Disclaimer: ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenece. Todos ellos son obra de J. K. Rowling, yo solo los utilizo para llamar a mi inspiración y despejar la mente. Esta historia no tiene fin lucrativo alguno.

Consideraciones: la historia irá del presente al pasado, pero en cada caso eso estará avisado. Además, es una reversión de la historia de J. K. desde el libro (o película) número siete. Habrá una gran cantidad de cambios que se alejarán totalmente de la historia original.

Advertencias: aparecerán palabras malsonantes, insultos, situaciones de violencia/tortura/asesinato, así como posibles escenas explícitas de relaciones sexuales. Por favor, tengan en cuenta todo esto antes de leer.


CAPÍTULO XII

-PRESENTE-

—Es terrible, Draco —balbuceó Hermione —. Ni siquiera... Yo... Es que simplemente no puedo creer que hayas tenido que presenciar todas esas cosas, y en tu propia casa —la chica estaba recostada de espaldas sobre la cama. Hacía un día que estaban encerrados en aquella casa muggle, comiendo sobras de lo que Dixie había llevado hacía ya dos días, y hablando de todo lo que había ocurrido desde la última vez que se vieron. Nadie los había visitado otra vez, y Draco tampoco se había dignado a buscar a Bastian, pues la chica continuaba el tratamiento con la poción crecehuesos.

—Uno creería que después de tanto tiempo puedes acostumbrarte, pero no es así —Draco estaba sentado en el piso de la habitación, abrazando sus rodillas, mientras una de las manos de la chica daba pequeñas caricias en su cabello rubio —. No hay forma de olvidar sus rostros... su llanto... sus gritos —el joven volteó el rostro para mirarla —. Yo no oí los tuyos. Mi madre me había dado un sedante la noche anterior porque no estaba durmiendo nada. Creo que me habría vuelto loco, probablemente habría matado a la demente de mi tía. Lo siento tanto, Hermione —el dolor en su voz era palpable.

—No te preocupes, cariño. Ya pasó, estamos juntos ahora —la ex Gryffindor quitó con su mano las lágrimas que resbalaban por las mejillas de Draco —. Te quiero tanto.

—Soy cómplice de todas esas atrocidades, Hermione. ¿Cómo puedes quererme?

—Draco —la chica se sentó e hizo una mueca de dolor, pues aun sus costillas no sanaban del todo —, en la vida todos tenemos que tomar elecciones. Siempre estamos expuestos a ellas, pero eso no significa que las opciones sean buenas. A veces debemos tomar un mal camino para proteger a quienes amamos.

—Él siempre me chantajeó con mi madre —Draco sorbió por la nariz —. Y de saber lo nuestro habría pasado lo mismo contigo.

—Habría sido mucho peor, dragón. Soy una sangresucia, ¿recuerdas? —el rubio hizo una mueca de disgusto ante aquella palabra —Ahora puedes elegir mejor, Draco. De alguna manera nuestro acuerdo nos ha traído hasta aquí. Tu madre quiere colaborar, estoy segura —Draco asintió.

—Yo también lo creo, pero eso no quita de en medio a mi padre.

—¿Podríamos hechizarlo, tal vez? Encerrarlo aquí por un tiempo —el joven torció su boca en un gesto de desaprobación ante la idea de la chica.

—No es buena idea. Puede que mi padre no tenga buen rango entre los mortífagos después de haber defraudado al Señor Tenebroso, pero Malfoy Manor sigue siendo su guarida. Lo buscarían, especialmente por la información que le pueden quitar.

—Y, ¿qué dices de un Imperio? —la voz de Hermione sonaba entre avergonzada y tímida. El rubio abrió mucho los ojos y la miró por unos instantes con sorpresa.

—Deberíamos planearlo muy bien —dijo finalmente Draco.

—¿Qué hay de ti?, ¿qué ocurriría si dejas de ir a tu casa?

—Sería muy sospechoso —reflexionó Draco —, tendría que seguir acudiendo a alguna de sus reuniones. Soy un buen oclumante —aseguró.

—Y legeremante —añadió la joven. Draco frunció el ceño —. Creo que podríamos poner en marcha un buen plan.

—Posiblemente. Solo quiero que mi madre y tú estén a salvo, Hermione.

—No sé en dónde estarán Harry y Ron ahora, pero tal vez pueden contactar a alguien de la Orden. Podríamos irnos de aquí hacia alguna de las casas de seguridad —propuso la joven.

—Tú podrías marcharte pero no sé si es buena idea que yo esté con la Orden, leona —dudó el rubio —. Si debo volver a Malfoy Manor, ir y venir entre dos lugares con tantos hechizos de protección podría crear alguna sobrecarga mágica. Además, no creo que la Orden esté de acuerdo en que yo pueda pasearme tan libremente entre sus casas de seguridad y las cuevas de los mortífagos.

—Buen punto —concendió Hermione —, pero yo no voy a dejarte.

—Hermione, por favor, ya sabes cómo es esto —dijo Draco algo tenso.

