Lux' Hope (La Esperanza de Lux) parte 3

LUX' HOPE (LA ESPERANZA DE LUX)
by Elenis ;)

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PARTE 3

Me sorprendía que en el instituto, la fascinación por las Lisbon no creciera al mismo ritmo que su compasión por ellas. Ya desde antes de la muerte de Cecilia habían sido como ángeles intocables, pero después de eso se convirtieron en poco menos que diosas. Los chicos las observaban en silencio. Abe, Sid y Peter las espiaban desde la casa de Tim. Eran las chicas que todos deseaban y pensaban que nunca podrían alcanzar.

El suicidio de la más joven no había sido sino un aliciente en aquella carrera de morbo que yo no llegaba a entender. Muchos soñaban con poseerlas, y supongo que ellas también acariciaban románticas aventuras ficticias. Sin embargo, yo era casi la única chica que se interesaba por las Lisbon, y una de las pocas personas que sufría por la impotencia de no poder hacer nada por ellas.

Lux cambió con la muerte de su hermana. Esos rasgos inconstantes y volubles de su temperamento se agudizaron aún más. Yo también me volví más callada y me resigné a aceptar que no podía influir en la vida de las Lisbon. Pero el giro que dio Lux en un sentido me sorprendió, porque no lo esperaba: comenzó a coquetear con los chicos. Yo sabía que hasta entonces lo había hecho alguna vez – porque Tim me lo había contado –, pero desde lo de Cecilia lo exteriorizaba mucho más. Fue algo que pronto la distanció de sus hermanas mayores y la convirtió en el principal objeto de deseo del instituto. Su repentina obsesión por el sexo masculino me desconcertaba. Mi interés por los chicos siempre había evolucionado de forma lineal, sin sufrir graves alteraciones. El de Lux parecía subir y subir.

Fue Lux quien me dijo que quería fumar. Pasamos largos ratos en el servicio (aquel famoso servicio de chicas, sí) compartiendo cigarrillos y susurrándonos las últimas noticias. Ella se sentaba en el lavabo. Algunas veces me cogía de la mano. Yo sonreía con timidez, contemplaba los restos de pintalabios rosa pálido en la boquilla del cigarrillo y me lo llevaba a los labios, consciente de que había algo erótico en poner mi boca donde segundos antes Lux había puesto la suya. Cuando Lux tosía por el humo, nos reíamos.

Pese a la tristeza por la reciente pérdida, aquéllos fueron buenos días. Lo único que me dolía era el hecho de que Lux hubiese comenzado a salir con chicos. A menudo se escabullía de mí y se sentaba en la hierba con algún chaval de los últimos cursos, que le ofrecía patatas fritas y se la comía con los ojos mientras intentaba cogerla de la mano. Abe, que vivía en la casa de enfrente a la mía, me aseguraba que Lux llevaba ya un tiempo saliendo con chicos a espaldas de sus padres. Pero yo no quería creerlo. Para mí, existía un antes y un después de la muerte de Cecilia. Lux siempre había mantenido su sexualidad en secreto. Era una especie de adolescente en el armario, que de pronto había decidido salir de él.

Por otra parte, los chicos que Lux seleccionaba para su divertimento eran los peores del instituto. A veces me preguntaba si lo hacía adrede. Una tarde fue a pasear con Josh Goose. Al día siguiente Josh aseguraba que se la había tirado y que había sido el polvo más excitante de su vida. Yo fui a preguntarle a Lux.

-No lo hicimos- aseguró Lux -. Pero Josh es un idiota. Me da igual lo que diga de mí.

Otro día me suplicó que la acompañara al cine con George Harris; su madre no la dejaba ir sola. Tras un par de llamadas de teléfono y una penosa explicación del asunto a sus padres, conseguimos su permiso. Tuve que pedirle a un chico que fuese mi acompañante, mi buen amigo Chuck Moffett. Por suerte, Chuck comprendió cuando le expuse el asunto. Fuimos bien vestidos y quedamos con ellos en la puerta. Aun con una falda demasiado larga, Lux estaba radiante. Sonreía emocionada. No podía decirse lo mismo de George, un muchacho granujiento que miraba a derecha y a izquierda por si algún conocido se percataba de que estaba con Lux Lisbon. La película fue muy mala, y la cita en sí, un desastre. Lux no paraba de tontear con un George cada vez más exaltado. Yo me sentía furiosa. Chuck trató de darme conversación, pero fue inútil. Se ofreció entonces a acompañarme a casa. Nos despedimos con frialdad de Lux y George.

A la mañana siguiente, mientras íbamos al colegio, Lux me dijo que George era un grosero y que no quería volver a verle. Yo no sabía qué pensar. El comportamiento de Lux me resultaba extraño. Tampoco lograba entender por qué, teniendo a todo el instituto a sus pies, sólo salía con los chicos más feos, fatuos y estúpidos. Tim y Sid me habían pedido varias veces que les consiguiera una cita con Lux. Aunque yo no estaba por la labor, al menos me hubiese gustado mucho más que saliese con uno de ellos. Supongo que en aquellos tiempos Lux hacía todo lo posible por desprenderse del fantasma de Cecilia, que se cernía como una sombra sobre ella y sus hermanas. Pero salía con esos idiotas porque no creía merecer nada más.

