE MIS GANAS DE TODO SE ESFUMARON POR UN LARGO TIEMPO, VUELVEN POCO A POCO Y APROVECHO CADA MOMENTO LIBRE QUE PUEDO PARA ESCRIBIR.

ESTE CAPÍTULO ESTÁ DEDICADO A HeraHH, REGALO DE CUMPLEAÑOS. MEJOR TARDE QUE NUNCA.


Capítulo 7

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«Ser madre es ser más allá de una misma.

Ser madre es saber de amores inmensos como el universo.

Ser madre es ser casa, guarida, colchón, almohada, mantita que abriga, red que sostiene, agua que calma.

Ser madre es ser garantía, ciencia, prueba y error y todo junto.

Ser madre es sentirse a cargo de los bienes más preciados de la vida.

Es ser testigo íntimo de la perfección humana; es no poder zafar nunca más de la finitud; es poder más por otros que por una misma.

Ser madre es vivir eternamente agradecida.

Ser madre es el mayor privilegio de la aventura existencial.

Ser madre es ser la naturaleza misma en expresión pura.

Ser mamá es quedar partida para siempre, es vivir enamorada, es despertarse con pluses de sentido.

Ser madre es tan simple y tan complejo como la vida misma.

Ser madre es convivir con pasiones desatadas, puras, masivas, intensas, poderosas.

Ser madre es vivir al ritmo del corazón, volcán en erupción permanente.

Ser madre es mucho, es enorme, es intenso, fascinante, desgastante, demandante, exquisito, irrenunciable, alucinante, milagroso y hermoso»


Volvió a releer el poema en la pequeña tarjetita que venía con las flores que le había traído el pastor. Se preguntó de donde lo había sacado, porque aunque no conocía exactamente todas esas descripciones, podía sentir aquel amor más inmenso que el universo, bajó la mirada para ver al pequeño parasito, ya no dentro de su vientre, sino dormidita sobre su pecho con su pequeña manita hecha un puño, viéndola aquí dormida muy tranquila y relajada podía decir totalmente que haría todo lo que estuviera en sus manos para hacerla feliz.

Annette era una bebé modelo, de lo que llevaba de nacida solo había llorado tres o cuatro veces. Solo lloraba al tener hambre y al ensuciar su pañal, casi todo el tiempo dormía o intentaba abrir sus ojitos y Regina estaba encantada mirando cada pequeña gran cosa que hacía el pequeño parásito en sus brazos. No podía dejar de observarla. Estaba fascinada, ese pequeño y hermoso ser lo había hecho ella, sabía que no lo había hecho sola y el pastor estaba muy implicado en eso, pero al final del día ella la había llevado en su vientre había sufrido para traerla al mundo y era perfecta. Ojalá su padre pudiera verla ahora; una madre, ella era madre.

Se sintió orgullosa de si misma y de la pequeña cuando logró por primera vez darle el pecho sin mucha ayuda de la enfermera, aunque sí levemente cohibida por la atenta y cálida mirada del pastor que en ningún momento se había despegado de ella, salvo cuando le dieron un pequeño baño a la bebé y él la había acompañado dejándola un momento a solas en la habitación para que descansara. Aunque intuía que el niño que decían era su hijo estaba fuera de la habitación, en ningún momento se acercó a verla, al parecer sí que lo había asustado al decirle que se había desecho del bebé. Debía admitir que había sido muy cruel con él, pero realmente se había sentido atrapada y su primer impulso fue asustarlo también. Vería como pedirle perdón más adelante. Por el momento esperaba de una vez dejar este lugar y relajarse en la seguridad de su casa como le había indicado la doctora Forbes, así que en eso estaba David fuera de la habitación, firmando papeles para poder salir de allí. Era absurdo, si ella quería irse simplemente lo hacía y ya, no soportaría dormir una noche más allí, pero el pastor le aseguró de que debían estar completamente seguros de que no habrían complicaciones con ella y la bebé, por lo que a regañadientes aceptó esperar.