—No, no lo sé —se quejó ella —. Lo último que supe de ti hace un año es que estabas obligado a matar a Dumbledore, que impediste que me maldijeran en la Torre de Astronomía y que escapaste del colegio con esos dementes. Ni siquiera tuve una explicación, Draco. He confiado ciegamente en ti todo este tiempo, pero no voy a dejar que luches solo. No esta vez.

—Y no te has equivocado, leona —Draco cogió la mano de la chica y depositó un beso en su palma —. Pero ya tienen a mi madre para chantajearme y eso es suficiente, no podría seguir si también se utilizaran a ti. Tienes que irte a un lugar seguro.

—Yo no voy a quedarme fuera de esto, Draco —sentenció Hermione —. Harry me necesita y lo ayudaré. También te ayudaré a ti, pero no me pidas que me esconda debajo de una piedra a esperar que todo esto pase, porque no lo haré —Draco le sonrió —¿De qué te ríes? —Hermione arrugó su nariz y aquello hizo carcajear al joven.

—Eres toda una Gryffindor —le dijo el rubio —. Te he extrañado tanto —le repitió el joven después de varias veces de haberlo confesado —, y he extrañado ese gesto que haces con tu nariz cuando te enfadas.

—Yo no hago ningún gesto.

—Claro que sí —el joven se incorporó sobre sus rodillas y se acercó al rostro de Hermione —, y es muy bonito —con cariño depositó un dulce beso en la nariz de la chica para luego unir sus labios en un beso que comenzó casto pero que se volvió desesperado después de unos instantes. Draco tomó a la chica por el cuello, sin apretar, y ella comenzó a recorrer su espalda y su torso.

—¿Interrumpimos? —la voz de Ron llegó desde la puerta abierta de la habitación y los sobresaltó a ambos, haciendo que se alejaran tan rápido como pudieron. Draco gruñó y Hermione se aclaró la garganta. Harry parecía encontrar muy atractiva la puerta de la habitación continua, miraba fijamente la madera como quien ve una obra de arte. Ron estaba rojo de ira y sus ojos lo delataban, pues se clavaron en Draco como dardos.

—Evidentemente sí, Weasley —el rubio le devolvió una mirada fría.

—Pues que lástima. Venimos a ver cómo se encuentra Hermione —informó el pelirrojo.

—Ella está perfecta, lo acabo de chequear —aseguró el joven Malfoy.

—¡Draco! —la voz de Hermione indicaba enojo —Ya basta, los dos —dijo desplazando su mirada entre ambos.

—¿Cómo estás, Mione? —dijo finalmente Harry haciéndose lugar para pasar entre Ron y el marco de la puerta.

—Estoy bien, Harry. Gracias por venir —dijo la muchacha con una sonrisa dulce —¿Cómo está la búsqueda?, ¿han sabido algo de la Orden? —Harry le dirigió una mirada desconfiada al rubio —No te preocupes, confío en él.

—Pero nosotros no —replicó Ron —, ¿por qué mejor no te marchas, Malfoy? —espetó el pelirrojo dando un paso hacia Draco.

—Lo haré si es lo que Hermione quiere, Weasley —el ex Slytherin también se acercó.

—Draco quiere colaborar con nosotros. En realidad, él y su madre necesitan ayuda de la Orden.

—Que conveniente que ahora cuando las cosas se ponen feas allí afuera los Malfoy quieran cambiar de bando. ¿Por qué no me sorprende? —Ron estaba cada vez más cerca del rubio.

—Tu diminuto cerebro no recibe oxigenación suficiente para que siquiera logres entender cómo realizar un hechizo simple, Weasley —escupió Draco —. Es evidente que tampoco entiendas que hay personas que tienen vidas de mierda.

—¿Vidas de mierda dices? Ja —el pelirrojo lanzó una risa sarcástica —Vidas de mierda tienen todos los pobres inocentes que se cruzan con tu familia y sus colegas mortífagos, ¿verdad?

—¡Ron, detente! —protestó Hermione al mismo tiempo que se ponía se pie para colocarse entre ambos jóvenes —Tendrás que confiar en mí, como lo has hecho durante los últimos malditos siete años.

—¡Pero él es un mortífago, Hermione! —gritó Ron.

—Ron —lo llamó Harry —, tal vez deberíamos escucharla —propuso. Draco puso los ojos en blanco.

—¿Hablas en serio, Harry?

—Si no hubiéramos escuchado a Sirius entonces aun pensaríamos que era un seguidor del Innombrable, y nos creeríamos la historia que se montó Pettigrew.

—Esto no es lo mismo, él está marcado —el pelirrojo señaló a Draco con reproche.

—Hermione confía en él, y nos está pidiendo que la escuchemos, creo que es lo mínimo que podemos hacer por ella —el elegido sonaba tajante con su repuesta. Ron solo bufó y se echó hacia atrás, apoyándose sobre el marco de la puerta. Hermione le echó una mirada de agradecimiento al moreno y comenzó a explicarles la situación de Narcissa y Draco, a lo que también sumó detalles sobre los movimientos del Innombrable.