***

Trip Fontaine cayó en el instituto como una pera que ya está madura. Yo apenas le recordaba. Había cambiado mucho; estaba alto, formado, guapo. Noté que Lux le miraba. Y no sólo ella, también el resto de chicas. Durante el recreo, se formaron corrillos que comentaban sobre él con admiración. Las hermanas Lisbon no se unieron a ellos. Como siempre, preferían guardarse sus opiniones para ellas mismas. Sólo Lux dirigía algún vistazo furtivo – tan furtivo que nadie excepto yo se habría enterado – al lugar donde el joven se había sentado para hablar sobre cómo se cultivaba la marihuana. El hecho de que Trip fumase marihuana causaba furor en un instituto como el nuestro, lleno de chicos ávidos por descubrir nuevas sensaciones.

Tim suele decir que Trip fue el único chico que conoció de verdad a Lux. A veces creo que debería darle la razón. Desde luego, no la conoció como yo, pero la conoció en otras formas. Conoció su pasión. No dejo de envidiarle por eso. No sé dónde estará ahora. Creo que acabó en un psiquiátrico.

Él fue para mí un tormento. Chuck solía pensar que yo tenía celos de Lux por salir con chicos; y lo de Trip no fue una excepción. Pero yo no estaba celosa de Lux, sino de Trip. Los otros me daban envidia, pero cuando Trip irrumpió en nuestra vida, las cosas fueron a peor. Por aquel entonces, yo no sabía lo que me ocurría con Lux. Sólo tenía claro que quería estar con ella, y que Trip Fontaine era poco menos que una amenaza. Era el único digno de ella. Yo lo sabía, Lux también y Trip también. Por eso se enamoró de ella.

Trip estuvo mucho tiempo haciendo la corte a Lux. La miraba intensamente. Cuando nos íbamos las dos por el caminito, podía sentir sus ojos en nuestras espaldas. Me hubiera gustado volverme y gritarle algo no demasiado bueno.

-¿Qué tal te cae?- me preguntó Lux una vez.

Me atraganté con mi bocadillo de pasta de cacahuete.

-No sé. No le conozco- murmuré.

Volví la cabeza hacia Trip. Estaba debajo de nuestro árbol, con los brazos cruzados.

-Te está mirando- dije, de mala gana.

Lux sonrió y movió la cabeza de un lado a otro.

-Es un pesado- aseguró.

Yo me limpié las migas de la falda. Bonnie, que almorzaba con nosotras, miró acusadoramente a Lux.

-Te gusta- dijo. No era una pregunta.

-¿Qué?- Lux parecía desconcertada -. En absoluto, Bonnie.

Bonnie guardó silencio. Yo la imité. De pronto, escuché unos pasos que se acercaban. Levanté la vista y vi a Trip.

-Hola, Lux- dijo con voz temblorosa.

Lux doblaba en esos momentos su servilleta.

-¡Ah, hola!- respondió, sin apenas mirarle. Bonnie desenvolvía su bocadillo, y yo me quedé observándole fijamente, con un gesto poco amable. Ante tan fría acogida, Trip optó por marcharse de nuevo. Lux le siguió con el rabillo del ojo.

***

El día que Lux me besó era viernes. Volvíamos del instituto comentando lo que haríamos el fin de semana. Lux estaba contenta; el domingo se iban al campo.

-¿Y qué harás el sábado?- pregunté. Tuve que repetir la pregunta dos veces. Hasta entonces no habíamos quedado ningún festivo, y tenía ganas de hacerlo.

-Trip va a venir a ver la tele a mi casa- respondió finalmente Lux.

Sus palabras me dejaron atónita. La amenaza que suponía Trip se acercaba peligrosamente.

-Creí que Trip no te gustaba- dije.

-¡Y no me gusta!- saltó Lux -. Pero...

Calló.

-¿Pero qué?- pregunté.

-Déjalo, Hope- cuando Lux decía "déjalo" es que estaba tocando un tema peliagudo -. Yo le gusto a él.

El siguiente tramo fuimos en silencio. Yo no sabía qué tema sacar. Por otra parte, el asunto Trip me molestaba. Tenía ganas de llorar. Lux debió de notar algo, porque buscó mi mano con la suya. No me molestó que lo hiciera. Después de todo, desde nuestras sesiones de nicotina en el servicio nos cogíamos de vez en cuando de la mano, y a ella no parecía importarle.

-Hope- dijo Lux -. ¿Puedo preguntarte una cosa?

-¿Qué?

Lux me miró.

-¿Has besado alguna vez a un chico?

Reí. No tenía intención de contestarle. Unas cuantas imágenes de historias inventadas pasaron por mi mente, pero desistí de seleccionar una. Lux no se merecía que la mintiera, pero tampoco tenía por qué saberlo todo.

Ante mi silencio, Lux insistió:

-¿Te han besado alguna vez?- cambió ligeramente la pregunta.

