By their niece - Por su sobrina

        Por su sobrina

                    Por Tóran

      Capítulo 3

      Ya estamos, me ha vuelto a pasar lo de siempre... ¿Mmmmh...? ¿Todavía estamos en la nave? Sí... Pan me acuna, están hablando entre ellos en voz bajita, bajita... uy, qué daño, los ojos... ¡Cuánta luz! No sé cuanto rato hace que estamos en la nave... me he dormido... es que yo cuando estoy muy bien, siempre me duermo!

      Espero que no estemos volviendo a casa, todavía... ¡qué rabia me daría haber estado durmiendo toda la tarde! Pero es que Pan me cuida tan bien... no puedo evitarlo, ¡me duermo!

      Muevo un poco la cabeza, quiero mirar por la ventana, y ellos se dan cuenta de que me he despertado y me dicen cositas. Que soy una dormilona...¡sí que es verdad! Pan me da un besito en la cara y me dice que llegaremos pronto, y que ya veré lo bien que me lo voy a pasar, y yo le hago la sonrisa más grande que tengo dentro de la boca, porque eso quiere decir que aún no estamos volviendo a casa.
      Por la ventana se ven casas, abajo... casitas como mi casa la cece, pero mucho más pequeñas. Allí debe de vivir gente muy, muy pequeñita... quizá yo vivía en un sitio así, de casitas tan pequeñas, cuando todavía no había llegado a la cece. Yo no me acuerdo de haber vivido en otro sitio, pero debe de ser verdad, porque mamá a veces dice cosas como, cuando la niña todavía no estaba, cuando aún no la habíamos tenido, cuando estábamos esperando a que llegase... o sea que supongo que no he estado siempre en la cece... yo debía de ser muy, muy pequeña, por eso no me acuerdo, de antes de llegar. O sea que lo mismo vivía en un sitio así...en una casita pqueñita, pequeñita... ¡salí de una máquina como las de la cece, y estuve viviendo en una casita de hormiguita hasta que papá y mamá vinieron a buscarme!

      ¡Qué casitas tan bonitas, hasta tienen árboles pequeñitos, y florecitas! A lo mejor mi primito o primita está viviendo aquí, ahora... está esperando a que el tío y Pan vayan a buscarlo, para tener un papá y una mamá... ¡pues más vale que se den prisa, porque si no se hará muy grande y se le saldrán los brazos y las piernas por las ventanas! Ay, pero es que el tío y Pan son demasiado vergonzosos... no tendrían que tener tanta vergüenza, los mayores. Si el tío siempre está diciéndome que quiere ser papá con Pan, ¿por qué no se lo dice a ella? ¡Si no se lo dice no lo va a saber nunca! Pero le da demasiada vergüeeeeenza... tendrían que ser papás, porque así, se casarían. Y se casasen, Pan sería mi tía Pan y como estarían casados, siempre estarían juntos, y mamá y la yaya me dejarían estar más tiempo con ellos porque de Pan sí que se fían.

      El tío aprieta botones, gira la rueda y empezamos a bajar. Lo hace demasiado despacio. ¡Un día sí que fue divertido!, ¡no sé qué botón apretó que empezamos a bajar muy, muy deprisa! Y el pelo se le tiró hacia arriba, así, como si estuviese haciendo la vertical, pero al revés, y la barriga me hacía muchas cosquillas, y supongo que a él también, porque estuvimos riéndonos mucho rato, incluso después de que él parase la nave y nos bajásemos. Y me preguntó si me había gustado la sorpresa, y yo le di un beso muy gordo, para decirle que sí.

