1
"Esta bien"
"Bien"
Dejo reposando el cuerpo infantil sobre el asiento friolento, coloco una frazada improvisada sobre el cuerpo durmiente. Tan tonto, tan innecesario. El cuerpo se paralizo en hielo cada segundo.
Los labios se tornaron azules, la piel palideció en espirales verdosas y moradas. Las extremidades se entumecieron con los días. Ese demonio se quedo ahí, varado en medio de una isla desolada, con el cuerpo de su anterior maestro pudriéndose lentamente, frente a sus ojos.
Aparto un pequeño mechón del rostro demacrado de su señor, froto suavemente el pulgar en la piel. Liza y fría, como las mañanas sin luz. La comisura de sus labios tambaleo en una torpe sonrisa, él le dio los buenos días, como cada mañana, como sí las cosas permanecían donde debían estar.
El silencio matutino le indico que aún no era hora.
"Duerme un poco más"
Los dedos temblaron y la mano escurridiza no se detuvo de tocar esta vez, acaricio la tiesa piel con la punta de los dedos, disfrutándola con un suspiro aliviado. Esta piel alguna vez albergo el alma que tanto protegió, desde que comenzó a dormir sin parar. Sentirla bajo su tacto lo mantenía seguro, sin pensamientos corruptos ni ideas desgraciadas.
Uno de sus dedos sintió un relieve en la piel hundida tras las orejas de su señor, la piel ya no fue resistente como antes, estaba comenzado a carcomerse con el paso del tiempo y él ni siquiera se inmuto en detenerlo; porqué eso no era verdad. Los ojos adormilados estaban muy pesados como para despertar.
2
Se escucho un fuerte estruendo cuando el delgado hilo que intento seguir tejiendo desapareció de sus manos. La isla se aclaro después de tantos años, no pudo verlo en primera instancia, pero cuando ya no hubo nada que despertar cada mañana, el pánico lo invadió. Clavo los dedos en los harapos deshilachados sobre la banca, desesperado por no dejar ir lo que se le escapo de las manos.
Pero la banca ahora estaba vacía y las cenizas se derretían en cascada.
3
Eventualmente el hambre regreso.
Regreso a Londres con el mismo traje negro de mayordomo que nunca se quito. Londres, ya no fue el mismo que algún día llego a conocer, el progreso humano había hecho que las calles brillaran incluso de noche. Las calles se pavimentaron en concreto y los aparadores se llenaron de artefactos jamás antes vistos.
Se paro frente un aparador, curioso por el movimiento repentino de colores. Un cubículo rojo transmitió imágenes corredizas de personas conversando detrás del vidrio. Al querer centrar su visión, una mirada oscurecida se atenúo en el vidrio.
Fue el mismo.
Los labios afligidos hacían una mueca cabizbaja, los ojos lúgubres se escurecieron debajo de las hebras enmarañadas de ébano intenso. Un traje desgarrado en tirones, casi parecía un pordiosero. Tanto tiempo en la isla lo hizo olvidar el aspecto que debía tener 'Sebastian Michaelis', él tuvo que recordar. La mano barrio el vidrío del aparador y un apuesto hombre apareció en el reflejo.
Los labios afligidos no desaparecieron, ni la mirada perdida. Perdido en sus pensamientos, vio la silueta de una mujer caminar en el reflejo del vidrio, el hambre voraz lo incentivo a seguirla. Un callejón se mancho de rojo esa noche.
Los periodicos anunciaron el asesinato con horror, los forenses no podían dar credibilidad del nivel de sadismo en el cuerpo de la mujer.
Inhumano.
4
No recordaba cuanto tiempo se había privado del alimento, pero cuando trago el espeso sabor incoloro, ya no hubo nada que lo detuviera a seguir. Un necesidad que rozaba en la desesperación de tragar y mantener lleno su interior, lo hizo peligroso. Cada alma que en su camino se cruzaba, caía en su estomago como dulces sustancias nocivas, las empujaba por su garganta hasta desaparecerlas para siempre.
Ellos pronto detectaron su presencia y la alerta de caza se aprobó.