-Yo no soy como tú, Lux- contesté.

Lux permaneció unos instantes en silencio. Luego me soltó la mano, se detuvo y puso su mano sobre su corazón. Sonrió.

-Hope, sólo me han besado dos veces- dijo -. Lo juro.

Yo no podía creérmelo. La insté a que dijera la verdad, y ella me aseguró que no estaba mintiendo. Quise saber quiénes fueron. Lux titubeó, pero luego me lo confesó:

-Martin Lickbutt.

-¿Martin? ¿El amigo de Josh?

-El mismo.

La imagen de Martin besando a Lux no era agradable. Lux me relató cómo había sido: largo y húmedo, junto al centro comercial. Él la había llamado cariño y preciosa, pero con la lengua no se portó tan galantemente. No había besado a nadie más, excepto a –

-¿A quién?

-Nada, déjalo, es una tontería.

-¡No es una tontería! ¿A quién?

-A Cecilia- confesó Lux en voz baja.

-¿Cecilia?- pregunté sorprendida.

El semblante de Lux se ensombreció.

-Sí- dijo -. Fue por practicar. Queríamos estar seguras de que sabíamos besar antes de hacerlo. Y como no teníamos con quién probar... Pero no digas nada.

Yo le prometí que no lo haría. Imaginé el grado de intimidad que tenían que tener Lux y Cecilia, cuando Cecilia estaba viva. La idea de besar a tu propia hermana me resultaba un tanto embarazosa.

Lux me dio un empujoncito.

-Bueno, entonces, ¿nunca has besado a ningún chico?

-Mmm.

-¿Y a una chica?

-No- y reí.

Lux miró soñadora al frente.

-Me gustaría besar a Trip- soltó, y echó a andar de nuevo -. Pero, ¡no sé si sabría hacerlo bien! ¿Y si le muerdo sin querer?

Caminé detrás de ella y no contesté. Lux me miró de soslayo, sonriendo. De pronto, me cogió del brazo y tiró de mí. Entre quejidos míos y alguna que otra risa, me arrastró hasta la parte de atrás de una casona deshabitada. Me apoyé ahí.

-¡Ay!- dije. Lux me soltó y dejó en el suelo su carpeta.

-¡Bésame!

-¿Qué?

-Quiero besarte, Hope- los ojos de Lux brillaban divertidos -. Así practicaré, y tú también. ¿Te importa?

-Nnn... no- respondí. La sonrisa se Lux se ensanchó. Puso sus brazos alrededor de mi cuello, se acercó a mí y... sí, me besó. No creí que fuera a hacerlo. Abrí los ojos de par en par, hasta comprobar que ella los tenía cerrados. Entonces los cerré. Lux, que había posado sus labios con ternura sobre los míos, los separó lentamente. De esta forma nuestras bocas se acoplaron. Lux tanteó con la punta de la lengua hasta rozarme el labio inferior. Emitió un leve sonido y lo acarició. Yo le devolví el beso frunciendo con delicadeza los labios. Comenzaba a dejarme llevar.

No sé cuántos minutos estuvimos enganchadas en aquel beso interminable. La saliva de Lux me humedeció la boca y su respiración me calentaba la nariz. Ella me acarició el pelo con los dedos, de la misma forma que lo había hecho ese día después de la muerte de Cecilia. Yo no podía evitar gemir suavemente, envuelta como estaba en semejante delirio. Estaba claro que el beso estaba produciendo en mí un efecto más profundo que en Lux. Cuando me soltó los labios para bajar por mi barbilla, jadeé. Algo se estaba despertando dentro de mí. Yo tenía quince años y era mi primer beso; quería a Lux, y Lux me estaba llevando a un lugar fascinante que no conocía. Sin quererlo, puse mis manos sobre los hombros de Lux. Mientras ella volvía a atacar mi boca, yo acariciaba su espalda. La atraje contra mí. El roce de su muslo contra mi pubis despertó una oleada de nuevas sensaciones. Probablemente no me habría dado cuenta de que estaba moviendo las caderas, de no ser porque Lux frunció el ceño. Quise tomarla de la cintura para frotarme contra su cuerpo; Lux se apartó de mí.

-No- dijo -. Para, Hope.

Parecía abrumada, quizás incluso extrañada. Me disculpé. Ambas sabíamos que habíamos llegado un poco demasiado lejos. Lux me dijo que no era nada, pero que creía que debíamos "dejarlo ya". Me mostré de acuerdo. Volvimos a recoger nuestras cosas y tomamos el camino de nuestras casas. Nos despedimos en la esquina de siempre. Mientras volvía a casa, sentía que todo el cuerpo me ardía.

Me han besado más veces. Pero ninguna ha sido tan dulce como aquella vez en que besé a Lux Lisbon. Alguna vez he imaginado que volvía a sentir la calidez de sus labios en otros; no he podido evitarlo. Aquel día Richard, el enamorado de Mary, aseguró que había visto a Lux Lisbon besando a alguien con falda de instituto. Nadie le creyó.

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