Capítulo 3: Petrus.

Sin duda alguna, las cosas han mejorado sobremanera desde que se destapó toda la verdad sobre el camino que San Matheus siguió a lo largo de su vida y lo cercano que había estado a la religión insular.

Recién desaparecida la Ordo Luminis, así como otros elementos que mostraban desacuerdo con las nuevas maneras de Théleme y establecidos como una comunidad que, de hoy en adelante cimentará su proceder en el diálogo y no en la imposición, son tiempos inciertos.

El recientemente nombrado Cardenal, el padre Petrus, lo sabe. Será difícil mantener esto. Probablemente aún hay células inconformes con el nuevo proceder por parte de la Madre Cardenal Cordelia que no dudarán en esperar el momento indicado para atacar. Corre incluso el riesgo de que se genere una guerra civil, pues no es poca cosa que la columna vertebral sobre la que se edificaban todas las creencias de la orden se modificara completamente.

Lo entiende, como el diplomático que siempre ha sido, comprende perfectamente. Pero...

Mientras él siga vivo, se encargará de aplastar a cualquiera que amenace con destruir todo aquello por lo que su estimado hijo trabajó en vida.

Porque, sin duda es muy fácil catalogarle como un malnacido ávido de poder, un ambicioso oportunista sin la más mínima consideración, y no son adjetivos inmerecidos, admite. Pero ya le falló no una, sino dos veces. La primera, cuando por cobarde no le dijo la verdad sobre su pasado nativo y se tuvo que enterar por la repugnante boca de la Madre Cardenal. Jamás olvidará su sorpresa y la ira que por días De Sardet albergó hacia su persona.

Afortunadamente, pudo arreglar al menos en cierta forma ese error acompañando al On Ol Menawi a Vígnámrí a develar su pasado y a reunirse con la única familia biológica que tenía.

No obstante, le falló una segunda vez, y en ésta ocasión no hay absolutamente nada que pueda hacer para redimirse. No fue lo suficientemente fuerte como para deshacerse de sus enemigos a tiempo y asistir a su querido hijo, a pesar de ser quien más cercano estaba a la cámara principal que albergaba a En Ol Mil Frichtimen.

Cuando llegó, junto con Kurt, solo alcanzaron a presenciar a una Siora completamente rota, llorando desconsoladamente abrazando el cuerpo inerte del chico, mientras el Nauta miraba hacia la nada, completamente perdido en sus pensamientos y en su dolor, y la erúdita estaba sentada en el piso, abrazando sus propias rodillas, temerosa de siquiera acercarse.

Caminando lentamente hacia el cuerpo, con los nudillos blancos de la fuerza ejercida sobre ellos y completamente ignorante de las lágrimas que inundaban la totalidad de su rostro, la mente de Petrus solo alcanzó a formular un único pensamiento, antes de finalmente caer de rodillas frente al cuerpo del Legado y sucumbir al desquiciado dolor que el presente escenario le generaba:

"Mi Hijo, te volví a fallar..."

...

Regresando de vuelta al tiempo presente, el hombre deja salir un suspiro contenido por largos minutos, abre los ojos y se levanta de su escritorio para dirigirse hacia la ventana de su oficina.

La hermosa vista a la ciudad de San Matheus que se posa sobre las pupilas del cardenal le saluda, y le recuerdan el último juramento que ha hecho, uno que no pretende romper por el resto de su vida y que es en la actualidad su misión, su propósito y su razón:

"Mi adorado niño, te juro por tu madre, a la que tanto amé, y por ti mismo, que no voy a permitir que todo aquello por lo que diste tu vida sea corrompido o amenazado. Aplastaré sin miramiento alguno a cualquiera que se atreva a poner en jaque el porvenir de San Matheus, que con tus manos y tu infinita bondad labraste.

Así involucre una vida de soledad y de dificultad, voy a defender esta paz que tú lograste en vida, y solo la muerte será capaz de hacerme desistir de mi objetivo. Te lo juro".

...

2 Reyes 19:32-34

Por tanto, así dice el Señor acerca del rey de Asiria: Él no entrará en esta ciudad, ni lanzará allí flecha alguna; tampoco vendrá delante de ella con escudo, ni levantará terraplén contra ella. Por el camino que vino, por él se volverá, y no entrará en esta ciudad' --declara el Señor. Porque defenderé esta ciudad para salvarla por amor a mí mismo y por amor a mi siervo David."