Sirius y Bellatrix repitieron el plan varias noches. Ahora que Sirius sabía donde solía quedarse, algunas veces acudía él al club de vampiros. Otras, Bellatrix le visitaba en Grimmauld. Cuando estaban dos días sin verse, él la echaba de menos. Le encantaba pasar tiempo con ella, dormir juntos (o caer en un extático desmayo en caso de que hubiera sexo) e incluso que le mordiera. Empezaba a entender por qué había gente que acudía a los vampiros para ofrecerse como aperitivo: era una sensación adictiva y una conexión muy profunda; lo más parecido al orgasmo sin necesidad de desnudarse. Por desgracia, Bellatrix no se prestaba a hacerlo más de una vez por semana, se sentía culpable por mucho que a él le encantara. Comprobó que con la muggle le pasaba lo mismo.
—Mira, inventé esto —le contó un día Eleanor a Sirius—. Es un vigorizante sanguíneo. Lo hice a partir de una poción reabastecedora de sangre, lo combiné con hierro y vitaminas y así es mucho más eficaz. Los vendo aquí, pídeme cuando quieras.
—Muchas gracias —respondió Sirius contemplando el frasco—. Con esto Bella me podría morder más veces… Lástima que no quiera.
—Me pasa lo mismo —se lamentó Eleanor—. A veces intento hipnotizarla para que se alimente de mí, pero al parecer lo del hipnotismo no es bidireccional…
Sirius sonrió. Obviamente sentía celos de la conexión que compartía su prima con la muggle, pero también veía que se querían de verdad y le alegraba que Bellatrix tuviese a alguien más. En los siguientes meses, saber que su prima contaba con Eleanor le tranquilizó bastante, porque él apenas pudo verla.
Sirius no tuvo un minuto libre: en la Orden sospechaban que Voldemort quería robar algo del Ministerio de Magia y las reuniones y misiones para intentar evitarlo se sucedían. Además salió su juicio contra Fudge y el Ministerio, lo cual le supuso semanas de comparecencias y conversaciones con abogados. Hasta que un día de marzo, finalmente salió la sentencia. Había ganado. Le concedieron una indemnización casi tan cuantiosa como su herencia y Fudge fue inhabilitado de su cargo. Después de celebrarlo durante todo el día, por la noche se apareció en el club para contárselo a Bellatrix.
Entró junto a una marabunta de magos ansiosos por hacer amigos con colmillos. En cuanto puso un pie dentro, Bellatrix surgió frente a él.
—¿Sabías que vendría? —preguntó dándole un beso a modo de saludo.
—No, pero puedo olerte a kilómetros —respondió ella alegremente—. ¿Cómo ha ido, sabes algo ya? Te noto muy feliz.
—¡He ganado! Me van a pagar tanto que ahora sí que no necesitaré trabajar ni aunque viva mil años.
Bellatrix profirió un grito victorioso y se colgó de su cuello con alegría. Sirius la abrazó y se besuquearon de nuevo para celebrarlo. Después se acomodaron en su reservado favorito y pronto apareció la camarera:
—¿Interrumpo? —preguntó Nellie.
—No, pasa —la invitó Sirius sonriente.
—Os traigo lo de siempre —respondió dejando sobre la mesa sus consumiciones.
—Muchas gracias, Nell —contestó Bellatrix dándole un trago a su cóctel—. Me ha dicho Pam que querías hablar conmigo, ¿pasa algo?
—No, no, quería contarte una cosa… —respondió un poco nerviosa.
Sirius se ofreció a darles intimidad si querían hablar a solas. Pese a que Eleanor era el único ser al que Bellatrix tenía afecto aparte de él, le caía bien. Era divertida, enérgica, un poco loca y quería mucho a Bellatrix. Ella nunca tuvo amigas en vida, así que a Sirius le alegraba que al menos ahora tuviese una. La muggle también le había cogido cariño a él con rapidez, así que aseguró que no, podía quedarse. Se sentó junto a la vampira y le contó que había empezado a salir con una chica muggle. Bellatrix frunció el ceño y le pidió más datos.
—Se llama Julia, estudia psiquiatría y le interesan mucho los vampiros. Aunque al parecer trabajó con uno y no le fue bien… Pero le gusta venir aquí y observarlos y también a los magos.
—Le interesan los vampiros y los magos, pero está con una muggle… No te estará utilizando, ¿verdad? —preguntó Bellatrix con desconfianza.
—¡No, no! Le interesan, pero como pareja quiere a alguien de su misma especie, si no sería muy complicado. Tenemos muchas cosas en común y lo pasamos bien… Solo estamos empezando, pero quería contártelo para saber qué te parece.