5
"Te ves del asco"
Estaba sobre el cuerpo desmembrado de un hombre, arrancando con dientes y garras lo que fue la vida de alguien, el ruido de su boca crujía grotescamente mientras tragaba los bultos de carne amarillenta con desesperación.
"Me gustabas más antes"
Intento ignorar la molesta voz de la parca roja, sin embargo la molestia se quedo ahí, esperando. Tuvo que detenerse de masticar.
"Qué quieres" la voz ronca broto como espinas filosas.
La parca encerada en rojo camino con lentitud por el contorno de la habitación, acercándose al charco que rodeaba al demonio, cautelosa. Las suelas de sus zapatillas se barnizaron en sangre cuando se detuvo frente al hombre famélico, un ligero espasmo en la ceja hizo que tragara saliva cuando vio el estado del elegante 'hombre' que había conocido décadas atrás, antes de su repentina desaparición.
Él estaba desorientado, zafado de la cabeza.
"[...]"
La única parca que pudo pisar sus talones, no hablo. Se resigno a tapar su boca, permitió que siguiera libre por la ciudad.
6
Encontraba melosa le época de regalos y adornos, tuvo que calmar las ansias de comer por la extrema vigilancia de las parcas, sólo por un tiempo. Se mantuvo observando a lo lejos desde una banca lejana, personas pasaban y venían con regalos. Siguió con la mirada a las personas, hasta que algo en la garganta le pico, una fina línea de sangre se escurrió por la boca, goteando al piso. No pudo resistirlo más y lo escupió. Un pedazo de sangre viscoso cayó sobre la nieve. Había cosas que no podía consumir, pero las engullía de todos modos.
Limpio la comisura de sus labios con la manga del chaleco, tosiendo unas cuantas veces antes de calmarse. Los atracones de comida siempre terminaban con él regurgitando todo devuelta, era normal que no pudiera digerir ciertas partes humanas porqué eso no era su alimento.
El temor de dejar vacío su estomago lo dejaba aterrorizado y esas partes renegadas serían consumidas nuevamente, hasta lo profundo. La carga dentro suyo lo tranquilizaba, esos trozos no escaparían de él, no.
Nunca.
Tomo el coágulo ensangrentado de la cama nevada y lo coloco en su lengua, tragándola cómo una pastilla que resolvería todos los problemas.
Otra noche helada, cómo siempre a sido.
7
Mientras tragaba los pedazos de una prostituta rancia en un rincón oscuro, vio a lo lejos una familia burbujeando de felicidad. Algo en su interior se revolcó, pellizcando desde adentro, una especie de burla.
La casa familiar pronto se lleno de gritos esa noche. Invadido por la insatisfacción, el diablo se mofó de cómo había podido borrar las sonrisas ingenuas de la familia. Fue estimulante robar lo que no podía entender, era enriquecedor, tal gracia, tal belleza, qué divertido. Danzando macabramente y aplastando lo que estaba lejos de su comprensión.
Los padres estaban bien servidos, abiertos de pies a cabeza sobre la mesa principal, llenando el estomago del ente insaciable. Mastico y trago, no tenía fuerza para detenerse, eran tan apetecibles. El sonido de pasos corriendo lo congelo, falto invitar al pequeño a la cena, que descuidados modales a perdido.
Un pequeño niño intento refugiarse debajo del montón de juguetes en su cuarto, estaba temblando de miedo, llorando desconsoladamente pidiendo por mamá y papá. No quería que ese hombre malo lo encontrara, tenía que esconderse bien.
Los zapatos ennegrecidos caminaron frente a la horrorizada visión del niño. El pobre niño no pudo contenerse más y comenzó ha agitarse aterrorizado, el hombre malo lo había encontrado.
Él intento arrullarlo, sujetándolo del mentón. No debía temer.
"Shh ..."
Lo sostuvo de las mejillas, la grasa de bebe se desbordo de los dedos cómo azúcar. Dulce sensación que pensó olvidada.
"Oh mi..."
Miro cómo los ojos de ese hombre se expandían con gusto y su rostro cambiaba a uno más suave. Casi parecía distinto. Las manos sangrientas acariciaron el angelical rostro que no paraba de temblar, él niño estaba batido en lagrimas, ahogándose en sus propios gemidos. Él acaricio con ternura, limpiando las lagrimas con el pulgar.