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El rubio había estado llenando las formas para la alta médica de Regina y la pequeña Annette, estaba feliz y orgullosísimo de ser el padre de una hermosa bebita junto a su preciosa reina, pero no podía dejar de pensar en que casi las pierde a ambas por culpa de su ex. Decidió dejar de pensar en eso y se dirigió nuevamente a la habitación de sus dos amores encontrándose en el pasillo con Henry acompañado de Granny y Ruby. El niño había estado tan asustado con Regina, y sabía que ella se odiaría por asustarlo así cuando recordara nuevamente que era su hijo.

-¿Cómo está mi mamá?-. Preguntó el niño inmediatamente al verlo acercarse.

-Ella está bien Henry.

-¿Y el bebé?-. Preguntó con voz trémula, sintiendo que no tenía el derecho a preguntar. David colocó una mano amistosa sobre su hombro y sonrió al anunciar.

-Es una niña-. Dijo el rubio sin poder evitar expresar el orgullo en su voz.

El niño no había podido dormir bien luego de enterarse que fue Snow quien había planeado el ataque a Regina, las pesadillas habían plagado su noche y lo único que quería era que su mamá le abrazara, le perdonara por haberla asustado y acusado una vez más de ser malvada. No había sido hasta esa misma mañana que Emma le contó que Regina había tenido al bebé durante la madrugada del día anterior, pero no le permitió saltarse la escuela y tuvo que aguantar hasta la salida para poder ir al hospital, había tenido a Ruby casi todo el día vigilándolo para que no se escapara. Se sentía sofocado, quería a su mamá, quería su casa, quería su vida normal de vuelta. No supo en que momento había comenzado a llorar y a reír al mismo tiempo. Una hermanita, era el hermano mayor de una pequeña niña.

-¿Puedo ver a mi mamá?-. El silencio que siguió a esa pregunta fue tenso, David no sabía qué responder, francamente eso solo lo podía responder la misma Regina.

-¿Qué tal si le pregunto? Espera aquí amigo-. Contestó David entonces girándose hacia el pasillo que daba hacia la habitación de sus chicas.

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-¿Que te pasa pastor?, parece que haz visto un fantasma-. Preguntó Regina al despegar sus ojos de la pequeña bebé en sus brazos y verlo tan pálido y nervioso en la puerta.

-Nada-. Ella entornó sus ojos mirándolo fijamente y este no pudo seguir dilatando la situación, soltando un suspiro se acercó a la cama –Henry está fuera-. Al no ver reacción en su rostro prosiguió –Quiere verte.

-¿Enserio?-. Eso la tomó por sorpresa, no esperaba que el niño se quisiera acercar nuevamente tan pronto.

-Que no te sorprenda, es un niño muy valiente-. Le sonrió de costado –Fue criado por ti nada menos, el chico te ama por sobre todas las cosas, aunque aun puede a veces ver el mundo en blanco y negro… poco a poco está descubriendo que no todos son absolutamente buenos o malos y no lo recuerdas ahora, pero muchas veces me dijiste que él te había salvado de más formas de las que podrías haberte imaginado. Solo… dale una oportunidad-. Terminó de decir con la mano de Regina atrapada en la suya, fue un movimiento natural del que ninguno se percató al instante. Regina quedó atrapada por sus profundos y sinceros ojos azules y solo pudo asentir.

-Está bien-. Dejó escapar levemente y llevó su mirada a sus manos unidas cuando sintió que él se la apretaba suavemente. –Puedes decirle que entre.

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La puerta volvió a abrirse una vez más revelando una tímida mata de pelo castaño asomarse. Regina sabía que era Henry, pero aun así, levantó inmediatamente su mirada girando levemente su rostro para asegurase que Annette estuviera a salvo en su cunita, David estaba detrás del niño y lo alentó a adentrase más.

Henry la vio entonces, reprimiendo una sonrisa ansiosa en sus labios la miró de lejos, sus ojitos marrón-verdosos reflejaban la emoción y ansiedad de verla.

-Hola-. Dejó salir en un tímido suspiro, sin saber realmente cómo comportarse –¿C-Cómo están?-. Preguntó valientemente, dirigiendo una leve mirada a la cunita a un costado de la cama.