Mientras Bellatrix lo meditaba, Sirius la felicitó y eso animó a Eleanor. Finalmente la vampira sentenció:
—Me parece moderadamente bien, pero debo conocerla. Como albergue el más mínimo deseo de utilizarte o no tratarte bien, adviértele que sorberé hasta su última gota de sangre.
—Cielo, si le digo eso me maltratará para que lo cumplas, ¿quién no querría que le drenara la mejor vampira del mundo? —preguntó Eleanor sonriente.
Bellatrix sonrió también. Se abrazaron y la muggle le prometió que se la presentaría esa semana. Sirius las contemplaba impresionado. Recordó que años atrás creyó las historias que escuchó de que su prima se había unido a Voldemort y era una abanderada de su causa. ¿Cómo había podido pensar eso de la mujer que en ese momento estaba abrazando a una muggle e intentando protegerla para que nadie le hiciera daño? Bellatrix era la más valiente de todos los Black, Sirius no tenía ninguna duda. Le daba una rabia inmensa que el destino no hubiese sido justo con ella. Cuando finalmente Eleanor se marchó, él se lo confesó:
—Lo siento, Bella, yo tampoco te busqué.
—¿Cómo?
—De joven, cuando me contaron que te habías unido a los mortífagos y desapareciste, yo tampoco te busqué. Y llegué a creer que era verdad, que servías a Voldemort y matabas por él.
—Eras muy joven, Siri, tenías tus propios problemas. Es normal. Bastante tenías ya con los líos de Dumbledore, lo de los Potter y todo eso. Además, la idea fue que todo el mundo lo creyera así, que mi muerte fuese creíble.
—Ya, pero quizá si hubiese hecho algo tú no habrías… —se interrumpió sin atreverse a terminar.
—¿No habría muerto? Soy feliz, Sirius, de verdad. Era una bruja muy poderosa, pero como vampira lo soy mucho más. Y por fin puedo vivir ajena a las imposiciones que antes me agobiaban. Y no me buscaste, pero fuiste tú quien me encontró. Sí que me salvaste.
Sirius asintió algo aliviado con sus palabras mientras disfrutaba de su whisky. Con curiosidad le preguntó si realmente prefería ser vampira que bruja.
—Sí. Ahora el poder está en mí, no necesito una varita, ni una escoba ni ningún otro trasto. Yo soy mi propia fuerza. Además, la magia convencional no me afecta, si ahora Voldemort me lanzase un avada no me haría nada. Le mataré y ni siquiera podrá hacerme frente.
Sirius asintió intentando convencerse de la última parte. Por desgracia, cuando el momento llegó no sucedió así…
Todo empezó (otra vez) en junio. En medio de los exámenes Harry tuvo una visión como las que llevaba sufriendo todo el curso. Solo que esta vez era a Sirius a quien Voldemort tenía atrapado en el Departamento de Misterios. Sintió tal angustia que hasta Bellatrix, a muchos kilómetros de ahí, lo notó. La vampira podía identificar los sentimientos del chico puesto que le dio su sangre el año anterior, pero no solía prestarles atención. Ese día sí que lo hizo. Fue por la tarde y estaba durmiendo, pero se despertó y acudió a la suite de Eleanor. La muggle le preguntó inmediatamente qué sucedía.
—Necesito que salgas fuera y me digas qué tiempo hace.
Satisfecha por poder ayudarla, Eleanor asintió y corrió en camisón hacia la planta baja. Mientras, la vampira se atavió con una larga gabardina con capucha. Dos minutos después la muggle volvió casi sin resuello.
—Nublado, no hay casi sol —jadeó la muggle—. Todo nubes, como siempre en esta ciudad… ¿Puedo ayudarte en algo más?
—Bueno… —respondió dudosa— Tengo que salir y es de día, soy más fuerte cuando acabo de…
—¡Uy qué bien! —exclamó Nellie comprendiéndolo de inmediato y ofreciéndole el cuello.
Otros preferían el brazo, pero el cuello era el lugar favorito de Eleanor. Eso y la cara interna del muslo, pero eso prefería dejarlo para veladas más íntimas… Bellatrix la recostó en la cama y mordió su cuello mientras le acariciaba la cintura. Conocía muy bien el cuerpo de su muggle y era tan hábil con los colmillos como con las manos. Así que pese a ser ella la que se alimentaba, muchas veces era Eleanor la que terminaba más satisfecha.
—Muchas gracias, Nell —respondió la vampira ya saciada.