      Pero ahora baja despacito... supongo que es porque hoy Pan viene con nosotros. Hace mucha gracia el tío, cuando Pan está con nosotros, siempre intenta que las cosas le salgan muy bien, para que ella esté feliz... ¡claro que como es un desastre, mi tío, siempre se acaba equivocando en algo! Mamá dice que el tío, en lugar de manos, tiene pies. ¡Está loca mamá! ¡Pero hace mucha gracia! Dice que todo lo que coge acaba cayéndosele, pero eso no es verdad. Sí que es verdad que muchas veces se le caen cosas por el suelo, o las hace caer de sitios, pero a mí me ha cogido un montón de veces en brazos y nunca le he caído. Y tampoco se le cae Pan cuando la abraza, claro que Pan tiene los pies en el suelo...

      Siempre se esfuerza mucho el tío para que ella esté contenta... y si se equivoca, dice algo que haga gracia, rojo, rojo, para que Pan le perdone. ¡Es tonto el tío! ¡Si Pan nunca se enfada con él!, ¡nunca!

      Hemos llegado al suelo. Pan sale fuera, conmigo en sus brazos, y esperamos a que el tío saque el cochecito y haga magia otra vez, haciendo que la nave vuelva a ser un caramelillo...

      ¡Andaaaaa, a qué sitio más bonito hemos ido! ¡Mira, un señor que vende globos! ¡Tiene de todos los colores! Y allí hacen algodón de azúcar, las nubes rosas ¿lo ves, Pan? ¡Quiero que me compréis uno...! ¡No me ensuciaré, de verdad! ¡Quiero una nube rosa!

      Me sientan en el cochecito y empezamos a andar hacia delante. ¡Ey, ey, que nos pasamos de largo las nubes! Me giro, ¡ojalá supiese hablar lo suficiente como para pedir una! Las señalo, tienen que entenderme, ellos casi siempre me entienden. El tío me sonríe y me acaricia la cara. Me dice que luego, cuando nos marchemos, que ahora me ensuciaría mucho. Es que pasa que la quiero ahora, tío... él me dice que no podré hacer nada si estoy comiendo, y me dice que no me preocupe, que luego sí me la comprarán. Me giro hacia delante, se oye música. ¡Cuánta gente hay aquí, y cuántos colores! Está bien, luego ya me la comeré... aquí deben de haber un montón de cosas para hacer y si tuviese el algodón lo mismo no me las dejaban hacer... y como me ensucio tanto, ¡quizá vendrían mamá o la yaya y me llevarían a casa para lavarme! ¡Y yo no quiero! Eso mismo, ya volveré a pedirla después... no quiero perderme nada, pero nada, de lo que pase aquí.

      Pasamos por un sitio raro, como una casita, y el tío le da algo a un señor que hay dentro. Uy, el señor debe de haberse puesto muy contento, porque, a cambio, le ha dado al tío unos papelitos... ¡fíjate cuánta gente hay aquí! ¡Y hay un montón de niños! Mira que si esto es la escuela... pero no, porque los niños van con mochilas, a la escuela, mochilas iguales que las que llevan los chicos de la clase de Pan, y aquí ningún niño lleva... todo el mundo se ve muy contento. ¡Mira, mira, allí venden más globos! ¿Me compraréis uno? ¿Sí?

      Me giro para pedirlo y me hacen mucha gracia el tío y Pan, porque el tío me empuja el cochecito y Pan le coge de un brazo, como si tuviese miedo de caer... y se están mirando con eeeeesas caaaaaaras que ponen sieeeeempre cuando están pensando que quieren casarse... no sé qué dicen, porque aquí hay mucho barullo y mucha música, pero debe de hacer gracia, porque no dejan de sonreír. ¡Y mira que son guapos! A ver si alguien piensa que soy su hijita, y se lo dice, y ellos se dicen ya de una vez que quieren casarse y tener un primito...