-Estamos bien-. Respondió Regina y quizás sería porque ya no estaba embazada, pero se sentía más tranquila ahora en presencia del niño. Reprimió una sonrisa al verlo acercarse lentamente hacia ella.

-Yo… quería disculparme-. Comenzó llamando la atención de la reina –Por todo lo que hice y dije, actué como un niño malcriado y caprichoso-. Su voz fue disminuyendo al ver que Regina asentía con la cabeza.

-Es cierto.

-¡Regina!-. La reprendió suavemente David.

-¿Qué?-. Lo miró duramente –Es la verdad, no voy a mentirle solo porque sea un niño-. Se giró nuevamente hacia Henry justo para verlo con el labio inferior temblando aguantándose las lágrimas, aquella vista tocó algo en el interior de Regina –Pero… en comparación con otros niños malcriados y caprichosos que conocí… te has dado cuenta de tus errores y pides perdón-. Le sonrió levemente –Y yo, tengo que pedirte perdón también; te secuestré, te asusté y te mentí, aunque debo decir que fue difícil negar su existencia teniéndola a ella golpeando constantemente mis riñones y costillas cada que escuchaba sus voces-. Soltó una sonrisa sincera al escuchar a Henry reír –Espero podamos llevarnos mejor, y así puedas ayudarme a recuperar mi memoria.

-¿No me quieres lejos?-. Preguntó el niño sorprendido.

-No, esta vez no. Además… el pastor comentó sobre unas ¿fotografías?-. Mirando a David quien asintió con la cabeza –Que podían ayudar con mi memoria y que tú sabías donde están-. Inmediatamente el rostro de Henry se iluminó, había algo con lo que podía ayudar a su mamá.

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-¿Así que esta es mi casa?-. Preguntó la sorprendida reina mirando por la ventana de la ruidosa camioneta del pastor, hacia la gran edificación blanca.

-Sí, su majestad-. Respondió antes de bajar y rodear la camioneta para abrirle la puerta –Debo informar que usted ha robado la nevera de su propia casa-. Comentó intentando no reír, pero fallando miserablemente cuando ella estalló en una rica carcajada desde lo profundo de su pecho.

-Fue el primer lugar al que fui al salir del bosque-. Confesó tomando la mano de David quien le ayudaba a bajar.

-Inconscientemente llegaste a casa cariño-. Sonrió al ver cómo un leve rubor cubría su rostro ante la cariñosa palabra. Se giró para sacar el porta bebé viendo que Annette se estaba despertando, había conducido con tanto cuidado que hasta Archie paseando a Pongo los habían pasado en el camino, temía poner en riesgo la vida de sus hermosas mujeres y supuso que pasaría un tiempo para que el miedo se evaporara –Hola preciosa, ya estamos en casa-. Arrulló a la bebé con una suave voz que hizo que el corazón de Regina palpitara fuertemente contra su pecho y quisiera abrazarlo. Se regañó mentalmente ante ese pensamiento, es el "tonto pastor" se repetía. –¿Lista para entrar majestad?-. Le preguntó ofreciéndole su brazo caballerosamente.

Regina reprimió una sonrisa ante la emoción que la invadió ante el gesto. Siempre le había gustado este tipo de detalle, así que supuso que esta era una de las cosas que le habían hecho enamorarse de él. Negó rápidamente, ella era la Reina malvada y él el príncipe encantador; eran enemigos, no se enamoraban. Desvió su mirada de su brazo a su rostro y quedó prendada de su linda sonrisa y hermosos ojos, al carajo sus títulos, si esa sonrisa estaba dirigida a ella exclusivamente, bien pudo enamorarse de este hombre. Solo atinó a entrecruzar su brazo con el del príncipe y ambos caminaron hacia la gran casa. Tal como parecía, era el típico final feliz de cuento, solo que ella no conocía el camino que la llevó a dicho final. Por lo que marcó este hecho como un inicio.