"Oh mi señorito..."
"Oh mi señorito..."
"Oh mi señorito..."
Repitió como una oración sagrada, una sonrisa se expandió en la cara del hombre. Fue grotesca, siniestra, extrañamente obsesiva... él quería, él quería, él quería algo que ni el mismo diablo sabía. Él pequeño miro como se acerco lentamente y planto un tembloroso beso en su mejilla, pero cuando intento acercarse más, él niño grito.
Qué desgracia, antes que intentara patalear, él lo tomo por el cuello, aplastando los huesos de su tráquea contra el colchón. Quedo en trance, no podía permitir que huyera, no otra vez. Las ideas siniestras volvieron, justo dentro de su cabeza, susurrando. Pidiendo por un tipo de alimento diferente, que llenara los huecos vacíos que no había podido llenar.
Se acerco al cadáver sobre la cama, acariciando esa carita que el tiempo se había tragado hasta hacerla polvo. Un hambre diferente rugió, le hizo remolinos la cabeza, hizo latir una emoción oculta en su corazón. Un hambre nueva, por la que siempre tuvo el anhelo de probar...
Desabrocho la camisa larga del niño, apretando la piel aún caliente. Suspiro ensoñado, cuanto había extrañado la sensación de sentir aquella piel en la palma de su mano sin que se congelara. Quizás estaba en el paraíso y él no lo sabía, pero estaba aquí, su señorito estaba aquí, era perfecto.
Inclino una rodilla en el colchón, metiendo su cuerpo en la cama.
No pudo detener la sincronía de sus caderas toda la noche.
8
Mordisqueo amorosamente el pequeño dedo del niño, disfrutando del tamaño en su lengua, le dio un tirón para arrancarlo y lo comió. Beso las pequeñas muñecas del niño mientras masticaba con una sonrisa. Tenía pensado comerse cada pedacito de su cuerpo. Quería que el hambre en su interior por fin desapareciera, tal vez esta era la respuesta, devorar a su maestro.
La verdad era que ese no era su maestro.
9
Dicen que los demonios también pueden gozar los beneficios de soñar, pero cuando no vio nada que soñar, lo enloqueció. Se retorció de un lado a otro sobre una mugrienta cama, esperando por la bendición de perder la conciencia, forzando a sus parpados en permanecer cerrados, no abrirlos. Quería recordar una sensación vieja, que alimentara un pedazo de su estomago que rugía por un viejo sabor, no importaba cuanto se metiera a la boca, ni cuantas casas había corrompido con gula. Su estomago parecía un hueco infinito que no paraba de pedir más de lo que podía obtener.
Otra casa destrozada y el hambre aún pedía.
Cuando no pudo soportarlo, abrió los ojos inyectados de sangre. No tenía idea de cuanto tiempo había estado en esta casa esperando, la habitación olía a podrido de las tantas veces que tuvo que levantarse a vomitar, los bultos no podían huir, volverían a dentro, donde pertenecían. Siempre a dentro.
Él miro como la habitación se comenzó a mecer, de un lado a otro, de adelante atrás. Esfumando lentamente las sombras en ella, hasta que una luz conocida filtro la pared, cubriéndola de un tenue color que no estaba ahí. Salió de la habitación, anonado por el color fantasma que había inundado la casa, miro expectante.
"Azul"
Susurro para si mismo, casi como un arrullo infantil. Descanso el peso de su cuerpo en un sillón batido en viseras y sangre seca. Escucho el pitido de la televisión resonar silenciosamente a lo lejos, se quedo ahí; estoico. La estática de la tele brillo como diminutas estrellas en el interior de su triste mirada.
No había luz al final del túnel, cuando la última pieza del corazón a sido consumida.
Quizás él lloro, quizás él lo hizo, quizás lo hizo en silencio.
Las luces del cuarto parpadearon, la televisión rebobino sus canales sin control.
Hasta que todo lo que quedo fue oscuridad.
Notas de Autor: Esta es una re-escritura de una historia que hice ya hace un tiempo, llamado "Blue" en Amor Yaoi, en nada se parecen [algunos detalles, no mucho], pero se apega a lo que intentaba hacer con la otra. Para aclarar, esto esta situado por la década de los 70's.
