Capítulo 4: Kurt.

Restaurar la reputación de la Guardia de la Moneda ha resultado ser una auténtica proeza, pero que de a poco va fructificando.

Bajo el mando de Sieglinde, la hermandad está renaciendo con sus valores y principios mucho más fuertemente arraigados, y se han extirpado casi por completo los elementos corruptos de la misma, aunque la mayoría murieron o escaparon durante el intento de golpe de estado en Nueva Serene.

Esto supone, sin embargo, muchísimo tiempo libre para pensar, lo que eventualmente supone recordar y sentirse culpable, en ese orden. Kurt detesta el tiempo muerto justamente por ésta razón. Le lleva a recordar una y otra vez ese momento en que todo se fue al demonio en su vida.

Le lleva a rememorar lo que sintió al ver el cuerpo sin vida de aquellos a quienes entrenó en el arte del combate cuando niños. Especialmente el del Legado que llegó a una isla completamente sumida en luchas políticas internas y que logró unificar bajo el estandarte de la paz.

Y el nudo en su garganta regresa, y la impotencia regresa, y la ira contra sí mismo vuelve a inundar su organismo.

Todo se oscurece y lo único que el guardia de la moneda mira es el cadáver de De Sardet, siendo sostenido por una Siora completamente hundida en su dolor. Y él mejor que nadie, se atrevería a decir, la entiende y comparte esa agonía.

A pesar de que ha visto camaradas caer en incontables veces y lo sabe normal, no hablamos de cualquier persona. Porque con ese chiquillo compartió toda una vida, y era la persona más importante para él, era su mejor amigo, su hermano de armas, su confidente.

... Y ahora estaba muerto, y él no pudo evitarlo. Era una maldita injusticia.

"Sangre verde... ¡No! ¡Tú eres más fuerte que esto. Tienes que levantarte, maldita sea!" era el único pensamiento que la frenética mente del hombre albergaba.

Acercándose presuroso a la pareja, buscó cualquier signo de vida en el diplomático, sabiendo en lo más profundo de sí que era inútil. De Sardet hace tiempo había fallecido.

Y nunca se sintió más inútil que en ese momento.

...

Tres años después, Kurt no logra superar su partida, refugiándose en el trabajo, y cuando no, en el alcohol. Sin nada que lo atase al palacio del gobernador de Nueva Serene, aceptó un puesto al lado de la Comandante Sieglinde, siendo la segunda persona en la jerarquía de comando y teniendo tanta autoridad entre los reclutas como ella. Sin embargo, vaga por la vida sin propósito definido, sin jamás haberse preguntado qué hacer de su vida fuera de asegurar la protección de su monarca.

Así mismo, se ha alejado de aquellos con quienes compartió viaje en su momento, como mucho pasando de vez en cuando unos días en Vedrhais, la aldea de Siora. Solo ella es capaz de entenderle y brindarle un mínimo de verdadera compañía, y solo él es capaz de empatizar por completo con el dolor de la chica.

"No cabe duda que Teer Fradee está en el que quizá sea el mejor momento de toda su historia, pero eso no quiere decir que todos sus habitantes estén atravesando por su mejor momento.

Algunos estamos, de hecho, peor que nunca".

...

"Y también está, por supuesto, la locura y el terror de saber que alguna parte de ti es como un reloj al que no se le puede dar cuerda otra vez, una vez que se para".

-Charles Bukowski-