      El tío acaba de darle un besito a Pan, en la cara. ¡Ey, ey, tío, yo también quiero uno! Me giro del todo, quiero que me dé un beso, ¡qué es mi tío favorito! Imito la cara que pone Pan cuando el tío le da besos, sí, la misma que pone ahora, con una sonrisa muy gorda, y los ojos mirando para abajo, y roja, y me debe de haber quedado muy bien porque los dos se ríen y me dicen cosas bonitas. Me preguntan si me gusta el sitio donde hemos ido. Pues claro que sí, siempre me gustan, ¿pero qué es? ¿Dónde estamos? ¿Qué vamos a hacer? ¡Estoy impaciente!

      Andamos un rato más, bueno, ellos andan y se turnan para empujarme. Tengo que girarme a cada momento, no quiero que dejen de darse la mano, pero incluso cuando se cambian para que el otro lleve el cochecito, no dejan de cogerse. Ahora que ya me he acostumbrado al ruido y a la música, les oigo un poco mejor. Me parece que hablan de otra vez que vinieron a este sitio, se ve que se lo pasaron muy bien, y que montaron en muchas... ¿atracciones? No tengo ni idea de qué puede ser eso, pero debe de ser divertido, porque ellos se ríen... claro, debe de ser eso, ¡hemos venido aquí para montarnos en las atracciones! ¡Qué bien que no me hayan comprado la nube rosa!, porque seguro que no me hubiesen dejado montar... ¡y yo, solita, sin ellos, no quiero quedarme!

      Nos hemos parado otra vez, delante de una especie de casita como la que había al principio, cuando nos hemos bajado de la nave. Hay mucha gente parada también, niños y papás, y otro niño como yo en un cochecito. Le digo hola con la manita, y él me sonríe un poco, me parece, porque no le veo la boca por debajo del chupete...

      ¡Ey, fíjate, me vuelven a coger en brazos! ¿Es que vamos a subirnos a la nave otra vez? ¡Yo no quiero volver a casa todavía, Pan, tío!

      ¡Qué susto! No volvemos a casa. Estamos en una especie de... ¿taza? Sí, como una taza de las de la leche o de la papilla, pero tan grande que cabemos dentro los tres. ¡Hace mucha gracia! El tío me tiene en su regazo y Pan está delante. Me avisan que no me mueva mucho, y que ya veré como me gusta mucho. ¡Ey, sí que es una nave, porque subimos! ¡Mirad, mirad, desde aquí también se ven las casitas pequeñitas donde viven los primitos y los niños que todavía no han ido a la cece...!

      Pan y el tío se miran, sonrientes. A lo mejor están pensando que ya es hora de ir a buscarlo. Se han vuelto a dar las manos... no dicen nada, y yo miro al tío. Pone la cara que siempre pone cuando quiere decir una cosa y le da vergüenza, y entonces se queda callado... y miiiiira a Pan... si supiese hablar lo suficiente, le diría que no tuviese vergüenza. Aquí arriba no puede oírlo nadie... sólo nosotras dos, pero no pasa nada, ¿verdad?, porque él es mi tío y Pan su mejor amiga... claro que a veces quien le da más vergüenza en el mundo al tío es Pan... ¡anda, se me ha ocurrido una idea para cuando sea mayor y sepa hablar bien del todo! Antes lo he dicho de broma, pero ahora ya no: como yo no le doy vergüenza al tío, él me puede decir las cosas que le quiere decir a Pan y yo, luego, se las digo a ella, que a mí los mayores no me dan vergüenza, y menos Pan, ¡que es mi mejor amiga! Pero claro, para hacer eso, primero tengo que saber hablar bien del todo...

      Muy bien, muy bien, al final el tío se lo ha dicho, ¡sin que yo tuviese que aprender a hablar bien! Le ha dicho que es preciosa... sí que lo es, sí. Aquí arriba hace mucho viento, y le tira el pelo hacia así, hacia atrás, como si Pan estuviese corriendo. Y tiene los mofletes rojos y los ojos muy, muy negros... Parece una princesa de esas que salen dibujadas en unos libros que a veces me enseñan los papás o la yaya... no, ya sé qué parece, parece ese dibujo que hizo un día el tío, dibujó a Pan así, con el pelo hacia atrás, y le pintó unas alas muuuuy, muuuuy grandes, de color blanco, en la espalda, como si fuese un pajarito... ¡Qué gracia hacía Pan con esas alas! Seguro que a ella también le hubiese hecho mucha gracia, pero el tío no se lo ha enseñado nunca. Quizá tiene miedo de que se enfade porque se parece a un pajarito... ¡pero si los pajaritos son muy bonitos! ¡A mí me gustan!

