Lux' Hope (La Esperanza de Lux) parte 5

LUX' HOPE (LA ESPERANZA DE LUX)
by Elenis ;)

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PARTE 5

Sería mucho más sencillo si en el Universo no existiera el cambio. Todo sería una masa homogénea, creada ex nihilo, que seguiría como el primer día por los siglos de los siglos. Pero desde un primer momento, en el Universo hay movimiento. Aun cuando parezca que las cosas conservan una identidad permanente, un algo que prevalece pese a toda la agitación, no hay un sólo átomo que permanezca tal como fue un segundo antes.

Para las personas como yo, esta identidad cambiante del Universo supone una verdadera carga. Tienes que hacer que un cuerpo que varía a cada instante se adapte a un entorno distinto cada instante. Si dejas de vigilar algo que amas, puede que al minuto siguiente ya no esté allí. Cuando crees que has encontrado una cosa – emoción, materia, persona, creencia – que no va a abandonarte, y un día lo ves marchar, te preguntas: ¿qué he hecho mal? ¿Por qué me ha dejado? Tan difícil es aceptar que el cambio es inherente a todo lo creado.

No sé el tiempo exacto que me llevó aceptar la muerte de Lux. Ella, para mí, fue una antorcha que me calentaba y me enfriaba, ardía con fuerza o se reducía a brasas, hasta que un día se apagó y no volvió a encenderse. A veces palpo a ciegas, en busca del tizón quemado que dejó.

La noche que se fue con Trip Fontaine, sentí que su antorcha se había apagado para mí y que estaba acariciando un trozo de madera ceniciento. A partir de ahora todo cambiaría, todo sería distinto. Trip había ganado el corazón de Lux. Trip tomaría mi lugar. Y Lux dejaría de ser el sueño húmedo del instituto para convertirse en La Novia De Todos, una de las Lisbon. Hablaría con los chicos, tontearía con muchos, pero lo más importante: sería una persona normal y corriente. Quizás esto era lo que Lux deseaba, convertirse en una más. No creo que sea fácil saber que eres especial y ver truncada tu singularidad por una represión que te convierte en algo tan etéreo e intocable como un ángel. La baja autoestima de Lux tenía sus raíces en la diosa en que la habían transformado.

Cuando llegué a mi casa esa noche, no sólo pensé que iba a despedirme de Lux para siempre, sino también de Chuck. Porque Chuck había insistido en acompañarme a pie hasta allí.

-Hay un largo camino- aseguré.

-No puedes ir sola- me respondió él.

Dejé que viniese conmigo y pusiera su chaqueta sobre mis hombros. Se lo agradecí, porque la verdad es que hacía frío. Debí haberme dado cuenta de que Chuck estaba mostrando signos de acercamiento, más de los que había tenido nunca conmigo. Y yo los había propiciado sin quererlo. Para mí no había nada especial en abrazar a Chuck mientras bailábamos; pero esa simple acción había tenido efectos distintos en él.

Cuando me cogió y comenzó a besarme el cuello, mi primera reacción fue de incredulidad, después de sorpresa.

-Chuck- dije -. ¿Qué haces?

-¿No te gusta?- susurró él.

-Sss... sí- contesté.

No era mentira. Me sentía arropada, querida y segura entre sus brazos. Me ajusté en ellos como un polluelo con frío. Pero de pronto me vino a la mente la imagen de Lux y Trip, de Lux y Trip abrazándose, de Lux y Trip besándose, de Lux y Trip... No podía. Aparté a Chuck.

-¿Qué te pasa?- preguntó él, desconcertado.

Sacudí la cabeza.

-Déjalo ya- fue lo único que me salió.

-Pero...

-Buenas noches, Chuck.

Caminé hasta mi porche. Al abrir la verja, me volví a mirarle. Se había metido las manos en los bolsillos y parecía triste.

-Buenas noches, Hope- dijo, antes de darse la vuelta y desaparecer en la oscuridad.

Él y yo nunca volvimos a ser lo que éramos.

El fin de semana fue para mí negro como la pez y pasó en un suspiro. El lunes emprendí el camino – solitario – al instituto. Trip se hallaba fumando un porro junto a la valla, pero Lux no estaba allí. Yo no quise preguntarle.