La última vez que había entrado fue por donde encontró lo que el pastor llamó nevera, volvió sonreír por eso. Entrar esta vez por la puerta principal fue una gran diferencia, la casa se veía incluso más amplia de lo que ella imaginó desde fuera. En una de las mesitas de entrada había un cuadro al lado del florero, y fue atraída inmediatamente por ella misma en la imagen, tras suyo estaba el pastor envolviéndola con una de sus manos por su cintura y la otra apoyada sobre su vientre, Henry desde el otro lado besando también la pancita. Y sonrió ante su propia sonrisa brillante en la imagen, la felicidad reflejada en sus ojos era algo que había anhelado tener desde siempre.

David se acercó a ella tras cerrar la puerta y la observó mirar el cuadro –Esa es una fotografía y la tomamos dos semanas antes del accidente, dijiste que querías enmarcar tu felicidad para recordarla cada vez que la vieras.


Gritos de felicidad se escuchaban y ella se asomó desde la ventana de la cocina, Henry corría por todo el jardín en un intento de escapar de David y sus globos de agua; el príncipe estaba empapado de los pies a la cabeza y ella sonrió al verlo intentar atinar bien su puntería, pero Henry los esquivaba con dificultad dado que la risa le impedía moverse rápidamente.

-¡Mamá!-. Escuchó decir a Henry en un estallido de risa histérica antes de que David lo atrapara y lo subiera a su hombro dando vueltas con él. Ella sonrió ampliamente ante la vista y se le ocurrió capturar el momento. Fue a su estudio y tomó la cámara fotográfica, el trípode y se encaminó hacia el jardín siendo recibida por la risa divertida de sus dos muchachos. Había sido un caluroso día de diversión absoluta.


-Estaban jugando con agua en el jardín-. Susurró suavemente Regina y David la besó en el cabello abrazándola de lado.

-Así es, y terminaste toda empapada también.

-Ustedes me abrazaron-. Respondió arrugando su preciosa nariz, fingiendo molestia.

-Y tú estás recordando pequeñas cosas-. Volvió a besar su cabello y la encaminó hacia la sala –Ven a sentarte, ¿Quieres algo de comer? Emma trajo la nevera y la rellenó con cosas frescas-. Mencionó con una pequeña sonrisa mientras dejaba el portabebés con Annette sobre el sofá al lado de Regina.

-Muy gracioso pastor-. Presentía que jamás dejaría de bromear sobre aquello -¿Algo para comer?-. David asintió con la cabeza –Mmm… no lo sé, ¡sorpréndeme!-. Le contestó enfocando su atención en la pequeña Annette que movía sus piecitos y había atrapado su dedo en su diminuta mano haciéndola sonreír.

David no perdió tiempo y rápidamente preparó unos sándwiches, encaminándose devuelta a la sala pudo escuchar a Regina hablar con la bebé -¿Le llamas parásito?-. Preguntó extrañado y divertido a la vez. Ella levantó la vista, parecía avergonzada de haber sido sorprendida hablando con la bebita.

-Así le llamaba cuando estaba dentro de mí-. Vio a David enarcar una ceja así que explicó mejor –Imagina despertar un día con una pequeña cosita golpeando desde tu interior, especialmente cuando sabes que un bebé es imposible.

David sonrió entonces –Bueno cariño, la nuestra fue posible y es muy real, aprieta tu dedo con toda su fuerza para demostrarlo.

-Si, pero no sé como ocurrió.

-No puedo recordarte como fue que lo hicimos en este momento, la doctora Forbes dijo nada de sexo por un tiempo-. Comentó bromeando y logró arrancarle una sonrisa –Pero recuerdo habértelo demostrado poco antes de que esta chica quisiera salir.

-No me refiero al sexo, pastor y eso lo sabes. Hablo de mis… recuerdos.

-Estoy seguro que los recuperarás, lo haces poco a poco, como el de hace un momento… cualquier cosa de la que tengas dudas solo… pregúntamelo-. Sostuvo su mano, la que no estaba agarrada a la bebé y le besó los nudillos.

-¿Cualquier cosa?