      Subimos y bajamos. Esto es como una rueda. Las casitas de los niños se esconden detrás de una montaña cuando bajamos, y cuando subimos, vuelven a salir. Y Pan y el tío han dicho que están muy bien cuando están juntos, sin dejar de sonreíiiiiiir, de sonreíiiiiiiir... yo también estoy muy bien con ellos. Ojalá se lo pudiese decir, pero ellos ya me entienden, ellos casi siempre me entienden.

      Bajamos de la taza cuando la rueda deja de dar vueltas, se debe de haber cansado, y me vuelven a sentar en el cochecito. El niño del chupete ya no está. Debe de haber subido a la rueda, él también. Qué pena que la rueda ya se haya cansado, porque si no, podría ver las casitas...

      Este sitio es enorme. Hemos pasado por al lado de unas naves que iban por encima de una vía como de tren, y que iban muy rápido, muy rápido... pero a Pan y al tío no les debe de haber gustado, porque no se han parado, aunque a mí me hubiese gustado probarlo... Donde sí que nos hemos parado ha sido delante de una especie de tren, que iba mucho, mucho más despacio que las naves, pero que también ha sido muy divertido porque el tío se ha montado conmigo y casi no cabía, tiene las piernas demasiado largas, mi tío, y la cabeza demasiado arriba... pero se ha subido para abrazarme, mientras Pan sacaba una foto. Luego le ha dicho que se la pondría en su habitación, en la pared, ¡y yo también la quiero! Esa foto y también quiero otra que salgan ellos dos dándose un beso, que es cuando me gustan más; que me dejen la cámara y se la saco, y luego mamá me la cuelga en la pared... Mi pared es un rollo, porque sólo hay una foto mía de cuando era más pequeña, y estoy fea porque estoy muy roja y con los ojos cerrados y no parezco yo, aunque mamá me lo contó un día, que esa niña era yo cuando llegué a la cece... por eso quiero una foto de Pan y el tío, porque son muy guapos y quedarían muy bien y porque yo les quiero mucho, al tío y a Pan.

      Hemos vuelto a pararnos, ahora delante de un edificio. Aquí no hay niños como antes, busco al niño del chupete, pero sólo hay mayores. Tampoco hay tazas, ni una rueda, ni un trenecito. Sólo un edificio un poco raro, como de color lila y rosa, con una boca muy negra, como si fuese un túnel. De momento no nos acercamos, Pan y el tío hablan entre ellos, sonríen, pero parece que no sepan qué hacer. Dicen que quizá a mí no me gusta. ¡Ey, seguro que sí! ¡Pero si ya lo saben, que a mí siempre me gusta! Sí, ya lo deben de saber, porque ahora dicen que, de hecho, sí que podemos montarnos porque es una atracción muy tranquila... y después dicen que no hay muchas, de tranquilas, para mí. Hasta que al final el tío dice, ¿tú quieres entrar?, y Pan le dice que sí. ¿Seguro?, vuelve a preguntar el tío. Me río, el tío es un desastre, no sé si está sordo o qué pasa, que siempre hace que le repitan las cosas un montón de veces. A mamá eso no le gusta, claro que a mamá no le gusta casi nada del tío, pero a mí me hace mucha gracia. Siempre pregunta, ¿seguro?, ¿seguro?, ¿seguro?, sobretodo a Pan...

