Disclaimer: ninguno de los personajes aquí mencionados me pertenece. Todos ellos son obra de J. K. Rowling, yo solo los utilizo para llamar a mi inspiración y despejar la mente. Esta historia no tiene fin lucrativo alguno.
Consideraciones: la historia irá del presente al pasado, pero en cada caso eso estará avisado. Además, es una reversión de la historia de J. K. desde el libro (o película) número siete. Habrá una gran cantidad de cambios que se alejarán totalmente de la historia original.
Advertencias: aparecerán palabras malsonantes, insultos, situaciones de violencia/tortura/asesinato, así como posibles escenas explícitas de relaciones sexuales. Por favor, tengan en cuenta todo esto antes de leer.
CAPÍTULO XIII
-PASADO-
A principios de mayor las cosas en Hogwarts estaban mal, muy mal. Umbridge imponía reglas cada vez más estrictas y Hermione casi no había podido ver a Draco a excepción de unos pocos minutos en los que se escapaban de sus rondas de prefectos. Además, llevaba el peso extra de ver a Harry con un humor de perros y a Ron rogándole para que hiciera sus deberes. A ello se sumaban las grandes presiones por los estudios y que ella no tenía a nadie para contarle lo que ocurría con Draco. Normalmente no era una persona desalmada ni egoísta, pero últimamente todos parecían tener problemas y olvidar que ella también era humana. Su nivel de frustración estaba bastante alto. Sin embargo todo se terminó de desbordar una mañana durante el desayuno.
—¿Qué toca hoy? —preguntó Ron mientras se servía la tercera porción de huevos revueltos y salchichas.
—Ron, te dará indigestión —le advirtió Hermione —. Hoy es lunes, tenemos Pociones. Tal vez podrías aprenderte los horarios a esta altura del año escolar, ¿no crees? —la chica estaba repasando un ensayo que debía entregar a Snape sobre la poción vigorizante cuando decidió, para su mala suerte, mirar hacia la mesa de Slytherin.
—¿Qué demonios le pasa? —preguntó Ron a Harry. El castaño le hizo una mueca de confusión, intentando no meterse en el medio. Sin embargo Hermione lo oyó.
—¿Sabes qué me ocurre, Ronald? —la joven estaba ofuscada —Que el año está por terminar y aun no te has aprendido los malditos horarios. Tampoco haces la tarea por tu cuenta y no has aprendido siquiera a comer —espetó la castaña con enojo justo antes de recoger sus cosas y marcharse a toda prisa del Gran Comedor. Algunos murmullos se levantaron a sus espaldas y sintió varias miradas sobre ella. Escuchó que Ron dijo "está loca" en voz lo suficientemente alta, apropósito para que se enterara lo que él opinaba sobre ella. Sin importarle nada continuó caminando y se escondió en la biblioteca para hallar algo de paz.
En realidad, la chica no estaba molesta con Ron. O tal vez sí, pero no lo suficiente como para tener una reacción tan efervescente. Su problema era que mientras ella estaba triste por no poder estar cerca de Draco, cargando con la presión de los TIMOS y de las tareas semanales, además de los problemas de sus amigos, el hurón coqueteaba descaradamente frente a todos con un grupito de tontas Slytherin.
Al llegar a la biblioteca buscó el rincón más apartado y oscuro. No tenía intenciones de leer, solo necesitaba estar tranquila por un momento. Sin embargo, rompió a llorar como una bebé a la que le quitaron su dulce. Intentó mantenerse en silencio, pero evidentemente sorber con la nariz e hipar no estaba resultando un plan muy callado. Madame Pince apareció para echarle una reprimenda pero al verla llorar simplemente se alejó sin decir una palabra.
—Bueno, que espectáculo te has montado, ¿verdad? —una voz a las espaldas de la castaña la dejó momentáneamente congelada —Deberías haber visto la cara de Weasley después de que lo expusiste frente a todo el colegio. Yo lo disfruté mucho.
—¿Qué necesitas, Blaise? —Hermione no se giró para verlo, pero su voz estaba notablemente afectada por el llanto que apenas estaba logrando controlar.
—Ey, ¿qué ocurre? —Zabini se sentó en la silla junto a la castaña e intentó observar su rostro, el cual ella ocultaba detrás de su cabello —¿Qué te ha dicho Weasley?