—A ti —respondió la muggle cerrando los ojos en su nube de placer—. Ten mucho cuidado con…
Antes de que terminara la advertencia, Bellatrix había desaparecido. Se desplazó a toda velocidad hasta Grimmauld Place y llegó sin problemas. Entró sin llamar y primero se cruzó a Kreacher. Había hipnotizado al elfo años atrás para que no la reconociera ni hablase de ella, así que la ignoraba siempre. Ese día también lo hizo, pero lucía una sonrisa cruel que a la vampira no le pasó inadvertida. Lo dejó estar y subió al dormitorio de Walburga guiada por su olor favorito: la sangre de Sirius. Ahí lo encontró curando a un hipogrifo que tenía metido en casa; Bellatrix había decidido no hacer preguntas al respecto. Al final ella —un cadáver viviente muy sexy— era la más normal.
—¡Bella! —exclamó Sirius perplejo— ¡Qué haces aquí, es de día!
—Es Potter. Está muy alterado y asustado, le pasa algo y creo que va a hacer alguna tontería.
—¿¡Cómo!? —preguntó Sirius incorporándose— ¿Pero cómo…?
Bellatrix le mandó callar con un gesto. "¿Oyes eso?" le preguntó aguzando su oído sobrehumano. Sirius iba a responder negativamente, pero la vampira ya había desaparecido. En menos de un segundo estaba en el salón, junto a la chimenea, donde Kreacher se burlaba de un horrorizado Harry cuya cabeza asomaba entre las llamas azuladas:
—El amo no está… —le repetía el elfo con voz cruel— El amo se ha marchado y ya no volverá…
Harry iba a desaparecer cuando vio que alguien se arrodillaba junto a Kreacher.
—¡Bellatrix! —exclamó— ¡Voldemort tiene a Sirius!
—No lo tiene, Potter —le interrumpió ella—. Es una trampa, está usando legilimancia para engañarte.
—¿¡Y dónde está Sirius!? —preguntó Harry igual de angustiado pues no sabía si creerla.
—Aquí, en el último piso, está bajando. Qué quieres que le haga, es más lento que un caracol…
Harry dudaba. Apenas había hablado con la vampira, pero Sirius confiaba en ella, así que él quería hacerlo también. No obstante, ese asunto era demasiado importante como para no asegurarse. A eso se le unía el miedo a que se había colado en el despacho de Umbridge que podía volver en cualquier momento… Por suerte, un segundo después, apareció Sirius casi tan agotado como cuando tenía sexo con su prima. Había bajado los cuatro pisos en tiempo record; cuando Harry decidía hacer una estupidez, había poco tiempo para frenarlo.
—¡Harry! No sé qué pasa, pero estoy perfectamente.
—¡Menos mal! —exclamó el chico ya visiblemente aliviado— He tenido una visión que no entiendo… Hasta ahora todas habían sido reales y cuando Kreacher me ha dicho que no estabas y no volverías…
El elfo había intentado escabullirse, pero Bellatrix lo tenía firmemente sujeto por el cuello. Lo miró a los ojos y le exigió que les contara qué sucedía. La criatura entró en el trance hipnótico de la vampira y confesó:
—El Señor Oscuro quiere tender una trampa a Potter para que vaya al Ministerio. Kreacher le ha contado a la señorita Cissy que el crío mestizo haría cualquier cosa por su padrino y lo han usado contra él. Kreacher ha herido al hipogrifo para distraer al amo como le han indicado que hiciera si Potter quería comprobarlo. El amo es un traidor que…
—¡Me vale con eso! —exclamó Harry desviando la mirada— Tengo que irme, Umbridge controla el colegio y Dumbledore está desaparecido. ¡Adiós!
—¿Cómo que Dumbledore…? —empezó a preguntar Sirius, pero la cabeza de su ahijado ya se había esfumado.
Se quedó contemplando las llamas mientras sacudía la cabeza. "Me van a matar entre unos y otros, y ni vampiro ni escregutos en vinagre, que me dejen morirme tranquilo" pensó el mago. Al menos no estaba solo…
—Muchas gracias por salvarlo de cometer otra estupidez, Bella. Ojalá estés para la siguiente… -respondió Sirius medio en broma, medio completamente en serio.
—Sí, sí, de nada —respondió ella arrastrando las palabras. No se levantaba de buen humor y menos si se debía a que bebé Potter había perturbado su sueño—. Buenas noches, subo a tu cuarto que es mi hora de dormir —respondió la vampira desapareciendo escaleras arriba sin apenas pisar el suelo.