      O sea que vamos a entrar dentro de este túnel... parece que esté oscuro. No va a dar miedo, ¿verdad?

      ¡Ey, se entra montado en una barquita! ¡Y qué bonita es la barquita! ¡Tiene forma de pajarito!
      Lo mismo no es una barquita, entonces, ¡lo mismo es un pajarito de verdad! Seguro que no dará miedo, Pan y el tío nunca me llevan a sitios que den miedo, y, además, no puede dar miedo, con una barquita tan bonita...

      Nos sentamos, ahora yo voy en el regazo de Pan, y ellos están sentados uno al lado del otro. Cuando el pajarito ve que estamos bien sentados, empieza a nadar hacia el túnel. Es muy bonito, porque parece una cuna, vamos arriba y abajo, despacito... se está muy bien... ¡espero no dormirme, por eso! ¡No quiero perderme nada de lo que haya aquí dentro!

      No está tan oscuro como parecía desde fuera, sólo un poco, pero no mucho. ¡Ey, en el techo hay estrellas como las que tiene Pan en su habitación! ¡De las que salen cuando se apaga la luz! Qué bonito queda, hay muchas...

      Se oye música, pero diferente de la de fuera. Está mucho más bajita. Y es más bonita. El instrumento que la toca se llama flauta, me lo enseñó la yaya. Pan me acaricia el pelo, hablan bajito entre ellos, el pajarito nada desapaciiiiiito... Ay... me quedaré dormida...

      Hay dibujos en las paredes. Son raros, pero bonitos. Fíjate, también hay estrellas en las paredes. ¡A qué sitios más bonitos me lleváis, tío, Pan, os quiero mucho!

      El tío le ha pasado un brazo por detrás de la cabeza de Pan y Pan le ha puesto la cabeza en el hombro, como a mí me gusta. El tío, con una mano, le hace lo mismo que me hace Pan a mí, le acaricia la cara y le toca el pelo... no entiendo muy bien qué se dicen, porque hablan muy bajito y sólo me llegan unas cuantas palabras... y con la música de flauta...

      Me gusta mucho cuando Pan y el tío están así, tan dulces, cuando se cuidan tanto... me gusta que se digan cosas bonitas, como ahora, que el tío le ha dicho que no podría vivir sin ella.... ¡yo tampoco podría vivir sin ellos, les quiero mucho, les echaría mucho de menos! Y la Pan le ha dicho que ella tampoco... uy, uy, que me parece que aquí dentro del túnel no tienen tanta vergüenza como afuera, porque se están diciendo muchas cosas que fuera les hacen poner rojos... claro que aquí es distinto, porque como está un poco oscuro y eso, ¡no se ven las caras y no lo saben, si el otro está rojo! Quizá por eso no tienen tanta vergüenza... anda, al tío se le debe de haber pasado mucho, la vergüenza, porque le acaba de decir, me parece, que ella es un ángel.... y él sólo habla de ángeles cuando Pan no está, nunca delante de ella, no lo sé, quizá a Pan no le gusten, pero sí, sí que le deben de gustar, porque me he girado a ver que cara ponía y la he visto muy contenta, con los ojos así, medio cerrados, apartándole al tío los pelos que tiene siempre por delante de la cara, y que la yaya siempre le está diciendo que se corte, que no ve... él se los sopla hacia arriba cuando le molestan, es muy divertido, pero me parece que le gusta más que Pan se los aparte, porque cuando se lo hace él solo, no pone esa cara de feliz que ha puesto ahora...

      Me gustan las caras que ponen... son las mismas que ponen papá y mamá después de darse un beso en la boca, de los que duran tanto... ¿Esas caras querrán decir que ahora ya van a decirse que quieren casarse, de una vez?