—Si lo planeamos bien podríamos tener una muy buena oportunidad para derrotarlo—Hermione terminó su relato con euforia —. Saben que no hemos tenido buena suerte con los horrocruxes.

—¿Horrocruxes? —Draco la miraba extrañado ante la aparición de aquella nueva palabra en la conversación. Él nunca la había escuchado. Hermione miró a Harry con una pregunta implícita en sus ojos, a lo que su amigo le respondió con un breve asentimiento. Ron comenzó a murmurar cosas para sí mismo.

—Los horrocruxes son objetos, Draco. Puede ser cualquiera que se te ocurra, desde una pequeña sortija hasta un libro —comenzó a explicar la chica —. Quien-tú-sabes ha utilizado magia oscura para fragmentar su alma, y ha escondido los pedazos de ella en diferentes objetos. Eso es lo que hemos estado buscando durante el último año. Si los hallamos y los destruimos entonces tendremos una oportunidad de vencerlo a él. Pero si no, entonces nunca morirá.

—Creí que solo estaban huyendo —dijo Draco en voz baja —, pero por supuesto que eso no es para nada Gryffindor —le dedicó una sonrisa a Hermione, aunque Ron gruñó desde la puerta.

—¿Tienes idea de si hay algún horrocrux en tu casa? —el tono de Harry era el más amable que había usado nunca con Malfoy.

—La realidad es que no lo sé, es la primera vez que oigo sobre esto —Draco reflexionó unos segundos antes de continuar —. Aunque Bellatrix y el Señor Tenebroso pasan mucho tiempo tramando cosas, ella es prácticamente su mascota preferida. Después de la serpiente, claro.

—¿Cómo sabemos que no miente? —Ron miraba a Harry con enojo, casi sin poder creerse que su amigo estuviera intercambiando palabras con el rubio. El moreno resopló antes de responderle.

—Ya te lo dije, Ron. Hermione confía en él.

—¿Y si la ha hechizado?

—Estoy aquí, Ronald —Hermione estaba furiosa —, y aprecio tu preocupación pero creo que he demostrado en varias ocasiones que soy capaz de cuidarme sola.

—¿Crees que puedes descubrir algo de lo que ocultan tu tía y el Innombrable? —le preguntó Harry a Draco, ignorando la discusión entre sus amigos, una técnica que había aprendido y perfeccionado con los años.

—Lo dudo. Ella es muy buena oclumante, pero podríamos preguntarle a mi madre. Tal vez tiene detalles que yo no —Draco no estaba seguro de si quería poner a su madre en el medio de aquello, pero en realidad había sido ella la primera en tomar la decisión de traicionar a los mortífagos.

La conversación siguió adelante mientras Harry y Draco continuaban intercambiando detalles que podrían serle útiles al otro. Ron, por su parte, continuó enfurruñado casi pegado a la puerta y lanzando comentarios hirientes cada algunos minutos. Hermione estaba comenzando a sentirse cansada, por lo que se quedó dormida sobre el hombro de Harry, quien se había sentado en una esquina de la cama. Despertó más tarde ese día, cuando el sol ya se había escondido y Draco la obligó a sentarse en la cama para tomarse la poción crecehuesos. Ya solo le quedaban dos dosis. Harry y Ron se habían ido mientras ella descasaba; Malfoy le juró que no hubo incidentes con el pelirrojo, aunque había una sonrisita de burla en sus labios que indicaban que posiblemente lo había hecho enojar antes de que se marchara.

Hermione finalmente estaba recuperándose muy bien. Caminó más allá de la cama o el baño, y bajó las escaleras hacia la cocina a la hora de la cena. Sin embargo los jóvenes no pudieron comer las sobras, pues ella se dio cuenta de que Draco no había conectado el refrigerador a la corriente eléctrica. "Esta es una casa muggle, dragón, no funciona con magia" le dijo con burla. La comida había comenzado a tomar un olor extraño y no querían intoxicarse. A regañadientes Hermione permitió que Draco llamara a Dixie para que les llevara aunque sea algo comestible, e incluso intentó regalarle un gorro de lana que llevaba en su bolsa. Dixie casi se desmaya de miedo, pero logró escapar a las cocinas de Malfoy Manor justo a tiempo.

Draco y Hermione comieron una deliciosa sopa de calabaza mientras hablaban animadamente. El corazón del rubio se estrujó al notar que aquella podría ser una situación que le encantaría repetir diariamente, pero la verdad era que había una guerra a la vuelta de la esquina. Su madre estaba metida en la boca del lobo y eventualmente él también debería hacerlo, al menos si no quería levantar sospechas. Intentó alejar las imágenes que llegaron a su cabeza al imaginarse qué ocurriría con Narcissa si finalmente lo descubrían y catalogaban como traidor. Por un instante la sonrisa de Hermione al recordar sus épocas en Hogwarts le permitieron escaparse de la realidad.