Durante el día corrió un rumor: en la fiesta, Trip y Lux lo habían hecho en el campo de fútbol, pero Trip había dejado a Lux tirada al amanecer. Como no se sabía nada de Lux, los más atrevidos sugirieron que a lo mejor se había suicidado como su hermana. Los sensatos intentaron calmar los ánimos sobre este punto. El asunto era que ni Bonnie, ni Therese ni Mary habían venido tampoco a clase. Sid y Abe aseguraron no saber nada de ellas. Sus amigos Tim y Peter, tampoco. ¿Qué podía haber ocurrido con las Lisbon? Nadie lo sabía, y la intriga fue creciendo durante los días siguientes. Ninguna de las hermanas vino al instituto. Yo estaba cada vez más asustada.

Al cumplirse la primera semana de la extraña ausencia, no había nadie que se atreviera a preguntar al señor Lisbon o ir a su casa. Yo recibía puntuales noticias de Tim, que juraba haber visto la sombra de las cuatro Lisbon por la ventana. No obstante, ya había quien aventuraba que la señora Lisbon se había marchado de la ciudad con sus hijas. Me debatía entre teorías y miedos. Por si fuera poco, un día de ésos me choqué con Trip Fontaine en las escaleras.

-¡Perdona!- me dijo. Una oleada de ira me recorrió el cuerpo.

-Perdonado- dije con voz glacial.

-Oye, esto... Hope, espera un momento.

-¿Qué?

Miré directamente a los ojos oscuros. Trip se pasó la mano por el pelo.

-¿Sabes algo de Lux?

Un regusto amargo me llenó la boca.

-¿Cómo puedes preguntarme eso?- dije en voz alta -. ¿Cómo te atreves? Tú, tú... miserable, ¡cabrón!- empujé a Trip -. ¡Tú eres la causa de que ella no esté aquí!

-Yo sólo...

-¡Cállate!- aullé -. No quiero escucharte.

Y apartando el corrillo de curiosos que se había formado, bajé corriendo las escaleras. La siguiente clase era la de matemáticas, y me pasé el rato llorando detrás de mi libro. A última hora, ya no pude aguantar más. Metí mis cosas en la cartera y salí del aula sigilosamente.

-¿Qué haces?- susurró Sharon.

-Me marcho- respondí.

-¿Adónde?

-Da igual.

Sharon sacó la cabeza por la puerta.

-Corre, ya llega la señorita Thunder- me dijo, y salió a su paso para ocultarme. Salí del instituto esperando que nadie me viera y tomé la dirección de mi casa; el camino que Lux y yo solíamos recorrer juntas. Al llegar a la desviación, seguí andando hacia la calle de los Lisbon. Inspiré hondo cuando me encontré delante de la casa. ¿Seguían allí? Sí, se veía moverse una cortina, y las rosas olían como recién cortadas. Escuché ruido de cacharros de cocina.

-Psst, Hope- alguien me llamaba por mi nombre -. Hope.

Miré hacia arriba. Encontré la fuente del susurro en una ventana del piso superior. La cabeza seria de Mary se asomaba por allí.

-¡Mary!- dije.

-¡Chsss!- me chistó ella -. Habla bajo. Está mi madre.

-¿Está Lux en casa?

-Sí, pero no creo que pueda verte.

De pronto, una segunda cabeza se sumó a la primera.

-Hola, Hope- dijo Lux.

Me asusté. ¡Qué pálida estaba! Sus ojos, tan brillantes el día de la fiesta, tenían la mirada perdida.

-¡Lux!- gemí -. ¿Qué haces aquí? ¿Por qué no venís al instituto?

Mary miró acusadoramente a Lux. Ella contestó:

-No vamos a volver.

-¿Cómo?- dije -. ¿No queréis volver a clase?

-No es por nosotras. Nuestro padre nos ha sacado de allí. Dice que a partir de ahora tendremos clases particulares.

-Cállate ya, Lux- dijo Mary con aspereza.

-Pero... pero eso no puede ser- dije yo.

-Oh, sí- corroboró Mary -. Y ahora, sería mejor que entrases, Lux, o te la volverás a ganar otra vez.

Su cabeza desapareció. Me quedé mirando a Lux.

-Me alegro de que hayas venido- dijo.

-Yo... – respondí, y en ese momento se oyó una voz desde dentro de la casa:

-¡Lux!

-Tengo que dejarte- dijo, e hizo ademán de meterse en casa.

-¿No puedes salir, ni nada por el estilo?

-No.

-Pero yo... – me sentía desesperada -. Necesito verte, Lux.

El dulce rostro de Lux parecía dudoso. De nuevo se escuchó el vozarrón que la llamaba. Lux se inclinó y me dijo:

-Ven esta noche, a cosa de las nueve. A esas horas están viendo la tele. Espera mi señal- y con esto, se metió en casa y cerró la ventana.

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