Puros fantasmas


Sinopsis: Naruto sabe que su mejor atributo es su sonrisa. Por eso, es capaz de llevarla en su cara incluso cuando más herido está su corazón.

Advertencias: modern au, one-shot de final abierto, angst, tiempo presente, se sugiere narusasu pero no es un fic romántico.

Dedicatoria: para Chisheccid, quien me animó a escribir esta historia y luego le dio la primera lectura. Y, por supuesto, este fic también está dedicado a Naruto por su cumpleaños. Lamento no haber podido darle la felicidad que merece u.u

Agradecimientos: a NeblinaLlameante, por la segunda lectura. A Phantomslwt / Phantom.291, por la ilustración de la portada.


Suena la alarma y Naruto manotea el celular en la mesita de luz para apagarlo. Duerme cinco minutos más con la mano aún sobre el aparato, hasta que este vuelve a sonar. Asoma la cabeza debajo de las sábanas y, tras soltar un enorme bostezo, acerca la cara a la pantalla.

Un mensaje de Sakura (lo regaña por las dudas de que llegue tarde, ¡pero si recién es la hora de levantarse!). Un mensaje de Shikamaru (le recuerda que en su trabajo de medio tiempo le pidieron que fuera de traje, porque vendrá un jefe de otra área… ¿para qué se hace el desentendido ese Shikamaru si luego se acuerda de hasta el más mínimo detalle?). Algunas notificaciones en redes sociales (Ino le dio like a su última foto, Lee le dejó otro de sus comentarios kilométricos alabando su energía y su juventud). Varios correos electrónicos (esos ni los mira).

Después de revisar todo por encima, se detiene en una conversación de Whatsapp que ha quedado debajo del cúmulo de cosas que le escribieron estos días. La abre y se queda mirándola fijo. El mensaje más reciente es suyo.

"Mira, bastardo, esta piña tiene las hojas como tu cabello". Y se adjuntaba una foto como evidencia. Naruto sonríe apenas.

—Mierda —masculla.

De una patada, arroja toda la ropa de cama al suelo. Da un salto y se pone de pie.

Toma el portarretrato de sus padres del modular y acerca su frente al vidrio, como si ellos pudieran sentirlo a través de la vieja foto. Es la última que se tomaron. Debían de tener 20 años. La deja en su sitio.

Prende la regadera de la ducha y sigue hasta la mesada que hace las veces de cocina en el otro extremo de su pequeño departamento. Deja hirviendo el agua para el té y regresa al baño. Se quita el pijama en el camino, lanzando cada parte a cualquier lugar. Las gotas apenas caen tibias; aquel calefón parece regocijarse en fallarle cuando más lo necesita. Su padrino le dijo que lo arreglaría en su próxima visita al país. De eso hace más de un año.

Como sea, se baña tan rápido que no tiene tiempo de sentir el frío.

Pronto se encuentra con una tostada en la boca, la taza de té en una mano y el cinturón del traje en la otra. Se viste a los apurones y, como no puede ser de otra manera, se mancha con mermelada la camisa. Se mira al espejo una vez más antes de salir. Está hecho un desastre. Se soba las mejillas y fuerza un gesto alegre.

—¡No importa! ¡Mi mejor atributo es la sonrisa-ttebayo!

Y es verdad. Porque, apenas sale de su pequeño departamento, una sonrisa enorme aparece mágicamente en su rostro y la señora de la limpieza le dice buenos días, el guardia de la entrada le palmea el hombro con confianza y la chica que vende café en el puestito de la esquina se sonroja al verlo. Es así, ¿quién podría permanecer sombrío frente al encanto de este muchacho que siempre mira hacia adelante con determinación y entusiasmo?

Pasa a buscar a Kiba y hace un escándalo cuando su perro Akamaru se le echa encima y le deja la marca de sus patas en el pantalón. Kiba se ríe de él y discuten a volumen alto diciendo todo tipo de tonterías hasta llegar a la parada del bus.

Durante el viaje, sale el tema de la fiesta a la que asistieron el sábado pasado, lo bonitas que se veían sus amigas, lo malos que eran Neji y Lee en el karaoke, lo terrible que fue la resaca al día siguiente.

—Hinata se había arreglado más de lo normal… —suelta Kiba.

—¡Es verdad, estaba muy bonita! Deberías declarártele, es evidente que te gusta.

—¿Yo? ¿En qué mundo vives, Naruto? Deberías hacerlo tú.

—¿Y yo por qué lo haría? No seas tonto, Kiba. Te mueres por esa chica. En el fondo eres un romántico.

—¡Men-mentira! ¡Si estoy soltero es porque… porque quiero!