-La que sea-. Le confirmó el príncipe.

-¿Cuál es mi habitación?

-¿Por qué lo hiciste?

Blancanieves obstinadamente se cruzó de brazos y siguió evitando la mirada de su hija, Según su criterio ella no había hecho nada malo y eran todos ellos los que no se daban cuenta del error en el que estaban.

-Ese bastardo era un error y había que remediarlo, pero hey… al final no lo he matado yo, ¿o si?-. Esta vez miró a la rubia parada al otro lado de las rejas –Fue la misma Regina quien se encargó de eso. Siempre fue una perra sin corazón y ustedes al fin lo vieron-. Terminó de hablar y volvió a darle la espalda a la rubia.

-Si bueno, la perra sin corazón resultaste ser tú disfrazada de buena-. Contestó Emma furiosa, ¿Cómo es que a esta mujer siempre la consideraron la victima de la historia? –Regina tuvo a la bebé, una niña sana y muy hermosa…

-¡NO! Eso no es cierto, ese bastardo está muerto ¡ELLA LO DIJO!

-Bueno algunas madres mienten y hacen lo que sea para proteger y conservar a sus hijos, no los envían lejos solo porque un ser oscuro le dice que les salvará 28 años después-. No pudo evitar arremeter con eso.

-¡LO HICIMOS POR TU BIEN!-. Gritó furiosa esta vez la princesa, levantándose del catre y acercándose a los barrotes de la celda –¡DE OTRO MODO REGINA TE HUBIERA MATADO!

-No es cierto y sabes que tengo razón. Convenciste a David de que eso era lo que ocurriría y él te creyó porque jamás le dijiste lo que en realidad le habías hecho a Regina ¿Y cómo no? ¡Si todo el mundo siempre creyó en ti! Siempre te hiciste ver como la victima de la historia pero ahora lo veo, ahora es claro para mí el porqué me enviaste por ese armario… no fue para salvarme, ¡FUE PARA QUE TODOS VIERAN QUE ERAS TAN BUENA QUE SACRIFICARÍAS LO QUE FUERA PARA SALVARLOS Y ELLOS VIERAN QUE TU HIJA ERA EL ICONO DE LUZ Y DE LO QUE ERA BUENO! ¡LA SALVADORA! ¡LA SALVADORA QUE CRECIÓ EN UN SISTEMA DE MIERDA Y CADA NOCHE CUBRÍA LOS OÍDOS IMAGINÁNDOSE QUE TENÍA UNA MADRE QUE DARÍA LA VIDA POR SU HIJA Y NO AL REVÉS! ¡LA SALVADORA QUE CRECIÓ CON INSEGURIDADES Y TRAUMAS QUE LE LLEVARON A ENREDARSE CON EL PRIMER HOMBRE QUE LE MOSTRÓ UN POCO DE AFECTO, Y LA QUE TUVO QUE ABANDONAR A SU HIJO POR LO MISMO AUN SABIENDO QUE PODÍA CORRER CON LA MISMA SUERTE QUE ELLA! ¿Pero sabes que? Renunciar a Henry fue lo más doloroso que he hecho en mi vida y aun así no me arrepiento porque tuvo lo que yo siempre soñé para mí. Una madre amorosa que a pesar de sus propios demonios me amara tan profundamente que destrozaría todo un mundo por mí. No por el que dirán, por mi.

-No puedes estar hablando enserio…

-Oh lo digo muy enserio Blancanieves, desearía que Regina fuera mi madre. Y quizás sí, me estoy comportando como una niña malcriada… pero al final de cuentas nadie me crió-. Estaba tan enojada que su cuerpo completo temblaba al sacarse todo eso del pecho y aun sabiendo que David también cargaba con parte de esa culpa ahora mismo necesitaba más que nada uno de sus abrazos. Abandonó la estación y decidió caminar en dirección a la mansión, probablemente él estaría ocupado con su nueva hija. Se detuvo a medio camino con ese pensamiento sintiendo un nudo en la garganta sintiéndose nuevamente abandonada, su mente fue un una pendiente oscura, su madre en la cárcel por querer matar a la novia y al bebé de su padre y su padre con una nueva familia. "Deja de ser tan idiota Swan" podía escuchar la voz de Regina en su mente, recordaba varias de sus conversaciones que habían tenido antes, era buena para hacerla ver la perspectiva desde cada ángulo; mil veces le había dicho que el bebé no la reemplazaría, así como tampoco reemplazaría a Henry. Reanudó su camino con más prisa, necesitaba al menos un buen vaso de sidra.