—No es por él que estoy así.
—¿Y entonces por quién?
—Por el idiota de tu amigo —dijo Hermione sin poder contenerse. Blaise y Theo eran los únicos que sabían lo que ocurría entre ellos, y si ella seguía guardándose los sentimientos explotaría otra vez como había ocurrido con Ron.
—¿Draco?, ¿qué ha hecho ese inútil?
—Hace semanas que no podemos tener un momento a solas más que para intercambiar unas miradas, y el sinvergüenza tiene el descaro de coquetear con esas niñas de Slytherin —Hermione tenía un ataque de verborragia —. Pero claro, tiene lógica, ellas al menos son sangrepura.
—Eh, espera ahí —la detuvo Blaise —. No vayas por ese lado, Granger. Creo que Draco te ha demostrado que la sangre no tiene nada que ver con sus sentimientos.
—¿Entonces por qué estaba coqueteando con ellas?
—Porque soy un idiota.
—¿Qué tienes tú que ver en esto?
—Ha sido mi idea, Granger —admitió el moreno —. Mira, déjame explicarte antes de matarme. O antes de que aparezca Madame Pince, lo que ocurra primero.
—Te escucho —dijo Hermione con desconfianza.
—Draco está siendo presionado por su padre para estrechar lazos con alguna joven sangrepura, preferentemente Pansy Parkinson —Blaise se removió en su silla mientras vigilaba hacia los alrededores —. Para un futuro matrimonio, tú sabes cómo funcionan estas cosas —el chico puso los ojos en blanco y negó con la cabeza —. Le propuse que lo hiciera de forma pública para que los rumores crecieran y llegaran hasta los oídos de quien tienen que llegar.
—Habría sido bueno saberlo —susurró la Gryffindor.
—Lo sé, pero tú misma lo has dicho, apenas si han podido verse durante este tiempo.
—Supongo que estaba siendo una tonta —Hermione se golpeó la frente con la palma de su mano —. Debo admitir que me he propasado con mi reacción contra Ron, y todo fue por lo que vi.
—Oh no, Granger. No puedes arrepentirte de eso —el moreno tenía una sonrisa burlona —. Fue lo mejor que ha pasado en Hogwarts en mucho tiempo —Hermione le dio una media sonrisa a Blaise, le agradeció por haberla escuchado y por develarle la verdad y se encaminó hacia sus clases —¡Eh, Granger! —la llamó Blaise por última vez —Draco está realmente prendado por ti —le dijo al oído el chico antes de marcharse delante de ella. Aquello la hizo sonreír.
En clases Hermione trató mejor a Ron, y aunque él la miraba con desconfianza simplemente dejaron olvidada la escena del desayuno. Harry estaba triste y sin ánimos de hablar mucho, por lo que mayormente se mantuvieron concentrados en las lecciones. Cuando llegó la hora de la clase de Snape, que compartían con los Slytherin, la joven vio que Draco estaba también de malhumor, pues le gritó a Goyle por derramar la poción sobre su túnica. Además, no le envió una mirada sugestiva ni le guiñó un ojo como solía hacer. Solo la miró por un instante para luego ignorarla completamente.
Durante el almuerzo Ginny intentó con todas sus fuerzas levantarle el ánimo a Harry, algo que parecía casi imposible. Pero nadie se sorprendía de que el moreno solo le prestara atención a la pelirroja, incluso cuando vivía preocupado por lo que ocurría en Hogwarts. Ron se concentró en comer para ignorar el coqueteo entre su hermana y su mejor amigo. Hermione leía atentamente en El Profeta sobre unos extraños ataques a muggles, que tenían una clara marca mágica, cuando se sintió observada. Al levantar la mirada se encontró con unos ojos grises enojados. Le devolvió una mirada extrañada a Draco y él frunció el ceño con desdén. Aquello no se quedaría allí.
Cuando la tarde terminó Hermione se dirigió a la lechucería y le envió una carta a Malfoy para encontrarse en un aula vacía del tercer piso. Él solo le contestó "te veré allí". Algo raro ocurría y eso la asustaba. Intentó disimular las ansias de salir corriendo para encontrarse con Draco ante sus amigos, fingiendo que tenía tareas retrasadas y se escapó antes de que terminara la cena. Durante su ronda nocturna aquella noche la joven se la pasó observando su reloj con la esperanza de que el tiempo pasara más deprisa.