Naruto se ríe.

Ya en la universidad, se separan para ir cada uno a su aula. Apenas pone un pie en ella, Sakura le da el sermón acostumbrado por no llegar a horario. Naruto levanta las manos en son de paz y trata de justificarse.

—¡No puede ser que ni un día llegues puntual!

—Ni un día no… cuando Sasuke pasaba por mí para ir al colegio llegábamos exactos.

—Eso fue hace más de dos años, Naruto… además, era puro mérito de Sasuke, tú eras tan dormilón entonces como ahora.

—Qué mala eres conmigo, Sakura…

Las horas pasan con lentitud. Naruto no entiende nada de lo que dicen los profesores. Se anotó en esa asignatura optativa porque pensó que cursar con Sakura le ayudaría a tener buenas notas. En efecto, hace poco fueron los exámenes parciales y no le fue tan mal, pero lo cierto es que sufre cada segundo en esa aula.

En el corte para el café, se reencuentran con Kiba, que está con Shino y Hinata. Esta tartamudea al saludarlo. Él le sonríe la misma sonrisa que a los demás. Hablan de la nueva cafetería que abrió en el campus.

—No solo tienen cosas dulces, parece que también se puede almorzar —explica Shino.

—Confirmo, vi a Choji devorando un onigiri de atún más temprano, estoy seguro de que lo compró allí —tercia Kiba.

—¿Tienen onigiris de atún? —interviene Naruto con súbita emoción—. Eso a Sasuke le habría encantado, son sus favoritos.

Se hace un breve silencio, hasta que Shino interroga:

—¿Cómo le va a Uchiha con sus estudios en Europa?

Kiba le da un codazo. Hinata juguetea con sus dedos con la vista baja. Sakura saca unos apuntes de su bolso.

—¡Seguro le va bien, Shino, mira qué preguntas haces! Naruto, ¿por qué no vamos a repasar los temas de hoy? Vi tu cara de perdido durante toda la clase.

—¡No estaba perdido -ttebayo! ¡Solo estaba… procesando!

—Sí, sí, lo que digas…

Estudia con su amiga en el aula hasta que regresan el profesor y el resto de los alumnos. Naruto aún no entiende mucho, pero pone en ello toda su atención. Apenas dan las 13hs, saluda con un grito y sale corriendo para su oficina. Trabaja en el centro como data entry en el mismo piso que su amigo Shikamaru. Ambos entraron por la influencia de otro amigo, Gaara, que a pesar de su edad ya está en un puesto de gerencia. Después de ser rechazado en más de diez entrevistas de trabajo, Naruto agradeció a los cielos tener a Gaara de su lado.

El trabajo es aburrido, está esperando el día en que reconozcan su talento y le permitan hacer algo más. Por ahora, solo puede tratar de causar una buena impresión. Su sucio traje y sus malos modales le juegan en contra, pero la convicción con que corre detrás de cada orden que le da el jefe visitante y la rectitud que parece dirigir todas sus acciones acaban por ganarle algunos elogios que le inflan el ego y hacen que Shikamaru sonría para sus adentros.

Cuando terminan, van a un bar a tomar una copa para cerrar el día.

—¿Hacemos algo este fin de semana? Ya sabes, le tengo prometido a mi padrino que saldré todos los sábados libres que tenga, je.

—Lo recuerdo… pero no puedo, ya quedé con Temari.

—Oye, siempre estás con la hermana de Gaara… un momento… ¿No serán novios?

—¿Recién te enteras, zopenco?

—¡Pero si no me lo habías dicho!

—No creí que hiciera falta… y tú, ¿para cuándo?

—¿Yo, qué?

—¿Aún estás haciendo el duelo? Ya han pasado dos años.

—¿Duelo por qué? Que mi mejor amigo se haya ido a vivir a otro país no tiene nada que ver con tener novia. Además, tuvo buenas razones para irse, después de lo que pasó con sus padres… le hace bien haber cambiado de aires. No sé por qué lo mencionas. A veces eres tan misterioso, Shikamaru.

Naruto saca su billetera para pagar su cerveza. Junto a los billetes, tiene otra foto de sus padres y una de su padrino. Las contempla por un momento antes de extender el dinero a la mesera.

Cuando entra en su edificio, revisa la caja del correo, por si le ha llegado alguna postal. No hay nada.

Alcanza que atraviese su puerta para que la sonrisa que sostuvo durante todo el día se le borre del rostro. Cabizbajo, se acerca al calendario que cuelga de una pared. Recién está oscureciendo pero considera que ya puede tachar el día. Cuenta las cruces que lleva hechas: 20. Siente un leve revoloteo en su interior.