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Podía escucharlo… era lejano pero al mismo tiempo bastante cerca. Su cuerpo adormecido comenzó a despertar y con dificultad abrió los ojos. ¿Dónde estaba? Se preguntó mirando el techo, entonces lo volvió a oír y rápidamente se levantó, se enredó un poco con la manta que la había estado cubriendo y salió de la habitación, no sabía a donde ir, simplemente siguió el sonido de su bebé llorando, llegó rápido, estaba bastante más cerca de lo que su mente semidormida pensó que estaba, justo frente a su habitación. La habitación que compartía con el pastor se recordó, si la ropa allí no lo probara, su almohada olía a él, y fue lo que la arrulló llevándola rápidamente a una pequeña siesta, le había estado doliendo la cabeza y quiso descansar un poquito, recordaba haberse recostado con la bebé a su lado y David al siguiente de ella, y al despertar no estaba ninguno allí.

El pequeño dolor en su pecho y la desesperación que sintió al no ver a la pequeña, se disipó rápidamente al entrar en el cuarto frente al suyo y ver al pastor cambiando el pañal de la bebé, que luchaba con sus piecitos incómoda.

-Regina-. Susurró el príncipe disculpándose con la mirada –Lo siento no quería despertarte.

-Está bien-. Respondió visiblemente más relajada, y aprovechando que él vestía nuevamente a la bebé, se dispuso a echar una rápida mirada a la habitación; paredes pintadas de un gris casi celeste "Mediterráneo azul suave" resaltó en su cerebro, con pequeñas nubes pintadas de blanco la cuna, la cajonera y la mecedora eran de madera, todas con el mismo estilo y de la cuna le llamó rápidamente la atención el pequeño árbol tallado a la cabeza y a los pies de la madera, no pudo evitar estirar su mano para tocarla.


-Sé que no es mucho, pero es mi regalo para el bebé, en agradecimiento por haberme ayudado a salvar a mi muchacho-. Dijo el humilde carpintero, Regina había quedado sin palabras, francamente jamás se esperó nada como esto.

-Es hermoso-. Dijo la reina pasando sus dedos por el relieve sobre la madera.

-Y espera a verlo instalado-. Le dijo August. Regina le había transformado en humano nuevamente después de toparse accidentalmente con él en el bosque poco después de que Emma y Snow volvieran del bosque encantado, lo había hecho sin doble intención, fue realmente una acción desinteresada y aquí estaban ellos ahora, después de tanto tiempo agasajándola con los muebles para la habitación del bebé, se sentía tan emotiva, ay las malditas hormonas la tenían en una montaña rusa constante.

-Gracias-. Dijo con la voz afectada y los ojos brillantes, pero la gran sonrisa no disminuyó en ningún momento.

-Es un árbol-. Dijo August nuevamente –Ya sabes… tu manzano. Aunque también puede verse como el árbol de la vida, para el nuevo príncipe o princesa.


Gepetto y Pinocho, recordó… no podía creerlo, obtuvo regalos hermosos de quienes antes eran aliados de su enemiga. No podía negar que las piezas eran preciosas y combinaban a la perfección con la habitación. Cerró los ojos brevemente, el dolor de cabeza se estaba intensificando y le dolían un poco los ojos por la luz. Al abrirlos notó la mantita dentro de la cuna, estiró la mano para tocarla cuando un flash de recuerdos la invadió nuevamente, pero con el recuerdo también lo hizo el dolor de cabeza.


