—Estabas jugando contra la mejor cazadora de la temporada, ¿por qué pensaste que podrías ganarle en un uno contra uno?
—Yo era la mejor cazadora en Hogwarts, casi ganamos la copa de quidditch una vez, pero Charlie siempre fue mejor que el tonto de Fergie. ¡Créeme, él era incluso más torpe que yo!
La broma no hace para apaciguar su mal humor. Remus refunfuña mientras continúa examinando la herida en el codo izquierdo de Dora. No parece profunda, pero se ve bastante dolorosa. Él está un poco sorprendido por la absoluta despreocupación de su esposa.
—Vas a estar bien —declara después de unos segundos en silencio. Dora se ríe a carcajadas y Teddy, sentado al lado de su madre, se ríe con ella.
—Por supuesto que voy a estar bien, esto no es nada comparado a todas las cosas que le hice pasar a mis padres —responde, eufórica—. Estás haciendo un espectáculo, apenas fue una caída de… ¿seis metros?
—Siete y no estás en San Mungo porque Arthur impidió que te rompieras el cuello.
—Y ahora los tengo a los dos aquí para curar mis heridas —responde, despreocupada mirándolo a él y a Teddy con afecto—. Pero ni todas las pociones revitalizantes del mundo harán algo por sanar mi orgullo.
Remus la mira con desaprobación, Teddy continúa riéndose y, al fin, parece que Dora entiende un poco de lo que siente.
—No volveré a ponerme en peligro, Remus, seré mucho más cuidadosa en el futuro.
Es una promesa vacía porque su trabajo como auror la pone en peligro todos los días, pero le reconforta saber qué pensará en él —y en la pequeña familia que han forjado juntos— la próxima vez.