Se saca las zapatillas y abre la alacena para elegir un pote de ramen instantáneo. El de miso de cerdo estará bien. Necesita algo delicioso que le ayude a mantener el ánimo en alto.

Sin prender la lámpara, se sienta en el sillón frente a la ventana, con el pote humeante de un lado y el teléfono del otro. Echa un vistazo al Whatsapp. Ignora un mensaje de Sakura. Está preocupada por la pregunta de Shino. Si hubiera estado en el bar con Shikamaru, le habría dado un golpe, seguramente. Naruto niega con la cabeza. Entra en la conversación que le interesa.

"Mira, bastardo, esta piña tiene las hojas como tu cabello".

El mensaje anterior también es suyo, aunque había sido enviado varios días antes.

"Sasuke… te extraño. Lo sabes, ¿verdad?".

Y también el anterior, con más de dos semanas de antigüedad.

"Hoy soñé contigo. Salíamos a andar en bicicleta como cuando éramos niños. Hasta Itachi y tus padres estaban allí. ¿Cómo estás? Esta semana son los exámenes parciales, deséame suerte".

Aprieta el celular.

No sabe cuánto tiempo pasa observándolo, pero de pronto vibra y casi salta en el lugar. Su celular está configurado para sonar solo con dos contactos. Está tan emocionado que por un momento se demora en abrir el mensaje.

"Espero no te hayas quedado dormido durante los exámenes como hacías en el colegio. Y sobre esa piña… más bien se parece a tu cabello, idiota".

Le cambia la temperatura del cuerpo. Una ola de calor lo recorre y de inmediato lo invade el frío. Está tiritando cuando, diez minutos más tarde, termina de convencerse de que no vendrá otro mensaje después de ese. Sacude la cabeza cuando se da cuenta de que tiene los ojos húmedos.

Se pone de pie y vuelve a contar los días en el calendario. Siguen siendo 20. No falta tanto para la próxima llamada de su padrino. ¿Desde qué país lo llamará esta vez? Siente mucha curiosidad. Ojalá le envíe un ejemplar de su último libro. En esta ciudad no lo venden. Se pregunta si lo venderán donde vive Sasuke. Quizás, cuando lo vea en alguna vidriera, reconozca el nombre de Jiraiya y eso le haga acordarse de él.

Quizás Sasuke camine demasiado rápido y nunca llegue a distinguir siquiera el título.

Al girar sobre sus pies, siente sobre sí la mirada de sus padres desde la fotografía del modular. Es como si le reprocharan algo. Frunce el entrecejo.

—No me miren así. No es mi culpa… amar a puros fantasmas. No es mi culpa.

Se pone el pijama. En la cama, lee una vez más el mensaje que recibió.

"Lo que digas, Sasuke… ahora, ¿me dirás cómo estás?". Antes de apretar el botón, borra lo que escribió. En su lugar, envía un sticker con una risotada.

Activa la alarma y deja el celular en la mesita. Cierra los ojos y se pregunta si conseguirá que el sueño llegue antes de que se le acaben las lágrimas.

21 de septiembre de 2022 / 10 de octubre de 2022


Notas de la autora: debo confesar que me revienta cómo en el canon Jiraiya aparece como un fantástico padrino cuando pasó 12 años sin preguntar si Naruto estaba vivo y cuando supo que sí lo estaba actuó como su maestro y no como su pariente; ni siquiera fue capaz de contarle quiénes habían sido sus padres. Y se la pasa de viaje, lo deja solo como si tal cosa. Y, por otro lado, Naruto le dice a todo el mundo que Sasuke es su mejor amigo pero el tiempo que pasan cerca el uno del otro es mínimo. Aunque su conexión sea profundísima y excepcional, Sasuke apenas deja adivinar que así es. Es capaz de desaparecer por años sin enviar una mísera señal. Así que, bueno. Creo que muchas personas hemos sufrido cosas así, vínculos que, aunque son los más importantes para nosotros (y ellos lo saben y de forma ocasional nos dicen que también somos importantes para ellos), nunca están allí. Nunca están. Así que quería retratar esa situación, que a veces no es culpa de nadie (Jiraiya y Sasuke deben de tener sus motivos para tanto viaje y tanta distancia). Mostrar el sentimiento que creo que Naruto debe de tener en el canon y que sería mucho más transparente en un universo moderno. En fin. Supongo que solo estaba triste y quise compartir mi tristeza. Como sea… comuníquense con sus seres queridos. No olviden hacerlo, por favor. En el día del cumpleaños de Naruto, en su honor, seamos buenos con las personas que amamos, como él lo sería.