Un y dos columnas… uno, dos, tres, cuatro y cinco cadenas, uno y dos columnas… uno, dos, tres, cuatro y cinco cadenas… agh esto no estaba funcionando. Volvió a desarmar los puntos que llevaba avanzados ¿porqué no le estaba saliendo como en la imagen? Seguía las instrucciones al pie de la letra de no quedaba igual, el suyo no era lindo como el del tutorial. Estaba perdiendo fácilmente la paciencia con esto, no es tan difícil le había dicho a Henry, pero aquí estaba armando y desarmando lo que se suponía sería una mantita para el bebé. Quería hacerlo ella misma y no comprar una como lo hizo con Henry, con él no tuvo mucho tiempo para dedicarse a hacerle cositas con si misma, pero ahora que tenía varios meses para esto, no lograba hacer una simple manta; se preguntó si era el crochet, quizás había elegido mal el numero del gancho, o el grosor de la lana. Pero no, todo lo había elegido como decía el tutorial, en el video la mujer lo hacia fácilmente y sin dificultad.

Llevaba varios días intentando. Incluso cambio los materiales. Pero nada, no le salía y ahora se sentía una madre inútil que no podía tejer una mísera manta.

Hasta llegó a considerar pedirle consejos a Granny, la vieja siempre había tejido, o al menos le había tejido un par de gorros de lana a Henry cuando era pequeño, pero ella no era de las que pedía ayuda por algo tan banal.

Como sea, dejó la lana y el crochet en el cajón de su escritorio deteniendo el video. Hoy no lograría nada, al menos tenía tiempo para lograrlo.

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Ya no tenía tiempo, bueno si tenía, pero ya no tenía la paciencia para seguir intentando que le quedara como en el tutorial; había lograr terminar una, en realidad había hecho tres, pero ninguno era perfecto a sus ojos. David le había aconsejado que lo consultara con Granny y ella ya no tenía escusas ni reparos en hacerlo.

Cuando lo hizo creyó que la anciana se reiría en su cara por ser tan inútil y se mofaría de ella. Es lo que hubiera hecho Cora. En cambio Granny le sonrió con una especie de calidez que había notado todos parecían tener cuando la veían con su pancita, y le enseñó lenta y detalladamente cómo hacerlo. Definitivamente verlo en vivo y en directo era mucho mejor que ver un maldito video de un solo plano y estuvieron casi toda una tarde tejiendo cositas. Ruby llegó más tarde ese día acompañada de Swan y Henry para encontrarlas enfrascadas en una charla amena y bastante natural. Incluso la broma de Swan sobre que la abuela había adoptado a Regina como su hija las había hecho reír a ambas.

Más tarde cuando llegó David encontró la mesa de la sala llena de ropita y una nueva y perfecta manta para el bebé; Ruby y Henry jugando videojuegos y adentrándose más hacia la cocina fue recibido por la risa de su hija y su novia ante alguna broma que había hecho Granny.


-¿Regina?-. Le llamó David al verla con los ojos cerrados y sujetándose fuertemente de la barandilla de la cuna. Cuando ella volteo a verlo logró ver sus ojos desenfocados y su rostro levemente sudoroso, la expresión de dolor y su cuerpo tenso lo asustaron; no lo vio venir y no tuvo tiempo de reaccionar, cuando Regina se desplomó ahí mismo solo pudo gritar su nombre y sostener con cuidado a su hija para agacharse a su lado.

Regina no tenía fuerzas; su vista era borrosa, sus oídos pitaban y toda la habitación daba vueltas lo último que escuchó fue a la bebé llorar antes de que la oscuridad la envolviera.


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YA SABES, DÉJAME SABER QUE TE PARECIÓ, SI ES QUE AUN ME LEES O SI TUVISTE QUE RELEER PARA PODER ENTENDER (ME PASA CON ALGUNAS HISTORIAS QUE SIGO)

POR CIERTO... QUÉ OPINAN ¿QUE DEBERÍA PASAR CON SNOW?

TE LEO EN LOS COMENTARIOS.

ORIGEN DEL POEMA: Del blog: «Vamos viendo», de Ximena Ianantuoni