      Los mayores saben muchas cosas. Como siempre tienen tanta vergüenza, han tenido que inventar esta especie de túnel para poderse decir las cosas dentro, las cosas que no se atreven a decirse fuera... a lo mejor cuando yo sea mayor y también tenga vergüenza como los mayores tendré que venir aquí con el que querré que sea papá conmigo, para decírselo... será bonito... entonces seré yo quien tendrá la cabeza en el hombro del chico que se casará conmigo y llevaré una niña como yo en el regazo. ¿Pero quién será esa niña? Bueno, no lo sé, ya me lo pensaré, todavía me queda mucho, para ser mayor, tengo que esperar a que me crezcan las piernas y los brazos tanto como a Pan y al tío, y tengo que aprender a hablar bien, y, ¡uy!, también tengo que ir a la escuela... ¡lo mismo me queda todavía un año, para ser mayor! ¡O sea que ya tendré tiempo para pensármelo!

      No dejan de darse besitos, en la cara y en el pelo. Me encanta estar aquí dentro con ellos, porque están muy felices, y si ellos están felices, pues yo también lo estoy. Y el pajarito sigue nadando, y hay muchas estrellas, y al tío y a Pan les brillan los ojos, como si también los tuviesen llenos de estrellas... Ojalá este túnel sea muy largo, y que dure mucho, mucho rato el viaje... hasta que se lo digan todo, que si no fuera volverán a tener vergüenza...

      Ahora hace un rato que están callados, y yo también me he apoyado en el tío, como Pan... me empieza a dar sueño otra vez... y si no hablan me dormiré, con esta música, y el ruido del agua, y el pajarito que se mueve como mi cuna, y Pan que me acaricia... ahora el tío la llama, en voz muy bajita, la llama Panny, como siempre la llama él, que es un nombre muy bonito porque lo dice con una voz que me gusta mucho; pero no sé por qué la ha llamado, porque luego ya no dice nada más...

      Se acercan un poco más y yo me caigo hacia el tío porque me he resbalado un poco, un poco sólo, y cuando me siento bien otra vez y me giro para mirarlos, a ver qué ha pasado, me doy cuenta de por qué no hablan desde hace rato. Si es que se están dando besos, pero besos como los de antes, los de la cara y el pelo, no, de esos no, ¡se están dando besos de esos que duran tanto rato y son tan bonitos porque son los que se dan mamá y papá en la boca para decirse que se quieren...!

      No se han dado cuenta de que yo les miro y siguen con los besos, se acarician el pelo y la cara, y yo escondo un poco la carita en la barriga del tío porque quiero que piensen que no estoy, y que sigan... se dicen cosas, pero se dan tantos besos en la boca, ¡que yo no las entiendo!, aunque supongo que ellos sí, porque se ríen, y sonríen...

      Son tan guapos... cuando yo sea mayor quiero ser tan guapa como ellos, ¡sí, eso mismo...! Ya era hora que se diesen besos... ¡si es que los dos lo querían hacer siempre, pero les daba demasiada vergüenza...! Hubiésemos tenido que venir aquí mucho antes, y así no hubiesen tardado tanto. ¡Uy, qué bien le quedará, a Pan, un vestido de esos blancos con la cola taaaaan laaaaaarga, cuando se casen, porque quedará muy bonito, el color blanco y el color negro de su pelo, los dos juntos...
      Me arrodillo sobre sus piernas y les doy besitos yo también, entonces ellos paran de darse besos y me miran un momento, antes de ponerse a reír y abrazarme. ¡Lo siento...! ¡No lo he podido evitar! ¡Pero es que tío, Pan, sois tan guapos que os lo tengo que decir, y os habéis dicho una cosa tan bonita, que me he puesto muy contenta!

      ¡El tío y la Pan se han dicho que se quieren!

      El tío le ha dicho, te quiero muchísimo, Panny, con esa voz tan bonita que pone él cuando habla de Pan, o de ángeles, o de su niña, su pequeñita, que aún no sé quién son porque pensaba que era yo, pero lo dice cuando yo estoy delante, o sea que supongo que no soy yo... ¡Ah, claro, debe de ser su hijita, la que vive en las casitas! ¡Ahora ya la podrán ir a buscar, muy pronto, cuando se casen!