Mientras vigilaba el pasillo cerca de la Torre de Gryffindor notó que dos personas tenían intenciones parecidas a las suyas: los pies de Harry y Ginny se veían debajo de la capa de invisibilidad mientras se dirigían silenciosamente hacia el séptimo piso. "Van a la Sala de Menesteres", pensó la castaña con una sonrisa. Por suerte había quedado con Malfoy para encontrarse en otro salón.
Hermione logró escabullirse con su propia capa de invisibilidad hasta el punto de encuentro. Al entrar allí vio que ya la estaban esperando. El rubio estaba sentado con sus piernas estiradas y entrecruzadas, mientras su brazo derecho estaba apoyado en el respaldar de la silla. Hermione lo observó unos instantes antes de hacerse visible. Era guapísimo.
—Sé que estás ahí —dijo Draco. La chica se quitó la capa y se acercó unos pasos hacia él, pero no estaba segura de cómo debían saludarse.
—Hola —susurró. El chico la miró con enojo —¿Qué te ocurre?
—¿A mí? —su tono de voz denotaba sarcasmo —Nada.
—Evidentemente algo te pasa —la castaña estaba comenzando a enfadarse también. Draco frunció los labios con despreocupación —Está bien, esto ha sido una pérdida de tiempo y un riesgo innecesario. No estás de humor para hablar —la castaña comenzó a cubrirse nuevamente con la capa.
—¿Es divertido? —escupió el rubio. La Gryffindor se quedó a medio camino y lo miró sin comprender nada.
—¿De qué hablas?
—Zabini. Parece que te hace reír en la biblioteca —la chica negó con la cabeza —. Los vi hoy, Granger. Te seguí después del espectáculo con la comadreja, quería saber si estabas bien. No es propio de ti tener esos ataques. Pero parece que alguien más llegó a consolarte antes que yo.
—No tienes idea de lo que dices.
—¿Cuánto hacen que se ven? —Draco casi escupía veneno con cada palabra que pronunciaba —Debo admitir que Zabini ha sido muy inteligente, ha estado socavando el suelo a mis pies sin que lo note.
—¿Sabes porqué he tenido ese ataque de furia con Ron?
—Ilumíname.
—Porque estoy tan frustrada con Harry y Ron y sus problemas, escuchándolos y ayudándolos, mientras yo tengo que cargar los míos por mi cuenta —espetó la castaña —. Hace semanas que no podemos vernos, te he extrañado tanto y esta mañana al verte coquetear con esas niñas me he sentido como una idiota.
—Eso fue otra idea de Zabini, evidentemente su plan está funcionando a la perfección. Ya te tiene a sus pies.
—Ya me lo ha confesado él mismo, tonto —le reprendió Hermione —¿Sabes qué otra cosa me ha dicho?
—No lo sé, supongo que alguna mentira.
—Que estás totalmente colado por mí —las facciones de Draco se suavizaron al instante —. Y yo me siento igual, Draco.
—No tiene sentido —replicó el rubio.
—Nuestros celos no tienen sentido, dragón. Estamos bajo tanta presión que nos dejamos arrastrar por nuestro enojo —reflexionó la Gryffindor. Malfoy se removió en su silla —. Ven aquí, por favor —le pidió ella.
—Te extraño tanto —dijo Draco mientras se apresuraba a tomarla entre sus brazos.
—Y yo a ti —Hermione se aferró a sus hombros y trepó las piernas sobre sus caderas. El rubio la sostuvo con fuerzas mientras se besaban profundamente.
No tuvieron demasiado tiempo. Filch estaba más atento que nunca, y Umbridge era una bruja malvada que no dejaba que nada se le escapara. Pero sí se prometieron dejar de lado las tonterías y escuchar la historia del otro antes de enojarse por conclusiones erróneas. Ambos regresaron a sus habitaciones con una tonta sonrisa en la cara, sintiendo que no importaba lo que ocurriera a su alrededor, si estaban juntos enfrentarían al mundo.