      Y Pan le ha dicho que ella también le quería, mucho... y al cabo de un segundo, como si no se acordase que se lo acababa de decir, le ha abrazado muy fuerte, ¡pero mucho!, y se lo ha dicho muchas veces seguidas, así, te quiero, te quiero, te quiero, te quiero muchísimo, Tóran, que es el nombre que utiliza ella para llamar al tío y que es tan bonito como Panny, y a cada te quiero le ha dado un beso en los labios... el tío ha puesto una cara de ser taaaaaan, taaaaan feliz, que he pensado que se iba a caer del pajarito, y qué pena daría si cayese, porque se quedaría todo mojado, y si cayese Pan no podría seguir abrazándole...

      Y ahora toda la gente que hay por aquí fuera debe de estar pensando que nosotros tres somos muy felices porque ya se ha terminado el túnel y el pajarito nada por el agua de fuera, y todavía estamos los tres abrazados, dándonos besitos, ellos en la boca porque se casarán y yo en la cara...

      Me parece que ahora ya se han dado cuenta de que ya no estamos dentro, porque han parado y sólo se miran, sonriendo como lo hacen papá y mamá... los dos están rojitos, pero ahora ya no importa, porque ya se lo han dicho todo... qué contenta estoy...

      Bajamos del pajarito y le digo adiós, porque nos ha ayudado un montón. Me meten en el cochecito y vuelven a empujarme, volvemos a caminar por entre la gente, la música y los globos, pero yo ni me los miro, sólo quiero verlos a ellos, por eso me giro en el cochecito y no les quito los ojos de encima. Caminan abrazaditos y se dan besos de vez en cuando. Otra vez me pierdo palabras, estoy demasiado abajo, sólo me llegan trocitos de lo que dicen...

      No sé cómo he podido aguantar tanto, dice el tío, soy un idiota.

      Y Pan le dice que no, que ella no piensa eso, que es un sol, sí, ¡cómo el de la canción! ¡Yo tampoco pienso que sea un idiota, el tío!

      Y no paran de decirse que se quieren... es como si ahora se estuviesen diciendo todas las cosas que les daban vergüenza...

      El tío le dice eso del dibujo donde le pintó unas alas, le dice que la ha dibujado muchas veces, y ella hace como si se enfadase, ¿por qué no me los has enseñado nunca?, y él sonríe, te los regalaré todos, al fin y al cabo, dice, sólo los he hecho para ti... te quiero...

      Yo también te quiero, dice ella...

      Eres lo mejor que me ha pasado nunca...

      Tú también eres mi mejor...

      Eres mi vida, te quiero más que a nada en el mundo...

      No te alejes nunca de mí... te necesito... te quiero...

      ¡Te quiero, te quiero, te quiero!

      Cuando volvemos a pasar por la casita donde antes un señor le ha dado esos papelitos al tío, Pan me coge en brazos y el tío hace magia con el caramelito, y la nave roja, ¡puf!, ¡vuelve a aparecer! Y antes de subir Pan me pregunta, ¿te lo has pasado bien, Blau?

      Y yo le digo una cosa que llevo mucho tiempo preparándome, mirando como lo decía el tío y esforzándome para pronunciarlo igual... para decírsela cuando se fuesen a casar, ¡cuando por fin se dijesen que se quieren de una vez! No sé si me sale muy bien, pero bueno, es lo suficiente para que me entiendan, y de momento ya está bien...

      Le digo, sí, tía...

      Y ellos dos se abrazan de nuevo y se dan un beso enorme, y a mí me gustaría tener los bracitos tan largos como para abrazarles a los dos a la vez.

      He cambiado de opinión. ¡Es ésta, la foto que quiero tener colgada en mi habitación!